Después de la mencionaba apuesta, Arnold se encontraba nervioso, sentía que en cualquier momento alguien pudiera adivinar ese intercambio tan atroz que había cometido, pero no había marcha atrás, él no era un cobarde y amaba muchísimo a Lila como para dejar pasar esa oportunidad.
Cuando llegó el profesor todos tomaron asiento, pero un carraspeó de su mejor amigo lo alertó, bajo su vista y noto como Gerlad señalaba el asiento vacío atrás de Helga, así que tenía que empezar ya mismo. Con un suspiro abatido recogió lo poco que había puesto y se dirigió a ese pupitre dónde nadie quería estar conociendo el mal humor que siempre llevaba Pataki.
—Hola Helga.— Saludo con una sonrisa a la rubia quien solo se volteo, arqueando una ceja, parecía más molesta con su presencia.
— Cabeza de balón.— Acortó la rubia devolviéndose a su posición original frente a la pizzara, sentía su corazón golpear. ¿Por qué Arnold había decidido sentarse con ella? Ya se estaba acostumbrando a tener solo a Phoebe a su lado.
Pasaron los minutos y parecía que el profesor no iba a asistir a clases, por lo cual tomo su pequeño cuaderno dispuesta a salir del salón. Odiaba el ruido de este y realmente no tenía ganas de golpear a nadie. Sentía que la vida apestaba pues últimamente a pesar del calor, tenía que usar suéteres flojos para cubrir ciertas marcas cortesía de Bob, mientras no la matará, ya era un logró. Miro de reojo como Phoebe iba de inmediato con el cabeza de plumero y suspiró, era inevitable, sentirse sola se volvía cotidiano.
Busco un lugar en el pequeño parque que tenía su instituto y tomo asiento. Cerró los ojos y dejo que su inspiración fluyera, tantos años soportando ese amor empezaba a pasarle factura, aún no comprendía cómo pudo haber arruinado para ella, la mejor relación que había tenido. No culpaba a Arnold, era insoportable y estaba consciente de eso.
—Hola Helga, ¿Estás ocupada?— Después de discutir con Gerlad, decidió seguir a su compañera, después de todo, tenía que forzar de nuevo la cercanía entre ellos. Sin embargo pudo notar un aire melancólico en ella y siendo sincero, no podía dejarla sola.
—¿Qué hay cabeza de balón? No, solo quería aire fresco.— Alzó su mano cómo saludo y dejo que este tomara asiento a su lado, si le faltaba su inspiración para seguir.
—Entiendo, yo también, y te encontré por aquí, espero no te moleste mi compañía.— Le sonrió notando como las mejillas de la rubia se ruborizaban levemente.
—No te preocupes...— Apretó sus labios y desvío su mirada, no quería que se diera cuenta de su estado, aunque era muy evidente.
Ambos se quedaron en un silencio incómodo, realmente ninguno sabía cómo continuar la charla. Helga sentía que solo le hablaba por compromiso, después de todo, su amado siempre había sido la persona más amable que había conocido, era su naturaleza preocuparse por los demás. Mientras que el de ojos verdes se quedó pensativo, por las reacciones de Helga era fácil intuir que aún sentía algo por él, parecía que no iba a tardar mucho con la apuesta.
La rubia ya no sabía que hacer, se sentía presionada así que solamente se levanto de la banca, notando que pronto sería el cambio de clase. —Oye Arnold, ya casi toca cambio, nos vemos.— Apresurada tomo sus cosas y quiso marcharse hasta que un quejido salió de sus labios, pues el de piel trigueña había apretado su brazo para que no se fuera.
—¡Helga! ¿Estás bien?— Preocupado se acercó a ella, pero la chica de inmediato lo empujó, no quería que se diera cuenta.
—Sueltame, tonto.— Salió corriendo de nuevo al salón, no lloraría por esos golpes.
Arnold se quedó confundido y un poco molesto, solo quería ser amable pero también la tendría difícil. Con paso lento la siguió hasta que la campana sonó, dando inicio a la última clase.
Así habían pasado varias semanas, Arnold intentaba pasar la mayor parte del tiempo hablando con Helga, al principio la rubia estaba reacia a dirigirle más que el saludo, pero poco a poco fue cediendo, después de todo, era fácil hablar con alguien como Arnold; sin embargo de eso no había pasado más, Gerlad continuaba presionando a su amigo, pues no veía avances y las únicas interacciones que notaba entre ellos dos era en la escuela.
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—Oye viejo, no quiero decirte nada, pero ¿Estás seguro de que aún quieres continuar la apuesta?— Alcanzo a su mejor amigo en las duchas del gimnasio, habían terminado el entrenamiento de Basquetball y ya podían irse a casa.
—Si, sé que no llevo mucho avance, pero hoy lo haré.— Frustrado, cerró su locker, estaba empezando a hartarse de Gerlad y Lila, ambos no dejaban acosarlo con los "avances", se supone que solo era hacer que se enamorara de nuevo ¿No?, ¿Por qué les tenía que contar todo?
El más alto noto el humor de su amigo y decidió callar, tampoco tenía tiempo de estarlo presionando. —Bueno, me marcho, tengo una cita con Phoebe.— Hicieron su saludo de dedos y Gerlad salió de la escuela en busca de su chica.
Suspirando decidió ya retirarse de la escuela hasta que vio a lo lejos a Helga, seguramente ya también iba a su casa, con paso apresurado se acercó a ella y la tomo del hombro, intentando no asustarla.
—¡Criminal! ¿Qué rayos pasa contigo, Arnoldo?— La rubia toco su corazón, tratando de calmar sus latidos frenéticos después de ese ataque sorpesivo.
— Lo siento Helga, no quería asustarte.— Se disculpó apenado, quedándose en silencio, pues ya no sabía cómo continuar. — ¿Vas a tu casa?
— Si, algo así.— Se encogió de hombros, haciendo un ademán de manos para restarle importancia. —La verdad creo que iré a casa de Phoebe, no tengo ganas de llegar.
— ¡Oh! Si es así entonces...— Emocionado de haber encontrado una oportunidad se acercó más a ella, tomándola por la mano cómo impulso — ¿Qué tal si vamos a Slausen's? La verdad aún no quiero llegar a casa tampoco.
Helga quedó sorprendida por la invitación de Arnold, pero enseguida entrecerró los ojos con sospecha, no creyéndose ni un pelo que la estuviera invitando a salir, asi que de inmediato apartó su mano de la otra, como si quemará el solo contacto.
—La verdad es que yo...—
—¡Yo pago, Helga! No tiene nada de malo que dos amigos vayan a tomar un helado.— Se rasco la mejilla dudoso, podía adivinar las intenciones de la rubia en rechazarlo. — ¿Por favor? Gerlad ya se fue con Phoebe, así que no creo también que la encuentres.
—Uhn...— Formó una mueca con sus labios, no quería abrirle su corazón de nuevo, dolía, sin embargo ya no tenía una excusa para rechazarlo, Phoebe se había ido con el cabeza de cepillo. — Está bien, pero solo uno...— Acortó tomando camino hacia la heladería. —¡Y apúrate, camarón con pelos!
Ambos chicos se fueron corriendo a la heladería, y para disgusto (y felicidad) de Helga no solo fue un helado y ya, duraron varias horas platicando, era increíble saber que los dos no podían dejar de charlar pese al carácter duro de la rubia.
Después de esa "salida" siguieron más, habían tenido una pequeña rutina en ambos a salir a diferentes lugares después de la escuela, el rubio no se sentía ya incómodo en sentarse junto con ella, había veces que acercaba más su pupitre a la rubia con tal de no dejar de escucharla hablar.
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De eso habían transcurrido tres meses, Gerlad y Lila continuaban cuestionandolo sobre su avance pero era menos, ya que notaban como se hacían más cercanos sin la necesidad de tener que intervenir.
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—¡Muy bien chicos! Se les asignará un proyecto de ciencias.— Escuchando las quejas de los alumnos, la maestra aclaró su garganta para continuar. — Necesito que hagan un álbum de fotos de los insectos, pueden elegir la familia morfológica que más les agrade, pero quiero algo coherente, de eso depende su nota final, será por parejas, pueden elegir a su compañero.
Emocionados todos los alumnos decidieron buscar a su compañero, el de ojos verdes volteaba de inmediato a buscar a Gerlad pero noto como ya había echo equipo con Phoebe, no le sorprendía, se la pasaban pegados como uña y mugre. —Helga, ¿Quieres ser mi compañera?
—Uhm...— Asintió sin poder negarse, no tenía más amigos que Phoebe y últimamente está la estaba dejando de lado por Gerlad.
Ambos rubios salieron de la escuela, Arnold llevaba una cámara profesional colgada en su cuello, iban a empezar de inmediato para no desaprovechar las semanas de vacaciones que se atravesaban. Fueron al parque buscando mariposas o polillas, pues a Helga le asustaba (sin admitir) demasiados insectos.
—¡Cabeza de balón! ¡Mira! — emocionada Helga mostraba al rubio una mariposa que se había pasado en su mano, con cuidado la acercó a la lente de la camara en espera que su amado pudiera capturar la imagen.
Arnold sujeto la cámara y trato de enfocar al pequeño insecto pero de inmediato puso atención en la sonrisa de Helga, y sintio que el tiempo se detuvo. Nunca la había visto sonreír con tanta naturalidad, se veía... Hermosa. El viento revoloteaba alrededor haciendo que los cabellos dorados fueran sacudidos y los rayos de sol pegaran directo en su rostro, dándole una figura angelical. ¿Desde cuándo Helga era tan bonita?
Su corazón comenzó a latir agitado y la garganta se cerró, tenía esa impetuosa necesidad de querer abrazarla y besarla hasta cansarse. Sin darse cuenta había echo ya la foto, y la mariposa salió volando asustada después de ese sonido.
—Bien, busquemos más, apresúrate Arnoldo.— Llamo emocionada la de ojos azules a su compañero, dándose media vuelta, sin percatarse de la mirada embobada que le mandaba el mencionado
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El más bajo llevo su mano a su pecho, sintiendo los golpeteos de su corazón, podía notar el calor en su rostro. ¿Qué había sido eso?
