CAPÍTULO 3: JUEGO DE AJEDREZ

El Templo del Faro era la mezquita más antigua de Cantón, China. A pesar de encontrarse en el corazón de la ciudad, dentro de sus muros se respiraba paz y armonía.

Una mujer delgada y de largos cabellos negros, caminaba por los jardines mientras leía una carta que recién había llegado.

-¡Maestra Daiyu! -la llamó mientras corría a ella, la que parecía ser su discípula- lamento la tardanza.

La pupila saludó con una reverencia formal.

-¿Sucede algo, Shifu? Luce preocupada.

-Li, ven conmigo... -dijo la mujer que aparentaba unos cuarenta y tantos años, mientras se sentaba a la sombra de una de las pagodas del jardín- hace ya 15 años que te encontré vagando en las calles de la ciudad. Tenías apenas 10 años y habías quedado huérfana.

-Si… Lo recuerdo. Fue unos meses después de que mis padres fallecieran en un accidente de auto, cuando me encontró robando un baozi -admitió la joven algo apenada- Aquel hombre intentaba golpearme y usted lo detuvo. Siempre he creído que usted me salvó, maestra Daiyu, usted me dio un propósito al convertirme en Santo de Athena.

-No… -respondió Daiyu acariciándole el cabello a Li- yo soy quien debería agradecerte. Te convertiste en más que una alumna para mí. Pero ahora es tiempo que busques tu propio camino.

Daiyou le dio la carta a su discípula.

-Has sido convocada por el Santuario para una misión. Te esperarán en Jamir.

-Pero… -era evidente que la chica de cabello corto y oscuro no estaba de acuerdo- creí que no respondíamos a los llamados del recinto. Usted misma ha dicho que no confía en ese hombre y...

-¡Es suficiente! -la reprendió Daiyu- Tu eres un Santo de Athena antes que cualquier otra cosa. Tu deber es luchar por el bien y la justicia, jamás lo olvides. Así que usa tus puños para defender al débil y porta tu armadura con honor. Se que me llenarás de orgullo.

Li abrazó a su maestra prometiendo que volvería al terminar la misión.

-No la voy a decepcionar, Shifu.

- 0 -

En el templo del Bosque Eleusis, Perséfone se encontraba sentada en su trono acariciando a un pequeño ciervo. Unos pasos se escucharon acercándose y la Avernal del Tártaro se postró ante su diosa.

-¿Que noticias me tienes del Santuario? ¿Ha habido algún movimiento?

-Al parecer el hombre que logró escapar del ataque de Gía ha alertado al Patriarca de nuestra presencia -afirmó Iara - Un grupo de Santos femeninos ha dejado el Santuario y al parecer se dirigen a medio oriente. También detectamos mensajes que se dirigían a la costa China y al norte de Europa.

-Entonces el Santuario de Athena a decidido mover la primera pieza. Muy bien, si quieren jugar, jugaremos. Quiero que acaben con los peones que han decidido sacrificar. Intercepten a esas mujeres y maten a cualquiera que se interponga en el camino.

-Por supuesto, gran Kore -respondió Iara poniéndose de pie para ejecutar las órdenes que acababa de recibir- No tiene nada de que preocuparse.

- ¿Que hay de Athena? ¿Ya la encontraron?

-Hemos confirmado que no se encuentra dentro del Santuario, tenemos sospechas de que fue llevada a oriente.

-¡Entonces vayan! Encuentrenla cuanto antes y tráiganla ante mí.

Iara asintió y salió del lugar dejando a la diosa de la primavera pensativa.

-No importa donde te escondas, Athena. Muy pronto terminaré con esta estúpida guerra.

- 0 -

El Templo del Faro había quedado en silencio tras la partida de Li. Daiyú contemplaba las estrellas cuando un cosmos conocido se comunicó con ella.

-Así que finalmente la has dejado ir…

-¡Dohko! -se sorprendió la maestra-.

-¿Estas segura de querer que tu discípula se involucre con el Santuario?

-No puedo protegerla por siempre, debe encontrar por sí misma su camino.

-Seguramente ella será una gran guerrera, digna de su maestra pero es posible que corra peligro si descubre lo que oculta el Santuario.

-Lo sé, pero ya es tiempo de que se sepa la verdad ¿No lo crees, mi querido amigo?

El viejo maestro sonrió frente a la cascada de Rozan y Daiyú caminó tranquila con su decisión, hacia la pagoda principal del templo. De repente el viento cambió y ella logró sentir un agresivo cosmos en el ambiente. Al darse la vuelta, Daiyú sintió como su vientre se desgarraba. Un golpe a traición la había alcanzado y caía al piso donde su sangre brotaba, manchando aquel recinto de paz.

-¡Daiyú! -gritó el viejo maestro al sentir cómo el cosmos de la mujer se desvanecía-.

- 0 -

En Japón, la pequeña Saori Kido se sentaba a la mesa a merendar con la mirada perdida. Desde que su abuelo había muerto, la soledad era su única compañía.

-¿Quiere que le traiga algo más, señorita Saori?

-No Tatsumi, en realidad no tengo mucha hambre.

-Desde que su abuelo murió, su alimentación no ha sido la mejor – expresó preocupado- No puede continuar así.

-Dentro de unos días será su aniversario luctuoso… -dijo más para sí misma que para el mayordomo- A veces lo extraño demasiado.

Mientras Saori seguía perdida en sus pensamientos, dos mujeres con armaduras oscuras la observaban desde las sombras en un árbol del jardín.

-Orian, ¿Estas segura de que ésta es Athena? Parece una niña frágil e insignificante.

-Todo apunta a que es ella, pero tendremos que asegurarnos antes de hacer cualquier movimiento.

-Espero que los caballeros de Athena no sean problema -dijo Nekane- La diosa Perséfone no es conocida por ser paciente.

-Hasta donde sé, Lady Ker se encargó hace mucho de crear un conflicto dentro del Santuario -explicó Orian- Dudo mucho que los Santos de Athena incluso sepan que su diosa no está en Grecia.

-Entonces ¿por que la señora Perséfone envió a las otras a las montañas?

-Porque a pesar de que el Patriarca está influenciado por el mal, puso en alerta a un grupo de santos femeninos, pensando que eso será suficiente para detener los planes de la reina del Inframundo -dijo Orian en tono de burla-Siento pena por esas mujeres, no saben que van directo a una trampa.

- 0 -

El camino hacia el lugar donde residía el reparador de armaduras no era de fácil acceso; lleno de escarpados montes, las 3 Santos femeninos caminaban con cuidado por la angosta vereda para evitar caer al precipicio que lo rodeaba.

El viento no jugaba a su favor, por lo que intentaban recorrer el camino lo más rápido posible. Geist y Marín se habían adelantado, mientras Shaina trataba de avanzar venciendo el nerviosismo que le producía la altura, después de todo, ninguna de ellas había tenido experiencia real fuera del Santuario. De repente, encontró un craneo en el piso y al darse vuelta se dio cuenta de que un esqueleto estaba detrás de ella.

-¿Que?

La piedra ante sus pies se resquebrajó, haciéndola resbalar y esperando una muerte igual que la de las decenas de esqueletos que se veían dentro del abismo.

Una delgada y alta figura se acercó saltando a una gran velocidad y sujetando su mano antes de que la peliverde sufriera una muerte segura.

-Creo que llegué justo a tiempo

-¿Ibis? - preguntó sorprendida la cobra- ¿De verdad eres tu?

La mujer de aproximadamente 17 años, ayudó a subir a la peliverde y la abrazó.

-Tenía tantas ganas de verte, Shaina. Has crecido.

-¡Cuidado! -gritó Marin al ver que 2 esqueletos estaban a punto de atacarlas - ¡Ryusei Ken!

-Será mejor que salgamos de aquí antes de que vengan más – sugirió Ibis-.

-¿Ustedes se conocen? -preguntó Geist, mientras corrían al final de la vereda-.

-Si -respondió Shaina- Ella es mi mejor amiga de la infancia, Ibis. Nos conocimos en un orfanato del norte de Italia. Creí que jamás volvería a verte, cuando fui al Santuario dijeron que no sabían nada de ti, que seguramente no habías sobrevivido al entrenamiento.

-No lo dudo -dijo la mujer de cabello castaño- esos hombres del Santuario no son de lo más inteligentes.

Justo cuando salieron de aquella estrecha senda, mostrando la Torre de Jamir al final del camino, la voz de otra mujer se dejó oír.

-Por fin están aquí, empezaba a impacientarme.

-¿Quien eres tu? -tomó la palabra Geist- jamás te había visto antes en el Santuario.

-Eso es porque yo no entrené en Grecia. Soy Li de la constelación de Pictor, al igual que a ustedes, me fue encomendada la misión de proteger a Saori Kido.

-¿Pictor? - dijo de forma pensativa la Santo de Ofiuco-.

-Vienes del templo cantonés ¿no es así? - pregunto Ibis- Mi maestra mencionó alguna vez a tu maestra. Dijo que era una guerrera formidable en su juventud pero al parecer se retiró a raíz de los rumores en el Santuario.

-¿Que rumores? -preguntó Shaina-.

-Así es, pero eso no es importante ahora – respondió tajante Li, adelantándose – Entremos.

El resto de las mujeres se miraron entre sí y comenzaron a seguirla.


Que tal? Como están? Agradezco a las personas que están siguiendo esta historia, espero les esté gustando y los invito a seguir las paginas de Instagram y Facebook para ver la versión completamente ilustrada de este fic. Búscalo como SSMasquerade

Hasta pronto!