Cenizas de Héroes
Un improbable encuentro
Un atardecer lluvioso sobre las ruinas de lo que alguna vez fue un enorme laboratorio, donde antes máquinas y científicos trabajaban incesantes ahora solo se ven escombros y equipos destruidos, papeles y material de prueba mojados e inservibles… salvo unas cosas que han captado la atención de una misteriosa figura de porte femenino que deambulaba por el lugar, aquella dama encuentra una de esas cosas: un isopo dorado junto a un contenedor frio en perfecto estado, no sabe que pudiera encontrar en esos artefactos, luego voltea a los restos de una mesa de trabajo cubiertas por una placa de hormigón que le protege del agua, observa lo que hay sobre la mesa y descubre que son los documentos y archivos referentes al isopo y contenedor que encontró ¿para que podrían servir? Ella solamente soltó una sonrisa y tomo los papeles alejándose de ahí, en sus ojos hipnóticamente purpuras solamente puede haber una señal de que algo estaba en marcha, ella seria quien llevaría el experimento a cabo… todo eso hace unos trece años aproximadamente.
Los años han transcurrido desde entonces y lo único que hubo en Tierra Ce ha sido paz y tranquilidad (salvo algunas insurrecciones de juggalos y shippers), pero esa sensación era tan frágil como las alas de una mariposa y era algo que Kylean Loftus, actual "Pontifex Maximus" de la Iglesia del Sufridor tenía muy bien en cuenta, todo ello mientras hacia sus oraciones a la Dolorosa frente al altar dedicado a sus dos viejos amigos los Thulle, años pasaron desde que el relajado Sirius y el necio Gideon sacrificaran sus vidas en batalla, los echaba bastante de menos, se sentía sola, cosa que siempre la hacía sentir un poco melancólica, algo que se notaba cuando hacia sus oraciones.
"Oh Madre Dolorosa, señora nuestra y madre de nuestro salvador, a ti te pido en nombre de esta humilde sierva que guía el rebaño de tu hijo bienamado que por favor cuides a Gideon y a Sirius donde quiera que ellos se encuentren, a ti te imploro que tengan la paz que tanto buscaban al lado del Sinsigno, te ruego además que me des fuerzas para continuar la labor que nuestro señor delegó en el Profeta de la Verdad y que ahora yo debo cumplir, solo así le daré paz a tu rebaño y a mí misma…"
Luego de sus oraciones se levantó y contemplo las estatuas de sus dos caídos amigos las cuales estaban siendo iluminadas por las flamas de las velas, justo en ese momento su teléfono sonaba, su amiga Alister Exilien requería de su atención.
- Eh su ilustrísima. – le preguntaba Alister por teléfono.
- ¿Ocurre algo amiga mía?
- ¿Tiene idea de la hora que es? ¿No cree que debería despertarlo ya?
- Supongo que sí, le hará daño dormir tan tarde, dile que quiero verle en mi despacho.
- Entendido mi lady, pediré a una de las mucamas que ayude a prepararle algo de comer.
- ¿No tendrás problemas con ello o sí?
- Claro que no, se tratar con personas así, ya lo he hecho antes.
- De acuerdo, si ocurre algo te enviare a Issa Belle como apoyo.
- No se preocupe santidad, estaré bien.
- De acuerdo, adiós.
En una casa ni tan humilde ni muy ostentosa un joven troll se encontraba profundamente dormido, tanto que ni el sonido del despertador podía despertarlo, la chica troll llamada Alister tocaba la puerta intentando levantarlo así sin éxito, ella procede a abrir la puerta y ve un desorden ligero antes de acercarse a la cama del chico para intentar ponerle fin a su sueño, estando junto a el simplemente lo mueve ligeramente tratando de despertarlo e incluso hablándole.
- Eh… despierte joven… ya es de mediodía.
Pero el chico se abnegaba a abrir los ojos.
- Vamos levántese que ya es tarde.
A pesar de ello el chico prefirió darle la espalda y seguir durmiendo, ella solamente apaga el despertador que nomas estaba allí de adorno.
- Vamos muchachito levántate, no puedes dormir todo el día, fuera de la cama.
- Cinco minutos más. – respondió el adormilado joven.
Alister frustrada solamente se sienta en la cama y se lamenta que sus intentos no funcionaran.
- No tiene caso, eres igual de cabezota que Gideon.
El chico se da la vuelta lentamente y mira a Alister sentada en su cama, el oír ese nombre le daba algo raro al joven.
- ¿Por qué siempre me comparas con él, lady Exilien? – le reclamaba el joven durmiente.
- Te comportas igual que él.
- Ojalá, pero no.
- Sigue negándolo y será cierto.
- Bueno ya me levantaste ¿Qué quieres?
- Bueno joven…
En eso el chico le interrumpe y le dice su nombre con todo y apellido.
- Amaury, Amaury Thulle, no necesito que te me dirijas con títulos ni llamándome "joven".
Alister limitándose a sonreír le mira.
- ¿Lo ves? Eres igualito a él, no le gustaban ese tipo de cortesías.
- Claro, como no, ya estoy despierto ¿podría ser tan amable de dejarme solo para darme un baño y cambiarme?
- Si, solo no se tarde que el desayuno, si le podemos decir así por la hora que es, va a estar listo.
- Gracias por el dato.
- Con su permiso.
Ella salía de la habitación suspirando, aquel muchacho le recordaba a su viejo crush ya muerto, mientras tanto Amaury se quedó sentado en cama pensando en aquellos sueños que estaba teniendo ¿Qué eran aquellos sueños?, pensó en eso en todo lo que quedaba de día incluso cuando se bañaba y cambiaba de ropa, al bajar a la cocina se dio cuenta que la humana Issa Belle era quien le preparo el almuerzo, aunque él se conformaba con un cereal ella le preparo huevos fritos, tocino, un par de wafles y acompañados de un jugo ¿para qué quería tantas atenciones? Él no las quería, pero se las daban.
- Buenos días joven Thulle, parece que tuvo una larga noche. – le saludaba Issa.
- Buen día lady Belle, gracias por el desayuno.
- Sabe no debería dormir tan tarde, le hará daño.
- Ya estoy acostumbrado.
- Apenas tienes trece años y ya te andas quejando, que lindo.
En eso aparecía Alister que se sorprendió al ver a Issa.
- ¿Qué haces aquí Issa? ¿No deberías estar en el santuario? – le pregunto Alister.
- Me sobro tiempo y no te preocupes, Kylean no me mando, yo vine por mi cuenta.
- Bueno, está bien.
Luego Alister miro a Amaury que había terminado su comida recordándole lo que le dijo Kylean.
- Por cierto, joven Thulle, lady Loftus quiere verle en su despacho esta tarde.
- ¿Y ahora que hice? – les preguntaba Amaury a las dos.
- Ni idea. – le dice Issa. – Quien sabe para qué te querría.
-Solo sé que debes de ir.
- Iré, solo déjenme hacer unas cosas primero.
- Sugiero que vayas ahora mismo para tener más tiempo después.
- Concuerdo con Issa.
- Esta bien.
El chico dejaba sus vajillas en el lavaplatos y de ahí salió de la casa, Issa y Alister se quedaron platicando al respecto.
- Si se parece mucho a él. – le dijo Issa a Alister.
- Lo se.
- Esperemos no llegue a ser igual a él.
- ¿A que te refieres?
- A que no sea un obsesivo con la guerra.
- Espero que no.
Caminando por las calles de la ciudad sagrada (donde el vivía) el solamente ignoraba lo que le rodeaba, solamente quería reunirse con Kylean y luego encerrarse en si mismo para tratar de saber sobre esos sueños que tanto le aquejaba. Mientras caminaba observaba a los peregrinos que venían al Santo Sepulcro del Sufridor, el mayor de los santuarios que hay en el mundo y la razón por la que una enorme ciudad entera se levantó alrededor de él, cada vez eran más y más, algunos incluso rezando en paredes de edificios cercanos al santuario, finalmente llego al corazon de la ciudad, la Plaza de los Santos, ubicada justo al frente del Santo Sepulcro, observando a la gente que se encontraba ya sea rezando o caminando al templo miro fijamente a una chica encapuchada que parecía tener mechones rubios en ese cabello totalmente negro azabache que parecía haberle estado mirando, sintió curiosidad pero en un abrir y cerrar de ojos aquella chica desapareció, no obstante dejo eso de lado y fue al Palacio Pontificio donde Mixuiz Ghaiz le esperaba, la capitana general de la Guardia Pontificia le conocía bien, incluyendo esa actitud altanera.
- Vaya pequeño Thulle, cuanto tiempo sin verte. – saludaba Mixuiz a Amaury.
- Si, lo se.
- ¿Qué ocurre? Te veo algo como… buscando a alguien.
- No, no es nada.
- ¿Seguro?
- ¡¿Vas a dejarme pasar para ver a Kylean o no?!
- Oye cálmate muchachito, bueno, pero solo porque te ves que tienes prisa, adelante.
- Gracias.
Caminando por los pasillos del palacio donde veía pasar guardias y sacerdotes se quedo detenido un rato mirando el cuadro de Sirius Thulle y luego otro de Gideon, se quedo pensando si tenia algo de ellos como para que lo comparen tan despectivamente, finalmente llego al despacho de Kylean donde ella precisamente le estaba esperando, le señalo cerrar la puerta y después el se sentó en una de las sillas frente al escritorio, era hora de hablar.
- Te preguntaras la razón por la cual te he citado Amaury. – le hablo Kylean.
- Dígame santidad.
- No tienes que llamarme asi, solo llámame Kylean.
- Lo hago por respeto.
- Como sea, durante todos estos años me he dedicado a darte una vida plena, bien alimentado, educado y cuidado, pero debes saber que pronto estarás por tu cuenta.
- Al grano ¿a que va con todo esto?
- Pedi tu transferencia a la Academia Beforiana, dejaras el internado ese al que te teleportaba por recomendación de Ms. Paint.
- ¿La academia beforiana?
- Si, supongo que estar en un ambiente escolar mas social y desafiante podría ser mejor para ti que el autoaislamiento y el entrenamiento duro al que te estas sometiendo.
- ¿Me ve que quiera hacer amigos?
- Amaury, he sido tu mecenas y guardiana todos estos años, te he visto muy cerrado y evitativo…
- En pocas palabras…
- Solo.
- ¿Y?
- Deberias dejar de cerrarte al mundo y por lo menos convivir un poco con los demás, según lo que me contaba Ms. Paint no hablabas con casi nadie, muy apenas le dirigías la palabra a ella.
- Madame… soy un caballero ¿de que me sirve socializar si al final la guerra me quitara esas oportunidades? Desaparecerían en un momento a otro.
- Lo hago por ti Amaury, por favor.
El chico solamente suspiro y lo pensó.
- Esta bien, ire a la academia, si es lo mejor para mi pues… no tengo opción.
- No lo veas asi Amaury, es una oportunidad de hacer amigos.
- Como diga, solo podría decirme el día en que tendre que ir y con eso es suficiente.
- En unos cuantos dias, precisamente la próxima semana, lady Belle y lady Exilien le prepararon ya sus libros y uniforme.
- Se lo agradezco ¿puedo partir?
- Adelante.
Amaury se levantó y abrió las puertas que lo conducían al exterior del despacho, Kylean miraba preocupada por el y simplemente miro el recuadro de Sirius que estaba en una de las paredes y dijo:
- Este chico es lo mas parecido a el Sirius, es como si despertara en otro cuerpo, solo espero no repita su mismo camino oscuro.
Al salir del despacho una chica de ojos jade se quedó observándolo en silencio, ella seria de muchos que el se toparía… como la chica a la que el fue a buscar en la Plaza de los Santos, pero no pudo encontrarla hasta que la vio detrás de una de las columnas del lugar, una chica de tez blanca con el pelo negro azabache, mechones rubios y uno rojo en su frente, Amaury quedo curioso al mirarla mientras ella sacaba una cajetilla de cigarrillos para fumar, se le quiso acercar para saber sobre ella.
- Oye… no deberías fumar aquí, estas en un lugar sagrado. – le dijo Amaury a la chica. – Es más, ni siquiera deberías fumar.
- Lo dice el chico que estaba acosándome desde hace rato ¿Qué quieres de mí? – le respondio la joven.
- Pues te vi y me dio curiosidad.
- ¿Curiosidad?
- Si… no sabría explicarlo, es complicado.
- Complicado, que palabra tan elegante.
- Aparte noté que tú me estabas viendo.
- Que cosas dices niño.
- Se nota que también eres de mi edad.
- ¿Que te hace pensar eso?
- Simplemente lo supuse.
- Ganaste, tengo trece años ¿y tú?
- Tambien.
- Te crees bastante rudo para tu edad.
- Y tu muy madura fumando.
- No es problema tuyo el veneno que tome ¿ok?
- No eres la única que se envenena con algo.
- Déjame adivinar… bebes.
- Cuando me dejan solo en casa a veces me robo una botella de whisky o crema irlandesa para ahogar mis pensamientos.
- Y tu me regañas por fumar… que lindo eres… ¿sabes una cosa?
- ¿Qué?
- Ya empezaste a caerme bien, me agradas.
- Gracias… creo que tú también a mí.
- Que alguien no se caiga bien a si mismo lo hace interesante.
La chica dejo de recargarse en la columna en la que estaba, tiro la colilla en la calle y se alejó caminando de ahí, Amaury quería seguirla, pero ella no le dejo.
- ¿No tienes que irte a casa? Se hace tarde. – le decía la chica.
- Solo dime una cosa más.
- ¿Qué cosa?
- Tu… tu nombre.
- Ah… me llamo Nidia.
- Amaury.
- Igualmente Amaury, quizás te vuelva a ver pronto, pero no prometo nada.
- Ni yo.
La chica se alejó de alli mientras el se quedaba solo mirando a la nada ¿Quién era esa chica?, si los sueños que tenia no eran suficiente ahora estaba eso también, quizás… pronto lo sepa.
