Hola a todos! Este capítulo es especial y me tardé bastante en hacerlo pero a por todo pues! Espero que los que sigan por aquí les guste el capítulo y sin más qué decir además que vienen cosas muy peliagudas… COMENZAMOS!

….

Capítulo 24.

Traiciones pasadas.

Sus manos apretaban la tela de la manta del trineo en que viajaban. El cielo estaba por completo encapotado sin dejar entrar un mísero rayo de sol, cosa que no le pareció raro pero pensó que quizás así iba a ser el resto de sus días, nublados y tristes.

-Ashia.- la joven se volvió para ver a la maestra Katara que le sonreía.- No tienes que estar nerviosa. Hoy descansa en la residencia ya que mañana será tu primer día en la academia.- la joven Ashia no pudo contener por más tiempo sus nervios.

-Lo sé, lo sé, pero ¿y si cometo un error? ¿Y si termino haciendo que alguien me odie? ¿Qué pasa si repruebo todas mis materias? ¡Regresaré como una perdedora total al sur donde me recluiré y terminaré hablando con las focas tigre hasta que se cansen de mí y me devoren!- Katara parpadeó y luego lanzó una gran carcajada.

-Tranquila, eso no pasara. Eres una chica inteligente y trabajadora.- tomó sus manos mientras le sonreía.- Estoy segura que aprenderás mucho y harás grandes cosas. Tienes un gran talento y un gran corazón.- la joven se calmó y fue que un pequeño copo de nieve cayó entre ellas y este cayó sobre su guante.- Oh, debemos darnos prisa antes de que empiece a nevar.

-Mi primera nevada en el norte.- miró el copo de nieve en su guante y sonrió.- Deseo que no sea la última.

El sonido de las ambulancias se escuchó por toda la ciudad apenas ahogando los gritos de las personas heridas o que clamaban ayuda. Una camilla se llevó a Miki que había perdido la consciencia en algún momento y el grupo miró el caos desatado desde la entrada del hospital.

-Tenemos que salir a ayudar.- dijo Iroh y Enlai asintió.

-Voy contigo.

-Y yo también.- dijo Sitka.- No voy a quedarme aquí para que ese infeliz se salga con la suya.

-Yo me quedaré en el hospital.- declaró Xiao para sorpresa de sus amigos.- Me quedaré a atender a los heridos.

-Yo me quedo con ella.- Amarillys abrazó a su amiga de forma posesiva y protectora mirando con clara desconfianza al líder y a Katara. Iroh asintió.

-Está bien. Vamos.- los chicos se fueron primero aunque el líder se quedó unos momentos en su sitio antes de fijarse en la joven, por unos segundos le pareció ver a Ashia con la misma determinación de ayudar a los heridos en el hospital. Se preguntó qué pensaría su antigua amiga si viese a su hija.

Cuando los chicos se marcharon, Katara intentó hablar con la joven pero Amarillys se interpuso entre ellas en una pose defensiva para confusión de su amiga. La anciana tuvo que contenerse al reconocer la pose de las guerreras Kyoshi.

-Necesitaremos de mucha ayuda, ¿qué tanto sabes de curación?- le preguntó a Xiao.

-Lo suficiente para diagnosticar, realizar los tratamientos básicos y curar daño interno.- declaró por primera vez confiada en sus habilidades.

-Bien. Ven conmigo, necesitaremos mucha ayuda para tratar a todos los heridos posibles.- las jóvenes le siguieron aunque Amarillys no estaba dispuesta a separarse de su amiga hasta que le pudiese decir todo lo que habían averiguado y terminando con todo ello dejarían ese lugar para no volver jamás.

Se quejó en su camino y se apoyó en la pared donde dejó una huella de sangre. Sadasi se quitó la máscara y se dolió el costado.

-Maldición… no puedo creer que cometiera semejante error.

Cuando presionó el detonador no había visto al líder que le lanzó una de sus cuchillas, ésta prácticamente le rebanó como mantequilla el costado. Era grave, lo sabía por la cantidad de sangre pero podía con ello, no era la primera vez que salía herido en una misión. De uno de sus bolsillos sacó una solución que colocó en la herida, sujetó la tela con los dientes y sacando una de las balas de su arma la abrió y esparció la pólvora a lo largo de la herida. Segundos después hubo una reacción, se formó una chispa que detonó en una explosión similar al de los fuegos artificiales que cauterizó la herida. Gritó mordiendo la tela de su capa y luego se recostó en la pared, dejándose caer con sudor en todo su rostro. No se sentía bien… quizás la herida había sido más profunda de lo que pensó. Miró su bolso que contenía lo que encontró en la biblioteca y sonrió mientras su mano acariciaba el viejo cuero.

-Estoy sólo a unos pasos… sólo un poco más.

Se cubrió con la capa para ocultarse un poco en el callejón, tomaría unos momentos antes de seguir su camino, sin embargo, terminó cerrando los ojos y su mano cayó lánguida a un costado.

Katara y los demás médicos atendían a los heridos que iban llegando en manadas, las salas comenzaron a compartirse en los tratamientos, los heridos abarrotaron las salas de espera y algunos niños lloraban olvidados sin que el personal se ocupase de ellos. Iba a ordenar a una enfermera que se llevase a los niños a un lugar donde no tuviesen que ver todo ese horror cuando vio un conejo hecho de nieve saltar hasta los niños.

-Hola pequeños.- la avatar se acercó a ellos.- No pueden estar aquí, hay muchas personas pasando y trabajando.

-E-Es que nuestros padres…- balbuceó una niña.

-No se preocupen, están en las mejores manos. ¿Por qué no vienen conmigo y mi amiguito? Los llevaré donde puedan estar tranquilos. ¿Han visto alguna vez a un ciervo flor?- los niños negaron.- Pues hoy van a conocer a uno, aunque viene bastante tapado porque no le gusta el frío, mi pequeño amiguito los llevará a donde este aguarda y donde puedan estar tranquilos. ¿Verdad?- hizo que el conejo asintiera y golpeara con sus patas el suelo, los niños comenzaron a sonreír.- Alguien está muy emocionado, vengan, no hay que hacerlo esperar.- los niños dejaron de llorar y siguieron a la avatar. Katara sintió un nudo en el pecho al ver la escena y lo parecida que ella era de su madre…

Tres pequeños conejos hechos de nieve bailaban en la habitación haciendo reír a los pequeños del área de cuidados infantiles. Katara y las demás enfermeras veían enternecidas la escena.

-Y así los tres conejitos se fueron a su casita muy felices y contentos.- abrió un poco la ventana y uno a uno los conejos se despidieron y saltaron.- Muy bien niños, así como los conejitos deben tomar sus medicinas para ponerse mejor y así puedan irse a casa.

-/¡SIIIII!/- gritaron los niños contentos. Una compañera se le acercó.

-Eres muy buena con los niños Ashia. No sé cómo le haces.

-Un poco de tacto e imaginación. Y me encantan los niños.

-De seguro serás una madre amorosa cuando tengas tus hijos.

-No digas eso, si ni siquiera tengo novio. Además, lo único que me interesa es ser la mejor doctora. Por algo ya me he saltado algunos años…- de repente escucharon una fuerte conmoción y al asomarse vieron a un grupo de personas que estaba entrenando en el patio de descanso del hospital.

-No otra vez.- se quejó su compañera.- Cada vez que uno de esos brutos se lastima y vienen aquí y usan el patio como patio de entrenamiento. Son tan ruidosos.

-¿Y por qué nadie les dice nada?

-Ya lo han hecho. Pero ni caso hacen, además les gusta intimidar a todos.- Ashia frunció el ceño.

-Deja voy yo. Les diré que si pueden irse para que no molesten a los niños en su siesta.

-No, Ashia. ¡Esos brutos no entienden razones!- pero la joven ya había salido del cuarto pasando a un lado de su maestra.

Al llegar al patio notó a algunas enfermeras dar la vuelta para retirarse y llevarse a los pacientes a otro lugar, cosa que la molestó todavía más puesto que el patio de descanso era para el disfrute de los pacientes y médicos. Sin embargo, las cosas parecían haberse calmado un poco pero era debido cierta persona.

-Por favor, están en un hospital y están molestando a los pacientes.

Se acercó para ver a un hombre extranjero que era quien intentaba hablar con los guerreros. A comparación de ellos era más pequeño, iba con una enorme chaqueta roja, pantalones negros y botas, además de un sombrero amarillo con borla que iban a juego con los guantes y la bufanda que dejaba ver sólo sus redondas gafas que estaban empañadas. Tal parecía que no era bueno con el clima frío.

-¿En serio?- dijo un varón que le sacaba una cabeza de altura, a diferencia del extranjero, el joven guerrero iba vestido con una camisa sin mangas que mostraban sus musculosos brazos con tatuajes con símbolos de la tribu y su largo cabello estaba atado a una coleta alta.- Pues nadie más se está quejando, amigo. ¿O quizás desees divertirte con nosotros?

-Oh… yo no soy un guerrero, soy un investigador.

-No me digas. Pues bien podemos enseñarte algunas cosas sobre nosotros los Guerreros del Norte. Checa esto.- con un movimiento de sus manos usó el agua de la fuente cercana y le dio de lleno al pobre investigador que quedó con una capa de hielo con estalactitas sobre él. Literalmente no podía moverse y todos se rieron de él.

-¡Ya déjenlo en paz!- Ashia se acercó para ayudar al pobre extranjero que temblaba sin parar y le quitó el hielo de encima.- ¿Se encuentra bien?- no sabía si estaba asintiendo para decirle que Sí o era porque no podía controlar sus temblores. Encaró al maestro agua que parecía el líder del grupo.- Por favor, les pido que se marchen de aquí. Están causando molestia al personal y los pacientes necesitan tranquilidad.

-Pero si no hacemos nada malo.- replicó en tono burlón.- Sólo estamos esperando a que terminen con uno de nuestros compañeros y nos vamos.

-Pues esperen en silencio. Y por favor, no peleen aquí. Este patio es para que los pacientes y el personal puedan estar en paz.

-De acuerdo, nos comportaremos como pides.- Ashia se sintió satisfecha por la respuesta, y hasta un poco orgullosa de sí misma.- Pero… sólo si alguien del personal nos dice que nos vayamos.- señaló la placa que tenía en su pecho.- Tú sólo eres una estudiante, ¿verdad?

-¿Y qué si lo soy?- el guerrero exhaló entre dientes.

-Mira bonita, ¿por qué no dejas que los adultos se encarguen?- Ashia miró en dirección al hospital, algunos médicos veían la situación pero ninguno intervenía por el miedo que sentían. Algunos guerreros comenzaron a burlarse.

-Pobrecita, qué cara.

-¡Eres malo, Sitka!

La joven supo que nadie le ayudaría. Y eso la hizo sentirse muy pequeña.

-P-Por favor…- intervino de nuevo el extranjero que como pudo se movió.- Podemos arreglar esto de forma p-pacífica.- Ashia quedó asombrada ante su valor a pesar de que no dejaba de temblar de frío. El guerrero lanzó un bufido.

-¡Aburridoooo! Amigo, deja de meterte en donde no te llaman.- lo empujó poniendo su dedo en su frente y ante la incapacidad de moverse este cayó al suelo cual tabla. Ashia había tenido suficiente.

-¡Déjalo en paz!- todos se burlaron de su muestra de valor.

-¿O qué? ¿Vas a pegarme con tus poderes de sanación?- Sitka adelantó su rostro.- Anda, te doy permiso para que me pegues, pero cuidado que mi hermoso rostro no sufra mucho daño, dulzura.

La mano de Ashia se tensó y cerró en un puño, sin embargo, ese golpe no iba a ir solo. Lejos de usar el agua de la fuente como Sitka había hecho, ella usó directamente la vena de agua bajo de ellos, vena que había sentido desde su primer día en el hospital. Dio un paso al frente y alzó su puño junto con el agua y el cemento bajo sus pies, lanzándolo al aire a varios metros de altura.

Sitka lo vio y sintió todo en cámara lenta. El agua, el dolor que comenzó a ir de su cara al cuello y después ver la expresión molesta de esa chica… ¡se sintió flechado por el amor! Y eso fue lo último que sintió al quedar inconsciente antes de siquiera tocar el suelo.

Ashia se volvió a los demás guerreros que estaban pasmados.

-¡¿ALGUIEN MÁS?!- gritó haciéndolos retroceder. Luego se volvió al extranjero que le había ayudado.- ¿Estás bien?

-S-Sí… gracias.- se levantó gracias a ella y se levantó un poco la gorra y bajó su bufanda para limpiar sus lentes con sus manos enguantadas, dejando a la vista un rostro pálido y joven de ojos ambarinos y un cabello de un color rojo que jamás había visto en una persona.- Me llamo Haru, es un placer.

-Ashia. Un gusto.- dijo ella con una sonrisa antes de que llegaran sus superiores y vieran el desastre provocado.- Rayos, estoy en problemas.

Las llamas cubrían todo el distrito comercial, había una casa de la cual una mujer intentaba desesperadamente entrar porque sus hijos seguían allí. Los niños, escondidos en su habitación no dejaban de llorar. Una persona estaba a punto de romper la ventana sin saber que estaba por desatar un infierno peor. El vidrio estalló ante la presión del aire y las flamas se elevaron. Los niños se abrazaron y gritaron cuando la puerta se abrió y una bola de fuego absorbió las llamas alrededor.

-¿Están bien?- preguntó Iroh que junto con otra persona tomó a los niños y salieron de esa casa. La madre lloró cuando vio a sus hijos a salvo y los abrazó incapaz de decir palabra.

No muy lejos, un edificio de departamentos estaba por caer y muchas personas todavía quedaban dentro, pero eso fue hasta que Enlai comenzó a lanzar grandes barras de acero al edificio para evitar su caída. Agradecía que varios trabajadores de construcción le hubiesen echado una mano y formando toboganes de hielo ayudaban a las personas a salir.

Sitka estaba impresionado y al mismo tiempo agradecido con la ayuda.

-¡Manden a los heridos de gravedad al hospital principal! ¡Revisen bien sus heridas! ¡Los demás que sean enviados a las clínicas más cercanas!

Todos obedecieron a sus órdenes. Qué irónico, cuando era más joven las cosas eran distintas.

Enlai terminó de reforzar un edificio cuando sintió una mano en su espalda.

-Gracias, chico.

-¡Nos has salvado!- los trabajadores que le suministraron el material le agradecieron pero él negó con la cabeza.

-Gracias a ustedes. Sino no podría hacer nada.

-¡Oigan! ¡Aquí hay sangre!- gritó una mujer que vio la mancha de sangre en la pared de un callejón. Enlai se acercó con cautela, no era sólo una mancha pequeña, la sangre era abundante y había también en el suelo. Un viento fuerte pasó detrás de él y vio una tela o capa salir volando al fondo. Se inclinó a unos botes de basura y entonces lo vio.

-¡Iroh!- el grito de Enlai lo hizo correr hacia él y al llegar reconoció a la persona inconsciente.

-No…- se acercó observando que se trataba de Sadasi y le tomó el pulso.- Está vivo, pero no parece estar bien.- vio sus ropas manchadas de sangre.

-Vamos, a llevarlo al hospital. Rápido.

Lo cargaron como pudieron y Enlai tomó el bolso que cayó a su lado y salieron de allí pidiendo ayuda. Sin notar en ningún momento la máscara que quedó cubierta por el escombro y la nieve.

-¡Necesitamos ayuda!- gritó Iroh preocupado por su amigo. Sitka se acercó y llamó un trineo.

-Llévenlo al hospital principal. Este chico ha perdido mucha sangre.- así lo hicieron y Enlai puso sobre de él el paquete que llevaba, ya con luz se veía demasiado pálido.

-¿Cómo pudo pasarle eso?- se preguntó al verle.

-Tal vez estaba afuera divirtiéndose y los fragmentos de la explosión volaron hacia él.- respondió Sitka.- Lamento mucho lo de su amigo. Pero estará en las mejores manos.

-Ya… mientras no sean las suyas o la de las vieja me doy por satisfecho.- declaró Enlai importándole poco si Katara fue alguna vez la esposa del avatar anterior o la mejor maestra agua de su generación.

-Enlai, aquí no.- le urgió Iroh severo antes de volverse con Sitka.- Cuando terminemos aquí nos marcharemos. No tenemos nada más por qué quedarnos, ya tenemos las respuestas que buscábamos.

-Iroh…- el joven evitó su agarre y eso le dolió al maestro, el chico era casi como un hijo y ver ese odio en sus ojos era como si le apuñalaran.- Vamos a con su amigo, debemos llevar a los heridos al hospital.

Tenían trabajo por hacer y no había tiempo para sentimentalismos o reproches, sólo esperaba que hubiese tiempo para hablar y quizás enmendar el error que cometió hace tantos años atrás.

-Hay mucho movimiento.- dijo la joven encapuchada que apenas bajó del barco.

-Se reporta que hubo explosiones, señorita. Según dicen fue un ataque terrorista, hay quienes dicen que fueron los Igualitarios.

-¿Y están atacando ahora mismo la ciudad?- preguntó un hombre a su lado igual de encapuchado.

-No lo sabemos con certeza.- el hombre sonrió y se bajó la capucha.

-Tal parece que hemos llegado en el momento adecuado, ¿no lo crees así, hija mía?- dijo Takahira y debajo de la capucha su hija sonrió.

-Es perfecto, papá. Que esa farsante disfrute sus últimos momentos de gloria.- apretó sus manos, y una de estas estaba recubierta con una estructura de frío metal que le rodeaban por completo.

Ashia miraba a Haru desde la distancia. El investigador estaba hablando con la maestra Katara, sus ojos apenas y se despegaban de ella a menos que tuviese que revisar lo que estaba escribiendo, le pareció fascinante que fuese zurdo, aunque verlo escribir en la manga de su abrigo fue gracioso, pero a él pareció no importarle y siguió escribiendo y escuchando con diligencia. Había aprendido que era unos pocos años mayor que ella, que venía del país del fuego, que era un no maestro, que investigaba de día y escribía de noche sin parar, que era un poco tonto pero le parecía adorable en muchos sentidos. Y ese cabello rojo y esos ojos ambarinos le quedaban de maravilla.

-¿Qué miras?

-¡AAAH!- se cubrió la boca y se escondió, cuando Haru y la maestra Katara se giraron no había nadie en la ventana y eso era porque Ashia había jalado a Sitka.

-¿Se puede saber qué haces aquí?- le preguntó molesta.

-¿Cómo que por qué? Te recuerdo que sigo en el hospital como un paciente.- dijo de forma teatral.

-Te descargaron hace una semana, sólo vienes a hacerme la vida imposible porque te humillé frente a tus amigos.

-Bueno, en parte si es cierto, pero por otra vengo porque quiero conocerte. ¿No has pensado en entrenar combate?

-No me interesa.- respondió cortante y tomó sus libros de anatomía.- Mi meta es convertirme en médico. No necesito conocer cómo pelear.

-¿Bromeas? Contigo en las fuerzas seríamos imparables y tu manejo del agua control es algo que muchos de mis chicos envidian. Aparte, tenemos un juego contra los superiores y pensé que te gustaría venir.

-Iré si necesitan de un médico.

-¡Yo si quiero ir!- oyeron una voz sobre sus cabezas y vieron a Haru asomarse.- ¿Qué tipo de juego es? - Ashia sintió sus mejillas enrojecer en cambio Sitka miró a Haru con hastío.

-Es un partido de disco. Hay patinaje, mientras llevamos el disco sobre el hielo hasta una meta. Hay golpes y esas cosas.

-¿Puedo documentar su partido?- Sitka arqueó la ceja y sonrió burlón.

-Claro, es más, ¿no te gustaría participar directo en la acción?- Ashia quería decirle que debía estar loco. Había visto como jugaban esos brutos y no creía que fuera un lugar para alguien como él.

-Vale. Prometo darlo todo por la victoria. Llevaré mis patines~ -se marchó con su libro de notas y Sitka rio imaginándose cómo los chicos harían pedazos a ese alfeñique hasta que sintió un frío helado calarle hasta los huesos y al girarse vio a que Ashia estaba formando escarcha sobre de ella y alrededor de sus ojos asesinos. Era la primera vez que veía algo así y… de alguna forma le asustaba tanto como le gustaba.

-Voy a ir a su juego, pero desde ahora te digo. Si algo le pasa, además de curar sé muy bien cómo hacerles mucho daño.

-V-Vale…- tragó duro pero con un sonrojo en su rostro.- ¿Te han dicho que te ves guapa enojada?- vio cómo la escarcha se expandió hasta llegar a su brazo.- ¡Vale! ¡Ya capto!

¿Quién diría que ese juego sería lo que cimentaría su amistad? Ashia quedó boquiabierta con el botiquín en mano y ni siquiera Sitka se esperaba semejante habilidad en el hielo para un no maestro. Era rápido y escurridizo, muy escurridizo.

-¿Lo hice bien?- preguntó a Sitka después de vencer a sus superiores por 35 puntos sobre el marcador. El maestro agua le sujetó de los hombros.

-¿Cuánto quieres por estar en el próximo juego?

-¿En serio puedo estar en el próximo juego? Debo saber cuándo, porque necesito terminar mi investigación.

-¡Yo te ayudo! En realidad, ¡TO-DOS! Te vamos a ayudar. No voy a dejar ir tan fácil a tan buen jugador.- los demás compañeros asintieron y felicitaron a Haru que se llevó unos buenos golpes ante tantas felicitaciones, aunque se veía feliz, y Ashia pensó que tenía una sonrisa hermosa.

Xiao terminó con un paciente y tenía a otros más que atender, casi parecía no tener fin.

-¡Xiao!- Amarillys le trajo a un hombre.- Este señor dice que le duele la muñeca, ¿puedes ayudarlo?

-¿Ya fue a ver a un médico?

-Le dijeron que tenía que esperar, pero le duele mucho y dice que ya no puede mover los dedos.- revisó la muñeca del hombre, estaba inflamada y tenía un color morado que la hizo preocuparse. Apenas le tocó el brazo y pudo ver el daño, tenía un coagulo de sangre y fractura y debido a la presión este obstruía el flujo de sangre en los dedos, dedujo que eso era lo que impedía el movimiento.

-Amarillys, cierra la cortina.- su amiga así lo hizo a sabiendas lo que iba a hacer. Se concentró en el daño para curarlo usando su sangre control. El hombre pronto dejó de sudar y su expresión se fue relajando.- Listo, la hinchazón irá bajando poco a poco, pida un poco de hielo y no puedo hacer mucho por la fractura, tendrá que usar férula pero al menos será más llevadero.

-G-Gracias, muchas gracias.- Xiao sonrió a punto de abrir la cortina cuando este la tomó de la mano.- ¿Podría revisar a mi esposa también? Su pierna está muy lastimada.

-Lo siento, pero no soy médico.

-Por favor…- Xiao quería negarse pero terminó accediendo.

-Vale, pero no le diga a nadie más.

No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero al menos podría ayudar un poco. Amarillys notó su incomodidad y se acercó a susurrar.

-¿Estarás bien?

-Creo. Hazme un favor, necesito que revises qué pacientes tienen problemas similares. No quiero que nadie más se entere de lo que hago.- Amarillys mordió su labio inferior.

-Xiao, hay algo que debo decirte. Es… sobre tu madre.

-¿Qué? ¿Averiguaron algo sobre mi madre? ¿Qué es?- preguntó impaciente por respuestas.

-Sí, pero… no creo que te guste lo que vas a escuchar.

Ashia tenía que estar estudiando para sus exámenes sin embargo apenas y podía concentrarse en los libros debido a un tema en específico que le interesaba debido a cierto suceso. Alguien golpeó la mesa con uno de sus libros.

-¡Sitka!- le regañó y la bibliotecaria le ordenó callar.- Me has asustado.

-Hasta que dejas ver. En serio, Ashia, no te he visto en semanas.- dijo en tono preocupado.

-Lo siento, lo siento. He estado ocupada.- Sitka se sentó frente a ella, ¿quién diría que se volverían amigos? A ella le sorprendía. Pero él no estaba allí para una visita cordial, todos sabían lo que había sucedido hacía pocos días atrás.

-¿Cómo te sientes?- ella pasó su mano por sus ojos cansados.

-No muy bien.- admitió para sí misma.- Ese maestro sangre, nos dejó marcados a todos.

-Sí, no eres la única…

Semanas atrás, un maestro sangre apareció, secuestraba a niños y los torturaba de formas inhumanas. Lograron detenerlo, sin embargo, a un gran costo.

-Supe que intentó lastimarte cuando intentabas curar a los niños. Estuve preocupado a morir por ti, Ashia.- le tomó la mano y ella le sonrió un poco.

-Esos pobres niños. Algunos nunca lograrán recuperarse de las secuelas mentales de lo sucedido, incluso físicas.- apretó las manos sobre la mesa.- ¿Cómo alguien puede ser tan perverso para hacer eso?

-Porque era un maestro sangre.- declaró Sitka.- Todos saben que quienes practican ese arte se vuelven psicópatas. Tú fuiste afortunada… el maestro Sokkah no.

-No fui tan afectada por su poder cuando me atacó. Pero eso es porque… fue extraño.- admitió para sí misma.- Me dirás loca, pero pude bloquear su control.

-¿Cómo? ¿Eso es posible?- preguntó interesado ya que si existía una forma de bloquear a un maestro sangre quería saberla.

-Eso creo. Sabes que los sanadores tenemos un conocimiento del chi y sus canales que están conectados al cuerpo. A pesar del dolor intenté recuperar el control de mi cuerpo y… lo logré. Pude moverme para atacarlo, sentir mi propio flujo de chi correr por cada parte de mi cuerpo. Yo… creo que hice sangre control sin saberlo.- Sitka se alejó asustado y miró a todas partes para percatarse que nadie le hubiese escuchado.

-¿Estás loca? No puedes decir eso a la ligera o siquiera pensarlo.- susurró a lo bajo.

-Ya sé que es un tabú. Pero sólo te estoy contando lo que hice. Desde entonces he estado investigando sobre el tema, no dice mucho así que estoy revisando viejos archivos para saber si existía algo así antes.- Sitka entrecerró los ojos molesto, cosa que ofendió a Ashia.- ¿Qué?

-Deberías dejarlo estar. Investigar sobre ese control vuelve loca a las personas.

-¿En serio crees ese cuento de viejas?

-No es un cuento de viejas, ya viste lo que ese psicópata hizo.

-Pero él ya estaba loco desde antes de acuerdo a la investigación. Tengo la teoría de que ese control no vuelve loca a la gente, más bien al contrario. Son los locos los que buscan causar dolor con este, pero piensa en qué otras cosas podría usarse. La sangre dentro de nuestro cuerpo corre por canales que incluso no tenemos catalogados en mapas. Si pudiera encontrar la forma de usarlo en la sanación, curar heridas internas, curar a esos niños… esos niños y otros más merecen recuperarse.

-Basta.- Sitka la cortó.- Ashia, eres muy inteligente como para meterte en algo así. Déjalo estar, no creo que debas seguir por ese camino. Además, ¿crees que puedes usar un arte tan oscuro y perverso para ayudar a otros?

-Quizás, habría que probarlo primero pueda usarlo en la medicina. ¿Sabes cuántos pacientes podrían ser diagnosticados a tiempo si se conociese el cuerpo con mayor precisión? ¿Cuántas vidas podrían salvarse? No sólo sería un gran avance para la ciencia médica, sino para el mundo entero.

-¿Estás loca? Médicos realizando sangre control. ¿Sabes lo loco que suena eso?

-No lo es si se usa de forma correcta.

-Mira, te meterás en problemas y la maestra Katara dejaría de darte su apoyo. Y más por lo que le sucedió al líder Sokkah. Ese desgraciado le destrozó las manos y ahora es incapaz de siquiera sostener una cuchara. Si llega a recuperarse, jamás podrá sostener una espada de nuevo.

Ashia frunció el ceño sabiendo que era verdad, si la maestra Katara se enteraba de lo que estaba haciendo seguro que la expulsaría. Pero al recordar a esos niños, tan traumatizados y con daños que tardarían años bajo tratamiento…

-Podría ayudar. Debe haber una forma de revertir ese daño y el que otros puedan sufrir a futuro. Podrían salvarse tantas vidas…

-Ya basta.- esta vez había una advertencia en su voz.- Deja de meterte en esto. Entiende de una vez que nunca podrá usarse para bien algo tan horripilante y perverso como la sangre control. Y sabes que te puedo incluso denunciar, ¿verdad?

Ella bajó la mirada, era la primera vez que lo veía así de serio y parecía hablar muy en serio sobre denunciarla. Ella quería que alguien la escuchase y Sitka no iba a ser esa persona. Dolida, vio por la ventana esperando encontrar un escape de aquel momento incómodo cuando una cabellera roja llamó su atención.

-¿Haru?

-¿Qué?

Los dos salieron casi corriendo de la biblioteca y llegaron al patio. Allí, encontraron a su viejo amigo que estaba dibujando un pequeño boceto y al notar la presencia de sus amigos se giró y bajó un poco su bufanda para sonreírles.

-¿Chicos?

-¡Haru!- Ashia corrió hacia él y le abrazó, haciendo que casi se le cayera la libreta y Sitka le dio un buen golpe en el brazo.

-¿No pudiste avisarnos que ibas a venir, cuatro ojos?

-Auch, lo siento. Estuve muy ocupado.

-¡Vi tu nuevo libro!- exclamó Ashia separándose un poco de él.- Lo vi hace semanas en las librerías y no dudé en comprarlo. Retratas a la perfección la cultura del norte que asusta.

-Oh, y yo que les traje los libros y unos regalos.- de su bolso sacó dos paquetes y Sitka sonrió ampliamente.

-Adoro estos dulces picantes de la tierra del fuego. ¿Y estos son guantes?

-Tú me dijiste que no querías otro libro, así que pedí guantes nuevos para cuando juguemos disco.

-No diré no a mi mejor jugador. ¡Esto hay que celebrarlo!

Ashia miró el libro firmado con una sonrisa y las mejillas sonrojadas, además de otro libro de plantas medicinales de la Nación del Fuego.

-Muchas gracias, Haru. Cómo me gustaría algún día visitar tu reino.

-¡Claro! Cuando quieras, con gusto te mostraré la Gran Ciudad de Fuego, las selvas, las playas, las noches de luna son excepcionales, muy distintas a las de aquí.- ella le sonrió con una mirada que decía muchas cosas, al mismo tiempo, Haru desvió la vista escondiendo su rubor bajo la bufanda, sin embargo, Sitka le tomó de la bufanda.

-Viejo, hay que celebrar. Esta noche, nos vamos de fiesta.

-¿Q-Qué?

-¡Vamos a ver al equipo!

-Espera, ¡espera que todavía sufro las consecuencias de las última vez!- a pesar de eso fue arrastrado por el fuerte maestro agua que terminó poniéndolo sobre sus hombros. Ashia escondió una risa aunque bajó la mirada todavía triste y pensativa por lo que le dijo Sitka que, si bien fue duro, tampoco mentía. Haru fue el único en notar su estado de humor decaído.

Sitka, Iroh y Enlai llegaron al hospital con Sadasi bastante delicado y Amarillys al verles ahogó un grito cubriendo su boca.

-¿Qué pasó?

-Lo encontramos en un callejón malherido.- explicó Iroh.- ¿Hay algún médico disponible?

-Vengan.- les guio la joven hacia la zona de heridas menores donde al correr una cortina encontraron a Xiao tratando a otro paciente. La joven se sorprendió de verles.

-¡Wow! ¡Hey!- era obvio que estaba usando sangre control.- ¿Algo de privacidad?

-No hay tiempo para eso.- dijo Enlai señalando a Sadasi en la camilla.

-¿Sadasi? ¿Cómo…? No importa, recuéstenlo aquí.- les ordenó retirando al paciente que se fue mejor de lo que estaba. Xiao lo examinó y al tocarlo encontró varios golpes y heridas, pero la herida de su costado era la que más le preocupaba.- Parece ser que logró curarse evitando heridas grandes heridas internas, pero siento todavía que la sangre sigue fluyendo dentro y hay un daño significativo en el exterior por quemadura. Debió haber sido muy doloroso…

-¿Podrás tratarlo?- preguntó Iroh.

-Si es grave deberían dejarlo con un médico.- propuso el líder.- Tenemos a los mejores médicos capacitados de todas las naciones y…- cuando Xiao le miró este quedó en silencio, en realidad, Iroh y Enlai quedaron fríos. De repente era como ver a otra persona, cuyos ojos eran como una ventana a una tormenta interna.

-¿Xiao?- le llamó Enlai y ambos chicos notaron que ella miraba directamente al líder, en ese momento supieron que ella ya sabía.- Xiao, calma, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir. Y hay demasiados testigos.

-No estoy pensando en lastimar a nadie.- confesó apretando los puños.- Mi madre, que solo buscaba ayudar a otros, no estaría feliz.

-Niña, escucha. Tu madre…- Sitka intentó tocarla pero ella golpeó con tal fuerza su brazo que incluso a ella le dolió, pero no lo demostró.

-Deje su maldita hipocresía para otro.- escupió con odio y Iroh la tomó de los hombros cuando parecía que iba a irse sobre de este.- Mi madre sólo quería ayudar, quería hacer algo bueno y yo he demostrado que sus palabras pueden ser ciertas. Que es posible ayudar con ese arte que ustedes tanto aborrecen y condenan.- declaró con rabia contenida y un leve brillo apareció en sus ojos.- Mi madre no fue un monstruo por aprender esto, ustedes lo fueron al condenarla. Y nunca los perdonaré.

Ese odio, ese rencor y dolor lo hicieron sentir como el peor traidor de todos, o quizás sí lo era. Cuando su amiga siguió con sus estudios y realizó esa tesis exponiendo el tema que fue relegado por todos los académicos, cuando interrogaron a sus allegados él pudo decir que no tenía idea o de que ella no practicaba ese arte, pero era mentira. La había visto hacerlo a escondidas, causarse cortes, jugar con su propia sangre e incluso tuvo que silenciar a varios compañeros que decían que les parecía extraña su forma de curar o diagnosticar, tan precisa… pero él habló y dijo todo. Era su obligación y su deber informar lo sucedido, tal vez fue por su sentido del deber hacia la tribu que lo propusieron como líder. Puesto que hasta el día de hoy le pesaba.

-Yo quería a tu madre.- declaró con dolor.- La amaba demasiado, pero… llegué a temer de ella cuando comenzó sus estudios de la sangre control. No sabía cómo confiar en ella después de lo que había hecho.

Xiao sintió las uñas casi clavarse en su carne y las lágrimas querer salir de sus ojos y…

-Mi madre… ¿fue una buena persona?- logró decir con voz estrangulada.

-Sí. Era la persona más gentil y amable que había conocido.

-Es triste que… no fuese suficiente para que usted y esa mujer.- Sitka también parecía a punto de llorar. Xiao limpió sus lágrimas y se concentró en Sadasi.- Cierren la cortina, tengo que ayudarlo.

Las cortinas se cerraron pero todos se quedaron, incluyendo el líder que observó cada movimiento que hacía y por unos instantes vio a su amiga, tratando de la misma manera a los pacientes. Y ahora su hija estaba por el mismo camino. Realizando una pequeña incisión, dejó que la sangre fluyera fuera y poco a poco dejó de sangrar y la herida comenzó a cerrarse. Terminó usando agua control para tratar la herida por fuera.

Era la primera vez que veía algo así y le pareció asombroso. La joven había mantenido el temple todo el momento y su amiga le ayudó poniendo varios paños alrededor por donde seguía la sangre.

Iroh jaló al líder fuera de la cortina y Enlai les siguió después.

-Todavía queda trabajo por hacer.

-¿Cómo… es posible eso?- preguntó Sitka.- Eso que hizo, ¿de verdad lo hizo haciendo eso? ¿Ese arte?- miró a Iroh con sorpresa.- ¿Cómo es que la dejas hacer eso aun sabiendo lo que puede hacer?

-Al principio yo también la juzgué. Pero ella me abrió los ojos… enfrentar mis propios errores y mis prejuicios. Además, confío en ella ciegamente.- afirmó al líder que se quedó sin palabras y le sonrió al joven.

-Eres un gran general Iroh. Me alegra ver que tu no tropezaras con la misma roca que yo.

-No lo crea, yo también tropecé con esa roca, la diferencia es que yo me levanté y la destruí.

-Sí… eso es lo que te hace un gran líder, muchacho.- rio entre dientes a pesar del dolor que sentía.

Los chicos salieron sin notar que la maestra Katara estaba cerca y con una expresión seria y distante.

Ashia estaba en su cuarto practicando sanación, sin embargo, no era el tipo de sanación convencional. Se hizo un corte profundo en la mano y se concentró en la sangre que caía gota por gota hasta que lo vio, el mapa del chi que tantas veces vio en ilustraciones y más conexiones unidas con el cuerpo. Se enfocó en la herida y usó la misma sangre al igual que usaba el agua y… al abrir los ojos vio que ya no había herida. Casi quiso reírse al ver lo que había logrado.

-Lo hice. ¡Lo hice! ¡Sí!- anotó todo en un diario, iba a usar ese descubrimiento como inicio de su tesis, ya tenía una hecha pero quería que esta fuera la buena. Suspiró un poco cansada pero emocionada.- Tengo que tener más cuidado cuando haga esto o sino alguien más que Sitka podría atraparme.

Su amigo la había visto hacerse varios cortes en los dedos y le había echado una bronca tremenda que le hizo sentirse pésima, amenazando con denunciarla sino dejaba de lado su investigación. ¿Pero cómo dejar algo tan asombroso de lado? Con tocar a las personas podía ver sus heridas, necesitaba bastante concentración, mas era algo que había usado para el bien de sus pacientes.

Escuchó que alguien llamó a su puerta y rápido fue a ver quién era, asustada de que la pillaran limpió rápido todo y puso bajo la sábana los papeles llenos de sangre. Al abrir, se encontró con Haru.

-Hola, Ashia. Vine a dejarte unos dulces, Sitka me dijo que te gustan las tiras de regalíz.- ella hizo mala cara-

-Gracias, aunque a quien le gusta el regaliz es a Sitka, yo prefiero algo más dulce y menos ácido.

-Oh, entonces, toma.- le dio un par de chocolates envueltos en papel dorado.- A mí también me gusta el chocolate, en realidad, tengo una caja escondida en mi cuarto.- susurró haciéndola sonreír.- Me ayuda a concentrarme cuando trabajo.

-Gracias, Haru.- comió uno de los chocolates, Haru había cambiado durante esos años, si bien seguía teniendo una complexión nada musculosa, tenía una musculatura definida y había crecido un palmo más, ella creía que era más atractivo. Haru la miró un poco preocupado a pesar de que intentaba esconderlo.

-Ashia, ¿estás bien? Hoy te vi hablando con la maestra Katara y… parecía muy enojada contigo.

-Ah… ya. Siento que hayas visto eso.- la verdad era que había visto a la joven cada vez más desanimada con el pasar de los días y no entendía porque.

-¿Quieres dar un paseo para despejarte?- ella le sonrió y asintió.

Los dos salieron un poco de los límites de la ciudad, se sentaron en unas rocas que estaban sobre una colina a unos pocos kilómetros y que regalaba una vista excelsa de la aurora boreal.

-Felicidades.- le dijo Ashia.- Esta vez no desfalleciste para llegar hasta aquí.

-He estado mejorando mi condición.- admitió un poco apenado y los dos se quedaron admirando el hermoso paisaje.- A veces algo de paz y quietud es lo que uno necesita.

-Sí… esto es hermoso.- Haru torció la boca y desvió la mirada, no sabía qué decirle y comenzó a jugar con las borlas de su bufanda.

-Sabes, si necesitas un oído o dos oídos en mi caso, aquí estoy. Ya sabes, eres una persona que admiro, digo, a la que le tengo cariño, ¡DIGO! Q-Que… siento mucho… mucho…- intentaba encontrar las palabras adecuadas pero no dejaba de temblar como si se estuviese muriendo de frío, y eso le pareció gracioso a Ashia, era un tonto tan lindo. Ella se sentía cómoda con él.

-La verdad es que… estoy haciendo algo que todos piensan que está mal.- Haru detuvo sus temblores y se enfocó en ella.- Es por eso que Sitka y la maestra Katara están molestos conmigo.- se giró a verle jugando un poco con las borlas de su chaqueta.

-¿Puedes decirme qué pasa?- ella soltó un gran suspiro y bajó los hombros.

-Haru, ¿qué sabes de la sangre control?- aquello le tomó desprevenido pero no tardó en responder.

-Bueno, era un arte desconocido hasta que la maestra Katara lo prohibió en el año 30 del reinado del Señor Zuko. Después de eso varios han intentado realizar este arte debido al daño que puede causar, la mayoría sólo puede hacerlo en noches de luna llena ante el inmenso poder y concentración que conlleva, pero hay registros que hay maestros que han podido realizarlo sin necesidad de ella. ¿Por qué preguntas?

-… ¿Puedo confiarte algo?

Ella relató lo sucedido con el maestro sangre, él se mostró preocupado, incluso le tomó las manos pero no le interrumpió ni un segundo. Después le dijo de sus ideas, sus teorías y pruebas sobre ello. Y el cómo Sitka la tenía con ojo avizor y que al preguntarle a la maestra Katara sobre ello, la disciplinó con dureza tras proponer la posibilidad. Cuando terminó él se quedó en silencio mirándola fijamente.

-Y desde entonces, Sitka y la maestra me han dicho y hasta sancionado por mi investigación. ¿Crees que… estoy siendo una insensata?

-¿Piensas que lo eres?- le preguntó con aire serio, algo muy extraño en él que le hizo incapaz de sostener su mirada.

-No lo sé… ¿puede? Es que yo de verdad creo que podríamos salvar tantas vidas con este método. La sanación es un campo el cual tiene mucho por revolucionar. Y en verdad, ¿no se trata de eso? Salvar vidas.

-Ashia…- ella sintió algo dentro de su pecho apretarse. Si él le decía que lo dejara algo dentro de ella se iba a romper.- ¡Eres brillante!- exclamó para sorpresa de ella cuyas lágrimas apenas iban a asomar.- Lo que estás proponiendo es un método poco invasivo para poder detectar y regenerar cualquier posible daño interno sin necesidad de una operación que podría dejar secuelas, y admitámoslo, todavía queda mucho por estudiar en el campo del cuerpo humano. Las posibilidades y el cuánto abarcaría este método… ¡Podría salvar vidas! ¡Muchas vidas! ¡Eres excepcionalmente brillante!- le tomó de los hombros dejándola atónita. Ashia entonces soltó un sollozo y se apretó en el pecho de Haru y comenzó a llorar.- ¿A-Ashia?- el investigador quedó congelado y sintiendo su rostro arder bajo la bufanda.

-Gracias… yo…- sollozó tras sentir su fe renovada en su investigación.- De verdad necesitaba escuchar eso.

Tragando duro y con toda su fuerza de voluntad, Haru cerró sus brazos alrededor del cuerpo de la joven, la dejó desahogarse hasta que ella se separó de él con una sonrisa de alivio.

-¿Mejor?

-Mejor…- él le sonrió y entonces recordó algo.

-Ashia, estoy seguro que tu descubrimiento podrá revolucionar el campo médico, y sabes qué, conozco a alguien que podría ayudarte.

-¿Alguien?

-Créeme. Esta persona tiene una mente muy abierta y me ayudó mucho en la investigación en su momento. Y creo que podrías conocerla.

La sonrisa que asomó bajo la bufanda de Haru la hizo sonreír también y asentir confiada. Y cuando conoció a esa persona al día siguiente en una cueva a medio día lejos de la ciudad, se desmayó en el punto.

La Ciudad Blanca había quedado al fin en silencio, o al menos en su mayoría. Volutas de humo todavía se veían en el cielo. Amarillys le tendió un vaso de café a su amiga que miraba desde un largo pasillo repleto de enormes ventanas la ciudad, una vista que debía ser preciosa en otras circunstancias y más con la luna en lo alto.

-Lo hiciste muy bien, Xiao.

-Gracias.- le dio un sorbo al café y lo escupió enseguida.- ¡Puaj! Esto sabe horrible.- se quejó Xiao.

-Es lo que me dieron en la cafetería. No te quejes.- le dio un ligero empujón de broma y las dos sonrieron un momento liberando un poco la tensión.

- ¿Has sabido algo de los chicos?

-Fueron por nuestras cosas al Parlamento. Nos iremos de aquí apenas amanezca.

-Es lo mejor.- respondió sintiendo que dentro de ella algo iba creciendo, algo temible y apañado por la tristeza.- No quiero… regresar aquí nunca más.

-Nadie lo hará. No te preocupes.- Amarillys al notar su mirada distante le abrazó y la pelirroja sintió que volvía en sí. En ese momento sintió que no estaban solas y se levantó de su asiento tan rápido que asustó a su amiga.- ¿Qué quiere?- preguntó mirando hacia el pasillo oscuro y Katara apareció.

-Tranquilas, sólo vengo a hablar.

-Creo que ya hemos escuchado suficiente de usted.- dijo Amarillys que dio un paso al frente para impedir cualquier posible pelea.

-Por favor, sé que no tengo derecho pero concédeme unos momentos.

Xiao se levantó y apartó a su amiga que se mostró tensa ante lo que podría ser el inicio de una pelea, pero necesitaba saber una última cosa.

-¿Por qué?- le preguntó a Katara a sabiendas de lo que quería decir esa pregunta.

-La sangre control no es cualquier arte. Es un arte que lastima, es un arte que mata, y quienes han sobrevivido a ella nunca logran ser los mismos. Al mismo tiempo, es tentadora.- admitió bajando un poco la mirada.- Quienes aprenden este arte se dan cuenta de lo que tienen en sus manos, la vida, con la que pueden hacer y deshacer como hilos en un juego en el cual si presionan demasiado pueden romperlos. Apreciaba mucho a tu madre, pero no podía dejar que sucumbiera a ello y mucho menos, que cometiera el mismo error que yo.

-¿Su error?- preguntó Xiao sin entender aquello.

-Fue mi culpa que la sangre control fuese conocida, cuando antes era desconocida para muchos. Sobre mis hombros cargo con ello, y cada víctima que sufre por este es sangre en mis manos.-dijo alzando sus arrugadas manos hacia ellas.- A pesar de las advertencias, tu madre siguió con ello, y lo peor… es que en verdad encontró el uso médico para ese arte. Pero también sin saberlo, creó nuevas formas en que este podría ser usado para causar daño.

El vaso cayó de los dedos de Amarillys que miró su mano temblar y siendo incapaz de moverla.

-¿Ama?- Xiao la tomó antes de que sus piernas le fallaran y la sentó en la silla.- ¡Amarillys! ¿Qué…?- de repente ella también se sintió mareada y apoyó su mano en el suelo. Luego miró los vasos de café que su amiga le trajo y que le dieron. No podía creer que había caído en el mismo truco dos veces, segura que cuando le dieron los vasos en la cafetería ya les habían puesto la droga por órdenes de Katara.- No… usted…- miró a Katara con rabia y se levantó rápido aprovechando la poca movilidad que todavía le quedaba para lanzar un ventarrón pero Katara fue más rápida al moverse creando hielo del ambiente alrededor que transformó en agua y que lanzó a Xiao que quedó congelada en el suelo.

-No… ayuda…- intentó gritar la castaña al ser incapaz de ayudar a su amiga, pero incluso la voz de su garganta se sentía débil.

Katara se colocó frente a la joven avatar y presionó su dedo pulgar en su frente. Por un segundo fue como transportarse al día que le hizo lo mismo a Ashia.

-Lo siento mucho, pero es por el bien de todos y el nombre del avatar. Tú no eres apta para portar su legado.

Xiao lo sintió, algo muy dentro de su cabeza que hizo una dolorosa presión y en el momento en que Katara deslizó su dedo hacia arriba un dolor inimaginable cruzó. Su grito llenó el hospital y cuando Iroh, Enlai y Sitka llegaron corriendo por aquel grito ya era demasiado tarde.

-No…- Sitka musitó y los dos chicos vieron a su amiga inconsciente.- No otra vez… no.

-¡¿QUÉ LE HA HECHO?!- gritó Enlai que con un movimiento de su pie destruyó parte del suelo del hospital alrededor de su amiga, obligando a Katara a alejarse. Iroh se acercó rápido y descongeló a Xiao colocándola entre sus brazos, la joven estaba inconsciente.

-¿Qué fue lo que hizo?- preguntó Iroh con los dientes apretados y manteniendo su ira a raya.

-Lo que se debió hacer. Lo siento mucho, pero es lo mejor para el mundo.

Ashia estaba sentada en la celda con la mirada perdida. Apenas tenía fuerzas pero no por la droga que le hicieron ingerir hacía unas horas. No podía creer que Sitka le había delatado y ni que su maestra fuese capaz de hacer algo tan atroz. Escondió su rostro entre sus piernas incapaz de seguir llorando, ya se había quedado sin lágrimas.

-Ashia… Ashia.- escuchó su nombre de una voz muy baja pero al mirar hacia la ventana con barrotes se encontró con una figura que reconoció gracias a sus lentes y largo cabello rojo asomándose.

-¿Haru?

-Oh, cielos. ¿Qué te han hecho?- Ashia se levantó y caminó hacia él como pudo, con ganas de llorar otra vez.

-Haru… me han quitado todo. Mi control, mi investigación, todo lo que soy.- limpió sus lágrimas de forma torpe con sus mangas.- Yo… ¿qué va a ser de mí, Haru? Qué va a ser de mí cuando me han quitado todo.

-No. No te han quitado todo. Para mí todavía eres la hermosa chica valiente e inteligente de la que me enamoré. Y sí, lo sé, es mal momento para una confesión.- admitió sintiendo su lengua trabajarse.- Te sacaré de este lugar, podemos irnos tú y yo, exploraremos el mundo y aprenderás nuevas cosas.

-Pero… ya no soy una sanadora.- admitió con dolor.

-Claro que sí.- se quejó con fuertes susurros.- Ashia, hay muchas formas de sanar a las personas. No sólo los maestros agua pueden hacerlo, los maestros fuego, tierra y viento tienen formas distintas de sanación y vas a verlas todas. Ven conmigo, Ashia y verás que el mundo no sólo es de color blanco como este lugar. Ya está todo listo para nuestro escape.

-¿Cómo?

-Bueno, tuve que pedir ayuda a ya sabes quién, me alquiló un trineo con lobos, lo cual me salió bastante caro…- dijo como si le doliera el pecho.- Haremos un viaje de toda la noche pero podremos llegar rápido al puerto que está al oeste y así subir al barco que nos llevará al Reino Tierra, justo cerca de las playas según tengo entendido. ¿Confías en mí?- explicó con esa forma algo torpe pero linda que la hizo sonreír.

-Haru, siempre he confiado en ti. Desde hace tiempo he puesto mi corazón en tus manos.- confesó haciendo sonrojar al joven que tuvo que controlarse de gritar de felicidad.

-Bien, hora de sacarte de aquí.- abrió un frasco y derramó sobre la ventana un líquido que comenzó a corroer los barrotes que retiró con cuidado echándolos en la nieve para que no hicieran ruido y después estiró su mano a la joven.- Vamos, el tiempo apremia.

La sacó con mucho esfuerzo de la celda, ya que la droga apenas y le daba movilidad, y se escabulleron entre las sombras de la ciudad hasta llegar a las afueras, allí una persona cubierta de pies a cabeza con la típica vestimenta les tenía preparado ya el trineo tras calmar a los lobos. Tuvieron una corta despedida y Ashia abrazó a la misteriosa persona antes de subir y partir con Haru lo más lejos posible de allí. La joven se quedó rápidamente dormida recargándose en el joven investigador y él la cubrió más con la manta guiando a los perros hacia su destino.

Y… espero que les haya gustado! Gracias a todos por leer. ¿Y bien? ¿Odian a Katara? Pues la van a odiar más porque se viene algo gordo en los próximos capítulos. Dejen review, nada de tomatazos y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!