La mañana fue una extraña ola de todos alistándose para su primera actividad. A pesar de dormir primero, Yamato y Aoi despertaron últimos, el sonido de Natsu y Mimi cepillándose los dientes en el baño los despertó. Aoi apenas se había sentado por un momento antes de volver a recostarse en la cama – su cabello estaba apuntando a tantas direcciones que Yamato ni siquiera podía contarlas.

El rubio se levantó y fue al baño para ver a Mimi de pie frente al espejo con sus pequeños shorts azules del pijama y una camiseta blanca de tiras cepillándose los dientes mientras Natsu estaba sentado – mirando con ojos brillantes a su madre – en el lavabo, cepillando sus pequeños dientes, siguiendo con los ojos los movimientos de Mimi e imitándola.

Yamato pensó que era algo bastante doméstico, e hizo que su corazón se entibiara un poco.

"Ohayou," anunció suavemente su presencia mientras se recargaba contra la puerta. Mimi giró hacia él y sus ojos se abrieron grandes cuando lo notó antes de agachar la cabeza y escupir la pasta y enjuagarse la boca. Natsu vio eso y también agachó la cabeza para escupir – Mimi apenas esquivó el movimiento para evitar que el niño le escupiera en el cuello.

"Lo siento," se disculpó mientras secaba su boca con una toalla de mano, haciendo lo mismo con Natsu. "Eso fue asqueroso de nuestra parte."

"No pasa nada," Yamato se alzó de hombros. "Todos lo hacemos."

"Terminaremos después de cambiarnos. Luego pueden usarlo ustedes." Mimi ofreció cargando a Natsu para bajarlo.

"Creo que nadaremos en la bahía hoy," Yamato le dijo, recordando la rápida mirada que había echado al itinerario ayer. "Traje de baño y alguna ropa extra serán suficiente."

"Gracias, Yamato." Mimi le sonrió y Yamato no pudo evitar devolver el gesto, admirando los bonitos dientes de Mimi. Se preguntó si habría usado brackets de pequeña o si sus dientes eran naturalmente alineados. Se preguntó si Mimi tendría pareja, después de todo tenía un hijo biológico.

Yamato se quedó de pie torpemente por unos segundos más antes de darse cuenta que Mimi estaba esperando que se fuera para poder cerrar la puerta y cambiarse. Dejó salir una rara y pequeña risa antes de lentamente retroceder. Mimi aún estaba sonriendo suavemente, pero fue Natsu quien le cerró la puerta en la cara.

Pudo escuchar a Aoi roncando ligeramente en la cama, y no pudo evitar soltar un suspiro, sabiendo las medidas drásticas que debía tomar para despertar a su hijo.

Unos minutos de muchas cosquillas y acurrucar su rostro después, Aoi por fin estuvo despierto y saltando hacia el baño, tratando de dar lo mejor de sí para no mojar sus pantalones – los días de entrenamiento sanitario habían sido infernales para Yamato, pero Aoi había mejorado para ahora.

Yamato estaba buscando en su equipaje un par de bañadores y ropa extra para después. Desayunarían primero antes de salir al Discovery Bay. Los cuatro podrían nadar entre peces tropicales, acariciar mantarrayas, y explorar otras vidas marinas. Además, tenían una sesión de nado con delfines – y Yamato estaba emocionado por ello.

Mimi y Natsu salieron del baño – el pequeño tenía puestos los bañadores y una camiseta blanca, mientras que Mimi llevaba unos shorts de mezclilla con un crop top rosa dejando al descubierto su cintura, haciendo que Matt contuviera el aliento sin notarlo.

Sin embargo, su ensimismamiento fue interrumpido cuando Aoi entró rápido al baño, saltando un poco ya que todavía era muy pequeño como para sentarse en el inodoro, y no era lo alto suficiente como para usarlo de pie y no salpicar por todos lados. Yamato rio y fue a ayudarlo.

El agua estaba fría y mientras Yamato hundía primero los dedos, Aoi ya estaba yendo a la parte honda de la piscina; el nivel del agua estaba en sus caderas, y el niño trataba de perseguir las curiosas mantarrayas. El niño de tres años tenía un chaleco salvavidas de color rojo y su ID pendía de la prenda con un código de barras que contenía la información de Yamato – y Mimi – en caso de que se perdiera. Natsu estaba en los brazos de Mimi, aferrado a su madre y negándose a mirar el agua.

"No dan miedo, bebé," Mimi trató de convencerlo. "No te harán daño."

"¡Van a comerme!" Natsu gritó moviendo la cabeza y hundiendo el rostro en el hombro de Mimi.

"No lo harán, cariño." Mimi le dijo suavemente.

"¡No!" Natsu se negó a ser bajado, y solo encerró aún más los brazos alrededor de Mimi. "No quiero estar aquí."

Yamato miró a Aoi para asegurarse que estuviera bien; el niño estaba aún persiguiendo a las mantarrayas y salpicando agua por todos lados, antes de ir hacia Mimi y Natsu.

"Aoi está divirtiéndose ahí," Yamato le dijo a Natsu mientras los rodeaba y se inclinaba un poco para estar al nivel visual del niño. "Apuesto que se divertirá aún más si estás ahí con él."

"¿No lo van a comer?" Natsu preguntó, abriendo grandes los ojos, mirándolo con preocupación. Yamato movió la cabeza y soltó una pequeña risa.

"No van a comerlo," le dijo a Natsu. "Tampoco te comerán a ti. Lo prometo." Alzó su meñique y Natsu lo miró con cautela – aún no confiaba en él.

"¿Qué te parece si voy al agua y te muestro que no me comerán?" Mimi sugirió. "Luego podrás venir y nos divertiremos juntos." Natsu miró a su mamá, con duda en los ojos antes de asentir lentamente.

Todos podían escuchar la risa de Aoi y los 'splash' que hacía.

"Lo cargaré mientras tanto." Yamato dijo mientras se erguía. Mimi dio un corto asentimiento antes de extenderle a Natsu. El niño se tensó cuando Yamato lo cargó, su chaleco salvavidas se presionó contra el desnudo pecho de Yamato, quien vio cuando Mimi entró al agua yendo hacia Aoi quien estaba rodeado de mantarrayas.

Yamato miró las pálidas y largas piernas, aquella estrecha cintura y delicado torso de Mimi y se preguntó cómo es que alguien podía tener la piel tan suave y nívea. Ella se había colocado protector solar y había hecho lo mismo con los dos niños justo después de quitarles la camiseta y quitarse el crop top quedándose con la parte superior del bikini lila. Habría sido raro para ella aplicar el protector en Yamato también, de modo que él se lo colocó solo.

Aoi estaba, ahora, mostrando emocionado sus nuevas amigas mantarrayas a Mimi – y Yamato pudo incluso escucharlo gritar nombres. Era tan de Aoi empezar a dar nombre a las mantarrayas.

"Mira, tu mamá y Aoi están divirtiéndose mucho," Yamato le dijo a Natsu. El pequeño niño estaba mirando la piscina, sus labios estaban apretados y sus ojos grandes. Se había relajado un poco, pero seguía algo tenso en los brazos de Yamato. "¿Ves? Tu mamá está acariciando esas mantarrayas. No están lastimándola."

Mimi estaba acariciando el cuerpo de una mantarraya y la sonrisa que tenía era tan brillante y fascinada.

"¡Natsu, todo está bien!" Mimi señaló.

"¡Ven!" Aoi dijo mientras agitaba las manos en el agua. "¡Es muy bonito!"

"¿Vamos?" Yamato le preguntó suavemente. Natsu miró un poco más a su mamá y a su nuevo amigo, y luego dio un muy corto asentimiento a Yamato, quien se movió para bajarlo pero Natsu sujetó su brazo y lo apretó.

Yamato volvió a erguirse y empezó a adentrarse en la piscina. El agua aún estaba algo fría pero rápidamente se adaptó y caminó hacia donde estaban Aoi y Mimi. Metió la mano y sintió una mantarraya pasar por debajo, y no pudo evitar sonreír sorprendido. ¡Estaba en una piscina de mantarrayas!

Se quedó de pie, sosteniendo a Natsu por unos minutos más mientras el niño se adaptaba al ambiente, sus ojos nerviosamente iban de un lado a otro cada vez que una mantarraya se acercaba demasiado.

Lentamente, empezó a relajarse y se puso más cómodo con Yamato hasta que murmuró un suave 'bájame', y el adulto gentilmente lo dejó en el agua.

Natsu tembló un poco cuando una mantarraya se acercó a él, haciendo que el niño sujetara la pierna de Yamato, quien palmeó su cabeza y acarició con ternura su cabello.

"Ellos solo quieren que los acaricies," Yamato le dijo, inclinándose. "…justo así." Acarició el cuerpo de la mantarraya, incitando a que Natsu estirara un dedo y la tocara.

"Se siente raro," comentó mientras volvía a tocar con un dedo a la mantarraya.

"No da miedo, ¿cierto?" Yamato le preguntó. Natsu movió la cabeza, fingiendo ser valiente pero justo en ese momento dio un brinco cuando de súbito Aoi llegó salpicando agua hacia ellos.

"¡Quiero ir más allá!" Aoi anunció jalando la mano de Yamato. Mimi apareció al lado de ellos tomando la mano de Natsu.

"Aoi no podemos," Yamato movió la cabeza. La piscina de mantarrayas era relativamente baja, el agua llegaba hasta las caderas de los niños. "Luego, podemos ir al arrecife y nadar más profundo con los peces."

"¿Habrá tiburones?" Aoi preguntó. Yamato vio la mirada preocupada de Natsu otra vez y tuvo que tomar una decisión rápida. Sabía que ellos tenían pequeños e inofensivos tiburones en cierta área del arrecife, pero también había de los tiburones grandes tras el vidrio bajo el agua. No quería asustar a Natsu, pero tampoco quería mentirle.

"Hay tiburones bebés," Yamato asintió. "Pero no te lastimarán." Agregó mirando a Natsu. "No tenemos que verlos, si no quieres."

"¡Tiburones bebés como yo!" Aoi se emocionó aún más mientras empezaba a cantar aquella canción infantil por el que cada niño parecía estar obsesionado desde que salió. "¡Natsu y yo somos tiburones bebés, y papá es el papá tiburón!"

"Y yo tengo una mamá tiburón." Natsu agregó con timidez mientras miraba a Mimi, quien asintió sonriéndole.

"¡Tenemos papá y mamá tiburones!" Aoi anunció con orgullo. Yamato se preocupó un poco por la reacción de Mimi ante eso, pero ella no pareció mostrar incomodidad, así que lo dejó ser.

"Pasemos un poco más de tiempo con las mantarrayas y luego vamos a ver a los pececitos. Luego también podremos alimentar las aves y nutrias." Mimi les dijo a los niños.

"Natsu, ven conmigo," Aoi tomó la mano del niño y lo jaló hacia donde las mantarrayas estaban reunidas alrededor de un entrenador que estaba alimentándolas. Mimi y Yamato vieron a los dos niños ir por el agua, antes de que el rubio se sentara, dejando que el agua llegara hasta su abdomen. Mimi también se sentó y una horda de mantarrayas fueron hacia ellos, cosquilleándoles la piel.

"Gracias por ayudar a Natsu." Mimi dijo mientras dejaba que su palma acariciara el cuerpo de la mantarraya. "A veces es algo miedoso. Espero que lo supere y ya no sea tan tímido."

"Está bien ser asustadizo." Yamato asintió, entendiendo las preocupaciones de Mimi. Yamato había sido como Natsu cuando era niño. Él era tímido con las personas, y temeroso de los bichos y fantasmas – y de acuerdo aún le tenía miedo a los fantasmas. Pero lo demás había sido superado y ahora incluso había sido votado como el hombre más seguro de Japón – aun así podía entender bastante bien a Natsu.

"Está bien ser asustadizo." Mimi repitió, "…pero no quiero que sea lastimado por eso. No quiero que termine como yo."

"¿De qué hablas?" Yamato preguntó, arqueando las cejas. "Yo veo que estás bastante bien, Mimi Tachikawa." La codeó de forma bromista para aligerar el ambiente.

"Ahora lo estoy," Mimi asintió, sus ojos estaban concentrados en los niños. Natsu estaba saltando emocionado mientras el entrenador le extendía algunos camarones secos para alimentar a las mantarrayas. Yamato no presionó por más información. Él y Mimi apenas se conocían, solo estaban juntos por este viaje, pero cada vez que ella se sentía cómoda con él, Yamato prestaba mucha atención – él sabía lo que era sentirse muy mal con uno mismo. No sabía la historia de Mimi pero lo que le haya pasado, Yamato no juzgaría.

Después de que los niños terminaron de alimentar a las mantarrayas, fueron al arrecife a nadar con animales marinos tropicales. Incluso solo mirando sobre el agua, podían ver los colores del arcoíris que estallaba bajo ellos. Natsu y Aoi sabían de natación básica, de modo que podían zambullirse y mirar los peces a través de sus googles pero cuando quisieron ir más profundo, Yamato y Mimi tuvieron que detenerlos.

Descendieron para ver los tiburones dentro de la seguridad del vidrio e incluso Natsu tuvo que ser valiente y quedarse bajo el agua lo suficiente para que se tomaran una bonita foto. Todos lucían graciosos con los googles puestos y el cabello flotando, pero era una adorable foto y Yamato se preguntó si sería raro ponerlo en un cuadro cuando llegara a casa.

Después de nadar, tomaron un descanso y comieron en un bonito y familiar restaurante en la bahía. Los niños pidieron milanesa y papas fritas con leche chocolatada, mientras que Yamato ordenó beicon y dos hamburguesas, y Mimi ordenó alitas de pollo.

Al final, terminaron compartiendo su comida porque Natsu quería de la hamburguesa de Yamato, y Aoi aparentemente era un fanático de las alitas de pollo. Las papas estaban deliciosamente crocantes y por alguna razón el kétchup parecía más delicioso de lo normal, y Yamato y Mimi las tomaron de los platos de los niños cuando ellos no miraban. Ambos niños se habían conocido por menos de 24 horas pero al parecer ya eran buenos amigos. Conversaban de todo y Mimi estaba bastante feliz de ver a Natsu saliendo de su caparazón. Él era un niño reservado y solo tenía dos amigos – en el complejo departamental en el que vivían – con los que solía jugar.

Tras terminar de almorzar – y después de que los niños comieran sus galletas con chispas de chocolate – siguieron paseando; alimentando algunos animales en la zona de aves tropicales. Esta vez fue el turno de Aoi estar asustado cuando un loro se colocó en su hombro para comer de la palma de Yamato. Gritó cuando el ave de color rojo caminó por su brazo y Natsu estiró un dedo haciendo que el loro se colocara ahí.

Después de ese encuentro, Yamato terminó cargando a Aoi lo que duró la exhibición, solo bajándolo cuando se detenían para alimentar a las nutrias y algunos venados y cerditos que vagaban por el bosque.

Tras eso, fueron al acuario y pudieron ver más de cerca a los tiburones junto con otros peces, medusas y algunas tortugas.

"Mami, ¿por qué ese de ahí no dice 'suaaaaave'?" Natsu le preguntó a Mimi señalando la tortuga marina que acababa de salir a flote y ahora descansaba en su reserva.

"¿A qué te refieres, bebé?" Mimi preguntó.

"¡Como Crush! ¡De Nemo!" Natsu dijo.

"Bebé, las tortugas no hablan en la vida real," Mimi sonrió. "Nemo es solo una película."

"¡Yo puedo hablar cetáceo!" Aoi anunció emocionado.

"Oh Aoi, por favor no," Yamato llevó la mano a su rostro en señal de vergüenza, esperando que su hijo no hiciera la terrible imitación.

"Hoooolaaaa," Aoi abrió la boca lentamente y vocalizó con precisión tanto como pudo de paso haciendo su voz tan profunda como podía. Natsu y Mimi rieron; y cuando los cuatro se trasladaron a la siguiente exhibición, Natsu también empezó a hablar cetáceo. Los dos niños hablaron cetáceo el resto del tour por el acuario y luego inventaron su propio idioma, haciendo que Yamato y Mimi rieran por la simpleza que se requería para que los niños se entretuvieran.

"Son tan raros," Yamato rio mientras los dos niños jugaban en la sección de juegos con temática de pingüinos que había sido instalada al lado de la exhibición de los mismos.

Los niños estaban saltando como pequeños pingüinos y deslizándose por la resbaladilla, colocándose sobre el abdomen.

"Lo son," Mimi asintió con una risa mientras tomaba una foto de ellos al pie de la resbaladilla. "Pero también son tan adorables."

"Él se parece a ti," Yamato comentó, sus ojos iban de mirar a los niños hacia Mimi.

"Espero que eso sea un cumplido," Mimi dijo sonriendo un poco.

"Lo es," Yamato asintió. "Es bueno que se parezca a ti."

"Me gusta que se parezca a mí," Mimi asintió. "Si luciera como su padre, criarlo no sería tan fácil."

"¿Nació a término?" Yamato preguntó con cautela. Era un tema sensible por alguna razón y no quería ofender a Mimi.

"Nueve meses completos." Mimi asintió, sin lucir incómoda.

"Quizá sepas todo sobre cómo es que Aoi llegó a este mundo," Yamato dijo, mirando a su animado hijo quien ahora estaba empujando el columpio donde estaba Natsu. La prensa se había vuelto loca reportando cada movimiento de Yamato. Él había tratado de alejar a Aoi tanto como podía estos últimos tres años.

"Creo que cualquiera con conexión a internet en Japón sabe sobre Aoi," Mimi dijo, sin sonar como si lo juzgara. "Estabas en cada titular durante semanas."

"He cambiado." Yamato sintió la necesidad de aclarar y defenderse. "Ya no soy así. Ya no soy una mala persona."

"Nunca dije que lo fueras." Mimi dijo suavemente, mirando a Yamato con ojos calmados. "Puede que hayas sido inmaduro y descuidado, pero no creo que hayas sido malo."

"¡Mami, quiero ir a nadar!" Natsu corrió hacia ellos y sujetó la pierna de Mimi, quien lo cargó, balanceándolo en su cadera. Aoi corrió también y atacó la pierna de Yamato.

"¿Todavía no veremos a los delfines?" preguntó mientras saltaba sobre sus talones. "¡Quiero ver a los delfines!"

Yamato miró su reloj antes de hablar. "Aún tenemos 45 minutos hasta que sea el turno de ver a los delfines." Le dijo a Aoi.

"¿Eso es más que 5 minutos?" Natsu preguntó, ladeando la cabeza.

"Mucho más que 5 minutos, amor," Mimi rio ante lo adorable que era su hijo, besando su cabeza. "Pero mientras podemos encontrar algo divertido de hacer."

"Vayamos a nadar, entonces." Yamato decidió.

Había un pequeño parque acuático con toboganes y un río tropical. Podrían jugar un poco en los toboganes antes de refrescarse en el río.

Cuando por fin fueron a ver los delfines, ambos niños ya estaban listos para tomar una siesta, pero Yamato los despertó e invitó a una heladería para avivar sus energías un poco más. Las pequeñas grajeas de colores estaban derritiéndose en los rostros de los niños, pero Mimi tenía pañuelos húmedos en su bolso para limpiar sus pegajosas bocas.

"¡Es nuestro turno!" Yamato animó emocionado. Ambos niños, con el azúcar a mil, saltaban sobre sus pequeños piecitos y señalaban al delfín que estaba jugando en la piscina con el entrenador, salpicándole agua y soltando agudos sonidos.

"Puedo imitar al delfín, papi," Aoi picó su pierna. Abrió la boca e hizo la imitación del grito de un delfín, haciendo que Mimi y Natsu rieran – Yamato movió la cabeza sintiéndose avergonzado otra vez; Aoi siempre hacía cosas así.

El entrenador se presentó con Yamato y Mimi antes de empezar a explicar la lección en inglés. Los dos padres tradujeron las partes necesarias a los niños, pero por lo demás las cosas eran muy simples.

El nombre de su delfín era Apollo. ¿Por qué se llamaba como el Dios griego del sol? Yamato no tenía idea, pero su entrenador dijo que era gentil con los niños – y eso era lo que importaba.

Primero, Apollo y su entrenador les mostraron algunos trucos en el agua, y Aoi y Natsu recompensaron al delfín con pescados de una cubeta plateada.

Todos estaban sentados al borde de la piscina, con las piernas pendiendo y sumergidas en el agua; Yamato no desaprovechó el momento y tomó una foto de los tres, viendo sorprendido el pequeño espectáculo. Los niños tenían puestos los chalecos salvavidas rojos – y Yamato estaba agradecido con ello porque con cada nuevo truco, sus mitades superiores se inclinaban más y más hacia la piscina y solo era cosa de tiempo antes de que uno de ellos cayera.

Después del show, Apollo nadó hacia ellos y todos pudieron acariciar al delfín y darle de comer algunos peces. Los niños tuvieron una mini conversación con el delfín, imitando sus pequeños gritos y ruidos. Después de eso, jugaron con Apollo, lanzando aros al fondo de la piscina para que el delfín fuera por ellos y regresara. Mimi y Yamato lanzaron los aros más grandes al aire y Apollo salía del agua atravesándolos.

"Papá, quiero un delfín," Aoi rogó cuando su sesión estuvo por terminar.

"Aoi, ¿dónde pondrías un delfín?" Yamato le preguntó.

"¡En la bañera!" dijo. "¡Puede nadar con mis patitos de hule!"

"¡Yo también quiero uno!" Natsu le dijo a Mimi.

"Cariño, no podemos tener uno en nuestra bañera," Mimi movió la cabeza. "No es suficiente espacio. Pero podemos regresar y visitar a Apollo."

"¿Regresaremos?" Natsu preguntó. Yamato vio el semblante de Mimi cambiando, al parecer acababa de darse cuenta de la promesa que había hecho – una que sería difícil de llevar a cabo.

"Cuando seas más grande y tengamos tiempo, regresaremos." Mimi dijo.

"¡Papá, nosotros también!" Aoi exigió, mirando a Yamato a los ojos.

"Sí, Aoi," desordenó el cabello húmedo de su hijo. "Regresaremos."

"¡Con Natsu y su mamá también!" Aoi agregó.

"¡Sí!" Natsu dijo animado. Yamato y Mimi se miraron, sin estar seguros de qué decir.

"¿Están listos para ir a nadar con los delfines?" el entrenador los interrumpió. Los dos padres parecieron soltar un suspiro de alivio ante las palabras del entrenador y fueron los primeros en entrar a la piscina. Luego los niños entraron saltando, siendo atrapados por cada adulto.

"¿Quién quiere hacerlo primero?" el entrenador preguntó.

"¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!" Aoi alzó la mano, emocionadamente, casi zafándose de los brazos de Yamato. Apollo nadó hacia ellos y Natsu se tensó en los brazos de su madre. El delfín era mucho más grande así de cerca y el niño de tres años de súbito sintió miedo.

"¿Quieres ver primero a Aoi?" Mimi le preguntó. "No da miedo, bebé. Apollo es agradable, ¿recuerdas?" Natsu asintió tímidamente, pero se aferró un poco más a Mimi.

"Bien, ven amiguito," el entrenador estiró las manos hacia Aoi quien fue con confianza. Él ayudó a Aoi a subir sobre el lomo del delfín y luego, con un silbido del entrenador, Apollo nadó por la piscina con Aoi aferrado a él. El pequeño niño tenía la sonrisa más grande en su rostro y seguía mirando hacia Yamato para asegurarse que estuviera observándolo.

"¡No te sueltes, Aoi!" Yamato gritó.

"¿Ves, amor? Es divertido," Mimi le dijo a Natsu. "No va a hacerte daño."

"¿Solo tengo que agarrarme fuerte?" Natsu preguntó.

"Sí, solo eso, bebé," Mimi asintió.

"¡Está bien!" Natsu asintió, mordiendo su labio inferior.

Apollo y Aoi regresaron a ellos y el niño estaba increíblemente emocionado, sus ojos brillaban y estaban bien abiertos.

"Papi, ¡¿me viste?!" preguntó.

"Sí," Yamato rio. "¡Te veías genial!"

"¡Es hora de darle un beso a Apollo!" el entrenador le dijo a Aoi, quien fue alzado del delfín mientras el adulto a cargo se aseguraba de que no resbalara en el agua. "A la cuenta de tres, Apollo va a darte un beso, ¿sí?" dijo el entrenador y Yamato tuvo su cámara lista para tomar fotos del momento.

"¡Sí!" Aoi asintió emocionado. Todos contaron juntos y Apollo alzó su nariz para besar a Aoi.

Yamato tomó la foto, pero casi soltó su cámara tras ver lo que Aoi había hecho.

Incrédulo, miró su cámara y ahí estaba Aoi, con la lengua afuera y lamiendo la nariz de Apollo en lugar de darle un simple beso. El entrenador estaba riendo y Mimi se asomó para ver también la foto, sin contener su risa después.

"Aoi, ¿por qué lo lamiste?" Yamato preguntó, aun desconcertado cuando Aoi estuvo a su lado.

"No lo sé," Aoi respondió con una sonrisa inocente. Yamato cargó a su pequeño pillo y le salpicó agua al rostro.

"Natsu, ¿tu turno?" Mimi le preguntó a su hijo. Natsu asintió dudosamente y el entrenador lo llevó hacia Apollo. Natsu se sintió más valiente cuando se sintió confiado con Apollo, y pronto, también tenía una enorme sonrisa en el rostro mientras se deslizaba por la piscina. Cuando fue su turno de besar al delfín, lo hizo de forma normal; Yamato miró su cámara, admirando la bonita toma.

"Te las enviaré." le dijo a Mimi, revisando todas las fotos que había tomado.

"Tomas muy buenas fotos." Mimi halagó. Sus codos desnudos estaban rozándose y Yamato no quiso alejarse.

"Hubiera estudiado fotografía si lo del baseball no hubiera funcionado." Yamato comentó. Había sido un hobby secreto desde hace muchos años.

"Pues habrías sido muy bueno en ello." Mimi le dijo, mirándolo a los ojos.

"Gracias." Yamato sonrió suavemente perdiéndose en su mirada color caramelo.

Al día siguiente fueron a la playa y pasaron el tiempo jugando en la arena y agua. Habían tenido una competencia de castillo padre-hijo, y los dos niños pasaron cerca de una hora buscando las bonitas caracolas y piedras para decorar los castillos mientras Yamato y Mimi trabajaban en la construcción. A este punto, Matt se había quitado la camiseta y estaba usando únicamente sus bañadores, así como también Mimi se había quitado los shorts y camiseta dejando al descubierto su bikini.

Los niños se veían tan adorables mientras saltaban, ahuyentando las gaviotas que se acercaban demasiado y persiguiendo cangrejos cuando los veían.

Yamato estaba reuniendo arena en su cubeta para agregar otra torre a su castillo – Aoi quería un castillo alto. Alzó la mirada cuando una chica en bikini pasó y le guiñó un ojo y asintió hacia ella antes de volver la mirada a su castillo. Ella era bonita pero no había forma en la que ligaría con alguien durante este viaje. Había aprendido su lección y no iba a arrastrar a Aoi en un desastre.

Mimi estaba en el agua, llenando su propia cubeta para humedecer la arena y hacerla fácil de moldear. Yamato vio cuando Mimi se inclinó para pillar una ola; contuvo el aliento cuando la bonita parte posterior de Mimi llegó a su campo visual.

"Cielos…" susurró pasando saliva.

Odiaba sonar como un pervertido pero Mimi tenía buen trasero, sus muslos lucían suaves y firmes, tenía la cintura estrecha – a pesar de haber llevado un embarazo – y sus pechos eran generosos. Yamato mismo tenía buen cuerpo gracias a los años de entrenamiento, pero se preguntaba si Mimi regularmente ejercitaba o si la naturaleza le había dotado con una perfecta figura.

"Rayos," escuchó a un hombre asoleándose a su lado, silbando al mirar a Mimi quien por fin se irguió y giró hacia los dos niños que estaban corriendo hacia ella, emocionadamente mostrándole puñados de caracolas que habían encontrado.

"Deja de mirarla." Yamato le dijo al hombre, algo posesivo, dándole una mirada gélida a través de sus ojos azules.

"Tienes suerte." dijo el hombre moviendo las cejas. Yamato solo asintió, encontrándose a sí mismo deseando que fuera cierto.

Tras terminar sus castillos de arena – en donde no hubo un ganador claro porque ambos niños decidieron que hicieron un buen trabajo – almorzaron bajo sus sombrillas, sentados en las toallas. Los dos niños comieron más snacks y soda que hot dogs y cuando el sol llegó a su cúspide, sus ojos empezaron a cerrarse y sus pequeños cuerpos se volvieron letárgicos.

"Parece que ciertas personitas necesitan una siesta." Mimi dijo, viendo entretenida cuando Aoi trató de pelear el sueño llevando otra fritura a su boca.

Dobló algunas toallas extra formando pequeñas almohadas y cargó a Natsu, colocándolo ahí. El pequeño niño se curvó en sueños, acurrucándose más. Aoi tenía la mitad de una fritura pendiendo de su boca; Mimi lo cargó y lo colocó al lado de Natsu. En nada, ambos niños estuvieron disfrutando de sus siestas, y Mimi ajustó las sombrillas para asegurarse que el sol no los lastimara.

"Aoi usualmente duerme por dos horas," Yamato le dijo, empezando a reunir sus bolsas plásticas y latas.

"Natsu lo hace durante una hora," Mimi respondió, acariciando el sudoroso cabello de su hijo. "Él siempre es malo tomando siestas."

"Bueno entonces tenemos una hora para nosotros." Yamato dijo. "¿Alguna idea?"

"Uno de nosotros debe quedarse con ellos," Mimi dijo. "Tú ve a hacer lo que quieras, supongo. Yo quiero tomar lecciones de surf pero eso no empieza sino hasta las tres, así que puedo quedarme con los niños primero."

"Supongo que iré a hacer esquí acuático, entonces." Yamato dijo. Lo había visto hace un rato, y le había parecido divertido – pero Aoi y Natsu eran demasiado pequeños para eso.

"Qué te diviertas." Mimi le sonrió. "Los niños y yo estaremos aquí." Sentenció viendo que giraba y le sonreía antes de irse.

Mimi vio cuando se sentó en su jet ski rojo, escuchando al staff dándole ciertas instrucciones. Mimi se sintió avergonzada de admitirlo pero el jugador de baseball lucía absolutamente atractivo con su rubio cabello húmedo echado hacia atrás, sus profundos ojos azules, y su cincelado cuerpo cubierto por el chaleco salvavidas. Sus bañadores estaban un poco alzados y Mimi pilló un poco de sus muslos firmes; tuvo que palmear ligeramente su rostro para recomponerse. No podía estar mirando con descaro al hombre con quien se suponía compartiría habitación unos días más.

En lugar de eso, puso su atención en los niños quienes aún estaban repantigados en las toallas playeras. Aoi estaba sudando un poco, así que Mimi tomó una pequeña toalla y la humedeció con agua de la botella antes de pasarla por la cabeza del niño. El menor de tres años era una copia al carbón de su padre, el mismo color de cabello y los mismos ojos.

El sonido de un motor llamó la atención de Mimi, quien miró al mar y vio a Yamato lentamente deslizándose por la zona. Tan pronto como el atleta estuvo algo lejos de ellos, aceleró y gotas de agua salpicaron mientras se adentraba al mar.

Mimi había visto revistas con sesiones de fotos de celebridades luciendo perfectas en la playa, y pensó que ahora mismo Yamato pertenecía a ese círculo. El rubio lucía como si hubiera salido directo de una escena de Baywatch. Todo lo que necesitaba era ese icónico bañador rojo y una toma de él corriendo en cámara lenta con música dramática. Mimi pagaría por ver esa escena en pantalla gigante.

Para evitar mirarlo boquiabierta, Mimi sacó su Tablet y empezó a revisar su programación curricular para el primer mes. Se mantuvo distraída bastante bien hasta que un familiar llanto atrapó su atención. Natsu estaba sentado, desorientado y asustado. El niño aun despertaba llorando a veces y Mimi estaba esperando que pronto superara esa etapa.

"Estoy aquí, amor," Mimi estiró la mano y lo llevó a sus brazos. Natsu amoldó su pequeño cuerpecito contra ella y soltó un ligero suspiro. Mimi acarició su húmedo cabello suavemente, dejando que terminara de despertar.

Miró al otro niño, y vio a Aoi aun durmiendo, curvado en la superficie.

Después de que Natsu despertó del todo, de buen humor, Mimi dejó que jugara algunos juegos en la Tablet mientras esperaban que Yamato regresara y que Aoi despertara. El niño estaba ocupado jugando Angry Birds, antes de que empezara a hacerle preguntas.

"Mamá, ¿Aoi tiene mami?" preguntó, frunciendo el ceño mientras lanzaba un ave de color amarillo.

"Bueno, sí, él tiene una mami," Mimi asintió. Casi todos en Japón sabían quién era la madre de Aoi. Ella se había asegurado de eso cuando soltó las noticias de su embarazo.

"¿Su mami vive con él?"

"No, cariño, no creo que Aoi viva con su mami. No creo que la vea." Mimi respondió.

"¿Por qué?" Natsu preguntó, pausando su juego para alzar la mirada hacia su mamá, observándola con ojos grandes e inocentes. Mimi besó el suave espacio entre sus cejas. Agradecía al cielo a diario que Natsu se pareciera a ella.

"Es complicado," Mimi suspiró. El niño de tres años no entendería lo que había pasado entre Yamato y la madre biológica de Aoi – además, Mimi solo sabía el lado público de la historia, pero suponía que lo que había pasado había sido toda una pesadilla.

"¿Eso qué es?" Natsu preguntó, arrugando un poco la nariz.

"Significa que los niños pequeños no necesitan saberlo." Mimi explicó. "Aoi vive con su papá y es feliz con él, tal como tú eres feliz solo conmigo."

"Entonces, ¿también es complicado entre tú y mi papá?" Natsu preguntó.

"Sí," suspiró. "Muy complicado."

"Hay una guardería, por si quieren pasar tiempo a solas," alguien del staff le mencionó a Yamato y Mimi a la mañana siguiente en el desayuno. Aoi había derramado su jugo de naranja en toda la mesa y sobre los pantalones de Mimi, y Yamato estaba tratando de secar el desastre con todas las servilletas posibles, y Natsu estaba tratando de ayudar a Mimi a limpiar sus pantalones, pero el pequeño niño trastabilló y derramó su vaso con leche, y ahora tenían a dos pequeños niños llorando. El personal los miró con empatía antes de indicar a otro que trajera el trapeador.

"Está abierto hasta las 10 pm," continuó hablando mientras limpiaba y retiraba los platos. "Podrían dejar a los niños ahí unas horas, y tener una bonita cena con vino incluido. Nuestra guardería tiene profesionales, además de una enfermera al servicio en todo momento. También tenemos una habitación especial si sus niños tienen sueño. Pueden dormir ahí y ustedes podrían pasar por ellos después de cenar."

"Creo que me gustaría eso." Yamato dijo, juntando las servilletas mojadas y dejándolas en el tacho que les habían traído.

"Sí," Mimi asintió, aun concentrada en limpiar sus pantalones, "Algo de vino suena bien." Sonrió alzándose de hombros.