Capítulo 3. Crímenes imperdonables.
¿"Fred Glasto" dices? —exclamó Junior, esbozando una sonrisa altanera—. Si prestas atención verás que dentro de muy poco ya no importará mucho quién es ese pobre diablo.
La Cazadora Roja había encontrado, en el chat más reciente del scroll de Junior, el nombre de "Tukson", escrito por quien sea que estuviese respondiendo como "Reparaciones", que era el nombre de dicho chat. El mensaje de respuesta de Junior había sido "no disponible de momento, pasar personalmente en media hora por la referencia". Estos mensajes habían sido de hace 2 días. Mientras que los mensajes más recientes, en ese mismo chat, eran "Fred Glasto", a lo que en esta ocasión Junior había respondido con una dirección al parecer del oriente de la ciudad, así como también unas instrucciones que decían "El cliente espera un servicio de mi parte. Llevar el uniforme de trabajo correspondiente".
—No sólo sabías muy bien lo que le pasó a Tukson ¡sino que tú diste el soplo para que lo eliminaran! —afirmó molesta la Cazadora mientras el dueño del club sonreía descaradamente, pues sabía bien que un simple chat no podría vincularlo con lo que le sucedió al fauno dueño de una librería o lo que sucedería con el tal Fred Glasto.
—Cazadora... —interrumpió Lee, apoyando una mano sobre el hombro de la pelirroja.
—Lo sé, hay que irnos. Xiong nada más nos está haciendo perder el tiempo a propósito —respondió la Cazadora, retomando un tono más sereno.
—¡Qué lista! Eres buena deduciendo cosas, pero te hace falta más experiencia para interrogar gente —continuó burlándose Junior mientras la Cazadora y Lee comenzaban a darle la espalda para retirarse del callejón—. Yo podría enseñarte cómo usar ese exquisito cuerpo para sacarle la información a la gente de formas más "eficientes".
La Cazadora Roja se detuvo ante el comentario lascivo del dueño del club, quien apenas estaba a un par de pasos de ella. Y en un parpadeo, la pelirroja giró velozmente conectando una contundente patada en el pecho de Junior quien terminó impactándose en la pared para luego dejarse caer al suelo. La pelirroja miró con desdén a Xiong mientras ajustaba su falda y su gabardina y, sin decir nada más, giró y comenzó a caminar hacia donde estaba su compañero.
—¿Ya te sientes mejor? —preguntó Lee con un leve tono irónico mientras ambos caminaban fuera del callejón hacia el estacionamiento del club.
—Sólo un poco —masculló la Cazadora todavía un poco irritada—. Estaré mejor cuando encontremos a Glasto y evitemos que le suceda algo.
—¿Y cómo piensas llegar a tiempo hasta el oriente de Vale? —externó el guardaespaldas preocupado por el poco tiempo disponible.
—¿Crees poder conducir? —la pelirroja sacó las llaves de un automóvil y antes de que su compañero preguntara, ella agregó— Las conseguí cuando le estaba quitando su scroll a ese cerdo... semblanza de polaridad ¿recuerdas? —sonrió mientras desactivaba la alarma de su nuevo vehículo, apuntando hacia donde estaban varios coches estacionados.
Mientras la Cazadora Roja y Lee abordaban el sedán negro de Junior Xiong, alguien más los había estado observando, oculto entre los viejos andamiajes del barrio industrial en el que se encontraba el club.
—Esta vez no escaparás... —murmuró la misteriosa figura mientras descendía al ver arrancar el vehículo de la Cazadora.
Al volante del automóvil negro se encontraba Lee, en cambio la Cazadora se había sentado en el asiento trasero.
—No tenía idea de que supieras conducir —comentó la pelirroja sorprendida de que su compañero realmente estuviera actuando como su chofer y guardaespaldas.
—Trabajé un tiempo estacionando coches. Nora y yo necesitábamos dinero para tener algo qué comer, así que tuve que aprender a manejar —explicó Lee sin quitar la mirada del camino.
—Hay tanto que no sé de ti o de Nora... —exclamó la pelirroja apoyando su rostro sobre su mano derecha, inclinándose hacia la ventana para observar el camino.
—Ya habrá ocasión para contarles a ti y Jaune sobre lo que Nora y yo hemos pasado —afirmó Lee, esta vez observando, desde el espejo retrovisor, a su compañera, quien parecía haberse disociado viendo el camino; "quizá está asimilando aún todo por lo que tuvo que pasar en el club de Junior", pensó el chofer, quien no se había dado cuenta que había un taxi siguiéndolos casi desde que dejaron el club.
Minutos más tarde, arribaron a la dirección ubicada en los suburbios del oriente de la ciudad. Resultó que el departamento de Glasto se encontraba en el primer piso de un pequeño edificio. Para evitar llamar la atención, la Cazadora sugirió subir por las escaleras de incendios del costado izquierdo del inmueble.
—¿Y cómo sabremos cuál es el departamento correcto? Ni siquiera conocemos a ese tal Fred Glasto —murmuró Lee, mientras la Cazadora se asomaba a una ventana.
—Porque no creo que cualquier inquilino esté recibiendo a esta hora a gente de Junior —replicó la pelirroja, haciendo una seña a su compañero para que también se asomara por la ventana.
Efectivamente, en el departamento ante el que se encontraban, era donde vivían Glasto y su familia. Fred Glasto era un fauno bajo y delgado de casi 50 años, su cabello era corto de color pardo, con canas en los costados; tenía un par extra de orejas redondeadas además de una cola corta que emergía de la parte trasera del pantalón. La esposa de Glasto era una mujer humana de alrededor de 40 años, de cabello castaño, más alta que su esposo; mientras que la hija de Fred era una pequeña fauno de entr años, su cabello era bicolor con una mitad rubia rojiza y la otra mitad de su cabello era blanca. Al igual que su padre, la niña tenía una pequeña cola pero, en su caso, de color blanco.
Además de la esposa y la hija de Glasto, en el departamento estaban 2 sujetos vestidos como secuaces de Junior Xiong, con el característico traje y sombrero negros acompañados de corbata y lentes rojos.
—¿Listo, comadreja? No tenemos toda la noche —exclamó uno de los 2 presuntos subordinados de Junior.
Glasto y su familia, temerosos asintieron y se dirigieron a la puerta de salida cuando el otro sujeto de traje negro sacó una pistola de color verde. En ese instante, sin dudarlo, la Cazadora Roja, seguida de Lee, entró por la ventana sacando su arma y disparando contra contra los enviados por Junior. Ambos sujetos apenas percibieron la neblina rojiza, cuando fueron alcanzados por una poderosa descarga eléctrica, desplomándose en el suelo inconscientes.
—¡Querida, no te detengas! —ordenó Glasto llevando a su familia fuera del departamento, a través el pasillo. Su hija y esposa gritaban aterradas ante la repentina acción dentro de su hogar. Al llegar a las escaleras, la familia se detuvo—. ¡Pon a salvo a Perlita! ¡Es a mí a quien quieren! —exclamó el fauno abrazando por unos segundos a las dos personas a quienes más amaba, hasta que vio salir del departamento a la Cazadora Roja y su compañero.
—¡Papi, no nos dejes! —gritó la niña entre lágrimas, siendo arrastrada por su madre para que bajaran las escaleras, mientras su padre subía con dirección al techo.
—¡Lee, espera! Regresa por el departamento y sube por la escalera de incendios. —indicó la Cazadora, para luego seguir la misma ruta que Glasto.
Por las prisas, el compañero de la Cazadora, al pasar nuevamente por el departamento de los Glasto, no reparó en ver a los 2 sujetos que habían quedado en el suelo. A uno de ellos parecía habérsele encanecido el cabello, mientras que el otro individuo lucía más esbelto que antes, con la tez morena y el cabello verde menta.
Al llegar al techo, Frederick Glasto, nervioso comenzó a buscar alguna ruta de escape. Impulsivamente se dirigió al borde de edificio, del lado de la escalera de incendios, donde pudo ver a Lee subiendo deprisa. No tuvo tiempo de sobresaltarse cuando la Cazadora Roja ya había llegado.
—Señor Glasto, no he venido ha hacerle ningún daño ni a usted ni a su familia —comenzó a explicarse la Cazadora, levantando las palmas en señal de que no intentaría agredir a su interlocutor.
—¡Mentira! Tú, el White Fang, ese traidor de Junior... ¡todos quieren acallarme por lo que sé!
—No, espere, yo no estoy con ellos, de hecho quiero detenerlos pero para ello necesito saber ¿qué es lo que están planeando? —argumentó la pelirroja tratando de tranquilizar al fauno— ¿Qué es tan grande como para acabar con la vida de Tukson y atentar contra la suya y la de su familia?
—¿¡Cómo sé que no está mintiendo!? —cuestionó Glasto retrocediendo al mismo tiempo que la Cazadora intentaba acortar distancia de él—. ¿¡Cómo puedo estar seguro de que no me silenciará después de que le diga lo que quiere saber!?
—Si lo quisiera muerto, no hubiera interrumpido a los 2 sicarios que vinieron por usted y su familia. Si quisiera hacerle algo a su familia, le hubiera ordenado a mi compañero seguirla y no que subiera también —explicó con firmeza la pelirroja señalando a Lee quien acababa de llegar al techo—. No es a usted a quien quiero, sino al White Fang, a Roman y a quienes más estén detrás de todo este complot.
—Y-yo, yo no creí que se atreverían a tanto ¡H-he hecho c-cosas terribles antes por la causa! ¡pero jamás podría estar de acuerdo con el rumbo que han comenzado a tomar y que yo les he facilitado! —afirmó el fauno finalmente aproximándose a la Cazadora—. A-aquí encontrara todas las res... —antes de sacar algo del bolsillo de su chaqueta, en tan solo un parpadeo, una flecha oscura teñida de rojo por la sangre, sobresalía del pecho de Frederick Glasto.
—¡Cazadora! —gritó Lee corriendo hacia su compañera para intentar protegerla.
—¡No, no, no! —exclamó la pelirroja abalanzándose hacía el cuerpo de Fred Glasto que comenzaba a desplomarse.
La Cazadora Roja, atónita se había dejado caer de rodillas junto con el cuerpo de Glasto. La misteriosa flecha oscura se desvaneció antes de que la pelirroja tomase su mascada para cubrir y presionar la herida. Su compañero se aproximó de inmediato pero la Cazadora lo detuvo.
—¡No! ¡Allá, ve tras el asesino! —ordenó tajantemente la pelirroja señalando un techo cercano donde, tanto ella como su compañero, alcanzaron a divisar una figura que se alejaba velozmente; por lo que Lee corrió tras el asesino.
—M-ma-mañan... m-mañana... M-mu-muelle... c-ca-cat-torgg... —trataba de pronunciar Glasto. Sus ojos azules miraban hacia el vacío mientras que, con su mano derecha temblorosa, sacaba su scroll que la Cazadora tomó con cuidado cuando...
—¡Papá!
—¡Freddy! ¡No!
Tanto la hija como la esposa de Glasto, habían desobedecido a éste y decidieron subir también al techo en busca de Frederick. Lamentablemente se encontrarían con la Cazadora dándoles la espalda, frente al cuerpo agonizante de Fred Glasto. Sin embargo la familia no sería la única que subiría a ese techo.
—¡Sabía que no debía haberte dejado escapar la primera vez! —gritó enfurecido HuntsMan, señalando con su dedo flamígero a la Cazadora quien se giró inmediatamente al escuchar la voz de su compañero... u oponente, en este caso.
Antes de que la Cazadora pudiera pronunciar algo en su defensa, HuntsMan se abalanzó contra ella. Pero la pelirroja lo esquivó rodando por el piso y hábilmente se puso de pie en posición defensiva, pues el justiciero novato lanzaría varios golpes al azar que la Cazadora desviaría sin problema, haciendo que HuntsMan perdiera el equilibrio.
—Lo siento, pero no tengo tiempo para esto —pronunció la pelirroja que estaba parada al borde del techo, recargada en la cornisa desde la cual se dejó caer de espaldas hacia el vacío.
HuntsMan se incorporó lo más rápido que pudo y corrió hacia el punto donde había huido la criminal escarlata. Y, asomándose por el borde, pudo ver a la mujer bajando por las escalera de incendios. El rubio enmascarado gruñó pero el sonido del llanto de la esposa e hija de Glasto lo detuvieron.
—Y-yo lamento mucho su pérdida... —exclamó el rubio intentándose acercar a la desolada familia.
—¡Sólo lárguese de aquí! —espetó la madre de la pequeña Perla, mientras la niña lloraba desconsolada abrazando el cuerpo de su padre.
HuntsMan, sin saber qué decir, tragó saliva y se alejó por las escalera de incendios, esperando poder alcanzar a la despiadada Cazadora que ya estaba doblando la esquina de uno de los callejones de los suburbios donde se encontraban.
El joven justiciero siguió la misma ruta, corriendo lo más rápido posible. Estaba dispuesto a atrapar a la Cazadora y llevarla ante la Justicia. Sin embargo, al avanzar por un callejón, recibiría un contundente golpe en la cara con una tapa de un cesto de basura, provocando que el rubio cayera de espaldas.
—No estoy de humor para jugar contigo esta noche, así que mejor vete a tu casa y olvídate de una vez por todas de esta tontería de ser un vigilante —masculló secamente la Cazadora Roja, de pie frente al encapotado que gemía de dolor, con ambas manos en la cara. La pelirroja apuntaba su arma hacia el justiciero novato que, ante la amenaza, se aguantó el dolor.
—¡Anda, qué esperas! ¡Acaba conmigo tal y como hiciste con el padre de esa pobre niña! —exclamó desafiante el rubio— La primera vez pensé que sólo eras una vulgar delincuente, pero ahora me doy cuenta ¡Eres una vil asesina!
Pyrrha Nikos sabía que las palabras de Jaune alias "HuntsMan" no iban dirigidas a ella sino a la Cazadora Roja; sin embargo, el solo escucharlas con la enorme carga de desprecio que el rubio sentía hacia la criminal que tenía enfrente, hizo que la pelirroja sintiera un profundo dolor en el pecho.
—¿Jamás te vas a rendir, cierto? —cuestionó seria la Cazadora Roja sin dejar de apuntar su arma hacia HuntsMan.
—Así es —masculló el justiciero novato aún en el suelo.
—Eso imaginé... —pronunció la Cazadora con resignación, dándole la espalda al rubio para inmediatamente girarse y golpearlo directo en la frente con la empuñadura de su arma.
HuntsMan terminó inconsciente bocabajo en el piso. Por un instante, Pyrrha Nikos sintió el impulso de revisar si no se le había pasado la mano con su amigo. Lo que menos quería la pelirroja era derramar más sangre inocente.
—Lo siento mucho... Jaune —exclamó Pyrrha con voz suave, guardando el arma de la Cazadora y retirándose del lugar antes de que el rubio despertase. Ahora necesitaba encontrar a su compañero Lie Ren alias "Lee".
Quien también comenzaba a preguntarse dónde estaba Ren, era Nora Valkyrie. La miembro restante del equipo JNPR se había quedado sola desde la tarde en la habitación del equipo en la Academia Beacon. Como Nora ya se había aburrido y no quería hacer la tarea que habían dejado en las distintas clases de ese día, decidió leer un rato su libro de "Fábulas y Leyendas de Mistral". En ese momento llamaron a la puerta.
—¡Buenas! ¿Se encuentra la señora de la casa? —exclamó una voz femenina que Nora inmediatamente reconoció, por lo que se dispuso a abrir.
—¿Qué se le ofrece? Si buscas a Pyrrha o a los muchachos, se fueron desde hace ya un buen rato —explicó la joven Valkyrie—. Me dejaron cuidando el changarro, así que estoy sola con mi soledad...
—¿Sola sin su compañía? —agregó Yang Xiao Long, presentando una caja grande aunque delgada—. Ese caso te hago entrega de este paquete que me encargaron traer.
Nora sospechó de qué se trataba, por lo que invitó a pasar a la rubia, quien le entregó complacida la caja que contenía el vestido de Nora.
—¡Oh! Con razón Ren insistió tanto en que tuviera cuidado con el paquete —exclamó Yang mientras admiraba el vestido rosa de Nora quien, en contraste, lucía desanimada, no porque no le hubiese gustado su vestido nuevo sino porque hubiera preferido que Ren se lo hubiese entregado en persona.
—Entonces te encontraste con Pyrrha y Ren —afirmó la joven Valkyrie.
—¡Uy! ¡Vaya que si me los encontré! —contestó la rubia con tono irónico recordando la peculiar escena de Pyrrha y Ren afuera de uno de los vestidores de una tienda de ropa— Quiero decir... sí, sí... Blake y yo los encontramos en una de las tiendas de Vale.
—¿Y Jaune estaba también con ellos? —prosiguió Nora.
—¿Juanelo? No, de hecho lo vi saliendo de la misma tienda de ropa, supongo que para ir a buscar a Weiss para otra dosis de rechazo.
—¿Y Pyrrha y Ren a dónde fueron después de entregarte el vestido? —insistió la joven Valkyrie.
—Esa es una buena pregunta ¿Por qué no mejor le preguntas directamente a ellos? —sugirió Yang, un tanto cansada por el interrogatorio de Nora—. Mándales un mensaje.
—¿Mandarles un mensaje? ¡Por los dioses, qué gran idea! ¿¡Cómo no se me había ocurrido!? Mandarles un mensaje... —exclamó Nora con tono sarcástico dándose una palmada en la frente—. ¿¡Y qué crees que he intentado hacer desde hace horas!? —espetó molesta la joven Valkyrie mostrándole su scroll a Yang para que ésta viese los numerosos mensajes que Nora envió tanto a Pyrrha como a Ren, más a Ren en realidad.
—¡Oye, no te enojes conmigo! Yo no soy la que está en brazos de Ren en este momento... —apenas terminó la oración, la rubia se tapó inmediatamente la boca con ambas manos y sus ojos color violeta se llenaron de terror, pues sabía que había echado a perder todo y quizá hasta provocado el fin de Remnant.
—¿¡Qué dijiste!? —toda la habitación retumbó a causa de la ira de Nora— ¡Dime qué fue lo que viste! —exigió la joven Valkyrie mientras intentaba sujetar a Yang del cuello de su chaqueta.
—¡No, nada! ¡Yo no vi nada! ¡Por favor no me rompas las piernas! —suplicó la rubia cubriéndose de cualquier posible ataque y maldiciendo por dentro el no haber podido olvidar la imagen de Ren cayendo al suelo y Pyrrha terminando encima de él. Y, a juzgar por lo desencajada que se encontraba Nora, muy probablemente la imagen mental que ésta se formó pudiese haber sido más explícita.
—¡No! ¡Ren nunca me haría algo así! Quiero decir... ellos no podrían... ¡no deberían! Pyrrha es mi amiga, ella no... —Nora estaba perdiendo el control de sí, recordando que esa mañana había encontrado a Ren solo en el dormitorio con Pyrrha, sentado en la cama a un lado de la pelirroja. Y, más tarde, su compañero también había preferido quedarse a acompañar a Pyrrha en el taller después de que el profesor Port cancelara su clase.
—Tranquila Nora, no hablaba en serio —exclamó Yang tomando el scroll de Nora, mientras intentaba que ésta tomara asiento—. Mira, vamos a quitarnos de dudas de una vez. Ya le estoy marcando a Ren —Nora se paralizó al escuchar el tono de llamada, sin embargo su compañero de equipo no contestó—. ¡Carajo! —masculló la rubia intentando marcar de nuevo.
—¡Trae acá! —gritó Nora arrebatándole el dispositivo a Yang para realizar ella misma una llamada más.
—¿¡Nora!? ¿Qué sucede? —finalmente se escuchó la voz de Ren desde el dispositivo de la joven Valkyrie—. ¡E-este no es... un buen.. momento!
—¿Acaso está jadeando? —cuestionó Yang, quien se había sentado a lado de Nora, además de que había pegado su oído lo más posible al scroll de la joven Valkyrie para escuchar mejor la conversación.
—¡Shhh! —interrumpió Nora a la rubia para luego retomar la conversación con su compañero de equipo—. Ren, te escucho agitado ¿Qué estás haciendo? ¿dónde estás?
—Estoy detrás de... aguarda, no puedo... no puedo decírtelo ahora... —además de agitado, Ren parecía no poder concentrarse en la llamada con Nora—. ¡Perdón, me tengo que ir!
Antes de que Nora pudiera replicar, Ren había cortado la llamada, dejando a la joven Valkyrie atónita sosteniendo, aún junto a su oído, el dispositivo que había dejado de emitir cualquier sonido.
—No me digas que... —comenzó a pronunciar Yang, igualmente estaba sorprendida.
—¡Se atrevió a colgarme! ¡Lie Ren, te atreviste a colgarme! —espetó iracunda Nora dirigiéndose todavía a su scroll, como si su compañero aún pudiese escucharla.
—¡Esto no puede quedarse así amiga! —exclamó la rubia uniéndose a la indignación.
—¡Y no va a quedarse así! Ren va a tener mucho que explicar —sentenció la joven Valkyrie levantándose de su asiento y yendo a tomar su mazo Magnhild—. De alguna forma u otra obtendré respuestas.
Sin decir nada más, Nora salió de la habitación del equipo JNPR con paso firme, seguida de Yang.
—¡Aguanta, yo también voy! ¡No te puedo dejar sola en esto! Además que seguramente será emocionante de ver lo que harás.
Mientras tanto, entre los techos y callejones de Vale, Lie Ren alias "Lee" continuaba su persecución del posible asesino de Fred Glasto. Lee había logrado seguirle el rastro a la elusiva figura sin embargo, tras la llamada de Nora, no había conseguido acortar la distancia con su objetivo.
La carrera los había llevado hacia el centro de la ciudad y, al cruzar con una calle más transitada, la misteriosa figura decidió atacar con flechas a su perseguidor. Lee, que apenas estaba saliendo de un callejón, tuvo que arrojarse hacia un automóvil estacionado para cubrirse de las flechas. Los impactos resonaron primero en el metal y luego en los vidrios. Sin dudarlo, Lee desenfundó sus armas, incorporándose para responder el ataque. Fue entonces que descubrió que su oponente se trataba de una mujer, la cual estaba apuntando hacia él una flecha encendida. Lee se dio cuenta que tras los anteriores disparos, el tanque de gasolina se había roto, dejando un charco de combustible. Por mero reflejo, el compañero de la Cazadora Roja se alejó lo más rápido que pudo del vehículo cuando éste explotó al recibir el disparo de la flecha encendida.
Lee, aturdido y ensordecido por la explosión, trató de arrastrarse de vuelta al callejón. El fuego del vehículo destruido iluminaba la calle, las alarmas de otros automóviles cercanos resonaban sin cesar; algunos transeúntes gritaban y corrían aterrados mientras que otros se congregaban alrededor de la escena, atraídos por la curiosidad.
Cuando finalmente pudo incorporarse, Lee confirmo que la verdadera asesina de Glasto había desaparecido. Por lo tanto, el guardaespaldas y chofer de la Cazadora Roja, a falta de opciones y con la policía aproximándose a la escena de la explosión, decidió buscar a su compañera, la cual se encontraba algunas cuadras hacia el oriente.
Habiéndose librado momentáneamente de HuntsMan, la Cazadora Roja se movía entre los callejones y calles de los suburbios. Pero al llegar a un patio trasero, ubicado entre un conjunto de edificios y que los chicos del barrio usaban como cancha de juegos, la criminal escarlata se encontró con la...
—¡Policía de Vale! ¡Manos arriba! —ordenó un oficial que fue respaldado inmediatamente por otros 2 miembros del Departamento de Policía de Vale, que no tardaron en rodear a la Cazadora, bloqueándole las salidas. Los 3 miembros de la Ley apuntaban con sus armas a la pelirroja, quien ya evaluaba su situación.
¿De dónde habían salido estos policías? y ¿cómo consiguieron sorprenderla con tanta facilidad? No había tiempo que perder con esos cuestionamientos, la Cazadora necesitaba enfocarse en cómo eludir a los agentes de la Ley. Usar su pistola paralizadora sólo funcionaría contra un objetivo pues los oficiales la estaban rodeando desde 3 puntos distintos. Fácilmente podría usar su semblanza de polaridad para quitarles sus armas, pero se arriesgaría a exponer su verdadera identidad.
Sin pensarlo demasiado, la Cazadora se abalanzó hacia el policía que tenía enfrente. Con una mano sacó su arma mientras que con la otra, oculta en su gabardina, usaría su semblanza para desviar la trayectoria de los disparos de los oficiales. Era una movida arriesgada para la Cazadora pero tenía posibilidades de funcionar. Sin embargo, al disparar su arma hacia uno de los policías, la descarga eléctrica no paralizó al uniformado, sino que su imagen se fragmentó como si se tratase de un enorme cristal rompiéndose en cientos de pedazos. Además, la pelirroja no pudo percibir el metal de las balas ni de las pistolas de sus oponentes a pesar de haber escuchado los disparos.
La Cazadora no tuvo tiempo para reaccionar ante tan inusual situación cuando casi es alcanzada por una detonación proveniente desde el techo de uno de los edificios. Tras esquivar una serie de explosiones lo mejor posible, la pelirroja pudo distinguir la figura de Roman Torchwick, apuntando con su bastón hacia ella. Pero, antes de poder realizar otra acción, la Cazadora sería atacada por la espalda, recibiendo un contundente golpe en la nuca que la dejaría fuera de combate.
Con mucho trabajo, la Cazadora Roja comenzó a abrir los ojos. Una intensa luz la bañaba directamente desde arriba, lo que hizo a la pelirroja darse cuenta de que no llevaba su sombrero. Además, un intenso dolor en la cabeza le dificultaba poder concentrarse mientras que a lo lejos se escuchaba una voz.
—No es mi culpa que tus chicos no pudieran completar el trabajo... ¿darte las gracias? ¡Tú deberías agradecerme! Ahórrate tus amenazas... estarás complacida cuando veas lo que he conseguido.
La voz comenzó a sonar más cerca, lo suficiente como para que la aún aturdida pelirroja se diera cuenta de quién se trataba.
—No te vayas a poner celosa pero me tengo que ir, hay otra mujer que me espera "impacientemente"... sí, sí, yo también te detesto... ¡Adiós!—exclamó Roman Torchwick, pulsando la pantalla de su scroll para dar por terminada su llamada con una mujer, cuya identidad la Cazadora no lograría conocer en ese momento.
—¡Carajo! Me siento como si estuviera en un divorcio, discutiendo con mi ex-pareja, sacando de apuros a los hijos problemáticos, a pesar de que nunca me he casado y jamás engendraría a monstruos como ese par... ¡Oh! Así que por fin despertaste —interrumpiendo su monólogo, finalmente Torchwick se dirigió a la Cazadora, quien se encontraba atada a una silla.
Roman se había parado frente a la pelirroja. Sin ninguna prisa, sacó un puro del bolsillo de su abrigo y, como un día antes una de sus problemáticas "hijas" le había robado su encendedor, con un cerillo encendió el cigarro. Torchwick observaba a la Cazadora despectivamente, mientras que ella le devolvía una mirada cargada de rabia, la cual el criminal pudo percibir a través de los lentes rojos de la Cazadora.
—Me encanta que estés de tan buen humor, "Rojita", porque tú y yo vamos a pasar tiempo de calidad juntos teniendo una laaaarga conversación —afirmó Roman aspirando profundamente.
Alguien que también quería tener una larga conversación con Pyrrha y con Ren, era Nora Valkyrie, quien estaba abordo de la motocicleta de Yang Xiao Long. Las chicas recorrían, a alta velocidad, una de las vialidades principales de Vale , cuando Nora sintió la vibración de su scroll.
—¿Alguna novedad de Ren y Pyrrha? —cuestionó Yang orillándose para evitar algún accidente... como el que Nora decidiera aplastar algún vehículo con su mazo para liberar estrés.
—Acabo de recibir una ubicación, mira —la rubia tomó el scroll de la joven Valkyrie y lo colocó en el manubrio de Bumblebee.
—Ok, no parece ser un barrio muy fino, así que entre más rápido lleguemos y salgamos de ahí, mejor —Yang hizo rugir el motor de Bumblebee mientras que Nora sujetaba fuertemente la cintura de la rubia, consternada por lo que pudieran encontrar en el misterioso lugar al que se dirigían. La motocicleta aceleró, dejando una estela de humo a su paso.
La Cazadora Roja tosió al recibir parte del humo del puro de Roman. Al terminar de fumar, el criminal tiró y pisó los restos del cigarro, dispuesto a comenzar su tan ansiada "entrevista" con la mujer que había estado entrometiéndose en sus operaciones.
—Ahora me dirás ¿qué información te dio esa comadreja traidora de Glasto? —cuestionó Torchwick, sujetando fuertemente con su mano derecha el fino rostro de la Cazadora, aproximándose a ella, quedando frente a frente, a escasos centímetros uno del otro—. No tiene caso que te hagas la difícil, esta es una vieja fábrica abandonada, por lo que sólo estamos tú y yo, "Rojita"...
Repentinamente, una afilada hoja metálica presionaba la mejilla derecha de Roman.
—Tú, yo y... Neo, por lo visto —pronunció Torchwick torciendo su boca y su rostro para evitar lo más posible el filo de la daga que salía de la punta de la sombrilla de Neopolitan, compañera de Roman—. Disculpa, querida, no pensé que fueras a regresar tan pronto —exclamó Torchwick, apartándose de ambas chicas—. Por cierto Neo, como que ese sombrero no te queda.
Neo, quien descaradamente portaba el sombrero de ala ancha de la Cazadora Roja, volteó hacia Roman y, con una expresión desafiante, comenzó a modelar y a posar, tratando de lucir su nuevo sombrero.
—Sigues sin convencerme, Neo —afirmó Torchwick con desgano—. Serás muy linda y todo, pero ese sombrero no va con tu atuendo.
—¡El único atuendo por el que deberán preocuparse de ahora en adelante, es el naranja de la prisión, villanos! —resonó una voz en el lugar.
—¿Qué? ¿¡Quién dijo eso!? —exclamó Roman mientras Neo se encogía de hombros dando a entender que no tenía idea.
—¡Soy yo, el combatiente del crimen conocido como HuntsMan! —respondió el enmascarado cayendo frente a la pareja criminal que le había dado la espalda a la Cazadora Roja, quien lucía hastiada por tan absurda situación.
La pelirroja, aprovechando la distracción del justiciero novato, comenzó a pensar en un plan para liberarse. De momento, se había dado cuenta de que no llevaba su arma y que ésta no parecía encontrarse en ese lugar.
—¿Necesitas una mano? —musitó una voz familiar detrás de la Cazadora.
—¿Ren?
—No, recuerda que en este momento soy Lee —corrigió el compañero de la pelirroja mientras la desataba de la silla.
—Perdón... ¿Cómo me encontraste? —cuestionó la Cazadora.
—Simplemente lo seguí a él —respondió Lee señalando al encapotado—. Nuestro amigable vecino justiciero fue quien en realidad te encontró.
Al mismo tiempo, Neo y Roman reaccionaban ante la "impresionante" presentación de HuntsMan.
—¡Recórcholis! ¡Claramente no somos rivales para este misterioso nuevo héroe! —exclamó Torchwick con tono burlesco, encorvándose simulando estar atemorizado, por su parte, Neo fingió una expresión de asombro.
—¡Ríndanse, malhechores! Esta ciudad está bajo mi protección —continuó su discurso el rubio de capa roja, cuando repentinamente recibió un contundente golpe en el abdomen por parte de Roman y su bastón.
—Así que es cierto, un ridículo con capa y máscara fue el que provocó que perdiera parte de mi valiosa mercancía —masculló Torchwick mientras sujetaba del cabello al encapotado que se había doblado por el dolor del golpe.
—¡Oye! ¿No te han dicho que es de mala educación dejar esperando a una dama? —intervino la Cazadora Roja, finalmente libre de todas sus ataduras.
—¡Oh! Disculpa la distracción, preciosa, en un momento te atiendo como es debido; solamente debo deshacerme de la basura primero —respondió el criminal sin alterarse por ver que la pelirroja se había liberado—. Neo, por favor entretén a nuestra invitada.
—Yo me encargo de la chica tricolor, tú ve por Roman —espetó el compañero de la Cazadora, tronándose los nudillos.
La pelirroja asintió y se dirigió hacia Torchwick, rodeando a Neopolitan quien trató de bloquearle el paso pero tuvo que dejarla pasar para desviar el ataque de Lee. Con el camino libre, la Cazadora pudo atacar a Roman, lanzando una patada que el criminal detuvo con su bastón.
—¿Así que quieres bailar con el diablo por la noche? —masculló Roman, adoptando una pose defensiva y soltando a un frustrado HuntsMan que no había podido librarse antes del agarre.
Mientras el rubio, tirado en el suelo, se sobaba la cabeza, los 2 criminales que tenía ante él, intercambiaban diversos ataques en una danza elegante y ágil. La Cazadora, sin portar ningún arma, lanzaba golpes y patadas que Roman bloqueaba y desviaba con su bastón que giraba y se movía velozmente mientras que el criminal parecía mantenerse firme sin perder la compostura. Asimismo, los contraataques de Torchwick eran eludidos por la pelirroja que, en cambio, fluía con una rapidez y flexibilidad que la hacían parecer un torrente escarlata, gracias a su mascada y su larga cabellera rojas.
Por su parte, Lee batallaba con la inusual Neo. La corta estatura y la gran habilidad de la chica para combatir usando su sombrilla, la hacían una rival temible a pesar de su adorable aspecto. El compañero de la Cazadora trató de no perder la calma a pesar de no poder conectar ningún ataque, mientras que la chica comenzaba a presumir, una vez más, el sombrero que le había quitado a la pelirroja.
Quien, en contraste, había comenzado a frustrarse, era Hunstman, por lo que, sin pensarlo, se arrojó al combate entre Roman y la Cazadora. Lo único que consiguió el rubio fue recibir golpes de ambos contrincantes. Como una especie de juego de ping pong, Huntsman era arrojado hacia Roman quien inmediatamente lo usaba de escudo de los ataques de la Cazadora y luego era devuelto a ésta, quien volvía a usarlo como distractor y señuelo para los contraataques de Torchwick.
—¡Suficiente! ¡No tengo tiempo para juegos! —exclamó hastiado Roman, retrocediendo para apuntar y disparar hacia donde se encontraban la Cazadora y la piñata humana de HuntsMan.
La pelirroja empujó a un lado al rubio mientras que ella se arrojó en la dirección opuesta para esquivar el disparo de Roman, quien aprovechó para realizar una segunda detonación esta vez apuntando hacia la parte superior de una de las paredes de la fábrica.
—¡Neo, mutis por la izquierda! —indicó Torchwick mientras apuntaba y activaba el gancho de su bastón Melodic Cudgel en dirección al boquete que había abierto en la pared.
Neopolitan, por su parte, se quedó de pie inmóvil, recibiendo una patada de Lee; sin embargo solamente se trataba de una ilusión que se desquebrajó en cientos de pedazos. Cuando Lee volteó en dirección hacia Roman, el criminal ya sujetaba de la cintura a Neo quien a su vez abrazaba a su compañero, arrojando sonriente el sombrero de la Cazadora mientras se elevaban hacia el boquete.
—¡Nos volveremos a ver, Cazadora Roja! Y la próxima vez estaré preparado para ti... y tu elegante atuendo —sentenció Roman Torchwick huyendo por el boquete en la pared, seguida de Neo que se despedía agitando la mano.
—¡No, no escaparán tan fácilmente! —gritó la Cazadora mientras corría buscando una ruta para subir hacia el boquete.
—Así es, no escaparás tan fácilmente —masculló HuntsMan, sacando de la parte trasera de su pantalón el arma que la Cazadora había dejado caer en los callejones de Vale tras haber sido abatida por Neo y Roman.
Cuando la Cazadora pasó frente al justiciero novato, éste apuntó el arma y disparó hacia la pelirroja quien no tuvo tiempo de reaccionar al repentino ataque. En un instante, la Cazadora Roja recibió una poderosa descarga eléctrica, soltando un agudo grito para después caer al suelo inconsciente.
—¡Pyrrha! —gritó Lee desde el otro extremo del lugar, perdiendo la concentración al ver a su compañera y amiga desplomarse en el suelo.
—¿P-Py-Pyrrha? —musitó incrédulo HuntsMan, acercándose al cuerpo de la mujer que había derribado, disipando con la mano los residuos del vapor rojizo emanados por el arma de la criminal escarlata.
El rubio de antifaz se inclinó hacia el rostro la pelirroja; incrédulo, comenzó a retirarle los goggles rojos cuando sintió un contundente golpe en la nuca. HunstMan se desplomó a lado de la criminal que tanto había perseguido y que resultaba ser su amiga y compañera de equipo: Pyrrha Nikos. Con ese último pensamiento todo finalmente se oscureció.
