Disclaimer
Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi de su obra Ranma 1/2. Sólo los utilizo para mi propio entretenimiento y el de los que leen. No obtengo ningún beneficio monetario por ello.
[Si los personajes fueran míos, tendría a Mousse secuestrado en mi casa]
Se aceptan todos los comentarios y críticas que sean hechas con respeto. Comentarios ofensivos serán ignorados. Muchas gracias.
¿Qué es un joven? ¿Qué es una doncella?
¿Qué es un joven?
Impetuoso fuego.
¿Qué es una dama?
Hielo y el deseo.
El mundo se agita
Una rosa florecerá,
que a continuación se desvanecerá
lo mismo sucede con un joven.
lo mismo sucede con la más bella doncella
Nino Rota - What is a youth?*
[Sugerencia: escuchar este tema, versión violín para esta primera parte del capítulo]
Después del baile, era hora de algo más suave para relajarse. Algunos propusieron cantar en el karaoke y otros divertirse con juegos de mesa. Shampoo tuvo una idea mejor.
– ¿Sabían ustedes que Mousse sabe tocar muy bien el erhu? Y también el violín. Podrías tocar algo para nosotros ¿no te parece? – le preguntó a su amigo. Todos apoyaron la idea entusiasmados y rodearon al joven músico. Mousse siempre llevaba alguno de los dos instrumentos con él, ese día le tocó al violín. Pensó que podía hacer y, de pronto, vino a su mente una linda melodía de amor en sol mayor que había escuchado en alguna película antigua. Luego de afinar su violín y calentar los dedos, comenzó su performance, que enamoró a todos.
Akane miraba desde la alturas lo que pasaba allá abajo. Tuvo la misma sensación que Ranma había tenido: era ella la que desde lo alto miraba al joven quien, a diferencia de ella, no quería ocultarse de su mirada, por el contrario, quería que ella lo mirara también, sinceramente; sin disfraces. Pero, para que todo se diera, tenía primero que escabullirse de las chicas que lo rodeaban.
– Miren nada más donde está Akane. ¿En qué estará pensando? – preguntó Shampoo, intrigada.
– Seguramente en su amor de verano – respondió Ukyo al tiempo que el corazón de Ranma daba un salto y el rostro de Ryoga dejaba ver una expresión de sorpresa primero y decepción después.
– Pero ¿es ese cuento verdad? ¿Existe ese muchacho realmente? Por un momento creí que era un invento de Nabiki – señaló Shampoo con incredulidad.
– Eso dijo Nabiki, ella al parecer los vio besarse dentro de un estanque, en casa de los Kuno… Sólo repito lo que ella contó – reafirmó Ukyo para demostrar que el chisme no había salido de ella. Todos miraron a Nabiki quien sólo se encogió de hombros y se desligó de la situación, como sólo ella sabía hacerlo.
Ranma supo de inmediato que ese amor de verano era él y una sensación de felicidad lo embargó, reacción que no pasó desapercibida para Ryoga.
– ¿Y tú de qué te ríes? Pareces tonto – le dijo con fastidio. La noticia de que el corazón de Akane parecía tener dueño le cayó pésimo.
– De nada, sólo disfruto de la música del violín. No sabía que Mousse tocara tan bien – fue lo que se le ocurrió inventar en el momento. Aunque trataba de no mirar a Akane, los ojos se le iban solos. Ella estaba ahí, luminosa.
– La verdad es que sí, toca muy bien. No lo habría imaginado – aceptó Shampoo quien no se separaba de Ranma. Ukyo tampoco. Sin embargo, en un momento de descuido, Ranma se las arregló para escaparse de ambas, mientras las chicas seguían oyendo la música. Mousse seguía en un mundo aparte, sacando la más bella melodía con su arco y Nabiki estaba junto a Ryoga, también escuchando.
Sin ninguna vergüenza ni respeto por la privacidad de una casa ajena, Ranma entró al hogar de los Tendo y buscó la habitación que llevaba al balcón. Le costó dar con ella pero, finalmente, lo hizo. Ahí, de espaldas a él, se dibujaba la silueta de Akane, aún bañada de plata lunar. No lo sintió llegar.
– No me digas nuevamente que no estás huyendo de mí – dijo una voz detrás de ella. No necesitó verlo para saber de quién se trataba. Sus palabras le hicieron hervir la sangre.
– No seas egocéntrico. Mi vida no gira en torno a la tuya – contestó Akane, molesta. Ranma sonrió y se acercó a ella: tenía nuevamente ganas de provocarla.
– Qué mentirosilla eres. Vi cómo me mirabas todo este rato: casi se te salían los ojos – le dijo de forma burlona. A pesar de la noche, Ranma notó que el rubor subía a las mejillas de la chica.
– Bueno, podría decir lo mismo ¿no crees? – le respondió Akane dándole la espalda.
– Ja, ya quisieras tú que fuese así –. Nuevamente estaba Ranma tomándole el pelo. Pero ¿qué es lo quería? ¿Se divertía atormentándola? ¿Con qué fin? Lo mejor era cortar por lo sano y acabar con ese jueguito.
– Fíjate que no. No me interesas, para nada. Así es que ahora te pido que te vayas de mi casa, entraste aquí como los bandidos. Si no te vas, voy a gritar – lo amenazó.
– Como quieras; me voy. Pero antes, dime ¿quién es ese amor de verano que tuviste? – le preguntó Ranma con sorna. Akane sintió que la sangre se le congelaba. ¿Quién le había ido con ese maldito cuento?
– No sé de lo que hablas. Yo no tengo ningún amor de verano: eso es algo que Ukyo creyó a partir de algo que, a su vez, dijo Nabiki. Yo no tengo nada que ver – respondió Akane furiosa.
– Ah, entonces no era cierto. Por un momento pensé que era yo pero, en fin. Las cosas son como son – dijo Ranma despreocupadamente. Akane contraatacó.
– Quizás querías que fuese cierto – sonrió Akane, traviesa –: después de todo tú fuiste quién me siguió esa noche y… bueno…me besaste, a la mala.
Ranma suspiró.
– ¿No te dije que te había confundido con otra persona? Está bien, no eras un hombre ni nada por el estilo. Eso lo dije para hacerte enfadar. Te ves divertida enojada –. Akane tomó un vaso que tenía cerca y se lo lanzó pero Ranma fue capaz de esquivarlo. No sabía si Akane estaba furiosa porque le había dicho que se veía divertida enojada o porque le recordó que la había confundido con otra.
– Lo recuerdo perfectamente, no tienes para que repetirlo.
– Esa mujer es la dueña de mis sentimientos – dijo serio. Akane sentía que su corazón se detenía y, sin saber por qué, sus ojos se llenaron de lágrimas pero se contuvo y fue capaz de disimularlo. No podía comportarse como una estúpida. ¡Qué decepción! Ranma estaba enamorado de otra pero aun así se había atrevido a besarla, a provocarla y, más aun, jugaba con los sentimientos de Shampoo, Ukyo y con los de ella de paso. ¡Era un canalla!
En ese momento, Nabiki aparieció en el balcón. Sonrió al ver a Ranma y Akane juntos.
– Esta escena se está repitiendo a menudo ¿no creen? – fue todo lo que les dijo. Akane aprovechó el momento para salir e irse a su habitación. Una vez ahí, se encerró y se lanzó sobre la cama. ¿Por qué le dolía tanto lo que Ranma le había dicho?
v-v-v-v-v
Cuando Mousse terminó su performance, un sincero aplauso surgió desde la audiencia. Las chicas estaban fascinadas ya que nunca lo habían escuchado tocar por eso, el grupo de las tontas se acercó a él, tratando de llamar su atención:
– Eres genial ¿sabías? Como Apolo con su lira. Muy talentoso – dijo una mirándolo coqueta. Shampoo la vio y fue de inmediato a detenerla. A ella no le gustaba Mousse pero tampoco quería que tuviese más admiradoras que ella. Se había ganado ese derecho.
– Mousse, eres mi ídolo. ¿Por qué no vienes con nosotros a compartir? – y sin esperar respuesta, se lo llevó de un brazo. Esa señal fue para Mousse como el roce de un ángel: no opuso resistencia. Fue sólo cuando llegaron al grupo en el que estaban anteriormente que Shampoo se dio cuenta de que Ranma se había hecho humo.
– Pero ¿dónde fue? – preguntó olvidándose completamente de Mousse, para desgracia de él.
– Es lo mismo que me gustaría saber – dijo Ukyo, molesta –, pensé que estaba contigo pero ya veo que no, a menos que estés fingiendo.
Shampoo la ignoró en ese momento lo menos que le importaba eran los dramas que le armaba Ukyo. Lo importante era encontrar a Ranma: por alguna razón había huído de ellas y tenían que encontrarlo. Ryoga sugirió que le preguntaran a Nabiki, esa era su casa, debía saber dónde hallarlo. No fue necesario recurrir a ella; Ranma llegó solo, con una expresión algo taciturna.
– ¿Qué hay? Ahora te las das de misterioso y te escondes – le dijo Ryoga para molestarlo.
– Te perdiste la música de Mousse ¿O es que no estabas tan lejos y pudiste escucharla? – lanzó Shampoo que siempre iba un paso más adelante que todos, incluso que Ranma. Éste negó con la cabeza disculpándose con su amigo por no oírlo.
– Ranma no se sentía bien y tuvo que ir al baño – Nabiki estaba ahí para darle una mano. No era la excusa más digna pero, por ahora, salvaba. Todos creyeron lo que ella decía y no lo acosaron más con preguntas. Shampoo y Ukyo, realmente preocupadas, se fueron a arrullarlo y a ofrecerse para acompañarlo a su casa. No era necesario, estaba bien. A la pasada le agradeció a Nabiki por su ayuda.
– De nada: te costará dos mil yenes…
Ranma suspiró y miró al cielo, resignado. De paso miró hacia el balcón. Estaba vacío.
Aunque Ranma estaba absorto en sus pensamientos, la fiesta seguía y amenazaba con ponerse mejor. Pronto, la realidad diría otra cosa, al menos para Shampoo. En un momento determinado alguien, que no estaba invitado por supuesto, ingresó ahí exigiendo que le dijeran dónde estaba su hija. Shampoo reconoció de inmediato la voz de su padre pero ¿qué hacía él ahí?
– Así es que aquí estabas muchacha suelta – fue todo lo que le dijo mientras el resto de los invitados no entendía lo que estaba pasando. Poco a poco lo fueron comprendiendo: Shampoo se había escapado de su casa.
– Oh padre, yo lo puedo explicar todo – lloriqueó Shampoo, sin saber qué decir. No había mucha explicación para lo que había hecho.
– ¿Y qué me quieres explicar? ¿Qué te escapaste de tu casa como los bandoleros? –. El padre de Shampoo la tomó de un brazo y salió con ella de la casa. Ranma y sus amigos trataron de intervenir pero la mirada del hombre les hizo ver que era una mala idea. Desistieron. La humillación fue aun mayor para Shampoo al ver que el grupo de las tontas sonreían victoriosas. ¡Cómo las odiaba!
El incidente hizo que la fiesta se acabara de sopetón. Los invitados poco a poco comenzaron a retirarse no sin antes exigir la devolución de su dinero, cosa que no sucedió. Nabiki había dejado los términos claros y, además, bastante habían disfrutado de la comida y música. Ukyo, por su parte, vio en el escándalo una oportunidad de atrapar a Ranma. Asegurando estar muy nerviosa le pidió a éste que la acompañara a su casa. No quería que le pasara lo mismo que a Shampoo.
– ¿Tú también te escapaste de tu casa? – le preguntó sorprendido.
No lo había hecho pero de todos modos estaba nerviosa. Se tomó del brazo de Ranma y le volvió a pedir que la acompañara. Ranma miró a sus amigos, buscando salvación. Sin embargo, Ryoga aún tenía esperanzas de ver a Akane y Mousse estaba demasiado desencantado por lo que había pasado con Shampoo como para acompañarlo, de modo que ninguno de los dos quiso ir con él. Temiendo quedar como un cretino, aceptó. En ese mismo momento, Akane bajó, alertada por el escándalo de Shampoo y su padre, sólo para encontrarse con Ranma y Ukyo abandonando la fiesta juntos. Se sintió terrible: Ranma le había dicho hace poco tiempo atrás que le interesaba otra persona y ahora se iba con la pobre Ukyo, seguramente dándole esperanzas de algo. Sentía que lo odiaba.
Mientras caminaban hacia la casa de Ukyo, Ranma permanecía en silencio. No se sentía bien por todo lo que le había dicho a Akane en el balcón. Probablemente había exagerado un poco las cosas. No estaba poniendo atención a lo que Ukyo le decía. No tenía nada en contra de ella pero si la acompañó, fue sólo porque se sintió acorralado.
– Ranma ¿te hice una pregunta? – le dijo Ukyo en un momento al ver que el joven que la acompañaba parecía más un muñeco que el hombre de sus sueños.
– Disculpa, disculpa, no te oí. ¿Podrías repetírmelo? – se excusó Ranma.
– Te pregunte cómo te gustaban las chicas – y al decirlo, Ukyo se sonrojó lo que la llevó a girar su rostro para que Ranma no lograra verla.
– ¿Qué cómo me gustan las chicas? –. Ranma no sabía qué responder porque ni él mismo sabía. Podría decir que le gustaban rudas…
– Las chicas francesas – dijo por decir algo. Ukyo lo miró extrañada. ¿Es que acaso conocía a alguna? No directamente pero había visto series, películas y revistas y ahí, sí, ahí las había mirado.
– ¿Y qué tienen ellas de especial?
Nuevamente, Ranma no tenía una respuesta. Si había dicho lo que había dicho era sólo para zafar pero, al parecer, no lo había conseguido. Tendría que seguir inventando.
– No sé… fuman. Se ven muy sensuales cuando lo hacen…
Ukyo quedó más extrañada aún con la respuesta. Era completamente extraña pero también era cierto que Ranma era alguien especial y, por lo tanto, debía de tener gustos especiales. Las chicas que fuman…
– A veces fumo, sabes. Aunque no tan seguido – dijo Ukyo como si fuera algo normal. Ranma sólo la miró sin decir nada, luego agregó:
– Oye Ukyo ¿estás segura de que estamos yendo hacia tu casa? Siento que hemos caminado horas y no llegamos a ningún lado. ¿Dónde vives? ¿En Osaka? – preguntó Ranma con cierta ironía.
– ¡Oh! Perdón. Es que con los nervios de lo que sucedió en la fiesta simplemente me distraje: debemos ir en dirección contraria. Lo siento –. El rostro de Ukyo denotaba tanta inocencia que Ranma no se atrevió a juzgar su actitud como una trampa. Suspiró y se dispuso a acompañar a la chica hasta su casa aun cuando su mente sólo le indicaba que volviera con sus amigos, a la casa de los Tendo.
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Shampoo no prestaba atención a los reclamos de su padre quien no le perdonaría tan fácilmente lo que había hecho esa noche. Cuando él decía que no a algo, definitivamente era no. Ella conocía las reglas.
– Tú no quisiste entender hija, ahora deberás atenerte a las consecuencias – sermoneaba el hombre. Shampoo sólo sollozaba, con el rostro escondido entre las sábanas de su cama. Ella tampoco le perdonaría a su padre la vergüenza que le había hecho pasar. De eso podía estar seguro. Como consecuencia, estaría castigada por un tiempo indefinido: de la casa al colegio del colegio a la casa. Y no se hablaba más del asunto. Cologne intentaba traer la paz entre ambos pero, por el momento, las posiciones parecían irreconciliables. Cuando estuvo a solas con Shampoo trató de indagar el porqué del comportamiento de su bisnieta.
– ¿En qué estabas pensando Shampoo cuando se te ocurrió escapar? Las órdenes de los padres no se desobedecen.
– Tenía mis motivos para hacerlo. ¿Pero qué sacaba con decirle a mi padre? No acepta más razones que las de él.
– ¿Y cuáles eran esas razones? – preguntó la bisabuela. Shampoo suspiró.
– Es un chico, bisabuela. Él más bello que he conocido en mi vida – dijo suspirando nuevamente. Cologne no se sorprendió: Shampoo ya estaba en edad para esas cosas.
– ¿Es fuerte? – fue todo lo que le preguntó a su bisnieta. Los ojos de ésta brillaron como nunca antes.
– ¡Claro que sí! Es el más fuerte de todos – Shampoo asumía eso porque, sinceramente, nunca había visto a Ranma en acción. Sin embargo, sabía lo importante que eran ese tipo de cosas para su bisabuela. No estaba demás exagerar un poco.
– ¿Y tú le gustas a él?
– Realmente, no ha tenido la oportunidad de decirlo abiertamente o a hacer algo más – Shampoo sonrió con malicia –: casi no hemos podido estar solos. Siempre está con dos amigos revoloteando. Uno de ellos es Mousse, de quien debes acordarte ya que lo hemos visto en reuniones de nuestra comunidad. Bien, él y otro tipo no lo dejan ni a sol ni sombra. Además, hay otro problema…
– ¿Otro problema? ¿Está interesado en otra muchacha?
– No lo sé, no lo creo. Pero a Ukyo también le gusta él y temo que esté aprovechando mi ausencia para sacar ventajas – dijo Shampoo, algo desilusionada.
– ¿Ukyo? – dijo Cologne sin mayor preocupación –: No sé como alguien así puede preocuparte.
– Hicimos un pacto: la primera que lo conquiste se quedará con él y la otra lo aceptará.
– Bueno, tendrá que aceptarlo porque tú conquistarás el corazón de ese joven, si es que no lo has conquistado ya – Cologne se sentía extremadamente orgullosa de los atributos de su bisnieta –. No te preocupes, yo te ayudaré. Verás que en unos pocos días lo tendrás comiendo de tu mano pero, para eso, es necesario no precipitarse. Debemos encontrar el momento adecuado.
– ¿Y cuándo será eso? Lo veo difícil con mi padre castigándome cada vez que salgo – sollozó la chica.
– Calma y paciencia. Confía en tu bisabuela – la tranquilizó Cologne.
Mientras Shampoo lamentaba su suerte, Mousse vivía su propio calvario. No sólo Shampoo lo había ignorado durante toda la fiesta y se iba detrás de Ranma sino que, además, su padre se la lleva antes de tiempo y termina con toda la emoción de tenerla cerca. No podía tener más mala suerte.
– Mousse, no seas tonto; ella apenas te mira. Se nota a la legua que está loca por Ranma, como todas… – dijo Ryoga. Él se sentía un poco esperanzado: Akane parecía ser la única que no estaba interesada en Ranma y eso era una ventaja, por más que ese enamorado de verano anduviera revoloteando por ahí. No lo veía como un gran problema. Pero lo que sí era un problema era su timidez, no se sentía capaz de acercarse a ella.
– Lo dices porque no sabes lo que es estar enamorado y que te rechacen. Además, en este momento, ella podría estar sufriendo. ¡No debí acobardarme ante la mirada de ese viejo! – lloriqueba el muchacho, desconsolado.
No había caso, Mousse era demasiado terco para escuchar razones aunque fueran las mejores y más acertadas del universo, Ryoga se dedicó a mirar a Akane pero no la veía por ahí. La que sí estaba era Nabiki quien no tardó en clavar su aguijón.
– La fiesta se terminó hace bastante, por si no lo han notado – dijo burlonamente –: ahora, si lo que quieren es ayudar a limpiar, acepto encantada – Nabiki ni siquiera esperó la respuesta de los muchachos, simplemente les pasó las escobas y trapos para limpiar. Ni Mousse ni Ryoga tenían deseos de hacerle caso pero, en ese momento, Akane apareció y Ryoga decidió que se quedaba. Y con él se quedaba Mousse.
– Nabiki mira este desastre, nos tomará horas limpiar todo esto – le dijo abatida.
– Está todo arreglado, hermana: estos dos caballeros se ofrecieron a ayudarnos – le informó Nabiki. Mousse intentó protestar pero Ryoga se lo impidió; no permitiría que le arruinara su oportunidad.
– Es lo menos que podemos hacer, Akane. Después de todo, contribuimos en parte a este caos – Ryoga se sonrojó mientras hablaba. Akane se aprestó a ayudarlos también por lo que tomó una escoba y comenzó a barrer mientras Ryoga acomodaba las mesas y sillas y Mousse las entraba.
– No es justo que sólo nosotros dos ayudemos. Ranma debería estar aquí también, pero no, anda por la vida dándoselas de galán: primero con Shampoo y ahora con Ukyo – se quejó Mousse. Con eso le dio a Akane en una fibra sensible de su corazón. Aún creía que Ranma era un conquistador sin remedio, que sólo se interesaba en enamorar a las chicas pero sin comprometerse de verdad. Y, seguramente, ahora estaba jugando con los sentimientos de Ukyo. ¿Sería bueno contarle lo que Ranma le había dicho esa noche?
– Mousse, si quieres irte y no aportar ni con una barrida, la puerta es ancha. Yo puedo hacerlo solo – le dijo Ryoga enrabiado porque si Mousse hablara menos y trabajara más, ya habrían terminado. De todos modos, ahora no sentía mayores deseos de marcharse. Cuando miró a Akane, ésta le agradeció con la mirada su noble gesto y dentro de la cabeza de Ryoga los más celestiales cuentos empezaron a correr. De ahí a la boda, un paso.
– Akane ¿puedo preguntarte algo? – se animó Ryoga al fin.
– Sí claro, lo que quieras – respondió la chica.
Después de muchos tartamudeos y comienzos de oraciones, auto interrupciones y retrocesos, se animó:
– ¿Te agrado, es decir… te agradan mis amigos?
No, no era eso lo que quería preguntar. Para nada. Pero su lengua se mandaba sola, a veces. Su mente tenía muy claro lo que quería decir pero su boca lo traicionaba. Se sintió un idiota.
– ¿Tus amigos? – dijo Akane, extrañada por la pregunta –: la verdad es que no los conozco mucho; casi nada para ser sincera. Sin embargo, Mousse es muy divertido y se quedó para ayudarnos, con eso ya cuenta con mi aprecio.
– ¿Y Ranma? – siguió Ryoga. Ya que había empezado el interrogatorio no perdía nada con seguirlo.
– A él no lo conozco nada – Akane exageró los hechos –: creo que no me agrada ni me desagrada. Esa respuesta te la podrían dar Shampoo o Ukyo; ellas parecen estar más familiarizadas con él, a pesar de que lo conocieron recién.
Ryoga sonrió. A Akane no le gustaba Ranma, por lo tanto, había una posibilidad para él y la aprovechería. No pudo seguir con sus preguntas o sus sueños porque Mousse llegó protestando nuevamente porque Ryoga era ahora el que no ayudaba. Comenzaron una pequeña discusión, típica de amigos, la cual siguieron incluso mientras ordenaban. De pronto, la escena se vio interrumpida por alguien que llegaba:
– Akane, Nabiki ¿qué sucedió aquí?
El corazón de Mousse dio un salto y no pudo seguir barriendo. Una voz angélica, venida desde el mismo paraíso perturbó sus oídos como una música celestial por él jamás oída. Se giró y vio a un ser luminoso, igual de angélico que su voz. Campanas celestiales siguieron sonando es su mente.
– Oh, Kasumi ¿por qué llegaste tan pronto? ¿Dónde está papá? – Nabiki trató de desviar el tema.
– Decidió permanecer un tiempo más fuera. Pero ¿qué pasó aquí? ¿Quiénes son estos muchachos? – continuó Kasumi.
– Kasumi, ellos son Ryoga y Mousse: están ayudándonos a ordenar acá – dijo Akane.
– Encantada, muchachos – les dijo Kasumi a los chicos, dulcemente. Mousse aprovechó el momento.
– Hola, yo soy Mousse. Soy muy, muy amigo de Akane – se presentó ante la mirada sorprendida de todos. ¿Cuándo había nacido tal amistad? Kasumi le sonrió pero siguió indagando sobre lo que pasó o estaba pasando en la casa.
– Nada grave; sólo una reunión de amigos – fue la sencilla respuesta de Nabiki. Akane, Mousse y Ryoga no pensaron que Kasumi se tragara el cuento, ante semejante evidencia que lo contradecía. Sin embargo, Kasumi pareció conforme con la respuesta y anunció que iría a preparar té: todos debían estar muy cansados. Nabiki y Mousse aceptaron y fueron tras de ella; Ryoga y Akane siguieron en el jardín, solos. Ryoga estaba muy nervioso: había tenido sus oportunidades esa noche y las había desaprovechado todas. Si estaba esperando un mejor momento que ése, probablemente no lo encontraría. ¿Cómo decirle a Akane que ella le agradaba y mucho? Seguramente ella se reiría, recién se habían conocido. Pero él estaba seguro, muy seguro de lo que sentía. Se lanzó.
– Akane, sé que es muy pronto para decirlo pero…
– ¿Decirme qué? – interrumpió Akane sin querer, no imaginando la importancia que para Ryoga contenía tal discurso. Esto aumentó la ansiedad del chico. Las palabras se le atragantaron en la garganta, comenzó a sudar helado y sentía que se le iba la respiración. Akane, viendo que el joven se sentía mal, lo ayudó a sentarse y le tomó las manos preguntándole si sentía bien. ¿Cómo decirle él que estaba mejor que nunca? Ryoga sacó fuerzas y comenzó nuevamente a armar su discurso, de a poco, esta vez sí que podría.
– Akane, yo, es decir tú… tú me…
– Hola chicos ¿Terminaron ya de ordenar? Vengo a ofrecer mi humilde ayuda, si es que aún la necesitan – interrumpió una voz repentinamente, arruinando el momento.
* Tema principal de la película Romeo y Julieta (1968) de Franco Zeffirelli. Es mi versión favorita y, para los que no la han visto, el capítulo de la obra en Ranma ½ está totalmente inspirado en esta película. Miren nada más el traje que Akane luce: inspiradísimo en esa Julieta.
Gente, nuevamente: si no les gusta la historia, las parejas, etc., por favor, no lean la historia. En serio, es bien triste encontrar mensajes como "no leeré esta porquería" y otros peores, altamente ofensivos. Basta de eso, se los pido de corazón. Las críticas respetuosas son archiagradecidas y más que esperadas.
