Disclaimer
Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi de su obra Ranma 1/2. Sólo los utilizo para mi propio entretenimiento y el de los que leen. No obtengo ningún beneficio monetario por ello.
Se aceptan todos los comentarios y críticas que sean hechas con respeto. Comentarios ofensivos serán ignorados. Muchas gracias.
Al final del arcoíris
Al final de un río, el agua detiene su flujo
Al final de una carretera, no hay lugar a donde ir
Pero sólo dime que tu amor y tu son solo míos
Y nuestro amor permanecerá hasta el final de los tiempos
Earl Grant - The end
Ryoga cerró los ojos cuando esa voz imterrumpió el discurso que con tanto esfuerzo había logrado armar. Tuvo que reprimir los impulsos de asesinar al intruso. Se contuvo; no podía mostrarse como un salvaje delante de Akane. Respiró hondo y habló.
– ¿Y tú qué haces acá? Se supones que te habías ido con Ukyo…
Ranma sonrió. Sí claro, fue con Ukyo, la acompañó a su casa y ya estaba de vuelta. Intuía que ellos, al menos Ryoga, seguían en esa casa. No se había equivocado, los conocía tan bien.
– ¿Y cómo podrías tú saberlo? – le preguntó Akane, intrigada.
– Porque soy adivino – y Ranma soltó una carcajada colmando la poca paciencia que a Akane le quedaba. Se puso de pie y se marchó del jardín, dejando a los dos muchachos atrás. No estaba dispuesta a aceptar una vez más las burlas de ese tipo.
– ¡¿Cómo te atreves Ranma?! – ahora sí que Ryoga pudo dejar salir toda la ira que tenía contenida – ¿Por qué me interrumpiste así?
– Por tu bien – fue la misteriosa respuesta.
– ¿Por mi bien? ¡Oh gracias! Te lo deberé toda la vida ¡No seas ridículo! ¿No será que tú también…?
– ¿Acaso no escuchaste que a Akane le interesa ese misterioso "amor de verano"? – interrumpió Ranma. –: ¿Es que quieres ser rechazado? Una vez más…
– Mira, eso es algo que salió de boca de Nabiki; ni sus propias amigas saben si es verdad o no. ¿Vas a creerlo tú que ni la conoces? – afirmó Ryoga. Ranma no cesó en su ataque.
– Ah, claro. Ya veo: tú la conoces mucho. Espera, déjame ver desde cuándo… ¿Esta noche? – Ranma no midió sus palabras. Ryoga debía entender que Akane no le correspondía, no quería que sufriera. Sólo era eso, se preocupaba por su amigo. Ryoga se dio por vencido: Ranma tenía razón. Había quedado prendado de Akane y no, no la conocía. Quizás ese amor de verano fue importante para ella. Quizás no. Quizás no existía.
– No te pongas así que hay miles de muchachas en el mundo – lo consoló Ranma –: ¿no has pensado por ejemplo en Ukyo? Se verían bien juntos. O Nabiki, también harían una buena pareja.
Ryoga pensó que era una broma. Ranma se había ido con Ukyo hace un rato muy largo y ahora le sugería que se fijara en ella. No lograba ver sus intenciones.
– ¿Ukyo? Pero si está loca por ti. Como todas. Todas menos Akane – Ranma sonrió disimuladamente. Era una suerte que Ryoga fuera tan inocente.
– A todo esto ¿estás solo aquí? ¿Mousse se fue? No quiero ni imaginar el lloriqueo que armó cuando se llevaron a Shampoo.
Ryoga le hizo ver que, si bien al principio estaba algo sufriente, ya no tanto. Incluso se había entusiasmado a tomar té con las chicas Tendo. Los radares de Ranma se encendieron. ¿Mousse estaba adentro en ese momento con Akane, es decir con Nabiki? Sí y con la tercera hermana que había llegado hace no mucho.
– Ryoga, no han terminado de limpiar esto. Yo les daré una mano. Andando – ordenó mientras cogía a Ryoga de una manga y lo arrastraba hacia el interior de la casa en donde, efectivamente, se encontraba Mousse con las tres hermanas.
– Ranma, qué sorpresa. ¿Cómo te fue con Ukyo? – Mousse le sonrió con picardía. Otro más. No entendían que Ukyo era…era… Ni siquiera sabía lo que era. ¿Una amiga quizás? Se conocían hace nada.
– Oh, sólo la acompañé a su casa – respondió bruscamente tratando de ver con el rabillo del ojo la reacción de Akane. No observó nada extraño en ella y eso le molestó. ¿Estaría entusiasmándose con Ryoga? No, imposible.
– ¿Tú también eres amigo de Akane y Nabiki? – preguntó Kasumi: – Yo soy Kasumi, su hermana mayor. Es un placer.
Antes de que Ranma tuviese la mínima posibilidad de intervenir, Akane interrumpió:
– No es mi amigo ni pretendo que lo sea. No sé si Nabiki lo considera como tal – dijo con indiferencia. Nabiki reflexionó un momento y agregó:
– En realidad, yo lo conocí después de Akane así es que, si ella no lo considera como amigo pues yo tampoco.
Ryoga miró a Ranma de reojo. Se supone que él, Nabiki y Akane se habían conocido más o menos al mismo tiempo, el primer día de clases. ¿O había algo de lo que no se había enterado y que podría explicar la reacción que Ranma había tenido hacia un rato atrás?
– Nos conocimos el mismo día Nabiki, por si no te acuerdas. Casi a la misma hora – dijo Ranma. Nabiki fingió que trataba de recordar y luego asintió mirando pícaramente a Ranma para hacerle saber que su deuda con ella no hacía sino crecer.
– Creo que ya no hay nada más que ordenar… – dijo Akane, tratando que los muchachos, por su propia decisión, se fueran de su casa. Todos entendieron el mensaje pero Mousse no quiso acusar recibo y, en lugar de eso, le ofreció su ayuda a Kasumi. ¿En qué?
– Bueno, en lavar los platos – dijo sonriente. No eran más que unas cuantas tazas sucias; el resto había sido ordenado por él mismo y Ryoga pero no quería dejar a Kasumi con semejante trabajo. Sin poder extender más su estadía ahí ya que ellos no tenían excusa para hacerlo, Ryoga y Ranma se marcharon. No se dirigieron la palabra durante un largo tiempo. Ranma estaba seguro de que su amigo le insistiría con el asunto de que Akane lo haría sufrir, el amor de verano, etc. Y esta vez no estaba Nabiki para salvarlo. Quizás era mejor decir la verdad. ¿Qué verdad? Ni el mismo Ranma lo sabía.
Finalmente, Ryoga habló pero, al contrario de lo que pensaba Ranma, su duda era de naturaleza muy diferente.
– Ranma ¿tú crees que a Mousse le guste Akane?
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Shampoo cumplío su castigo como la mejor de las chicas. Sólo iba del colegio a su casa y viceversa. Ningún escándalo, reproche, mañoseo. Nada. Su padre estaba empezando a sentirse culpable por mantener a su hija en ese régimen draconiano pero, tan pronto como se acordaba de lo que Shampoo le había hecho, se arrepentía de sus sentimientos. Cologne le hizo ver que su bisnieta había entendido la lección, se mostraba arrepentida y, lo más importante, había cumplido su castigo sin chistar, prueba suficiente de que había tomado consciencia de sus errores.
– Creo que sería conveniente que, al menos, suavizaras el castigo de tu hija – afirmó Cologne.
– Está bien pero que no se confíe: podrá salir un momento por las tardes, siempre y cuando no tenga tareas que hacer o estudiar – fue el veredicto final. Cologne fue de inmediato a contárselo a su bisnieta.
– ¡Por fin! – gritó la chica, saltando hacia el closet para buscar ropa que ponerse.
– Vete con calma Shampoo y no hagas locuras. Lo que ahora importa es que te encuentres con el muchacho que te gusta y empieces a hacerle ver que te quiere. Porque te quiere, nadie puede no querer a alguien tan hermosa y fuerte como tú – dijo la bisabuela, más que orgullosa de su bisnieta.
Y claro que Shampoo le hizo caso: eligió el más hermoso de sus vestidos, se maquilló suavemente y Cologne le prestó algunas joyas, de larga tradición familiar. Se veía hermosa. Si Ranma no caía ante ella, era un tonto. O, lo peor: su corazón tenía dueña. De ser así, no había más que sacarla de su camino. Simple.
Ranma hizo caso omiso cuando escuchó el timbre de su casa. Estaba leyendo historietas, muy metido en su lectura. El timbre sonó una, dos, tres, diez veces. ¡Qué personaje tan insistente!
– ¡Ranma! ¿No escuchas que está sonando el timbre? ¡Ve abrir! – dijo una voz desde el interior.
– Tú también puedes ir a abrir papá. Estamos a la misma distancia – replicó Ranma. No obtuvo respuesta del padre y el timbre no paraba. Cansado, dejó de lado su revista, se levantó de la cama y fue a abrir. Sin saber muy bien cómo pasó se encontró con una chica encima de él que lo besaba apasionadamente en la boca. Trató de sacársela de encima pero antes de que eso pasara, su padre apareció y los vio. ¿Por qué si el timbre estuvo sonando tanto tiempo, justo en ese momento se le ocurría aparecer?
– ¡Ranma!
La chica soltó a Ranma y fingió sentirse avergonzada.
– Oh, disculpe – dijo dulcemente.
– ¿Es ella tu novia Ranma? – preguntó el hombre. Ranma lo negó inmediatamente; no lo era.
– Ranma, no seas modesto: no lo somos pero pronto lo seremos, señor. Mi nombre es Shampoo. Es un placer.
– Es un placer jovencita. Mi nombre es Genma Saotome y soy el padre de este semental – dijo Genma al tiempo que le daba una fuerte palmada en la espalda de su hijo – ¿Se quedan a cenar?
– No, iremos a la heladería. Nos vemos después – dijo Ranma mientras tomaba a Shampoo de una de sus muñecas y la sacaba a tirones de la casa. Genma se sintió avergonzado por la actitud tan bruta de su hijo con una joven tan encantadora. Hablaría más tarde con él sobre su comportamiento.
– Fuiste un poco grosero conmigo Ranma. ¡Ni siquiera me dejaste hablar con tu padre! No importa, sé que te sientes algo avergonzado pero con la invitación a la heladería me basta – le dijo colgándose a su cuello para intentar besarlo otra vez. Ranma supo mantenerla a raya y llevarla a la heladería. Ahí no sólo se encontró con Ryoga sino también con Mousse y, lo que era peor, Akane y Nabiki. ¿Tenían que estar todos ahí? Era como si se hubiesen puesto de acuerdo.
– Ranma ¡qué sorpresa verte! – le dijo Ryoga con ironía pero midiéndose al mismo tiempo. No quería dañar los sentimientos de Mousse quien ya lucía desconsolado.
– Oh Ranma ¿prefieres quedarte con tus amigos en esta mesa o vamos donde están Akane y Nabiki? ¿O ninguna de las anteriores y nos quedamos solos los dos para disfrutar nuestra velada? – Shampoo nuevamente se las arregló para casi besar a Ranma pero éste logró esquivarla. Ella le hizo ver que no tenía sentido rechazarla ahora si ya la había besado antes. Al oírla, el corazón de Mousse se hizo pedacitos y no pudo continuar en el lugar. Se despidió de Ryoga y salió. Ranma quiso ir tras de él pero Shampoo se lo llevó a rastras donde Akane y contó la misma historia. La reacción de Akane fue similar a la de Mousse pero no lo demostró. No le daría el placer a ese Ranma de verla mal porque podría confundirse y pensar que era por su causa. ¡Y es que era por su causa! Akane sentía que el odio hacia el muchacho crecía a cada segundo, por lo que le estaba haciendo a sus amigas, jugando con ambas. Y también por otras cosas…
– Qué interesante Ranma ¿O sea que ya son como novios? ¿Y Ukyo lo sabe? – preguntó Nabiki.
– ¿Por qué tendría que saberlo? – respondió Shampoo.
– Porque es tu amiga y, hasta donde sé, también tiene interés en este caballero – Nabiki apuntó a Ranma quien no sabía ya dónde meterse. ¿Por qué siempre terminaba metido en esos líos? Él no tenía novia y no le gustaba realmente Shampoo, por más que fuera lo más sexy que hubiese visto en su vida, ni Ukyo, que era igualmente hermosa. A él le gustaba otra persona ¡Era tan difícil de entender!
– Oh, quedamos en que quien lo conquistara primero se quedaría con él. Y ya ves lo evidente – dijo Shampoo mientras sonreía llevándose la mano a la boca, coquetamente.
– Bueno, felicitaciones Shampoo. Lo siento por Ukyo pero ella es muy bonita y no tardara en encontrar un novio, un muchacho bueno ¡que no juegue con sus sentimientos! – al decir lo último, Akane miró directamente a Ranma quien entendió el mensaje.
– Gracias Akane, espero que tú también encuentres a un joven guapo como Ryoga, por ejemplo – contestó Shampoo.
– No gracias. No tengo tiempo para esas cosas – dijo Akane bruscamente. Ranma vio ahí su oportunidad:
– ¿No será que estás esperando a ese joven que conociste en el verano?
Akane se guardó las ganas de golpearlo en el bolsillo. No le daría en el gusto.
– Ese "amor de verano" no existe. Fue una confusión de Nabiki – Akane miró a Nabiki, esperando su confirmación pero ésta tardó en llegar. Su hermana la miró haciéndole gestos para que apoyara su causa y Nabiki le guiñó un ojo. No le saldría gratis.
– Sinceramente, sí. Me confundí. No hay tal amor de verano, yo malintepreté los sentimientos de mi hermana e hice correr el rumor. Lo que debo decir ahora es que Ryoga me parece el mejor candidato para ganar su corazón. Es dulce y, lo más importante, fiel ¿No lo crees hermana?
Akane no dijo nada y Nabiki aplicó la máxima de que el silencio, otorga. Era mejor irse de ahí, se sentía incómoda. Le dijo a Nabiki que podía quedarse si lo deseaba. Su hermana no quiso.
– Oh, Akane. Es temprano aún. ¿Te parece bien si nos sentamos junto a Ryoga? –. Nabiki no esperó respuesta y se llevó a Akane de un brazo hasta donde estaba sentado Ryoga quien pensó que el destino le estaba dando una señal. Ranma, por su parte, quiso morir ahí mismo. No quería creer que lo del amor de verano de Akane era simplemente un cuento inventado por Nabiki y que Akane realmente no había hecho comentarios sobre él. Sin embargo, él había sentido su nerviosismo al tenerla cerca. ¿Lo había imaginado entonces o estaba tan ansioso de que ella sintiera algo por él que su mente lo había terminado engañando?
– Ranma – dijo Shampoo al fin – ¿no tomaremos ni siquiera un helado? Tú me invitaste.
Ranma no reaccionó. Sólo atinó a mirar como Akane se veía de lo más cómoda y feliz en compañía de Ryoga. Éste notó la incomodidad de su amigo pero pensó que sólo se debía a la insistente compañía de Shampoo. No podía entender cómo ella podía incomodarle: cualquiera estaría feliz en su lugar. Cualquiera menos él cuya felicidad estaba al lado de Akane.
– Uf, tu amigo no se veía nada de bien – le comentó Nabiki a Ryoga.
– Quizás se siente sobrepasado por Shampoo…
– Lo decía por Mousse: tenía una cara cuando salió de aquí… – siguió Nabiki. Pobre Mousse, había estado enamorado de Shampoo desde tiempos inmemoriales y siempre guardó la esperanza de conquistarla hasta que Ranma se cruzó en su camino. Él y Ryoga eran conscientes de que Ranma era el que movía las hormonas de todas las chicas pero Mousse jamás pensó que conquistaría a su chica. Bueno, si es que alguna vez lo fue. Lo dudaba.
v-v-v-v-v
Mousse caminaba solo por las calles de Nerima. Intentaba sujetar las lágrimas como podía pero le era imposible: parecían tener vida propia y se arrancaban de sus grandes ojos verdes. Quería morirse. Siempre había sabido que Ranma era el macho alfa que atría la atención y se ganaba el amor de todas. Lo sabía aunque él jamás había visto que correspondiera a alguna. Por eso, enterarse, y de la peor forma, de que su amigo había correspondido el amor de una chica, que no era cualquier chica sino la que a él le gustaba, lo sorprendió primero y lo amargó después ¡Incluso la había besado! Y Mousse sin que nunca nadie pusiera sus ojos en él. Para qué decir algo sobre besos. Jamás había estado cerca de recibir uno. Se sentó junto al río a lamentar su terrible destino. ¿Cuánto tiempo estuvo ahí? Quién sabe. El tiempo le daba lo mismo, nada para él tenía valor en ese momento.
– ¿Mousse? ¿Eres tú? ¿Qué haces dormido en la calle?
Esa voz. ¡Esa voz venida del mismo cielo! Y él tirado en la calle, como los mendigos.
– Kasumi…
Kasumi sonrió aliviada al ver que Mousse estaba bien y la recordaba. Lo que no entendía era por qué estaba ahí y qué estaba haciendo. Cuando se acercó a él, vio que tenía aún las marcas de las lágrimas en sus mejillas. Dulcemente se las secó.
– Mousse, ¿te pasa algo? ¿Estás enfermo? Puedo llevarte con un doctor amigo…
– No, no. Estoy bien. Un poco triste por sacar mala calificación en un examen – Mousse ni se arrugó para mentir –: ¿Vas a algún lado? ¿Te puedo ayudar en algo? –. El chico hacía un esfuerzo enorme por visualizar a Kasumi. Había perdido sus anteojos.
– Voy a comprar para la cena – fue la respuesta de la dulce Kasumi. Mousse se sintió como un idiota y se ofreció para acompañarla sin saber cómo lo haría para caminar sin ser capaz de ver. No pasó mucho tiempo para que Kasumi se percatara de que Mousse no veía nada y ella misma tuvo que actuar de lazarillo. El aporte del muchacho se redujo a nada; con suerte pudo ayudarla llevando una bolsa.
– Debes ser más cuidadoso con tus anteojos, Mousse. Podrías sufrir algún accidente y no me gustaría que algo malo te pasara –. Al oír las palabras de Kasumi, el corazón de Mousse se hinchó de alegría sin poder creer que alguien, aparte de su madre, se preocupara por él. Menos un ser angelical como Kasumi Tendo.
– ¿En serio te sentirías mal si algo me pasara?
– Claro que sí: eres amigo de Akane y ella sufre mucho cuando algo malo le pasa a sus amigos – Kasumi le sonrió para luego agregar –: al menos, sin anteojos, puedo ver bien tus ojos. Son muy bonitos.
Eso fue demasiado para él. No le importaba nada más. Acompañaría a Kasumi a su casa sin preguntarse cómo le haría para irse a su vez a la suya. No le importaba, menos aun cuando Kasumi lo invitó a quedarse a cenar. Ahí lo encontraron Akane y Nabiki cuando regresaron a su casa.
– ¡Mousse! ¡Qué alegría encontrarte aquí! ¿Te sientes mejor? – le preguntó Akane alegremente.
– ¡Claro que sí! ¿Por qué no habría de estarlo? – le respondió Mousse, feliz –: estoy ayudando a Kasumi con la cena.
Akane no le dio mayor importancia al asunto pero a Nabiki algo no le cuadraba. Mousse había salido destrozado de la heladería al ver a Ranma y Shampoo juntos y ahora, menos de dos horas después, se le veía bastante compuesto y hasta contento. ¿Qué había pasado? Era obvio que no era por Akane, ella no estaba con él ni tampoco era por la misma Nabiki. No quedaba otra opción que Kasumi. A Mousse le gustaba o al menos, le atraía Kasumi. Eso no se lo hubiese esperado pero le venía como anillo al dedo. Algún beneficio podría obtener de ello, de eso estaba segura.
La que no pudo obtener muchos beneficios con su plan fue Shampoo. Ranma se comportó groseramente, ignorándola a ratos y mirando la hora cada vez que podía, como queriendo hacerle ver que su "cita" se había extendido demasiado. Además, y para coronar la ordinariez, Ranma no pagó los helados que tomaron; lo tuvo que hacer Shampoo. De camino a su casa, no pudo fingir su molestia y, más aun, su tristeza y decepción al ver que el hombre que ella quería la había tratado así.
– ¡Tú no te mereces mi amor, Ranma! – le gritó Shampoo de repente y salió corriendo por las calles. Ranma quedó impactado por la reacción y, en cuanto pudo reaccionar, salió tras ella para siquiera disculparse. Sin embargo, Shampoo era rápida; no le dio alcance. Ésta lo vio pasar llamándola mientras se escondía tras un poste y no pudo dejar de sonreír. Sí, lo ignoraría por un momento hasta que él regresara a pedirle perdón. Ya luego su bisabuela le diría lo que seguía para ellos.
Ranma corrió y corrió detrás de Shampoo pero no pudo atraparla. Resignado, decidió volver a su casa pensando en disculparse cuando la viera nuevamente y asunto arreglado. Pero las aventuras no acababan para él ese día: en el camino se encontró con Ukyo que vestía elegantemente, con un cigarro en la mano. Ranma quedó impresionado al verla, se veía muy distinta a como era en la escuela.
– ¿Qué tal, Ukyo? – dijo Ranma, aunque él la veía muy bien. Ukyo dio una fumada, tosió un poco y le contestó.
– Muy bien. Qué casualidad el haberme encontrado contigo – le dijo sin mencionar que lo había estado esperando ahí por horas.
– ¿Y en qué andas?
– Venía invitarte a comer, si quieres – fue la respuesta de la chica.
Comer. Si había algo a lo que Ranma no podía resistirse era a la comida. Pero, haciendo un verdadero esfuerzo por no comprometerse, ya había tenido suficientes problemas con Shampoo en la tarde, trató de zafarse.
– Es que tengo que cocinar para mi padre – fue lo primero que se le ocurrió decir. Ukyo sonrió, la solución estaba a su alcance.
– Le puedes llevar desde mi casa. Cociné para todo un regimiento – sonrió la chica.
Aunque intentó negarse y hacerse de rogar, Ranma no pudo resistirse más y se fue con ella. Comió hasta que casi reventó y, después de pedir la porción destinada a su padre, se despidió. Estaba muy cansado, era tarde y había colegio al otro día. Ukyo no lo podía creer: había estado mucho tiempo preparando comida para Ranma y luego lo esperó horas hasta dar con él y éste, sin preocuparse por ello, se iba casi sin dar las gracias. Ranma la convenció de que eso no era así, que estaba muy agradecido por la invitación y que había disfrutado mucho de su comida y compañía. Sin duda era de lo mejor que había probado en su vida. Lo decía en serio. Los halagos de Ranma, algo zalameros para intentar remediar su desatino, no convencieron a Ukyo. No dejó de sentirse algo humillada pero, no lo detendría más. Por ese día. Ya tendría una segunda oportunidad y no la desaprovecharía.
– Ukyo ¿el amigo que trajiste a casa fuma? Si lo hace, dile que no lo haga aquí ¡Detesto a las personas que fuman! – dijo una voz desde arriba. Ukyo escondió los cigarrillos y abrió las puertas para ventilar. Sobre Ranma pensaría después: le había ganado una batalla pero no la guerra.
v-v-v-v-v
Ryoga, Ranma y Mousse estaban parados en el patio durante el recreo. Ninguno hablaba: Mousse estaba dolido por lo que había pasado entre Ranma y Shampoo y, a su vez, Ranma lo estaba con Ryoga por su coqueteo con Akane. Como Ryoga no sospechaba del "incidente" de la piscina en casa de Kuno, no entendía la molestia de Ranma con él. A lo más, lo asociaba a que no quería que Akane lo hiciera sufrir. Y Ranma nada decía para aclarar las cosas.
– ¡Muchachos! Adivinen de lo que me enteré – dijo un niño que asistía al mismo colegio y que era conocido de los tres amigos.
– No nos importa – respondió Ranma groseramente.
– Pero es que no saben… – insistió el niño.
– Te dicen que no nos interesa – siguió Mousse. Ryoga sí le prestó atención:
– ¿De qué te enteraste, Satori?
– Los profesores quieren que nosotros y las niñas nos acerquemos más. En buena ley – les recalcó –: y para eso harán actividades especiales para que nos conozcamos mejor y seamos amigos. Eso escuché.
Ryoga sonrió ilusionado y Ranma decepcionado. ¿Esa era la gran noticia? Seguramente los obligarían a hacer actividades aburridas y ridículas.
– ¡Qué bruto eres, Saotome! Tendremos la oportunidad de estar cerca de las chicas – recalcó Satori.
– Oh sí y seguramente estás ilusionado en encontrar novia – le dijo Ranma, burlándose de él y dándole un golpe en la cabeza. El niño le pegó un puntapié de vuelta y salió corriendo mientras Ranma se retorcía de dolor. Lo había pillado desprevenido.
– ¡Ya verás cuando te encuentre pequeño bandido! – le gritó y se lanzó a la búsqueda del pequeño quien, sabiamente, saltó al lado de las mujeres. Ranma no lo pensó y saltó detrás sin importarle que lo castigaran por ello. No dejaría que el pequeño microbio se saliera con la suya. Satori corrió hasta alguien que caminaba por el patio y se agarró de sus faldas.
– ¡Sálvame por favor! – le dijo lastimosamente.
– ¿De quién?
– ¡Me quiere matar! – lloró el niño. Dos segundos después apareció Ranma hecho un demonio.
– ¡Quítate Akane, este es un problema entre este insecto y yo! –. La respuesta: una cachetada.
– ¡Eres un abusivo! ¡Es un niño! – le gritó Akane. Ranma trató de explicar lo sucedido pero Akane no lo escuchaba. Mientras todo eso sucedía, Satori sonreía triunfante detrás de Akane.
– ¡Míralo como se ríe! No es un angelito – se defendía Ranma y Akane no le creía. Cuando la discusión de ambos llegó a niveles extremos, muchas chicas llegaron a ver qué pasaba. Entre ellas, Shampoo y Ukyo quienes, en cuanto vieron a Ranma, se fueron sobre él; Shampoo olvidando su propia promesa de aplicarle la ley del hielo por un tiempo. Comenzó entonces una segunda discusión por el derecho a tener a Ranma. Éste intentaba calmarlas pero no era posible.
– Ranma vino hasta aquí por mí – dijo Ukyo mientras Shampoo se reía de ella. Estaba loca.
– En tus sueños, vino por mí. Él me quiere a mí – dijo Shampoo rodeando el cuello de Ranma con sus brazos, intentando besarlo. Ukyo lo impidió.
– No estás jugando limpio Shampoo: estás obligándolo a hacer cosas. No habíamos quedado en eso. Además, yo tengo prioridad…
La discusión continuó entre las amigas por quien tenía más derecho sobre Ranma: Ukyo lo había visto primero pero Ranma había besado a Shampoo primero. Al enterarse de esto, Ukyo enloqueció de furia y, posteriormente lo puso en duda. Se negó a creerlo, Shampoo solía mentir cuando le convenía hacerlo.
En eso, una chica del grupo de las llamadas tontas, Haruko, interrumpió:
– Ranma Saotome: deja a este par de locas y ven conmigo y mis amigas. No somos celosas y podemos comparirte sin problemas – dijo coquetamente. Ranma volteó a verla y era muy, muy bonita, sin embargo, no contestó.
Ukyo y Shampoo la miraron enfurecida. ¿Qué se creía ésta? ¿Qué podía venir y ofrecerse a Ranma, así, como si nada?
– Espera un momento, tú y tu grupo de tontas no tienen nada que ver con Ranma. Soy yo la que le gusto – sentenció Shampoo. Ukyo no se quedó atrás.
– ¿Qué estás diciendo? Yo le gusto a él por si aún no te has dado cuenta.
Siguió la discusión entre ellas ante la mirada de todos. Akane veía cómo sus amigas se alejaban cada día más y, al parecer, no había vuelta atrás.
– Vaya, parece que Ranma no lo tiene muy claro: ayer pasó la tarde con Shampoo pero, aprenas te dejó sola, se fue a cenar con Ukyo – dijo Haruko, con dolo –: Y bueno Ranma ¿cuál de las dos prefieres? ¿O no prefieres a ninguna? Si es así, no dudes en buscarnos – y luego de lanzar su veneno, la chica se fue. Ranma no sabía qué hacer. Conocía el carácter de las dos muchachas y temía que sucediera una desgracia.
– ¿Así es que tú te llevaste a Ranma ayer por la tarde? – Shampoo increpó a Ukyo quien le contestó que no lo había planeado por lo que, si Ranma la había dejado, era por puro gusto.
– Ranma es mío – dijo Shampoo con voz baja y ronca.
– No lo es: es mío porque yo lo vi primero – respondió su ahora no tan amiga y comenzó de nuevo la lucha. Ranma ya estaba harto de la situación: lo trataban como un objeto que podía ser compartido o arrendado.
– Basta las dos, estoy harto de esto. Yo no soy una cosa que se sortea, que pueda ganarse o sobre la que se tenga posesión. Además, ustedes basan su derecho a tenerme por quien me vio primero, Si es así, entonces deberían preguntarle a esa señorita: algo tiene que decir– y apuntó a Akane.
Nota de mí:
Satori no es un personaje creado por mí: aparece en el anime (no en el manga) como el niño que podía leer las mentes ajenas, menos la de Akane. Como era un niño que fastidiaba mucho a Ranma, se ganó un pequeño lugar en esta historia.
Agradezco a todos los que pasan (haré una individualización más adelante, lo prometo. Ustedes se lo merecen). Dígamne qué tal les pareció este capítulo.
Adiós.
