Disclaimer
Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi de su obra Ranma 1/2. Sólo los utilizo para mi propio entretenimiento y el de los que leen. No obtengo ningún beneficio monetario por ello.
Se aceptan todos los comentarios y críticas que sean hechas con respeto. Comentarios ofensivos serán ignorados. Muchas gracias.
No siempre puedes conseguir lo que quieres
Cariño, no siempre puedes conseguir lo que quieres
Pero si lo intentas algunas veces
podrías encontrarte
consiguiendo lo que deseas.
The Rolling Stones - You Can't Always Get What You Want
Nabiki Tendo. O Tendo Nabiki, como se quiera. ¿Era ella la misteriosa mujer por la que Ranma suspiraba?
– No creas que esto te va a salir fácil, querido. Te salvé de ese par y ahora es tu turno de recompensarme. Y no será poco, te lo advierto desde ya – Nabiki ni siquiera se detenía a mirar si Ranma estaba con ella o no. Debía estarlo. Le convenía.
– Espera, espera ¿cómo que debo recompensarte? Todo lo que dijiste, lo dijiste por gusto. Yo no te obligué o te pedí que lo hicieras –. Ranma intentó dejar las cosas claras pero con Nabiki no se podía. Las piezas del tablero siempre se movían según su conveniencia. Y siempre era ella la que salía ganando.
– Está bien: ve a decirle a esas dos que en realidad estás enamorado de mi hermana, su amiga. Dime después cómo te va – Y Nabiki aceleró el paso sin prestar atención a lo que Ranma decía atrás.
– No seas idiota ¡Yo no estoy enamorado de tu hermana! ¿De dónde sacaste eso? – Ranma estaba completamente colorado, no se sabe si de rabia o de vergüenza al verse descubierto. Nabiki nada dijo, lo dejó ahí, gritando como orate. Ya llegaría donde ella si sabía lo que le convenía.
Lo que Ranma no advirtió fue que alguien estaba escuchando toda su conversación con Nabiki y no era alguien en quien pudiese precisamente confiar. Aunque Ranma no confirmó lo dicho por ella, Satori entendió que lo que la chica decía era la pura verdad: Ranma estaba interesado en Akane. Le estaba dando una razón más para hacer de su vida un infierno y lo haría, sin duda.
v-v-v-v-v
Akane estaba junto a Ryoga sentada en el patio, conversando de cosas triviales: la escuela, las chicas, sus amigos, etc. El pobre muchacho estaba muy inquieto, la cercanía de Akane lo mortificaba completamente; siempre estaba a la espera de hacer o decir una estupidez lo que le generaba una gran tensión consigo mismo.
– ¿Estás muy nervioso, Ryoga? –preguntó Akane inocentemente. El corazón del muchacho dio un brinco, sentía que se le iba la respiración y que se moría en cualquier momento.
– ¿Cómo… cómo lo notaste? –. Ya que Akane había dado el primer paso, Ryoga sintió que era el momento tan largamente por él esperado. Imaginó todos los escenarios posibles: desde que Akane le confesaba que correspondía a sus sentimientos hasta que ella lloraba porque la emoción del momento la embargaba.
– Porque yo estaría muy nerviosa en tu lugar…
Su oportunidad estaba cerca, lo sentía. Akane abriría su corazón y reconocería abiertamente lo que sentía por él, haciendo todo tan fácil. Él se mostraría sorprendido para, posteriormente, decirle que él también estaba enamorado de ella.
– ¿Hablas en serio? – Ryoga hizo un gran esfuerzo por sacar la voz. Sentía que le ardía la cabeza y el corazón le estallaba.
– Por supuesto: vas a cantar delante de todo el colegio y de los padres, también. En tu lugar sería un atado de nervios – fue la tranquila respuesta.
Era eso. Sólo eso. Claro que estaba más que nervioso pero no era ese el nerviosismo que esperaba sentir en ese preciso momento. No había otra opción, tendría que hablar él. Pero, como siempre, las palabras no venían fácilmente.
– Akane…
– ¿Qué hacen aquí, amigos? –. Ryoga cerró los ojos sin poder creer en su mala suerte. Mousse elegía el momento menos indicado para aparecer y lo odió enormemente por eso. No se lo perdonaría mientras le quedara vida.
– Oh, nada de importancia –al oír esto, Ryoga sintió que el mundo entero le caía encima –: sólo comentaba lo nervioso que debería estar Ryoga ante el evento que se le viene por delante – contestó Akane con una sonrisa. Ryoga asintió con la cabeza tratando de disimular su decepción e ira a la vez. Maldito el día en que la madre de Mousse lo dio a luz.
– Ya pasará, ya pasará. Aunque no lo admita, Ryoga es un experto. ¿Lo has oído cantar? – Mousse se sentó entre los dos muchachos mientras le contaba a Akane los prodigios que su amigo podía hacer con su voz. Akane le respondió que la ansiedad podía venir por la muchedumbre que llegaría a verlos. Amigos, familiares.
– ¿Tu familia vendrá a verte, Akane? – preguntó con disimulo Mousse tratando de ocultar como podía, su interés por la familia Tendo. Akane suspiró resignada ¿A quién podían ir a ver? Ni ella ni Nabiki participarían por lo que las probablidades de que fueran eran, en realidad, remotas. El rostro de Mousse se tiñó de decepción. No hubo más tiempo de indagar en nada porque Shampoo y Ukyo llegaron también ahí.
– Akane, aún no te perdonamos el que no nos hayas dicho toda la verdad pero, en el fondo, lo entendemos – soltó Ukyo de una sola vez. Su amiga no lograba ver a qué hacían referencia.
– La mujer esa de la que Ranma está enamorado –. Akane se puso pálida porque ella tampoco tenía ni la más remota idea de quién podía ser y, aunque tratara de engañarse a sí misma, se moría de ganas de saber quién era. Shampoo y Ukyo decidieron no hablar en frente de los muchachos, eran cosas de ellas por lo que, tomando a Akane de un brazo, la sacaron de ahí y la llevaron a otra parte del patio, dejando a los dos amigos más intrigados que nunca.
– ¿De qué mujer estarán hablando finalmente? – preguntó Mousse. Ryoga se encogió de hombros pero, sin saber por qué, comenzó a sentir una gran inquietud en su alma.
Las tres chicas caminaron hasta un lugar en donde podían conversar tranquilas. Akane no entendía ni un ápice de lo que sucedía ni por qué sus amigas se veían bastante serenas aún después de saber lo que se supone que habían sabido.
– Akane, eres nuestra amiga pero, antes que todo, eres hermana. La hermana de Nabiki –. La palabrería de Ukyo estaba a punto de acabar con la paciencia de Akane; no entendía a qué venía tanto rodeo. Ni que tenía que ver Nabiki en el cuento.
– ¿Nabiki? ¿Qué pasó con Nabiki? – preguntó extrañada mientras Ukyo y Shampoo se miraban. Ya no había necesidad de que Akane siguiera fingiendo, ya lo sabían todo.
– Sabemos que es Nabiki la mujer de la que mi Ranma está enamorado – habló Shampoo al fin. Akane la miró aterrorizada ¿Era cierto lo que estaba diciendo? ¿De dónde había sacado eso?
– Ella misma nos lo confesó cuando enfrentamos a Ranma y éste no lo negó – contestó Ukyo. Akane no podía creer nada de lo que oía. ¿Cómo era posible que Nabiki fuera esa mujer, el amor de Ranma? ¿Cómo era posible que ella no se hubiese dado cuenta? No, no se había dado cuenta porque no era cierto y, por alguna muy extraña razón, Nabiki les había hecho creer que era así.
– Ahora entendemos que nos ocultaras algo tan importante: era tu hermana la que estaba en medio de todo este lío – expuso Shampoo –: pero bueno, eso no cambia mucho las cosas, Akane. Es tu hermana, sí y por eso mismo tendré un poco de consideración. Pero eso no quiere decir que renunciaré a Ranma: no descansaré hasta que sea mío – sentenció Shampoo.
– O mío – intervino Ukyo –: lo que queremos decir, o al menos lo que yo quiero decir, es que muy hermana tuya será Nabiki pero eso no es razón para que deje de luchar por Ranma. Sé que será doloroso ver el sufrimiento de tu hermana pero Ranma no podrá seguir enamorado de ella porque se fijará en mí –. Antes de terminar, Shampoo interrumpió diciendo que Ranma se quedaría con ella y, una vez más, la eterna lucha comenzó. Akane suspiró, perturbada. Había algo que no calzaba en todo esto: Ranma podría estar enamorado de Nabiki pero eso no quería decir que su hermana lo estuviera de él. Shampoo y Ukyo estuvieron de acuerdo en este último punto. Tendrían que estar pendiente de aquéllo.
– Pero, por ahora, no puedo ocuparme de eso: me voy al ensayo. Ya verán lo hermosa que saldrá la velada. Ranma caerá rendido ante mi voz y ya no se acordará de Nabiki Tendo – dijo Shampoo mientras se retiraba, seguida de Ukyo que también debía ensayar las presentaciones. Akane quedó sola en el patio, sentada en una piedra, pensando en lo que había escuchado y no podía entenderlo. ¿Por qué Nabiki había dicho lo que dijo? ¿Con qué fin? ¿Para obtener dinero? ¿O para ayudar a Ranma? O, quizás, para ayudarla a ella misma. ¿Y por qué tendría que ayudarla? Por un momento, por su mente cruzó la idea de que Ranma estaba enamorado de ella y Nabiki había mentido para salvarla. Akane comenzó a andar mientras esa última idea daba vueltas en su cabeza. No sabía por qué pero su corazón sentía algo, como un calor extraño, como si quisiera que esto fuese así. La esperanza duró poco, mientras seguía su camino, se encontró a Ranma y Nabiki, solos, conversando sobre algo que ella no podía oír. Sintió que el alma abandonaba su cuerpo y la idea de que la mujer a la Ranma quería era efectivamente su hermana y que ésta no quería encubrir nada ni a nadie. Nabiki tenía las agallas suficientes para decir las cosas porque simplemente le complacía hacerlo. Bien, Ranma podía estar interesado en ella ¿pero ella en él? Si lo estaba y aun así él coqueteaba con cuanta mujer se le cruzara, tendría una nueva razón para odiar a ese tarado.
v-v-v-v-v
Desde el momento en que Nabiki hizo público su supuesto amor por ella, Ranma estaba intranquilo, algo le molestaba, era como un dolor en alguna parte del cuerpo que no lo dejaba estar en paz. Sabía que era cosa de minutos para que la noticia llegara a oídos de Akane. Ella no se lo perdonaría: si le había enrostrado de cruel manera el supuesto juego que estaba llevando a cabo para aprovecharse de Ukyo y Shampoo, no podía imaginar qué pensaría de él cuando supiera su supuesto interés en Nabiki. ¿Y qué le importaba eso? ¿Lo que Akane pensara? No le importaba nada. Pero sí le importaba que la gente pensara que él era un abusador, un don Juan y, bueno, entre esa gente estaba también Akane. Eso también era verdad.
– Ranma Saotome: eres un pervertido – de la nada salió una voz incriminando a Ranma, acabando de golpe con su reflexión. Éste se volvió a mirar. Era Satori.
– No tengo tiempo ni ganas de hablar contigo, pequeño insecto – le dijo casi sin mirarlo. Pero Satori era porfiado; de un salto estaba en frente de él, impidiéndole el paso.
– Eres un poco hombre: te gusta jugar con los sentimientos de las chicas – siguió el niño. Ranma rió con ironía.
– ¿Y vas a venir tú a hablarme de hombría?
– Podré ser un crío pero yo no juego con los sentimientos de las personas – respondió el niño, con furia.
– ¿Y se puede saber con quién estoy jugando yo? – . Ranma estaba perdiendo la paciencia. Todos se creían con el derecho de insultarlo y culparlo de cosas que él jamás había hecho. Hasta el insignificante de Satori
– Con Shampoo, Ukyo y ahora Nabiki ¿Te parece poco?
Ranma sonrió. Satori no era tan listo después de todo. Pero le perturbaba el hecho de que hasta Satori supiera ya la mentira de Nabiki.
– Y si fuera así ¿qué te importa a ti? – dijo Ranma con burla lo que hacía enfurecer más a Satori.
– ¡Me importa porque seguramente después querrás conquistar a Akane! – gritó con furia.
Así es que era eso. Satori estaba preocupado de que él se interesara y, dado su poder con las mujeres, terminara conquistando a Akane.
– Me parece que estás celoso, pobre criatura. ¿Realmente crees que Akane se fijaría en un mocoso como tú? Tú, que todavía usas pantalones cortos. Tú que seguramente no sabes ni limpiarte el trasero… No creo que arriesgue ir a la cárcel por un ser tan ínfimo. Pero puedes estar tranquilo, nunca me fijaría en una chica tan fea y bruta como ésa…– no pudo continuar, un fuerte puntapié cortó su discurso. Ranma se recompuso del golpe y con una rápida maniobra, agarró a Satori del cuello de su camisa, levantándolo a la altura de sus ojos. Aunque el chico trataba de no parecer nervioso o asustado, lo estaba. Ranma se veía bastante enojado.
– Está vez no te saldrá tan barato, cucaracha – dijo Ranma. De pronto, de la nada, Satori empezó a gritar.
– ¡No Ranma! ¡No me hagas daño! –. Ranma lo miró sin entender lo que pasaba.
– Suéltalo – dijo Akane, secamente. Ranma, sorprendido por todo lo que estaba pasando, soltó a Satori que fue a refugiarse detrás de las faldas de Akane mientras sonreía pícaramente con aire triunfal. Una vez más había derrotado a Saotome. Ranma quiso morir al ver que Akane estaba presente en el lugar y que, además, podría haber escuchado sus últimas palabras, lo que efectivamente sucedió.
– No vayas a creer que le estaba haciendo algo a este microbio – comenzó Ranma. No era una justificación, sólo constataba los hechos. Akane sonrió con ironía. Ella había visto con sus propios ojos cómo tenía agarrado al pequeño Satori.
– Sí claro, no le estabas haciendo nada…
– ¡Es la verdad! – dijo Ranma exasperado. Era increíble que todo el mundo se formara una opinión errónea de él.
– Yo a ti no te creo ni una sola palabra. Le mientes a Ukyo, le mientes a Shampoo y, por lo que me he enterado, ahora juegas con los sentimientos de mi hermana – Akane se veía furiosa pero, sin embargo, el sentimiento que más la embargaba era el de una infinita tristeza. Ranma no sólo tenía ojos para todo el mundo sino que, además, la consideraba fea y quién sabe qué cosas más.
No, no era así como ella decía. Él nunca le había dado algún tipo de esperanza a las dos chicas, ellas solas lo habían hecho. Y con respecto a Nabiki, eso tenía una explicación, aunque era difícil darla en ese y en cualquier momento. ¿Cómo decirle a Akane que Nabiki había mentido para que ni Shampoo ni Ukyo descubrieran la verdad? Es decir, que Nabiki creía que él estaba enamorado de Akane. Eso, claro. Y no, no pensaba realmente todo lo que dijo sobre ella. Sin embargo, y lamentablemente, nada de eso salió de sus labios.
– Yo nunca le he mentido a tu hermana –. El rostro de Akane palideció. Eso quería decir que el rumor que le había llegado era cierto: la mujer de la que Ranma estaba enamorado era Nabiki. Sintió como si le apuñalaran en el centro de su corazón. No es que a ella le gustara Ranma, no, eso no. Pero, por un momento, por las cosas que decía y hacía, llegó a pensar que tal vez sí, por qué no, esa misteriosa mujer podía ser ella. Ahora entendía tantas cosas: cuando Ranma la había confundido con otra persona, aquel día en casa de los Kuno, esa persona no era ninguna otra que Nabiki. Akane tuvo que hacer un gran esfuerzo por sostener las lágrimas, las que no habría podido explicar.
– Sí, ya lo veo. Lo único que te pido es que no hagas sufrir a mi hermana. Si la quieres de verdad, termina tu historia con Shampoo y Ukyo. Tampoco le hagas daño a ellas… – dijo Akane mientras tomaba a Satori de la mano y giraba para marcharse. Ranma quedó con la boca abierta, pasmado, sin poder decir nada. Nunca creyó que Akane reaccionase así y fue lo peor. Hubiese querido contar todo, cómo Nabiki armó esa mentira pero, para eso, tendría que revelar la supuesta razón por la que había inventado ese maldito cuento. Y no, eso era demasiado para él.
Akane y Satori caminaron en silencio. Ella no tenía nada que decir, él no quería oír nada. Temía, en el fondo, comprobar que la razón por la que Akane estaba tan triste no era por el miedo que decía tener por un posible sufrimiento de su hermana. No, la razón era aun más dolorosa, para él. Akane también estaba enamorada de Ranma.
v-v-v-v-v
Shampoo se miraba una y otra vez al espejo. El vestido que le había tocado llevar esa tarde era maravilloso, bellísimo. Parecía como una princesa sacada de un cuento de hadas. Y lo era. Lo demostraría ese día, con su voz celestial, delante de todos pero, por sobre todo, delante de su amado Ranma.
– Te ves más hermosa que nunca, Shampoo –. Cologne ingresó a la habitación de su bisnieta sin anunciarse, como solía hacerlo. Entre ellas no había secretos.
– ¿Tú crees, abuela? No pensé que el vestido quedaría tan hermoso – dijo mientras giraba para que Cologne la viera en plenitud –: Hoy cantaré como nunca antes; cantaré para Ranma – dijo con una enorme sonrisa.
– Te gusta en serio ese muchacho.
– ¡Claro que sí! – Shampoo miró a su bisabuela enfadada –: Abuela, no es un juego. Yo estoy enamorada de Ranma, lo único que quiero es estar con él y ser su novia y posteriormente su esposa. Parece que tendré que lograrlo sola porque de tu ayuda nada he visto.
– No seas desconsiderada: este es el día, creí habértelo dicho – Cologne sacó de su bolsillo un frasco pequeñito –: dale esto en la bebida, asegúrate de que lo beba todo. Después de esto, lo tendrás comiendo de tu mano –. Shampoo tomó el frasco entre sus manos y lo apretó. Era la puerta a su felicidad.
– Gracias abuela – dijo abrazándola.
A esa misma hora, el director se paseaba nervioso: el acto sería en una hora y más de la mitad de los participantes no daban señales de vida. Furioso exclamaba que tenía razón en no confiar en los adolescentes. Era una exageración porque poco a poco los estudiantes comenzaron a llegar: Mousse, impecable, había afinado ya su violín y ahora ayudaba a Ryoga a ponerse el traje de pájaro con el que tenía que presentarse en escena.
– Me veo ridículo, todo el mundo se reirá de mí – decía entristecido. Mousse le daba ánimos diciéndole que lo que importaba era que cantara tan bellamente como él sabía hacerlo. Había muchas chicas, estaba Akane. Sólo recordar eso puso a Ryoga al borde de un colapso total.
– Tranquilo hombre, serás un ruiseñor – le decía Mousse mientras bebía algo de una botella.
– Mousse, no deberías beber tantas energéticas, puede hacerte mal al final – advirtió Ryoga.
– Es sólo para calentar motores, seré uno de los que más trabajo tendré este día.
De pronto, Ukyo apareció en la puerta para ver cómo iban las cosas y, de paso, ver si encontraba a Ranma. Él no estaba a cargo de ningún número del espectáculo por lo que nada tenía que hacer ahí. Resignada, Ukyo, que ya estaba lista, se ofreció para ayudar a acomodar algunas plumas que se escapaban del traje de Ryoga. Desde ahí vieron cómo Shampoo y su bisabuela pasaban corriendo al camarín asignado a las chicas y escuchaban cómo Shampoo se peleaba a gritos con otras estudiantes por lo que consideraba una apropiación indebida de su espacio. Dedujeron que debían ser las llamadas tontas y no le dieron mayor importancia, aun cuando Mousse se sintió tentado a ir. Fue interrumpido por el mismo Ryoga quien declaró que no le permitiría espiar a niñas inocentes mientras de cambiaban.
– Qué bien que ya están listos, amigos.
Ukyo reconoció la voz de Ranma y de inmediato dejó a Ryoga en manos de Mousse.
– Ranma, pensé que no venías – le dijo dulcemente.
– Oh no, por nada del mundo me perdería ver a Ryoga siendo una paloma – dijo riendo a carcajadas. Por poco y no se libra del espejo que su amigo le lanzó por la cabeza.
– Eres un idiota, Ryoga. Rompiste el espejo ¡Ve tú a saber qué irá a pasar ahora! – Ukyo se mostraba preocupada y, por lo mismo, abrazó a Ranma quien se puso nervioso e intentó alejarla. Fue en vano.
– ¿Se puede saber qué hace esta chica aquí? ¡Este es el vestidor de los hombres, señorita! – gritó enfurecido uno de los profesores. Ranma se soltó de Ukyo y la invitó a salir, no quería partir el día con problemas. Lo cierto es que ya los tenía.
– Profesor, iré a ubicarme para ver el espectáculo – Ranma comenzó a hacer abandono del lugar pero el profesor se lo impidió.
– ¿A ver el espectáculo? No señor, usted está aquí como un estudiante más y tiene que hacer algo para ayudar – y tomándolo de un brazo, el profesor se llevó a Ranma quien no cesaba de protestar por lo que consideraba injusto: él no tenía nada que hacer. El profesor lo refutó: iría a atender el puesto de comida.
– ¡Pero así no veré a mis amigos actuar! –. El hombre no le prestó atención. En el camino se encontraron con Akane y Nabiki que venían llegando.
– Señoritas Tendo ¿qué número representan ustedes? – preguntó el profesor. Akane se sonrojó al decir que ninguno. El maestro les indicó que, si no tenían nada que hacer, fueran a atender el puesto de comida de Ukyo porque mientras ella presentaba los números, estaría solo. Nabiki exclamó que a Akane le encantaba todo lo relacionado con comer y era la indicada para ello. No espero respuesta, sólo se fue dejando a su hermana a la deriva.
– Bien Saotome, vamos. Y espero que haga bien su trabajo y no lo encuentre de nuevo a los abrazos como lo encontré hace un rato con esa muchacha allá adentro –. Akane lo miró con ganas de matarlo: había estado abrazándose con otra mujer que no era Nabiki. ¿Qué tan importante era su famoso amor que, a la primera oportunidad de iba a los brazos de otra? Intentó no darle más vueltas al asunto y se fue al puesto de Ukyo sin decir una palabra mientras Ranma ideaba en su mente algún tipo de explicación. ¿Por qué todo siempre le salía en contra? Aún quedaba más: de la nada apareció Satori y le ofreció ayuda a Akane quien aceptó. Era mejor no estar sola con el patán de Ranma.
v-v-v-v-v
Cuando Ukyo volvió al vestidor de mujeres, vio que Shampoo y su abuela hablaban muy bajito, casi como jugando a los misterios. No quiso interrumpirlas, pensó que podía ser uno de esos típicos rituales que hacían ellas, como cuando estaban en China. Pero no pasó mucho tiempo hasta que comenzó a desconfiar, precisamente cuando Shampoo pronunció el nombre de Ranma. ¿Qué tenía que ver Ranma en esa historia? Seguramente no había ningún ritual y ese par tramaba algo. Nada bueno tenía que ser si estaban hablando casi en susurros. No podía acercarse, si lo hacía, dejarían de hablar y no podría saber qué era lo que pretendían hacer con Ranma. Era difícil oírlas con el ruido que había en el lugar pero llevó al máximo su concentración y lo logró.
– No lo olvides: dale esto en cualquier bebida; asegúrate de que lo beba todo y ya verás como tu novio cae rendido a tus pies – dijo la vieja dando las últimas indicaciones. Ukyo se quedó de piedra. ¡Pretendían hacer caer a Ranma con sus brujerías! Tenía que impedirlo, a como diera lugar. No pasó mucho para que se diera el momento: una de las maestras le pidió a Shampoo que saliera para darle las últimas instrucciones junto con Ryoga. Shampoo escondió la botella antes de salir y cerró la puerta con llave. Lo que no sabía era que Ukyo tenía también una llave y, en cuanto Shampoo salió, entró a la habitación a buscar la famosa botella.
– Tú sí que eres una tramposa Shampoo. Lástima que las cosas no se darán como tú quieres – y tomando la botella, se dirigió al camarín de los chicos. Ya sabía que Ryoga no estaba y a Mousse le inventaría cualquier cosa para hacerlo salir. No fue necesario porque él tampoco estaba. Entonces, Ukyo se fue directamente a la bebida energética de la que había visto beber a Mousse y puso en ella el contenido completo del frasco.
– Lo siento Shampoo, no podrás conseguir a Ranma pero sí que tendrás a Mousse más enamorado de ti que nunca – sonrió.
Gracias a todos y cada uno por leer.
Sí, lo sé. Me tardé milenios en actualizar una de mis historias pero, ya ven, no me he olvidado de mis lectores. Muchas gracias a los que aún siguen mis historias por la paciencia que me han tenido. Tomen esta actualización como un regalito de Navidad :)
Este capítulo quedó fome pero los que vienen saldrán mejores. Espero.
Nos vemos.
