Summary: Se conocen hace mucho, son amigos hace mucho, actúan juntos en una nueva película y ahora él quiere ser más... ¿Cómo podrá lograr llegar al corazón de Isabella Swan cuando solo te ve como el Símbolo sexual de adolescentes calenturientas? Edward Cullen no la tendrá tan fácil ¿o sí?

Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a la extraordinariamente talentosa Stephenie Meyer. Yo solo me atribuyo la historia, porque la he escrito.


CAPÍTULO 2: Todo es lo que parece

Esto estaba más que solo jodido.

Edward y yo nos soltamos rápidamente y me sentí como mierda. ¿Acaso esto le daba vergüenza?

Oh, qué pena, pero no había forma de cambiarlo cariño… pensé con sarcasmo y molestia. Casi parecía que había tocado una leprosa o algo así, quise patearle las bolas. Su actitud me había matado.

Fría y calculadoramente lo miré alzando una ceja en su dirección.

- ¿Está todo bien? Oh, perdón, ¿probablemente quieras irte a jurarle amor eterno a alguien más? –Okay, eso no pretendí decirlo pero la calentura del momento… ustedes entienden.

- ¿Qué? –me miró con un dejo notable de dolor y me arrepentí más.

- Bells ¿pasa algo? –escuché a Jacob gritar a voz en cuello fuera de mi puerta. Olvidaba que a él siempre lo dejan pasar en portería sin necesidad de avisarme…

- No, nada… ya abro. –contesté con la voz un poco subida de tono. –creo que aquí es cuando te vas ¿estoy en lo cierto?

- Yo llegué primero. –dijo como si fuera un niño pequeño haciendo un berrinche.

- Pues él llamó antes de que tú aparecieras. -¿Qué demonios hacía yo comportándome de la misma forma?

¿Ahora tenía cinco años o qué?

Abrí la puerta, intentando no olvidar como inspirar y espirar, antes de lograr divisar el rostro de mi entrometido mejor amigo.

- Bells, no sabes lo importante que… -empezó a soltar las palabras una tras otra hasta que se le atascaron las mismas a medio camino, y con toda razón. Jake era un fanático empedernido de "el maravilloso" Edward Cullen.

- Jacob, él es…

- Edward Cullen, lo sé –dijo algo serio, pero bien sabía yo que se estaba conteniendo de gritar como niñita.

- Ajá, entonces… Edward, este es Jake.

- Dijiste Jacob, -atacó Edward. No me gustaba su tonito de voz para nada, pero puestos a la situación yo debía comportarme como adulta ¿no?

- Como sea. –gruñí.

Solo asintieron y después de escrutar con determinación mutuamente sus rostros. Jacob me vio nuevamente, escaneándome otra vez. Entonces dijo:

- Bella, vamos a la cocina un momento ¿sí? –asentí y le seguí no sin antes darme una mirada advertencia a Edward –inserte aquí comillas "Quédate aquí, ni se te ocurra espiarnos", en pocas palabras, eso intenté decirle con los ojos.

- ¿Qué demonios significan tus ojos entornados y tus mejillas tan rojas? Espera un segundito, ¿son tus labios los que están…? Carajo, ¡TIENES UN AMORÍO CON EDWARD CULLEN! –intentó por todos los medios no subir su tono de voz, pero falló estrepitosamente logrando que yo entornase aún más los ojos temerosa de que mi "amorío" en cuestión escuchase todo.

- ¡Jacob, cierra tu maldita boca! –a veces se me escapaban las groserías.

- No lo niegas, ¡No lo niegas! –Oh, esto era peor que una trillada historia de adolescentes.

- ¡Por todos los santos! Y yo creí que hace un rato me comportaba como una niña… -rodé mis ojos. –Por favor no hagas tremendo escándalo. Mi "amorío" con Edward no existe ni remotamente. Simplemente fue un beso, nada más. Además, no es ni el momento ni el lugar adecuado.

- Entonces échalo y cuéntame T-O-D-O.

- Nada de nada, ahora debes aguantar el almuerzo con él aquí, porque ya no queda de otra. Ya veremos que excusa ponemos en la marcha para echarle. ¡Eres el peor cotilla que he conocido en mi vida!

- Pero me amas, -culminó él antes de sacarme la lengua y dirigirse a hablar con Edward. Lo amaría siempre y cuando no me traicionase aliándose con él.

-AdPn-

- Entonces, Jake, ¿a qué te dedicas?

Ellos llevaban más de quince minutos conversando animadamente, al parecer Edward había tomado ventaja de que Jacob lo admiraba casi tanto como sus fanáticas ávidas a quitarse las bragas por él. Suerte la mía que no estaba tan en medio de esa conversación porque llevaba terminando de cocinar.

Había suficiente asado para los tres así que eso no causaría problemas, lo que si me tenía preocupada es que Edward parecía muy a gusto allí, y Jake le hacía las cosas más fáciles.

¿Cómo haría que se vaya después de comer?

Lo que más quería en ese momento era comérmelo a él, en todo caso. Espabila, tonta, que hay que pensar en cómo deshacernos del guaporro. Como siempre mi consciencia me salvaba de seguir babeando.

Y si me lo guardaba para el postre… uhmm.

- Hey, Bells ¿quieres ayuda con la mesa? –Jacob se acercó caballerosamente sacándome de mi ensoñación.

- Err… claro, podría ir poniendo los platos allí y los cubiertos.

- ¿Puedo llevar algo yo? –Arg, ¿Por qué tenía que venir el más comestible ahora? Por suerte no empecé a salivar.

- Sí, el… refresco está listo, la jarra está por allá –señalé el estante de la izquierda.

- Okay, ¿y los vasos? –preguntó, -en el estante debajo de allí. –me guiñó antes de que se fuera al comedor y juro que casi hiperventilo.

- Esto debe ser una broma… -murmuré más para mí que para cualquiera.

- ¿En serio? –me sobresalté al oír a Jacob, justo detrás de mí. Me asustó una mierda, si no fuera que estaba algo acostumbrada a sus maneras locas de querer sacar el corazón de mi pecho, lo hubiese asesinado hace tiempo, mucho tiempo atrás.

El almuerzo transcurrió lentamente.

El tema del trabajo salió a la luz nuevamente…

- Probablemente terminaremos de grabar en un mes, recuerda que apenas tenemos dos en set y ésta película no es tan larga, sin embargo, siempre hay que hacer alguna toma extra. –le explicaba a Jacob.

- Bella, ¿quién cocinó? –dijo Edward, o más bien interrumpió después engullir sus alimentos con entereza y dedicación. Parecía un hambriento que no había probado bocado desde hace mucho tiempo. Casi como un náufrago retomando su vida en la civilización.

- Eh, pues yo. –contesté cohibida, seguro no le había gustado.

- Wow, en serio estoy… -Edward parecía estupefacto.

- Sin palabras, así también quedé yo, si esta mujer cocinara piedras, yo también las comería. –Jake tenía que dar su opinión, alta y clara.

- Jacob… -susurré. Podría cocinar algo en mis mejillas por el calor que irradiaban.

Luego de los halagos recibidos, decidí simplemente intentar cambiar el tema. Sin embargo Jacob Black tenía otros planes.

- Bellita es toda una cajita de sorpresas. Cocina –maravilloso debo añadir-actúa, baila, canta…

- ¿Cantas? -Edward no salía de su asombro cuando pronunció esa pregunta.

Bella no sabía si sentirse herida o halagada.

- ¿No lo sabías? –Jake estaba asombrado, podía notar sus pensamientos correr en su rostro como si los hubiese dicho en voz alta "tanto tiempo trabajando con el bombón, ¿y no sabe nada de ti?-Pues bien, ahora lo sabes. Espero que no lo uses en su contra… -sonó como advertencia y broma, pero Edward solo notó lo primero y asintió.

Sí, ¡La mejor tarde de mi vida! Vomitando sarcasmo obviamente.

Podía haber sido catalogado también como el almuerzo más largo de la historia de los almuerzos en la humanidad.

O solo exagero.

Pero la peor parte la llevé cuando prácticamente perdí el sentido al notar un sinuosa e indecente mano subir, reptando lentamente por mi rodilla izquierda, y sí, a que no adivinan quién se encontraba a mi derecha.

El hada de los dientes… pues no, era el desgraciado Edward Cullen.

Mi espalda se puso tan tiesa como una escoba y mi respiración apenas se notaba, probablemente mi rostro se pondría de mil colores por la falta de irrigación de oxígeno en mi cerebro en menos de un minuto. Y Jacob ni enterado, estaba entretenido en su pastel que era el postre que ni idea de lo que hacía Edward bajo la mesa con sus manos.

No dudaba que el sudor empezaría a perlar mi frente en cualquier segundo si no hacía algo, algo lo suficientemente intenso como para calmar mis sentidos de alerta. Si no Jacob notaría la escena en todo esplendor. Y me ganaría su burla nuevamente… y mi vergüenza sería notoria también.

Mis sentidos funcionaron antes de que lo hiciera mi cerebro, que apenas y lograba conjugar un verbo.

Mi mano repto lenta pero decididamente hasta alcanzar su polla, y vaya que estaba emocionada. Una semi-erección hacía esplendor bajo mis manos y sus pantalones, mi sonrisa de suficiencia era única. Pero mantuve mi rostro fijo en la conversación que Jacob hacía, y con cuidado de no fallar comí de mi plato también.

Sentí a Edward rígido rápidamente y continué mi tarea ardua.

Era mucho más intensa de lo que pude haber sentido en algún momento, ya que había alguien observándonos sin siquiera darse por enterado y eso me ponía, no podía negarlo.

Tal vez tengo una vena aventurera, que tal si un día se me ocurre un trío.

Sacudí mis pensamientos cuando sus dedos se quedaron sobre mi intimidad cubierta por mi falda de mezclilla, oportunamente larga. Y claro, la tela de mis bragas húmedas.

Me empecé a quemar por dentro, quería que… no; me urgía que Jacob se vaya para así poder montar a Edward con potro salvaje hasta dejarlo seco, pero era demasiado cobarde para enfrentarle sin la necesidad –de meses acumulados sin sexo –que me hacía pensar con la entrepierna. Parecía más un inútil adolescente cachondo que yo misma y detestaba el sentimiento, pero ¿Qué iba a hacer?

Aparté mis estupideces y decidí simplemente dejarlo para después ya que Edward haría que su mano llegase dentro de mis bragas en cualquier segundo y aunque mi cuerpo gritaba que lo dejase, no podía simplemente dejarle hacer ¿verdad?

Así que sin pensarlo ni un segundo más, apreté su polla en mis manos haciéndole saltar. Jacob le vio extrañado y me miró cuestionándome casi un segundo después.

Le devolví una mirada tan confundida.

Amaba el hecho de saber actuar. Era reconfortante poder lanzar mentiras al menos con la mirada.

- ¿Estás bien Edward? –pregunté sintiéndome algo culpable, no había apretado lo suficiente como para hacerle daño pero si le había dado un susto al menos. Pero él había empezado todo…

- Parece haberse atorado con el postre… -comentó Jake notoriamente preocupado.

Y vaya postre… -pensé.

Luego Edward se excusó a los servicios y Jake salió a contestar una llamada.

- Disculpa cariño, debo contestar.

- Claro, no hay problema yo recojo todo. –asentí y recogí los últimos utensilios de cocina para ponerlos en el lavadero.

Estaba ya terminando de poner la vajilla en el lavaplatos y sentí un cuerpo detrás de mí. Pensé que Jake había terminado su llamada pronto pero el olor intoxicante y delicioso no era suyo.

- Así que te gusta jugar con fuego… -se encontraba pegado a mi y si no me hubiese sostenido de la encimera cercana


Lamento la tardanza, espero volver pronto y que no les moleste mi desfachatez. Besos :D

Ale!