Summary: Se conocen hace mucho, son amigos hace mucho, actúan juntos en una nueva película y ahora él quiere ser más... ¿Cómo podrá lograr llegar al corazón de Isabella Swan cuando solo te ve como el Símbolo sexual de adolescentes calenturientas? Edward Cullen no la tendrá tan fácil ¿o sí?
Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a la extraordinariamente talentosa Stephenie Meyer. Yo solo me atribuyo la historia, porque la he escrito.
Playlist:
Dominó -Jessie J
Give me Love -Ed sheran
Amor de Película ¿no?
CAPÍTULO 5: Fanáticas neuróticas
El tedio se mostró en mi rostro.
Cuando por fin decidí que Edward y yo debíamos aclarar las cosas de una vez por todas, aparecieron esas chicas gritonas.
Agh. ¿Es que en algún momento de la vida podía hablar con él, por fin?
No es que no quiera a nuestras fans. Las adoro, ellas, en general, han hecho de nuestra fama algo positivo. Algo llevadero, sobretodo por la parte horrible que significaba enfrentar a los paparazzis. Los chismes y demás.
Sin embargo ¿cómo era que lograban colarse tan dentro de la filmación? No se suponía que había un cordón de seguridad.
¿Y si traían cámaras? ¿Cómo íbamos a garantizar la privacidad de la cinta?
Otro grito de parte de las fans en cuestión.
Creo que debía salir con tapones, ya que no terminaba de entender la razón de sus chillidos.
—¿Estarán listos para el verano? Quiero decir, se supone que la premiere debe estar completamente organizada para todos los países que visiten. Y ¿no se cruzará con tu nuevo proyecto Edward? Porque Vivo por ti, deberá empezar a filmarse cuando estén en periodo de promoción. ¿O al final tampoco irás a las premieres fuera del país ésta vez? —una de las que gritaba menos, soltó.
¡Dios! Esta niña hablaba más veloz que auto de Fórmula 1, y sabía nuestro itinerario más que nuestros agentes.
Me sentía expuesta. Y perseguida.
—Sí, bueno... las cosas tenemos que mantenerlas un poco en secreto, para la audiencia aún, pero pronto sabrán todo. Ahora, chicas, si nos disculpan, tenemos una reunión importante a la que no podremos faltar. —Las fans rieron como tontas, debido al encanto natural de Edward. Seguramente, si él les dijera que iba a matar a alguien igual le sonreirían.
Ellas continuaron un par de segundos embobadas, mientras lográbamos escabullirnos entre gritos y te amos.
Casi al llegar al la limo que nos esperaba, él tomó firmemente mi mano. Suspiré quedamente, y creo que prácticamente corrimos dentro del automóvil. Si ellas supieran que nosotros...
-O-
Estábamos en silencio durante todo el viaje a mi casa. Él jugueteó con mi mano distraída mente. Yo temblaba dentro de mí misma. ¿Qué estaba haciendo? Las dudas no me dejaban en paz. ¿Sería esto un error? ¿Me arrepentiría pronto?
—Estás muy pensativa —soltó un minuto después. Ansiaba responder pero me limité a observarlo antes de apretar su mano. Él sonrió, cálidamente.
El conductor tenía la ventana de división subida, dándonos privacidad, y probablemente nos quedaban unos quince minutos si continuábamos sin tráfico, hasta que llegásemos a mi casa. A la mierda las dudas. Yo lo quería. Y mucho. Él era, probablemente el amor de mi vida. Si lo dejaba ir ahora, me arrepentiría de eso...
Así que no lo pensé dos veces y fui a sus brazos.
Él me detuvo cuando estuve cerca de su boca.
—¿Qué estás haciendo? —susurró, sosteniéndome. Sabía que no debía sentirme tan mal. Es muy probable que él deseara que aclaremos todo antes, pero, no podía esperar. Y el hecho de que justo hubiese preguntado en voz alta mi propia pregunta, sólo hizo que mi determinación flaqueara lo suficiente para congelarme y regresar a mi asiento. Realmente sentí como si no me deseara en ese instante...
Inseguridades del demonio. Sin embargo, él no me dejó ir.
—Espera, —su voz era muy ronca. —necesito... Dame un segundo de paz, por favor. —rogó finalmente. —Debemos aclarar todo. No aguanto que todo pase de un estado al otro como si fuésemos un par de niños que no saben lo que quieren.
—Sé lo que quiero. —murmuré.
—Y yo, también. —él cuadró los hombros. —Pero debemos dejar cosas en claro. —suspiró. —Te quiero, Bella.
Eso me desarmó.
—Y deseo que seas mía, en todos los sentidos posibles. —continuó—Pero quiero saber si pondrás el mismo interés que yo en que ésto... —nos señaló con un asentimiento — para que funcione.
Yo me quedé de piedra, con un sonrojo mayor que cualquiera que hubiese tenido en mi vida, aflorando en mi rostro.
—¿Quieres, Bella? ¿Estás conmigo en esto?
No encontraba mis palabras. No encontraba mi lengua. El sonido de mi voz, ni que decir. Se había ido.
Sin embargo, de no sé dónde, salió un firme: —Sí, Edward. —él sonrió abiertamente.
Con un brillo maravilloso en sus ojos, volvió a ponerme sobre su regazo, sólo que me acomodó para no huir. Sí, como si quisiera hacerlo.
—Ahora, puedes besarme, —murmuró a escasos centímetros de mi boca.
Su arrogancia me fascinaba en estos momentos.
Yo decidí no esperar más.
Sin embargo, esperé que él entendiera que mi miedo a decirle lo que siento no significase que no sentía nada por él.
Acerqué mi boca a la suya y me dejé poseer. Él tenía ese poder de derretirme, de tomar mis pensamientos y sin razones fuera de mí cuando me besaba, de hacer que olvide mi nombre, dirección de e-mail, número de pasaporte y todo. Todo.
Sus labios eran gentiles pero firmes. Tenían un sabor que jamás me cansaría de probar, un aroma en su aliento que demostraba que él tenía el poder aquí.
Me dejé dominar.
Él también me dejó hacer lo mío. Enterré mis manos en su cabello, en su nuca, en sus hombros.
Recorrí también con mi lengua el interior de su boca, y permití que él, tome la mía entre sus labios, que la succione a su antojo.
Sus manos tampoco estuvieron quietas, mientras una me asía firmemente sobre sus piernas, la otra exploraba la curva de mi cuello, mis hombros, luego descendió por mi brazo, y mi costado, llegando a mi cintura. Acarició allí mientras yo me debatía entre gemir o jadear. Ambas me parecían buenas opciones, y terminé por dejarme llevar por las dos.
Unos golpes en la ventanilla que daba a la calle, nos hicieron volver a la realidad.
Habíamos llegado a casa. A mi casa.
Él me dejó ir, antes de darme un último suave beso. Sentía mi piel arder en todos los lugares que había tocado, sin contar que los que no sintieron su atención, la pedían a gritos.
Sería interesante estar con él, en mi casa. En mi habitación.
Olvidé mencionar que la hermosa oveja del mal... Lamb'stown, mejor dicho Marina, o como ustedes la conozcan nos regaló un bellísimo banner. Si lo quieren ver está en mi perfil. Gracias oveja. Te amo.
Millones de gracias a las nuevas o nuevos lectores. Y de nuevo a la oveja (bienvenidos todos) Y mil disculpas por la demora.
Ale!
