Summary: Se conocen hace mucho, son amigos hace mucho, actúan juntos en una nueva película y ahora él quiere ser más... ¿Cómo podrá lograr llegar al corazón de Isabella Swan cuando solo te ve como el Símbolo sexual de adolescentes calenturientas? Edward Cullen no la tendrá tan fácil ¿o sí?

Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a la extraordinariamente talentosa Stephenie Meyer. Yo solo me atribuyo la historia, porque la he escrito.


Playlist:

The only difference between martydorn and suicide is press coverage —Panic at the Disco

Give me Love —Ed sheran


Amor de Película ¿no?

CAPÍTULO 6: Amor

Había pasado una semana, y vaya que fue maravillosa. Edward y yo hablamos, largo y tendido de nuestros sentimientos y mis inseguridades. Él me entendía a la perfección, sabía que debíamos cuidarnos al máximo de todo lo que nos rodeaba, pero estar uno al lado del otro siempre ayudaba. Su hermosa sonrisa esa noche, cuando llegamos a casa, era la más impresionante que le había visto jamás...

—Creo que lo mejor es que dejemos en claro todo —imité su voz grave, y me salió fatal.

—Estás en lo cierto. No deseo que volvamos a tener malentendidos. Además... ya viste lo fácil que les ha resultado a esas niñas colarse en la grabación... Alen matará al equipo de seguridad en cuanto lo sepa. Y si los papparazis estuvieran por allí —él meneó la cabeza, negando. —sería muchísimo peor.

—Lo sé, Alen da miedo cuando se lo propone.

Dejamos de hablar de cosas secundarias. Era ahora o nunca.

—También estoy enamorada de ti Edward, —empecé yo.

—¿Pero? —continuo él. Yo agaché la mirada, me avergonzaba aceptar mis inseguridades.—Sabes Bella, yo entiendo que tengas miedo —esa frase sin duda hizo que volviese a mirarlo ¿acaso leía mentes? —Escucha, he sentido lo mismo que tu sientes ahora desde que me di cuenta de lo que sentía —hizo una pausa— desde que me di cuenta de lo que siento por ti.

Su sonrisa extendida por toda su mandíbula me hacía recordar a una muñeca Barbie. Las pobres tienen estas hermosas sonrisas enormes, que jamás dejan de estar prolijas... Y que parece que les deben doler de lo grandes que son.

Negué con la cabeza. Me estaba volviendo loca. No había duda de ello.

Él definitivamente, era un hombre más bello que una Barbie.

—Gracias por entenderme, —murmuré, lo tenía lo suficientemente cerca como para que me escuchase.

Él me tomó en sus brazos y besó mi frente delicadamente. El solo hecho de hacerlo tan suavemente me hizo suspirar.

—No hay nada que agradecer —suspiró quedamente rosando su nariz en mi cabello. —Aunque, si quieres... puedo aceptar besos. —sonreí, era incorregible, y me encantaba.

Acaricié sus labios con los míos un momento.

Realmente quería mantener mi autocontrol relajado pero me lo hacía muy difícil. Su perfume intoxicaba y embotaba lo suficiente mis sentidos como para dejar que su lengua traviesa invadiera mi boca hábilmente y mi calma fuese cosa del pasado.

Debíamos calmarnos, no íbamos a solucionar nada en la cama ¿o sí?

—Bella —susurró él. Acarició apenas mis labios un par de segundos más. Cuando me soltó, sólo quise que esto durase para siempre.

—Ahora me odiarás. —sonreí contra sus labios.

—No veo cómo.

—Quiero que te quedes...

Él me vio perplejo, sus pupilas expandidas y pícaras.

—¿Estás segura? ¿No acabas de decirme que te odiaré? Si pasamos la noche juntos estoy seguro que no podría...

—Déjame acabar. —sonrió. —Quiero que te quedes a dormir. Sólo a eso.

—¿Segura? —soltó él sonriendo, pícaro. Lleno de felicidad.

Y así, sólo se quedó a dormir esa noche conmigo. Fue maravilloso. Hablamos de muchas cosas tontas y simples. De cosas dulces también. Y amanecer a su lado... Creo que no podía sacarme la sonrisa de la cara cada vez que eso pasaba. Se veía tan tierno con sus ojos cerrados, sus mejillas sonrosadas y unas gotitas de saliva colándose por una de las comisuras de su boca... Lo sé, no es romántico ni nada, pero amaba verlo tan natural, tan Edward. Más que nada porque era yo la que disfrutaba de aquella visión dulzona.

Y en ésta semana hemos dormido juntos —o casi— cinco de ocho días.

Y digo casi, porque las largas sesiones de besos calientes no nos han permitido dormir mucho.

Hoy era la tercera noche en la semana que no hemos dormido juntos, y ha sido por que él debía ver a su madre anoche, y aunque me pidió que vayamos juntos, me negué. Su madre y yo nos llevamos bien, Esme realmente es un amor de mujer, pero ahora que somos... ¿qué somos?

Quiero decir, sé que tenemos una gran y hermosa relación pero, no nos hemos etiquetado. Al menos no que yo recuerde.

Bueno, volviendo al tema de Esme, ahora que tenemos esto entre nosotros... pues no sé qué decir o cómo actuar frente a ella. ¿Que pasa si no le gusto para su hijo?

-O-

Estaba sorprendida de ver más luminosidad por las mañanas y también disfrutaba que hubiesen tantas cosas a mi alrededor con desbordante belleza que antes no notaba. Los florecientes árboles, llenos de luz y vida, de nidos de aves. Las flores que parecían sonreír a mi paso por el parque central. En fin, cosas insulsas en apariencia y ahora eran lo que iluminaba mi vida. O era simplemente que había aceptado que estaba enamorada y me volví un poco estúpida...

Sin embargo, algo tenía que joderlo siempre, un paparazzi bueno para nada, estaba allí queriendo parecer de incógnito pero ¿a quién engañaba? Si era muy obvio que estaba persiguiéndome. Y el clic de su cámara atronandome los oídos continuamente.

Mi caminata de las mñanas quedó reducida de tiempo debido a eso y me apresuré a casa. Debía apurarme con el resto de cosas que debo preparar antes de ir a la producción, sin embargo, casi siempre correteaba sin tiempo para llegar allí.

Más tarde y con apenas siete minutos de retraso, llegué triunfante a la producción, cuando fui a mi remolque me encontré con un maravilloso detalle en la mesa.

¡Un bello ramo de tulipanes de diversos colores!

Apenas se lo había comentado a Edward un par de noches atrás, cuando observó con detenimiento en único cuadro que decoraba mi habitación. Lo demás eran fotografías.

Sonreí abiertamente. Cuando se lo proponía era un romántico empedernido.

De repente sentí mi muslo vibrar. Mi celular privado.

—Hola, cariño. —saludó él con una sonrisa transparentándose en su voz.

—Hola, Genio de la lámpara. —solté.

—¿Disney? —cuestionó.

—Exacto. Cumpliste mi deseo con sólo frotarte. Aunque debía haberlo hecho con la lámpara.

Él resopló una carcajada. Me entendió a la perfección.

—¿Hace cuánto llegaste?

—Cinco minutos atrás.

—Voy para allá.

Ni siquiera logré suspirar cuando de repente él se había materializado y echado el cerrojo a la puerta del remolque. Acercándose a mi con paso felino y deteniéndose justo cuando tenía mi cuerpo entre la pared y el suyo.

—¿Te gustaron los tulipanes?

—Los amo —susurré presa de la excitación. Cuando me acorralaba así, sólo quería que no se detuviera. Y no quedaba mucho de autocontrol de ambos para seguir adelante con el deseo contenido.

Besó rápidamente, desesperadamete, sus labios eran el dulce bálsamo que deseé probar toda la noche, el bálsamo que quería tener toda mi vida.

Hizo el amago de alejarse, pero no se lo permití, lo deseaba tanto.

Gemí entre beso y beso y apreté mis manos en su cintura, él se abrió paso en medio de mis piernas y le dejé hacerlo. No creo que hubiese célula mía que no deseara ser poseída por él en ese instante.

Cuando estuvo necesitando oxígeno, bajo por mi cuello, dejando la humedad que provocaban sus besos por toda la extensión de mi mandíbula. —Bella... —gimió. —Debemos parar...

Pero no se alejó, al contrario, pudo sentir su maravillosa erección restregarse con mayor énfasis contra mi deseoso centro.

—No quiero, te deseo... ahora. —pude soltar.

Sin embargo, el tiempo que vuela tan rápido hizo que nos olvidemos del lugar donde estábamos y oímos el ruido fuerte de los golpes en la puerta del remolque.

—Bella. ¡Bella! ¿A que no sabes quién ha venido? —mi maravillosa agente gritaba —o casi, casi— fuera del tráiler.

Tuvimos que frenar, no había de otra.

—Échate un poco de agua en el rostro... —le indiqué mientras apuntaba al baño con la mirada. —La echaré y luego nos tenemos que ir a grabar. —Edward asintió, supuse que su voz y la mía sonarían igual de roncas, por que no reconocí la mía en absoluto.

Me besó suavemente y segundo más y se dirigió a los servicios higiénicos.

Salí después de intentar alisar un poco mi pelo.

Lo que me encontré me dejó sin respiración.

¡Él no podía estar aquí!

¡Que felicidad!

Sin pensarlo salté a sus brazos, me sentí en casa. Y le llené la cara de besos.

—Vaya, que tal entusiasmo, si ibas a saludarme así, venía antes. —Jasper sonrió contra mi pelo.

¡Sí Señor, cómo lo había extrañado!

En eso escuché un resoplido y un aclarar de garganta detrás de mi.

Sonreí más aun. Esto era tan lindo, los dos hombres de mi vida aquí. Pero al ver el rostro de Edward ante la imagen que tenía frente a sus ojos, me estremecí un poco.

—Bella, ¿no me presentas a...?

Oh, claro. Bajándome de Jasper, procedí a presentarlos.

Cómo sabía que las cosas podían malinterpretarse, decidí ser bien clara. —Claro, Jas. Jasper, éste es Edward Cullen, mi co-estrella aquí, y estamos saliendo ahora. —la cólera que unos segundos habían surcado el rostro de Edward, ahora era pura perplejidad. —Y Edward, —lo vi directamente a los ojos. —Te presento a Jasper, mi hermano.

Clarise soltó un risotada al notar la expresión de Edward.

Seguramente pensó algo que no era.

—Luego te explico, —le solté a Edward, tomándolo de la mano y dirigiéndonos a la sala dos, que era la que nos tocaba filmar hoy. Jasper, nos siguió con Clarise.


Ale!

Nos quedan dos capis y el epílogo.

Prometo poner de mi parte para que el siguiente salga mejor. Lamentablemente ahora tengo un dolor en el pecho que me impide completar lo que quisiera plasmar aquí. Lo siento, pero es lo que tengo para ahora.

Un beso y las quiero chicas.