Disclaimer: This is a translation, the original fic was made by Lyricalkris, who had the kidness to let me give it to all of you in Spanish. So, thanks so much Kristina.

And Yet So Far

Traducción: Aún así tan lejos

Original de: LyricalKris

Traductora: aleshita-luvs-paramore


Capítulo 8

Más temprano que tarde

Para ser solo una palabra, "pronto" encerraba muchas cosas.

Bella supuso que podía tomar la palabra de Edward por el sentido más inocente. De una manera u otra, él la vería tan pronto como el Lunes llegase, pero ella ni estaba lo suficientemente necesitada ni era tan estúpida como para creer que eso era lo que significaba su única palabra.

Había una intención definida en la forma en que él la tocaba. Y si ella deseaba aparentar inocencia, o pretender no entender que quería darle a entender él cuando la acarició suavemente en la mejilla, tampoco podía malinterpretar la mirada en sus ojos cuando habló.

O los besos que compartieron.

Cuando el timbre sonó pasada la tarde, Bella sabía exactamente a quién encontraría en cuanto abriese la puerta. Aún así, su cuerpo se sobresaltó cuando vio a Edward de pie en su entrada, con el cabello más desordenado que de costumbre, como si hubiese paseado sus dedos por allí con especial entusiasmo.

—H-hola, —dijo ella, el sonido fue fino y tenue.

Su boca se levantó en las esquinas, pero en lugar de hablar, él se acercó, con las manos dirigidas a su rostro mientras la besaba. Era un beso caliente, como si él también hubiese estado repitiendo el beso que se dieron la noche anterior, una y otra vez en su cabeza hasta que fuera un ansia tan grande que no pudiese saciarse solo con una probada.

Bella estaba sin aliento casi al instante, con su mente vacía a excepción de como se sentían sus labios en los de ella y la electricidad que parecía recorrer la superficie de toda su piel.

Cuando el beso fue roto, ella cayó en la cuenta que estaba aferrada fuertemente a él, con sus brazos alrededor de su cuello. Las manos de él estaban en su espalda baja y la sostenía fuerte. Ambos respiraban entrecortadamente.

Con su mejilla contra el rostro de él, Bella sintió y oyó a Edward tragar pesado. Dio un paso hacia atrás, con sus brazos sosteniéndola de la cintura y una expresión tímida. —Eso, uh... Eso no era lo que quería decir.

Bella parpadeó en su dirección, con sus pensamientos agradablemente confundidos., y rió a causa de la ridícula declaración y de sus besos que le daban vértigo. —¿Qué era lo que intentabas decir?

Para su sorpresa, él apretó los ojos, sus facciones parecían heridas. —¿Puedo entrar? —dijo él suavemente.

Un poco nerviosa por el salto súbito de felicidad que acababa de tocar, Bella asintió. —Por supuesto—, murmuró, dando un paso atrás para dejarlo entrar en su apartamento.

Cuando estuvieron dentro, Bella sintió cierto alivio cuando Edward llegó a ella, tomando de nuevo su rostro entre sus manos. Ella envolvió sus dedos alrededor de sus muñecas, acariciando la parte superior de las manos con sus pulgares, esperando mientras él reunía sus pensamientos.

—Parece como si fueses a decirme algo horrible. ¿Qué tan malo puede ser? —le preguntó a la ligera, tratando de romper el estado de ánimo sombrío.

Funcionó. Sus labios se arquearon en las esquinas y se elevaron. Él la miró con una especie de diversión en los ojos. —Esa es una pregunta capciosa,— murmuró.

Con un suspiro, dejó caer las manos de nuevo hasta su cintura. —¿Te acuerdas de cuando me mudé a Forks, y era un verdadero idiota contigo?

Bella asintió con la cabeza, confundida por lo que vendría a continuación. —Vagamente.

Bajó la mirada, con su sonrisa torcida todavía un poco triste. —Te dije que no deberíamos ser amigos, y tú preguntaste por qué si podía ser amigo de Mike y Tyler.

Dejando que sus dedos rozaran el interior de la muñeca de ella, Edward tomó sus manos entre las suyas antes de que levantase la cabeza. —Yo no sabía cómo explicarlo entonces. Pensé que era por Elsie, y lo es, pero es más que eso. Nunca podría ser sólo un amigo para ti.— Su risa era irónica. —Lo he intentado. Creo que incluso me convencí de ello por un largo tiempo, pero...— Él resopló, como si cayese en la cuenta que estaba balbuceando. —Quiero más.

El corazón de Bella estaba a punto de correr en estampida fuera de su pecho. Se sentía fuera del mundo. Por un lado, se sentía como volar. Sus palabras fueron exactamente lo que él quería oír —un espejo de lo que ella sentía. Pero había un peso a su monólogo, un pero que flotaba en el aire. Ella dio un paso más cerca de él —También quiero más, —dijo con sinceridad. —¿Por qué lo haces sonar como algo malo?

—Porque sé que no soy ningún premio.

—Edward-

—No, yo...— Rodó los ojos, haciendo que sus manos estuvieran juntas, en medio de ellos, rozando sus labios contra sus nudillos. —Esto es exactamente por qué. Parezco tan melodramático.— Él negó con la cabeza, su voz suave pero sus ojos serios. —Tienes 22 años. Los chicos con los que sales deberían poder ofrecerte un buen y divertido momento. Te mereces diversión espontánea, quedarte fuera hasta altas horas de la noche, y no puedo darte eso. No puedo darte un "sólo por diversión", y no puedo darte algo fácil.

Luego fue Bella quien tuvo que tragar saliva del nudo en su garganta.

Ella quería redefinir sus declaraciones como más sólo dramáticas, pero se dio cuenta de repente cuánta verdad había en lo que estaba diciendo.

Vio cuando la incierta expresión se dibujó en su rostro, a causa de que él asintió con la cabeza. —Tienes tantas cosas pasándote en este momento —la escuela y el trabajo. No tengo ningún derecho a querer algo contigo. Sólo necesitaba saber cómo me siento. Creo que es lo justo.

Cuando trató de apartarse, ella levantó las manos. —¿Y qué pasa con cómo me siento yo?

Él se detuvo, buscando su rostro.

—Ambos tenemos muchas cosas ahora, —dijo ella lentamente, tratando de ordenar sus ideas. —Tu tienes, la universidad, el trabajo y Elsie para ocuparte. Es terrible en cuanto a tiempo.

Él observó sus pies nuevamente, no sin que antes Bella notase un chispón de miseria en sus ojos. —Si. Es terrible en cuanto a tiempo.

Soltándole las manos, ella tomó su rostro entre las suyas, elevando su rostro. —Pero si estás dispuesto a arriesgarte, quiero intentarlo.

Las cejas de él se arquearon. —¿Intentarlo? —preguntó cuidadosamente.

Bella sintió que sus mejillas se coloreaban, pero continuó. Debía haber reunido mucho coraje para llegar a ella de esa forma. Lo mínimo que podía hacer era devolverle el favor. —Estar contigo, —aclaró. —Si eso es lo que quieres.

Su expresión era un poco conmocionada. —¿Quieres estar conmigo? ¿No sólo... salir, o lo que sea?

Nuevamente, se sonrojó Bella, pero inclinó su cabeza, con una mirada pícara. —Salir es para la gente que está intentando conocerse, —señaló ella. Dejó que sus dedos se dirigiesen hacia atrás, colándose entre el cabello en su nuca. —Ya te conozco.

Las manos de Edward descansaban en su cintura, suavemente en un principio, y luego sus dedos se apretaron a su piel. Acercando su piel en su contra, él bajó su cabeza con los labios apenas rozándole la punta de la nariz, recorriendo sus mejillas. Su aliento tambaleó, cálido en su boca. —Si te beso, no seré capaz de detenerme, —advirtió él, dándole un chance de pensar bien en lo que se estaba metiendo.

La cabeza de Bella daba vueltas. Ella sabía que había mucho en lo que debía pensar, que era mucho más justo pensar en las cosas antes de empezar algo con él. No era justo para nadie que ella se asustase después de entrar a esto con él por sus propios pies.

Habían muchas cosas que considerar, y cosas de las que debería tener cuidado.

Empujando sobre los talones de sus pies, Bella cerró la pequeño espacio de distancia que los separaba. Edward no discutió, y fiel a su palabra, él no se detuvo. Cuando se hubieron besado, ya sin aliento, se trasladó con besos de boca abierta a su cuello.

Tropezaron, sus labios buscando ávidamente devorar la piel del otro, hasta que llegaron al sofá y cayeron de espaldas desgarbadamente. Edward se inclinó hacia atrás, tirando de ella hacia abajo en él. Ella lo montó rápidamente, tomando su rostro entre sus manos y lo besó profundamente. Sus manos se extendieron sobre su espalda, las yemas de sus dedos tocando una canción desconocida contra su columna vertebral.

Bella era bien consciente de que estaba complicando como el infierno su vida, pero en ese momento, a ella simplemente no le importaba. Sus besos tenían que valer la pena un poco de lucha.

Sus dedos danzaron distraídamente por sus costados, moviéndose hacia arriba incluso con la cabeza inclinada sus besos se profundizaron. Cada toque envió un estremecimiento a través de su cuerpo.

Cuando sonó el teléfono, los dos se detuvieron. Edward tragó un gemido, y Bella se dio cuenta de todo su meneo, ella estaba apretándose en su contra. —Lo siento—, murmuró sin aliento.

Él se rió y volvió a besarla dulcemente, acariciándole la espalda con una mano mientras sacaba el teléfono de su bolsillo. —No lo hagas,— murmuró, dejando que sus dedos sigilosamente serpentearan debajo de la camiseta, jugando contra la cálida piel de su espalda.

Contenta dónde estaba, Bella se deslizó hacia abajo sólo lo suficiente para que pudiera descansar su cabeza sobre su hombro. Él jugaba con su pelo mientras contestó su teléfono.

Bella se había deslizado dentro de un pequeño y maravilloso mundo cuando sintió que el cuerpo de Edward se ponía rígido debajo de ella, los músculos de sus hombros se endurecieron por la tensión. —¿Ha dicho lo que quería?— Edward preguntó con voz dura.

Levantando la cabeza, preocupada, Bella acarició la mejilla de Edward con los nudillos. Su dura expresión se suavizó un poco, sus ojos revoloteando a los suyos. Sus dedos reanudaron su exploración tentativa en su espalda.

—Está bien. Lo haré—dijo escuetamente. —Pero hoy no. Es que... no puedo hacerlo hoy.— Él escuchó durante un momento. —Sí. El miércoles... Gracias. Estaré allí en unos minutos.

Cuando él dejó caer su brazo lejos de su oreja, dejando su teléfono en el suelo, Bella sintió que su pecho subir bajo ella. Él dejó escapar el aliento lentamente, con los ojos cerrados.

—¿Qué está pasando?— le preguntó en voz baja.

Los ojos de Edward se abrieron lentamente, y vio inquietud allí. —Esa fue la trabajadora social —Carmen— en el teléfono Ella dijo que Victoria pidió una conversación conmigo, cara a cara.

Bella respiró fuerte, ansiosa ante su nombre. —¿Ella no dijo para qué?

—No.

Parecía que no quería hablar de ello porque le tomó la cara entre las manos y luego, la besó de nuevo con ternura. —Tengo que ir a buscar a Elsie. Su visita está por terminar. Pero...— Él se rió, su sonrisa pequeña pero genuina. —No sé cómo hacer esto—, admitió.

—No creo que existan reglas—, bromeó. —Tal vez deberíamos simplemente seguir haciendo lo que hemos estado haciendo: vernos cuando podamos.— Ella sonrió tímidamente. —Con excepción de que nos demos unos cuantos besos más.

Su sonrisa se ensanchó, y él la besó. Ella lo tomó como una aceptación.

—Pero no delante de Elsie. No hasta que sepamos algunas cosas—, dijo él, preocupado.

Bella asintió, de acuerdo. —Eso tiene sentido.

~0~

Edward estaba poniendo todo de sí mismo para mantener la mente abierta con respecto a Victoria.

Desde donde estaban, era muy difícil. En primer lugar Victoria lo había contactado unos cuántos meses antes de que se mudaran a Seattle, haciéndole saber que hubo salido de la prisión y que quería tener una relación con su hija.

Edward estaba más allá de la furia. Él no había oído una sola palabra de la mujer desde el juicio de James -ella había hecho su mejor esfuerzo por ni siquiera mirar a su propia hija- ¿y ahora pretendía ser madre?

Pero Victoria había sido sorprendentemente paciente cuando él despotricó contra ella. —Tienes todo el derecho de estar molesto. No sabía que decir, si quieres que sea honesta. ¿Qué? ¿Habrías querido llevar a Leona a visitarme en prisión?

Edward no le contestó. Las personas del SPI le habían advertido que era algo que Victoria podría haber solicitado; un juez pudo haberle pedido que llevase a su bebita para que visitara a su madre en prisión. Pero Victoria no lo había hecho, y él había estado agradecida por eso.

—Obviamente, lo arruiné. Mucho. Pero he hecho todo bien desde allí. Estaré fuera de la libertad condicional muy pronto. —Mientras él aun se resistía, ella agregó sabiamente. —Conozco mis derechos. No hay mucho que puedas hacer. ¿Por qué no intentamos mantener esto lo más civilizado posible? Por Leona.

Y estuvo en lo cierto. Meses después, cuando Carmen Ortega en conjunto con servicios sociales lo contactaron, le constataron que él debería cumplir con la decisión del juez.

La había visto sólo una vez, cuando fueron ante el juez, y ellos no habían hablado directamente. Entonces, Victoria dejó en claro que su objetivo final era la custodia compartida. El juez le había advertido que era un largo, largo camino para llegar a ello, lo que le dio a Edward una pequeña medida de alivio. Aún así, la idea le hizo completamente furioso.

Desde entonces, la poca comunicación que habían habían tenido había sido a través de Carmen, la trabajadora social que supervisó las visitas de Victoria con Elsie.

Como no quería que su hija presencie la conversación, Edward había hecho arreglos para la guardería la mantuviera un poco más de tiempo para poder ver a Victoria después de su clase del miércoles.

Eligió un pequeño restaurante cerca del campus y estaba sentado en un reservado, con una pierna rebotando nerviosamente, cuando ella entró.

Irracionalmente, sintió una oleada de furia lívida a la vista de ella. ¿Cómo se atrevía a parecerse tanto a la niña que amaba más que a su propia vida?

Era una mujer de extraordinaria belleza.

—Edward—, saludó tranquilamente, deslizándose en el reservado frente a él.

—Victoria—, regresó con frialdad.

Sus ojos le recorrieron . —Tengo que decir, eras increíblemente atractivo como un hombre joven, pero ahora...— Ella sacudió la cabeza como si las palabras se le escapasen.

Los ojos de Edward se estrecharon.

No era que pensara que Victoria era una persona horrible. Como cualquier otra persona, trabajó con lo que tenía.

Victoria tuvo ardides, se podría decir, y ella sabía cómo usarlos. Sabía por experiencia lo intoxicante que su atención podría ser cuando ella empezaba a usarla. Estaría condenado si la dejaba seducirlo de nuevo. —¿Qué deseas?"

Su sonrisa se volvió astuta, y ella se echó a reír. —Tan serio. Vamos, Edward, ¿soy realmente tan mala?— Alargó la mano, rozando su brazo con las yemas de sus dedos.

Edward tiró de sus manos hacia atrás. —Yo no quiero ser tu amigo—, dijo sin rodeos. —Así que corta la mierda y dime lo que estoy haciendo aquí.

Ella negó con la cabeza. —¿No crees que es mejor para Leona si tratásem—

—No puedes decidir lo que es mejor para Leona. Yo decido lo que es mejor para ella. Tienes la oportunidad de jugar con ella durante una hora dos veces por semana—, espetó, un poco más fuerte de lo que quería.

La sonrisa sexy de Victoria decayó en una mueca, y ella lo miró. —Estás actuando como un niño.

Edward se mofó, pero tomó una respiración profunda, sabiendo que no estaba siendo del todo maduro sobre la situación. —¿Qué deseas?

Ella aspiró por la nariz. —¿Quién es Bella? —preguntó ella, cruzando los brazos.

Tan sorprendido como estaba, no esperaba oír el nombre de Bella de los labios de Victoria, Edward fue inmediatamente a la defensiva. —¿Dónde has oído ese nombre?

—¿Quién es ella?— Victoria exigió de nuevo.

—Ella trabaja en la guardería de Leona.

Victoria arqueó una ceja, mirándolo con incredulidad y lo que él pensó que podría ser disgusto. —¿En serio, Edward? ¿Estás tirándote a la niñera? Eso es clásico.

—¿Tirándome a...? te acabo de decir que ella trabaja en la guardería—, dijo Edward con los dientes apretados.

—No me vengas con esa mierda.— Se cruzó de brazos, mirándolo. "Eres un gran padre, al permitir que nuestra hija te vea con una de sus putas. No dejaba de hablar de eso. Bella esto, Bella aquello, y no sé que más, ¿que Bella y papá probablemente iban a casarse?

—Bella es una de sus personas favoritas,— Edward replicó. —Y Leona tiene una imaginación activa.

—¿Crees que soy un idiota? Le pregunté de dónde había sacado esa idea, y ella me dijo que te vio besando 'como si de veras quisieras'— Ella se burló. —¿Qué vas a decirme ahora? Eso es un juego que juegan en la guardería? El juego de besuquearse en el sofá?

Edward hizo una mueca. Había estado esperando por Elsie para preguntar sobre el beso que pudo haber visto. Por supuesto que tendría que sacar el tema con Victoria. —Te contesté la pregunta. Bella trabaja en su guardería. Eso es todo en lo que necesitas preocuparte.

—Tengo derecho a saber-

—Conozco mis derechos, Victoria, —él repitió tal como en su primera conversación, a propósito. —A quién beso, a quién pongo alrededor Leona. No es asunto tuyo. Mientras yo no lleve criminales a su alrededor —Y voy a dejarle eso al estado—, dijo, mirándola con mordacidad, —Puedo, tranquilamente, permitir a quién yo quiera en su vida, dentro y fuera, y no le debo absolutamente ninguna explicación sobre cualquiera de ellos.

Por largos sgundos, Victoria no dijo una palabra. Ella sólo lo miró fijamente, sus ojos repletos de furia y sus fosas nasales dilatadas. Ella parecía casi peligrosa -un gato salvaje a punto de saltar sobre él. Él estaba seguro de que, si ella pudiese lo despedazaría con las manos.

Pero ella tomó una respiración profunda. —Soy la madre de tu hija. No hay nada que puedas hacer para cambiarlo. Aguántate.

Edward apretó los dientes con fuerza, apenas conteniendo las ganas de gritar.

Él arrastró en un suspiro largo y lento. —Tienes razón—, admitió a regañadientes.

Recostándose, Edward hizo todo lo posible para liberar algo de su tensión. —Bella es mi novia. Es nuevo. Muy nuevo. Del tipo, yo-no-estaba-muy-seguro-si-Elsie-nos-vio-besándonos nuevo. En vista de que estaba criando a mi —Tragó saliva, con el ceño fruncido, —nuestra hija por mi cuenta desde que tenía 17, créeme, y no hay putas que aparezcan a su alrededor. No tenía tiempo para eso, aunque hubiese querido -lo que no era.

Victoria se burló, pero no dijo nada.

—Bella es buena con Leona. Ella es buena para Leona—, agregó. —¿Es eso lo que querías?

Por unas cuantas y largas respiraciones, ella no dijo nada. —Realmente quiero lo mejor para mi pequeña. Estoy tratando lo mejor que puedo.

Inclinándose hacia adelante, más allá de sus brazos, Edward suspiró. —Si. Lo sé. —él se frotó los ojos, agotado. —Lamento lo que te dije. Era innecesario. Simplemente me molestó que no quisieras hablar de Leona, sino que quieras hablar de la mujer con la que salgo.

—La misma de la que Leona habla mil quinientas veces en la hora que pasé con ella, la que se suponía era para jugar con ella, —completó Victoria, y su tono era un poco amargo. —Sólo quiero saber acerca de... la gente importante en su vida, eso es todo. Quisiera que fuésemos capaces de hablar como gente civilizada.

—Bueno, probablemente hubiera sido mejor que no te refirieses a mi novia como una perra ¿verdad? —puntualizó. Victoria abrió su boca pero Edward levantó su mano para que no continuase. —Ambos dijimos cosas que no sentíamos. Lo entiendo. Sólo... se cuidadosa.

Victoria no parecía complacida con eso, pero asintió. —¿Puedo conocerla?

La mirada de Edward se afiló. —¿Estás bromeando?

—Si ella va estar en la vida de mi hija-

—Oh, por el amor de Dios. No estaba bromeando cuando dije que ésta relación es muy nuevo. ¿Nos dejarás al menos saber algunas cosas de nosotros antes de lanzarle algo así? —Edward entrelazó sus brazos delante de su pecho, a la defensiva. —Mira, no soy idiota. Sé que cuando veamos al juez el mes que viene, él va a darte visitas más largas. Si Bella será parte de mi vida, la conocerás eventualmente.

—No tienes que esperar hasta que eso pase, y lo sabes, —murmuró ella. —Podrías dejarme pasar más tiempo con Leona desde ahora.

—No fuerces tu suerte. —Él se inclinó sobre la mesa nuevamente. —Como aún estamos en esto de compartir la paternidad y de lo que es mejor para Leona, tal vez deberías decirme ¿Por qué ella estaba tan aterrada de que la fueses a llevar a Chicago?

—¿Que es lo que crees? ¿Que la raptaré o algo así? Me mudé de la ciudad que amo a este deprimente hueco de mierda para estar cerca de ella, —espetó Victoria. —Si, le hablé acerca de llevarla a Chicago. Quisiera verla conocer la ciudad en dónde nació, algún día. ¿Es eso un crimen?

La mejilla de Edward se torció por su irritación. No deseaba pensar en Elsie viajando sola con Victoria. —¿En resumen? Puede que seas la madre de mi hija, pero no conozco nada de ti, y ni estuviste cerca de ella los primeros seis años de su vida. Te daré exactamente tanto tiempo como la orden del juez me diga, y eso es todo.

—Nunca vas a tener siquiera la oportunidad de conocerme si te rehúsas a hablarme. —reclamó ella.

Nuevamente Edward tuvo que detener su respuesta inicial. Tamborileó sus dedos en la la cubierta de la mesa antes de suspirar, y abrir su mano. —Dame tu teléfono.

Ella dudó, pero puso el teléfono en la mano de él. Antes de pensárselo dos veces, rápidamente programó su número de teléfono en él. —Si deseas hablar de Leona, puedes llamarme o textearme. Mi vida personal es eso: Mi vida personal. No esperes una reacción buena si empiezas por fisgonear. —le dio el teléfono de vuelta. —¿Suficientemente justo?

Obviamente Victoria estaba conteniendo tanto veneno como él. Sin embargo, asintió secamente. —Por ahora, —estuvo de acuerdo.

~0~


Primero, Odio a Victoria, no importa lo que pase, o lo que diga la autora. La detesto. Con odio jarocho (creo que así lo dicen mis amigos mexicanos)

Segundo: Noooo, los detuvieron, nooooo. Okay, me calmo. Hahaha. Soy bipolar, lo siento. Gracias por seguir acá. Un besaso! pues a esperar la actu que siga, creo que sigue Rescission ;)

Ale!