Disclaimer: This is a translation, the original fic was made by Lyricalkris, who had the kidness to let me give it to all of you in Spanish. So, thanks so much Kristina.

And Yet So Far

Traducción: Aún así tan lejos

Original de: LyricalKris

Traductora: aleshita-luvs-paramore


Capítulo 9

Tiempo a solas

Bella se estaba cansando de ver a Edward caminar de aquí a allá.

—Debería llamar para ver cómo está yendo todo, —murmuró.

—Esa no es una buena idea.

—Sólo una llamada amistosa.

—Sabes que Victoria no lo verá como una llamada amistosa, —dijo Bella gentilmente. —Lo tomará como si sólo lo hicieras para molestarla, y tendrá razón.

—Ni siquiera a visto a Elsie en seis años. Puede lidiar con algunas molestias. —Edward buscó su celular en su bolsillo.

Rápidamente, Bella se puso de pie, acercándose a él. Lo tomó de la muñeca, con su palma sobre el teléfono. Él la fulminó con la mirada, pero no la detuvo de quitárselo de las manos.

Aliviada, Bella puso el aparato en la mesa y se acercó nuevamente a él. Sonriendo, ella envolvió sus brazos alrededor del cuello de Edward, elevando su cabeza. Besó por debajo de su mentón. —Creo que ves las cosas de modo equivocado, —murmuró, poniendo pequeños besos en su barbilla.

—¿De qué modo debería estar viéndolo? —su postura aun era rígida, pero cerró sus ojos y no intentó alejarse de ella.

—Bueno, estamos solos por una vez.

Ante eso, él si que se alejó, con los ojos fulgiendo en fuego líquido. —Si, este pequeño arreglo debe ser muy conveniente para ti.

Bella se encogió y luego se alejó, cruzándose de brazos. —Desearás pensar largo y tendido las palabras que saldrán a continuación de tu boca.

Sus ojos se apretaron un poco y abrió la boca para contestar algo rápidamente pero la cerró de modo repentino, sus hombros cayendo. Tropezando hacia atrás, se sentó en el sofá, luciendo miserable. —Lo lamento, Bella. No debía decir eso.

—No, no debiste hacerlo, —estuvo ella de acuerdo, sentándose a su lado.

—Es solo que...esto no es nada fácil ¿sabes?

—Lo sé. —ella recorrió con una mano su cabello, hasta ahuecar su mejilla.

Él suspiró, inclinando su frente contra la de ella. —Sé que sabes. Me has hecho tanto bien etas últimas semanas. —él dejó escapar un prolongado hálito. —Has estado para mi cada vez que he querido rendirme, y difícilmente sé que está pasando en tu vida. —Edward levantó su rostro, con una sonrisa torcida. —Apuesto que sabes todo acerca de Victoria y Elsie.

Ésta vez Bella inclinó su cabeza. —Escucho, —permitió ella. —Y estoy preocupada. Sabes que adoro a Elsie. Y quiero lo que es mejor para ella. Eres un padre increíble, y si Victoria te hubiese dejado en paz, no creo que Elsie pudiese haber sufrido por no tener una madre.

Así que entiendo el por que de tu preocupación. Elsie está bien. Está bien adaptada. Es una niña maravillosa. Y después de criarla todos estos años solo, no me imagino que puede ser para ti tener que compartir esa responsabilidad. Es un gran cambio, y desearía como el infierno que no tuvieses que lidiar con todo eso.

—Es difícil, —estuvo de acuerdo. —Pero mi punto era que has estado aquí para mi, y para Elsie, y no te he devuelto el favor. Apesto siendo un novio.

Bella se rió a causa de que probablemente su puchero de autodesprecio era más adorable de lo que él querría que fuera. Ella besó su mejilla reverentemente. Cuando él se giró para besar sus labios, ella hizo el cambio, poniéndose sobre él a horcajadas en el sofá, con sus manos descanzando en su pecho, y las manos de él en su cintura.

—Sabíamos que ésto sería engorroso, —le recordó ella, puntualizando su realización con pequeños besos -meros piquitos en sus labios. —Tu hija es la prioridad. Si no entendiera eso, no tendría nada que hacer con lo de intentar estar contigo.

—Si, ella es prioridad, pero las relaciones también toman trabajo. Apenas tenemos tiempo para nosotros entre la escuela y Elsie. ¿Qué he sido capaz de ofrecerte? ¿Una peli en el sofá con una niña de primer grado en medio de ambos?

—Bueno, exactamente, —dijo Bella con una sonrisa amable. —Sé que no es lo que quieres, pero Victoria tiene a Elsie por una buena cantidad de tiempo hoy. Los exámenes parciales terminaron. Ninguno de los dos tiene algún papel por hacer, y estás a la par con el trabajo. —Ella lo besó suavemente, persistentemente. —Y ahora estoy aquí contigo.

Los brazos de él se apretaron más alrededor de su cintura. —Tienes razón. —Era increíble cuan instantáneo era el efecto de su voz, pasando de preocupado a salvaje. El bajo, sedoso tono envió un temblor a través de su columna vertebral. —Realmente te tengo aquí ¿no es así?

—Lo haces. La pregunta es, Sr. Cullen, —ella habló entre besos tentadores, —¿qué es lo que vas a hacer conmigo?

Él rugió mientras desplazaba sus manos por su espalda, sosteniéndola mucho más fuerte contra él. Bella suspiró contra su boca, corriendo sus manos primero por sus hombros luego subiendo hasta su cabello cuando la besó aún más profundamente, sin permitir que ella lo tentase. Ella amaba la forma en que él gemía cuando se besaban. Eran pequeños quejidos, sonidos mínimos, pero le hacían extrañas y maravillosas cosas a su cuerpo.

Hubieron unos cuantos chicos en la universidad, otros besos, y aun menos instantes en los que terminó en la cama de algún chico. Ella y Edward habían hecho más que besarse, a pesar de eso sus toqueteos habían pasado ya el punto en que los podías denominar inocentes, aún así se sentían tan diferente de lo que había sido alguna vez.

Se sintió... más. Mejor.

Había tanta intensidad, incluso en los toques más pequeños. Bella nunca supo cuán íntimo sería el hecho de simplemente tomarse de la mano, como podía él enviar una corriente eléctrica a través de su cuerpo sólo con una sonrisa desde el otro lado de la habitación.

Debajo de ella, Edward se movió, abrazándola fuerte, cuando de repente Bella se encontró en forma horizontal sobre el sofá, con el cuerpo masculino presionando el suyo, una mano paseando por uno de sus costados mientras la besaba. Ella tembló, ajustándose para que sus piernas estuviesen enredadas.

Cuando dejaron de besarse para tomar aliento, Bella abrió sus ojos e inmediatamente entendió que era tan diferente con respecto a su interacción física con Edward.

Ella estaba enamorada de él.

Parpadeando esporádica mente, Bella levantó la mirada con ojos abiertos como platos, dejando que la nueva información se expandiera en ella.

Ella estaba enamorada de él, y el sentimiento no era nada nuevo. De hecho, era muy antiguo, como si hubiese sido parte de ella por mucho, mucho tiempo.

Él la observó, con expresión suave, pero había reconocimiento en sus ojos. Si ella no lo conociera tanto, podría haber jurado que estaba oyendo la línea de sus pensamientos, saber que ella estaba repasando esa poderosa palabra una y otra vez en su mente. La mirada en sus ojos cargaban tensión, como si estuviese conteniendo el aliento, intentando estimar como reaccionaría ella ante tal realización.

Antes, con esos otros chicos, Bella no sintió conexión cuando se besaban o... hacían otras cosas. Había una gran parte de ella ausente en esos momentos, que no estaba enfocada en el placer que compartía con otra persona.

Aunque solo fuera tocarse y besarse, nunca había sido de esa forma con Edward por que existía esa emoción fuerte conectada a su conexión física.

Bella elevó sus manos, ahuecando su rostro. Cuando sonrió, ella sintió una profunda paz que se extendió en ella, y supo que relucía. Sus movimientos -mientras recorría la línea de su mandíbula, sus pómulos, el arco de su nariz- fueron suaves y reverenciales.

Edward cerró los ojos, con su aliento tartamudeando a medida que ella lo tocaba. Cuando él la besó de nuevo, sus labios se movieron al suave compás de los de ella. Era maravilloso como solo un beso podía capturar la emoción de la pasión sin usar palabras.

Arqueándose nuevamente, presionando su cuerpo contra el de él, Bella no podía negar cuanto lo deseaba. Era una necesidad que casi era ansiedad, como si el mundo no podría ser correcto hasta que lo tuviese contra ella, dentro de ella.

Los hombros de Edward se endurecieron bajo sus manos, y él jadeó, rompiendo su beso y manteniéndose completamente quieto. Lentamente, él abrió los ojos, pareciendo un poco perdido mientras la observaba.

Bella repasó sus dedos gentilmente por los cortos cabellos en la parte posterior del pelo cuello de él, presionando alguno que otro beso por debajo de su mandíbula. Ella tragó pesado. Tímida, a pesar de saber exactamente lo que deseaba, y de pensar que sabía lo que él quería.

Ella no era virgen, tampoco tenía tanta experiencia en seducir como para poder llevar a un hombre a su habitación sin sonrojarse. Pero entonces, a pesar de que él tenía una hija, Edward era, si acaso, menos experimentado. Ella sabía que él no había estado con nadie en todos estos años.

Al final, ella eligió la ruta más simple. —¿Me llevas a tu cama? —suplicó ella en un suspiro.

Sus ojos se abrieron perplejos por un momento y él aspiró fuerte por la nariz mientras se calmaba. —Si, —él estuvo de acuerdo, la palabra era apenas un soplo.

Él se inclinó, besando su mejilla, al lado de su cuello, antes de que se sentara de nuevo, tirando de ella con él. Se sonrieron el uno al otro, y ambos rieron como niños de escuela compartiendo un secreto. Sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos brillantes y sus sonrisas amplia.

Caminaron por el pasillo lentamente, de la mano, mirándose fijamente el uno al otro. En retrospectiva, Bella se sorprendió de que no se tomaran contra la pared.

Cuando llegaron a su habitación, Edward envolvió sus manos alrededor de su cintura, tirando de ella contra él mientras la besaba. Caminaron - él hacia delante, ella hacia atrás - hasta que sintió la cama contra sus piernas y se sentó.

Se puso de pie frente a ella, presionando las yemas de sus dedos contra su columna vertebral en un patrón sin sentido. Mirando hacia él, Bella se mordió el labio, extendiendo su mano sobre su estómago bajo la camisa. No era un territorio nuevo, pero él se estremeció de todos modos.

Con sus ojos fijos, la atmósfera entre ellos parecía hacerse más espesa, más físicamente presente y eléctrica. Este era el mundo elevado por unos cuantos grados. Sus ojos parecían un tono más vibrante de verde, los labios de un rojo perfecto. La emoción -el amor recientemente identificado que había encontrado para él - se intensificó, convirtiéndose casi demasiado perfectamente doloroso de soportar. Su corazón latía con fuerza en su pecho, y mientras movía su palma por su cuerpo, podía sentir su corazón golpeando con el mismo tempo.

Sus largos dedos encontraron el dobladillo de su camisa, y él tiró de ella hacia arriba. Fuera. Era la única vez en que él rompió contacto visual, mirando apenas hacia abajo. Él se relamió los labios.

Bella nunca había estado tan encendida en toda su vida, y él apenas y la había tocado.

Bella se aproximó rápidamente a la cama, invitándolo. Antes de que él se le uniese, se quitó su propia camisa, tirándola al suelo. Él gateó hasta ella, rozando un beso sobre su desnudo vientre y clavícula antes de reclamar sus labios de nuevo.

Rodaron mientras se besaban, hacia adelante y hacia atrás, riendo cuando se separaban a respirar. Ella lo presionó para que cayese sobre su espalda, y él desabrochó su brassier antes de volver a voltear a ambos.

—Te amo, —dijo ella sin aliento, con los labios contra su cuello. Él se alejó para verla. Levantando una mano para acariciar su mejilla, lo dijo de nuevo. —Te amo. —así él sabría que lo decía en serio.

—Bella, —susurró. —También te amo. —él recorrió con la punta de su nariz un lado de la de ella. —Te amo.

Ella lo besó nuevamente, buscando entre ellos para desabrochar el botón de sus jeans, empujándolos debajo de sus caderas.

Edward rodó nuevamente, sin llevarla consigo ésta vez mientras rebuscaba entre su mesa de noche.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella, curiosa. Sus pensamientos se sentían pesados. Y ella realmente no podía entender por que él no estaba besándola.

Él volvió a verla, con sus mejillas tan sonrojadas como una luz de detenerse del semáforo. Sin palabras, elevó un condón empaquetado.

—Tomo la píldora, —dijo ella, con su mente aún ralentizada.

Él inclinó su cabeza. —Lo sé. Sólo que... —la vio nuevamente, con expresión tímida. —¿Me darías el gusto?

Bella asintió, comprendiendo qué era lo que necesitaba él, y por que. Así que se apoyó en su rodillas, sentándose derecha, dándole lo que esperaba era una sonrisa sexy mientras desabotonaba sus jeans y los bajaba.

Edward gruñó y se levantó. Se sacó el mismo los bóxers, pero antes de que ella pudiese notarlo, estuvo sobre ella, arrojándola nuevamente a la cama. —Tienes alguna idea de lo que me haces? —rugió él, besándola fervientemente.

Ella se rió, quedando sin mientras buscaba en medio de ambos, poniendo sus manos finalmente alrededor de su longitud, —Un poco, —dijo ella, sabiendo que estaba siendo descarada.

Él gruñó nuevamente.

El estado de ánimo entre ellos serenó un poco mientras tomaba el condón de su mano. Sus ojos estaban nuevamente entrecerrados, por lo que podía ver el deseoy el amor, en sus ojos cuando ella deslizó la cosa sobre él.

Cerró los ojos, apoyando la frente contra la de ella, diciéndoselo sobre ella durante unos segundos antes de empujar hacia adelante. Uno, dos, tres estocadas y él estaba dentro de ella.

—Mierda—, murmuró entre dientes. —Bella ... Joder. Estoy...

Bella acarició su nuca, calmándolo. Entendía su repentina ansiedad. Había sido un largo, largo tiempo desde que había hecho esto, y ella podía sentir la forma en que sostuvo su cuerpo con tenso control. —Está bien—, murmuró, besando su mejilla. Él abrió los ojos, y Bella tuvo que sonreír porque estaban casi cruzados con esfuerzo. —Aún eres joven, y tenemos por lo menos cuatro horas más,— dijo con un guiño.

Él se rió, con el sonido convirtiéndose en un quejido y un gemido cuando ella se apretó a su alrededor.

—Serás mi muerte, —acusó él, enterrando su nariz contra su hombro y su cuello mientras volvía a moverse con ella.

—No. —Bella arqueó su cuello nuevamente, pasando con sus manos al sur para sentir la flexibilidad de su trasero cuando él volvió a introducirse en ella. —Creo que apenas estamos empezando a vivir.

~0~

Para ser el día del que Edward estaba temiendo, se sintió como si caminara sobre el aire. Aún estaba resentido con el hecho de que iba a recoger a su hija de la casa de su madre, a pesar de ello, no podía apartar la gran sonrisa de su rostro.

Edward no había caído en la cuenta de cuán tonto se veía su rosto sino hasta que Victoria abrió la puerta, lo observó un segundo y se burló.

—¡Papi!

Ignorando a Victoria, Edward se agachó a atrapar al borrón de cabeza roja que apareció aclamándole. Saludó a su hija con una abrazo de oso y un beso del tamaño de él mismo en su mejilla.

—Hola, leoncita. ¿La pasaste bien?

—Oh, si. —Elsie asintió entusiasta. —¡Mami me dejó poner pegatinas por toda la mesa!

—Dejar, no es la palabra que yo usaría, —refunfuñó Victoria. Edward vio en su dirección, y ella le mostró una sonrisa falsa a Elsie. —¿Tiraste tu basura?

La niñita no dijo palabra alguna, deliberadamente ignorando a su madre para enterrar su cabeza en el hombro de Edward.

—¡Leona! Estoy hablando contigo —espetó Victoria.

Encolerizado, Edward bajó a su pequeña. Él puso sus manos sobre los hombros de Elsie. —Elsie ¿hiciste algún desorden?

Ella hizo una mueca. —Sólo uno pequeñito. —luego levantó su pulgar y su dedo índice, haciendo apenas un espacio pequeño entre ellos.

—¿Qué debes hacer cuando haces un desorden? —preguntó Edward pacientemente.

—Limpiarlo, —dijo Elsie con un suspiro dramático.

—¿Y por que no vas y lo haces para poder irnos a casa?

Elsie se emocionó al oír esto y asintió, caminando rápidamente dentro de la casa.

Victoria suspiró. —Oh, claro. Ella te escucha.

No siempre. De hecho, no tan frecuentemente. Sólo está poniéndote a prueba.

—Bueno, es un fastidio.

—Si. Noticia de última hora. Los niños no son todo diversión y juegos, Victoria, —le espetó.

Victoria echaba fuego por los ojos, con su boca hecha una fina línea, y Edward tomó un respiro profundo.

—Se pone más fácil, —dijo finalmente. —Sólo que tomará un tiempo. Sólo te ha visto como una compañera de juegos hasta ahora. Sólo se firme con ella, y entenderá la diferencia.

—Si pudiésemos pasar más tiempo juntas, eso ayudaría.

Edward tuvo que luchar con la urgencia de rechinar sus dientes. —Tuviste lo que querías. La tuviste por hoy, y la tienes por tres horas los martes y miércoles.

—No es suficiente, —insitió Victoria. —Y no entiendo por que eres tan difícil al respecto. Déjame tenerla por el fin de semana.

—No, —respondió Edward rotundamente.

—Pasará de cualquier modo.

—Si, pero no estoy listo para eso aún.

Victoria vio sobre su hombro, asegurándose que Elsie estuviese fuera del alcance de escucha. —¿Por que estás siendo tan testarudo con esto? No tienes necesidad de ser un imbécil. —Ella lo vio ahora. —Creía que estarías más que dispuesto a deshacerte de ella por un fin de semana.

—¿Estás bromeando? —le espetó Edward en respuesta. —Hoy fue suficiente.

—Seguro, —se rió ella, con sorna. —Parecía que habías encontrado una forma de pasar el rato.

—¿De qué estás hablando?

—Oh, por favor. Acabas de follar. Está escrito en toda tu cara. —ella rodó los ojos. —Déjame a Leona, y tú y tu noviecita podrán volver justo a donde lo dejaron.

—Sé más grosera, por favor. —Edward rodó una mano entre su cabello, intentando no perder los estribos. —No que sea de tu incumbencia, pero creo que lo llevaremos bien. No dejaré que Elsie se quede a dormir aún. Escuchaste al juez. Probablemente tendrás visitas nocturnas en otros sesenta días.

Victoria se veía furiosa. —No sé por que estás siendo tan idiota. Una creería que acostarte todo el tiempo podría ponerte de buen humor, —refunfuñó ella. —Y hablando de eso, si estás permitiendo que nuestra hija vea-

—Ya tuvimos esta discusión, y no pienso tenerla de nuevo, —soltó Edward, tajante. —Bella y yo apenas nos tomamos de la mano cerca de Elsie. Y lo sabes.

—Asegúrate que se mantenga así. Ella no necesita estar más confundida. Ya tiene una mamá.

Edward entrecerró sus ojos, pero decidió no prestar atención a la declaración de Victoria. Además, él vio a Elsie aparecer a su vista, detrás de ella. Su pequeño rostro era aprehensivo, y estaba mordiendo la oreja de su conejito de peluche. Ella solo chupaba de las cosas de esa manera cuando estaba ansiosa. Hablaron lo suficientemente bajo como para que ella no oyese lo que dijeron, pero era obvio que sabía que estaban discutiendo.

—Estás lista para ir a casa, Elsie? —preguntó, haciendo que su voz sonara suave y gentil a pesar de su irritación.

Ella asintió, acercándose a él, y vio en dirección a Victoria, insegura.

Victoria se inclinó, abrazando a la pequeña fuertemente. —Nos veremos muy pronto, Leona. Y nos divertiremos nuevamente ¿sí?

Edward tomó la mano de su hija, y mientras se alejaban, Elsie olvidó rápidamente que había estado incómoda.

—¿Vendrá Bella a casa esta noche, papi? —preguntó ella mientras Edward la ubicaba en su asiento del auto.

Edward vio sobre su hombro, notando que Victoria los perseguía con la mirada. Obviamente ella había escuchado.

—Solo seremos tu y yo ésta noche, —dijo tranquilamente.

—Eso está bien. Me gusta cuando viene Bella, pero me gusta mucho también cuando solo somos tu y yo.

Ante sus palabras, toda la tensión de su conversación con Victoria desapareció. —A mi también, bebé, —soltó él, besando tiernamente su frente.


YAY! Por fin, por fin! Todos ardientes se pusieron... Lo que haría yo con Edward en cuatro horas... Yummy!

¡Awwww! ¡Elsie, cosita linda! Espero que no la sigan jodiendo pobre, mi bebé. La zorra de Victoria me pone de los nervios, ya saben que tenemos que bautizar nuestro grupo anti-Perra pelirroja. Obviamente soy la fundadora jajajaja. ¿Algún otro miembro nuevo? La presidenta es Gris.

Les agradezco la vida, ha sido lindo conocer sus opiniones con respecto al capi anterior. Sé que estoy demorando mucho pero creo que sabrán entender que tengo una vida que no es tan fácil como quisiera.

Bueno, un besote. PS: Errores gracias a mi.

Ale!