Disclaimer: This is a translation, the original fic was made by Lyricalkris, who had the kidness to let me give it to all of you in Spanish. So, thanks so much Kristina.

And Yet So Far

Traducción: Aún así tan lejos

Original de: LyricalKris

Traductora: aleshita-luvs-paramore


Epílogo

—Sigo sin entender por qué no podríamos hacer la fiesta en la casa nueva. Forks es aburrido. No hay nada que hacer allí.

Edward miró por el espejo retrovisor, capturando el puchero de su hija mientras miraba por la ventana. —¿Cuál es la diferencia, Elsie? O es nuestro patio trasero o el patio trasero de la abuela. No es como si fuésemos a ninguna parte.

—Supongo que eso es cierto.

A su lado, en el asiento del pasajero, Bella se rió entre dientes, pero no hizo ningún comentario. Sin apartar la vista de la carretera, Edward puso su mano la palma hacia arriba en la palanca de cambios. Sonrió cuando Bella enredó sus dedos con los de él.

El viaje a Forks fue relativamente rápido y sencillo. Elsie leyó, farfullando ocasionalmente con entusiasmo sobre el último giro en su libro. Edward y Bella hablaban en voz baja entre sí.

Cuando llegaron a la casa de Carlisle y Esme, antes incluso de que Edward pudiese apagar el coche, Emmett apareció corriendo. Como su madre una vez había predicho, Emmett se había hecho un poco más grande que Edward. Nadie sabía exactamente de donde había venido. Edward era de la misma altura de su padre, pero Emmett era varios pies más alto y más ancho en los hombros que cualquiera de ellos.

Era un gigante.

Elsie estaba fuera del coche y saltando hacia él con la misma rapidez. Como ella era pequeña para su edad —y Emmett era grande para los seres humanos en cualquier lugar —escaló a su tío como si fuese un muro, aferrándose a su espalda mientras él la hizo girar alrededor.

Bella, una vez había señalado que Elsie y Emmett se llevaban tan bien, ya que siempre habían estado alrededor de la misma edad. —Dales un par de años más, —ella susurró a Edward en ese entonces. —Ella hará que madure.

Más para no recordar lo rápido que Elsie se acercaba a la adolescencia, Edward se limitó a sacudir la cabeza y cruzó el césped para saludar a sus padres en la puerta.

Debido a su cumpleaños y el de Elsie tenían sólo una semana de diferencia, por lo general celebraban juntos. Este año no era la excepción.

Emmett paseó con Elsie en la espalda, sonriendo salvajemente. —¡Hey abuelita, abuelito! —gritó mientras corrían.

Esme sacudió la cabeza, su expresión indulgente, y volvió a lo que había estado haciendo, sosteniendo a Bella en un abrazo. —¿Cómo estás, querida? Te ves un poco pálida.

Mientras caminaba, con los brazos cargados de regalos bien envueltos, Edward le guiñó un ojo a Bella, riendo para sí mismo cuando sus mejillas se tiñeron de color rosa.

Su esposa durante seis meses.

Había sido su presente cuando se graduó, decirle finalmente que sí a su larga propuesta de matrimonio. Fue una boda sencilla en esta misma casa, sólo la familia y un puñado de amigos, y Elsie rebotando en su lugar a su lado, mientras pronunciaban sus votos.

Había tardado un poco más de tres años para conseguir graduarse de la escuela de enfermería, pero había obtenido un trabajo bien remunerado en una carrera que amaba durante más de seis meses. Bella se había graduado con un título de maestría en trabajo social de dos años antes y trabajado con la ciudad tal como ella había planeado. Ellos lo estaban haciendo bien como individuos y mejor como pareja. Con la ayuda de sus padres, que sólo habían puesto un pago inicial de una casa de tres dormitorios no más de dos semanas antes.

Edward se encontró sonriendo ampliamente.

La vida era buena.

El timbre lo sacó de sus pensamientos. Su madre fue a atender, sonriendo apenas y amablemente mientras abría la puerta para dejar que Victoria ingresara con su novio, Riley. Su pequeña bebé de tres meses, Bree, estaba bien dormida en la sillita de auto que Riley llevaba a un lado.

—¡Mami! —gritó Elsie mientras corría atravesando la habitación, lanzándose a sí misma a los brazos de su madre.

Eso lo logró. La bebé se despertó e inmediatamente lloró. Victoria suspiró, luciendo cansada, pero abrazó fuerte a Elsie. —Feliz cumpleaños, bebé, —le dijo, dejando que Riley calmase a la pequeña infante.

Victoria amaba tanto de sus hijos, pero la maternidad había sido siempre un reto para ella. A pesar de que nunca había sido fácil, ella y Edward se las arreglaron para encontrar un terreno común relativamente sólido cuando se trataba de su hija. Ellos nunca serían amigos, pero no eran enemigos.

Había sido más fácil ser amable con Victoria en el último año. Antes de eso, había estado luchando con ser padre por completo después de que el juez había concedido la custodia conjunta de Elsie cuando tenía ocho años. Era más difícil no tener la custodia de su hija durante semanas a la vez, y en el año y medio Victoria lo intentó, el temperamento de Edward se disipó más de una vez.

Pero cuando ella quedó embarazada de Bree, Victoria había dejado a Elsie con él más y más. Ella no estaba tratando de ignorar a su hija en absoluto, pero tenía problemas para hacer malabares. Poco a poco, ambos habían abandonado la orden oficial de acuerdo de custodia a un acuerdo informal que más se adaptaba a sus necesidades. Sobre todo porque Bree había nacido, Elsie estaba con Edward y Bella más tiempo.

Esa fue probablemente la razón por el saludo de Elsie había sido tan ferviente. A pesar de que parecía contenta de vivir con él y Bella, realmente había echado de menos a su madre pues habían estado mucho tiempo sin verse.

Una hora más tarde, la fiesta estaba en su apogeo. Jasper y Alice, también recién casados, habían venido a visitar a sus padres y se llegaron para unirse a la fiesta. Mientras los cuatro amigos hablaban, Edward tuvo que reírse de sí mismo. Había sido hace menos de diez años que había sido parte de este grupo -parte de él, y sin embargo también estaba aparte de ellos. Recordó verlos -a Mike y Jessica también- charlando, todos ellos adolescentes alegres, y se sentía tan diferente.

Ahora, sin embargo, finalmente se sintió como si estuviera entre iguales. Todos ellos tenían algún nivel de responsabilidad -un concepto que no había sido una parte de sus reflexiones adolescentes. Y sí, tal vez estaba ya mirando los años pre-adolescentes en la cara mientras Alice y Jasper estaban apenas considerando si querían o no formar una familia, pero aún así, no estaban tan desesperadamente diferente ya, él no estaba tan solo.

Tomando la mano de Bella, la llevó a sus labios, besándola gentilmente mientras se extendía una sonrisa suave para él.

No, él ya no estaba nada sólo.

—Hombre, será mejor que le des la charla a ese hermano que tienes antes que lo haga yo, —murmuró Jasper misteriosamente.

Edward siguió la mirada de su amigo para encontrar a Emmett con el brazo colgando alrededor de Rosalie. —¿Están juntos de nuevo? —Rodó los ojos. Emmett y Rosalie habían estado en cierta forma de citas desde que ambos tenían ocho años de edad.

—Bueno, mejor que no vayan a largarse de nuevo, —Jasper respondió. —¡Di algo! Ya sabes cómo va esto.

—¿Qué? Sólo están besuqueándose, Jazz. ¿Crees que él va a tirársela aquí? ¿Frente a ti y mis padres? —Edward rió, más divertido por el color enrojecido en que su amigo se estaba convirtiendo.

—¡No estoy bromeando! Es como... tu deber o algo así. Antes de que hagan algo estúpido.

—Si vas a ser tan insistente ¿por qué no lo haces tú? Yo no soy el padre de Emmett, gracias a Cristo. Tú, por el contrario, tienes el deber fraternal de proteger el honor de tu hermana.

Jasper parecía contrariado, frotándose la mandíbula. —Juega por eso, —le desafió, asintiendo hacia el aro de baloncesto.

—Bien, —estuvo de acuerdo Edward, rodando los ojos. Un pensamiento se le ocurrió a él. —¡Hola, Em! —le llamó.

Su hermano levantó la vista de donde él acababa de acomodarse en una tumbona.

—Jasper acaba de retarnos a un pequeño de dos contra dos. ¿Vas a dejar que él y Rosalie nos ganen?

—No gracias, hermano, —dijo Emmett, poniendo sus manos detrás de su cabeza y relajándose. —Sólo voy a acostarme aquí y dar a las damas algo que ver.

Al lado de Edward, Bella soltó risitas ahogadas.

Jasper avanzó de largo a propósito y sacó a Emmett de su silla.

—Oh, así que va a ser así, ¿eh, viejo? —le desafió Emmett, poniéndose de pie. —Vamos. Rosie, vas a ser mi segundo. Vamos a patear los traseros a estos traseros viejos.

—Chicos, —Edward escuchó decir a Alice cuando él fue a unirse a ellos. —Pueden parecer que ya crecieron...

—Pero en realidad nunca lo hacen, —finalizó Bella.

Un rato más tarde, cuando los chicos estaban adecuadamente sudorosos -que Rosalie se las arreglase para conseguir pasar por ese esfuerzo físico sin sudar era un misterio de la ciencia- y los perros calientes y hamburguesas estuviesen listos, Edward se tiró al lado de Bella, respirando con dificultad.

Bella respiró profundo.

Ansioso al instante, Edward se sentó, mirándola. —¿Qué? ¿Estás bien?

—Sí. Totalmente. Es sólo que...

—¿Sólo qué?

Su expresión era tímida, pero lo vio a los ojos por debajo de sus pestañas. —Hueles como todo un hombre, —lo soltó con voz contenida que fue directa a su... cabeza.

Apenas la semana anterior, Edward había llegado del garaje después de cortar un poco de madera para un proyecto de un estante nuevo en el que estaba trabajando. Era una suerte que Elsie estuviese en la casa de una amiga porque ella saltó sobre él en la sala, elogiando entusiasta las virtudes del sudor y el aserrín.

Edward amortiguó sus gruñido en respuesta contra sus labios.

—¡Eh, hola! —la voz disgustada de Emmett se disparó fuerte en sus oídos, y Edward lo observó molesto. —Hey, Jasper. Tal vez necesitas darles a ellos el mismo sermón que acabas de darme porque... ¡Qué asqueroso!

—La diferencia, Emmett, —dijo Edward casualmente, envolviendo sus brazos alrededor de los hombros de Bella. —Ella es mi esposa, después de todo.

Rodando los ojos, Emmett preparó su plato —lleno de hamburguesas, perros calientes y todos, todos los complementos— frente a ellos mientras se ubicaba en su lugar.

Bella apretó una mano sobre su boca de repente, poniéndose de pie y caminando derechito a la casa.

Edward presionó sus labios uno, dos, tres segundos en medio del silencio antinatural de la gente que lo rodeaba.

—¡Lo sabía! —gritó su madre, con voz victoriosa.

—¿Ya ves? Hacia allí es donde "besuquearse" lleva, —dijo Jasper, dirigiendo su comentario a Emmet. —Dejemos que eso sea una lección para ti.

—Y yo te he dicho, recuerdo cuando esa pequeña estaba cerca, —respondió Emmett, señalando a Elsie que estaba observando a la puerta por dónde su madrastra había desaparecido. —Créeme, todos las meadas, cagadas, y Oh-Dios-mío, los lloriqueos toda. La. Noche. —él tembló. —No gracias. —y luego se giró a sonreírle a su hermano. —¡Pero, eh buena suerte con eso, hombre! ¡Al menos esta vez no tengo que vivir contigo!

Antes de que él pudiese responder, Edward se encontró envuelto en los brazos de sus padres. —Es verdad ¿no es así? ¿Bella está embarazada? —preguntó su madre, emocionada.

Aunque él quisiera mantener el secreto por más tiempo, su sonrisa en respuesta hablaba a gritos. —Siete semanas, —confirmó, sabiendo que hervía en orgullo.

Carlisle le palmeó la espalada. —Te das cuenta que estarás criando una adolescente al mismo tiempo que un infante.

Edward apretó los labios. El pensamiento no había pasado desapercibido. —¿Qué puedo decir? No sé como hacer las cosas del modo fácil.

~0~

A poco más de un mes después de su cumpleaños en conjunto, Edward sacó a Elsie para una cita papá/hija. Había sido su costumbre el celebrar a solas con ella cada año, en conmemoración al día en que había puesto los ojos por primera vez en su pequeña leoncita.

Elsie parecía feliz. Estaba totalmente encantada con la actividad que habían elegido juntos, tomar un vuelo sobre Seattle en el famoso Hidroavión Seattle. Ahora que paseaban por Pike Place Market, en busca de algo interesante para probar y llevar a casa con ellos.

Edward sonrió, incapaz de dejar de recordar el pasado, evocando el paso del tiempo. Recordó a la bebé emocionada que balbuceaba y chillaba sin sentido en su oído. Recordó la niña con los ojos brillantes y el habla confusa, desesperada por bajar de su silla para caminar con todos los fascinantes extraños. Recordó la pequeña niña con falta de dientes delanteros y dos millones de preguntas.

Por el momento, Elsie aún estaba contenta de sostener su mano. Ella todavía bailoteaba un poco de emoción a medida que volaban de una cabina a otra, mirando todas las mercancías y los alimentos disponibles. No podía dejar de preguntarse si el año que venía sería el año en que podría considerar que tomar su mano estaba fuera de moda y podría pensar que saltar alrededor era demasiado infantil para su gusto.

Cuando se sentaron en una cafetería, ambos bebiendo Lattes de té Chai, Elsie estaba inusualmente tranquila. Mordisqueó la pajita, un viejo hábito, que mostraba cuando estaba ansiosa.

—¿En qué estás pensando? —cuestionó Edward gentilmente.

Elsie lo miró, tomando un sorbo ruidoso. —El nuevo bebé, —dijo encogiéndose de hombros.

Edward frunció las cejas. Para este punto, Elsie había estado más que entusiasmada con la perspectiva de ser hermana mayor. Habían hablado largo y tendido sobre los cambios que se avecinaban, y su hija parecía muy segura de saber que nunca le faltaría la atención de su padre. Pero entonces, ella tenía una tendencia a bajar sus preocupaciones rápido y siempre parecían golpear a Edward como un golpe bajo en el pecho.

—Me preguntaba si te gustará el nuevo bebé más que yo.

Obviamente, ese talento particular estaba todavía fuerte.

—¿Por qué en el mundo piensas eso? —preguntó cuando estuvo seguro de que estaba en control de su voz.

Una vez más, Elsie se encogió de hombros, removiendo el hielo una y otra vez alrededor de su vaso de plástico hasta que Edward estaba seguro de que iba a volverse loco. Estaba a punto de exigir una respuesta cuando volvió a hablar. —Tú no amas a mamá.

Edward parpadeó, confundida por el giro de la conversación. —Yo... me preocupo por tu madre, —le dijo con cuidado. —Pero no estoy seguro de porqué crees que eso hará que ame al nuevo bebé más que a ti.

—Porque amas a Bella, —dij ella simplemente. —Y si el bebé es parte de Bella y parte de ti, entonces creo que le amarás más a él o ella.

Mientras pensaba en sus palabras, Edward se puso de pie y se fue a sentar a su lado en el taburete. Elsie no levantó la mirada para verlo pero mientras él la abrazaba muy fuerte, pero si se apoyó en él.

—Es verdad que tu hermano o hermana será especial para mí gracias a Bella, pero Elsie, tienes que entender, que tú eres especial para mí en formas que el nuevo bebé no lo será nunca.

La expresión de su hija cuando levantó la mirada era dubitativa.

—Piénsalo, niña. Hemos hecho mucho trabajo juntos -solos, tú y yo. El nuevo bebé no tendrá eso.

Elsie se mordió el labio, pensándolo. —Y ella o él no podrá tomar el piano como yo, —soltó ella decididamente.

Edward resopló. —Si. Algo así.

Su hija lo sorprendió lanzándose a él con los brazos abiertos, abrazándole fuertemente. —Te amo, papi.

—También te amo, leoncita. —Le devolvió el abrazo con la misma fuerza. —Siempre.

~0~

—Esto es...

Bella esperó pacientemente mientras Edward buscaba la palabra indicada. Estaban descansando en la cama. Edward apoyó su cabeza en el pecho de ella, con ambas manos a cada lado de ella, contra la panzita que finalmente era definida desde hace una semana.

—Adorable, —se decidió Edward, recorriendo con los dedos las nuevas cuervas en la piel de Bella.

Lo que era adorable era cuán absolutamente fascinado estaba durante el proceso de embarazo hasta ahora. Él había catalogado cada cambio minuto a minuto en su cuerpo. Su favorito hasta ahora había sido el el oscurecer de sus aureolas. Y nuevamente, ella también había sido aficionada de ese cambio o al menos de la forma en que él paseaba la yema de sus dedos alrededor de su pezón una y otra vez hasta que ella estaba rogando por él -sus manos sobre ella, y en ella. Cualquier cosa. Todo.

Su deseo por su esposo no había disminuido ni pizca.

Lo que era la causa de porque se encontraba en esta condición en primer lugar, supuso ella.

Bueno, eso no era para nada adecuado. A lo largo de toda su relación, Edward había estado bordeando lo obsesivo con el control de natalidad. Era irritantemente más consciente de su período que ella.

—Si soy responsable de traer a otro niño al mundo, quiero que sea mi elección —todo el proceso, —le había dicho. Su expresión era suave, de adoración. —Ya sé quién, por supuesto, pero el cuándo... creo que esa es la parte que es más importante.

Y este bebé había sido planeado, por supuesto. Ellos habían terminado la escuela, estaban casados, y ambos en buenas posiciones. La diferencia de edad entre Elsie y los hermanos que le darían ya era bastante larga. Ninguno de los dos querían que fuera mucho después en su adolescencia.

Claro, cuando oficialmente habían dejado el control natal, se embarazaron casi inmediatamente. Era un poco discordante, pero nadie podría decir que éste bebé no era planeado y querido desde su concepción.

—Me gusta esto. Estar aquí para esto, —dijo Edward, dibujando patrones sueltos a través de su piel. —contigo, —agregó.

—me gusta que te pasees en bata.

—Se vuelven buenas pijamas. —él inclinó su cabeza, observándola con emoción. —Tú y ésta bata. —se rió, meneando la cabeza. —Recuérdame no llevarte más al hospital.

Bella se burló. —Ja. Si crees que voy a dar a luz en cualquier otro lugar que no sea un hospital, estás muy equivocado. Te lo digo aquí y ahora, quiero la epidural.

—Tú deseo, mis órdenes.

Ella arqueó una ceja. —Oh, ¿en serio? —Rodando sobre su costado, ella reveló su sonrisa más seductora ante él. —Entonces, sin importar cuán sexy creo que luces en esa bata, creo que luce mejor sobre el piso.

—Vaya líneas que tienes, señora Cullen. ¿Tu esposo sabe de dónde las sacas?

—Menos conversación y más desnudez, —ordenó ella, tomándolo de la camiseta.

—Sólo piensas en una cosa, —le amonestó él, acercándola mucho contra él. —Y Emmett me dijo que nunca me echaría un polvo como enfermero.

Bella se alejó apenas. —Okay, en primer lugar, no hables de tu hermano mientras lo hacemos. Ew. Y en segundo lugar, él en realidad tiene un punto. Tú te casaste conmigo, después de todo. Estoy algo obligada a hacerlo contigo y solo contigo.

Su sonrisa era gentil, y acunó su mejilla. —Tanto como duren nuestras vidas.

Girando su rostro, ella besó su palma. —Te apoyo en eso.


(*) Cada vez que parezca que la palabra está mal, es porque Elsie aún está aprendiendo vocabulario y los "errores" son debido a eso mismo.

PS: Los otros errores gracias a mi. Gracias por seguir por acá.

Y Feliz Navidad a todos. Espero que estas fiestas pasen un hermoso tiempo con su familia, con los amigos, con las personas que más aman y recuerden que los quiero mil. Que Dios me los bendiga a todos. Y Feliz 2016, que esten disfrutando mucho, pero sin excesos, que después se arrepienten... Besossssssssss

Ale!