Bueno, es una lástima esta noticia que daré. Pero la alianza con Bellzador, no va más. Es por motivos de diferencias creativas, pero acabamos en buenos términos.

Sigan sus historias, son muy buenas. En especial Mas allá de la realidad.

[…•…]

Inframundo-castillo maou.

— ¡¿En serio Serafall?! —preguntaba un furioso Sirzech a su compañera laboral.

Ya habían pasado algunas horas, los dos maous llegaron al castillo de los líderes del inframundo. Con un furioso Sirzech y una nerviosa Serafall, cosa que llamo la atención de los otros dos líderes y no les dio buena espina. Peor cuando el mismo pelirrojo los llamo a una reunión.

Algo había pasado, algo que involucraba a los cuatro. Sin dudas no eran buenas noticias.

La pelinegra estaba cabizbaja y muy alterada recibiendo su regaño, pues era algo grave lo que había pasado. Ocultar aquello que se generó dentro de ella hace milenios y aceptar el puesto de maou a pesar de su padecimiento, fue un grave error. Uno que le estaba cobrando caro después de varios milenios.

Falbium y Ajuka estaban sentados en sus respectivos tronos, claramente frustrados por esto. Se mostraban en sus acciones, pues mientras Falbium suspiraba mientras apoyaba su rostro en ambas manos, Ajuka se peinaba el cabello con su mano. Claramente se notaban alterados a pesar de tratar de mostrar lo contrario, pues lo que Sirzech les conto era algo muy grave. Hubiera desatado una nueva gran guerra de facciones por culpa de sus miedos y acciones, pero a pesar de que se evitó un nuevo conflicto. Aun había un problema bastante grande de toda esta situación.

—Yo…yo…—trataba de articular palabra alguna, pero su estado mental actual y el estrés no la dejaban— ¡lo siento!

—¡¿Crees que un "lo siento" soluciona todo?! —preguntaba alterado el pelirrojo caminando por la sala de reuniones con un vaso de ron tratando de no salirse de control—maldita sea, es una buena suerte de que Trunks-dono halla logrado convencer que se firmara el tratado de paz y alianza—ante eso, noto que Serafall tembló cuando menciono su nombre. Cosa que le causo incredulidad—esto no puede ser posible—se masajeaba la sien con una mano, luego bebía su licor.

—Estamos en serios problemas—mencionaba el peliverde golpeando la mesa con un dedo—fuimos quienes apoyamos a Serafall, para que pueda volverse una maou junto a nosotros. Si "ellos" se enteraran que mintió sobre su reporte médico….

—También seremos juzgados por nuestra "incompetencia" al no notar el estado mental de nuestra compañera al momento de escogerla—Falbium suspiro un poco estresado mientras pasaba ambas manos sobre su rostro—esto no puede ser cierto.

El ambiente en la sala estaba muy pesado, en especial para la pelinegra de coletas, se sentía muy culpable, asfixiada y alterada. Casi no podía respirar por todo esto que estaba pasando, la verdad era que tenia la totalidad de la culpa. Ella especialmente, debió seguir un tratamiento para descartar alguna posible secuela tras el genocidio de quien no debe ser nombrado. Puesto que fue quien más sufrió en aquella guerra de un solo bando, pero ella terca como era, no lo hizo al sentir que estaba bien. Al menos en lo mental, cosa que ni ella sabía que era mentira. Sus compañeros abogaron por ella creyendo en sus palabras y ahora pagarían caro sus negligencias.

Si "ellos" llegaran a enterarse de esto, claramente lo tomarían como una burla hacia sus personas y no lo tolerarían. Podrían enjuiciarlos por permitir esta negligencia por parte de todos, incluso la pena más baja (según "ellos") seria el exilio por traición. Así que debían hacer lo posible para evitar que esto saliera a la luz publica, pero al menos eso podría estar solucionado. Nuevamente gracias a Trunks, pues este convenció a todos que esto solo era un accidente aislado y que no eran necesarias las represalias. Como agradecía que Trunks fuera alguien que amara la paz por sobre todas las cosas en esta vida.

Ahora solo debían tratar de ocultar esto de aquellos a quienes incluso súper demonios como Ajuka y Sirzech temen, pero no sabían como. Seria terrible si se enteraran que casi se realiza una nueva gran guerra de facciones por culpa de Serafall, pondría incluso su vida en riesgo. Pues seria tratada como una criminal peligrosa.

—¡En serio lo siento! —exclamó la pelinegra agarrando su cabeza con ambas manos, ya llorando del estrés, miedo y frustración. Incluso recordó que por poco asesina a su querida hermana menor por su arrebato de locura—¡yo tampoco sabía que tenía esto! ¡se supone que estaba bien! ¡nunca me sentí de esta manera antes! ¡¿Cómo iba a saberlo?!

—¡Debiste ir a las revisiones medicas cuando lo ordenaron! —respondía lo obvio el pelirrojo, haciendo que Serafall se sintiera peor al saber que tenia razón—por Satán ¿Qué demonios haremos ahora? —preguntaba frustrado para luego beber un trago de ron.

—Ocultarlo—fue lo que respondió Falbium.

—¿Disculpa? —preguntaba incrédulo de lo que oyó el pelirrojo, los otros dos maous también escucharon y tampoco se lo creían.

Falbium suspiro y se levanto de su silla, señalo un vaso que estaba en la estantería y lo tomo. Para luego dirigirse hacia la botella de Sirzech y señalarlo de forma dudosa, el maou pelirrojo aun confundido le hizo una señal con su cabeza de afirmación. Cosa que Falbium acepto y se sirvió un vaso del fuerte licor al necesitarlo.

Luego camino hasta el gran ventanal y dio un trago, carraspeando su garganta al sentir lo fuerte que era. Pero logró su objetivo de relajarlo al menos de momento.

—Piénselo bien, si lo contamos ahora, nos relevarían de nuestros puestos. Para dárselos a otros "más capacitados" o algo así—mencionaba antes de darle otro trago a su vaso—no seria algo bueno ahora que por fin logramos firmar un acuerdo de paz y alianza con las otras dos facciones.

—Veo tu punto Falbium y estas en lo cierto—desde su asiento, Ajuka usaba su magia para también servirse un trago de ron. El cual atrajo hacia el—podrían arruinarlo todo con sus métodos tan poco ortodoxos de hacer las cosas, los nuevos líderes que llegaran a elegir, serian seguramente sus vasallos directos. Los cuales serian una especie de espías para ellos.

—Entiendo—mencionaba Sirzech tras dar un trago a su vaso—si llegaran a descubrirlos, adiós al tratado. Volviendo al inicio y posiblemente algo peor.

Los dos asintieron ante la resolución del pelirrojo, pues era verdad. Aquellos sujetos no eran malos del todo, pero velaban por el bien del inframundo (lado de los demonios) de formas extremas y sin importarles los métodos a usar. Todo por el bienestar y seguridad de su mundo y estilo de vida.

Ellos no se medían en sus acciones, sus métodos eran demasiado extremistas y de muy poca moral. Pero todo lo hacían por el bien de todos según ellos.

Podrían usar esta alianza para intentar espiar a las demás facciones y si llegaran a ser descubiertos, el tratado podría irse de seguro a la mierda. Eso no podían dejarlo pasar, habían batallado demasiado por esto, para que lo arruinen un montón de viejos soberbios y paranoicos. Eso era algo que no podían dejarlo permitir bajo ningún modo.

—Si queremos evitar otra gran guerra, esto debe volverse un secreto entre nosotros. Nadie más—en eso Falbium observo seriamente al pelirrojo—¿has entendido Sirzech?

El mencionado chisto molesto por esto y desvió la mirada, pues sabía a que se refería. Por lo que solo atino a beber otro trago de ron.

—Si lo entiendo Falbium, no es necesario que me lo recuerdes—suspiraba molesto por todo esto—no le diré nada a Grayfia—el odiaba guardarle secretos a su familia, en especial a su esposa. Pero no tenía mas opción.

—Bien, entonces las cosas quedaran así de momento. Serafall no será reportada—menciono Ajuka antes de beber nuevamente del licor—pero hasta entonces, vas a declinar de tu puesto. Al menos por un tiempo.

—¿Qué? —preguntaba asustada la pelinegra al escuchar aquel veredicto.

—Lo que oíste Serafall—respondía con seriedad y dureza el peli-verde—ya has causado muchos problemas con esto que has ocultado, deberías agradecer que no diremos nada. En especial porque también nos afecta a nosotros tres—la pelinegra bajaba la cabeza en señal de arrepentimiento—serás obligada a tomarte unas vacaciones por algún tiempo, pero vas a ser sometida secretamente a tratamientos psicológicos. Cuando veamos que estas recuperada, volverás a tu cargo actual. No antes, no después. Sera al momento—sentenciaba de forma definitiva y era apoyado por los otros dos varones de la sala— ¿hemos sido claros?

—…Si—respondió resignada a su destino, pero no podía hacer nada. Fue toda su culpa.

Diablos, en serio la había cagado con su comportamiento totalmente fuera de control. Viendo las cosas desde otra perspectiva, ellos tenían razón en todo lo que han mencionado. Sus acciones pudieron haber costado vidas inocentes, incluso la de su propia hermana (eso le dolió mas) y comenzado una nueva guerra entre facciones. Algo que la hubiera hecho caer en la depresión por la culpa que hubiera obtenido, nunca se imagino haber tenido secuelas de aquel genocidio que vivió. Pero era algo lógico si se pensaba mejor, nadie va a una guerra y regresa siendo el mismo. Este tipo de situaciones cambian hasta al más valiente y poderoso de los héroes, nadie estaba exento de las lecciones que la propia vida te da. Sea humano, sobrenatural o incluso los mismos dioses. Todos caen ante sus lecciones.

Ahora le tocaba a ella, siendo de momento, la antigua maou Leviatán. Puesto que ha sido revocada temporalmente de su puesto, hasta que demuestre que ya esta mejor. Algo que no seria fácil de lograr por todas las secuelas que inconscientemente, mantuvo acumuladas dentro de si por miles de años. Lastimosamente, ella conocía a la persona correcta para ayudarla con su caso. Su propio padre.

Ya lo estaba escuchando regañarla y darle toda una catedra de sermón, algo que la asustaba bastante. Pues sus regaños si que eran brutales y extensos.

—Serafall, no debes olvidar algo—mencionaba Ajuka calmado y colocando su mano derecha en la mesa—ese día, todos perdimos algo. No solo tu.

Aquella mano, no era orgánica, era de origen mecánico y a pesar de que casi era cubierto por su manto blanco, se notaba que la prótesis no solo abarcaba solo la mano, sino que también parecía ir más allá. Aun parado y apoyado de espaldas a la pared, cruzado de brazos y bebiendo con seriedad su vaso de ron, estaba Sirzech. Por algún extraño motivo, la pierna derecha del pelirrojo, dejaba escapar sonidos mecánicos, muy poco perceptibles, pero ahí estaban. No podía verse al estar cubierto por su largo pantalón negro, pero sin duda esa pierna no era orgánica. Por otro lado estaba Falbium, este tenía una mascara que cubría su mitad derecha, además de parches mecánicos que bajaban desde su cuello, hasta no se sabía donde. Ya que su ropaje cubría todo su cuerpo, además el ojo derecho a veces brillaba en rojo. Claramente ellos no estaban "completos" por así decirlo.

La única que se veía en perfecto estado corporal, era Serafall. Su piel no mostraba signo alguno de lesión y su cuerpo no mostraba mayor daño que unas muy imperceptibles cicatrices. Además que no parecía faltarle algún miembro corporal.

—Terminemos esta reunión de una vez—mencionaba Falbium ya ansioso de irse a descansar—quiero ir a descansar, toda esta situación es demasiado agobiante. Quiero dormir—todos estaban de acuerdo con sus palabras—bien, que todo quede entre nosotros. Serafall, vas a dejar el cargo de maou desde ahora mismo ¿entendiste? —pregunto con severidad, algo no tan típico de el. Pero esta era una situación muy importante y que posiblemente afecte a todos ellos si llegara a descubrirse.

—Si, lo entiendo—respondía la pelinegra aun con la cabeza agachada, era un suerte que aun pudiera vivir en el castillo de los maous.

—Perfecto, de ser así, damos la reunión por concluida—mencionaba Sirzech ya ansioso de irse a dormir, quería descansar de este día tan agobiante. El ron no era suficiente para aliviarlo, pero si ayudaba bastante. Pero el quería dormir—ya quiero irme a mi cama.

—Yo igual, de hecho, todos debemos descansar. Ya es muy tarde—mencionaba Ajuka recordando la hora, ya que el inframundo estaba sincronizado con el mundo humano. Por lo que ya debería ser más de media noche—vámonos de una vez.

Todos se levantaron de donde fuera que estuvieran, ya dispuestos a darle el descanso que sus cuerpos exigían. Puesto que estaban mentalmente fatigados por este ajetreado día, en especial los mayus representantes de Lucifer y Leviatán. Aunque esta última se fue por su cuenta, debía pensar en muchas cosas y considerar otras. Suspirando se fue de ahí.

Aunque en realidad, Sirzech decidió quedarse ahí por un poco más de tiempo, amando la soledad del momento. Se sentó en su silla, tratando de pensar en todo lo que paso este día. No fue algo fácil de lograr el tratado de paz, pero lo lograron. Aunque fue más gracias a la intervención de Trunks, que por sus propios medios. Ya que si no hubiera estado el, se hubieran rendido y no firmado nada. Fue una bendición que el chico estuviera ahí, luego suspiro, dejando escapar toda la frustración y tensión que mantuvo retenido dentro de el. En serio era demasiado todo lo que pasaron este día, por suerte todo salió bien. Esperaba que la paz siguiera por bastante tiempo.

Luego se acomodó mejor en su asiento, movió un poco su túnica. Dejando ver algo que nadie se espero, una de sus piernas no era orgánica. Era una totalmente cibernética.

Aun recuerda cuando fue que lo perdió y también, el motivo. El solo recordar aquello, le hacia estremecer su cuerpo. Un escalofrío recorrió su columna vertebral, las secuelas aun estaban en su mente, claro que nunca lo olvidaria. Pero el fue más consciente de su situación, siguio un tratamiento recetado por el propio Abader Sitri. Por eso ahora a pesar de seguir medicación, estaba bien. Al menos los suficiente para ejercer el cargo de maou.

Recordó con terror aquel momento….

—¡G-Gaaaah…!.

—¡Jajajaja! ¡Vamos gusano inepto! ¡se supone que eres de los seres más poderosos de este mundo! ¡¿no?! ¡Demuéstralo! ¡jajajajaja!

En ese momento, Sirzech estaba gravemente herido. Era agarrado por su cuello por esa bestia, mientras con otra agarraba una de sus piernas y hacía presión sobre el cuello de la bestia. Solo podía quejarse mientras sentía un agonizante dolor en todo su cuerpo, el cual estaba bastante herido y sangrante. Nadie podía ayudarlo.

Pues el ejercito estaba mermado, destrozado y totalmente eliminados. Nadie quedaba vivo al parecer.

Era todo un caos en este momento, Sirzech solo podía soportar la agonía de su columna, su cuello y pierna, observando como la ciudad había caído por completo, no quedaba nadie vivo. Todo era escombros, fuego, cenizas y humo. Cadáveres de los valientes, quienes estupidamente se lanzaron a atacarlo, esperando eliminarlo y salvarlos a todos. Cosa que no pudieron.

Sus cuerpos destrozados, ahora ardían en las llamas de la ciudad. Volviendose cenizas que eran llevadas por el viento.

No se logro nada en su contra, ninguna defensa lo detuvo, ningún ataque lo daño, los hechizos eran ineficaces en su contra, era una bestia imparable. Aunque era algo que esperarse, pues si esa cosa pudo destruir fácilmente a los dragones celestiales ¿que podrían hacer seres de inferior a ellos en comparación? Solo Sirzech fue el único valiente que voló en su contra al escuchar noticias de el, pagando las consecuencias actualmente. Pues estaba a merced de esta bestia apocaliptica.

La bestia seguía torturando al súper demonio, el cual no podía hacer más que tratar de soportar. Algo que hacía enfadar al monstruo, puesto que al parecer, era un sujeto bastante débil. En su rostro solo se veía decepción y burla.

—¡M-Maldito…!—reclamaba Sirzech en su agonía.

—Tch. No eres más que una basura—mencionaba con clara decepción en su voz, puesto que había tenido demasiadas esperanzas de tener un combate digno. Este tipo no era alguien fuerte al parecer—no me divertiste para nada en este combate, tus ataques rojos solo me hacían muy ligeras cosquillas. No eres nada fuerte—en eso, su furia por la decepción incrementa. Afianzando sus agarres—¡no vales mi tiempo!

¡RIIIIIIIIP!

¡SLASH!

..

—¡Ah! —Sirzech abrió los ojos en terror, su rostro estaba pálido y sudado. Su respiración era pesada y errática—maldita sea, nuevamente ese sueño—mencionaba frustrado mientras se llevaba una mano al rostro—je, si que sueno como un hipócrita por regañar de esa forma a Serafall.

Aun lo recordaba, todo estaba fresco en su memoria. Todo el caos que cayo en todos los mundos.

El fuego, la destrucción, los gritos, la agonía, todo eso seguía palpando en lo más recógnito de sus memorias. Tambien la culpa de no ser lo suficientemente fuerte, como para enfrentarlo y proteger a los suyos. Incluso perdió una de sus piernas de forma atróz, el recordarlo aun le afectaba, pues aun sentía claramente el dolor psicológico de cuando fue arrancada. Casi moria ese día, sino fuera por su esposa y otros sobrevivientes, hubiera sucumbido ante las heladas manos de la muerte. Por suerte aun no había pasado.

Ese monstruo en serio era una bestia sacada del mismo apocalipsis, era saniguinario, sádico y un ser inmisericorde. Nadie se escapaba de su ira y locura, todos caían ante el. Héroes, villanos, mercenarios, hechiceros, guerreros. Nadie podía detenerlo. Ni siquiera un par de super demonios como lo eran el y Ajuka Balzebuu.

—Veo que cierto suceso, aun te afecta. Sirzech-sama.

El pelirrojo volteo a ver quien había hablado, pero desde el inicio sabía de quien se trataba, pues han estado juntos desde hace años. Así que suspiro nuevamente aliviado, pues ella siempre estaba a su lado. Era su esposa.

Grayfia Lucifuge, esposa de Sirzech Lucifer, una demonio de grandes poderes, casi comparados a los de su esposo. Una mujer hermosa, de largos y finos cabellos plateados brillantes, lo más interesante de ella, era que a pesar de ser la importante esposa de un maou, no vestía finos vestidos elegantes de seda o joyería. Sus ropajes eran las de servidumbre, la de una maid. Aun así, tenía un porte de dignidad y honor inmenso ante los ojos de cualquiera. No pareciendo parte de la servidumbre, su mirada congelaba el alma de cualquiera que la viera directo a los ojos cuando su humor no era bueno. Que hablar de sus grandes poderes comparados a los de su esposo rey de los demonios.

Bueno, no por nada era conocida como la reina de hielo. Siendo respetada hasta por demonios clase suprema y no por ser la esposa del maou Lucifer específicamente, Sirzech solo sonreía, a ella no había forma de ocultarle nada a su esposa, ella sabía penetrar sus pensamientos y emociones. Averiguando cuando algo molestaba a su esposo/amo, por lo que era algo demasiado estúpido el tratar de despistarla o intentar divagar.

—Siempre tan intuitiva como siempre Grayfia—mencionaba sonriendo de forma leve el pelirrojo, para luego suspirar. No era sencillo el hablar de esto—de hecho tienes mucha razón.

—¿Desea hablar de ello? —preguntaba curiosa la maid.

—Si, eso me ayudaría bastante. Pero aun tengo dudas—admitía para luego observar curioso a su esposa—¿crees tener tiempo para escuchar las penas y miedos de esta tonta persona? —preguntaba con un ligera sonrisa.

La respuesta de la mujer de brillante cabello plateado, fue una sonrisa, para luego caminar hasta quedar a un lado de su amo. El cual veía las intensiones de su esposa con agradecimiento, pues en serio quería hablar con alguien. Por lo que entendió las intenciones de su esposa.

Solo podía agradecer a la existencia misma por poner a esta mujer en su camino.

..

Mientras que Sirzech estaba siendo escuchado por su amada esposa, caso contrario era la maou Leviatán. La cual se encontraba sentada encima de su cama, pensando en todos los problemas que su negligencia ocasiono. Se sentía perdida, sola, sin una pizca de apoyo. Puesto que por sus acciones, ahora hasta su adorada hermanita le temía. Y no solo ella.

Ante los ojos de todos los jóvenes, ella era un monstruo, uno horrible y sanguinario que no le importaba el matarlos a todos ellos en esos momentos. Sus miradas reflejaban en gran terror que le tenían actualmente, por satán, Hasta su hermana menor le dedicaba aquella mirada. Siendo acostumbrada a ser blanco de miradas alegres e inocentes, esto la descoloco bastante. No estaba acostumbrada a este tipo de situaciones en su contra, ella no quería que nadie la viera con esos ojos llenos de terror. Pero admitía que ella misma tenía la culpa por sus acciones, incluso su siempre fiel cetro, estaba alejado de ella, había sido lanzado a un lado de la habitación. No se sentía digna de empuñarlo nuevamente, pues aquel objeto siempre fue motivos de sonrisa para los niños de su mundo. Sentía que había profanado su finalidad con ese imperdonable acto en la reunión de facciones.

No, no quería que esto quedara así. No quería ser recordada y tachada como un monstruo.

Un monstruo ¿eh? —se preguntaba mentalmente, recordando ciertas cosas. Ahora sentía un poco de remordimiento—supongo que así debiste sentirte tu todo este tiempo ¿verdad, Trunks?

Si, recordaba al chico, debía admitirlo, le temía y aún lo sigue haciendo. Pero al menos ahora lo comprendía un poco, sus males, el sufrimiento que debió pasar, todo por ser considerado un monstruo de forma injusta. Pues nunca mostro alguna malicia y aun así, lo tachaba de monstruo sanguinario. Ahora era ella quien era vista como un monstruo sin corazón y por su propia hermanita.

Que irónica es la vida, la golpeo bien fuerte el karma, la cual es una perra sin corazón e inmisericorde. Se sentía basura y talvez lo fuera en realidad, porque seguía viendo a Trunks como alguien peligroso y monstruoso, aun cuando fue el quien salvo a su hermana y sus noblezas. Seguía viéndolo como un peligro latente, en serio se sentía como una paria malagradecida. Pero era que un trauma así, no era algo fácil de olvidar, todo ese caos, la destrucción que causo, los mundos que devasto, las vidas inocentes que fueron erradicadas por culpa de esa bestia, no era algo que solo podía olvidarse y ya. Era una situación muy compleja, miedos añejos y clavados dentro de si, sin poder ser erradicados de sus almas y memorias. Siempre vivirían dentro de ella hasta el fin de los tiempos.

Ese seria su pecado a cargar.

Bueno, talvez pueda tener una oportunidad. Una de redención.

Recordó su castigo, de hecho, ahora no lo veía tanto de esa manera. Esta era una oportunidad de curarse por fin.

No más pesadillas, terrores nocturnos, miedos y paranoias que podrían afectar a los demás. Hoy aquello fue demostrado en la reunión de facciones, ella era un peligro ambulante, una bomba de tiempo que podría estallar en una locura psicótica si no era controlada. Y por ironías de la vida, fue el mismo Trunks quien se encargo de que el tratado se llevara a cabo.

Era una oportunidad de redención y continuar con su vida.

—"¿Redención?" ¿para ti? ¡ja! Que chiste.

Aquella voz la alarmo y de un solo salto, rodo por el suelo y tomo su cetro, para luego apuntar por todos lados a quien sea aquel infame, que se había atrevido a infiltrarse en el castillo de los maous. Eso de hecho, era algo muy estúpido en realidad. Pues no era algo muy inteligente infiltrarse y dar a entender de su presencia, a seres extremadamente poderosos. Aquellos que podrían matarlo de un solo chasquido de sus dedos.

¿Necesitan un chasquido? Que débiles, yo no lo soy. Solo necesito pensarlo para hacerlo.

Ahora Serafall si que estaba asombrada y en alerta, por lo que afilo su mirada y siguió apuntando hacia todos lados. Este invasor (o lo que sea) parecía poder leer las mentes.

Debía informar a los demás sobre esto, por lo que sin dejar de apuntar hacia todos los lados posibles, se encaminaba hacia la puerta para salir. No podía usar un círculo de invocación, pues al parecer este sujeto de alguna manera, corto la comunicación vía mágica. Así que podía enfrentar a esta amenaza, pero no quería hacerlo, pues no quería destruir el castillo. Así que debía escapar para salir y luchar afuera, de esa forma evitaría la destrucción innecesaria del inmueble. Además solo era un intruso que no sabía con quien se metía, se encargaría de el pronto. Pero igual debía informar al resto de esta afrenta en su contra.

Aunque también era algo confuso y tampoco tenía lógica, el castillo maou era de las fortalezas más protegidas de todo el inframundo. Nadie podía atravesar el rio de guardias extremadamente bien entrenados y poderosos, siendo escogidos por los mismos maous en persona. Por lo que eran la élite entre la élite en cuanto a centinelas se referían, ahora también estaban las miles de capas de barreras mágicas levantadas que rodeaban el castillo, todas tenían un poder bastante elevado, que ni un ejercito de demonios clase suprema podrían traspasar siquiera una capa. Eran defensas absolutas, nadie podía pasarlas. Entonces le llego una duda ¿Cómo fue que este sujeto logro pasarlas sin problemas?

Esto no es nada para mi—para terror de Serafall, una voz femenina se escucho justo atrás de ella. Lo que hizo abrir sus ojos en sorpresa y terror—no me comparen con ustedes.

¡Bram!

—¡Gaaaah!

Una pared del castillo fue destrozada, mas bien exploto por un fuerte impacto. Serafall salía de esa nube de polvo, su ropa y cuerpo tenía ligeros raspones, además su espalda le dolía de forma casi agónica. Pues fue ahí que recibió un fuerte golpe.

Pero como pudo y aguantándose el dolor, se recompuso en el aire y de forma acrobática, aterrizo en el suelo a salvo y sin lesiones. Pero el dolor de su espalda era bastante alto, aunque esto también la asombro. Alguien fue capaz de tomarla por sorpresa y atacarla de este modo tan violento, además de que gracias a eso, pudo saber que este criminal era alguien de gran poder y debía tener cuidado. Pues ella era la poderosa maou Leviatán y era casi imposible que alguien la tratara de esta manera.

—Maldita sea—se sobaba la espalda hasta donde podía, el dolor aun persistía. Pero trataba de ignorarlo—¡muest…! ¿eh?

Estaba sorprendida y al mismo tiempo, un ligero sentimiento de terror desconocido empezaba a recorrer su cuerpo. Pues cuando vio el cielo y los alrededores, pudo darse cuenta de su terrible situación. Además de entender el porque sus compañeros no salían a luchar también, estaba dentro de una dimensión de bolsillo, ahora estaba muy tensa por esta terrible situación. Pues nunca noto cuando fue metida en este sitio, talvez fue cuando se estaba lamentando como perro bajo la lluvia. Que descuidada fue al respecto.

Por ahora no podía hacer otra cosa más que luchar por si misma, no se confiaría tanto esta vez. Cualquiera que logre lastimarla de esa forma con solo un ataque, era un sujeto de cuidado. Así que debería dar todo de si para vencerlo.

¿Tu? ¿vencerme a mi? —Serafall volteó de forma inmediata cuando localizo aquella voz, viendo con cautela y confusión, como un pequeña persona flotaba en el aire. Estaba vistiendo una desgastada túnica que la cubría de pies y manos, por lo que no podía ver su rostro. Eso era algo malo para ella—por favor, no pienses algo que ni en sueños ocurriría. Deja de ser tan tonta mocosa demonio.

—¡¿Quién eres?! ¡muéstrate! —exigía la molesta maou apuntándole con su cetro, pues una parte de su ira se debía a sus palabras tan soeces contra ella. No le gustaba ser insultada—¡¿acaso no sabes quien soy yo?! ¡Soy Serafall Leviatán! ¡una de los maous! ¡la reina del inframundo!

El sujeto no decía nada ante esta revelación, solo se mantenía ahí flotando en silencio. Hasta que comenzó a carcajearse, era como si hubiera escuchado el chiste más genial del mundo. Cosa que no le dio buena espina a la maou, puesto que al parecer, ese tipo no le importaba haberse metido en graves (y mortales) problemas por haber atacado a uno de los reyes demonio. Debía ser un loco, un demente, alguien a quien se le zafo un tornillo y solo quería ver el inframundo arder. Vaya ironía.

Hasta que suavemente aterrizo frente a la pelinegra, la cual en ningún momento dejo de apuntarle con su cetro. Pero eso no parecía afectar al sujeto.

Se quien eres mocosa demonio—respondía la persona con un tono seco y desinteresado—la reina Leviatán, aquella que congela hasta el alma de sus enemigos, quien protege el inframundo con sus poderosos escudos de hielo. Cuyo poder criogénico, es incluso temido por dioses y otras especies. La reina de los glaciares y otros títulos y leyendas que la verdad me importan una mierda—mencionaba muy sarcásticamente, cosa que enfadaba a la pelinegra. Pero no hacía nada al querer averiguar más de este tipo—ahora pequeña demonio, es mi turno de hacerte la misma pregunta ¿sabes quien soy yo?

[…•…]

Asgard [Reino Nórdico]

Trunks estaba en su habitación, estaba un poco triste, puesto que se perdió el ver a Mai antes de irse a las pruebas para valkirias. Algo que le había tomado por sorpresa.

No sabía sus motivos, pero los respetaba y al mismo tiempo, le llenaba de alivio. Pues sentía que Mai se volvería mas fuerte y así, no sentiría miedo de que sea blanco fácil para los peligros de los mundos pertenecientes a lo sobrenatural. Estaba al tanto de que el plomo de sus armas, no seria suficiente (y hasta inefectivo) contra estos seres, solo la magia y el acero perteneciente a estos mundos era lo único que podría detenerlos. Estaría en buenas manos y sabría que no fallaría.

Aunque ahora tenía algunas preocupaciones ligeras, los peligros eran grandes. Las valkirias son las doncellas de batalla de asgard, guerreras de gran poder, que se encargan de levantar a quienes han caído en una gran batalla, demostrando su honor y valía. Llevándolos al salón del Valhalla, donde comerían, beberían y lucharían hasta que el ragnarok cayera sobre el mismo Yggdrassil. Sin duda alguna, una responsabilidad extremadamente grande y pesada. No desconfiaba de Mai, ella era una mujer bastante fuerte y responsable, capaz de sobrellevar este tipo de responsabilidades. El ser la líder de la resistencia humana contra Black, era una buena referencia. Ella sería una excelente valkiria.

¿Debería enseñarle esgrima? —se preguntaba curioso, pensativo y también (debía admitirlo) dudoso, pues era un espadachín nato. Pero nunca había sido un maestro—podría enseñarle junto a Issei, eso seria lo mejor. Aunque no se cuando vuelva—pensaba un poco triste, puesto que no sabía cuando volvería la pelinegra.

No era mala idea, aunque también recordó algo curioso. Puesto que pareciera que Issei quisiera informarle algo, pero con todos los sucesos que pasaron esa misma noche, no tuvo oportunidad de hacerlo. Eso le generaba mucha curiosidad.

[...●…]

Kuoh

—¡Maldita sea! —Issei se alborotaba el cabello desesperado—¡me olvide decirle que podía quedarse aquí! —una nube de depresión lo cubrió de repente.

Se sentía alguien muy estúpido, puesto que perdió una valiosa oportunidad, otro día sin entrenar para volverse más fuerte y derrotar al Hakuryuuku. Era una molesta perdida, puesto que aunque no quería admitirlo (en especial por Kiba) deseaba que le ayudara con su Ken-Jutsu [arte de la espada]. Vaya que era genial como la manejaba.

Todo mientras Rias y el resto de las chicas que estaban interesadas en el, trataban de calmarlo de su depresión. Aunque Akeno solo reía desde su sofá como una dama elegante y Xenovia no entendía que pasaba.

[…●…]

Asgard-reino Nórdico.

—Ah bueno—le quitaba importancia, no debía ser algo importante. Pero luego su mirada cambiaba nuevamente a una dudosa—aunque aun me da curiosidad.

La duda aun estaba presente, aunque talvez no sea necesario, pues a todo guerrero de este mundo, se le enseña a blandir una espada y cualquier otro tipo de armas, además de magia asgardiana. Así que lo más probable, era que ella vuelva con un conocimiento alto en cuanto a kenjutsu se refería. Así que debía pensar en algo más.

¿Manipulación de ki? Eso podría hacerlo, pues los humanos podrían usarlo con el entrenamiento adecuado, por lo que Mai tenía muchas probabilidades de lograrlo. Anteriormente lo hubiera hecho, pero la amenaza de Black no les dio un solo segundo de descanso. No fue como la masacre de los androides, ellos al menos con sus mentes sádicas y retorcidas, eran "benevolentes" y dejaban que los humanos huyeran y tuvieran oportunidades de vivir, Black en cambio no. El masacraba a diestra y siniestra a todos quienes fueran mortales, pero ahora estaban en paz y un mundo aparte. Podría inculcarle ese arte.

Pero ahí venía el otro dilema ¿Cómo le enseñaría?

El no era Gohan, no era un maestro con experiencia, el no sabía nada de enseñar aquello, si le prometió a Issei entrenarlo, fue por un impulso generado por el respeto que le generaron sus motivos. Pero dio su palabra y el era un hombre que cumple sus promesas y esta vez no fallaría.

En eso, se sentó en la cama, pues sintió una ligera perturbación en el ambiente. Se volvió pesado, era una especie de mal presentimiento. Por lo que miro la luna a través de la ventana de su cuarto deseando algo.

Que no ocurriera nada malo.

Aun faltaba que Thor lo encuentre para su ansiada pelea, se tuvo que refugiar en una de las miles de habitaciones en el palacio para que no lo encuentre (a sugerencia de Frigg). Pues Trunks llego cansado de dicha reunión, cuando volvió, tuvo que dar un reporte a los dioses líderes de asgard. Así que no hace mucho había llegado, Thor ya lo estaba buscando muy animado y eso que ya era más de media noche, así que mejor lo evitaba hasta la mañana. Por ahora no tenía muchos animos ni deseos para luchar.

Podría esperar hasta la mañana, aunque siendo Thor, buscaria en cada habitación del palacio. Esperaba que no lograra encontrarla hasta el siguiente día. Luego suspiro, esperando que nada malo vaya a pasar o que ya estuviera ocurriendo, porque de ser así, no podría hacer nada. Así que solo decidió descansar de este día tan pesado.

Sin notar, como dentro de su armario, una luz celeste emanaba. Desapareció segundos después.

[…●…]

Inframundo.

—¡Ugh! —Serafall retrocedía al sentir su mejilla ser golpeada—¡agh! ¡ogh! —se sacudió de un lado a otro cuando fueron dos golpes veloces, pero no rompía su postura. Debía seguir luchando—¡haaaaaa!...¡ooogh!

¡Braaam!

Cayó de espaldas, pues un fuerte golpe a su mandíbula la hizo caer varios metros. Tenía moretones y laceraciones en todo el cuerpo, respiraba con pesadez y sudaba a montones. Estaba muy lastimada y casi en cero en cuanto a su magia se refería.

Alzo un poco su mirada, se notaba el dolor de sus intentos, pues la habían dejado muy lastimada. Solo podía ver a una niña gótica flotando frente a ella, en una de sus manos, llevaba el cetro de la maou Leviatán, con la cuál fue golpeada todo este tiempo. Para ella no era nada valioso, puesto que sus ojos no mostraron emoción alguna cuando la examino, solo era un vil pedazo de acero con colores variados y ornamentos ridículos, nada más. No tenía nada en especial que resalte.

¡Crash!

Serafall veía como su característico cetro, fue vaporizado con solo que Ophis apretara un poco su agarre.

—Que patético artículo tenías en tus manos Leviatán—mencionaba mientras soplaba las virutas que quedaban en su mano—sin poder, sin distinción, sin alguna característica especial. Un objeto sin valor ¿Por qué aprecias algo que no tiene siquiera un motivo para existir?

¡Chrono Celsius!

¡Foooosh!

La respuesta que obtuvo la diosa del infinito, fue una enorme esfera de poder congelante dirigiéndose a su persona. Aunque en realidad, no le causaba en más mínimo temor, ese poder, era insignificante para ella. Algo que carecía del poder suficiente como para hacerla siquiera, abrir los ojos en sorpresa. Esto no valía la pena para nadie en realidad.

Por lo que usando una sola mano, detuvo de golpe ese ataque, sorprendiendo a la maou. Ella sabía perfectamente bien, que no podría ganarle a alguien como Ophis jamás. Pero esperaba que su ataque, le afectara aunque sea un poco. Puesto que no logro nada con su ataque más fuerte.

Ophis empezó a mover su dedo índice y la esfera comenzó a girar lentamente a su ritmo. Serafall estaba que no se la creía.

—Vil y patética forma de vida imperfecta ¿te atreves a atacarme? —mencionaba y preguntaba con su típico tono neutral, pero si mostraba un cierto grado de molestia. Cosa que tampoco se creía Serafall—te castigare por tal osadía, será tu propia técnica la que te haga pagar tu pecado.

Ella solo bajo su dedo, para que la esfera se fuera en contra de su creadora. Para Sorpresa de Serafall, su ataque se transformo en varias lanzas de hielo, las cuales no pudo evitar. Grito de dolor, cuando sintió como su carne fue atravesada en diferentes partes, por su propio ataque modificado. Por lo que cayo de espaldas al suelo y aguantando lo que más podía este agonizante dolor.

Ophis se acercaba a la moribunda chica flotando, no se veía interés en su cara, solo veía sufrir a la chica sin que esta pudiera hacer algo, en serio no lo entendía, Trunks era demasiado extraño ¿Por qué defendería a estos seres? Eran patéticos, débiles, no mostraban nada que fuera de interés. Si, algunos poseían habilidades y poderes más allá de lo esperado, que incluso superaban las expectativas de los seres sobrenaturales e incluso a algunos dioses, pero no para ella. Pues estaba en un estatus aun más por encima de los mismos dioses, Trunks era igual a ella, debería tener su mismo tipo de pensamientos, pero no. El insistía en negar su verdadero yo y preferir ser un vil mortal. Eso la molestaba un poco en realidad, ojala pudiera ver a esta mocosa demonio, solo quejándose y esperando que su vida no acabara el día de hoy. Era patética a su parecer.

Ambos era algo trascendental, incluso el estatus de dioses les quedaba corto, porque los comparaba con el resto de seres inferiores que "gobernaban" esta bola de tierra y lodo que llamaban mundo, era un buen chiste. Pero solo podían hacerlo porque a ella le daba la gana el que lo hicieran, pues si lo quería, dominaba todas las facciones y al mundo humano sin esfuerzo. Pero no quería ser una gobernante ahora.

—¿P-P-Por que h-haces esto? —preguntaba la pelinegra en su dolor, tanto así, que le costo decir aquella frase. Pero quería saber porque la atacaba.

—Bueno demonio ¿Cómo puedo explicarlo? —se llevaba un dedo al mentón por un segundo, hasta que su mirada cambia a una más fría. En eso empezó a girar su dedo—no me gusta que intenten dañar lo que es mío.

—¡Gaaaaaah! —gritaba de dolor la chica mágica, pues las lanzas de hielo comenzaron a moverse en sus heridas. Era un dolor agonizante—¡y-yo no tratado de dañar algo tuyo! —mencionaba adolorida cuando las lanzas pararon.

—Oh ¿estas segura?

Serafall no entendía de que hablaba, hasta que genero una gran pantalla de energía, ahí se materializo aquel que despertó su antiguo trauma. Era Trunks.

Vio como lo atacaba junto al resto (sin querer) en la reunión de facciones, pero siendo que este evito un desastre con sus propias manos. Viendo eso, se sentía como una estúpida, por poco mata a todos por su arranque de locura y terror. Lo más doloroso era ver la cara de terror que su hermana tenia sobre ella, era algo que no olvidaría en milenios sin duda alguna. Ojala nunca hubiera hecho algo tan estúpido.

Pero eso también alarmo a la maou.

—¿Q-Que demonios s-son ustedes dos? —preguntaba aun en su dolor.

—Es mi destinado—respondió seca y directa, aunque Serafall no entendía. Eso se notaba en su mirada—el es como yo, somos seres iguales. Ambos nos complementamos.

—¿T-Te enamoraste de ese monst…?

¡Graaab!

—¡Gaaaaah! —exclamaba adolorida la pelinegra.

—¡No te atrevas a llamarlo monstruo! —exigía furiosa mientras movía una de las estacas de hielo con sus dedos—¡tu no tienes el derecho a juzgarlo! ¡no lo conoces como yo lo hago! ¡así que más te vale que moderes tu lenguaje!

Serafall no decia nada, pues el agonizante dolor se lo impedía, pero eso no le impedía razonar internamente. Estaba asombrada, no, impactada. Ella era Ophis, la dios dragona del infinito, una deidad cuyo poder podría doblegar al mundo. Quien se supone, no tenia sentimientos ni emociones, siendo un ser que no tenía interés en nada. No era posible lo que estuviera escuchando.

Estaba enamorada.

No debía ser algo normal o siquiera posible, pero también era aterrador. Una pareja de seres de inconmensurables poderes, juntos y como pareja. Nadie podía detener a este par si llegaran a querer arrasar todos los mundos.

—N-No es posible…

—Claro que lo es—respondía la diosa con un ligero ceño fruncido, pues no le gustaba que dudaran de su destino junto a Trunks. Eso era una blasfemia—pero eso no viene al caso y tampoco me importa—empezaba a elevar su poder de forma amenazante—tu castigo por levantar la mano contra mi destinado, es la muerte. Yo misma ejecutare tu sentencia.

Para terror de Serafall, Ophis estaba furiosa con ella y la muestra, era como su inmenso poder estaba emanando de su cuerpo. No sabía que su arrebato de locura le había causado aun más problemas de los que creía.

Ver el rostro molesto de Ophis, le confirmo que iba a morir, estaba triste, aterrada y resignada. Pues nada ni nadie podría ayudarla en estos momentos, no contra la diosa del infinito. Era su final, lo sabía, de pronto, confirmo lo que se decía cuando alguien estaba a punto de morir. Ver todos sus recuerdos desfilar frente a sus ojos, mientras Ophis preparaba una inmensa esfera de fuego negro, recordó la guerra tan atroz que le toco vivir, los enemigos que derroto, los amigos que perdió. La llegada y genocidio de esa bestia, todo lo negativo que ella sufrió en su joven vida. No era justo que terminara de esa manera tan cruel y rápida.

Pero no todo fue negativo, pues llegaron los recuerdos de sus camaradas, los buenos momentos que pasaron, amigos que tuvo, su familia, el nacimiento de Sona-chan. Todo era algo muy aliviador para ella.

Tuve una buena vida—pensaba resignada a su final, lagrimas corrían por sus ojos y mejillas. Aunque tenía una ligera sonrisa—aunque quisiera vivir más…

—¡Muere y arrepiéntete de tu blasfemia!

Tras ese grito, Ophis lanzo aquella enorme esfera de poder oscuro. La cual Serafall solo podía observar acercarse sin poder hacer nada.

Así que solo cerro sus ojos a su final.

¡Booooooom!

La explosión que genero, fue de proporciones atómicas, puesto que estaba arrasando una gran mayoría del terreno. No había problema, pues era una dimensión artificial, no llamaría la atención de otros seres indeseados. Además, que si llegaran a venir, ella solo los eliminaría y ya. No se complicaría la vida, teniendo una solución tan sencilla a la mano. Así que solo disfrutaría de este show de luces, pero algo le llamo la atención, cuando termino de explotar y solo quedo un inmenso cráter humeante. Un brillo empezaba a emanar de ahí dentro, cuando se disipo el humo, se podía ver una sección ilesa de la explosión. Pero lo que asombro a Ophis, fue lo que estaba ahí. No lo podía creer.

Era la espada Z.

Flotaba y brillaba con un aura divina en todo su esplendor, había protegido a la maou leviatán, esta veía incrédula a aquella espada y también, que estuviera viva e ilesa luego de un ataque de Ophis, además de que las lanzas fueron destruidas. La diosa dragona estaba molesta y confundida, molesta porque no pudo matar a esa atrevida mujer y curiosa, por ver que la espada Z vino aquí por cuenta propia. No era algo que se esperaba y tampoco que defendiera a quien intento dañar a su portador, así que solo descendió lentamente hasta quedar a unos metros frente a la espada.

—¿Qué estas haciendo? —preguntaba molesta la loli gótica a la espada.

[Bueno, eso mismo te puedo preguntar yo]

Cuando escucho a la espada hablar, Serafall se sorprendió, pues no esperaba que esa arma tuviera esa escencia divina o que siquiera tuviera la capacidad de hablar, nunca se lo espero. Lo más increíble, era que esa espada logro contener el poder de Ophis como si nada. Pero su asombro no solo quedo ahí.

E-Esa espada es de…—pensaba en shock, pues recordaba esa arma muy bien. Pues le pertenecía a aquel sujeto que le teme mucho.

—Eliminarla—fue lo que respondió la niña con determinación y sin duda en sus palabras—ella intento matar a tu portador, deberías estar molesto. Ella merece ser erradicada.

[Ay joven inmortal]—suspiraba la espada por las palabras de la loli gótica—[a pesar de tus incontables milenios de existencia, no has aprendido mucho. Aun te falta por aprender]

—¿De que estas hablando? —preguntaba molesta la diosa dragona descendiendo totalmente al suelo y cruzándose de brazos—lo que hizo ella no tiene perdón, debe ser castigada con la muerte. Así se purgan los pecados contra un dios.

[Debes aceptarlo niña]—mencionaba la espada calmadamente—[Trunks no es un dios, te lo ha dicho por su propia boca. Es un mortal]

Serafall solo podía contemplar la interacción entre ambas deidades, porque ella pudo entenderlo, esa espada no era una S.G o siquiera una de ellas. Era mas que ello.

Una deidad en forma de espada o talvez dentro de ella, no estaba segura, pero si de que era una divinidad. Una muy poderosa por lo que veía y sentía, pues le plantaba cara a la diosa dragona del infinito sin temor alguno. Era algo que no temía decirle sus cosas a la cara a quien sea, incluso a seres de gran poder. Pero era algo lógico, puesto que tenía un poder similar. Y eso era algo que la aterraba mucho.

Esa espada, un arma tan poderosa, estaba a manos de alguien tan poderoso como Trunks. Ella aun mantenía su terror hacia el peliazul.

—Tsk. El no entiende lo que es en realidad—mencionaba molesta al recordar que Trunks insistía en que solo era un mortal—yo le hare entender.

[Tu obsesión te ciega, no permite que veas la verdad. Tampoco aceptarla]—respondía la espada bastante calmada, se notaba que tenía experiencia. Era obvio sabiendo su origen—[debes aceptarlo niña inmortal, Trunks nunca aceptara algo que no es. Deberías hacer lo mismo]

—¡Es una deidad!—exclamaba furiosa por esas palabras, no quería aceptar la realidad. Por lo que genero una onda de choque cuando expulso su poder—¡es el quien debe aceptar su realidad!

[Veo que no cambiaras de idea a pesar de lo que diga]—mencionaba la espada calmado, sin afectarle el brusco aumento de poder que la chica genero por su berrinche. No era algo peligroso para el—[ahora, sobre la chica Leviatán. No puedo dejar que la mates]

—¿Es en serio?—preguntaba molesta la pelinegra—¿vas a dejarla sin castigo por lo que hizo?

[No creo que sea así]—mencionaba conforme, pues durante todo este tiempo, observo las memorias de la maou. Viendo el castigo a sus acciones— [la chica ya esta siendo castigada, fue retirada de momento como maou. Para mi eso es suficiente]

—Pues para mi no—respondía la loli gótica cruzada de brazos y tono inconforme.

[Pues deberás hacerlo]—respondía serio la espada sin dejar de emanar su poder—[sabes que Trunks nunca aceptaría algo como esto]—menciono y vio como los ojos de la diosa se abrieron un poco más—[lo sabes muy bien, el es así. Nunca permitiría que maten en su nombre].

Ophis chasqueo la lengua y desvió la mirada, pues no recordó aquello. La personalidad de Trunks era demasiado suave y eso era algo que le molestaba un poco, pues una deidad debe ser implacable. Así que era una cosa que debería arreglar a futuro de su destinado.

Pero termino suspirando, pues no ganaba nada estresándose. Así que solo empezó a flotar ante la vista de ambos.

—No me rendiré—mencionaba la dragona en el aire—el vera las cosas como debe ser, como lo es natural. A mi manera.

¡Fooosh!

Segundos después, ella desapareció en un destello. Dejando tranquilo a ambos.

La espada Z empezó a emanar nuevamente su poder, destruyendo la dimensión artificial con facilidad y volviendo a la realidad. Algo que sorprendió a la maou aun más, puesto que logro desvanecer una construcción de Ophis. Incluso las creaciones de ella, aun siendo objetos inanimados, eran difíciles de destruir. Puesto que estaban hechos con su poder.

Ambos quedaron nuevamente en la realidad, el patio del castillo maou. Pero antes de poder decirle algo, la espada Z había desaparecido. Dejándola ahí sola nuevamente.

—G-Genial…—mencionaba muy adolorida por sus heridas—v-voy a morir en la i-interperie…

¡Slam!

—¡Serafall!

La maou aun adolorida, volteó a ver quien había llegado. Era Sirzech y el resto de los maous, junto a una armada de guardias. Suspiro aliviada antes de desmayarse por sus heridas.

[…●…]

Flotaba en el vacío de la brecha, pensativa, molesta, confusa. Toda una amalgama de emociones negativas que nunca antes había sentido, de cierta forma, era una molestia bastante grande el recordar sus emociones. Ahora sufría por el regreso de todos ellos.

Ahora que lo pensaba bien, talvez no era buena idea el recuperarlos. Pero luego disipo esos pensamientos, Trunks nunca se enamoraría ni aceptaría a una "muñeca" sin emociones o sentimientos, al menos eso era lo que averiguo sobre los sentimientos. No había forma en que sea aceptada por el si era una estatua viviente, maldecía los sentimientos, maldecía todos. No había forma en la que ella gane sin hacer un sacrificio, aun cuando era una diosa. Todos debían hacerlo sin rechistar.

—Esto es molesto—mencionaba la dragona "sentándose" en su sitio—no puedo obtenerlo por su forma de ser—mencionaba alzando un dedo—tampoco puedo por esa maldita—alzaba otro dedo, pero esta vez con ira. Mai la enfurecía—y tampoco actuando en su nombre—alzaba un tercer dedo—todo esto es demasiado complicado, no puedo hacer nada sin llevarle la contraria ni enfadarlo. En si ya me odia—bufaba molesta al recordar sus palabras en asgard—¿Qué debo hacer?.

—Puedes seguir intentándolo de esa manera o buscar otra forma.

Ophis alzo una ceja confusa, pues esa voz no era e gran rojo (que de milagro no había aparecido desde ahora) sino de alguien más, una deidad. Aunque de un rango muy inferior al de ella, este se acercaba descendiendo lentamente, cubierto de una barrera, por eso no era desgarrado y absorbido por la brecha dimensional. Pues incluso deidades de alto rango serian destruidos.

La deidad se acerco sin temor a la diosa del infinito, obviamente sin desactivar su barrera. Hasta que quedo a lado de ella.

—Dios de las mentiras Loki—mencionaba sin sorpresa, pero si curiosa la diosa del infinito. No esperaba al asgardiano aquí—¿Qué haces en este lugar?

—Tus lamentos me han atraído aquí Ophis Uroboros—mencionaba con calma y parsimonia, pues no le aterraba el morir en sus manos. Estaba seguro de su seguridad—y creo saber una manera de ayudarte en tu predicamento si tu me ayudas en algo.

Ophis no menciono palabra alguna, solo alzo su mano y esta toco la barrera, la cual empezaba a agitarse de forma errática. Ella podía deshacer aquella protección sin esfuerzo alguno, dejar que la grieta lo absorba y quitarlo de su vista. Pues Loki es de los seres que menos confiaba por obvias razones, podría deshacerse de una molestia para el. Pero si aun no lo hacia, era por un simple motivo. Aun era bastante útil para su ejercito, su misma habilidad de engañar incluso a los dioses mismos, era más importante que su poder divino. Es por eso que aun no era tiempo para eliminarlo.

Luego podría hacerlo, pues aun le tenía algunos usos. Podría ser útil hasta mas tarde.

El dios de las mentiras sonreía confiado, sin temer por su vida, pues sabía que Ophis no lo mataría de momento, eso era bueno para el. Pues su momento aun no llegaba y tampoco a manos de la diosa del infinito, el ragnarok seria su día de gloria. Aunque faltaba para que ese día llegara.

—Puedo sacarte la información sin problemas, dejarte morir aquí y robar tu alma para saber lo que quiero. No me es complicado—ante esas palabras frías y desinteresadas, Loki perdió un poco de su confianza, pues olvido las habilidades irreales de la pelinegra. Pero no dejo de sonreír—ese seria un buen castigo por tu intento de chantaje, después de todo, soy tu ama al ser miembro de la brigada del caos. Al menos en mi opinión—en eso observar al dios del engaño—¿tu que crees?

—Oh, siento no haberme explicado bien. Ophis-sama—mencionaba de forma respetuosa y sumisa, tratando de aplacar las molestias de su actual ama. Aun no debía morir—solo deseo que alguien como usted, pueda cumplir el deseo de este humilde vasallo. Así podría cumplir también lo que desea usted.

Ophis no cambiaba de expresión facial, pues las palabras de este dios, nunca eran de confiar. Podría engañar a otros seres, pero nunca lograría algo contra ella, quien ya tenía una infinidad de milenios encima antes de que naciera. Pero de todas formas le daba curiosidad el que haría este tipo.

Loki sonreía de forma calmada, pero internamente estaba aterrado. Pero no iba a demostrarlo.

—Muy bien dios del engaño—mencionaba Ophis quitando la mano de su barrera—dime que puedes hacer por mi.

El alivio que le llego cuando Ophis perdono su vida, fue como el golpe de un meteoro. Pero no tenía tiempo para regocijarse, aun debía hablar rápido. Ophis no es alguien conocida por su paciencia.

—Trunks es alguien en extremo poderoso, demasiado hasta para alguien como tu Ophis. La diosa dragona del infinito—mencionaba fastidiando a la pelinegra con sus palabras—obtenerlo a base de fuerza bruta, no serviría de nada. Te eliminaría de inmediato.

—Todo eso ya lo se, Loki. Ve al grano de una vez—exigía la loli con molestia, pues este tipo solo le recordaba y restregaba sus fallas. No podía hacer nada—¿acaso juegas con mi paciencia?

—No, claro que no. Nunca haría eso contigo—respondía calmado y luego esbozo una sonrisa socarrona—dije que tu no puedes hacerlo, pero otros seres podrían ser capaces. Ayudarte a obtenerlo.

—¿A que te refieres?—preguntaba curiosa e interesada la loli.

Eso hizo al dios, esbozar una sonrisa aun mas grande. Casi la tenia donde quería.

—Existen un grupo de seres, unos de grandes poderes, capaces de hacer posible lo imposible. Algo que ni tu podrías Ophis—respondía molestándola un poco, por eso proseguiría antes de que lo mate. Ella era demasiado importante para su idea—uno de ellos llego hace milenios a la tierra, mucho antes que los simios (humanos) siquiera pudieran caminar sobre sus dos pies. Padre y otros lo derrotaron y sellaron en una dimensión alterna…..

¡Graaab!

Loki dejo de hablar, pues trataba de respirar. Ophis había ingresado a su barrera y empezar a estrangularlo con una de sus manos. Asombrado, vio como la diosa dragona tenía un rostro furioso, algo que no era normal en ella, pues era una deidad sin emociones ni sentimientos. Pero al parecer si los tenía.

Eso a pesar de estar en una situación de vida o muerte, le hizo sentir seguridad en su plan. Podría funcionar si lo ejecutaba de forma correcta.

—Hablas del "vacio" lo se, yo también estuve ahí cuando llego. Lo recuerdo muy bien—menciono molesta sin aflojar su agarre siquiera un poco—¿acaso me crees estúpida? Se que quieres liberar a esa cosa para generar tu ansiado "ragnarok" en tu facción, no me tomes como una tonta. No lo soy—recordaba con molestia a aquel ser que casi la destruye y hasta la obligo a hacer equipo con el resto de facciones para sobrevivir—¿Acaso quieres destruirnos a todos? ¿acaso ver sufrir a los demás te provoca algún tipo de placer? Lo que sugieres es demasiado peligroso, algo imposible de controlar. No dejes que tus fetiches traten de acabar con todos nosotros.

Lo solto aun estando molesta, dio la media vuelta y salió del campo de fuerza, Loki se quedo ahí tratando de recuperar el aire. Empezó nuevamente con sus pensamientos, tratando de buscar una forma de arreglar su problema. Puesto que Loki no era de fiar al querer sugerir algo que posiblemente no solo destruya asgard, sino toda. La creación. Aunque no era que le importara mucho en realidad.

Ella no era un ser de esta realidad, ya había vivido en muchas gracias a sus viajes en la grieta dimensional. Este no seria el primer mundo en ver como se destruye.

—O-Ophis….—trataba de hablar el asgardiano ya en mejor estado—recuerda que fuimos capaces de sellarlo en el pasado, podemos hacerlo de nuevo. No deberías temer.

—Que tu poder no te ciegue, dios de las mentiras. O tu mismo te creerás las tuyas—mencionaba Ophis sin voltear siquiera a verlo—aquel ser que cayo hace milenios de las estrellas, mucho antes que ese monstruo que casi también arrasa los mundos, estaba herido y débil. Fue vencido solo por eso, así que no te creas superior. No logramos matarlo, solo sellarlo. A ese nivel de poder tuvimos que enfrentarnos y ¿tu quieres despertarlo?.

—Recuerda algo Ophis—respondía el dios ya recuperado y sin querer dar marcha atrás en sus planes—es verdad lo que dices, no podrimos vencerlo. Pero ahora si—mencionaba con un tono de voz y sonrisa maliciosa y confiada—la respuesta de su derrota, nunca estuvo con los humanos o sobrenaturales. Ni siquiera en esta realidad—volaba alrededor de la diosa dragona que había quedado paralizada—tu sabes a que o mejor dicho a quien me refiero ¿no verdad?

Ante esa revelación, Ophis abrió sus ojos en asombro, pues era verdad. Ahora tenían a alguien que podría aniquilar a ese sujeto si llegara a salirse de control, aunque era muy arriesgado. Por lo que no estaba tan segura de que pensar en estos momentos.

—Trunks…—menciono entendiendo a que se refería Loki.

—¡Exactamente!—exclamaba airoso al lograr que la dragona entendiera al fin—ese chico, es extremadamente poderoso. Solo se necesita a el para eliminar a esa cosa si llegara a salirse de control—en eso, mete a una Ophis dudosa en su campo de fuerza—eliminaría toda asgard, me ayudaría en el ragnarok. Eliminaría a esa humana y quedaría solo para ti.

Ese susurro en uno de sus oídos, fueron las más dulces y tentadoras palabras que ella habría podido oír en toda su extremadamente larga vida. El ragnarok podría ayudarla a conseguirlo de forma indirecta, pues también caería aquella maldita pelinegra que tantos problemas le ha causado para obtener a Trunks, esa vil y rastrera humana sin valor. Aquella que tenía el atrevimiento de quitarle lo que es suyo por derecho.

El corazón del peliazul, la detestaba a muerte. Pero lastimosamente no podía matarla o Trunks buscaría una sangrienta venganza, pero estaba dudosa al mismo tiempo, ese ser era una calamidad, aun más peligrosa y letal que el mismo Trihexa, solo superado por el innombrable. Eso no le dejaba tomar una decisión correcta.

Por primera vez, Ophis estaba en una encrucijada, mentalmente vulnerable y manipulable. Y eso Loki lo iba a aprovechar al máximo.