Resumen

Edward es hijo de un padre autista. Bella es la madre de un niño con autismo. ¿Qué ocurre cuando sus caminos se cruzan? ¿Podrán encontrar la paz y el amor en medio del caos? Clasificación T por lenguaje soez y algunas situaciones adultas.


Disclaimer: We all know that Stephenie Meyer owns the rights to The Twilight Saga, this extraordinary story was written by cutestkidsmom and I translated it with her permission with the valuable assistance of Larosaderosas and Sullyfunes01. Any mistakes are mine. Thanks, Meredith!

Each of the 32 chapters that make up this story is covered by this disclaimer.

Descargo de responsabilidad: Todos sabemos que Stephenie Meyer es la dueña de los derechos de la saga de Crepúsculo, esta extraordinaria historia es de cutestkidsmom y yo la traduje con su permiso con el valioso apoyo de Larosaderosas y Sullyfunes01. Todos los errores son míos. ¡Muchas gracias, Meredith!

Cada uno de los 32 capítulos que componen esta historia está cubierto por este descargo de responsabilidad.

Daniela Masen es la artista gráfica que diseñó la portada que representa esta traducción.


Because of a Boy

by cutestkidsmom

.
Capítulo 1 ~ Cruzando caminos

.

Iba deprisa al centro de la ciudad para reunirme con un cliente cuando accidentalmente derramé café en mi blanca e inmaculada camisa. Por supuesto, podría haber enviado a Alice, mi hermana y asistente personal, a buscar una limpia por mí, pero eso habría convertido una simple tarea de diez minutos en un desfile de moda de una hora.

—Déjame en la acera, Felix. Iré corriendo a buscar una camisa y saldré en un minuto.

—Muy bien, señor —dijo mientras se detenía frente a Bergdorf's.

No estaba prestando mucha atención a lo que me rodeaba, ya que seguía recibiendo mensajes de texto cada minuto de mi padre o de Tanya, mi socia. Debería haber prestado más atención. Pero si lo hubiera hecho, mi vida nunca habría cambiado como lo hizo.

—¡Auch! —grité cuando algo me golpeó en la pierna.

—Lo siento, señor, no quería golpearle el gastrocnemio. —Una vocecita tintineante llena de arrepentimiento y antipático conocimiento captó mi atención.

Me giré y me encontré cara a cara con un niño que no tendría más de seis años. Tenía el pelo castaño perfectamente peinado, unos penetrantes y grandes ojos azules e iba vestido con un traje muy parecido al mío.

—Uhm, no pasa nada. —Miré a mi alrededor y no vi a ningún adulto con él—. ¿Estás solo?

Sacudió la cabeza. —¿Cómo voy a estar solo si estoy hablando contigo? —pregunta como si fuera obvio. Pero tiene razón.

—De acuerdo, sabelotodo, me refería a si has venido aquí solo.

Parecía una pregunta lógica.

—Estoy aquí con mi madre, ella está allá. —Se gira y me indica que mire en esa dirección.

—Allá hay como quince mujeres, ¿cuál es la tuya? —Oigo su risita—. ¿Qué es tan gracioso? —le pregunto.

—Ninguna de ellas es MÍA, no soy dueño de la gente. La esclavitud se abolió en 1865. —Sacude la cabeza y siento una cálida familiaridad en esta situación.

—Mi nombre es Edward, ¿cuál es el tuyo? —le pregunto mientras le tiendo la mano a modo de saludo.

Me mira con desconfianza. —¿Cómo sé que eres quien dices ser?

Me encojo de hombros. —Se llama confianza.

—Mamá me dice que nunca confíe en extraños. —Da un paso atrás y se mete las manos en los bolsillos.

—Tu madre es una mujer muy inteligente. Ojalá pudiera conocerla y decirle que está criando a un jovencito muy inteligente.

Eso le hace sonreír. —Me parece justo...

Estaba a punto de señalar de nuevo cuando oí unos gritos procedentes de una mujer aterrorizada. —¡SEBASTIAN! ¿DÓNDE ESTÁS? ¡SEBASTIAN!

Miré al pequeño letrado que estaba a mi lado y vi aparecer un leve rubor en sus mejillas. —¿Eres Sebastian? —le susurro. Asiente.

Veo a su agitada madre llegar corriendo a través de un matorral de ropa. —¡Sebastian Charles Swan! —Se detiene justo delante de él y se arrodilla. Noto cómo cierra los ojos, respira hondo y cuando empieza a hablar está tranquila.

—No puedes irte así. Te he dicho muchas veces los peligros de vagabundear. Asustas a mamá cuando haces eso. Eres mi niño especial y te amo mucho. Si la gente supiera lo maravilloso que eres, te separarían de mí. —Le besa la mejilla y lo abraza con todo su cuerpo.

Veo que el niño se tensa al principio, pero cuando su madre aprieta más fuerte se relaja visiblemente.

—¿Señora? —Interrumpo simplemente queriendo asegurarme de que todo está bien antes de irme.

Ella me mira con esos grandes ojos marrones oscuros. Puedo decir que es una mujer fuerte con solo mirar sus ojos de soldado. —Oh, siento no haberlo visto. —Se levanta y se sacude los pantalones.

—Este es Edward, me dijo que confiara en él, pero tú dijiste que no confiara en él así que no lo hice. —Las palabras de Sebastian son casi robóticas. Sus ojos se mueven como si estuviera leyendo y repitiendo.

—Así es cariño, y me alegro. —Le besa la parte superior de la cabeza y se vuelve hacia mí—. Gracias por no secuestrar a mi hijo, Edward. Sebastian tiende a vagar. No es su intención, pero no puede evitarlo. Va donde su mente lo lleva. —Sonríe orgullosa. No se parece en nada a la madre estresada que vi hace unos minutos.

—No pasa nada. —Mi teléfono vibra y contesto—. Tanya, ya voy, espera y entretenlos hasta que yo llegue... bien, como quieras... bueno... adiós. —Pongo los ojos en blanco.

—Tienes la misma cara que pone mi madre cada vez que la llama mi padre —Sebastian dice inocentemente—. No te debe gustar mucho Tanya. Mi mamá odia a mi papá.

—No lo odio, Seb, ya lo sabes. —Me mira disculpándose—. No lo hago, simplemente él y yo no funcionamos, ¿sabes?

Sonrío, claro que lo sé. ¿Quién no ha estado alguna vez en una relación fallida o fracasada? —Por supuesto.

—Por cierto, soy Bella y ya conoces a Sebastian. —Al presentarse levanta su manita con determinación y yo se la estrecho.

—Ahora hemos sido presentados formalmente por mi madre, por lo tanto, ya no somos extraños y podemos conversar regularmente. —Mis ojos se abren de par en par ante sus palabras. Oigo a Bella reírse.

—Bien, chico especial, vámonos. Ya le hemos robado bastante tiempo a este señor. —Me saluda con la mano y se marcha. Ese chico me recuerda a alguien. Intento desesperadamente averiguarlo después de irme.

~BoaB~

—¡Por Dios, llegas casi quince minutos tarde, Edward! —Gruñe Tanya cuando entro en la oficina.

—¡Cuidado, Tanya! —La señalo y su cara pasa del enfado a la sensualidad.

—Lo siento, cariño, estaba nerviosa. ¿Dónde estabas? —Me pasa el dedo por la corbata.

—En Bergdorf's, ya te lo dije. —Doy un paso atrás.

—Bueno, tenemos que irnos. Nuestro cliente está aquí, pero ¿quieres ir a cenar después? —Mueve las pestañas de una forma que sólo encuentro ridícula.

—No. Vamos.

Salí con Tanya durante unos años. Pensé que era amor hasta que la encontré en MI oficina siendo follada por MI antiguo cliente Alistair Holmes. No hace falta decir que esa visión me da náuseas, pero no me deja comprar su parte, así que estoy atascado con ella por ahora.

—Siempre dices que no, ha pasado una eternidad, ¿cuándo vas a perdonarme y darme otra oportunidad? —me susurra.

—A ver. —Miro brevemente mi agenda—. ¡Ah, bien!, puedo hacerte un hueco en mi agenda, ¡nunca! —Sonrío y bajo corriendo a la sala de juntas. La oigo resoplar y pisar fuerte detrás de mí.

Durante toda la reunión sigo recibiendo mensajes de texto de mi padre.

¿Sabías que un caracol puede dormir 3 años? ~ Papá

Sacudo la cabeza, me río y le respondo.

Muy genial ~Edward

¿Cierto que sí?, me pregunto si sueña. Voy a investigar más y te cuento luego ~ Papá.

Suena genial. ~Edward

La reunión fue inútil, el cliente estaba perfectamente satisfecho con el camino que nuestra empresa estaba tomando para promocionar su producto. Simplemente querían hacernos saber que estaban observando. Es una táctica estúpida.

Estaba preparando la cena cuando sonó mi teléfono. Miré la hora. —Las seis en punto —murmuré al contestar—. ¡Hola, papá!

—Buenas noches, Edward, ¿cómo estuvo tu día?

—Genial, ¿y el tuyo?

—Decepcionante.

—¿Eh? ¿Por qué?

—No hay forma de saber si un caracol sueña. —Suspira.

—Lo siento papá, ¿quizás sea algo en lo que puedas trabajar?

—Tal vez, pero no es probable. Estoy demasiado ocupado con otros proyectos.

—¿Como cuáles?

—¿Sabías que un pez dorado preñado se llama twit? —Está claro que algo le ha despistado. No tiene sentido recordárselo. Así es él.

—Ahora lo sé —le digo divertido.

—Además, hoy he estado viendo un documental a las cuatro y cuarto y me he enterado de que los caballos no pueden vomitar. No lo sabía, ¿lo sabías, Edward?

—No lo sabía, pero otra vez me enseñas algo nuevo.

—¡Ay!, me tengo que ir hijo, la cena esta lista y son las seis y veinte, me tengo que ir —habla con prisa. Es lo mismo todas las noches.

—De acuerdo, te amo papá, hablamos luego.

—Te amo Edward, adiós.

Y cuelga.

~BoaB~

A las nueve de la noche mi teléfono suena de nuevo.

—Hola —digo sabiendo muy bien quién es.

—Buenas noches, Edward, ¿qué tal la cena?

—Genial papá, comí filete, papas y zanahorias. ¿Y tú?

—Tu madre hizo carne asada. Estaba deliciosa. Pero nada de papas porque no me gustan.

—Sí, lo recuerdo. Cuéntame algo, papá.

Se ríe entre dientes. —En 1983, un artista japonés hizo una copia de la Mona Lisa con pan tostado.

—¡No puede ser! —Eso definitivamente debió ser grandioso.

—Yo no miento Edward, ya lo sabes —dice con seriedad.

—Lo sé, lo siento. ¿Qué más?

—La nuez moscada es venenosa si se inyecta por vía intravenosa.

—Es bueno saberlo, papá.

—Es bueno saberlo.

—Una más, papá.

—Hmm veamos. ¡LO TENGO! Hay un pueblo en Terranova, Canadá, llamado Dildo.

Me echo a reír. —Eso suena muy divertido. Ahora quiero ir allá.

—Es un nombre divertido, pero no podemos ir ahora. Mi programa empieza en un minuto y mañana estoy ocupado.

—Vale, pues entonces en otra ocasión, papá.

—Sí, pero tendremos que planearlo. —Su voz es una advertencia. Nunca iría a ningún sitio si no estuviera perfectamente organizado.

—Por supuesto. De acuerdo, papá, es hora de irse. Hablaremos por la mañana, te amo.

—Sí, por la mañana, a las siete. Buenas noches, hijo, te amo.

Y cuelga.

~BoaB~

Nunca me molesto en poner el despertador. Mi padre es mi despertador. Siete de la mañana. Suena mi teléfono.

—Buenos días, papá —refunfuño somnoliento.

—Edward, ¿aún no te has levantado? —pregunta sorprendido.

—No, me acosté tarde, papá, tengo mucho trabajo.

—¡Ay, Edward, eso es inaceptable! Dormir es importante. No vas a conducir esta mañana, ¿verdad? Es un hecho científico que 1,9 millones de personas tienen accidentes al año relacionados con la fatiga.

—No te preocupes, Felix me llevará. Estoy bien, papá, no tienes que preocuparte tanto.

Suspira. —Sé que eres un adulto. No debo interferir en la forma en que llevas tu vida. Tu madre me lo dice y yo lo sé, pero algo dentro de mí no puede aceptarlo. Es una sensación incómoda.

—Eres mi padre, es natural que seas protector y te amo por ello, en serio.

—De acuerdo, acepto eso, Edward, gracias. Ahora ve a beber una taza de café y come algo con mucha vitamina C. El tiempo está refrescando y no quiero que te resfríes.

—Gracias papá, hablamos luego. Te amo.

—Yo también te amo, Edward, adiós.

Y cuelga.

~BoaB~

—Buenos días, Edward —Tanya ronronea mientras entro.

—Como sea, necesito un café antes de tratar contigo —refunfuño y me dirijo a la cocina para servirme una taza.

—¿Te acostaste tarde? —dice Tanya mientras entra en la cocina con su taza vacía y la coloca junto a la mía.

—Algo así. —Lleno las dos tazas.

—¿Una cita importante o algo así? —Pongo los ojos en blanco ante su indiscreción.

—No, y no sería asunto tuyo si FUERA así. —Preparo rápidamente mi taza de café con azúcar y un poco de leche.

—Entonces es probable que estuvieras al teléfono con tu padre hasta altas horas de la madrugada. Solía odiar eso cuando dormía en tu casa, todas esas llamadas —resopla—. No sé cómo lo haces.

—Afortunadamente es un problema con el que NUNCA tendrás que volver a lidiar. —Le sonrío sarcásticamente mientras me voy.

Antes de atravesar la puerta, me golpea verbalmente. —No es culpa tuya que tu padre sea retrasado, Edward, es responsabilidad de tu madre. Tienes que vivir tu vida y decirle que se aparte.

Me doy la vuelta tan rápido que la mitad del café caliente se derrama en mi camisa... otra vez. No lo siento, todo lo que siento es rabia. Tanya se ha pasado de la raya. Me acerco a ella y la miro fijamente a los ojos.

—No hables de mi padre; no hables de nadie que yo conozca. Lo nuestro nunca iba a funcionar debido a la inmundicia de corazón que tienes. Mi padre no es retrasado, es especial, tiene AUTISMO —le escupo las palabras—. Harías bien en cerrar el hocico. Hablas de cosas que no sabes, de cosas que no entiendes y tienes cero ganas de intentarlo. Así que, mientras tenga que trabajar contigo, te sugiero que hagas todo lo posible por NO hablarme, porque te juro por Dios, Tanya, que mujer o no, te voy a noquear de una jodida vez.

Golpeo la taza contra el fregadero rompiendo la porcelana y salgo furioso de la cocina directo a los ascensores y fuera del edificio. Respiro profundo. La brisa otoñal me alivia los pulmones y me hiela la piel.

Me río pensando en mi padre esta mañana y en su advertencia sobre el frío.

Félix sale del auto y abre la puerta. —¿A dónde, jefe?

Miro mi camisa y luego a Félix. —A Bergdorf —digo y me río. Él sonríe y subo.

~BoaB~

Mi padre me envía unos cuantos mensajes de datos curiosos mientras compro una camisa nueva. Decido agregar un par y guardarlas en mi oficina. Está claro que soy torpe.

—Hola, Edward, me alegro de volver a verte. —Me giro y veo a Sebastian mirándome con ojos brillantes y una mano extendida.

La estrecho tímidamente mientras miro a mi alrededor en busca de su madre. —Es de mala educación no mirar a alguien a los ojos cuando te está hablando —suspira—. ¿A ti también te cuesta? —pregunta tímidamente. Inmediatamente lo miro a sus ojos inocentes.

—Lo siento, Sebastian, tienes razón, es de mala educación. Sólo buscaba a tu madre.

Se encoge de hombros. —He vuelto a vagar, pero la encontraré, no te preocupes. Ella se preocupa. —Miro fijamente a este chico familiar, una sensación de hogar abraza mi corazón cuando hablo con él.

Ok, Sebastian, vamos a encontrar a tu madre y puedes hablarme de ti mientras buscamos, ¿te parece bien? —Lo piensa un momento y asiente.

Busco en la zona de hombres lo más minuciosamente posible mientras tomo a Sebastian de la mano.

Su agarre es fuerte, inquebrantable.

—Me llamo Sebastian Charles Swan, tengo seis años, pero cumpliré siete el 31 de octubre. Nací en Halloween. ¿Sabías que Halloween también se conoce como «Víspera de todos los santos»?

En realidad, lo sabía por mi padre. —Sí, lo sabía.

Me sonríe impresionado. —Debes de ser muy listo, Edward. ¿Sueles vagar?

Me encojo de hombros. —No, normalmente no, pero mi padre tiene fama de vagar.

Asiente con la cabeza. —Apesta, y ojalá pudiera dejar de hacerlo. Mi madre nunca se enfada demasiado conmigo. Creo que tiene miedo de que me secuestren porque soy especial.

Me río entre dientes. —Eres especial, ¿y además tienes superpoderes? —pregunto con la esperanza de aligerar el ambiente. De repente parece muy alterado por haberse perdido.

—Eso es absurdo, Edward; los superpoderes son para los cómics. Esto es la vida real. —Deja de caminar, pero me hace un gesto para que me agache a su altura. Lo hago y susurra—. Pero mi madre me dice que mi mente es como un rompecabezas y que solo las personas más asombrosas pueden entenderla. También dice que hay que proteger mi corazón de la gente mala.

Por eso voy a una escuela donde me comprenden. —Me guiña un ojo como si acabara de contarme el mayor secreto del mundo.

¿Quién es este chico? Es increíble. Después de caminar por la tienda durante media hora, veo a Bella en el mostrador de atención al cliente. Tiene la cabeza entre las manos y llora al teléfono.

—¡Ay, papá, lo sabía! Sabía que alguien se lo iba a llevar. —Estaba hecha un desastre.

—Ve con tu mamá, Sebastian —le digo, pero no me suelta la mano.

—¿Vienes conmigo, Edward? —me suplica y no puedo negarme.

Le doy un ligero golpecito en el hombro a Bella, pero ella salta de todos modos. Me mira y jadea cuando ve a Sebastian tomado de mi mano. —Ya apareció, papá —dice en el teléfono y luego lo mete en su bolso.

»¡AY, DIOS! ¡GRACIAS! —Lo coge en brazos y lo abraza. Sus sollozos cesan después de un rato. Veo a Sebastian acariciarle dulcemente la espalda e intentar calmarla.

He vivido esto antes. Hace cinco años, mi padre estaba en una feria con mi madre, mi hermana y yo y se perdió. No lo encontrábamos y lo buscamos durante horas. Mi madre puso los ojos en blanco y llamó a la policía. No fue hasta que un bombero nos acompañó a la noria donde encontramos a mi padre reparándola. Nos sonrió impresionado por haberlo solucionado. Mi madre lo abrazó con fuerza y sollozó en su pecho. Él la calmó hasta que se detuvo.

—¿Bella? —La interrumpí.

Ella levantó la vista hacia mí y se secó los ojos. —Gracias de nuevo, Edward. Siento si ha sido un inconveniente para ti.

Sacudí la cabeza. —No, en absoluto. Me recuerda mucho a mi padre. Es bastante agradable.

Sonríe amablemente. —Él es todo para mí. No podría imaginarme perderlo.

Entiendo lo que quiere decir. —Lo entiendo, de verdad.

Entrecierra los ojos y frunce los labios. Me doy cuenta de que me está evaluando. —Creo que realmente podrías hacerlo, Edward.

Miro a Sebastian y luego a Bella. Decido sentarme a su lado. —¿Sabías que los caballos no pueden vomitar?

Sus ojos se abren de par en par y asiente. —Lo vi en un documental el otro día. Mi madre me dejó verlo.

Sabía que este chico me resultaba familiar, sólo era una versión en miniatura de un hombre que conozco de toda la vida.

—Lo dieron ayer a las cuatro y cuarto, ¿no?

Su sonrisa es radiante. —¡SÍ, ¿TÚ TAMBIÉN LO VISTE?! —grita feliz.

Sacudo la cabeza. —No, lo vio mi padre. Me llamó anoche para contármelo.

—Quiero conocer a tu padre; parece inteligente igual que tú, Edward.

Bella se ríe entre dientes, —Bien, Sebastian, son casi las doce y tenemos que ir a almorzar, ¿no?

Mira su reloj y veo el pánico. —Mamá tenemos diez minutos no podremos tomar un taxi y llegar a tiempo a algún sitio para comer.

Veo que Bella respira entrecortadamente. El horario no puede desviarse nos llevaría a un colapso.

—Menos mal que tengo un auto y un chófer que nos puede llevar a cualquier sitio a tiempo entonces, ¿no? —digo y soy recompensado con dos sonrisas aliviadas.

—Edward, ¿estás seguro? —pregunta Bella.

—Sí, pero será mejor que nos demos prisa. —Miro a Sebastian—. ¿Quieres que te lleve a caballito?

Asiente, lo alzo y me dirijo a Bella. —Vamos, mamá, tenemos un horario que cumplir —le digo bromeando.

Nos sigue el ritmo con facilidad y, cuando llegamos al auto, le digo a Félix que vaya al restaurante respetable más cercano.

Llegamos con dos minutos de sobra.

~BoaB~

Bergdorf Goodman es una lujosa tienda por departamentos con sede en Midtown, Manhattan, en la Ciudad de Nueva York. Es propiedad de Neiman Marcus.

~BoaB~

Nota de la autora. Soy madre de un hijo con autismo. Trato con familias autistas y veo las luchas a las que se enfrentan. Esta historia trata de dos personas que viven su vida junto a personas con autismo. Una es un hijo y la otra es un padre. Se cruzan y juntos aprenden que con amor se puede encontrar la paz en medio del caos.

Nota de la traductora. Como mamá de un joven dentro del espectro autista, esta historia me llega directo al corazón.

Y siguiendo la corriente, con cada actualización les compartiré no un dato o hecho sino una película, serie, libro o fanfiction relacionado con el Trastorno del Espectro Autista (TEA) para aquellas personas que quieran conocer un poco más. Si ya la has visto o leído, coméntame qué te pareció.

La primera recomendación es:

Temple Grandin (película): es una película biográfica del año 2010 dirigida por Mick Jackson y protagonizada por Claire Danes, quien interpreta a Temple Grandin, una mujer autista que revolucionó las prácticas del manejo de animales en ranchos ganaderos y mataderos. Disponible en varias plataformas de streaming.