Aclaraciones: ✨ La historia esta basada en anime de los 90. ✨ Los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi. ✨ La historia es original y de mi autoría.

Capítulo 06: Sentimientos.

—Ustedes querían verme, así que aquí estoy. —Lita se encontraba sentada, mal humorada y con los brazos cruzados, en una de las mesas de la cafetería The Ilusions, la cafetería de moda, y una de las más prestigiosas de la Ciudad. Del otro lado de la mesa, frente a ella, estaban Michiru y Haruka, ambas tan elegantes y serenas como siempre. —Díganme que hago acá.

—¿Estas preocupada por tu amiga?

—Michiru… Ya te lo dije cuando me llamaste, ¿todavía puedo considerar a Serena mi amiga?

—No seas así, estas molesta y eso es entendible. —Haruka llamo al mozo con un movimiento de la mano y la pareja pidió dos expresos, mientras que la castaña pedía una lagrima. Aunque no estaba feliz de estar allí, Lita recomendó unas tartas y entre las tres, pidieron dos porciones de torta para compartir y esperaron pacientemente la orden.

Lita no se sentía cómoda, había concurrido a la cita más por sorpresa que por pensarlo con tranquilidad. Además, con ellas, nunca se sabía muy bien que viento soplaba.

—Aquí está su orden. —El camarero las saco de la monotonía y sirvió el pedido con suma elegancia, digna del café en donde se encontraban.

Lita acarició la taza de porcelana blanca con un dibujo de rosas y detalles en dorado. —Ojalá pudiera trabajar en un lugar así… —Susurro sin pensar con quien estaba.

—Podrías dejar el curriculum. Serena dice que nadie cocina dulces tan ricos como los tuyos. —Dijo Michiru y con una sonrisa dio un rápido sorbo al café.

La castaña la miro sorprendida y forzó una sonrisa —A ella le gusta comer cosas dulces, por eso lo dice…

—Con más razón, quien mejor que ella para juzgar de tortas y postres —Ambas muchachas miraron a Haruka que después de decir eso, corto con un tenedor la punta de la torta de crema, después empezó a comer con tranquilidad.

—¿Cómo no me di cuenta? —Lita se relajó en el sofá en el que estaba sentada. Su cara mostraba una gran tristeza. —Ella no era feliz. ¿Verdad?

Michiru la miro sin inmutarse. —¿Por qué nos preguntas a nosotras?

—Porque ustedes me llamaron. Así que algo tienen que saber…

Haruka intercambió una mirada fugaz con su compañera y sonrío complacida. —Esperamos poder ayudarla. Intentamos llamar a Mina, pero no pudimos comunicarnos.

—¿Mina?

La joven de cabello aguamarina apoyo la taza de café sobre el plato con sumo cuidado. Tenía la mirada perdida en la ventana que daba a la calle. Su rostro sombrío y serio no se relajó, al contrario, se endureció —Cuando Rei nos llamo estaba muy alterada. Sólo pudimos saber que es lo que había pasado cuando se calmo un poco.

Haruka se apoyo en la mesa con los brazos cruzados y prosiguió —Nos gustaría decir que a nosotras no nos impactó.

—¿Y no fue así?

—No, pero eso no quita que tuvimos que tomar una decisión…

El celular de Lita empezó a sonar interrumpiendo la conversación.

—Lo siento —la castaña, sonrojada por la situación miro la pantalla del celular. —Es Mina.

La pareja se miró con complicidad —¿Por qué no la invitas? —Pregunto Michiru.

Lita sentía arder las orejas, el llamado la descolocaba un poco, hacía mucho que no hablaba con Mina como amigas. Y quiso disimular este hecho ante la pareja. —Pero… —El celular en su mano dejo de sonar. —Parece que cortó.

No lo había terminado de guardar en la cartera cuando la melodía de llamada comenzó una vez más. Tomando aire y coraje esta vez contestó. —Hola Mina… Bien, ¿y tu? —del otro lado de la línea, la voz acelerada de una rubia no la dejaba hablar. Lita miro a las dos mujeres delante de ella y un poco cortante le dijo —Estoy en el café The Ilusions… Con Michiru y Haruka… ¿Porque no vienes? Es que tenemos que hablar… Te esperamos.

—Tenemos tiempo, así que pidamos algo más mientras llega. —Dijo Haruka, mientras le hacía otra vez, una seña al mozo.

…..

—Es tan hermoso… No puedo creer que te lo devolviera. —Rei estaba sentada en el sillón del living de Darien, en sus manos sostenía el anillo de plata. Cada tanto lo hacía girar en sus dedos y cuando lo paraba, miraba el engarzado de corazón rosa.

-Yo tampoco…

La morocha lo dejo sobre la mesa ratona, se levantó y se acerco al marco de la ventana, donde estaba él, —Ambos conocemos a Serena. Luna dice que solo busca más atención.

—¿Más? –Él movió la cabeza en negación —Fui a buscarla, tuve que hablar con sus padres, tuve que pedirles permiso a ellos, como si lo necesitará… ¿qué más quiere? —Terminó con fastidio.

Rei se apoyó en el vidrió sintiendo el frio —No lo sé. No estoy en su lugar… Pero lo que si se es que hay algo que no se puede obviar, y eso son las responsabilidades.

Darien levantó el puño y abriendo y cerrando en la mano, dejo caer el brazo nuevamente. La miro con tristeza y frustración—Se supone que nuestro amor era eterno…

La morocha bajo la cabeza y se alejó de la ventana, empezó a dar vueltas por la habitación. Se paró y volvió a mirar el pequeño anillo sobre la mesa. —Luna cree que lo mejor es apurar las cosas…

Él la miro y se acercó —No quiero imponerle nada a nadie, y menos a Serena.

Rei suspiro molesta, y tomando el anillo una vez más, miró al joven delante de ella. Darien lucía decaído, pálido, y con grandes ojeras. También había perdido algo de peso. Ella cerro su mano con el anillo con fuerza hasta lastimarse.

Darien la miro preocupado, avanzo y tomándole la mano, le sacó el anillo y vio la marca roja en la palma de la chica. Los dedos de ella eran finos y delicados. Desde que había roto con Serena, Rei se había convertido en un gran apoyo para él, todos esos días había estado como confortándolo y acompañándolo.

Ella hablo en un tono calmo, casi culpable —Luna creyó conveniente… —Las palabras quedaron colgando en sus labios, sin terminar lo que tenía que decir.

Darien la miro perplejo —¿Qué hicieron?

—Pusimos una fecha.

Darien la soltó y se dejó caer sobre el sofá, el cuero negro crujió bajo su peso. Se agarró la cabeza con frustración. —¿Por qué hicieron eso?

Ella se sentó al lado de él. Le puso una mano en la espalda y con seriedad le dijo —Porque ustedes dos tienen que estar juntos.

—¿Ustedes le dijeron eso?

Ella se enderezo y se cruzó de brazos. —Yo no hable con Serena.

Darien quiso reír por la situación. Rei se veía ofendida, con los labios fruncidos y los ojos entrecerrados. Tenía el pelo negro y largo, que le llegaba a la cintura, atado de un costado, con un broche en forma de mariposa. Un pensamiento fugaz paso por su cabeza, tenía mucha suerte de contar con ella. —No te pongas así…

Ella lo miro —¿Quien es la que te perseguía y te llamaba a todas horas? ¿Por quien arriesgo tantas veces la vida, y por quien lloró en las noches que no estabas?

—Rei…

—Somos las personas que más conocen a Serena… Queremos lo mejor para ella… Y para ti…

Él no pudo rebatir eso, cada una se había unido al agrupo en diferentes momentos, pero era innegable que además de la misión, un genuino cariño había surgido entre ellas. Algo que siempre admiró y hasta llego a envidiar.

Él no tenía a nadie. Sus caballeros habían muerto y nunca habían podido reencarnar luego de que sus espíritus se habían convertidos en vasallos de Beryl. Y los pocos amigos de la facultad, no podían entender el delicado balance donde repartía sus días entre la salvación del mundo y su carrera.

—Gracias.

La joven se sorprendió. —¿Gracias?

—Yo no soy importante. Y tu eres la amiga de Serena, y aún así estás conmigo.

Ella le sonrió con dulzura —Darien, también eres importante.

….

Mina estaba sentada en el taxi con la cabeza apoyada sobre el vidrio de la ventana. Los dedos se movían enérgicamente sobre una de sus carpetas. Miro el reloj por tercera vez. Hacía más de cinco minutos que el tráfico no permitía que los coches avanzaran. —Me bajo acá. Gracias —Le pago al taxista y bajo del auto. Con el viento despeinándole el cabello camino las cuatro dos cuadras que le faltaban para llegara la The Ilusions.

La cafetería estaba ubicada en una amplia esquina, apenas uno entraba en el local, la atmosfera te atrapaba. Las mesas y las sillas de caoba, las arañas que colgaban del techo y las cortinas de terciopelo verde que estaban corridas ventana por medio. La música sonaba bajo, apenas audible para no molestar. Los clientes habitués, sabían que siempre eran baladas que pudieran acompañar la tarde.

Las vio a las tres sentadas en una esquina, cerca de uno de los ventanales. —Hola

—Hola bonita. Ya nos estabas preocupando.

La rubia se sentó al lado de Lita, dejando las carpetas en una esquina de la mesa. —-Hay mucho tráfico. ¿Cómo están?

—Muy bien. ¿Quieres tomar algo? —Haruka le ofreció la carta.

Mina recordó el gasto del taxi, y la ropa para la última audición. —No, gracias. —Sonrió tratando de que no se note su predicamento económico con el lugar.

—No te preocupes. Nosotras invitamos. —Le respondió la rubia, guiñando un ojo.

Lita la miraba en silencio, pero cuando la vio comportarse de manera natural, un revoloteo de bronca le bailo en el cuerpo. —-¿Qué es lo que querías decirme? Parecía muy urgente. —Le dijo con enojo.

La rubia miro a Lita y después a la pareja. —Es que…

—Viste a Serena.

Michiru hablo con calma, y volvió a tomar un sorbo de su te.

—¿Cómo es que lo sabes?

—-Es muy fácil darse cuenta. —Dijo con una sonrisa.

Mina se removió incomoda en el sillón. Abrió la boca para hablar, pero volvió a ver a la pareja frente a ella. Quería mantener la promesa que le había hecho a Serena, no decir nada, pero aún así quería ayudarla.

Lita suspiro al verla tan indecisa. —Puedes hablar, de hecho, ellas fueron las que me llamaron.

….

Antes de salir del departamento, Rei se dio vuelta una vez más y lo miró con preocupación. —¿Vas a estar bien?

Darien estaba apoyado en el marco de la puerta. —-No te preocupes.

—Siento si algo no te gusto… Sólo pensábamos en lo mejor para ustedes.

—Como dijiste, hay mucho en juego, así que voy a hablar con Serena.

Ella lo tomo de la mano. —Cualquier cosa que necesites…

—Lo sé —Le respondió apretándole la mano. —Ve con cuidado.

Ella le dedicó una sonrisa y se fue despacio. Él se quedó viéndola como se marchaba, con el pelo ondeando y su vestido rojo y negro. Notando el sutil aroma a rosas del perfume que llevaba.

—Ella se veía tan…

—¿Feliz? —Haruka termino la frase con una pregunta corta.

—¡Si! Pero no era solo eso —Agrego Mina moviendo las manos —Se veía tan confiada y segura.

—¿Entonces? ¿Qué es lo que van a hacer? —Preguntó Michiru.

Ambas quedaron en silencio. Lita empezó a jugar con la cuchara de te. —Voy a empezar —dijo en voz baja— por hablar con ella. Quiero saber si realmente es amor lo que siente por esta persona. O si es un capricho… Y también quiero saber porque no tuvo la confianza de contarme. —Dejo la cucharita y mirando a Mina con tristeza añadió. —Hasta no tener algunas respuestas, no se bien que hacer.

—Es lógico. ¿Y tu Mina?

La joven se sobresaltó, estaba absorta en la mirada de Lita. Se sentía algo culpable por cómo se sentía la castaña. Pero al mismo tiempo, sentía que si quería la verdad de Serena solo hacía falta llamarla. Como ella misma había hecho.

—Desde que paso todo esto mi cabeza no deja de pensar. Si no hubiera sido una Sailor, talvez jamás la había conocido, o por lo menos hasta que me cambiará de colegio —sonrió algo tímida— pero más allá de todo. Ella me acepto y me dio un lugar en su vida, aún con toda la tristeza con la que cargaba en ese momento. Y cada vez su presencia se fue haciendo más preciada para mí. —cerró la mano con fuerza y los nudillos se le pusieron blancos, ella quería ser valiente también. —Ella es mi amiga y una de las personas que más quiero.

La pareja frente a ella se miró dulcemente. —Es muy lindo escucharte decir eso. —Señaló Michiru con alegría —Sería bueno, que se lo dijeras, para que ella pueda terminar de abrirte su corazón.

—Estoy cansada. ¿Podemos descansar? —Serena se sentó en el piso. Tenía puesta una camisa celeste descolorida, unos pantalones de jean gastados y en vez sus dos coletas, tenía el pelo atado en una cola alta.

—Bombón, sólo nos queda media pared … —Seiya se arrodillo frente a ella. —Ya casi terminamos

Serena hizo una mueca, y rodo los ojos, aunque viendo la habitación reconoció que, de verdad faltaba poco. Así que antes de volver a trabajar acomodo unos mechones que habían escapado de su peinado cuando noto que el ojiazul empezaba a reírse. —¿Que?

—Tu pelo se volvió verde —Serena se ruborizo por la vergüenza.

Él se acercó un poco más, y tomando un mechón de sus rubios cabellos entre sus dedos, le susurro. —Hasta eso te queda bien.

—Seiya…

El pelinegro parpadeo y se puso de pie. —Tengo una idea. –Dijo mientras dejaba el rodillo en la bandeja. —Esta semana habilitaron el gas, si quieres, puedes darte un baño. —Se rasco la cabeza algo avergonzado y agrego atropelladamente. —Yo puedo seguir un poco más. Después, si tienes ganas, podemos ir a comer algo.

Serena lo miro con un brillo especial en sus ojos —¿No te molestaría? Preguntó picara. Él como respuesta, sólo le sonrío.

La rubia entró en el baño y cerró la puerta con una sonrisa boba en la cara. Se dio vuelta y contemplo el amplio baño, era blanco, la bañera con ducha estaba en el extremo opuesto. A un costado, una mesada de mármol gris y un mueble bajo mesada de madera adornaban el lugar. Había un espejo que ocupaba la mitad de la pared. Dejo la toalla sobre la tapa del inodoro.

Abrió la ducha y el agua salió con fuerza, se metió y dejo que el agua tibia le recorriera el cuerpo. Todavía sentía la mirada del pelinegro sobre ella, un escalofrió le recorrió la espalda. Se lavó con tranquilidad mientras tarareaba su nueva canción favorita, una balada que Seiya le había enseñado por la mañana.

Desde que él se había ido, muchas cosas habían cambiado, no solo con sus amigas, sino con su vida. Por primera vez en mucho tiempo, podía sentir que el peso del pasado iba desapareciendo, podía sentir que el futuro volvía a ser resultado de sus elecciones y no de otros.

El ojiazul termino con rapidez lo que quedaba por pintar, realmente no era mucho. Cuando cerró los botes de pintura y se limpió un poco las manos, miro hacía el baño principal. Sin pensarlo, y como hipnotizado, se acercó lo suficiente como para poder escuchar el ruido de la ducha, pero no tanto como para espiarla. De golpe, su corazón comenzó a latir con rapidez, ella estaba cantando la melodía de su nueva canción. Una canción que había surgido con el solo hecho de pensar en ella, aunque eso no se lo había dicho.

Trago en secó, tenía la boca seca y sentía el cuerpo levantar temperatura. La mujer que fue la dueña de sus pensamientos durante años, la que sentía que era la única que podía complementarlo, estaba en su casa, en su baño. Quiso entrar y decirle que la amaba, que no podía vivir sin ella y que esa era, en verdad, la razón por la que el había vuelto. Quiso entrar y sorprenderla, verla a los ojos y que el agua los golpease a ambos. Sin embargo, su cuerpo no se movió.

Serena salió de la ducha y se envolvió en la toalla rosa que el ojiazul le había regalado. Se miró en el espejo, tenía los ojos brillosos. Sintió el tirón en el estómago, los nervios recorriéndole la piel y el corazón galopando en el pecho. Era hora de decírselo. No sabía que había ocurrido para que él volviera o cuanto se quedaría. Y no, aunque no tenía razones para no creerle, no podía confiar en que no se volvería a ir.

No quería perderlo y aunque talvez él ya no tuviera los mismos sentimientos que en el pasado, no quería tener arrepentimientos. Era importante confesarse, decirle todo lo se sentía, explicarle como su corazón había madurado y como durante este tiempo, había descubierto que era a él a quien quería.

Salió del baño y lo encontró cerca de la puerta. Estaba apoyado sobre la pared del pasillo, que aún era blanca. Su cabeza estaba de lado y tenía el pelo suelto que le caía sobre la espalda. Se ruborizo sólo por verlo así. Juntos habían estado pintado parte del departamento, pero él no parecía cansado. Simplemente era perfecto.

—¿Seiya?

—Bombón… —Las palabras murieron en su garganta. Ella estaba descalza sobre el parquet, tenía el pelo húmedo y suelto, unas pequeñas gotas de agua descendían sobre sus hombros. La toalla la tapaba lo suficiente como para que se notasen sus largas y finas piernas. Esta expuesta con esa mezcla de ternura y lujuria. Su cuerpo empezó a molestarlo. Tenía tantas ganas de besarla que le costaba contenerse.

Se acerco lento y le corrió un mechón del pelo que cayó por adelante. Se sorprendió de a pesar de estar húmedo aún así se sintiera suave. Ella se sorprendió por el gestó, pero no se amedrentó y se acercó más. Seiya podía sentir el aroma del jabón, podía sentirla casi sobre él, aunque no lo estuviera. Necesitaba toda la concentración posible para no dejarla de mirar a los ojos. Era un momento demasiado íntimo y no quería perderlo.

—¿Seiya? –Serena susurró con sus labios rosas cerca del pecho del joven. Él la abrazo con fuerza, pero sin lastimarla, y comenzó a darle delicados besos en la frente. Tenía los labios suaves y calientes. Ella cerró los ojos e intentó que él no se diera cuenta del temblor de su cuerpo. Él hizo como si no lo notase.

Serena respiró profundo, abrió los ojos y mirándolo directo a sus ojos zafiros, y casi sin respirar dijo —Te amo.