Hola chicas!. Espero que hayáis tenido una buena semana

Lo prometido es deuda, aquí estoy de nuevo. Gracias de nuevo, por los comentarios y los privados que muchas me mandáis. Se agradece tanto cariño, de verdad.

Al lío, es jueves de divo ;)… Me alegro que os gustara leer sus vacaciones en Forks. Ahora volvemos a la rutina, y en muy pocos capis, recordad que nos vamos de nuevo de gira. Vamos a ver a Demetri en acción, y una cuestión que todas esperáis desde hace varios capítulos.

Ginger, Mackie, Verónica … gracias por los comentarios. Como no puedo contestaros, al menos, daros las gracias por aquí.

Tata XOXO… disfrútalo

Nos leemos abajo ;)

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DISCLAIMER: los personajes son propiedad de la estimada señora Meyer, yo sólo juego con ellos. Personajes que no pertenecen a la saga, cosecha propia.

Excepto Forks, lugares y localizaciones reales.

Canción del capítulo: "Save the world" de Bon Jovi.

www. youtube /OyGjuga9dvY

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Capítulo 37: Dulce y etéreo

—¿Entonces las vacaciones han ido bien?— sondeó Sam al cantante, cómodamente sentados en uno de los bancos de jardín de la casa de los Whitlock, y fumando. Sólo estaban ellos dos, las chicas y Jasper en el estudio, ya que Edward y Bella se habían dirigido allí directos desde el colegio, después de dejar a la niña. Habían llegado de Forks el sábado a la hora de la cena, ya que al igual que a la ida, hicieron noche a mitad de camino. El domingo se dedicaron a descansar, y a preparar todo para que la pequeña volviera con su madre, después de la cita médica.

—Muy bien— le confirmó el cobrizo, con una sonrisa —los padres de Bella son muy buenas personas. Me acogieron como a uno más. Y Amy ha disfrutado mucho, también.

—Me alegra oír eso— exclamó Sam, palmeándole el hombro —la cosa va avanzando, y veo que por muy buen camino.

—Tuve una conversación con su padre; estaba muerto de miedo— le reveló —aunque entiendo que se preocupen por Bella, y que el asunto de la prensa les siga inquietando— suspiró, llevando el cigarrillo a su boca.

—Es lógico; somos personajes públicos. Y eso queramos o no, va a estar siempre ahí— rodó los ojos el bajista —y después de lo que ocurrió con ella, más todavía.

—Por desgracia— siseó, hastiado —pero al menos, fui sincero con él. Le hablé de mi matrimonio con Tanya, del incidente de Acción de Gracias— le relató, ante la afirmación silenciosa de su amigo —quería que estuvieran tranquilos, y hacerles ver que lo que tengo con ella, es serio. Y que no va a pasar nada o voy a hacerle algo que la pueda hacer daño.

—Eso se ve, te lo aseguro.

—Después de todo lo que ha pasado esa familia, Sammy… creo que, lo menos que podía hacer, era ser sincero.

—Y has hecho lo correcto, te lo aseguro— le volvió a decir su amigo —madre mía… quién te ha visto y quién te ve— sonrió, divertido, a la vez que le daba una calada a su cigarrillo.

—A veces, hasta yo me sorprendo de mí mismo— contestó el cantante —desde que me divorcié, lo único que quería era pasar tiempo con mi hija y centrarme en ella; aunque fuera por ahí de flor en flor no quería compromisos serios, ni involucrar a nadie en la vida de Amy. Pero Bella me pilló desprevenido— se encogió de hombros, a la vez que sonreía, acordándose de su calabacita.

—Todavía recuerdo vuestros piques y discusiones; era divertidísimo veros pelear— rio Sam en voz baja. Edward también rio.

—¿Cómo va el asunto del divorcio?— cambió el cobrizo de tema.

—Hablé con Jenks la semana pasada. Me explicó que iba a hacer un inventario de los bienes de cada uno, y estudiar que propiedades se adquirieron y las inversiones monetarias que se hicieron en conjunto. Sabes que no firmamos ninguna separación de bienes cuando nos casamos— Edward asintió en silencio —por lo que hay cosas que habrá que repartir— se encogió de hombros —cuando tenga todo eso, le pasará el expediente a uno de sus socios, especialista en derecho de familia.

—Igual que cuando tramitó mi divorcio— le dijo.

—Dice que, al no haber hijos de por medio, ni tener que resolver temas de pensiones por manutención, custodia y demás, si llegamos a un acuerdo amistoso, podría estar resuelto en unos seis meses.

—Nosotros tardamos más de año en arreglar todo— recordó el cantante —¿crees que podréis llegar a una solución amistosa?

—Eso espero— suspiró, cansado —aunque después de lo que hizo, puede salir con cualquier estupidez, o reclamar cosas que sabe perfectamente que no le pertenecen. O incluso exigirme una manutención compensatoria, aunque la señora se jacte de ser la perfecta mujer trabajadora— siseó, con sarcasmo.

—Vete a saber— musitó Edward, apagando el cigarrillo —¿sabes que Rose quiere ponerle una demanda?; por todo lo que dijo en la entrevista, en lo referente a su vida con Emmett.

—Bien merecida la tiene— contestó, serio —¿tú no se la vas a poner?

—Si el reportaje que quieren hacer da resultado, no— le reveló —y espero que así sea. Ya tenemos bastante con la demanda de los reporteros; además, Bella espera que las cosas no tengan que llegar a ese extremo.

—¿Qué opinas del tema?

—¿Del reportaje?— el bajista asintió en silencio —si te soy sincero, no lo sé; por un lado, creo que grabarlo aquí es un mensaje de querer estar en nuestro terreno, y ser nosotros los que llevemos la batuta. Por otro lado, no me gusta hacer pasar a mi novia por esto. Van a salir a la luz temas personales. Temas que siguen siendo muy dolorosos para ella.

—La entiendo— afirmó su amigo, apagando el cigarrillo en el cenicero y tendiéndoselo a Edward, que imitó su acción.

—Pero por otra parte, ella dice que si así, hablando una vez, conseguimos dar carpetazo al asunto, bienvenido sea— siguió explicándose —lo que tanto ella como yo no queremos es que molesten a sus padres. Al menos, desde que hablaron por teléfono, tal y como les aconsejó Alice, no han vuelto a molestarlos. Y queremos que eso siga así.

—Es comprensible— le dio la razón —puede que, oyendo vuestra versión, dejen el tema de una puta vez.

—¿Y tú, qué piensas de toda esta idea?

—Pienso pagarle a la señora Emily con su misma moneda— refutó —no es que vaya a ir a un programa del tipo al que fue ella; sabes que Alice y Nessie me harían picadillo— objetó, con una sonrisa —pero sí que la voy a poner en su sitio, en el dichoso reportaje.

Ambos permanecieron un buen rato todavía en el jardín, incluso Jasper se les unió, mientras esperaban a Emmett y Jake. Las chicas estaban en el despacho, trabajando y poniéndose al día. Tenían muchos asuntos que abordar, por lo que habían decidido comer allí mismo. Una vez Alice salió avisarles de que el resto del grupo ya había hecho acto de presencia, todos se dirigieron hacia el interior del estudio, para saludar a los recién llegados.

Edward sonrió al enfocar a su calabacita, mirando algo en la pantalla de su portátil con el ceño fruncido, a través de sus gafas. Cogió una silla y se sentó en su mesa, al lado de ella, mientras que el resto tomaba posiciones alrededor de las mesas de las chicas.

—¿Mucho trabajo?— inquirió de manera interesada, fijando la vista él también en la pantalla.

—Os quieren en demasiados sitios— le dijo, volviendo su rostro hacia él —hay varios proyectos, para cuando terminéis la gira, y alguno vamos a discutirlo hoy— le reveló, quitándose las gafas, y masajeándose los ojos.

—¿Estás bien, cariño?— le preguntó Edward.

—Ayer me vino el periodo— le recordó en voz baja, sólo para él —y hoy me le levantado con dolor de cabeza; ¿puedes acercarme el bolso, para coger una pastilla? —éste se levantó, tomando el bolso que le había regalado, y del que su chica no se separaba siempre que estaban en Los Ángeles. Rebuscó él mismo, hasta que dio con el pequeño neceser que siempre llevaba dentro de él, y que le tendió.

—Gracias— le dijo, tomando una píldora y bebiendo un poco de agua. Su novio dejó un pequeño beso en su sien, a la vez que la recostaba contra él. Justo en ese momento entró Jasper, cual perfecto camarero, seguido de Alice, con un carrito igual que el que tenían los hoteles, lleno de jarras de café, tazas, leche, azucarillos, incluso galletas y pastas.

—Esto es mejor que un restaurante— exclamó jovial Emmett, frotándose las manos.

—Nos saldría mejor poner una cafetera aquí— negó Jake con la cabeza, sentado al lado de Nessie.

—Podrías contribuir, entonces— le sugirió Jasper, tendiéndole una taza y mirándole con una mueca de obviedad.

—Tiene razón, Jake— le picó Nessie.

—¿Ya no es morenito?— preguntó Emmett, con tono socarrón —¿por cierto, qué tal la cita?— interrogó, de forma inocente, pero con una mueca misteriosa. Sam y Edward apretaron los labios, intentando esconder una sonrisa.

—Fue bien, ¿verdad cariño?— Jake se volvió hacia la pelirroja, que le miró un momento, arqueando una ceja, para luego responder ella misma.

—La cena fue estupenda— recitó, cual niña buena, esbozando una pequeña sonrisa —con que me llames Nessie, es suficiente— le dijo, volviéndose luego hacia él, en voz baja. El guitarrista rodó los ojos, resoplando con paciencia.

—Y el resto, ¿qué tal las vacaciones?— siguió interrogando Emmett.

—Disfrutando de la paz del rancho— contestó Jasper, sonriendo y acariciando la tripa de su mujer —los niños se lo han pasado pipa. No hemos salido de allí en toda la semana.

—Yo he dormido a pierna suelta, y me he visto toda la temporada de baloncesto que tenía atrasada— añadió ahora Sam —apenas he salido de casa.

—Nosotros también hemos disfrutado mucho en Forks— tomó el turno Edward —no sabéis la paz que se respira allí— recordó, con una pequeña sonrisa.

—¿Cómo están tus padres, Bells?— le preguntó Jake.

—¿Ha habido examen?— le preguntó el batería a Edward, cruzándose de brazos, y ganándose una mirada fulminante del aludido.

—Mis padres están muy bien, Jake— le sacó de dudas Bella —y pasó el examen— le aclaró a Emmett, ante las risas del resto y el resoplido de su novio.

—¿Y lo de quitarte los pendientes fue por eso?— preguntó ahora Jasper, mirándolo con una sonrisa maliciosa —todavía llevas los pequeños.

—Panda de cotillas— masculló, negando con la cabeza —aunque el que sacó sobresaliente fue Báxter. Me vendió completamente— negó con la cabeza, ante de nuevo las risas del resto.

—Me habría encantado ver tu cara— musitó Sam, conteniendo una carcajada.

—Puede que el perro supiera exactamente a quién había que ganarse— añadió Jake, riendo.

—¿Y la niña?— preguntó Alice a Bella.

—Se lo pasó muy bien allí— le confirmó la castaña.

—¿Hoy la dejáis con su madre?— preguntó ahora Nessie.

—Sí— suspiró Edward, sin mencionar la visita médica, para no hacer saltar alarmas innecesarias, al menos por el momento. Bella y él se miraron un segundo, ya que la niña se pasó casi todo el domingo muy triste, repitiéndoles una y otra vez que quería quedarse con ellos. Pero eso no podía ser.

—¿Y tú?; ¿cómo van los preparativos?— inquirió ahora Bella, mirando a Emmet.

—Eso quería comentaros— se frotó las manos –os esperamos el próximo cuatro de junio, a las siete y media de la tarde, en el resort Carneros Inn— les dijo, con una sonrisa —es un hotel de lujo, en Napa.

—Rodeados de viñedos, muy romántico— aprobó Jasper.

—Tanto la ceremonia como la cena será al aire libre, si el tiempo lo permite— les contó —hemos alquilado casi todo el complejo para ese fin de semana. Las habitaciones son pequeñas cabañas individuales. Hay de varios tipos; para dos personas, algunas más grandes, con sala de estar, e incluso cocina— les relató, con una sonrisa —hay que hacer las reservas, como fecha tope, un mes antes de la boda. Os lo digo primero a vosotros, para que echéis un vistazo en la web del hotel y reservéis lo antes posible, sobre todo las villas algo más grandes, para los que vais con los niños. Edward, Jasper, Jake… vuestros padres también están invitados, por supuesto.

—Gracias, les pasaré el recado; aunque me imagino que recibirán la invitación— dedujo el cantante.

—Desde luego; en unas dos semanas estarán listas.

—¿Quién más viene?— interrogó Jake.

—Hay que invitar a Aro— resopló —y a la amiguita con la que esté en ese instante; por parte de Rosalie, Chrissy Teigen y su marido, y alguna compañera de profesión más, aparte de su agente— les dijo —y por la mía le mandaré la invitación a Lars— aludió a su buen amigo, batería de Metallica —y a Chad.

—¿Chad?— arrugó el ceño Nessie.

—Chad Smith— le aclaró Jake —es…— Bella le cortó.

—El batería de Red Hot Chili Peppers.

—Eso es, Chica Rock— afirmó Emmett con la cabeza —son dos de mis mejores amigos, dentro del mundillo. Aunque creo que Lars no va a poder venir, también están de gira— les recordó —y por supuesto el equipo: Seth, Paul, Embry, Jared, Bill…— nombró.

—¿Y si viene Chrissy Teigen… va a venir su marido?— siguió preguntando la castaña.

—Es lo suyo; es muy buen amigo nuestro— le dijo Edward —tenemos amistad con mucha gente de la profesión; lo que pasa es que estando de gira, no les hemos visto mucho. Ya los irás conociendo.

—Y un músico increíble— añadió Jasper —me imagino que cantará en la boda, al igual que nosotros.

—¿Va a cantar John Legend?— Nessie se llevó una mano al pecho —si canta "All of me" me muero— haciendo reír suavemente al resto.

—Deduzco que a ti te tocará interpretar "Always"— Bella miró a su novio, sonriendo divertida.

—Esa y alguna más— reconoció, mirando a Emmett divertido —espero que con dos o tres, sea suficiente.

—No sufras— le tranquilizó —para después hemos contratado un DJ.

—Es bueno saberlo— sonrió Sam.

—Era eso, o no disfrutamos de la fiesta— rio Edward.

—Rose os llamará, a las dos— llamó la atención de Alice y Bella —quiere a Akane, Hachiko, Kyo y Amy de damitas y paje— las dos asintieron con la cabeza —me imagino que será para vestirlos igual— se encogió de hombros.

—Lo deducimos, Emmett— le aclaró Alice, suspirando divertida —Demetri va a estar muy ocupado estos meses.

—Nos está volviendo majaretas— resopló el batería.

Siguieron interrogando un buen rato al batería por más detalles de la boda, mientras que tomaban el pequeño refrigerio de café y galletas, hasta que llegó la hora de ponerse a hablar de trabajo.

—Esta semana, que estamos tranquilos— tomó la palabra Alice —quiero que los cinco echéis un vistazo a las propuestas del equipo de imagen y sonido de la discográfica, para el cambio de escenario— les extendió un cuadernillo, que el propio Edward tomó primero y lo ojeó —tengo que dar la contestación el lunes, de lo que queremos. Y también deberíais ocuparos del cambio de repertorio— siguió hablando —o al menos, dejarlo prácticamente encaminado.

—Voto por seguir cambiando una canción en cada concierto— tomó la palabra Jake —era muy divertido— miró al cantante y a su chica.

—Y se rompía un poco la monotonía— le dio la razón Jasper —podemos tomarlo como costumbre.

—Pues esta semana, mientras nosotras hacemos el trabajo de oficina, podéis reuniros en la cueva por las mañanas, y empezar a decidir.

—Así venimos juntos por las mañanas— susurró el cantante a su chica, en voz baja —aunque pensaba quedarme de amo de casa— bromeó.

—Creo que te acaban de cambiar los planes— apuntó ella, negando con la cabeza.

—Bien; pasemos a la entrevista— Bella se puso de nuevo las gafas, abriendo un documento en su portátil, a la vez que Nessie hablaba —sé que no es vuestro estilo, pero creo que es la única opción para darle a Emily en las narices.

—Nadie se lo espera; será una sorpresa mayúscula el que hablemos— añadió Alice.

—¿Quién haría la entrevista?— preguntó Edward, con los brazos cruzados.

—Hemos estado hablando con Irina y Laurent— les reveló Nessie —ellos tienen una sección en su programa, titulada "Un café con…"— les contó.

—Lo sabemos— afirmó Sam.

—Además, para Bella sería más fácil, ya que los conoce— añadió Alice, mirándola —tanto Nessie como yo creemos que te sentirás más cómoda con ellos.

—Y a ellos podemos, más o menos, indicarles, por dónde llevar las preguntas, sin que se ahonde demasiado en temas delicados.

—Os lo agradezco— musitó ella, buscando la mano de su novio por debajo de la mesa. Edward la tomó y la acarició con cuidado. Sabía que a su calabacita le iba a costar mucho hablar, e iba a estar muy nerviosa —se lo comenté a mis padres, durante las vacaciones, que se iba a hacer un reportaje, en el que participamos todos— Nessie asintió con la cabeza —les dije que, a raíz de lo que pasó con los reporteros, podrían salir preguntas referentes a mi hermano.

—No tienen que salir sino quieres— le recordó el cantante, mirándola preocupado, para luego posar su vista en la pequeña duende —¿no hay otra manera?; no me hace gracia que reviva situaciones y hechos dolorosos— le previno, y más, después de la visita al cementerio, en la que vio a su novia hundida por los recuerdos.

—Edward— negó Bella con la cabeza —si soy yo la que habla del tema, puede que se deje de hablar de ello— aunque el dichoso incidente seguía comentándose, no era con tanta frecuencia como en las semanas pasadas —además, mis padres no han puesto ninguna pega. Saben que diré lo justo y necesario, pero sin entrar en detalles escabrosos.

—Eso por descontado— le dio la razón Alice —será una de las condiciones que haremos llegar a Laurent e Irina.

—¿Estás segura, cariño?— el cantante no las tenía todas consigo.

—Estarás a mi lado— le recordó —al igual que va a estar Rose, y Alice, y todos vosotros— se dirigió al resto.

—Por eso no te preocupes— la intentó animar Sam.

—¿Estáis de acuerdo en abriros un poco, en lo referente a vuestra vida privada?— siguió Nessie.

—Sí, pero con una condición —ahora habló Jasper —ninguna pregunta acerca de los niños.

—Exacto— contestó también Edward —todo el mundo sabe que somos padres, y no les interesa saber nada más.

—En eso manda Alice, y fue lo primero que discutimos; tranquilos por ese tema.

—¿Emmett?— se dirigió ahora al batería —¿Rose y tú estáis dispuestos a hablar?

—Lo haremos— le confirmó —sobre todo de las cuestiones que Emily reveló. Lo que se queda fuera, por supuesto, es el tema de la adopción.

—Claro— le dio la razón Alice.

—Cuando finalicen todos los trámites, y lo tengamos con nosotros, puede que mandemos un comunicado o una nota de prensa, confirmándolo, y se acabó el tema. Al igual que haremos con la boda, junto con una fotografía.

—De acuerdo— aprobó Nessie —¿Sam?— se dirigió al bajista —eres uno de los más perjudicados.

—Lo sé, y daré la cara, y contaré mi versión. Espero que también le sirva como advertencia, de que no vuelva a hablar.

—Sammy— tomó la palabra de nuevo Emmett —Rosie no lo va a dejar correr, y piensa seriamente en demandarla.

—Lo sé, Em— se pasó una mano por el pelo —es que, en verdad, se lo merece. Yo ahí no me voy a meter. Es vuestra decisión, y no quiero que nuestra amistad se vea afectada.

—Yo intento convencer a Rosie de que espere a que se emita nuestra entrevista— le aclaró —no me apetece meterme en berenjenales de abogados. Ahora bien, si Emily vuelve a hablar con los periodistas, no te aseguro que no ocurra.

—Y yo, tampoco— habló Edward.

—Os entiendo perfectamente.

—¿Jake?— le tocó ahora el turno el guitarrista.

—Soy el que menos tengo que contar— se encogió de hombros, mirándola fijamente —a menos, que quieras sentarte a mi lado— le propuso, con una sonrisa que intentó ser sexy.

—Te recuerdo que sólo hemos salido una vez— negó ella con la cabeza —estamos empezando, y es muy pronto— el grupo entero seguía la conversación, de manera bastante interesada.

—Vaaaale— resopló Jake, apoyando su brazo en el respaldo de la silla de ella.

—Entonces, por el momento, eso es todo— exclamó Alice —a lo largo de esta semana o principios de la que viene, Nessie y yo nos reuniremos un día con Irina y Laurent. Les llevaremos un borrador de propuesta, y que lo presenten a la productora del programa. Aunque no creo que pongan muchas pegas.

—¿Qué fechas hay para grabarlo?— preguntó el cantante, mirando a su chica.

—Yo votaría por la última semana de abril— les dijo, mirando en su ordenador —es la semana que estamos en casa, entre concierto y concierto— les explicó —viajamos del ocho al dieciocho, y del veintidós al veintiséis de abril.

—¿Ya hemos acabado?— preguntó el guitarrista, mirando su reloj —es casi la hora de comer.

—Podéis quedaros; íbamos a pedir algo— les dijo Jasper —hemos dado vacaciones a María esta semana, pero no voy a cocinar para todos— les advirtió.

—Antes de que nos levantemos— habló Bella —os informo que la NBC se ha puesto en contacto con nosotros. Os quieren como coaches para la próxima edición de "La voz"— les reveló. Pudo sentir el pequeño bufido de su novio, ya que sabía que no le iban nada los talent shows.

—¿Nunca os han propuesto nada así?— interrogó Nessie.

—Muchas veces— contestó Jake —pero es un engorro, porque nosotros queremos ir los cinco, y según ellos, con dos es suficiente. Por eso no formamos parte del jurado de "American Idol" hace tres años.

—Pero en "La voz" podéis ir una representación de vosotros a las audiciones a ciegas, y luego, para preparar los equipos para las batallas, ir todos— propuso Alice —cada coach tiene luego un asesor. Podríais ser el resto, y así estaríais los cinco.

—A mí me molaría, la verdad. Lo veo siempre que puedo— confesó Emmett —además, está claro que a las audiciones habría que mandar a Edward, y a Jasper o Jake.

—No sé— musitó el cantante —no soy muy fan de ese tipo de programas.

—Habéis arrasado en los Grammy este año, y todavía quedan muchas ceremonias de premios— les recordó Nessie —es lógico que os quieran.

—¿Cuándo se grabaría?— interrogó Sam.

—Es para la temporada que viene— les contó —no me han dicho mucho más— le informó Bella —teniendo en cuenta que van a empezar la emitir la temporada actual en mayo, calculo que quizá, hasta final de año, no empiecen.

—Se puede preguntar, y sopesar— meditó Jake, en voz alta. Edward miró a su novia, que le animaba con una pequeña sonrisa.

—Vale, lo pensaré— exclamó, ganándose una sonrisa por parte de su chica.

—¿Algo más?— preguntó Emmett en general.

—De momento, es todo— les dijo Alice, levantándose, gesto que el resto imitó —vamos a la cocina, a ver que pedimos para comer.

—¿Sushi?— propuso Emmett, para luego estallar en carcajadas —lo siento, pero llevo conteniéndome toda la mañana, y fingiendo que no sabía nada— el resto no pudo evitar estallar en estruendosas risas, ante el resoplido de Nessie y el bufido de Jake.

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Después de una comida en el estudio, el grupo se despidió hasta el día siguiente. Bella y Edward, seguidos por Jasper y Alice en otro coche, se dirigieron hacia el colegio, para ir a buscar a los niños. Mientras el matrimonio Whitlock se dirigía al área de preescolar, a buscar a los mellizos, Bella y Edward se quedaron en la puerta por dónde salía primaria. El Liceo Británico, el inmenso y privado colegio donde estudiaban los niños, y muchos hijos de famosos, estaba dividido en pabellones dónde se cursaban las diferentes etapas académicas. Se entraba en preescolar y si se quería, los alumnos salían directos a la universidad.

—¡Papá, Bella!— Amy corrió hacia ellos, con el jersey en la mano y las medias bajadas hasta los tobillos, como era habitual.

—Hola, cielo— la abrazó suavemente la castaña —¿qué tal la vuelta a las clases?— justo en ese momento Akane se acercó a ellos también.

—Hola tío Edward, tía Bella— exclamó —¿dónde están papá y mamá?; dijeron que vendrían ellos a buscarnos.

—Han ido a recoger a tus hermanos, los esperaremos al lado de los coches —Bella tomó a las niñas de la mano, ya que había mucho jaleo entre los autobuses escolares y los padres que acudían a recoger a los niños en persona.

—Hoy no hemos hecho mucho, pero tengo deberes de matemáticas— se encogió Amy de hombros.

—Bueno, había que volver a la rutina; ¿o es que te pensabas que ya no ibas a tener deberes, señorita?— bromeó su padre con ella, cargando las mochilas de las dos niñas.

—Podría haber de otra cosa— ahora la que protestó fue Akane.

—¿Ahora vamos un rato a casa?— musitó Amy, mirando a su padre con ojos tristes —¿o vamos ya a casa de mamá?— al cantante se le removió algo en su interior cuando vio los ojos de su hija.

—Cariño— se agachó frente a ella, a la vez que Bella intentaba entretener a Akane, para que no se diera cuenta de la conversación —¿por qué no quieres volver con mamá?; nunca te había pasado esto.

—Es que os echo de menos a Bella y a ti, cuando no estáis— le dijo, en voz baja —mamá nunca quiere hacer nada conmigo.

—Pero antes no era así— le dijo Edward, tomando sus manos —seguro que mamá ha estado ocupada; pero ahora que vuelves con ella, las cosas cambiarán— el cantante maldecía para sus adentros, pero no podía hablar mal de su exmujer delante de su hija.

—¿Cuándo me vuelvo a ir con vosotros?— le preguntó la niña, sin decir nada a lo que su padre había dicho, para animarla.

—Antes de que Bella y yo nos vayamos a los conciertos, pasarás unos días con nosotros— le intentó animar —en diez días te volveremos a buscar, y haremos todo lo que tú quieras durante ese tiempo; pero ahora no vamos a casa de mamá— Amy le miró, frunciendo el ceño —hemos pedido hora con la doctora Davis— aludió a su pediatra —y te vamos a llevar Bella y yo, para que te revise.

—Pero si estoy bien— contradijo a su padre.

—Ya lo sé, pero por si acaso, te va a revisar; ¿de acuerdo?

—Está bien— se encogió de hombros. Justo en ese momento aparecieron Alice y Jasper con sus hijos pequeños.

—¡Bellaaaaaa!— Kyo se abalanzó sobre ella, como siempre hacía, abrazándose a sus piernas.

—Hola, terremoto— le devolvió el saludo la castaña, revolviéndole el pelo —hola, Hachiko— la pequeña permanecía agarrada de la mano de Jasper, y le dedicó una pequeña sonrisa, tan tímida como siempre.

—¿Todo bien?— le preguntó Alice a su hija mayor, que ya se había acercado a ellos —gracias por quedaros con ella— se dirigió a Edward y Bella.

—Hoy la clase de los pequeños era un follón— resopló Jasper —había muchos padres, esperando para hablar con la profesora. ¿Vamos a casa chicos, a merendar?— todos se despidieron, para encaminarse a sus respectivos automóviles.

Les costó unos minutos salir, debido a la cantidad de coches que había estacionados en las inmediaciones del colegio; por fin, pusieron rumbo hacia el Ucla Mattel Medical Center, el hospital infantil dónde Amy tenía su pediatra desde que nació.

—¿Cómo está?— inquirió Bella a su novio, mirando de reojo a la pequeña.

—No quiere volver con su madre— musitó en voz baja, mirándola un segundo —no sé qué pensar, calabacita— suspiró, con la preocupación escrita en su rostro —nunca le había pasado esto.

—Tiene que haber algo raro— exclamó, con una mueca pensativa —nunca la había visto así cuando tenía que regresar con su madre.

—Yo tampoco— le dio la razón —veremos cómo reacciona cuando la dejemos en casa de Tanya. Ahora bien, ha pasado casi un mes con nosotros; creo que es la vez que más ha estado de seguido conmigo, de no ser que fueran vacaciones o algo excepcional.

—Puede ser— aprobó —ahora, a ver que nos dice el médico.

—A ver— suspiró, frotándose un segundo los ojos.

Media hora duró el trayecto desde el colegio hasta el centro hospitalario. No tuvieron que esperar mucho en la sala de espera, cuando la enfermera les dio paso a la consulta. Bárbara Davis, una mujer de unos cincuenta años, amable y cariñosa, les recibió, y después de que Edward le presentara a su novia, y de que le comentara todo lo que habían percibido en la niña estos días pasados, los mandó esperar en el despacho, ya que Amy, al ser mayor, no le importó ir con ella y la enfermera sola a la sala de revisión.

Veinte minutos después, la doctora se reunió de nuevo con ellos, mientras la enfermera ayudaba a Amy a vestirse de nuevo.

—Bien, señor Cullen, he revisado a la niña. Lo cierto es que, desde la última visita, hace cuatro meses, ha perdido casi cinco kilos— los ojos de Bella se abrieron, debido a la sorpresa.

—Pero si no hace más que comer, y siempre se está quejando de que tiene hambre— el cantante se estaba empezando a asustar de verdad… ¿y si su pequeña tenía algo grave?

—Me han comentado que la niña va mucho al baño, y que también tiene sed —siguió explicando la buena mujer, a la vez que rellenaba unos papeles.

—Es como si no pudiera aguantar las ganas— añadió Bella —al principio pensé en una infección de orina, pero no tenía dolor, ni nada de eso.

—Las infecciones de orina infantiles pueden cursar, a veces, sin esa molestia al orinar que solemos tener los adultos, ni fiebre— le siguió explicando la doctora —he estado hablando con la pequeña mientras la revisaba. ¿Creen que esto pueden ser nervios, o desánimo, por tener que volver con su madre?; la niña me ha dicho que, si por ella fuera, se quedaría con ustedes.

—Es posible, pero ella está acostumbrada a estar con ambos— tomó la palabra el cantante.

—Es mucho más fácil cuando son pequeños, señor Cullen— la doctora Davis cruzó las manos encima de la mesa —Amy se está haciendo mayor, y puede empezar a darse cuenta de situaciones y actitudes de su madre que antes pasaba por alto. Sucede en muchos niños con padres divorciados, lo veo constantemente.

—Aun así, eso no explica la pérdida de peso— dijo Bella, mirando a su novio, que asintió con la cabeza —quiero decir, perder cinco kilos me parecen muchos en un niño.

—Eso lo vamos a investigar, no se preocupe, señorita Swan— les tranquilizó la doctora —puede que los dolores de cabeza que me hayan comentado antes vengan por ese cambio brusco de peso. Le he hecho una pequeña prueba de visión, y de momento, parece que no necesita gafas. Pero no adelantemos acontecimientos, vamos a indagar— les dijo, con una pequeña sonrisa tranquilizadora —voy a darle unos volantes, para que la traigan mañana a primera hora, para hacerle unos análisis de sangre. También voy a pedir análisis de orina.

—Está bien— contestó Edward, a la vez que su novia tomaba los papeles.

—Debe venir en ayunas, y traer la primera orina de la mañana, también en ayunas— les explicó —la enfermera les dará el recipiente para recogerlo. Voy a citarles para los resultados el viernes, a esta misma hora. ¿Les va bien?

—La niña estará con su madre, pero vendremos todos— le aseguró el cantante.

Una vez la niña y la enfermera salieron, cogieron la documentación y el recipiente para el análisis. Se despidieron de la amable doctora, y se encaminaron rumbo al coche, para ahora sí, dirigirse a casa de Tanya. Los integrantes del coche iban sumidos en el más profundos de los silencios, a veces rotos por los pequeños sollozos de Amy.

Una vez llegaron, Tanya ya estaba esperándoles en la puerta principal, junto con su marido James. La pequeña se aferraba a la mano de Bella, y con el brazo libre abrazaba a Floppy y Nana, el peluche de la castaña que se había ido con ella a Los Ángeles.

—Hola— saludó Tanya a su hija —¿no me das un abrazo?— extendió los brazos, pero la niña no se movía de su sitio.

—Cielo— Bella se agachó a su altura, lo mismo que su padre —tienes que saludar a mamá; hace muchos días que no la ves.

—Amy— llamó la atención su padre —en diez días, te prometo que volveremos a buscarte; pero ahora tienes que quedarte con mamá.

—Verás que bien lo pasamos; yo esta semana no trabajo— habló ahora James, sonriéndola.

—¿Vas a estar en casa?— le preguntó Amy.

—El rodaje que tenía previsto se ha pospuesto— le contó; la pequeña sonrió un poco, pero seguía sin querer abrazar a su madre.

—Voy a hacer pis— de nuevo, otra vez al baño, aunque ahora bien podrían ser nervios por la situación —¿estaréis aquí cuando vuelva?— se dirigió a su padre.

—Claro que sí, cariño— la consoló, besando su frente. La niña se adentró en la casa, quedando los adultos en la puerta.

—¿Cómo han ido las vacaciones?; espero que Amy se haya comportado en casa de tus padres— tomó la palabra Tanya, dirigiéndose a Bella.

—Muy bien; hemos descansado, y Amy ha disfrutado mucho en Forks.

—Ahora le preguntaré, a ver si me cuenta cosas— asintió ella —¿y qué tal el médico?— se dirigió ahora a su exmarido —¿no te ha llamado tremendista, o algo parecido?— Edward tuvo que hacer un sobreesfuerzo, para no empezar a gritar.

—Desde la última visita, ha perdido casi cinco kilos— le informó, con voz seria —mañana hay que llevarla a hacerle unos análisis de sangre, y de orina— Bella le tendió los volantes de petición, y el bote —debe ir en ayunas, a las ocho de la mañana. Los resultados estarán para este mismo viernes.

—Mañana tengo lectura de guion— negó su exmujer con la cabeza— le diré a mi madre que la lleve ella— la vena del cuello de Edward se hinchaba por momentos.

—¿No puedes llamar, y decir que vas a llegar, como mucho, una hora tarde?— el que habló fue James, mirándola irritado —Tanya, por favor…

—No veo que te importe mucho, cuando llevas casi dos meses desaparecido— contestó la actriz. James alzó las manos, suspirando derrotado.

—¿No puedes ir tú?— le espetó su exmarido —si lo prefieres, podemos llevarla nosotros, y luego dejarla en el colegio— le ofreció, lo más calmado que pudo.

—No es necesario, Edward— pronunció su nombre con retintín —parece que quieres ganar el premio al padre del año.

—¡Me preocupo por mi hija!— explotó, y sintiendo como Bella agarraba su brazo, pidiendo que me calmara —no hace otra cosa que comer y beber agua, aunque está adelgazando mucho. Está triste, irascible… a veces le duele la cabeza— James abrió los ojos, mirando luego mosqueado a su esposa.

—¿Por qué no me has dicho nada?

—La niña está bien, por el amor de dios, sois todos unos alarmistas— rechinó sus dientes —y no veo que te preocupe. En estos casi dos meses has estado una semana, diez días a lo sumo, en casa. Y ella ha estado casi todo el mes con ellos.

—Estaba trabajando— le escupió —y creo que, aunque sea por teléfono, podrías haber dicho algo. Justo en ese momento, la niña hizo acto de presencia, poniéndose al lado de su padre.

—No es de tu incumbencia— siseó, molesta, para luego volverse hacia su exmarido —alguien la llevará a los análisis, descuida— le aseguró.

—Eso espero— fue la seca respuesta del cantante, para luego agacharse a la altura de su hija —el viernes te recogeré yo a la salida del colegio, si quieres. Para volver a ver a la doctora Davis— miró un segundo a su exesposa —si te parece bien.

—De acuerdo; nos encontraremos el viernes. Yo acudiré directa a la consulta, desde el estudio— le sacó de dudas, aunque el cantante no las tenía todas consigo.

—Llámanos siempre que quieras— le dijo Bella, agachándose también.

—No importa la hora— añadió Edward, para después ponerse en pie y coger a su pequeña en brazos —enseguida nos vemos de nuevo— le consoló a su hija, que sollozaba, con la cara escondida en su cuello —¿te portarás bien con mamá?— intentó aligerar la situación lo mejor que pudo. Bella, a su lado, los miraba con una tenue sonrisa, también acariciando la espalda de la pequeña.

—Te queremos, cielo— le susurró la castaña. Amy bajó de los brazos de su padre, para abrazarla también —cuida de Nana— le dijo —y el viernes me cuentas que tal se está portando.

—Vale— asintió Amy, intentando sonreír. Dejó un beso en la mejilla de Bella, para después volverse a su padre, al que también abrazó y besó.

—Te quiero, cariño— susurró el cantante, solo para ella —nos vemos el viernes.

Una vez la niña entró en casa, Bella y Edward se dirigieron hacia el coche, acompañados por James, para darle las maletas.

—Lamento mucho todo esto— se disculpó el marido de Tanya, negando con la cabeza —por más que se lo he intentado hacer ver, no hay manera— masculló, irritado.

—No es tu culpa, James— negó Edward con la cabeza —siempre ha sido así. Y es muy complicado cambiar a las personas.

—Hace un año parecía que mostraba más interés; hacía cosas con ella, incluso fuimos a Disneyworld— les contó.

—Lo recuerdo— asintió el cantante.

—Desde que rodó esa serie el verano pasado, en Londres, no ha vuelto a ser la misma— seguía contándoles, enfadado.

—Sé que es meterme dónde no me llaman, James…— el cobrizo se quedó un minuto en silencio, buscando las palabras adecuadas —pero Amy nos dijo que discutíais mucho, y que tú te ibas muchas veces de casa. No sabemos si está somatizando algo, o realmente le pasa algo a su salud. Le dije a Tanya que quizá, eso la pusiera nerviosa.

—No queremos entrometernos— habló Bella —simplemente, intentamos comprender que le pasa a Amy. No quería venir— le explicó.

—Eso es lógico, Bella— la respuesta de James la dejó muda de la impresión —los niños son perceptivos, y se acercan a quienes les dan cariño— la castaña asintió, comprensiva —y desde el dichoso rodaje en Londres, Tanya no ha vuelto a ser la misma. Ni con la niña, ni conmigo. Las cosas no están bien entre nosotros— les dijo —y aunque intentamos no discutir en su presencia, a veces los nervios te sobrepasan.

—Te comprendo muy bien— le dio la razón Edward —gracias por todo, James— se estrecharon la mano.

—Me encargaré personalmente de que la niña os llame, al menos, una vez al día— les aseguró —esta semana estoy de vacaciones, por lo que estaré aquí.

—Gracias— contestó también Bella.

—Y si algún día quiere llamarnos varias veces, puede hacerlo— le recordó el cantante.

—Se lo diré. Amy os adora, a los dos— les dijo —no es justo para la niña, todo esto.

Después de despedirse, vieron a James adentrarse en la casa, con las maletas de la pequeña. Edward se revolvió el pelo, nervioso.

—Me dan ganas de entrar y llevármela— le dijo a su calabacita, abrazándola por la cintura.

—Y a mí— musitó ella, con pena —y no sé por qué me da, que las cosas ahí dentro no van nada bien, que digamos.

—Me huelo los titulares de la separación en menos de dos meses— le dio la razón —lo que le faltaba a Amy— siseó, rabioso.

—Al menos, James ha sido sincero— observó ella.

—No es mal tío— le dio la razón —a veces, es mejor hablar con él que con Tanya— masculló —¿crees que saldrá algo en los análisis, o que será todo psicológico?— le preguntó, por primera vez, desde que salieron de la consulta.

—No lo sé; por una parte lo parece, pero por otra, no… es extraño— negó su calabacita, apoyándose en él —sea lo que sea, seguro que tiene solución— le intentó reconfortar.

—Estoy muerto de miedo, Bella— suspiró —¿y si tiene algo, y hemos tardado mucho para llevarla al médico?

—No digas eso, Edward; no eran cosas que pasaban con una cierta frecuencia. Había días que estaba perfectamente— le dijo —nosotros lo vimos enseguida, y al final decidimos actuar. No sabemos cuánto tiempo le lleva pasando cuando está con su madre. Ella siempre asegura que a la niña no le pasa nada.

—Esperemos que sea así, calabacita— dejó un pequeño beso en su frente —¿vamos a casa?

—El día ha sido largo— suspiró Bella —vamos a casa— repitió sus palabras, con una pequeña sonrisa.

De nuevo montados en el coche, la pareja se alejó, inquietos por la pequeña y cansados, después del largo día.

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Por suerte para la pareja, el martes y el miércoles fueron días relativamente tranquilos. Por las mañanas iban al estudio, y mientras las chicas trabajaban en el despacho, los miembros del grupo se reunían en la cueva, debatiendo sobre el cambio de escenario y el repertorio nuevo. El cantante y su novia hablaban con la niña dos veces al día, tal y como les prometió James; parecía mucho más relajada, y según les contaba, se encontraba bien, por lo que, en ese aspecto, pudieron respirar tranquilos, aunque lo hubiera pasado mal el martes, en los análisis.

Al mediodía, la pareja se iba a casa, para comer allí y tener la tarde relativamente libre. Empezaron a ojear muebles para lo que se iba a convertir en el despacho de Bella, en el dormitorio más pequeño de los que quedaban libres. Edward estaba más que feliz, por fin esa casa iba tomando la forma de un hogar, y la soledad que sentía cuando no estaba Amy con él se disipó casi por completo.

Le hacía muy feliz ver cómo, poco a poco, sus cosas se fueron mezclando con las de Bella. En su armario, el cuarto de baño, el salón… La fotografía que le había regalado Renée a su hija ahora estaba sobre la cómoda que había adquirido en México, durante la gira y elegida por la propia Bella, en un sitio preferente del inmenso salón, mezclada con fotos de la niña y una de la pareja.

Adoraba verla en la cocina, concentrada cuando cocinaba, muchas veces acompañada por música, fueran o no canciones del grupo, y escucharla cantar fragmentos de ellas; o la costumbre que habían adquirido después de la cena, de ver alguna de las miles de series o películas que ofrecía la televisión por cable. Acurrucados en el sofá, con la cabeza de Bella en su hombro, comentaban y debatían lo que estuvieran viendo en ese momento.

La vida con ella era sencilla y familiar, a la vez que divertida y llena de cosas inesperadas; no había día que su calabacita no le sorprendiera con algunas de sus ideas o lindezas que salían de esa boca, y que a veces, le pillaban tan desprevenido que no sabía por dónde salir. Y por otro lado, era la persona que mejor le había llegado a conocer, y lidiaba perfectamente con su carácter, a la vez que sabía dedicarle palabras de consuelo y ánimo, o de amor y cariño, de broma o casuales… estaba empezando a tener que contenerse para, muchas veces, no hacerle la pregunta.

La mañana del jueves transcurría en la más absoluta calma en el estudio; las chicas trabajaban en el despacho, ocupándose sobre todo Alice y Nessie, del borrador de la entrevista, y dejando a la castaña redactando pequeños contratos, y controlando las ganancias mensuales de la banda. Los chicos estaban en la cueva, como todas las mañanas, debatiendo sobre el cambio de imagen del escenario y el repertorio; incluso algunas veces, cantando y ensayando. Y en eso estaban cuando decidieron tomarse un descanso, y Bella se encaminó un momento al cubículo de grabación junto a Nessie. Miraron a través del enorme cristal, y vieron los movimientos que hacían al tocar, y a Edward sentado frente al micrófono en una banqueta alta, cantando.

Nessie estaba a punto de pulsar el botón para escuchar lo que cantaban cuando vieron que Jake, sentado en un enorme amplificador y tocando, les hizo una seña con la mano, dándoles permiso para entrar. Bella abrió con cuidado la puerta, y la música las golpeó con completo. Estaban tocando "Save the world", un tema de su anterior álbum de estudio, y que su novio le había contado alguna vez que solía usar para poner a prueba su voz, cuando llevaba un tiempo sin cantar.

La pelirroja, alentada en todo momento por la mirada de Jake, siguió sus indicaciones y se sentó al lado de él en el inmenso amplificador, con cuidado de no estorbar demasiado ni golpear el instrumento. La castaña se quedó unos pasos alejada de su chico, ya que no quería entorpecerlo; éste tenía la costumbre de hacer muchos movimientos con las manos mientras cantaba, bien para indicarles algo a sus compañeros o, simplemente, seguir el ritmo, como estaba haciendo ahora…

"Nunca fui a la universidad,

no tengo un título.

Digamos que fui a

la escuela nocturna…"

Pero una vez más, su chico la sorprendió, ya que, sin apenas mirarla, extendió una mano hacia ella, invitándola a acercarse. Bella sonrió levemente, y al llegar a su posición, la mano de Edward pasó suavemente por su cintura, atrayéndola hacia él. Su calabacita se mordió el labio, a la vez que apoyaba su cuerpo contra el de él, mientras seguía cantando…

"Sin ti no vale la pena la rutina,

pelearía por un beso

en una noche como esta.

Me haces sentir

como si pudiera volar.

Podría salvar el mundo…"

El cantante sonreía para sus adentros, sintiendo como en un momento de la canción, ella había resguardado su cara en su cuello, notando a veces como ella misma cantaba partes de la canción, haciendo que su cálido aliento contra su piel consiguiera erizarla por completo.

Cuando la canción entonó las notas finales, su calabacita seguía sumida en su mundo, arrullada por la voz de su chico, sin percatarse de que había terminado. Cuando abrió sus ojos y levantó un poco la cabeza, se encontró con los orbes esmeraldas que tanto quería mirándola fijamente.

—Chica Rock— la castaña desvió la mirada, al oír la voz de Emmett —la voz de tu chico sigue en plena forma.

—Fantástico— aprobó Jasper —llegas a pleno rendimiento para el segundo tramo de la gira.

—Eso parece— aprobó el cantante, con una pequeña sonrisa.

Emmett y Sam se escaquearon fuera unos minutos, para fumarse un cigarrillo, mientras que Jasper se encaminó hacia el despacho, para ver cómo estaba su esposa, ya que últimamente se quejaba de continuos dolores en la zona lumbar. El cantante vio de reojo como Nessie y Jake, sentados muy juntos, parecían compartir un momento muy íntimo de confidencias. De nuevo su atención en enfocó en su calabacita, cómodamente abrazada a su cuello, y jugueteando suavemente con los aros dorados, que ya habían vuelto a sus orejas, a petición de su chica.

—Qué bien cantas— suspiró ella en voz baja.

—Gracias por el cumplido— rio con suavidad, besando su mejilla en repetidas ocasiones, a la vez que acariciaba su cintura —¿cómo va el trabajo?

—Es mucho más aburrido que el tuyo— musitó, hastiada —es casi fin de mes —le recordó —estoy controlando y anotando los ingresos de todos vosotros— recitó la lección, cual niña buena —el ingreso mensual por los derechos de autoría ya ha llegado— le informó —y se ha incrementado considerablemente. Se nota el lanzamiento del recopilatorio.

—¿Cómo se cobra eso?— interrogó Nessie, mirando a Jake con curiosidad.

—La ley de derechos de autor de Estados Unidos se encarga de proteger las obras en general. Música, literatura, fotografía, arte…— enumeró Bella —en el caso de los chicos, ellos se encargan, junto con la discográfica, de autorizar el uso de los temas en plataformas digitales, discos físicos, bandas sonoras de películas, anuncios y otras cosas —el cantante escuchaba a su chica, a la vez que rodeaba su cintura con su brazo, ya que ella, de forma inconsciente, había apoyado la espalda en su pecho.

—Y por cada vez que se usa una canción nuestra en alguna de esas situaciones, cobramos una pequeña cantidad— Nessie abrió los ojos, debido a la sorpresa.

—O sea… a estas alturas lleváis más de medio millón de descargas de "Bed of roses", por ejemplo— Bella asintió —¿cuánto se cobra por canción?

—Depende de la antigüedad, si ha llegado al número uno de una lista, si ha llegado a obtener algún premio— explicó ahora Edward.

—Por ejemplo— siguió Bella —vamos a poner que cobran, veinticinco dólares, por cada descarga… echa la cuenta— Nessie se quedó pensativa un momento, para luego enfocar al guitarrista.

—Medio millón por veinticinco… ¿me estás diciendo que este mes habéis ganado sólo con esa canción más de doce millones de dólares?

—Y suma todo el repertorio, de los más de diez años de carrera que llevamos; somos autores de cientos de canciones— añadió Jake, rascándose la nuca —conciertos, entrevistas, actuaciones en televisión…— Bella afirmó lentamente con la cabeza. No iban a hablar de cantidades exactas, era un tema que su novio no solía sacar mucho a la palestra. Ella conocía las cuentas de los cinco, pero no iba a decir nada, aunque su chico podría comprarse varias mansiones sin ningún problema en cualquier lugar del mundo, y sin tener que pedir ni un mísero préstamo a los bancos.

—Y teniendo todo ese dinero, ¿sigues conduciendo un Volkswagen Rabbit que a poco nos deja tirados antes de llegar al restaurante?— le interrogó, con la boca abierta.

—¿Todavía anda?— frunció el ceño Edward, ante la risa de su novia —¿por qué no sacaste el Lamborghini a pasear, o alguna de esas monstruosas motos que tienes?

—¿Tienes un Lamborghini?— interrogó incrédula Bella —nunca lo he visto.

—Tengo un especial cariño a mi Rabbit— les explicó Jake, cruzándose de brazos —fue mi primer coche.

—Lo sé— rodó los ojos su amigo —pero en serio, está en las últimas.

—Y si fuera bien no hubiera habido problema— añadió Nessie —pero admite que nos costó dios y ayuda llegar al restaurante.

—Para luego intoxicarnos— masculló el guitarrista entre dientes —para la próxima, yo elijo el sitio— le advirtió, a la vez que el cantante y Bella asistían, divertidos, a la charla.

—¿Y qué motos tienes?— preguntó Nessie, llena de curiosidad.

—Dos Harley Davidson, dos Chopper y una Ducati Streetfighter V2— le contó —me encantan las motos, y amo la velocidad— le dijo.

—Pues entonces…— Nessie acercó su cara a la de él, de manera lenta —¿qué te parece si el viernes, me llevas en una de esas motos, a cenar?

Bella cogió la mano de su novio, para arrastrarle de manera disimulada al jardín, y darle a la pareja un poco de intimidad.

—Me estaba divirtiendo— bromeó el cantante, al ver la cara de su calabacita.

—Seguro que no tardaremos en enterarnos— musitó ella, rodeando su cuello con sus brazos.

—Aguafiestas— bromeó él, mirándola con una sonrisa mientras se agachaba ligeramente, para darle un pequeño beso —¿cómo está mi chica?

—De papeleos varios— se encogió de hombros —nada emocionante. Esperando a que aparezcan Demetri y Rose.

—Menos mal que estaremos en la cueva— respiró aliviado —aunque admito que tengo curiosidad por verte con uno de esos vestidos largos.

—Dentro de exactamente, ocho días, saldrás de dudas— Alice y Nessie ya habían elegido vestido, al igual que Rose. Sólo faltaba ella; quería encontrar algo elegante y que no llamara mucho la atención. Esperaba que la charla que mantuvo el martes vía telefónica con Demetri hubiera sido productiva.

—Seguro que estarás preciosa, como siempre lo estás— acarició con cuidado la piel de su mejilla, con ese rubor que tanto le gustaba.

—Con ir adecuada y discreta me conformo— le dijo —nunca me imaginé que me vería en estos menesteres— bromeó, mordiéndose el labio inferior —pero es tu trabajo, y lo lógico es que te acompañe— todavía recordaba la discusión de los premios Grammy, y no estaba dispuesta a que se repitiera.

—Y yo estaré feliz de ser el perfecto caballero, que te lleve del brazo— hizo un amago de reverencia, que hizo que su calabacita riera suavemente —va a ser de las pocas veces que me veas con algo colgado del cuello— aludió al smoking o traje y corbata que marcaba la etiqueta; para las mujeres, largo midi o largo hasta los pies.

—Tengo ganas de ver que tal quedan los pendientes con una pajarita— le confesó, mientras jugueteaba con el más grande.

—Empiezo a pensar que tienes una especie de fetiche con estos pendientes— siguió bromeando con ella.

—Por cierto, creo que también vamos a hablar de los vestidos de los niños, para la boda— le dijo —el cantante asintió con la cabeza, instándola a seguir —les diré a Demetri y Rose que me den un boceto aproximado, para pasárselo a Tanya.

—¿A Tanya?— preguntó éste, arqueando una ceja —te puedes ocupar tú perfectamente. Ella no va a venir a la boda, por lo que le dará lo mismo— se encogió de hombros.

—¿No se molestará?— preguntó su novia, temerosa.

—Pues en el plan en el que está, lo dudo bastante —siseó, hastiado —mejor nos encargamos nosotros.

—Está bien, pero se lo comentaré cuando la vea, por si acaso. No me fío.

—Si eso te deja más tranquila, hazlo— le dijo —aunque ya verás como no te pone ninguna pega— continuaron hablando de sus cosas mientras el cantante fumaba tranquilamente, hasta que vio a Alice que le hacía una seña para que entrara.

—Ya han llegado— suspiró Bella.

—Hora de huir— exclamó cómicamente, besándola suavemente —a la tarde iremos a la tienda de mis padres; mi madre ha recibido un par de escritorios que dice que son perfectos para tu despacho.

—Me parece estupendo— le reveló —deséame suerte —el cantante rio, antes de besarla de nuevo… nunca se cansaría de hacerlo.

—Suerte, ya verás como no es para tanto— la animó —y recuerda no preocuparte por el precio— le recordó.

—Lo intentaré— resopló, antes de darse la vuelta y encaminarse hacia el despacho. Sam y Emmett se acercaron al cantante.

—¿Acaba de llegar mi cuñado?— preguntó el batería.

—Sí— le confirmó éste, apurando su cigarrillo.

—Sálvese quien pueda— anunció Sam, arrancando las carcajadas de sus compañeros, y encaminándose al interior.

Bella tomó aire, antes de entrar en el despacho, donde ya estaban cómodamente sentados Rose y Demetri. En el sofá vio que había unas fundas de lo que se suponía, eran los vestidos que ella se iba a probar.

—Rose— ambas se abrazaron, ya que no se veían desde antes de las vacaciones.

—Ya estás totalmente recuperada del golpe— le dijo la rubia, con una pequeña sonrisa —¿qué tal por Forsk?, ¿tus padres?

—Todo muy bien— le reveló con una pequeña sonrisa. No necesitó decirle nada más, y la modelo sonrió, cómplice.

—Mi heroína— la divertida voz de Demetri se coló por sus oídos. Hoy vestía unos pantalones de color azul marino, acompañados de una camisa color fucsia de manga corta —¿cómo te encuentras?— la saludó, abrazándola.

—Mucho mejor. El susto ya ha pasado— le sacó de dudas —deseando ver lo que me tengo que probar.

—Para eso he venido— se frotó las manos, tomando ambos asiento, mientras que Alice y Nessie volvían de la cocina, con el consabido carrito del café lleno hasta los topes —bien, querida Bella— Demetri empezó su discurso —tienes suerte de que yo vaya a ir a la subasta, también, así que sé perfectamente lo que hay que ponerse.

—¿También vas a ir?— le preguntó Alice, tendiéndole su café solo.

—Aparte de vosotras, va alguna que otra famosa a la que también visto— les reveló —Yo me adelantaré a Chicago dos días antes, con dos de mis ayudantes, y llevaré vuestros vestidos— les dijo —como será mucha suerte que no haya que hacer algún retoque de última hora, prefiero tenerlos controlados yo mismo. Creo que en total serán ocho vestidos, los cuatro vuestros y las del resto de clientas.

—¿Vosotras, qué lleváis?— preguntó Bella al resto de las chicas, que ya habían elegido —¿puedo verlos?

—Por supuesto— Demetri pidió prestado un ordenador, mientras que ellas se arremolinaron en torno a él.

—El de Nessie; un Stella McCartney, en crepé de seda verde oliva, con una pequeña apertura lateral y capa incorporada, que nacía en los hombros y llegaba hasta los pies— le mostró. Era muy del estilo de la pelirroja, pegado al cuerpo y sin mangas para que resaltara el efecto de la capa, y un poco de drapeado en la cintura, muy minimalista —el verde oliva le va ni que pintado a su color de pelo— exclamó, satisfecho.

—Me encanta— suspiró Bella, aunque sabiendo que ella no podía ponerse un vestido tan ceñido.

—Vamos con la dulce mamá— tecleó rápido en el ordenador —vestido corte imperio de tirantes cruzados en el escote, de color morado oscuro. Resalta su color de pelo y su tono pálido de piel. Cuerpo de seda y falda de gasa en el mismo tono. Eliminaremos el cinturón para que éste más cómoda. De Giambattista Valli— Nessie y Bella le escuchaban sorprendidas; estaban ante todo un doctorado de la moda.

—Buena elección— aprobó Rosalie —me encantan los vestidos de este diseñador.

—Mi hermanita— les siguió mostrando —Dior Haute Couture. Vestido palabra de honor, en seda duquesa, con un ribete de plumas en el escote— les enseñó. Bella estudió con detenimiento el sencillo, pero a la vez, espectacular vestido, ya que, a excepción de las plumas, no llevaba ni un mísero adorno más, ni abertura en la parte inferior. También era muy ceñido.

—Rojo pasión— aprobó Nessie.

—Es uno de los colores que mejor le quedan— añadió Demetri, sonriendo complacido.

—¿Vosotras los habéis comprado?— interrogó Bella, mirándolas.

—Yo sí— le dijo Alice —pero por la sencilla razón de que, han tenido que modificarlo mucho, debido al embarazo.

—Yo lo he alquilado— le reveló la pelirroja.

—¿Se puede hacer eso?— la castaña se volvió a Demetri, mirándole con curiosidad.

—Por supuesto, querida— le sacó de dudas —y esto te servirá para tenerlo en cuenta en el futuro. Son vestidos que se ponen en contadas ocasiones, y es una pena que, una vez lucidos, guarden polvo en el armario, ya que si vas a muchos eventos no es bueno repetir demasiado.

—Pero a la vez, si vas a pocos eventos, es tontería gastarse el dinero —acabó Rosalie por él. Es preferible alquilarlos, y así poder lucir uno distinto en cada ocasión. En este caso, el mío es un préstamo de la propia casa, ya que he desfilado muchas veces para ellos. Creo que en mi armario hay solo tres vestidos de fiesta, de mi propiedad.

—Exacto— le dio la razón Demetri —no digo que, si alguna vez te enamoras de uno, lo compres— le aclaró —pero lo usual es alquilarlos, o incluso que alguna casa de modas los preste de forma gratuita. La publicidad que les da una celebrity luciéndolo es muy grande y beneficiosa.

—Comprendo— asintió Bella, mirando a las tres fundas, que descansaban en el sofá. Alice y Rose habían elegido sus vestidos antes de las vacaciones de primavera, y Nessie durante esos días. Sólo faltaba ella.

—Vamos a lo interesante— se frotó las manos Demetri, levantándose y tomando una de las fundas —por lo que me contaste, te gustan los vestidos con aire etéreo y romántico— ella asintió —si hablamos de etéreo, nos viene a la cabeza tules, gasas, plumeti, algo con pedrería o encaje, pero sin exceso— Bella le escuchaba con atención —vamos a ir de mis opciones que menos me gustan para ti, a la que más. Pero recuerda que es tu decisión.

—De acuerdo.

—Opción número uno— abrió con cuidado la primera funda, ayudado por su hermana —Monique Lhuillier. Vestido con escote de tul ilusión, manga tres cuartos y pedrería en degradé en color dorado— Bella abrió la boca, muda de la sorpresa.

—Tienes que probártelo primero— le advirtió el joven. Con la ayuda de Rose, Bella pasó a la habitación que usaban de archivo para guardar el papeleo, para cambiarse y ponerse el vestido.

—Tu hermano es un genio con las tallas— musitaba Bella, alucinada, ya que la cremallera subió sin dificultad alguna.

—Tiene un don, hay que reconocérselo— se encogió de hombros, a la vez que sonreía divertida —estás espectacular— le dijo, observándola.

Cuando salieron de nuevo al despacho, por arte de magia, había aparecido un espejo de cuerpo entero. Pero Bella decidió mentalmente que ya le preguntaría a Alice de dónde lo había sacado. Ahora estudiaba su imagen en el espejo, de forma cuidadosa. El escote nacía justo debajo del cuello, era redondo y el efecto del tul hacía que no llevara nada, y que la delicada pedrería estuviera cosida directamente a su piel, y lo mismo pasaba con las mangas. Las pequeñas cuentas doradas se iban difuminado a lo largo de su torso y el principio de la falda, para luego dar paso a varias capas de tul color nude.

—Vaya— musitó Nessie —que bonito.

—¿Tiene que ser de manga larga?— preguntó Rosalie.

—Lo prefiero; o al menos, hasta la mitad del antebrazo— se explicó la castaña – aunque en los Grammy fui con palabra de honor, llevaba la chaqueta encima— les recordó.

—Con lo que tú estés cómoda— le aseguró Demetri, que daba vueltas alrededor de ella, con una mano en su barbilla y la otra cruzada sobre su pecho.

—Quizá el corte baje demasiado a la cadera, y eso hace que la zona de su estómago no le quede del todo encajada— le advirtió su hermana —aunque sean solo unos centímetros.

—Puede que estuviera mejor con un corte evasé— le dio la razón Demetri. Bella y Nessie le miraron, sin entender —el corte evasé nace en la cintura, sin marcar apenas estómago y caderas —les explicó —¿Bella?— llamó la atención de la interesada.

—Me gusta el estilo— admitió —llevar mangas y no mucho escote, aunque sea invisible, hace que esté más cómoda— Demetri asintió en silencio —pero me cuesta verme con estos tonos.

—Es pálida, al igual que yo— habló ahora Alice, con la taza graciosamente apoyada en su abultada tripa.

—Algo que contraste más— añadió Reneesme.

—Concuerdo con vosotras— le dio la razón el estilista, que se dirigió a por otra funda —segunda opción, al igual que la tercera: Jenny Packham, es el modelo "Osha".

—Nunca había oído hablar de ella— exclamó Bella, arrugando el ceño.

—Yo tampoco— añadió la pelirroja.

—Es una diseñadora inglesa, con muchos años de trayectoria en su país. Desde hace un par de años muchas celebrities americanas han empezado a demandar mucho sus vestidos para eventos. Hace unos trajes de noche increíbles. Una de sus clientas habituales es la Princesa de Gales, por ejemplo— les relató.

—Vaya— suspiró Bella, observando el vestido con detenimiento.

—Y por cierto, te das un aire a ella— observó Demetri, divertido —tez pálida, pelo castaño, ojos marrones…— enumeró, con una pequeña sonrisa, a la vez que le guiñaba un ojo.

Acompañada de nuevo por Rosalie al improvisado probador, no pudo evitar la sonrisa cuando se vio en el espejo. En este caso era un vestido sin mangas, con el corte que había mencionado Demetri, y la verdad es que le sentaba mucho mejor.

—Tul de seda, por eso tiene esa fantástica caída— les explicó —el cuerpo completamente bordado con cristales en degradé, muy parecido al primero— seguía mostrándoles —y cuenta con este bonito detalle— el joven sacó de la funda una capelina también de tul, bordada a juego del vestido, que le ayudó a colocarse. La parte delantera le llegaba justo por debajo del busto, y por detrás caía hasta debajo de sus nalgas.

—Voilá— exclamó, divertido —las mangas— aunque también era tono nude, al llevar las cuentas bordadas en blanco le daba un cierto tono gris muy sutil.

—Es precioso— suspiró la castaña, mirándose al espejo.

—Mucho mejor que el primero— aprobó Rosalie, al lado de ella.

—Pero sigue sin convencerme el color— seguía opinando Alice —pero podría pasar perfectamente por un vestido de novia. Pero lo que tú decidas; el traje en sí, es espectacular.

Fue a probarse el tercero, esta vez con la ayuda de Nessie, ya que Rosalie había salido un momento a atender una llamada de teléfono. Cuando volvió a entrar y se vio en el espejo, su cara esbozó una sonrisa.

—Modelo "Constantine" de la misma diseñadora. Sigue la estética del primero. Cuello redondo de tul, manga larga, pedrería en degradé por el cuerpo y mangas, para finalizar con capas de tul de seda, y una mínima cola. Corte evasé, y color azul océano; que, por cierto, te sienta de maravilla— afirmó Demetri, con las manos en el pecho.

—Es precioso— aprobó Nessie, lo que Alice apoyó con un movimiento enérgico de cabeza.

—Impresionante— sonrió Rosalie.

Bella no hacía más que darse la vuelta, mirando el vestido desde todos los ángulos. Le parecía imposible que el reflejo que le devolvía el espejo fuera ella. No tenía escote, llevaba mangas… cumplía todos sus requisitos; y tenían razón, el color era increíble.

—Me encanta— afirmó.

—No hay que retocarlo— seguía hablando Demetri —con los peeptoes plateados y el bolso que llevaste a los Grammy, está hecho

—¿Precio?— inquirió, mirando al joven rubio.

—De venta, más de cinco mil dólares— la castaña suspiró —alquilarlo, unos seiscientos.

—Tendré que alquilarlo— se encogió de hombros, pero feliz y encantada con su elección. Se miró unos minutos más en el espejo, a la vez que Demetri anotaba a toda prisa en su singular agenda, con un curioso forro de piel de color lima chillón.

Justo cuando salía ya cambiada, con el vestido en la mano para entregárselo de nuevo a Demetri, sonó el teléfono del despacho. Alice lo cogió.

—Despacho de Alice Whitlock— contestó, frunciendo el ceño, ya que eran las doce y media del mediodía, y no esperaban más llamadas por hoy.

—Buenos días, soy Jennifer Travis, la enfermera del colegio— la morena se alarmó, pensado en sus hijos —estamos intentado localizar al señor Edward Cullen— le informó —no coge el móvil, y tenemos este teléfono de contacto.

—Un momento, por favor; le paso con su pareja, que trabaja conmigo, mientras vamos a buscarlo.

—De acuerdo— asintió la enfermera.

—¡Bella!— llamó su atención Alice —llaman del colegio, preguntando por Edward— la castaña le tendió el vestido rápidamente a Demetri, para tomar el aparato. Alice le murmuró algo a Nessie, que salió con paso rápido hacia la cueva.

—Soy Isabella Swan— habló —¿le ocurre algo a Amy?

—Deduzco entonces que usted es Bella— habló la mujer por la línea —la niña me ha confirmado que la conoce. Disculpe, pero es el protocolo habitual, ya que todavía no figura en la lista de personas autorizadas.

—Lo comprendo, no se preocupe— respondió, mordiéndose el labio.

—Soy Jennifer Travis, la enfermera del colegio —se volvió a presentar —Amy se ha mareado en clase, y ha vomitado. Hemos intentado contactar con su madre, ya que la niña nos ha dicho que está con ella estos días, pero no conseguimos localizarla —Bella maldijo para sus adentros —somos conscientes del trabajo del señor Cullen, pero la propia Amy nos ha dicho que no estaba de viaje, de modo que le hemos llamado a él.

—Cuando está en el estudio de grabación puede no oír el teléfono, aunque luego vería la llamada— le relató, girando la cabeza y viendo al cantante acercarse presuroso. Ella le tendió el teléfono, mientras que Edward contestaba.

—¿Qué le ocurre a mi hija?— inquirió, serio.

—Cómo le he explicado antes a su pareja, la niña se ha mareado en clase, y ha vomitado— le relató de nuevo —hemos llamado a su exmujer, pero no conseguimos dar con ella— una mueca de enfado se instaló en el rostro del cobrizo, a la vez que miraba a su chica, agarrándose el puente de la nariz —convendría que vinieran a buscarla, para que la lleven a casa y que descanse.

—Vamos ahora mismo— le aseguró el cantante, colgando el teléfono con un pequeño golpe.

—¿Le pasa algo a Amy?— preguntó la modelo, que junto con su hermano y las chicas, había sido testigo de la conversación.

—Amy se ha puesto mala, y hay que ir a buscarla. Pero no localizan a su madre— les explicó, pasándose una mano por el pelo —típico de ella— rechinó los dientes.

—Marchaos ya, los dos— les ordenó Alice —aquí todo está hecho por hoy.

Se despidieron de todos de manera apresurada, montando en el coche y saliendo a velocidad poco recomendada de la casa del matrimonio Whitlock. Durante todo el viaje Edward no dejaba de maldecir y resoplar, a la vez que Bella intentaba, con el teléfono del cantante, dar con Tanya.

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Nada más llegar al colegio, uno de los conserjes, alertado de su llegada, les condujo rápidamente a la enfermería. Era un pequeño dispensario con las paredes llenas de dibujos de los alumnos más pequeños, con varios armarios de cristal, una mesa de despacho con una silla y baldas con papeles. La pequeña estaba tumbada en la camilla, pero al menos, parecía tranquila.

—¡Papá, Bella!— los ojos de Amy se iluminaron cuando la pareja se acercó a la camilla.

—¿Cómo estás, cariño?— la abrazó su padre, dejando pequeños besos en su mejilla.

—Ahora que he vomitado, mucho mejor— le dijo —esta mañana me he levantado con dolor de cabeza— le contó.

—¿Se lo has dicho a mamá?

—No la he visto, me ha traído la abuela— se refirió a la madre de su exmujer. Era cierto que ayer James les dijo que hoy la llevaría al colegio la madre de Tanya, pero no se acordaba, ni habían hablado con la niña esta mañana.

—¿Y no se lo has dicho a la abuela?— inquirió Bella, después de abrazarla y sentarse a su lado, en la camilla.

—No— dijo ella —pensé que se me pasaría— se encogió de hombros. Justo en ese momento la enfermera se acercó a ellos.

—Señor Cullen, señorita Swan— les saludó —hemos hablado por teléfono. Soy Jennifer Travis— les tendió la mano a cada uno —no tienen de que preocuparse— les tranquilizó —probablemente le haya sentado algo mal, o esté incubando algún virus —de todas formas, voy a hacerle un reconocimiento rápido, y les haré un informe, para que le vea su pediatra— Edward le hizo una señal, para alejarse un poco y que la niña no le escuchara. Bella también se acercó.

—De hecho, mañana a la tarde tenemos cita con ella. Le mandó unos análisis de sangre, y de orina— le contó Bella.

—¿Análisis de sangre?— la enfermera frunció el ceño. El cantante le relató los síntomas que habían notado en la pequeña, y la visita a la pediatra.

—Esperen aquí— les dijo. Se dirigió a uno de los armarios a toda prisa, a la vez que la pareja la miraba, frunciendo el ceño. Volvió con un pequeño aparato, y varias tiras reactivas —Amy— le dijo Jennifer —quiero hacerte una prueba. Será un pequeño pinchacito en el dedo— la pareja se acercó de nuevo a la pequeña, ya que al igual que el martes, se puso nerviosa cuando la pincharon para los análisis.

—¿Me va a doler?— preguntó, temerosa.

—Es un segundo, y será como un pellizco, pero muy pequeño.

—Mira, no duele— la animó la castaña, extendiendo su dedo, para que Jennifer la pinchara a ella.

—Este aparato mide el azúcar en la sangre— le explicaba la enfermera —mira, Bella tiene noventa. Muy bien— aprobó, con una pequeña sonrisa. Después de un par de minutos de indecisión, la pequeña se dejó pinchar el dedo, y Jennifer repitió el proceso, acercando la tira al aparato. La enfermera abrió ligeramente los ojos, para luego enfocar a la niña —¿has comido algo?

—No desde el desayuno— le confirmó la pequeña.

—Entiendo— contestó ella —¿por qué no vas con Tom a clase a buscar tu mochila, para que puedas irte a casa con papá y Bella?— se refirió al conserje que les había acompañado, y que se había quedado fuera.

—Vamos, cariño— la animó su padre a levantarse —vendrás con nosotros, hasta que consiga hablar con mamá.

La niña afirmó contenta con la cabeza. Una vez se fue con Tom, la enfermera se volvió hacia el cantante y su novia, que la miraban preocupados.

—¿Está todo bien?— preguntó Edward, agarrando con cuidado la mano de su novia, y apretándola con algo de fuerza.

—Me gustaría hablar con su pediatra— le pidió —si pueden darme el número o la dirección, puedo buscar el consultorio o el hospital.

—Lo tengo guardado— el cantante sacó su móvil, para buscar y facilitarle el número.

—Regreso en un minuto— la enfermera los dejó a solas, sacando su teléfono personal y saliendo de la consulta.

—¿Qué mierda está ocurriendo?— soltó el cobrizo, una vez se quedaron solos. La mente de Bella empezó a atar cabos, pero había cosas que no le cuadraban.

—No lo sé— suspiró —quizá deberíamos hablar nosotros también con la doctora Davis, y adelantar la cita para esta tarde —puede que solo sea un simple virus— le intentó tranquilizar —o una bajada de azúcar. La niña ha dicho que no ha comido desde el desayuno. Puede que se haya mareado por eso.

—Y su madre sin dar señales de vida— masculló, furioso —te juro que me dan ganas de pedirle al juez que modifique el acuerdo de custodia.

—¿Lo harías?— le preguntó Bella, apoyando una mano en su pecho, intentando calmarle —sé que mi opinión no cuenta, pero estarías más tranquilo si la niña estuviese contigo. Aunque en quince días nos volvemos a ir de gira— le recordó.

—Esos días podría quedarse con mis padres; lo hemos hecho muchas veces— le recordó —cualquier cosa mejor que con la insensible de su madre— siseó, entre dientes – y claro que tu opinión cuenta, sobre todo si me empiezo a plantear seriamente pedir su custodia completa – le dijo, besando con cuidado su sien —si tiene algo, calabacita…— suspiró, preocupado y nervioso —no podría afrontarlo sin ti —Bella vio inquietud y miedo en sus ojos.

—No va a pasar nada, mi amor— susurró ella, apretando su mano, en un gesto tranquilizador —sea lo que sea, lo superaremos —le intentó animar. Nunca lo había visto tan preocupado y nervioso, y aunque ella, en su interior, se moría de los nervios, temiéndose lo que les iban a decir, debían mostrarse como un frente unido, sobre todo por la niña. Sintió de nuevo los labios de Edward en su frente, dejándolos allí y disfrutando de su cercanía los ínfimos minutos que esperaron a que Jennifer Travis volviera con ellos, aunque parecieron horas. Cuando Edward iba a resoplar de nuevo, justo la puerta se abrió.

Jennifer cerró la puerta tras de sí, con las manos metidas en los bolsillos de la bata blanca, y acercándose a ellos.

—He estado hablando con la doctora Davis— les dijo —voy a darles el informe que he redactado. Les espera en media hora en la consulta— Bella cerró los ojos un momento, intentando formular la pregunta sin echarse a temblar.

—¿Es diabética, verdad?— su voz era casi susurro ahogado. El cantante miró a su novia con el ceño fruncido, para luego enfocar a la enfermera.

—Tiene un nivel de glucosa de 210— les reveló —lo duplica con respecto al baremo normal, estando prácticamente en ayunas. En cuanto me han descrito los síntomas, no he podido contenerme para medirle con la tira— les relató —la doctora Davis iba a llamarles, para adelantar la cita a esta tarde, le acababan de llegar los resultados.

Edward permanecía mudo de la impresión, a la vez que un nudo se le anclaba en el estómago. Su hija tenía diabetes, y aunque no era médico, como todo el mundo, conocía el tratamiento que llevaban las personas que tenían esa enfermedad…inyecciones de insulina. Bella tenía un nudo en la garganta, a la vez que su mano no soltaba la de su novio, entrelazando con fuerza sus dedos.

—Per…pero, ¿cómo es posible?— consiguió preguntar Edward.

—Señor Cullen; la doctora Davis se lo explicará en un rato— le dijo —sé que ahora parece que el mundo se les viene encima, pero una vez Amy empiece con la medicación, y se regule el nivel de glucosa, le aseguro que llevará una vida prácticamente normal. Tenemos varios niños diabéticos en el centro, y estoy formada para intervenir si algo ocurriese— le tranquilizó —lo que les voy a pedir es una copia del informe que les va a dar su pediatra, junto con otra copia de la pauta del tratamiento que le van a prescribir.

—Si me proporciona un correo, puedo mandárselos esta misma tarde, o mañana— le aseguró la castaña, ya que su novio seguía en shock, todavía agarrado a su mano.

—Se lo agradezco— Jennifer se acercó un momento a su mesa, para escribirle su dirección en un papel —les recomiendo que la dejen en casa a descansar, al menos hasta el lunes. Mañana es viernes, no perderá mucho.

—Eso haremos— le contestó Bella, guardándose el papel.

—También me gustaría hablar con ustedes, aunque sea por teléfono, y que me cuenten sus impresiones en primera persona. También tendremos que rellenar papeleos varios, para autorizar al centro a administrar medicación, e intervenciones y seguimiento— les siguió relatando.

Después de quedar con ella en hablar mañana al mediodía vía telefónica, la enfermera dejó a la pareja un minuto de soledad, para que empezaran a digerir todo lo que se les venía encima.

Emily, la prensa, la entrevista, la gira…y ahora su hija. Una de las pesonas que más quería en el mundo estaba enferma e indefensa, sin contar cómo iba a reaccionar la propia Amy a la noticia… y la zorra de su exmujer seguía sin responder a las llamadas de teléfono.

—¿Estás bien, mi amor?— musitó de manera suave Bella, posando su mano en su mejilla, llamando su atención.

—No lo sé, calabacita… no lo sé— su voz temblaba, llegándose incluso a quebrar al pronunciar las ultimas palabras. Se abrazó a ella de manera desesperada, cerrando los ojos. Bella le rodeó el torso con sus brazos, encondiendo su cara en su pecho, y dejando por fin que los nervios salieran a la superficie, en su caso; una lágrima empezó a asomar en sus pestañas.

—Todo va a estar bien, Edward— musitó contra su pecho —vamos a plantarle cara, y a superarlo… como una familia— el cobrizo no dijo nada, simplemente la apretó más contra él, buscando apoyo y consuelo, mientras esperaban a su hija.

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Gracias a todas las chicas que seguís en este maravilloso mundo que es Fanfiction; a las que retomáis la historia, a las que os sumáis a ella, a las que leen, a las que habéis opinado y las que opináis ahora…

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Un besazo y nos vemos el próximo jueves!