10. Volviendo a Casa
Estados Unidos
—Esto se va a poner bueno —comentó Kanon a Saga saliendo del edificio Smith—. Creo que nunca vimos tanta algarabía en el Santuario. Bueno, lo poco que yo alcancé a ver.
—No empieces Kanon. Eso fue hace mucho tiempo y te he soportado lo suficiente para remediar el daño que te hice en el pasado. Kanon, si te soy sincero creo que Sarah está muy angustiada.
—Se le nota a leguas, querido hermano, pero ese es problema tuyo. Yo por ahora iré a empacar para nuestras vacaciones permanentes. Es increíble que Smith se haya dejado comprar por unos cuantos billetes.
—La señorita Kido, le ofreció una gran suma de dinero por nuestros servicios, y que estemos fuera por largo rato será un alivio para el jefe.
—De eso trata nuestra vida: ir de un lado a otro pateando traseros. Nos vemos temprano mañana hermano y vigila bien a tu mujer.
—Por favor, no llegues tarde.
Saga y Kanon tomaron caminos diferentes cada uno en su auto y aunque a Saga se le hizo muy largo el viaje por fin estaba en casa donde una muy callada Sarah esperaba.
—Hola, ¿estás bien? —quiso saber él.
—¿Sabes? No sé si pueda soportar a Kanon tanto tiempo. Ahora tenemos que compartir el espacio.
—No será por mucho tiempo. Te aseguro que no tendrás que verlo seguido, estaremos muy ocupados —le tranquilizó.
—Es decir que tampoco te veré a ti. ¿Para qué voy?
—Sarah, ya te lo dije. Nos conocen, pueden hacerte daño.
—Saga —suspiró sentada en la cama y sosteniendo la mirada del griego—. No estoy muy segura de querer ir a ese lugar.
—Sé que no son las vacaciones que te prometí…
—Lo sé, pero no es eso. Yo... yo tengo mucho miedo.
—No dejaré que nada malo te pase, te lo prometo.
—Según lo que me contabas, ese es tu hogar, ¿y si quieres quedarte?
—Eso lo veremos con el tiempo —contestó tajadamente alejándose de ella.
—¿Entonces si has pensado en la posibilidad de quedarte?
—Es complicado.
—Explícate.
—Soy un guerrero al servicio de Athena, ese es mi trabajo, por más que ella diga que seguiremos con nuestras vidas normales, dudo que sea así, por eso te digo, el tiempo lo dirá. Hay que alistar el equipaje.
—Claro.
X-X
Kanon llegó a su apartamento en la calle Tucson, se encontraba bastante cansado y agobiado por toda la situación y lo menos que quería ver era a personas desagradables, sin embargo, ahí estaba ella tirada en el suelo justo al frente de su puerta.
—¿Qué haces acá? —preguntó molesto pasando por encima de ella para abrir la portilla.
—Hola, Kanon —saludó Silvia con timidez dejándole pasar.
—¿Contestarás mi pregunta? —continuó mientras hacía girar la llave.
—Sé que no quieres verme.
—¿Y qué te hace pensar eso, Silvia? —dijo mirándola socarronamente para que no quedara duda del sarcasmo en sus palabras.
—Kanon, sé que la cagué. Te pido mil disculpas.
—Perdonada, ahora lárgate, le das mal aspecto al lugar.
—Kanon, por favor —suplicó impidiéndole que se marchara.
—Vamos, Silvia. No sé qué quieres lograr. Mejor vete con tu gran machote.
—Él ya no está.
—¿Escuche bien? —dijo, y por primera vez la vio a los ojos, al principio sintió algo de pena por la expresión de la chica, pero luego apartó sus pensamientos y continuó—: Entonces ahora que él ya no está vienes a buscarme. Interesante.
—Kanon, no tengo otro lugar a donde ir —contó echándose a llorar.
—De acuerdo —se resignó—. Cuéntame lo que pasó.
—No sé por dónde empezar: Me quedé sin casa, sin trabajo, sin nada.
—¿Que sucedió?
—El imbécil de Tonny hizo una fiesta del asco. Sus amigotes duraron tres días en mi casa haciendo de las suyas, molesta le pedí que se marchara. El idiota no se fue, claro. Por lo cual tuve que pedirle a una compañera de trabajo que me cubriera para ir a sacarlo. Llamé a la policía, quienes encontraron varias cosas en mi casa. Ya sabes: drogas y esas cosas, por obvias razones la señora Dora me echó y la estúpida que quedó en cubrirme en el trabajo le dijo al dueño que yo me había ido a una fiesta y claro, éste también me echó. Tonny se las ingenió para escapar de la policía no sin antes llevarse todos mis ahorros. Kanon, no hubiera venido hasta acá de no necesitarlo. Sé que me porté mal, pero no tengo otro lugar a donde ir.
—¿Dónde están tus cosas?
—Todo está en esa maleta. —Kanon vio hacia donde señalaba. No era una maleta muy grande, en realidad, Silvia, estaba pasando por un mal momento.
—¿Y el resto?
—Fue parte del pago por destruir la casa de doña Dora.
—Te tengo malas noticias —confesó él—. Debo salir de viaje y no sé cuándo pueda volver. Te podrías quedar acá, pero pues… los gastos correrían por tu cuenta y en tu condición creo que no puedes pagar nada.
—Mientras tenga donde dormir no me importa, me quedo con eso. Ya veré como me las arreglo.
—O también —dijo con picardía—, puedes venir conmigo. Total no tienes a donde ir. Te quedaras un tanto aislada porque voy a un lugar muy lejos, sin cable, ni internet, ni una buena tienda cerca. Tú decides.
—¿Cuándo nos vamos?
—Creí que preguntarías que a donde iríamos.
—En mi condición no puedo ser exigente.
—Buena chica —dijo tomando la maleta de la joven y entrando al apartamento con ella—. Nos iremos mañana a primera hora. La ventaja es que ya tienes hecha la maleta, y para que no sufras, iremos a Grecia.
—De acuerdo.
Miami – Estación Policial
—Es una pena no haber podido ver a Giolitti, antes de esta misión.
—Sí, capitán. El accidente fue fuerte —contestó Milo—. Ella aún está un poco delicada.
—¿Estará bien para esta misión?
—Yo pienso que sí, capitán —tomó la palabra Camus, Milo bajo presión podía meter la pata.
—La señorita… —Anderson se detuvo para revisar unos documentos— Saori Kido, dice que esta misión es muy importante y por eso los quiere a ustedes cuatro especialmente. Debo admitir que es una mujer poderosa que tiene muchos amigos poderosos también. Así que no puedo negarme, pero me sigue preocupando Shaina.
—Según se conversó con la señorita Kido —se apresuró a decir Camus antes que Milo hablara de más—, no será una misión peligrosa. Shaina no correrá más riesgo.
—De acuerdo, pero estoy algo preocupado. ¿Por qué quiere al niño genio también?
—Kiki es un experto en computación —continuó el francés—. Creo que ella necesita investigar algunas cosas que el chico de seguro sabe dónde buscar.
—Se lleva a los mejores de mi unidad. —El capitán suspiró pesadamente—. Me deja bastante mal, pero que se le puede hacer. Chicos, prométanme que se mantendrán a salvo y a cualquier cosa no duden en comunicármelo.
—Por su puesto capitán —contestó Milo con una amplia sonrisa—. Ahora iremos a hablar con Kiki. Discúlpenos.
—Pasen.
Camus y Milo se despidieron cordialmente saliendo del despacho de Anderson para dirigirse al cuarto de tecnología. El lugar era un completo caos, libros, archivos y un par de computadoras se encontraban por todo el escritorio. La habitación aparte de caótica se encontraba en una negrura que solo el brillo de las pantallas de los ordenadores lograba iluminar un poco.
—¿Saben cuánto tiempo llevo esperándolos? —Un chico pelirrojo sentado en una enorme silla giró para verlos.
—Tranquilo, niño —dijo Camus.
—¿Cómo están todos? ¿Y mi maestro? —quiso saber el chico.
—Todos están bien. Tu maestro en particular está muy bien —manifestó Milo ganándose un codazo por parte de Camus, sabía a quién se debía ese muy bien.
—No le habrán contado la razón por la que estoy acá con ustedes, ¿o sí? —Kiki miró a los dos adultos, por su expresión se dio cuenta de todo.
—Lo siento, niño —aclaró el francés—. Ahora dime, ¿tienes algo que nos sirva?
—Debo admitir que cuando recuperé mi memoria lo primero que hice, fue investigar todo sobre todos.
—¿Todo sobre todos? —quiso saber el griego.
—Sí —contestó el más joven con una amplia sonrisa—. Bueno, de los que recuerdo nombres completos y todo eso. Sé a qué se dedican cada uno de ustedes, sus cuentas bancarias, cuánto ganan, con quien están casados. También investigué a las esposas, a que se dedican, familiares y amigos.
—¿Kiki, por qué hiciste todo eso? —preguntó el acuariano molesto.
—Para conocerlos de cerca y descartar posibles amenazas.
—Eso es bueno —concilió Milo.
—De acuerdo —aceptó Camus—. ¿Y bien? ¿Algo sospechoso?
—Nada, todos están limpios. Aunque no sé nada de la pareja de Kanon, Ikki, Seiya, Hyoga y Aldebarán, si es que tienen una. Tampoco sé de la de Shun, pero sí sé que él y June trabajan juntos y creo que entre ellos hay algo, pero no sé.
—Bueno, los que nombraste son prácticamente los solteros del grupo —anotó el francés.
—Saga tampoco está casado, ¿cómo sabes de la novia de Saga? —quiso saber Milo.
—Él y la señorita Sarah Bell, tienen una cuenta de ahorros a nombre de ambos.
—Eres asombrosamente aterrador —comentó Milo—. De acuerdo. Creo niño genio, que adelantaste la mitad de la tarea que te iba a pedir la señorita Kido. Partiremos mañana temprano, así que lleva todo lo necesario.
—Tan pronto. ¡Súper!
Santuario
Julián Solo marchó con paso firme por los largos pasillos del Templo Principal, no le importaba llamar la atención ni que algunos ceños en el camino se hubiesen fruncido. Poco a poco se fue acercando a la gran puerta de roble, no tuvo que ejercer demasiada fuerza y apenas la empujó ésta quedó abierta completamente.
—Te estaba esperando —dijo Saori sentada en el trono, su figura pequeña contrastaba con la gran silla de oro.
Ella había pasado días pensando en toda la situación, no la convencía del todo regresar al Santuario, pero no tenia de otra, ahora poco a poco todos sus santos empezaba a llegar al lugar.
—¿Y eso? —preguntó él con un poco de desdén acercándose a la joven.
—¿En serio? —inquirió ella, no estaba para juegos ese día.
—Te dije que esto pasaría —continuó caminando por el lugar—. Que estamos en peligro, no obstante, preferiste enviar a todo tu ejercito a que vivieran una prospera vida. Y aquí estamos.
—Y aquí estamos —repitió ella en un resoplido ignorando el tono molesto del otro—. Me equivoqué y necesito tu ayuda.
—Poseidón no ha despertado completamente, tu sello lo mantiene al margen.
—Depende de como sigan las cosas hablaremos de romper el sello.
Julián sonrió de medio lado, sin embargo, prefirió no protestar.
—Apoyaré en lo que pueda con las habilidades que poseo en este momento, pero no prometo un gran avance, Saori. Tus chicos deben de conseguir en días lo que lograron en años en el pasado.
—Simplemente, tienen que recordar cómo usar su cosmos. Han sido largos años, pero sé que lo conseguirán.
—Espero que así sea. El enemigo nos pisa los talones.
—¿Cuento con tu apoyo? —cortó.
—Desde luego que sí. No cometí una afrenta para dejar esto a su suerte. Aquí estoy y aquí me tienes, ¿qué hay de Kanon?
—Déjame hablar primero con él.
—De acuerdo —aceptó caminando hasta la salida—. Le diré a tu Patriarca que lo convoque a una reunión contigo apenas llegue, sería prudente tratar ese tema en primer lugar.
Saori no dijo nada y derrotada le concedió el gesto a Solo.
X-X
Conny observó el interior del Templo de Cáncer con algo de cautela, el lugar era impresionantemente enorme y frío. Largos pasillos y columnas firmes adornaban el recinto y la Inglesa se preguntó donde dormirían en ese desolado sitio.
—Es por aquí —le indicó Rydeen sosteniendo a Ángelo por la cintura para que no cayera—. Hay unas escaleras de este lado que llevan a las habitaciones.
—¿Y todo este espacio para qué? —preguntó ella en lo que los dos santos se miraban a los ojos.
—Bueno, nena, aquí es donde se lleva a cabo las más impresionantes batallas —contestó Cáncer. Y aunque Conny seguía sin creer en su palabra, aquel lugar gritaba con fuerza de que aquello era cierto.
—De acuerdo —aceptó ella caminando tras los dos guerreros—. Cariño, digo, Ángelo —se corrigió rápidamente entendiendo lo estúpida que había sido, de no haber hablado Saori Kido directamente con ella jamás habría ido a ese lugar—. ¿No deberías estar en el hospital? Aún estás delicado.
—Estaré bien —contestó el aludido—. No es la primera vez que me dan este tipo de palizas.
—Lo dices como si fuera algo de que enorgullecerse —resopló Conny apreciando ahora el segundo piso que se sentía más cálido.
—Esta es la habitación principal —aclaró Rydeen llevando a su compañero hasta la cama donde lo dejó caer con poca delicadeza.
—¡Oye, cuidado! —protestó el italiano.
—Estoy de acuerdo con Conny, de que deberías estar en la enfermería —expuso Piscis, aun sabiendo que eso era una pelea perdida—. En fin, ¿te quedas con él, vienes conmigo o prefieres que te ubiquemos en el Templo Principal? —le preguntó a Conny.
—¿Tú eres Piscis, cierto? —interrogó en lo que el aludido asentía—. Apenas y pude llegar a este templo, no me imagino caminar hasta el último. Porque vaya, sí que son muchas escaleras.
—Lo sé —corroboró el sueco mirando a su amigo—. Igual están los tuneles, pero supongo que eso es algo que debemos contemplar con los demás.
—Sí —le dio la razón Ángelo—. De acuerdo, en ese orden de ideas me retiro.
—Gracias, Rydeen —contestó la chica, en lo que el sueco salía de la habitación.
—Procuren no matarse —comentó Piscis antes de desaparecer sonrió divertido ante el resoplido de Conny.
Afrodita bajó las escaleras con tranquilidad dando un último vistazo al Templo de cangrejo aun si asimilar que nuevamente estaban en el Santuario, todo aquello parecía un sueño muy lejano.
—Hola, ¿podemos hablar? —solicitó Seika esperando al santo en la entrada.
—¿Qué haces en este lugar?
—Llegamos hace poco, me instalaron en una habitación del Templo Principal. Es hermosa, parece la habitación de una doncella. En fin —suspiró al darse cuenta que estaba divagando—. Quería hablar contigo. Me dijeron que si no estabas en piscis podrías estar acá.
—Ángelo, es un cabeza dura. ¿De qué quieres hablar, Seika?
—Creo que es obvio. De esta separación.
—Es sólo que…
—¿Es por mi hermano?
—En parte.
—¿Es por tu pasado?
—Esa es la mayor parte
—Oye no me interesa —dijo ella tomando la mano de su amado y continuó antes de que él pudiera decir algo—. Seiya dijo muchas cosas de ti, y desde la boda has estado evitándome, pero Rydeen, no me importa lo que hayas hecho en el pasado, si hiciste bien o no, no me interesa. No estoy preocupada por el hombre que fuiste hace tanto tiempo, estoy preocupada por el hombre que eres ahora. Por ese ser tan maravilloso que me hace tan feliz.
—Pero Seika, no soy bueno para ti, tú eres asombrosa e impresionante y yo…
—Eres un hombre sensacional y eres el hombre al que amo.
—¿Me amas? —preguntó estremecido, ella asintió con una bella sonrisa—. Me hace muy feliz saber eso, y, en serio quisiera estar contigo…
—¿Y qué te lo impide?
—Nada, bueno, aunque Seiya me saca de quicio y… realmente no encuentro una buena razón para excusarme. Creo que el gran problema es Seiya, definitivamente, es Seiya.
—Mira, lo único que quiero es que ambos estén a salvo, yo me encargaré de Seiya, tú sólo encárgate de seguir con vida, ¿sí?
—Puedo intentarlo.
X-X
—Mi señora, ¿deseaba verme? —preguntó Kanon entrando con cautela al gran salón, al llegar le habían pedido ir directamente con la diosa y eso lo tenía bastante preocupado.
—Por favor, Kanon, ponte de pie —pidió la diosa con una hermosa sonrisa al verlo hincarse en el suelo.
—¿Mi señora, a que debo su llamado?
—¿En serio vas a estar hablándome así todo el tiempo, Kanon? —Se quedó meditando, ¿cómo más quería que le hablara? Ella era su diosa.
—Si lo que desea es que le trate de la misma forma que lo hacen los mocos... perdón, los santos de bronce, no estoy de acuerdo.
—Entiendo. No te obligaré a nada.
—En todo caso. ¿Por qué ellos le hablan con tanta confianza? —soltó sin darse cuenta—. Si me lo permite saber.
—Crecí con ellos. No sabían quién era yo hasta mucho tiempo después. Son mis amigos, siempre lo han sido. Los amigos no tienen que hablarse con tanto respeto. Yo quiero que ustedes sean mis amigos también.
—Tomará tiempo, pero sé que lo logrará, mi señora.
—Bueno, tengo algo que decirte. Es sobre Poseidón.
—Vaya. La escucho.
—Parte del acuerdo que hicimos para que me ayudara a traerlos de vuelta, es que te reintegres a sus fuerzas. En este momento no hay ningún miembro activo además de Sorrento, por lo que espera contar con tu apoyo.
Kanon no contestó de inmediato porque era consciente que el titulo como el Dragón Marino lo había usurpado, por lo cual no merecía aquel ropaje y si era sincero no merecía nada. La armadura de Géminis le pertenecía a su hermano, así que empezó a cuestionarse, ¿por qué estaba él ahí?
—Poseidón asegura que eres el digno sucesor de las escamas marinas —aclaró Saori como leyendo los pensamientos del griego—. No llegaste hasta él por el juego sucio de Ker, es porque así estaba destinado. Debo advertirte, que aceptar ser parte de su orden ligará tu alma para siempre al emperador de los mares. En cada generación lucharas a su lado, por ello, la otra parte del trato es que él no volverá a desafiar mi fuerza. Tu alma queda como garantía para evitar el conflicto entre familias.
Kanon escuchó atentamente aquellas palabras, su alma pasaría a ser del servicio de Poseidón y con ello se pactaría una alianza entre dioses. Kanon tendría un lugar asegurado dentro de una orden y la posibilidad de pelear al lado de su hermano como un guerrero digno y no como una sombra.
—Kanon, esto es decisión tuya, no mía, ni mucho menos de Poseidón. —El hombre seguía en silencio—. Lo que decidas cuentas con mi completo apoyo y puedes tomarte el tiempo que desees, no tiene que ser ya.
—Realmente no hay mucho que pensar. Si cuento con su apoyo, mi señora, tomaré mi lugar en la orden del señor Poseidón.
—¿Seguro?
—No le voy a negar que todo esto me tiene confundido y nervioso. Pero si puedo pelear hombro a hombro con mis compañeros, escojo el puesto como General Marino, con el mayor de los gustos.
—Me alegra contar con tu apoyo, muchas gracias, Kanon del Dragón Marino.
—Gracias a usted, mi señora.
—Perfecto, ahora tengo que reunirme con todos. Puedes esperar acá o ayudar a Shion a decirle al resto que venga.
—Yo le ayudaré al Patriarca —ofreció saliendo de la sala con un poco de mareo, esperaba haber tomado la decisión correcta, porque, ¿qué tan bueno sería aceptar la oferta de un dios que no le quería mucho? Disipó las dudas en su cabeza y prefirió no darle tantas vueltas al asunto encaminándose a llamar al resto.
Minutos después en el Templo Principal Saori analizaba como las viejas costumbres no se olvidaban. Los santos de oro estaban al frente de la diosa organizados uniformemente, asumiendo una posición firme de lealtad y como lo había dicho Kanon, esas no eran costumbres de los chicos de bronce que parecían no entender sobre el protocolo, pero hacían su mayor esfuerzo.
—Nuevamente me disculpo por la forma tan grosera en que los hice volver a esta realidad —comentó Saori con voz apagada—, pero no tuve otra alternativa. Como les dije, deseo que apenas logremos vencer a nuestro enemigo todos vuelvan a sus vidas normales, y no, no les haré olvidar otra vez —se apresuró a decir interpretando el silencio de sus santos—. Esta vez quiero que mantengan sus recuerdos intactos, pero después de esto no los haré luchar nuevamente. —Saori alzó la vista, los miró uno a uno detalladamente y reparó en algo—. ¿Rydeen? —Éste la miró sorprendido—. ¿Tu hermana? ¿Por qué no está aquí?
—Mi señora, ella huyó del Santuario hace mucho tiempo. No se siente parte de la orden y no quiere ser una molestia.
—Entiendo, hablaré con ella después. He puesto un campo de fuerza alrededor del Santuario, ningún cosmos maligno entrara a este lugar o por lo menos eso espero. Por lo tanto hay que tener muchas precauciones, quiero que se organicen para que el primer y último templo estén siempre protegidos.
—Esa tarea puede encomendármela a mí, señora —pidió Shion—. Organizaré las guardias.
—Excelente. Por otro lado debemos empezar con un entrenamiento riguroso. Sus habilidades no están pérdidas del todo, pero su estado físico ya no es el de antes, por lo que hay que centrarnos en la resistencia de su mente y su cuerpo, para que como en el pasado, puedan controlar el cosmos. —Saori suspiró aquí venia lo difícil—. Por lo tanto y para acelerar un poco el proceso, Shion, Dohko, Sorrento y Poseidón estarán a cargo de los entrenamientos.
—¿Poseidón? —Se exasperó Seiya—. ¿Saori, estás loca? —Shion le dirigió una mirada furiosa—. Perdón, mi señora, ¿está usted demente?
—¡Seiya! —regañó el patriarca.
—Déjalo —pidió la diosa—. ¿No te parece apropiado entrenar con un dios, Seiya?
—No, si éste nos quiere muertos.
—No exageres, Seiya —intervino Shun—. Si él quisiera matarnos ya lo habría hecho, además, fue él quien nos ayudó en el Inframundo.
—Está bien —aceptó en un resoplido.
—Sé que no todos están de acuerdo con esto, pero es una buena oportunidad. —Como respuesta a las palabras de Saori hubo un largo silencio—. Espero que sus respectivas acompañantes estén cómodas. Sé que no hay mucho personal, pero no puedo fiarme de cualquiera.
—¿Mi señora? —llamó Shaka—. ¿Hay algo adicional acerca de nuestro enemigo?
—Lamentablemente no mucho, estuve repasando en estos días, como ya lo hemos mencionado antes, podría ser un dios, pero nuestro enemigo real siempre ha sido Hades, y dudo que Apolo o Artemisa se hayan tomado tantas molestias para reunirlos a todos y matarlos de un solo golpe.
—¿Qué tal un dios manipulado por un mortal? —aclaró Milo—. Ha pasado antes, y lo que dijo el tipo que atacó a Shaina en Inglaterra fue como si se tratará de una venganza. Alguien nos odia.
—Alguien que odia al Santuario, con el poder suficiente para obligar a un dios a reencarnar en una forma mortal y lograr convencerlo de trabajar a su lado —analizó Saori.
—Para obligar a un dios a reencarnar se necesita mucha astucia y poder —aclaró Shion—. Aunque si soy sincero, en la orden habían muchos que podrían tener ese poder y astucia.
—Todo esto sigue siendo un misterio —ofreció Saori—. Ojala tuviera algo mejor.
—No es su culpa, mi señora —contestó Saga.
—Bueno, descansen esta noche. Mañana empezaremos con todo. De por si fue una gran hazaña que llegaran todos al tiempo a Grecia.
—¡Sí! —contestaron todos.
—¿Kiki? —El aludido giró hacia la diosa—. Quiero hablar contigo un momento.
—Si… si señora.
En lo que todos empezaban a abandonar la sala Kiki se sentía intranquilo por lo que tuviera que decirle la diosa, y su miedo creció aún más cuando Milo pasó por su lado para darle el sentido pésame, aunque sabía que aquello era una broma, no pudo evitar que le afectara.
—Señorita, le pido mil disculpa si tal vez robé dinero de su Fundación —se disculpó el pelirrojo al verse frente a frente con la heredera Kido.
—Lo hacías por una buena causa, ¿no? —comentó ella.
—En algún momento le pedí a varias organizaciones colaborar con suministros o recursos para un par de orfanatos, entre esos, el que yo crecí. Se negaron.
—Entonces tú tomaste los recursos por tu cuenta.
—Le hice un favor a todos —contestó sin inmutarse.
—Me parece que hiciste un excelente trabajo. —Kiki se quedó sorprendido—. Hasta que te atraparon.
—Bueno, sabía que no lograría estar oculto por mucho tiempo —se desplomó.
—No te pongas así Kiki, me han dicho que tienes un buen trabajo y que es legal.
—Sí, pero me limita. No es bueno vivir así.
—Kiki te hice quedar para darte dos opciones. La primera, que te quedes en el Santuario entrenando como todos los demás y luches en mi orden. —Saori miró al muchacho con cautela, pero antes de que este contestara ella continuó—: La segunda, que me ayudes a investigar todo lo posible desde tus conocimientos. Quiero ofrecerte un lugar con todas las herramientas necesarias para que puedas revisar todo lo que necesitemos. Solicito de un buen técnico. No estarás en el Santuario, no hay señal de ningún tipo en este sitio, estarás a las afueras de Rodorio. Pero harás lo que más te gusta.
—¿Contare con toda la tecnología necesaria para cubrir la mayor información?
—Así es.
—¿Y podre investigar y entrar a cualquier lugar?
—Si lo requerimos sí.
—Perfecto, escojo la segunda.
—¿Ni siquiera lo pensaras un poco?
—Cuando el señor Mu, me trajo al Santuario, lo hizo para cuidarme, me enseñó a controlar mi cosmos y mejorar mis habilidades, pero nunca supe si yo estaba destinado a la armadura de Aries.
—No te sientes tan comprometido en batalla, es eso a lo que te refieres.
—Creo que puedo ser de más ayuda usando mis habilidades tecnológicas.
—Perfecto.
X-X
A las afueras de la casa de Capricornio, Shura observaba la entrada con algo de nostalgia y preocupación, Shion quien paseaba por los Templos decidió acercarse para charlar un poco con el español.
—Shura, ya deberías estar descansando. Mañana será un largo día, por esta noche Dohko y yo nos encargaremos de la guardia.
—Sólo quiero contemplar un poco el lugar, creó que lo extrañaba, maestro Shion.
—Entiendo. No quiero ser entrometido, pero si yo fuera a morir mañana trataría de pasar cada segundo con la mujer que amo.
—¿Cree que vayamos a morir mañana? —preguntó con una mediana sonrisa.
—Es una posibilidad, por ello deberías estar con ella y no acá.
—¿Amó mucho a su esposa? ¿La madre de Mu? —Shura observó al patriarca, el santo de antaño no pudo evitar sonreír con nostalgia.
—Más de lo que te imaginas —contestó mirando a lo lejano—. Y aunque fue hace mucho tiempo, no he dejado ni un solo día de amarla. Pero mi posición como patriarca, jamás me impidió estar con ella.
—Lamento haberle hecho recordar. Fui grosero.
—No tienes por qué lamentar nada Shura, fue hace mucho tiempo y hasta el último segundo de su vida yo la hice sonreír y así la recuerdo siempre.
—¿No volvió a estar con nadie?
—No, siento que ir con alguien más es traicionar su recuerdo.
—¿Creé que ella quería verlo así?
—Seguramente no, pero yo prometí amarla sólo a ella, y ella sabe que cumpliré mi promesa. Me alegra ver que ustedes encontraron el amor, y sé que así, como hay parejas muy lindas y unidas, hay otras que están pasando por malos momentos. Tu relación en especial guarda un gran dolor, ¿puedo saber por qué?
—Creí que sabía todo de nosotros.
—Sus movimientos tal vez, no podíamos estar vigilándolos todo el tiempo mientras protegíamos a la diosa. No sé si sepas, pero me enteré mucho tiempo después del matrimonio de Mu, pero no tienes que contármelo si no lo deseas.
—Fue hace mucho tiempo —dijo sin tan siquiera mirarlo, sólo recordó—. Cuando me casé con Antonia, el mundo era perfecto, aunque sus padres intentaron hacer de todo por impedir que nos casáramos. Un amigo nuestro tomó un curso por internet y nos casó en un parque, fue perfecto —sonrió y Shion hizo lo mismo—. Luego compramos una casa. Era grande con un jardín hermoso. Reunimos todo el dinero que podíamos para pagar la cuota inicial, fue difícil, la casa necesitaba muchos, muchos arreglos, pero no nos importaba. Las cosas se nos fueron dando poco a poco, amigos y familiares nos colaboraron con varios arreglos, hasta sus padres. —Shura guardó un amargo silencio, no era fácil para él contar su historia y aún el mayor no entendía por qué—. Nos pasó algo maravilloso; Antonia se embarazó.
Shion contempló el rostro del guerrero. '¿Qué pasó? ¿Dónde está el niño?' Quiso preguntar, pero las palabras no acudieron a su boca, por su lado Shura continuó con su historia:
—Yo conseguí el puesto que quería, era genial, un hijo y un ascenso. Podía darle a mi familia lo que tanto quería. Construí un hermoso lugar para la bebé, no escatime en gastos, quería que todo fuera perfecto para Isabel…
—Shura no tienes que continuar si no lo deseas —aconsejó viendo el agobio en el hombre.
—Quiero hacerlo —dijo tomando un poco de aire—. Cuando llegó Isabel era todo bello, sus ojos color miel, sus manos, su cabello… se parecía tanto a Antonia. Hermosa, pequeña, frágil, pero los problemas empezaron a surgir. Antonia, siempre estaba cansada, yo trabajaba mucho y ella peleaba porque yo no pasaba tiempo con ellas. Descuidé a mi familia maestro. Yo quería más. Si trabajaba más, podría hacerle muchas mejoras a la casa. Isabel y Antonia tendrían un castillo, el lugar que ambas merecían, pero las discusiones me abrumaban y yo… a veces, no quería llegar a casa.
—Shura es normal, son cosas que pasan. Un hijo te agota en muchos aspectos.
—Fue culpa mía —continuó sin prestar atención—. Isabel tenía 4 años. A ella le encantaba correr por el jardín y perseguir mariposas. Había una zanja, una maldita zanja, no muy profunda, ya Isabel había caído en ella. Se raspó la rodilla, Antonia me pidió arreglarlo. Yo dije que lo haría, tenía un buen proyecto, construiría un pequeño patio de juegos en ese lugar, pero siempre lo pospuse. Un día los padres de Antonia fueron a almorzar a la casa, quedé en salir temprano del trabajo e ir por ellos al aeropuerto. Me ocupé y mis suegros llamaron molestos a Antonia. Duraron una hora esperándome antes de aventurarse a tomar un taxi, estaban cansados. Mi esposa me llamó furiosa, molesta y ella no se percató de que Isabel estaba afuera corriendo tras una maldita mariposa. Antonia peleaba y yo me disculpaba, me dijo: ' iré a buscar a Isabel, parece que cayó nuevamente en la zanja, ¿cuándo vas arreglar esa maldita cosa?'. Luego colgó. Yo continué en la oficina como si nada, hasta que recibí una llamada de Oscar, el padre de Antonia y su voz… Lo último que recuerdo es que estaba en el hospital, Antonia lloraba y me decía que era mi culpa, yo le gritaba que la culpa era suya por no estar pendiente de la niña, el doctor salió…
Shura suspiró con fuerza, intentaba vanamente que su voz no se quebrara.
—Isabel murió. Se golpeó la cabeza cuando cayó por la zanja, se golpeó en la cabeza con una maldita roca. Ella murió y sólo tenía 4 años.
—Shura, hijo, lo lamento mucho. No es culpa de nadie, lo sabes.
—No maestro, sí hay culpables. Antonia y yo, somos los únicos culpables de todo. Nosotros le dimos la vida y por nuestra irresponsabilidad la matamos. Sí hay culpables maestro y jamás me perdonaré por no haber arreglado ese maldito lugar y creo que jamás la perdonaré a ella por dejarla sola. Estuvimos dos largos años en terapia. No ha servido de nada, antes de viajar a Londres, Antonia, me pidió el divorcio, pero luego de lo que pasó en la boda de Aioria ella dijo que no quería que me fuera. Creo que tiene miedo de estar sola y de volver a ver la muerte de cerca. No la culpo, yo tampoco quiero eso.
—Shura, si no aprendes a perdonar, no lograras hacer las paces con ella. Tal vez ella no tenga miedo de estar sola, tal vez ella no quiera volver a perder a la persona que ama. Tú eres lo único que le queda del amor que tanto se tenían. Lo que pasó, no fue culpa de nadie, Shura, entiéndelo. ¿Aún la amas?
—Mucho, pero no es fácil mirarla y ver a Isabel en sus ojos, no es fácil nada de esto.
—Todo estará bien Shura, ya lo verás. Tienes que perdonarte a ti y a ella. Isabel no volverá con el hecho de que ustedes se recriminen uno al otro lo que hicieron mal. ¿Crees que Isabel quería verlos así?
Shura sonrió, la misma pregunta, los dos habían amado y perdido, tal vez si Isabel estuviera allí todo sería más sencillo, pero ella se había ido, él no podía seguirla, no por ahora. Antonia era la razón, por la que él aún seguía con vida, ella debía ser su prioridad.
X-X
Saori se adentró por los largos pasillos del Templo de Piscis y no pudo evitar pensar en la última vez que estuvo allí y como su corazón se quebró al encontrarse con el gran rosal del pez completamente quemado y arruinado, ahora, tal vez con el cosmos de Afrodita, aquel viejo rosal volviera a florecer.
—Mi señora —llamó Rydeen, Saori observó al sueco quien se encontraba muy sucio, por lo que pudo deducir que lo primero que hizo el hombre fue revisar sus flores—. ¿Está todo bien?
—Eso te pregunto yo —contestó divertida, Afrodita observó sus ropas y se sonrojó completamente.
—Lo siento. Yo… mis rosas…
—¿Hay algo que podamos hacer por ellas?
—Me parece mucho que su cosmoenergia mantuvo el rosal el tiempo suficiente.
—Hice lo que pude.
—Lo sé, y se lo agradezco mucho. Yo me encargo del resto, no se preocupe.
—¿Seguro? —Afrodita asintió—. De acuerdo. Me gustaría hablar con tu hermana, se la ha pasado evadiéndome todo el tiempo.
—Iré por ella —suspiró, Laila no quería estar en aquel lugar.
Rydeen dio media vuelta y se alejó de la diosa, después de unos segundos el paso delicado de Laila llamó a su atención, la hermosa mujer sostuvo la mirada de Athena para luego sonreír derrotada.
—Supongo que viene a decirme que me reintegre a su orden, pero yo hace mucho que renuncié al Santuario y a mi puesto…
—Te necesitamos —interrumpió Saori con firmeza—. Leí y escuché que eras una guerrera formidable y que no tenías nada que envidarle a tu hermano.
—Apenas y tuve un par de peleas, no sé de dónde sacan algo como eso. Nunca tuve oportunidad de demostrar mi poder.
—Demuéstramelo ahora. Sabes tan bien como todos, que necesitamos de todas nuestras fuerzas para luchar. Eres una guerrera, un santo de Athena y aunque le hayas dado la espalda al Santuario alguna vez, tu deber es luchar por el bien y la esperanza del mundo.
—No me considero digna…
—Lo eres —decretó—. Y necesito que hagas parte de este ejército. Yo te lo ordeno.
Laila desvió la mirada autoritaria de la diosa, al principio le había parecido una simple niña, pero en ese momento, aquella mujer demostraba lo que realmente era: una deidad.
—¿Cuente conmigo? —aceptó inclinándose levemente—. Pero no espere mucho de mi parte, no soy tan buena como mi hermano.
—Sé que lo harás bien. Puedo saber por qué dejaste el Santuario.
—En resumen, tenía un amigo con el que hacíamos muchas travesuras, entre esas descubrir los secretos del Santuario. Hacíamos apuestas por quien sabía más secretos del Santuario. Él descubrió algo que no debía: la identidad del Patriarca, así que lo asesinaron y debido a mi relación con él fui un objetivo. Mi hermano me sacó del Santuario antes de que me mataran y… después de lo que pasó y de la confesión de Rydeen respecto a Saga, yo decidí darle la espalda al refugio y a Athena.
—¿Era tu pareja?
—No, era mi amigo, un buen amigo. Pero si tuve una ligera aventura con Camus en aquel entonces y… vaya… yo también soy un objetivo ahora. —Analizó, no había conocido a Camus por casualidad en ese bar, alguien había hecho que coincidiera con él.
Ya Rydeen se lo había dicho, una persona se encargó de que él y Seika coincidieran, pero esa persona no tenía la certeza de que pasaría algo entre ellos, así que había sido Laila el lazo con los demás.
—Qué bueno que te das cuenta. Eres peligrosa para quien nos acecha.
—Tal vez sólo fui una ficha. Me llevaba muy bien con Marín y tuve una relación muy cortés con Shaina durante mi estancia en este lugar, pero si llegaba a Camus, él estaría cerca de ellas, por lo tanto Camus estaría en la boda. Alguien me puso en el camino de Camus porque sabía de nuestra relación aquí en el Santuario.
—¿Recuerdas si alguien los presentó?
—Sí —contestó ansiosa—. Una compañera de la universidad. Su nombre era Naulen, pero después de que empecé a salir con Camus, no volví a saber nada de ella, bueno, tampoco éramos las mejores amigas.
—¿Recuerdas algo más de ella?
—No.
—Tal vez Camus, lo recuerde.
—Tal vez.
X-X
A la mañana siguiente los entrenamientos empezaron muy temprano y como habían acordado requerían que alguien se encargara de vigilar el primer y último templo, Seiya y Shun fueron los asignados para custodiar Aries.
—¡Es increíble! ¿Por qué nosotros tenemos que quedarnos a cuidar el lugar mientras ellos se van a entrenar? Creo que aún nos subestiman.
—Cálmate, Seiya, recuerda que los entrenamientos de los santos de oro siempre se llevaban en privado. Es bueno mantener las tradiciones, sobre todo para volver a tolerar el ambiente de trabajo.
—Hablas como un psicólogo, Shun.
—Trabajo en un hospital.
—¡Prepárate, Shun! —alertó Pegaso divisando unos figuras a lo lejos que se acercaban con rapidez.
—¿Quiénes son? —preguntó el peliverde cuando los extraños estuvieron más cerca.
—¿Qué? ¿Por qué preguntas eso? Acabemos con ellos de una vez —se indignó el castaño.
—Seiya, no cambias —comentó una de las personas que se acercaba.
—¿Jabu? —reconoció el aludido—. ¡Qué gusto verte! ¡Nachi, Ichi, Ban, Geki! No puedo creerlo. Todos están aquí.
—Es un gusto verte Seiya, Shun —saludó Ban.
—Que alegría —dijo entusiasmado Shun.
—Debemos aceptar que no fue fácil llegar hasta acá —expresó Nachi.
—¿Vienen a quedarse? —preguntó Pegaso.
—Queremos hablar con la señorita Kido. —pidió Jabu.
—¿Pero?
—Seiya, alguno de nosotros no nos quedaremos —comentó Nachi—. Yo tengo una familia a quien cuidar y este no es un lugar para ellos.
—Podemos protegerlos —expuso Andrómeda.
—Queremos hablar con la diosa —impuso con severidad Geki.
—Como quieran. Pasen, saben cómo llegar —escupió Seiya dándoles la espalda.
—Yo voy con ustedes.
—¿Qué haces, Shun? —quiso saber Pegaso.
—Oye, es nuestro deber proteger el lugar y por más que ellos sean antiguos aliados, pueden ser una amenaza. Recuerda que sospechamos de todos en este momento. Quédate aquí Seiya, yo les escoltaré con Athena.
—Haz lo que quieras, Shun. Te tomas todo muy a pecho.
X-X
—Debo decir que me alegra mucho verlos nuevamente, es una lástima que sea en una situación como esta.
—Mi señora —dijo Jabu postrando una rodilla en el suelo mientras los demás hacían lo mismo, ella se encontraba de pie junto al gran trono observándolos con delicadeza—. Para nosotros es un placer estar en su presencia, no importan las circunstancias.
—¿Han venido a quedarse a esta batalla? —preguntó Shion, a su lado Shun vigilaba a los recién llegados.
—No todos, mi señora —se aventuró a decir Nachi—. Lamento decirle que yo no la acompañaré en esta guerra, debo estar con mi familia.
—Podemos protegerla —le recordó Shun.
—Y lo agradezco, pero este no es lugar para mi esposa y mis hijos.
—Te entiendo, Nachi —contempló Saori—. Acepto tu decisión. Sabes que puedes contar con nosotros. Por favor, permite que envié una escolta para ti y tu familia.
—No podría aceptar tal cosa mi señora.
—Vamos, Nachi —interrumpió Andrómeda—, hay una amenaza y nosotros somos el objetivo.
—Estaré bien, se los prometo.
—¿Qué hay de los otros? —preguntó Saori.
—Por mi parte, mi señora, estoy dispuesto a quedarme a su lado —contestó Jabu, siendo secundado por Ichi y Ban.
—¿Geki? ¿Qué hay de ti? —interrogó al único guerrero que se había quedado todo ese tiempo en silencio.
—Yo… —su voz se cortó— quisiera quedarme a su lado, pero… —bajó la mirada y sus ojos se llenaron una terrible tristeza—. No puedo estar al lado de quien me quitó mi vida.
En un movimiento rápido Geki corrió con su puño cerrado hacia la diosa. Un brillo destiló de este, su golpe iba hacia ella, pero un haz de luz atravesó su pecho dejándolo moribundo en el suelo.
—¡No! —gritó la mujer y corrió hacia el hombre mal herido mientras los demás no salían de su asombro—. ¿Shion por qué lo hiciste? —preguntó ella con lágrimas en los ojos mientras intentaba detener la hemorragia del cuerpo del sujeto.
—Mi señora, iba a lastimarla —contestó el mayor.
—Mi señora —pronunció Geki sin fuerza—. Lo lamento.
—¿Por qué? —quiso saber la diosa.
—Mi familia… fue asesinada en nombre de la diosa Athena… mi familia murió —respiró profundo—. Mis dos hijos y mi esposa murieron por su culpa, mi señora, yo… —nuevamente tuvo dificultad para hablar—. Yo no podría estar al lado de quien me quitó lo que más amaba en esta vida.
—Geki, yo lo lamento mucho. —Se disculpó ella entre sollozos, pero él no la escuchó, ya estaba muerto. Por su parte Shion y Shun se pusieron en alerta frente a los otros cuatro.
—¿Qué hacen? —preguntó Saori viéndolos a todos.
—Son una amenaza —contestó Shion.
—¡Claro que no! —respondió Jabu—. Desconocía las intenciones de Geki. Nos encontramos en este lugar, no sabía nada de él, ni de su familia. Vengo con buenas intenciones, señorita Saori, debe creerme.
—¿Nachi aún así quieres irte? —preguntó la chica.
—Sí —contestó éste.
—¿Seguro? Mira lo que le pasó a Geki.
—Sí me señora, entre más me mantenga lejos de este lugar, mi familia estará a salvo.
—Es tu decisión —dijo dándoles a todos la espalda—. Shion, encárgate de ubicar a los otros tres. Prometieron quedarse y confío en ellos.
—De acuerdo —contestó el patriarca aunque no estando muy convencido de todo, para su tranquilidad Sorrento y Julián llegaban al lugar.
—¿Qué fue lo que sucedió? —quiso saber el joven Solo—. Sentí una explosión de cosmos. ¿Les atacaron?
—Intentó atacar a Saori —contestó Shun.
—Ya nos encargamos de todo—aclaró shion—. Usted no se preocupe.
—¿Y que con ellos? —quiso saber Sorrento.
—Yo me encargo —volvió anunciar Shion.
—Me permiten hablar un momento con Athena —pidió gentilmente Solo—. No le haré nada —agregó al verlos a todos indecisos.
—Pueden retirarse —ordenó Saori—. Estaré bien.
Ante la solicitud, todos hicieron como se les pedida dejando al par de herederos en completa soledad.
—¿Cómo es eso que te atacaron, Athena?
Saori suspiró empezaba a tener un fuerte dolor de cabeza:
—Su familia fue asesinada, aparentemente por mi culpa.
—Dime, ¿no habías puesto una barrera?
—Es para que ninguna entidad maligna atraviese —analizó—. Por eso la puse después de que tu entraste.
—Eso no es gracioso. Además, no estoy en tu contra. Ya lo hemos hablado, y según veo, tenemos que reforzar esa barrera, nuestro enemigo puede ser cualquiera.
—¿Nuestro enemigo? —preguntó curiosa.
—Nuevamente te reitero: Estamos juntos en esto. Prometí estar a tu lado. ¿Kanon te dijo algo?
—Pensé que ya habías hablado con él.
—Los entrenamientos los inició hoy el señor Dohko, y únicamente convocó a los dorados. Me parece una estupidez, sí, pero no cuestiono las reglas de la casa. Dicho eso, no me ha sido posible hablar con Kanon.
—¿Qué pasa si él se niega?
—Te seré sincero, Athena, no quiero perder el tiempo. De verdad un guerrero como Kanon servirá a mi causa. Sí dice que no, no cambiara las cosas en este momento. Lo que me dijo el oráculo es real, tú y yo tuvimos el mismo sueño el mismo día. Así que sabemos que hay una amenaza. Por lo que mi promesa de colaborar con tu Santuario seguirá en pie, pero no te aseguro que sea lo mismo en nuestra próxima reencarnación. Te conviene, para evitar futuras guerras, que él acepte mi propuesta.
—Entiendo. Él dijo que sí, pero creo que aún está indeciso. Deberías darle un poco de tiempo.
—Tiempo que no tenemos, pero de acuerdo. Por otro lado considero que los entrenamientos deben de ser equitativos. Seiya y los otros deben entrenar con los dorados. Si es necesario que Dohko, Shion, Sorrento y yo nos turnemos para vigilar los templos. ¿Qué sacas con dejar a un grupo de inútiles vigilando las doce casas si no saben cómo defenderse? Además —prosiguió antes de que Saori hablara—, si estos entrenamientos son privados, ¿qué hacían las esposas de estos hombres en pleno campo de batalla? Creo que los estaban distrayendo; ya sabes, todos querían aparentar ser mejor delante de sus nenas.
—No has podido hablar con Kanon, pero si has estado por ahí merodeando.
—Merodeaba porque quería hablar con Kanon, pero ¿ves lo fácil que fue para mí pavonarme por ahí? Tus guerreros ni lo notaron. Para tu fortuna no sentí ninguna presencia extraña.
—Tal vez si lo notaron, se supone que eres un aliado, así que no hay de qué preocuparse, ¿o sí? No obstante, debo aceptar que tienes razón —suspiró—. En cuanto a las compañeras de mis muchachos, no estoy segura de donde puedan estar a salvo o que pueden hacer.
—No sé, ponlas a lavar o cocinar, a hacer cosas de mujeres —se arrepintió de decir eso después de la cruda mirada de Saori—. No estoy diciendo que las mujeres sirvan sólo para eso. —Una mirada fulminante más—. No es que tengan que hacer cosas domésticas, es sólo que deberían estar haciendo algo más productivo en vez de estar contoneándose por ahí.
—¿Contoneándose?
—¿No las has visto? Muchas de ellas son muy atractivas.
—No Poseidón, creo que no las he mirado bien.
—No te exaltes, sabes que soy un hombre casado.
—¿Qué pasa con Julián? —quiso saber, recordando que desde que lo había vuelto a ver, siempre hablaba con la presencia del emperador de los mares y no con el joven heredero de la familia Solo—. ¿Aún está presente o sólo eres tú?
—Por ahora el joven Julián se encuentra dormido. Estará bien, pero por su seguridad, es mejor que permanezca así.
—De acuerdo, confío en ti, creo.
X-X
Mu salió por un poco de aire fresco, su esposa estaba muy molesta con el estado en el que había llegado. Golpes, moretones y raspaduras no pusieron de buen humor a la pelirroja que se puso furiosa apenas lo vio, sumado al hecho de que hacerla entender lo importante de todo fue una tarea bastante difícil, al final, Gloria había cedido un poco y él como había acordado con los demás, pudo mostrarle los pasadizos ocultos de los templos para que pudiera huir en dado caso. Aquellos largos recorridos eran de uso exclusivo de Athena, el Patriarca y la orden dorada, por lo que mantenerlos en secreto era una de las prioridades de la elite, lamentablemente, y debido a toda la situación tuvieron que quebrantar esa norma. Total, en épocas antiguas, los escuderos y algunos aprendices muy astutos terminaban conociendo aquellos pasadizos. Los misterios del Santuario no permanecían mucho tiempo escondidos y en todo caso, se suponía que después de aquella batalla ellos no volverían a aquel lugar.
—Ojalá fuera tan sencillo —le dijo a la nada, sabía al igual que todos, que abandonar el Santuario y su cargo no sería apropiado, tal vez, con el paso del tiempo tendría que pedirle a la diosa que borrara los recuerdos de Gloria para que pudiera ser feliz y él pudiera custodiar el templo del carnero como se debía.
Una presencia extraña atrajo su atención, alguien caminada lentamente hasta el primer templo, Mu miró sobre su hombro queriendo correr a advertirle a Gloria que tomara uno de los túneles hasta el siguiente templo o el pueblo, pero ya era demasiado tarde, el intruso estaba muy cerca, no podía descifrar que tan poderoso era, pero estaba ahí.
—¿Quién está allí? —preguntó sintiéndose estúpido, pero si en verdad había alguien afuera y éste tenía un poco de decencia, contestaría.
—Mu, que alegría verte —dijo una hermosa mujer de cabellos azules arrojándose a sus brazos.
—¿Lyfia? ¡No puedo creerlo! —comentó mirándola de arriba abajo—. Estás bellísima. ¿Tú eres? —preguntó al hombre que a acompañaba a la asgardiana.
—Frodi, espero que no me hayan olvidado caballeros.
—Claro que no, es que no recordaba tu nombre. ¿Qué hacen acá?
—Vine a traerle algo a la diosa Athena —contestó la chica con dulce voz—. Algo que quizás pueda serviles a todos.
—Genial, los escoltaré con ella —invitó a los recién llegados a seguirle.
—Un momento, Mu —pidió Lyfia dando un rápido recorrido con sus ojos por todos los templos—. ¿Subiremos todas esas escalinatas?
—¿Qué pasa, Lyfia? El ejercicio es bueno para la salud y saludaras a los demás.
—Mu, no quiero parecer grosera. No sabes cuánto me encantaría verlos a todos, pero en serio me urge ver a la diosa lo antes posible. Así que si hubiera una forma de llegar a ella mucho más rápido te lo agradecería demasiado.
—De acuerdo. Estás empezando a preocuparme. Vamos.
Lyfia contestó con una tranquila sonrisa, en lo que Mu los escoltaba hasta el templo siguiendo los viejos túneles, una vez más, aquellos pasajes quedaban en evidencia ante extraños, pero confiaba en la asgardiana, y sus gestos afanados le advertían que ella de verdad requería hablar con Athena de inmediato, por lo tanto después de un par de minutos estaban frente al trono del salón principal
—Lyfia, es un gusto tenerte entre nosotros —comentó Saori acortando la distancia entre ellas.
—¿Cómo es que siguen pasando la barrera? —quiso saber Poseidón observando a los recién llegados y cuestionando la fuerza de la diosa de la guerra.
—Señor Poseidón —ofreció Lyfia con una reverencia—. No tenía conocimiento de que ya se encontraba en el Santuario, por lo que le pido una disculpa. La señora Athena nos dejó pasar apenas advirtió mi presencia. Pero no vengo a charlar sobre eso y lamento ser inoportuna y haber llegado sin avisar. Traigo algo para ustedes que puede ser de mucha ayuda.
—¿De qué se trata? —quiso saber la pelilila. Frodi se acercó a las mujeres sosteniendo un ánfora.
—Este recipiente contiene agua de vida. Agua de los elfos del bosque.
—¿Elfos? ¿Aún hay elfos? —interrogó Kido sorprendida.
—No tantos como antes —contestó Poseidón—. Es una raza que se está extinguiendo lentamente. ¿Cómo lograste obtener ese líquido, niña? Los elfos son muy celosos con sus recursos y el agua de vida es una de las más custodiadas en su comunidad.
—Los Teleri son una raza de elfos que vive en las montañas lejanas de Asgard —explicó Lyfia—. Y durante el tiempo que Andreas estuvo haciendo de las suyas, los recursos de los Teleri se vieron seriamente afectados y de no haber sido por la intervención de Aioria y los demás, la raza entera hubiese desaparecido. El rey Tinghol se encuentra muy agradecido con los santos de Athena, por ello envía este regalo.
—¿Y para qué sirve? —preguntó Saori.
—El agua de vida, reconstruye almas, cuerpos y mentes —explicó la asgariana—. Si los santos beben de ella, podrán recuperar poderes y habilidades de forma más rápida.
—Eso es genial. Ellos están desesperados. Esto es de mucha ayuda —comentó alegremente la griega.
—No es tan fácil, mi señora —le interrumpió Lyfia—. Si el agua de vida es bebida por un mortal normal le provocara la muerte. Este líquido es para aquellos que están más allá de la resistencia humana.
—Eso puede matar a mis santos, ¿para que la trajiste entonces?
—Entiéndelo, Athena —intervino Poseidón—. Nosotros tres podemos contrarrestar los efectos de ese líquido. Entre los tres los trajimos de vuelta, así mismo podemos evitar que mueran. Es una buena opción, no la descartes.
—No arriesgaré tanto. En otra época mis santos resistirían el efecto del agua, pero ahora, son simples humanos. Pueden morir.
—Mi señora —se atrevió a hablar Lyfia—, es una buena oportunidad. Como le comenta el señor Poseidón, podemos mantenerlos vivos. Estoy dispuesta a apoyar en lo que sea como lo hice en el pasado.
—No quiero perderlos ahora. No después de todo lo que hemos hecho. No es fácil.
—Ten un poquito de fe, Athena, prometí estar a tu lado y eso incluye ayudar a los santos en todo.
—Yo también haré mi mayor esfuerzo. No hubiera venido hasta acá con esto sin estar dispuesta ayudar en lo que sea.
—Lo meditaremos esta noche —concilió Saori—. Mañana se lo comentaré a los chicos y ellos tomarán una decisión.
—Lamento informarle, mi señora, que no podemos hacer tal cosa. —Saori miró a Lyfia confusa—. El agua de vida pierde sus componentes 24 horas después de ser sacada de la fuente y me tomo 16 horas llegar hasta acá, así que no tenemos mucho tiempo y conseguir otro poco de este líquido puede costarnos la vida. Como lo mencionó el señor Poseidón, los elfos cuidan sus recursos celosamente, así que no nos darán más como si nada. El rey Thingol puede estar muy agradecido, pero no aceptará que nos aprovechemos de su generosidad.
—¿16 horas? Pudiste comunicármelo antes, hubiera enviado a Shion por ti.
—No quería ponerlos en evidencia. Es mejor hacer las cosas con precaución.
—Arriesgando tu propia vida —espetó Poseidón—. Pudiste estar en grave peligro.
—Con todo respeto señores, yo jamás permitiría que algo malo le pasase a la señorita Lyfia.
—Haces bien Frodi —agradeció Athena—. No tengo muchas opciones, le pediré a Shion que reúna a toda la orden.
Saori dejó caer los hombros derrotada y como esperaba en un par de minutos todos sus guerreros estaban presentes en la sala principal, algunos muy confundidos y otros alegres de poder encontrarse con Lyfia quien los saludó con rapidez y les pidió prestar mucha atención a lo que los dioses tuvieran que decir, al finalizar la explicación la orden entera quedó muda. El Agua de Vida podría ser tan beneficiosa como mortal y no tenían mucho tiempo para pensarlo.
—No están obligados a beber el agua —expuso Saori ante el largo silencio—, y les aseguro que Lyfia, Poseidón y yo, haremos todo lo posible por mantenerlos con vida. Será doloroso, no voy a mentirles, y ya saben que no contamos con mucho tiempo.
—¿Alguien se opone a beber del agua? —inquirió Poseidón con voz firme pasando su mirada por cada uno de los guerreros, pero ninguno protestó—. Ofiucos, Cáncer, ¿se sienten en condiciones para hacer esto? —Los aludidos se miraron uno al otro analizando sus heridas y aunque Shaina se encontraba menos delicada de salud que Ángelo él fue el primero en asentir seguido por ella—. De acuerdo. Entonces podemos deducir que están todos dispuestos a tomar este riesgo, ¿o me equivoco?
Nuevamente hubo un largo silencio y Saori no pudo sentirse más angustiada. Miró a Lyfia y luego a Julián quienes con un gesto de aprobación le demostraban una vez más que estaban con ella.
—De acuerdo —dijo la griega tratando de mantener la compostura—. Hagámoslo.
El Agua de Vida fue vertida del ánfora en vasos de cristal, cada santo tomó uno mirándolo en silencio y con algo de indecisión.
—Bueno, ¡salud! —dijo finalmente Milo rompiendo el incómodo momento y levantó la copa mientras todos hacían lo mismo.
—¡Salud! —contestaron todos en unísono bebiendo de un solo sorbo el contenido de los vasos.
—No está mal —comentó escorpio, pero su vista se nubló y cayó al suelo y uno a uno fueron derrumbándose.
Athena se acercó a ellos. Había cometido un grave error.
Continuará…
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Mil gracias a todos, por pasarse a leer mi historia, les agradezco mucho el apoyo y el animo que me brindan. Un agradecimiento especial a: Goddes Atermisa, Xena1985, Muserato79, Usagui de Andrómeda, smarty26, Nyan-mx, Beautyonly e Ivonne Galvn.
Un abracito, y nos estamos leyendo.
