Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y toda su banda.


Aioros y Lithos hicieron una mueca, los dos tenían una expresión de pena que se borró en cuanto escucharon a Aioria resoplar justo a su lado. Aioros, con el ceño fruncido, le dió un codazo a su hermano menor, quien compuso su expresión de indiferencia por una mueca un poco más amable.

Aioria no pretendía ser grosero, sólo era que no comprendía el escándalo. Al menos no hasta que vió a su madre, sentada frente a ellos, bajar la cabeza para ocultar una expresión triste; sólo fue hasta ese momento en el que se percató de la importancia de lo que estaba ocurriendo, así que fue el primero en tomar la palabra.

—No tienes nada de qué preocuparte, mamá —aseguró, logrando que todos voltearon a verlo—. Ya regresará; antes de que te lo quedaras se la pasaba en la calle todo el tiempo.

—Sí… —Sasha asintió, sin borrar su expresión seria— Es sólo que ya pasó más de una semana… estoy algo preocupada.

—Me sorprende que después de tanto tiempo haya decidido irse, así sin más —comentó Aioros por lo bajo, pensando que nunca se le había ocurrido que eso ocurriera.

Al sumirse en un tenue silencio, sólo interrumpido por el ruido de la televisión que se había quedado encendida cuando los jóvenes llegaron al hogar de Sasha, Lithos miró a la mujer limpiar discretamente una pequeña lágrima con una expresión ceñuda.

—Sasha, ¿tienes fotos de él? —preguntó, levantándose de su lugar con mucha energía cuando la mujer asintió— ¡Perfecto! Entonces lo buscaremos, Aioros tiene razón, si no había escapado antes no tiene razones para escapar ahora, seguramente se perdió.

—¡Es cierto! —Ante la sugerencia de Lithos, Aioros también se levantó, con una sonrisa— Debemos salir a buscarlo; pegaremos carteles en la calle, le diré a Afrodita que haga una publicación para que todos su seguidores la vean…

Ante cada palabra de su hijo, y sugerencias de Lithos, Sasha borraba su expresión triste y preocupada. Desde hacía diez días su gato, el gato que había rescatado del abandono en la casa de sus hijos, había desaparecido. Al principio Sasha había creído que el animalito regresaría, pero el paso de los día sólo hicieron que sus preocupaciones aumentaran ante la posibilidad de que algo le hubiera ocurrido al gato, o peor, que la hubiera abandonado.

Intentando no pensar en esa opción, Sasha le envió a Aioros todas las fotos que tenía de su pequeño minino, y dejó que los jóvenes se encargaran del asunto, tal y cómo ellos le pidieron.

Aioria, en cambio, no entendía nada. No porque no comprendiera el sentimiento de su madre, sino porque no entendía por qué ese endemoniado gato era tan importante, y no sólo para Sasha, sino para sus amigos también.

Aprovechando que eran muchos, Aioros organizó una junta de suma importancia, en la casa de Deathmask, porque había que utilizar el lugar para algo, y les contó lo que ocurría: el gato de su madre había desaparecido.

—Necesitamos publicaciones en Internet, hacer carteles, salir a la calle…

—Una recompensa monetaria de más de tres ceros podría ayudar a encontrarlo rápido —Kanon le dió un codazo a Shaka, quien asintió en comprensión.

—Lithos, envíame las fotos del gato, las compartiré de inmediato —sacando su teléfono, Afrodita se hizo un espacio entre Lithos y Regulus (que había ido sin invitación) para estar más cómodo.

—Voy a hacer una publicación en el grupo de fans de Camus —anunció Shura, también sacando su teléfono—. Apuesto a que tendremos mucha más repercusión; envíame también las fotos, Lithos.

—¿Hay un grupo de fans sobre ti? —Shaka volteó a ver a Camus con confusión.

—Sí, deja le pregunto a la dueña y señora del grupo si puede admitirte —Antes de que Camus pudiera responder, Milo procedió a hacer lo mismo que sus amigos, sacar su teléfono.

Mientras ellos se entretenían en el mundo virtual, el resto comenzó a idear planes sobre lo que podían hacer en la vida real; todos dispuestos a ayudar a Sasha, o algo así. A Aioria no le gustaba ver a su madre triste, por supuesto, pero no entendía por qué el endemoniado gato era tan importante. Podía conseguir otro, uno mejor, uno menos diabólico, Sasha podría también no tener uno; los gatos no eran necesarios, eran malvados. Mejor aún, le compraría otra cosa, un perro, un pez, un ave… cualquier otro animal, menos un gato.

Así que, sin entenderlo, un par de días pasaron y Aioria terminó en la calle, cargando algunas hojas y carteles que planeaban pegarse a lo largo de la ciudad, acompañando al grupo de la zona norte, Kanon, Shaka y Dysnomia.

—Solo digo que la desaparición de esa alimaña no es la gran cosa, ¿no podemos conseguir otro y continuar con nuestras vidas?

—Aioria, si sigues hablando sobre eso voy a tener que golpearte.

Al escuchar a Dysnomia, Aioria volteó a verla con molestia.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Yo la invité —Kanon se detuvo y le entregó la mitad de sus volantes a Shaka—. Nos dividiremos en dos, yo voy con el gato —dijo, guiñándole un ojo a la pareja frente a él—. No se tarden, nos veremos en una hora e iremos a comer.

—Bien, pero antes…

Sin agregar más, Dysnomia tomó uno de los volantes, cortó un pedazo de cinta adhesiva y la utilizó para pegarlo justo en la espalda de Aioria, quien soltó una queja en voz alta al sentir el golpe. Una vez separados, Kanon lo volteó a ver, con un expresión seria, de esas que ponía Saga cuando iba a reprenderlos por hacer algo tonto.

—Aioria, sé que no te llevas bien con... Timasiteo —dijo, leyendo el nombre del gato en el cartel. Al leerlo alzó una ceja, pero no dijo nada—. Pero esto no se trata de él, es sobre Sasha y lo que ella siente, y para tu lamentable suerte, él es importante para ella. Es como si tú te perdieras y a Aioros le molestara que Sasha se preocupara por ti.

Al escuchar a Kanon ahora fue el turno de Aioria de fruncir el ceño. Si bien entendía lo que estaban tratando de decirle, no quería profundizar en ello, sabiendo que si lo hacía lo único que escucharía sería a Kanon comparándolo con un gato. Un molesto y diabólico gato.

Fuera de eso, mientras pegaban carteles y veía a Kanon sonreírle a las chicas en la calle, Aioria recordó la expresión de preocupación y malestar en Sasha cuando la visitaron. Había estado tan ocupado en su odio al gato, y alegría porque desapareciera, que no había meditado en como eso afectaba a otros, en especial a su madre. Para cuando terminaron de pegar sus carteles, y se reunieron para comer, Aioria estaba decidido y determinado a recuperar al malvado gato, costara lo que costara.

Al día siguiente, en casa, Aioria se la pasó pegado a su celular, encendiéndolo cada vez que este emitía un sonido, para saber si alguien había encontrado a la criatura del averno. De vez en cuando también le preguntaba a Aioros si había alguna noticia, intentando no sonar interesado para que nadie sospechara.

Así estuvo a lo largo del día, hasta que, casi al anochecer, Sísifo lo envió al sótano, esperando a que sacara algunas cajas que necesitaban para guardar los adornos navideños que se habían quedado fuera, y que se suponía que Aioria debía guardar desde hacía un mes atrás.

—¿Quieres que te ayude? —le preguntó Regulus cuando estaba camino a la puerta del sótano, justo en las escaleras.

—No —negó Aioria de inmediato, dándole su teléfono—. Quédate aquí, por si alguien llama.

Dicho eso, Aioria continuó hasta llegar frente a la puerta de entrada, donde se detuvo. Después de su traumática tarde encerrado en el lugar, lo que menos le gustaba a Aioria era acercarse, así que pensó en hacer las cosas rápidas, para nunca jamás volver a acercarse (al menos hasta que tuviera que sacar los adornos navideños de nuevo). Respiró profundamente dos veces, y entonces abrió la puerta con velocidad, adentrándose al lugar con los ojos cerrados.

Sólo los abrió cuando escuchó un grito, o un gruñido en realidad. Un gruñido gatuno frente a él le mostró que el monstruo por el que su madre se preocupaba tanto, y que todos buscaban, estaba ahí, frente a él, algo desalineado y molesto.

—Ahí estás, criatura infernal —dijo, poniendo una sonrisa triunfal.

Por respuesta sólo escuchó el chirrido de las bisagras de la puerta y el chasquido de la cerradura.

Estaba encerrado, de nuevo.

Con el gato malvado de su mamá. De nuevo.


Comentarios:

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Dato curioso:

Timasiteo (el nombre del pequeño gato de Sasha) es nombrado así por Timasiteo de Lipara, quien fue un antiguo griego y un arconte, o gobernante, local de la Magna Grecia (nombre dado en la Antigüedad clásica al territorio ocupado por los colonos griegos en el sur de la península itálica y Sicilia). Vivió alrededor del año 400 a.C.

Aunque esta historia, como todas, sigue una línea de tiempo que conecta todo dentro de este universo; las historias que directamente se relacionan con este pequeño pasaje son Gato Encerrado y El Gato de los Lampropoulos.

Esta es la primera de tres partes.