9.-El día del exterminio.

Alastor, desde la perspectiva de Angel, estaba al filo del abismo… ¡Pero puta madre que el maldito venado era un jodido equilibrista!

Era evidente que el demonio ciervo gustaba de Charlie pero Angel ya no sabía si Alastor era despistado o un excelente actor pues, por más que había enviado a Charlie con artillería pesada: vestidos, charlas a solas, noches en de tragos en el bar, un par de cenas privadas en la habitación de la rubia, indirectas (muy directas), insinuaciones y un largo etcétera, el bastardo no cedía.

Y Charlie estaba a punto de rendirse.

El hotel estaba funcionando bien, ya estaban por cumplir un año de funcionamiento y, por tanto, a un día de distancia del próximo exterminio; habían logrado redimir a otros siete pecadores: un par de suicidas, tres drogadictos, una asesina y un estafador; además, el hotel era una zona segura, eso estaba estipulado en el trato que había firmado Lucifer, por lo que los huéspedes estaban fuera de peligro.

Pero eso no era suficiente para Charlie. Ella era consciente que a pesar de sus esfuerzos, cientos de demonios serían eliminados en unas horas y no podía hacer nada para evitarlos.

Alastor, por su parte, seguía con su trabajo como administrador del hotel. Seguía vigilando constantemente a Valentino. El proxeneta, en apariencia, seguía con sus actividades normales, pero Alastor sabía que el demonio polilla estaba quebrado en su orgullo. Por otro lado, Vox había cumplido su palabra y no había regresado a los estudios de Valentino ni lo había vuelto a buscar, Velvet no representaba un peligro, ella solo era una secuaz de Vox y Valentino y si ellos no hacían ningún movimiento, ella no lo hacía.

Por parte de los Von Eldritch, al parecer habían puesto una pausa en sus deseos de obtener nuevos territorios pues en las ocasiones que había enviado a su sombra a vigilar, esta regresaba sin información relevante, solo asuntos familiares que poco o nada le importaban. Y Sir Pentius, el viejo era un hombre de palabra. Se había mantenido tranquilo en su territorio, construyendo nuevos artefactos de destrucción masiva.

Si lo pensaba bien, Alastor era el gobernante de Ciudad Pentagrama: nada sucedía en ella sin que él se enterara. En cuanto al otro extremo de su plan, Alastor se sentía abrumado.

Charlotte estaba demasiado atenta con él y no era que le molestara, era que no sabía cómo sacar provecho de eso. Aunado a eso, sabía lo que las atenciones de la princesa infernal significaban y, tenía que admitir que no sabía si podía manejar la situación.

Desde la noche de las visitas de los Von Eldritch y Rosie, Alastor buscaba una respuesta lógica a su impulso. De no haber sido por la oportuna aparición de Vaggatha en esa habitación, no estaba seguro de lo que pudo haber pasado.

No evitaba la compañía de la princesa, ni había retrocedido, eso no iba con él pero, tampoco se sentía cómodo como para dar un paso más. En cambio, Charlotte parecía querer correr.

Debía admitir que no todo fue incómodo, de hecho, ningún momento con Charlotte había sido incómodo, todo el problema estaba en su mente, cuando se encontraba en la privacidad de su habitación y rememoraba las acciones de la rubia hacia su persona. La convivencia con Charlotte le había sido grata pero, en estos días la había visto decaída. No hacía falta ser un genio para saber que se trataba por el próximo exterminio.

Contrario a la princesa, Alastor estaba entusiasmado por el evento. Esa muestra de brutalidad sin misericordia era su mejor manera de celebrar el inicio de un nuevo ciclo en el infierno, además, le proporcionaba una buena cantidad de carne fresca para llevar a su Villa y así conservar el respeto de los pobladores de la misma.

Son demonios muy leales que le han servido en más de una ocasión.

Ese día en el hotel el ambiente era tenso. Alastor había dado la orden clara que ningún huésped debía estar fuera de las instalaciones del hotel después de las nueve de la noche. El exterminio iniciaría a media noche.

Charlotte había anunciado a través de una transmisión especial en radio, cortesía de Alastor, que el hotel estaría recibiendo refugiados hasta las ocho de la noche, para tener tiempo de poner orden en el lugar y evitar el caos. La princesa infernal buscaba la manera de salvar la mayor cantidad de pecadores posible y el staff le apoyaba con eso.

La joven Magne estaba ofreciendo, además de refugio, comida y bebida gratuita en lo que duraba el exterminio, por lo que Husk y Angel trabajaban marchas forzadas en el bar, atendiendo a toda esa cantidad de pecadores nerviosos que buscaban calmar sus ansias con alcohol, mientras Niffty y sus ayudantes en la cocina hacían lo propio con los que calmaban sus ansias con comida.

Vaggie trataba de enviar a todos los huéspedes oficiales del hotel a sus respectivas habitaciones, para evitar las aglomeraciones en los lugares comunes y pasillos, pero parecía que no soportaban la soledad en sus habitaciones porque de inmediato salían de estas para estar caminando sin propósito alguno por las inmediaciones del hotel.

Alastor había invocado algunas sombras para vigilar todas las entradas y salidas de emergencia, era consciente que muchos cometían estupideces cuando se sentían estresados o bajo una gran presión. El demonio ciervo no comprendía por qué tanto alboroto: ya estaban dentro del hotel, uno de los pocos lugares en el infierno declarado como zona segura, ¿por qué estaban tan nerviosos? Mientras se mantuvieran dentro de sus instalaciones estarían salvando sus patéticas existencias, podían hacer su día a día normal, sin los talleres de redención, podían tomarse ese día como descanso, hacer lo que quisieran ¿por qué perdían la cabeza por algo que ellos ya tenían resuelto?

Las horas pasaban y Alastor hizo una visita rápida a Rosie en Villa Caníbal, dejando su sombra en el hotel vigilando todo lo que sucediera, ya que recordaba que su antigua socia había sido asesinada justo en frente de su negocio en el anterior exterminio y quería asegurarse que su amiga estuviera tomando sus precauciones.

—¡Hola, Rosie! —Saludó Alastor apareciendo en medio del negocio.

Rosie estaba atendiendo a unos clientes, quienes al ver al Demonio Radio, dejaron de hacer lo que estaban haciendo para presentar sus respetos.

—Buen día, mis amigos. Espero estén tomando sus precauciones para esta noche, sería una lástima que no disfrutaran del próximo festín y en su lugar sean el plato principal —dijo finalizando con una sonrisa dentada.

—Buen día señor Alastor —respondió uno de los clientes —sí ya estamos preparados para el exterminio y estamos ansiosos por recibir su benevolente regalo.

—Oh, ¿usted está tan seguro que lo merece que lo espera con ansias, mi amigo? —dijo acercándose un poco al demonio con una sonrisa siniestra.

—No… señor Alastor… yo solo… —comenzó a balbucear aquel demonio, atemorizado por el Demonio Radio.

—¡HA HA! —soltó una carcajada el demonio carmesí, abrazando por los hombros a ambos demonios —es solo una broma, mis amigos ¡siempre será un placer traer alimento a mi querida Villa!

—¿Qué te trae por aquí, querido? —Preguntó Rosie, sus clientes optaron por retirarse para no importunar a su benefactor.

—Evidentemente vine a ver si ya estás preparada para el exterminio, querida. —Respondió Alastor.

—Oh, en todos los años que tenemos en el infierno solo habías venido una sola vez y eso fue en mi primer exterminio, ¿a qué se debe que te encuentres aquí hoy, Alastor? —Decía Rosie mientras comenzaba a cerrar las cortinas de su tienda.

—Me pareció que quizá estarías sentimental debido a que es tu primer año sin Franklin, Rosie… —Respondió Alastor siguiendo con la mirada a su amiga.

—Agradezco tu interés, Alastor, pero me encuentro perfectamente. No entiendo por qué tanto alboroto con el exterminio… solo te mantienes dentro de casa un día, es todo…

—Es lo que pienso yo, pero existen muchos pecadores sin un lugar fijo.

—Escuché la transmisión de la princesa diciendo que el hotel recibirá refugiados, ¿cómo va eso, querido?

—Los pecadores no paran de llegar y en el hotel hay un gran alboroto, nada que no pueda controlar con ayuda de mis sombras.

—¿Y Charlotte? ¿Cómo lo está manejando?

—Charlie ha estado algo decaída en los últimos días y hoy ha estado menos activa que de costumbre —comenzó a explicar el demonio ciervo, Rosie solo elevó una ceja al escucharlo nombrarla por su apodo —desconozco si esa sea su reacción natural cada vez que se aproxima un exterminio pero, no es común verla con esa actitud.

—¿Es preocupación lo que noto en tu voz, querido? —Dijo Rosie terminando de cerrar las cortinas de su negocio y cambiando el letrero de "abierto" a "cerrado".

—No sé a qué te refieres, Rosie. —respondió Alastor desviando la mirada a uno de los trajes exhibidos en uno de los maniquíes.

—Olvídalo, querido. — dijo acercándose al Demonio Radio —Como puedes ver, tu querida amiga Rosie se encuentra perfectamente y solo planea pasar el día leyendo un buen libro, bebiendo té mientras escucho los gritos y lamentos del exterior.

—Me parece perfecto, querida. —Dijo Alastor volviendo a ver a su amiga —¡Bien! Como veo que estás perfectamente creo que debo retirarme a seguir poniendo orden en el hotel. —Dijo apareciendo un portal frente a él. —Me retiro, querida Rosie.

—Gracias por tu visita, bribón —dijo Rosie extendiendo sus brazos para abrazar al demonio ciervo, este aceptó el abrazo —un baile y buena música acallan cualquier lamento, querido. —Le dijo.

Alastor se separó de ella, confundido. Rosie solo se despidió de él con un ademan de su mano.

—Mantente segura, Rosie. —Dijo Alastor antes de entra en el portal.

En el hotel, Charlie veía desde las escaleras cómo los huéspedes y refugiados comían y bebían nerviosos mientras cada cierto tiempo volteaban su vista al reloj del lobby, en el bar, Husk y Angel, junto con algunas sombras de Alastor, hacían malabares para poder atender a todos los clientes.

—Todo saldrá bien, Charlie. —Había dicho la demonio polilla tras la princesa, Charlie dio un respingo al escucharla.

—No todo, Vaggie. Muchos serán asesinados en cuestión de horas… no pude salvarlos… —Dijo cabizbaja.

Vaggie se acercó a la rubia, colocándose a su lado, poniendo una mano en su hombro, a manera de apoyo.

—Mira a tu alrededor, Charlie, mira a cuántos sí pudiste salvar. Mira dónde estás, mira donde iniciaste, el hecho que ellos estén aquí ya es un triunfo. Solo sigue luchando y el próximo ciclo será mejor. —dijo con una ligera sonrisa.

Charlie tomó la mano de la albina y le sonrió. La albina tenía un gran punto, quizá ese año no pudo salvarlos a todos, pero eso lo sabía desde el principio.

—Tienes razón, Vaggie. Gracias. Vaggie… ¿qué vas a hacer en la noche? Me preguntaba si me podías hacer compañía… sabes que no la paso bien… todos esos gritos, lamentos, el caos que se oye… no puedo… no lo soporto… —pidió la rubia con semblante afligido.

—Claro que sí, Charlie. Robaré helados y golosinas de la cocina…. Algunas cervezas —dijo golpeando con su codo las costillas de la princesa —será como antes. No te preocupes, pasaremos una buena noche, ya verás —dijo entusiasmada la albina.

—Gracias, Vaggie. —Respondió más animada la rubia, girándose para poder ver de frente a la demonio polilla —Iré a mi oficina, ver tanto movimiento en el hotel me aturde, dile a Niffty que estaré ahí, ya es casi hora de la cena.

—Con gusto, Charlie. —dijo yendo en dirección contraria a la rubia, con una expresión de felicidad máxima. Y no era para menos: Charlie había recurrido a ella para pasar la noche más complicada para la rubia. Charlie todavía la necesitaba. Y Vaggie no iba desaprovechar la oportunidad.

Charlie, llegó a su oficina, estaba por abrir la puerta cuando esta se abrió y chocó de frente con el Demonio Radio.

—Alastor…

—¿Necesitas algo, querida? —dijo Alastor, sosteniendo la puerta y haciéndose a un lado para que la rubia pudiera entrar.

Charlie entró cabizbaja y se sentó en la silla frente al escritorio. Alastor siguió de pie en la puerta observando a la rubia.

—Todo está bajo control en el hotel, muchas gracias por invocar a tus sombras, sin ellas sería un caos. —dijo recargándose en la silla de forma floja.

—Sabes que siempre es un placer ayudarte, Charlotte —dijo con orgullo el Demonio Radio, Charlie giró su silla para darle la espalda, cosa que no le agradó a Alastor pues odiaba sentir que estaba siendo ignorado y era peor en esa ocasión con Charlie, pues era la primera vez que la rubia no le prestaba atención.

—Alastor… —llamó.

—¿Sí, querida? —Respondió con interés el demonio carmesí.

—¿Podrías cerrar la puerta cuando te vayas?

Alastor tensó su sonrisa por eso. Y sin decir más, se retiró del lugar, cerrando la puerta tal y como se lo había pedido la princesa.

Charlie, al escuchar el sonido de la puerta siendo cerrada, levantó la vista hacia el cuadro de su familia, clavando la mirada en su padre.

—Padre, sé que me amas, sé que harías casi cualquier cosa por mí, si no es que cualquier cosa… sé que siempre has deseado que sea fuerte como mamá y como tú… sin embargo, nunca lograré entender ¿por qué? ¿Por qué si sabes lo mucho que sufro me obligas a hacerlo? ¿De qué manera me ayudará a ser una mejor gobernante, si tú mismo estás en contra de ello? —Dijo con voz quebrada y lágrimas en los ojos —cada año es más difícil que el anterior y este es peor, porque será como autoflajelarme por mi fracaso… padre, ¿eso te complace? —terminó su monólogo con un sollozo, girando su silla para poder recostarse en el escritorio y llorar en silencio.

Alastor había escuchado todo, pues había cerrado la puerta pero no se había ido.

—Es porque tienes que ser fuerte, Charlotte. Naciste para ello… —dijo en voz alta antes de deslizarse como sombra hacia la parte baja del hotel.

A las ocho de la noche en punto, las sombras de Alastor cerraron la puerta principal del hotel, con la orden de no dejar entrar a nadie más, a menos que sean huéspedes comprobados del hotel, estos tenían todavía una hora más para llegar y refugiarse.

Los ánimos en el hotel estaban un poco más calmados, los huéspedes y refugiados charlaban entre sí y algunos paseaban en los jardines con las instrucción expresa que debían ingresar a las instalaciones a más tardar once y media de la noche, pues después de eso, la administración del hotel cerraría las puertas para no volverse a abrir hasta la madrugada del inicio del nuevo ciclo.

Angel y Husk estaban dando las últimas instrucciones a las sombras de Alastor que los cubrirían mientras ellos iban a cenar, una vez hecho esto, ambos demonios salieron del bar, los dos estirándose y tratando de relajar los músculos pues ambos habían estado trabajando sin parar, Husk sirviendo y trayendo alcohol de la bodega y Angel haciendo sus shows preparando las bebidas para el entretenimiento de los clientes.

—¡Qué cansancio! —Dijo Angel mientras seguía estirando sus brazos —¿no crees gatito?

—Hmmp… Esos idiotas solo toman como pretexto el exterminio para aprovecharse de la niña… a este ritmo se quedará sin alcohol para cuando termine…

—¿Alcohol bueno y gratis? Oye, esa es una oferta difícil de rechazar. Además, tú todos los días te embriagas gratis, Husky~ —Dijo Angel con expresión maliciosa.

—Pero solo soy yo, estúpido afeminado —respondió de mala gana el demonio gato —no se compara a las decenas y decenas de demonios que están bebiendo como si no hubiera mañana.

—Pues hasta apenas unas horas, de no ser por nuestra princesita, muchos de esos demonios no tendrían un mañana.

—No sé qué tan bueno sea que estos desgraciados se salven… creo que la niña está cometiendo un error, si estos hijos de puta en verdad quisieran salvarse habrían entrado como huéspedes y no como refugiados… —dijo Husk mirando despectivamente a todos los demonios con los que se topaban en el camino.

—Hmm… tal vez tengas razón, gatito

—Deja de llamarme así —respondió malhumorado mientras ambos entraban al comedor.

Charlie y Vaggie ya se encontraban ahí. A Angel le llamó la atención que Vaggie estaba sentada en el lugar que ahora usaba Alastor y que más que eso, la albina estaba tomando la mano de la rubia de manera cariñosa mientras esta parecía estar perdida en sus propios pensamientos. Momentos después entraron Niffty y Alastor, hubo un breve choque de miradas entre el Demonio Radio y la polilla en la que al final, Alastor simplemente hizo una expresión de indiferencia y tomó asiento en otro sitio en la mesa, Niffty sirvió la cena.

Los demonios comenzaron a cenar en medio de silencios y suspiros de cansancio.

—Sonrisas… —Llamó Angel.

—Dime, Angel —respondió el demonio carmesí.

—¿Te importaría prestarnos un par más de tus sombras? El gatito y yo ya no damos más con la cantidad de demonios en el bar y eso que estoy usando mi tercer par de brazos.

—Haberlo dicho antes, Angel —respondió Alastor antes de dar un trago a su copa de vino mientras chasqueaba los dedos y de él salieron un cuarteto de sombras —amigas —dijo dirigiéndose a las sombras —desde este momento y hasta el cierre del bar estarán bajo las órdenes de Angel y Husker.

—Gracias, venadito —dijo guiñando un ojo —nenas, vayan al bar y ayuden a sus hermanas.

Las sombras salieron del comedor al instante.

—Vaya, con que así se siente ser tú, Sonrisas… —dijo divertido el demonio araña.

—Bastante útil, ¿no Angel? —Respondió Alastor —Por cierto, Charlotte, había olvidado preguntarte si el bar se mantendrá abierto toda esta noche o permanecerá con su horario habitual.

—Permanecerá con el horario habitual —respondió Charlie, quien se había mantenido en silencio durante toda la cena —no estamos celebrando nada. Les di alimentos y bebidas gratis porque sé que con eso se mantienen calmados, llegada la hora se cierra el bar y todos se van a dormir o a hacer lo que quieran siempre y cuando esté dentro de la normativa del hotel. Alastor, por favor ayúdame a que la entrada del bar quede sellada para que ningún huésped o refugiado pueda entrar.

—Con gusto, querida.

Luego de eso, la cena continuó y terminó en silencio. Todos se retiraron para continuar con las actividades restantes.

En el bar, Husk y Angel continuaban atendiendo a los clientes, ya pasaban de las nueve de la noche por lo que la entrada del hotel ya estaba cerrada definitivamente hasta que terminara el exterminio. Niffty estaba con ellos, ayudándoles a meserear junto con las sombras de Alastor. Pasadas las diez de la noche, Vaggie pidió a Husk un par de botellas de Vodka y algunos jugos, Husk, quien para ese entonces ya estaba trabajando como un autómata, solo le entregó el pedido sin hacer pregunta alguna, la albina solo agradeció y salió con las bebidas del bar. Angel, quien había visto todo, se quedó con las ganas de preguntar a la albina qué diablos planeaba hacer con ese alcohol. Minutos después, la vio entrar a la cocina y tomar varias cosas del refrigerador y la alacena para salir con ellas a prisa, de nueva cuenta se quedó con ganas de preguntar, la curiosidad le carcomía pero debía seguir con su show preparando las bebidas.

Minutos después la albina volvió a bajar, esta vez entrando al bar.

—Una margarita —pidió.

—Nena, tengo suficiente trabajo como para prepararle algo a una miembro del staff… ¿sigues en servicio, sabes? —dijo Angel algo molesto, estaba seguro que le sacaría hasta el alma a Charlie por ese día, se sentía molido —Si quieres te doy una cerveza.

—Está bien, afeminado, dame una cerveza —respondió la albina.

—¿Llevaste servicio a la habitación o qué demonios hiciste con el vodka? —Preguntó Angel cuando regresó con la cerveza de la polilla.

—Sí —mintió —al parecer las sombras de Alastor estaban ocupadas y un huésped estaba por armar un escándalo porque ya tenía un buen rato esperando.

—¿Y también quería golosinas? —preguntó Angel mientras preparaba otra bebida para un cliente del bar.

—Sí, solicitó varias cosas —volvió a mentir.

—¿Y el chulo de fresa? —inquirió Angel.

—Lo vi cerca de la salida a los jardines, acompañado por su sombra.

—¿Y por qué no le pediste más sombras? Ya viste que no se negó cuando se las pedí cuando estábamos cenando… —dijo con malicia, no se tragaba eso que Vaggie hubiera hecho "servicio a la habitación".

—Porque no me costaba nada hacer ese encargo, Angel —respondió ya molesta por el interrogatorio del demonio araña —además, estaba desocupada y aburrida.

Luego de eso quedaron en silencio varios minutos en los que la polilla bebía su bebida y Angel seguía atendiendo más peticiones de los clientes.

En el castillo Magne, los reyes del infierno ofrecieron una velada en la que se encontraban en compañía de varios Overlords, entre ellos la familia Von Eldritch, Stolas, en compañía de su hija Octavia y Velvet.

—¿Crees que Charlotte lo hará? —preguntó Hellsa a su hermano, este se encontraba bebiendo y revisando cada rincón de la sala del castillo Magne, nunca perdía la oportunidad de hacerlo, a pesar de conocerlo prácticamente desde su nacimiento.

—¿Por qué no lo haría? —Respondió él, mientras inspeccionaba uno de los adornos —Es una tradición.

—Sí pero ahora ella dirige un hotel para la redención con el único propósito de terminar con los exterminios. —respondió la chica.

—Mientras su objetivo no se logre, ella debe seguir con la tradición. No es algo que ella pueda decidir, es su deber como la princesa.

—Huh… Qué aburrido ser ella —se unió a la conversación Octavia —Nunca entendí su fanatismo por los pecadores… son simples almas sin chiste. Tal vez los únicos interesantes sean los amigos de ella —dijo señalando con la cabeza a Velvet —y el Demonio Radio, fuera de ellos, por mí que desaparezcan todos durante el exterminio. Son como una plaga.

—Concuerdo casi al cien por ciento contigo, Octavia —respondió Seviathan tomando una copa de la mesa y ofreciéndosela a la demonio búho, esta la aceptó —solo agregaría al Demonio Radio entre los exterminados.

—Noto algo de rencor en tu voz, Sevi —respondió con una sonrisa ladina la demonio búho.

—Nada de eso, Octavia. Solo me parece que ese sucio pecador se ha excedido en sus atribuciones creyéndose por encima de demonios originales como nosotros —dijo antes de vaciar su copa —eso, desde mi punto de vista, es inaceptable.

—Sinceramente me da igual, mi padre es el overlord, no yo y él nunca se ha quejado del Demonio Radio —dijo elevando los hombros, restando importancia —y creo que su llegada hizo al infierno un sitio interesante. Incluso extraño las transmisiones de sus masacres. Nos sacaba a todos de la monotonía de este lugar.

—Vaya, Via, ¿es mi imaginación o eres una de esas admiradoras del Demonio Radio? —dijo con malicia Hellsa.

Octavia escupió su bebida y una vena se mostró en su frente, Seviathan se rio divertido por la reacción de la demonio búho.

—Nunca dejarás de decir estupideces, Hellsa —dijo antes de retirarse de los hermanos Von Eldritch, dirigiéndose esta vez hacia el lugar donde estaba Velvet.

Mientras tanto, los demonios mayores se encontraban conversando mientras bebían café.

—Entonces, ¿estás seguro que Charlotte continuará la tradición? —preguntó Bethesa.

—No tengo la menor duda, querida —respondió Lucifer —Charlotte sabe que más que una tradición es su deber como princesa infernal.

—Si mal no recuerdo —comenzó a hablar Frederick —Lilith era la encargada de ello antes de que naciera Charlotte.

—En efecto así era, pero desde que Charlotte tuvo edad ella se ha encargado, porque así tiene que ser —respondió Lilith.

—¿Así tiene que ser? Eso suena muy… ineludible —dijo Stolas, intrigado.

—Porque es así, Stolas. —Dijo tajante el rey.

—Supongo que este exterminio en particular será difícil para la dulce Charlie —dijo Stolas —Es sabido por todos que su proyecto está funcionando.

—Estamos conscientes de ello —respondió Lucifer y, tomando la mano de su esposa continuó —pero conocemos a nuestra Manzanita y sabemos que ella tiene el carácter para hacerlo. Después de todo, es una Magne —culminó con una expresión de orgullo que conmovió a Stolas e incomodó a los Von Eldritch.

Ellos aún no perdonaban que la menor de los Magne hubiera terminado la relación con su hijo. Si había algo que debía ser, era esa unión, y los Magne lo sabían bien.

—¡Ah! Desearía que mi Octavia fuera tan expresiva como Charlie… mi pequeña es maravillosa pero su personalidad es bastante distante, ¡cómo extraño cuando era una pequeña polluela y toda ella era risas y adoraba que su padre estuviera con ella todo el tiempo! —dijo con nostalgia.

—Son etapas, Stolas —respondió Bethesa — mis muchachos han pasado por lo mismo, de hecho, creo que Hellsa aún no la supera del todo.

—Hellsa es un dolor de cabeza para todos, incluso para Seviathan —agregó Frederick.

Los demonios mayores siguieron conversando mientras esperaban que fuera la hora, el reloj de la sala de los Magne marcaba cerca de las once y media de la noche. Ya casi era hora.

En el bar del hotel, las sombras a Alastor y Niffty comenzaron a desalojar el lugar, mientras Husk y Angel limpiaban la barra y sus utensilios. De pronto, escucharon la voz de Alastor por todos los parlantes del hotel:

Atención todos los huéspedes y refugiados del Hazbin Hotel, en cinco minutos todas las puertas hacia los exteriores serán cerradas y no se abrirán hasta el fin del exterminio, por que hacemos el atento llamado de entrar a las instalaciones del hotel. Recuerden amigos: ¡solo cinco minutos o después de eso estarán condenados a desaparecer, HA HA! Pueden disfrutar del exterminio desde la seguridad de sus habitaciones, ¡este año augura a ser un gran espectáculo! También les recordamos que el bar abrirá sus puertas mañana en el horario habitual, sin más por el momento les deseamos un feliz exterminio.

Alastor terminó su anuncio y el hotel quedó en silencio, Solo se escuchaban algunos murmullos de los pecadores que estaban entrando de los jardines del hotel.

—Huh, el hijo de puta está más emocionado por el exterminio que los propios ángeles exterminadores —dijo Husk.

—Maldito raro —dijo Vaggie.

—Oye, plana ¿y Charlie? —preguntó Angel mientras revisaba sus redes en su Hellphone.

—Debe estar preparándose —respondió la albina.

Una notificación se escuchó provenir del teléfono de Angel, este elevó una ceja al leer de qué se trataba y continuó con la albina.

—¿Cómo "preparándose", nena? —Preguntó recargando sus codos superiores en la barra del bar.

—Cuando dé la media noche, Charlie deberá salir a su balcón e iniciar el exterminio.

Husk, Angel y Niffty dejaron de hacer lo que estaban haciendo y miraron desconcertados a la albina.

—¿Cómo que "iniciar"? —Preguntó Angel.

La albina soltó un suspiro y comenzó a explicar.

—Desde que Charlie tiene uso de razón, ella da inicio a los exterminios año con año. Al principio le parecía un juego porque, básicamente era lanzar fuegos artificiales con sus manos hacia el cielo pero, cuando tuvo conciencia de lo que realmente se trataba y se confrontó a sus padres, los reyes solo le dijeron que era algo que ella tenía que hacer para forjar su carácter, que eso la haría más fuerte y no podían evitarlo… Desde entonces Charlie se estuvo preguntando si no había un modo de evitar los exterminios anuales hasta que ideó la idea del hotel.

—Qué triste… —dijo Niffty.

—Eso es una mierda —dijo Husk.

—Este año es especialmente difícil para Charlie. Ella siente que no pudo hacer lo suficiente y qué está siendo una completa hipócrita al refugiar a pecadores mientras ella "celebra" el inicio del exterminio.

—Ahora entiendo —dijo Angel mientras tecleaba algo en su Hellphone.

Husk, Niffty y Angel se miraron afligidos entre sí antes de terminar de limpiar el bar. Apenas terminaron salieron de este y un par de sombras de Alastor se colocaron frente a las puertas del mismo, listas para echar a quienes intentaran abrirlas sin la autorización de su amo. Había algunos pecadores charlando en el lobby y otros pocos cerca de los ventanales del hotel.

—Yo estoy hecho mierda, me iré a dormir —Se despidió Husk.

—Yo también ya iré a dormir —se apresuró a decir la cíclope mientras saltaba al hombro del demonio felino.

—¿Y tú qué harás, plana? ¿También te irás a dormir? —preguntó Angel.

—Sí, también me siento muy cansada por el día de locos de hoy —respondió la albina en medio de un bostezo.

—Pensé que irías a dar apoyo a la princesita —dijo Angel cruzándose de brazos y elevando una de sus cejas.

—A Charlie no le gusta estar acompañada cuando inician los exterminios —se apresuró a decir la polilla, mientras subía las escaleras —Qué tengas una buena noche, Angel, se despidió.

—Igual tú, polilla —respondió Angel con una sonrisa maliciosa —Supongo que no habrá problema si llevo a mi Fat Nuggets. —Dijo para sí mismo mientras se encaminaba a las escaleras.

Por fin llegó la media noche y el reloj principal del infierno comenzó a sonar, hubo silencio total y entonces Charlie salió a su balcón, puntos brillantes en lo alto del cielo se veían, eran los ángeles exterminadores quienes estaban esperando la señal de la princesa del infierno para iniciar. Alastor estaba en su ventanal, esperando con ansias que el espectáculo iniciara. Sonó la última campanada del reloj y Charlie elevó sus manos al cielo.

—Lo lamento… —susurró comenzando a lanzar fuegos artificiales a la par que lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

Apenas terminó de lanzar el último fuego artificial, los ángeles exterminadores bajaron a toda velocidad, dando inicio al exterminio anual. Charlie entró a su habitación y fue testigo de los primeros y desgarradores gritos de horror y agonía de los desafortunados demonios que comenzaron a ser asesinados sin piedad.

Charlie se abrazaba a sí misma sin poder contener su llanto y sin poder detenerse de pedir perdón repetidas veces.

En el castillo Magne, los Overlords brindaban en honor a la princesa, quien había cumplido con su deber y en honor a los pecadores que serían asesinados en las siguientes horas.

—Estás haciéndolo bien, Manzanita —dijo en un susurro Lucifer, viendo en dirección a donde habían surgido los fuegos artificiales.

Alastor escuchaba los gritos y lamentos y era como música para sus oídos, deseaba poder ser testigo de todo ese caos y esa diversión, pero sabía que debía permanecer en el hotel. Umbra revoloteaba inquieto por toda la habitación, llamando la atención de su amo.

—¿Qué pasa, amigo? —preguntó intrigado por el comportamiento de su sombra, el único ser en el infierno que disfrutaba del mismo modo que él el exterminio, era su sombra, y parecía que esa noche no lo estaba haciendo.

Umbra seguía revoloteando en la habitación y se detenía frente a la puerta de la habitación.

—¿Hay algo afuera que deseas que vea, amigo? —dijo dirigiéndose a la puerta de su habitación, Umbra revoloteó de nuevo. Alastor abrió la puerta y el pasillo estaba vacío y en silencio… o en casi en silencio, pues, se alcanzaban a escuchar unos gimoteos provenientes de la habitación frente a la suya, es decir, la habitación de Charlotte.

Umbra revoloteó sobre la puerta de la habitación de Charlotte. Alastor salió de su habitación y se mantuvo de pie en medio del pasillo, observando la puerta frente a él y a su sombra revoloteando frente a esta.

—Vuelve… —ordenó, Umbra se detuvo y se quedó estática sobre la puerta de la rubia —he dicho, vuelve —ordenó de nueva cuenta el Demonio Radio con una expresión molesta, Umbra no tuvo más remedio que obedecer a su amo y volvió a su cuerpo.

Alastor siguió de pie en medio del pasillo, observando aquella puerta, escuchando los gimoteos que sin lugar a dudas, provenían de Charlotte. Repentinamente Alastor dio un paso más, el único que hacía falta, tomó el pomo y abrió la puerta. Se encontró con la imagen de Charlotte frente a su ventanal arrodillada, abrazándose a sí misma, observando el caos en Ciudad Pentagrama mientras lloraba en silencio, o por lo menos eso intentaba.

Alastor quedó hipnotizado por la bella imagen de ver el infierno literalmente ardiendo mientras con Charlotte en medio de todo. Era el equilibrio perfecto entre el caos e impiedad del infierno y la misericordia y bondad propia de la hija de un ángel caído.

—¿Crees que lo estoy haciendo bien, Vaggie? —Preguntó la rubia sin voltear a ver hacia su puerta, ella esperaba a la albina, después de todo, le había pedido que pasara la noche con ella —¿Crees que soy lo suficientemente fuerte, como lo desea mi padre?

—Lo eres, querida —respondió Alastor caminando hacia ella. Charlie dio un respingo al escuchar la voz de su socio, girándose a verlo, sorprendida.

—Alastor… —dijo poniéndose de pie lentamente y tratando se limpiarse las lágrimas. Alastor siguió su camino hasta quedar frente a la rubia.

—Y lo estás haciendo bien, Charlie —dijo el Demonio Radio —no creo que el Rey Lucifer sea ciego ante eso.

Charlie lo miró un par de segundos y, sabiendo que estaba siendo iluminada por el brillo de los ojos de Alastor, trató de aguantar el llanto hasta que le fue imposible al escuchar un potente grito desgarrador, seguramente un demonio había sido asesinado frente al hotel. La princesa rompió en llanto y se arrojó a los brazos del Demonio Radio. Alastor se tensó un par de segundos antes de corresponder al abrazo con gentileza y comenzar a acariciar el cabello de la rubia. Otro grito hizo estruendo en la habitación y la rubia afianzó su agarre al demonio carmesí. Entonces Alastor comprendió que Charlie no soportaba aquello.

"Un baile y buena música acallan cualquier lamento, querido."

Recordó.

Con la mano con la que estaba acariciando el cabello de la rubia chasqueó los dedos y apareció un megáfono, del cual comenzó a sonar una melodía de jazz. Alastor conocía esa canción gracias a Rosie y le pareció la canción perfecta para el momento, Charlie se separó del cuerpo de Alastor al escuchar la música y el Demonio Radio la tomó por la cintura, llevando una de las manos de la rubia hasta su hombro y tomando la otra, comenzando a bailar al con el suave ritmo de la música.

—Alas…

I don't want to set the world on fire

Y, para sorpresa de la rubia, el Demonio Radio comenzó a cantar para ella, viéndola a los ojos, mientras bailaban.

I just want to start a flame in your heart…

Charlie abrió más sus ojos, sorprendida en primera por lo bien que cantaba y, sobretodo, la letra de la canción.

In my heart I have but one desire
and that one is you, no other will do….

I've lost all ambition for worldly acclaim
I just want to be the one you love
and with your admission that you'd feel the same
I'll have reached the goal I'm dreaming of, believe me…

Charlie sintió su corazón saltar en su pecho y se abrazó al Demonio Radio, este recargó gentilmente su barbilla en la cabeza de la rubia y siguió cantando.

I don't want to set the world on fire
I just want to start a flame in your heart…

I dont't want to set the world on fire, honey
I love you too much…

Charlie se abrazó más al Demonio Radio y dibujó una pequeña sonrisa en sus labios y sus lágrimas de angustia, comenzaron a ser de alegría absoluta.

I just want to start a great big flame down in your heart
You see, way down deep inside of me, Darling
I have only one desire
and that one desire is you
and I know, baby, ain't nobody else gonna do…

Charlie se separó de nuevo de Alastor, el demonio carmesí bajó su mirada para ver de nuevo a los ojos a la princesa infernal y continuó cantando con expresión dulce, mientras la rubia sonreía enamorada.

I've lost all ambition for worldly acclaim
I just want to be one you love
and with you admission that you'd feel the same
I'll have reache the goal I'm dreaming of, believe me…

I don't want to set the world on fire
I just want to start a flame in your heart…

El canto de Alastor fue culminado con un tierno beso en los labios de la princesa, beso que fue buscado por ambos. Con un ademán de la chica, la puerta fue cerrada y ambos siguieron bailando durante unos minutos las canciones que estaban grabadas en el disco que sonaba en el megáfono. Al otro lado de la puerta, un demonio araña abrazaba brindando consuelo a una demonio polilla que lloraba desconsolada.

Algunos minutos atrás…

Vaggie caminaba con las cosas que había sacado del bar y la cocina en una mochila colgada a su hombro. Ya habían pasado un par de minutos desde que el exterminio había iniciado, así que era momento de ir a la habitación de Charlie. Estaba a un par de puertas de distancia cuando una voz conocida la detuvo.

—¿Vas con prisa, plana?

Vaggie dio media vuelta y se encontró a Angel Dust vestido con su pijama, cargando a su cerdito mascota que estaba dormido.

—¿Qué quieres, Angel? —Preguntó malhumorada la albina.

—Tal vez quieras que te acompañe —respondió con una sonrisa burlona, luego posó sus ojos en la mochila que cargaba —¿otro servicio a la habitación?

—No es de tu incumbencia, araña. —respondió dándose media vuelta, retomando su camino, Angel la siguió de cerca.

—No sabía que a la princesita le gustara el vodka, usualmente pide cosas más suaves cuando va al bar —decía —oh, sucia tramposa, ¿no me digas que planeabas embriagar a la dulce Charlotte para propiciar una reconciliación? Con razón terminaste en el infierno —terminó con una risa.

—Cierra la boca Angel, ¿no tienes nada qué hacer? La habitación de Husk está en el piso de abajo…

—A dos puertas de la mía, lo sé nena pero, hoy me toca ser un buen amigo y la princesa me necesita —dijo adelantándose a la polilla y poniendo su Hellphone frente a ella —resulta que Charls me invitó a su pijamada porque necesita el apoyo de sus mejores amigos —dijo mostrando los mensajes de chat en los que Charlie lo invitaba a pasar la noche en su cuarto, mensajes enviados cuando Angel se encontraba terminando de limpiar el bar. —Creo que malinterpretaste las cosas, plana.

Vaggie agachó la mirada avergonzada… ¿En qué diablos estaba pensando? Y, ¿qué tan egoísta de había vuelto que pensaba en aprovecharse de la vulnerabilidad de Charlie esa noche? Angel tenía razón: merecía estar en el infierno.

—Hey —dijo Angel poniendo una de sus manos en el hombro de la polilla —No te juzgo, nena. Solo creo que lo que Charls necesita esta noche es un par de buenos amigos, ¿no? Por lo que nos dijiste, es una situación bastante jodida para ella, así que, vayamos a levantar ese ánimo, ¿sí?

Vaggie sonrió y quitó la mano del demonio araña de su hombro.

—Parece que le has tomado mucho cariño a Charlie —dijo la albina reanudando el camino en dirección al cuarto de Charlie.

—¿Qué puedo decir? La chica es adorable —dijo con simpleza Angel.

A medida que se acercaron, comenzaron a escuchar música antigua proveniente de la habitación de la rubia. Al llegar, la puerta estaba abierta y al mirar hacia adentro, se encontraron con la sorprendente (y dolorosa, para Vaggie) imagen de Alastor y Charlie bailando al ritmo de la suave música y no solo eso, el Demonio Radio estaba cantando mientras ambos demonios intercambiaban miradas dulces y sonrisas bobas.

Angel miraba orgulloso aquello, la princesa lo había logrado: había enamorado al Demonio Radio… o eso parecía, pero, ¿Qué otra cosa podría ser, si no amor, si ahí estaba el demonio carmesí cantando semejante canción?

—Son… tan… lindos… —dijo a punto del llanto por la emoción pero un sollozo a su lado lo hizo salir de su ensoñación.

La demonio polilla los veía mientras intentaba aguantar el llanto.

Oh, no. Pensó con pesar el demonio araña.

Se giró hacia la albina con la intención de apartarla de ahí, para que dejara de torturarse y entonces la canción terminó y fue testigo del beso más tierno jamás visto por sus ojos al tiempo que estaba seguro de haber escuchado el corazón de la albina romperse.

Presente.

—¿Quieres ir a mi cuarto a vaciar esas botellas, nena? No te preocupes, no te molestaré… sé lo jodido que es estar así. —Decía el demonio araña, dando suaves golpecitos en la cabeza de la polilla.

Dentro de la habitación, Alastor y Charlie seguían bailando abrazados, hasta que la última canción del disco terminó y ambos se separaron.

—¿Te encuentras mejor, querida? —Preguntó Alastor sin soltar su agarre de la cintura de la princesa.

—Mucho mejor —respondió Charlie, llevando las manos entrelazadas de ella y Alastor hasta su mejilla.

—Me alegra, Charlotte —dijo comenzando a soltar su agarre tanto de la cintura como de la mano de la chica —Creo que ya debería dejarte descansar…

—Alastor —dijo la rubia rodeando el cuello del demonio carmesí con sus brazos, evitando que se alejara —dime que lo que acaba de ocurrir no es uno de tus juegos.

Alastor desvió la mirada, incómodo. Para ser sincero, él tampoco estaba seguro de lo que acababa de ocurrir.

—Por favor, sé sincero, Al —escuchó la súplica en su voz —si me dices ahora que ha sido un juego tuyo, te prometo que no me enojaré… en cambio, si ha sido real…

—Si ha sido real, ¿qué Charlotte? —preguntó volviendo su vista a la chica.

—Si ha sido real, debo decir que siento lo mismo por ti… desde hace tiempo —respondió ruborizándose por completo.

Alastor desvió de nuevo la mirada. Sabía que desde hace tiempo había planeado llegar a esto con Charlotte pero no le gusta la manera que lo hacía sentir: inseguro. Y, sin embargo, era consciente que el tacto de Charlotte le era agradable, más que agradarle, le gustaba y que además, muy dentro de sí, deseaba volver a sentir el tacto de los labios de la rubia sobre los suyos.

Y no sabía por qué.

Y eso era lo que le molestaba: el últimamente no estar seguro de nada cuando se trataba de ella.

—Alastor —exigió una respuesta la rubia.

—Es real —respondió por impulso —es real, Charlotte.

Charlie no esperó más y se abalanzó de nuevo sobre los labios del Demonio Radio. Alastor no sabía cómo responder. El contacto le gustaba pero Charlie movía sus labios de manera extraña y él, de algún modo estaba seguro, que él no estaba haciendo las cosas bien. Charlie se separó del demonio carmesí y comenzó a reír.

—Alastor, no sabes besar —dijo con ternura, Alastor desvió la mirada y Charlie podía jurar que vio cómo sus orejas se bajaron por su comentario.

—Nunca estuve interesado en estas cosas, Charlotte —respondió con su vista fija en otra parte de la habitación.

Charlie lo veía con dulzura, estaba por decirle algo cuando un grito proveniente del exterior la hizo recordar en qué momento se encontraba. Alastor notó el cambio de ánimo de la rubia y con un chasquido encendió el megáfono de nuevo, haciendo que la música inundara la habitación de nuevo, ahogando los sonidos del exterior.

—Alastor… —llamó la rubia.

—¿Sí, querida? —respondió el demonio carmesí, posando su mirada de nuevo en la chica.

La rubia sentía que su rostro estaba por reventar de la vergüenza, pero aun así se armó de valor y preguntó.

—¿Podrías quedarte esta noche conmigo?

Vaggie lloraba en la cama de Angel mientras este le daba algunas golosinas a Fat Nuggets y tomaba Vodka directo de la botella.

—No es como si fuera algo taaaan inesperado, nena… A Charls se le notaba que derramaba miel por el venadito desde hace tiempo… —decía, Vaggie seguía abrazada a la almohada, llorando —Plana, ustedes dos terminaron hace meses… sé que es difícil pero tienes que aceptar que la chica ya no siente nada por ti.

—Lo que no entiendo es por qué él Angel… Ya lo había sospechado y hace tiempo Charlie me confirmó que estaba atraída por él… pero no es lo mismo saberlo a verlo… —decía entre sollozos.

Angel sintió lástima por la chica y destapó la otra botella de Vodka.

—Hey, ya es tiempo que dejes de mirar lo que fue y pudo ser y empieces a mirar lo que es y será —dijo entregándole la botella, Vaggie levantó la mirada y tomó la botella de mala gana.

—Eres el peor consolando, ¿sabías?

—Lo sé… sería tan útil si Che… ¡MALDITA SEA! —gritó, asustando a su cerdito y desconcertando a la albina.

—¿Tan rápido se te subió el vodka? —preguntó escéptica.

—¡No, no! ¡Por estar en el bar olvidé llamarle a Cherry! —decía mientras buscaba en su Hellphone hasta que finalmente hizo una llamada.

Angel daba vueltas en su cama mientras esperaba que la llamada fuera respondida.

—¡Tetas de azúcar! ¡Sigues viva!

Angel siguió hablando un par de minutos por teléfono hasta que colgó. Soltó un suspiro de alivio.

—Supongo que esa "tetas de azúcar" es la misma con la que pusiste en ridículo a Charlie hace un año… —dijo Vaggie.

—Cherry es mi mejor amiga —dijo Angel tomando asiento de nuevo en su cama —me muero si le pasa algo…

—¿Y ella está bien? ¿Está en un lugar seguro?

—Me dijo que está encuartelada en su casa… sé que no es estúpida como para salir en medio de un exterminio pero, desearía que estuviera aquí, eso me haría sentir más seguro… —dijo antes de tomar un trago a su vodka — iré a verla en cuanto esto termine.

—En serio la quieres —dijo Vaggie tomando asiento a su lado —Angel, cuéntame cómo la conociste.

Angel y Vaggie comenzaron a hablar de cómo fueron sus primeros días en el infierno, mientras bebían vodka y comían golosinas.

En el castillo Magne, los reyes se retiraron a dormir a sus aposentos mientras sus invitados hicieron lo mismo en sus respectivas habitaciones asignadas.

En una casa de Villa Caníbal, una Overlord dormía con ayuda de un antifaz y música suave que sonaba a través de su vieja radio.

En Ciudad Pentagrama, Cherry Bomb caía dormida de cansancio, con la seguridad que ningún ángel exterminador se podría acercar a ella, pues tenía cientos de bombas plantadas en los alrededores de su casa.

Por otro lado Sir Pentius, dormía plácidamente, pues tenía un bunker construido específicamente para los días de exterminio.

Valentino se embriagaba dentro de sus estudios y Vox veía infomerciales en su apartamento en algún punto de la ciudad.

Finalmente, en la habitación de la princesa Magne, un demonio ciervo y una súcubo yacían recostados lado a lado, el demonio con la vista al techo y la súcubo recostada sobre su costado, mientras le observaba con música de los años 20, 30 y 40 sonando de fondo. La súcubo se acercó con timidez hasta quedar pegada al cuerpo del Demonio Radio, llevando una mano al pecho de este, comenzando a sentir cómo pronto iba a caer dormida.

Alastor bajó la mirada y pudo ver a la princesa dormir tranquila. Con cuidado, pasó uno de sus brazos por debajo del cuerpo de la rubia y la abrazó para pegarla más contra él. Su música dejó de sonar y los gritos de afuera inundaron la habitación, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro y finalmente cayó dormido.

Umbra se desprendió del cuerpo de su amo, y, por voluntad propia, cubrió el cuerpo de su amo y el de la princesa con una manta para después echarse a los pies de la cama, durmiendo casi al instante.