Capítulo 10. Un nuevo ciclo.

Alastor había despertado y pudo ver que Charlie seguía durmiendo plácidamente con su cabeza y una de sus manos recargadas en su pecho mientras él la rodeaba con uno de sus brazos.

El Demonio Radio recordaba lo sucedido la noche anterior y fuera de la impresión inicial de su propio actuar, ahora sonreía con satisfacción por lo que estaba logrando. Con cuidado de no despertar a la rubia se levantó de la cama y salió de la habitación para dirigirse a la suya. Umbra al escuchar los pasos de su amo regresó a él. En su habitación, Alastor tomó un baño rápido mientras se mentalizaba para lo que venía.

Por su parte, Charlie despertó y de inmediato sintió la ausencia del Demonio Radio, estaba por entristecerse al creer que Alastor la había dejado en algún momento de la noche o incluso en cuanto la vio caer dormida, pero, al notar el calor en el lugar que Alastor había estado y que su aroma todavía seguía presente, concluyó que el demonio llevaba poco de haberse retirado.

Era una lástima, le habría encantado haber despertado con él a su lado pero, seguramente Alastor ya se estaba preparando para ese nuevo día en el hotel, sobre todo tratándose del día del exterminio y que el hotel estaba ocupado muy por encima de su capacidad.

La mañana era tranquila. El caos de Ciudad Pentagrama era menor que en la noche, aunque eso no significaba que el exterminio no estuviera ocurriendo. Se desperezó y salió de su cama, había dormido con su ropa de trabajo y necesitaba tomar un baño.

Al realizar su rutina matutina, la joven súcubo bajó y se encontró con un ambiente muy diferente al día anterior. Los pecadores estaban casi en silencio, los pocos que charlaban unos con otros lo hacían casi en susurros y el ambiente se sentía pesado. Niffty, con sus ayudantes y las sombras de Alastor repartían el desayuno. Todavía era temprano por lo que Angel, Husk y Vaggie debían seguir dormidos. La princesa infernal saludó y estuvo preguntando a los pecadores si necesitaban algo, la mayoría respondía amablemente que no, otros prácticamente exigían que el bar fuera abierto pero la princesa lograba zafarse de esas situaciones incómodas. A la hora del desayuno, el staff del hotel bajó, dirigiéndose a sus respectivos lugares en el comedor, Charlie estaba por entrar al comedor cuando Alastor apareció frente a ella, dándole la espalda, la rubia llamó su atención tocándole con algo de timidez su hombro, el Demonio Radio se giró un poco y miró a la rubia quien estaba con una sonrisa nerviosa y sus mejillas sonrojadas.

Alastor se giró por completo y se dirigió a la rubia, al estar lo suficientemente cerca, se inclinó y depositó un beso en una de las mejillas de la rubia.

—Buenos días, querida —dijo antes de erguirse de nuevo para colocarse a su lado y ofrecerle su brazo.

La rubia lo aceptó gustosa y entraron juntos al comedor. Husk los miró con extrañez, más por el hecho que la princesa infernal parecía cohibida y Alastor, en cambio, tenía una sonrisa que el demonio felino conocía muy bien. Angel y Vaggie seguían platicando entre sí hasta que ambos notan la entrada de los demonios dirigentes del hotel. El Demonio Radio retiró la silla de la princesa para que ella pudiera sentarse y luego tomó asiento en su lugar. Niffty apareció con algunos ayudantes los cuales sirvieron el desayuno. El demonio araña se abstuvo de hacer algún comentario, moría por hacerlo pero había pasado buena parte de la noche consolando a la polilla y sabía lo afectada que estaba, Vaggie, por su parte, intentaba concentrarse en su desayuno pero no podía evitar voltear a ver en dirección hacia la rubia y el demonio carmesí.

Alastor estaba como todos los días, Charlie era quien parecía no poder despegar su vista de él. Al terminar el desayuno, los demonios integrantes del staff en lugar de iniciar con las actividades habituales, es decir, los talleres de redención, estuvieron haciendo rondas a lo largo y ancho del hotel, vigilando que las cosas no se salieran de control.

La mañana pasó tranquila, por momentos se escuchaban los gritos fuera del hotel pero por dentro las cosas estaban en orden. Charlie dio permiso a Husk y Angel de abrir el bar a la una de la tarde, pues notaba aburridos a los refugiados.

La súcubo subió a su oficina, al poco tiempo el Demonio Radio hizo su aparición.

—Sabía que vendrías —dijo la rubia.

—Me parece que tenemos una importante charla pendiente, querida. —Respondió Alastor mientras se encaminada a uno de los asientos frente al escritorio y con un gesto invitó a la chica a tomar asiento en la silla principal del escritorio. Charlie sonrió y se dirigió hacia el asiento señalado por el Demonio Radio. —Las damas primero, Charlotte —dijo recargándose cómodamente en la silla, expectante a lo que la chica tenía que decir.

—No tengo mucho que decir, Alastor… Ya te lo dije anoche, me gustas… —dijo la rubia, con una sonrisa nerviosa.

—Supongo que eso es suficiente. —dijo Alastor poniéndose de pie dirigiéndose a la salida.

Charlie se puso de pie sorprendida por la actitud del Demonio Radio.

—¿Cómo que eso es suficiente? ¿No tienes nada que decir? —Dijo con algo de molestia, mientras rodeaba el escritorio tratando de alcanzarlo, Alastor ensanchó su sonrisa y se giró para verla, negó con su cabeza divertido mientras se acercaba de nuevo a la rubia, Charlie sentía como su molestia aumentaba: primero él decía que tenían una conversación pendiente y después solo se retiraba luego de escuchar una simple frase, ¿se estaba burlando de ella?

—Oh, querida, ¡podría decirte tantas cosas! —dijo antes de tomar entre sus manos el rostro de la rubia de manera cariñosa y verla directamente a los ojos, Charlie se sonrojó al máximo por la acción del Demonio Radio —pero… si te fijas en la manera en la que te miro, ya deberías saberlo todo. —Culminó dando un beso en la frente de la rubia —¿Eso responde tu pregunta, Charlotte?

Charlie no pudo contener su emoción y tomó repentinamente el rostro del Demonio Radio para besarlo, tomándolo por sorpresa. Umbra se desprendió del cuerpo de su amo y revoloteó a su alrededor.

El beso, como los anteriores, era torpe. A Charlie le daba ternura el pensar que ella era la dueña de los primeros besos del Demonio Radio. Para la rubia no había dudas: Alastor también estaba enamorado de ella. Era evidente que él no era la clase de demonio que lo diría abiertamente pero sus ojos rubíes hablaban por él y esa canción que le había cantado, juraba que había sido creada para que de algún modo, algún día, fuera interpretada por él para ella.

Debía ser el destino.

Alastor, por su parte, trataba de seguir el ritmo de la rubia. Todavía se sentía ofendido por el comentario hecho por la chica la noche anterior acerca de su torpeza al besar. Cuando la rubia se separó de sus labios, inmediatamente abrazó emocionada al Demonio Radio.

—Sí, eso responde mi pregunta, Al. —Le había dicho.

En el castillo Magne, Lucifer y Lilith charlaban en el despacho con los Von Eldritch mayores.

—Ha pasado casi un siglo y no hemos visto intensiones suyas de hacer que Charlotte retome el compromiso con Seviathan —decía Bethesa.

—Sabemos que tenemos una eternidad por delante pero, nosotros preferiríamos que las cosas se resolvieran cuanto antes. —Agregó Frederick.

—No entiendo cuál es su prisa —comenzó a hablar Lilith —lo que tiene que ser, será.

—Además, sé de buena fuente que Seviathan aún no está satisfecho con su vida de soltero. Dudo mucho que pueda hacer honor a su título de príncipe consorte. —Dijo Lucifer mientras servía un par de copas de vino, una para él y otra para Frederick.

—Te aseguro, Lucifer, que mi hijo una vez casado con Charlotte, él respetará a tu hija y el compromiso. —Dijo Frederick recibiendo la copa que le ofreció el ángel caído.

—¿Así como lo respetó hace 100 años? —Dijo con ironía el soberano del infierno.

—Estamos conscientes que la unión de Charlie y Seviathan es inevitable, pero eso no significa que haremos que nuestra hija sufra por la inmadurez del suyo —dijo Lilith — fue un error presentarlos tan jóvenes, mi hija no estaba lista para lidiar con los demonios como Seviathan y el suyo no estaba listo para hacer honor a un compromiso como ese. Y, como dijo Lucifer, tenemos conocimiento que sigue sin estarlo.

—Nosotros, Lilith, nos hemos mantenidos informados también y estamos al corriente que Charlotte actualmente tiene una relación con una demonio polilla. —Dijo Bethesa.

—Me parece que debes cambiar de informantes, querida Beth. —Respondió la súcubo —Charlotte, en efecto, mantenía una relación con una pecadora común y corriente, sin embargo esa relación terminó hace un tiempo. Además, Charlotte puede relacionarse con cuanto demonio desee, así como lo hace su hijo. Ella es consciente de su lugar en el infierno y sabe que tarde o temprano deberá contraer nupcias con un demonio original.

—No con cualquier demonio original, con Seviathan —puntualizó Frederick.

—Nos parece que, por el propio bien del compromiso, no debemos poner sobre aviso a nuestros hijos. —Dijo Lucifer. —Charlotte terminó muy dolida con Seviathan y dudo mucho que incluso para este tiempo ya haya olvidado todos los malos momentos que dice le hizo pasar, por lo que Lilith y yo preferimos y a la vez les sugerimos a ustedes que dejemos que el tiempo haga su trabajo con ambos para propiciar un nuevo acercamiento. Créanme que estoy tan interesado como ustedes en que ese matrimonio se lleve a cabo, eventualmente.

—Bien, confiemos en que el tiempo haga su trabajo —concluyó Frederick.

Los hermanos Von Eldritch, Octavia y Velvet mantenían su propia conversación.

—Velvet, ¿qué nos puedes decir del tu pelea con el Demonio Radio? —Preguntó Seviathan.

La demonio bufón rodó los ojos y comenzó a hablar aburrida.

—Alastor es un demonio al que no hay que joder. Para ser sincera, el hijo de puta nunca se tomó en serio la pelea.

—¿Eso crees? —Preguntó interesada Octavia.

—Pudo haberme asesinado con sus tentáculos, sus sombras me mantenían muy ocupada y Vox no era de mucha ayuda. Alastor se contuvo, no sé por qué.

—Por Charlotte. —Respondió Seviathan. —No sé qué clase de acuerdo tienen ellos dos, estoy seguro que no es un trato formal pero, si algo me quedó claro en la breve visita al hotel, es que Charlotte cuenta con el entero respaldo del Demonio Radio.

—¿Por qué te quedó claro, Sevi? —Preguntó Octavia.

—Y dices que no eres una de las admiradoras del Demonio Radio… —Dijo con burla la menor de los Von Eldritch. Octavia solo le mostró el dedo medio.

—Alastor parece estar muy al pendiente de las necesidades de Charlotte. Sinceramente me sorprendió que saliera en su defensa por voluntad propia. No es propio de él.

—Corrección, niño. —Dijo con desdén la demonio bufón —No es propio de ti. Según sé, Alastor proviene de una época en la que la clase y educación lo eran todo. Podrías ser un muerto de hambre pero si tenías el suficiente carisma y educación, podías codearte con las personas pertenecientes a la alta esfera de la sociedad. —Le decía Velvet de forma mordaz a Seviathan. —Alastor es un caballero y Charlotte es la princesa del infierno. Es obvio que él saldría en su defensa, es parte de lo que él es. En cambio tú… —lo barrió de abajo a arriba con la mirada —la cuna no hace al hombre…

Octavia soltó una risa burlesca mientras Seviathan y Hellsa fruncieron el ceño por el comentario hecho y la burla de la demonio búho.

Octavia y Velvet se alejaron para seguir hablando. Los Von Eldritch siguieron conversando acerca del posible trato de entre Alastor y Charlie.

En el hotel.

A la una de la tarde, el bar fue abierto. Los refugiados del hotel entraron casi con desespero y la larga jornada de Angel y Husk inició. Las sombras de Alastor nuevamente ayudaron siendo los meseros del bar mientras los demonios se encargaban de preparar las bebidas. Niffty, sus ayudantes de cocina y algunas sombras de Alastor andaban por el bar y el lobby ofreciendo bocadillos.

Cerca de las cuatro de la tarde, Vaggie llegó al bar a ayudar a Husk y Angel en la barra, había pasado todo el día dando vueltas por el hotel, vigilando que todo estuviera en orden pero entre más pasaban las horas, menos refugiados encontraba, estos se estaban aglomerando en el bar y el lobby. Las sombras de Alastor también estaban vigilando el interior del hotel y había comprobado su efectividad cuando un par de refugiados habían iniciado una riña y en menos de un minuto el Demonio Radio había hecho su aparición para poner orden haciendo alarde del temor que genera en todos los pecadores por lo que, la demonio polilla, al ver que el bar estaba a reventar de refugiados, decidió ir a echar una mano a sus compañeros.

Un par de horas más tarde, Charlie y Alastor hicieron acto de presencia en el bar, la súcubo iba del brazo del Demonio Radio y pegaba más su cuerpo a él, este conversaba con ella mostrando una sonrisa de satisfacción. Con un chasquido de sus dedos, Alastor hizo espacio para él y Charlie en la barra, un par de sombras de acercaron al Demonio Radio y, como si de un espectáculo privado se tratara, comenzaron a danzar frente a la rubia. Charlie miraba la danza con la emoción de una niña, Alastor veía aquello con una sonrisa orgullosa mientras se recargaba con en la barra del bar con uno de sus codos.

Luego de aquel beso y abrazo en la oficina de la súcubo, las cosas habían ido tranquilas. La rubia buscaba la manera de permanecer a su lado todo el tiempo y charlaban como de costumbre. Debía estar agradecido que la princesa infernal fuera alguien con temas de conversación interesantes y no se estancara en el tema romántico.

Mientras estaba con vida, había tenido un ávido hábito de la lectura desde su niñez. Leyó cuanto libro había llegado a sus manos y, por supuesto, algunos de esos libros habían sido novelas románticas por lo que, durante el tiempo libre de la mañana antes del desayuno, estuvo tratando de recordar todas las frases cursis leídas, aunque Charlie le estaba dejando las cosas más fáciles de lo que creía.

Contrario a lo que pensaba, eso de estar jugando a estar enamorado de ella le estaba resultando entretenido y divertido, sus reacciones hacia cualquier mínima muestra de atención y afecto de él hacia ella le recordaban a un cachorro… él odiaba a los perros ¡por Lucifer que los odiaba! pero, los cachorros estaban bien. Y ahora estaba ahí, entreteniéndola con una pequeña muestra de su poder mientras ese largo día de exterminio terminaba.

Estar en ese momento en el bar y no en algún otro lugar del hotel tenía su razón de ser: había demasiado ruido. Alastor fue testigo de cómo el ánimo de la princesa disminuía cada vez que escuchaba algún grito o estruendo proveniente del exterior y, aunque al principio le parecía divertido, cuando la sonrisa de la rubia desaparecía por completo, por alguna razón se sentía incómodo. No disfrutaba ver el rostro serio de Charlotte, no le causaba el placer que le provocaba sacar de sus casillas a cualquier otro demonio o, sin irse muy lejos, el placer de ver el rostro afligido de la polilla.

Rodó los ojos con fastidio. Usualmente se las arreglaba para salir durante las horas más tranquilas del exterminio para deleitarse con todo el caos y la destrucción dejada tras la intervención de los ángeles. Era su festividad favorita, porque sí, para Alastor el exterminio era un día de fiesta y ahora estaba restringido de ella.

Salió de sus pensamientos cuando sintió un peso extra sobre su pecho. La danza mostrada por sus sombras había terminado y la rubia había acercado su banco lo suficiente para poder recargarse en el pecho del Demonio Radio.

—Muchas gracias, Al. Fue muy divertido. —dijo la princesa infernal.

—Me alegro que te haya gustado, Charlotte. —Respondió Alastor con algo de aburrimiento en su voz.

—No tienes que gastar tu energía para entretenerme, Al. —Dijo Charlie tratando de voltear su rostro para ver el rostro del Demonio Radio. Alastor sintió el movimiento y bajó su rostro para poder ver a la rubia. —Te agradezco tu buena intención pero, no hay poder en el infierno que haga que me olvide que allá afuera cientos de súbditos están siendo asesinados.

Alastor elevó una ceja y luego le dio una sonrisa dentada antes de depositar un beso en la frente de la rubia para después chasquear los dedos y hacer que la princesa cambiara de posición, ahora estaba sentada en su banco quedando frente a frente con él.

—Me descubriste, querida. —dijo el Demonio Radio comenzando a hacer ademanes con sus manos frente al rostro de la chica —Pero no me podía quedar con los brazos cruzados mientras veo ese bello rostro tuyo sin su encantadora sonrisa —dijo terminando por aparecer una rosa roja frente a los ojos de la rubia —eso sería imperdonable tratándose de mí, ¿no crees? —terminó de decir acomodando la rosa en el cabello de la chica guiñándole un ojo.

Charlie se sonrojó mientras tocaba la rosa en su cabello y se giró para quedar de frente a la barra.

—¿Imperdonable porque eres "Sonrisas"? —dijo con picardía la princesa infernal, citando el apodo con el que se refería Angel al demonio a su lado. Alastor negó con la cabeza mientras soltaba una breve risa y se giraba para quedar también de frente a la barra, inclinándose sobre su costado para quedar a la altura de la oreja de Charlie y decirle:

—Imperdonable porque soy tu novio ahora, ¿no, Charlotte? —Charlie dio un respingo y sintió toda su sangre irse a su rostro. —O tal vez soy tan anticuado que me quedé estancado en las costumbres de mi época y el hecho que me beses y me invites a quedarme a dormir en tus aposentos no signifique nada. —Dijo mientras se alejaba de la rubia y se recargaba en su brazo sobre la barra —Si es así, me disculpo por colocarme títulos que no me corresponden, princesa. —Terminó de decir inclinando un poco su cabeza a modo de disculpa.

—¡No! ¡Sí eres mi novio! —se apresuró a aclarar la rubia sin medir el volumen de su voz. Daba gracias a su padre que la música y el murmullo de los pecadores era lo suficientemente alto como para que alguien, además de ellos dos, pudiera escuchar. Alastor soltó una breve risa y pellizcó una de las mejillas de la princesa.

—Ah, eres tan adorable, querida. —Charlie sonrió tímida y tomó la mano con la que el Demonio Radio le estaba pellizcando su mejilla.

—No pensé que fuera posible que tú quisieras llegar a tener algo más que una sociedad laboral conmigo… —Dijo seria.

—¿Por qué no, querida? —Preguntó genuinamente curioso el Demonio Radio, entrelazando de manera inconsciente su mano con la de la princesa.

—Porque… tú eres un demonio demasiado increíble, Al… —dijo la rubia sonrojada y desviando la mirada, Alastor en cambio, cambió su expresión a una de sorpresa —Soy la princesa del infierno y hace un año era el hazme reír de mi pueblo y la decepción de mis padres… —dijo con tristeza, sin volver su vista hacia el demonio carmesí —En cambio tú… Al, incluso los arcángeles sabían de ti y aunque no estoy de acuerdo con muchas de tus acciones, los demonios de todas clases te temen y te respetan… yo no quiero que me teman… solo quisiera que me tomaran en serio… Vaggie no lo hizo y no la culpo… sin embargo tú, Al, desde que llegaste dijiste sin problema lo que pensabas de todo esto, por eso, cuando comencé a sentirme atraída hacia ti, me parecía más una nueva fantasía mía lograr que tú te fijaras en mí… ¿cómo la autora de un proyecto destinado al fracaso podría llamar tu atención? —terminó de decir con una sonrisa lastimera.

—Charlotte —Alastor llevó su mano libre hacia el mentón de la haciendo que levantara el rostro y lo viera a los ojos —Te menosprecias demasiado, dulzura. Nunca mentí en lo que pensaba de esta idea tuya —dijo mirando a su alrededor y luego volvió su vista a la de la princesa —pero nos demostraste a todos de lo que eres capaz.

—Solo lo logré porque tú llegaste —interrumpió.

—Yo solo te facilité las cosas, Charlotte. Que yo recuerde, quien diseñó e imparte los talleres de redención, eres tú… —Dijo subiendo un poco su mano para acariciar su mejilla con cuidado de no lastimarla con sus garras —Así que no me des créditos que no me corresponden, Charlotte.

—Alastor… —llamó bajando la mirada.

—Dime, querida. —Respondió.

—Deja de llamarme Charlotte… no me gusta ese nombre —dijo frunciendo un poco el ceño.

Alastor retiró su mano del rostro de Charlie y recargó su codo en la barra del bar, apoyando su rostro en su puño. Se mantuvo en silencio un par de minutos, observando a Charlie. Ella, al no recibir alguna respuesta del demonio carmesí volvió a levantar la mirada encontrándose de nuevo con la mirada rubí del Demonio Radio.

—¿Qué pasa, Al? —Preguntó algo preocupada.

—Nada, querida. Es solo que me pareció curioso que no te guste tu nombre cuando, desde que te conozco, me has dejado más que claro que eres una digna portadora del mismo. —Charlie lo miró algo confundida, Alastor soltó un poco de aire y continuó — El nombre Charlotte es de origen francés que, como sabrás, es un idioma que domino y me encanta. Significa "la guerrera"…

—Eso lo sé… su significado… es por eso que no me gusta —dijo interrumpiendo por segunda ocasión al Demonio Radio, Alastor rodó los ojos antes de atraer a la princesa hacia él, tirando de su mano entrelazada con la rubia.

—Si me permites continuar, querida, no solo eso es lo bello de tu nombre. —Dijo volviendo a tomar la mejilla de la rubia acercando peligrosamente su rostro al de ella —quien lo porte está destinado a ser una mujer emprendedora y creativa, justo como tú y —cambió su tono de voz a uno más seductor —eso es lo que me gusta de ti, Charlotte —dijo antes de depositar un fugaz beso en los labios de la rubia —Ma belle et charmante princesse guerrière —dijo alejándose de la rubia y retirando su mano del rostro de la princesa —Incluso luchaste por llamar mi atención, ¿o me equivoco? —dijo con una sonrisa arrogante, volviendo a recargar su codo en la barra y su cabeza en su palma abierta.

Charlie no pudo decir nada. Se quedó congelada por el breve beso dado por el Demonio Radio. Era la primera vez que él tomaba la iniciativa.

Los demonios refugiados estaban, para ese momento, lo suficientemente ebrios como para poner atención a lo que sucedía a su alrededor, por lo que, nadie prestaba atención a aquella pareja, pareja que, por sí sola, era posiblemente la más importante en el infierno: La princesa del infierno y el Demonio Radio.

Quienes definitivamente no estaban ebrios, eran los miembros del staff del hotel quienes vieron con alegría (Angel), dolor (Vaggie) y desconfianza (Husk) las primeras interacciones románticas y abiertas entre los demonios dirigentes del hotel.

El resto de la tarde pasó sin muchos problemas. Cuando los ánimos se subieron por causa del alcohol, Alastor se encargó de evitar que hicieran algún desastre en el bar otorgándoles entretenimiento de calidad con ayuda de sus sombras, haciendo que tocaran música jazz y swing en vivo. También, le dio espacio a Angel para que hiciera su espectáculo preparando bebidas y obligando a Husk a hacer un pequeño espectáculo de magia humana.

Una vez cumplida su misión de calmar los ánimos se retiró del bar para ir a ayudar a la pequeña Niffty en la cocina pues ya había notado que la cíclope estaba teniendo problemas. Charlie se quedó el resto de la tarde en el bar, viendo como algunos demonios bailaban mientras intercambiaba algunos mensajes de texto con su madre.

Nada relevante.

Como todos los exterminios, sus padres dieron refugio a los Overlords más cercanos en el castillo Magne. Este era el segundo exterminio que pasaba fuera del hogar de sus padres, pero, la diferencia con el anterior era abismal: durante el exterminio anterior se mantuvo encerrada en su habitación, acompañada solamente de sus pequeñas cabritas guardianes mientras lloraba en silencio, contando los minutos para que todo acabara… y ahora estaba ahí, con su hotel por encima de su capacidad y, aunque era consciente que más de la mitad de los demonios que estaban ahí al día siguiente se irían, su hotel había demostrado ser de utilidad y todos parecían felices, platicaban, bailaban y brindaban… ellos estaban felices de estar ahí… de seguir existiendo… de vivir…

Más importante que eso, tenía amigos que la apoyaban.

Veía a Angel y Husk sirviendo bebidas y aunque estaban algo presionados, parecían estarse divirtiendo. Vaggie también estaba entretenida, la veía interesada en la manera en cómo Angel preparaba las bebidas y en mantener el bar en orden, ella se encargaba de acomodar los instrumentos de coctelera de Angel y de limpiar los vasos y copas que los clientes dejaban. Eso le gustaba. Estaba segura que de no estar ellos ahí, en ese momento, todos estarían sufriendo o intentando pasar el encierro del exterminio probablemente del mismo modo que ella lo había pasado prácticamente toda su vida.

Y por último, Alastor estaba con ella.

Tomó la rosa que el Demonio Radio le había regalado y con su otra mano tocó sus labios. Había compartido ya ¿tres? ¿cuatro? Besos con Alastor, pero definitivamente sus favoritos eran el primer beso, el que buscaron ambos cuando él terminó de cantarle y ese último: breve, tierno… prácticamente robado… sonrió con ternura y un leve sonrojo… No esperaba volver a sentirse así de perdida por un demonio otra vez…

Su madre seguramente la mataría si la pudiera ver en ese momento…

¡Pero es que no podía evitarlo!

Alastor la tenía completamente perdida… sus hermosos ojos rubíes como el propio cielo del infierno, la dejaban fuera de combate…

Se hundía en ellos…. Y esa sonrisa.

¡Por su padre, esa sonrisa! Admitía que, cuando lo conoció, el que se mantuviera siempre sonriendo la perturbaba pero, con el pasar del tiempo aprendió a entender cada una de ellas… o por lo menos varias de ellas. Debía estar loca porque le encantaba la sonrisa arrogante que mostraba cuando demostraba su poder o que estaba en lo correcto… Alastor era muy temido y respetado, ella conocía perfectamente su fama, había escuchado sus transmisiones cuando recién había llegado al infierno y derrocó a los antiguos Overlords pero, luego de su intervención cuando ella y Angel fueron acorralados por Valentino y, más recientemente, en la defensa del territorio de Rosie, llegó a la conclusión que Alastor no era un demonio que buscara peleas solo porque sí, debía haber un motivo.

Además, muchas veces evocó recuerdos con él y notaba como, sin que alguien se lo pidiera, él la protegía. Como el día que lograron redimir al primer pecador, cuando Sariel se había hecho presente, Alastor se había interpuesto entre el arcángel y ella. En esos momentos ella estaba tan interesada en lograr que aquel redimido pudiera ingresar al cielo que no lo había notado. Ni siquiera su padre había tenido esa reacción.

Lo mismo sucedió el día que Seviathan y Hellsa hicieron acto de presencia en el hotel. De nueva cuenta Alastor se había interpuesto entre ella y Seviathan.

Quizá por esas pequeñas acciones del Demonio Radio, ella, inconscientemente, comenzó a desarrollar ese sentimiento de seguridad cuando Alastor estaba cerca.

¿Cómo habrá sido la vida de Alastor en la Tierra? Él era tan educado, tan amable, que le era difícil creer que haya sido un asesino serial y además caníbal.

—Señorita Charlie —la vocecita de Niffty la sacó de sus cavilaciones sobre su novio.

Vaya… qué lindo era poder decir que el Demonio Radio era su novio.

—La cena ya está lista. El señor Alastor me pidió que les avisara. —Eso era algo que siempre le ha llamado la atención: el trato especial que tenía Alastor hacia Niffty y ese respeto y evidente cariño que la cíclope mostraba hacia él. —También dijo que no se preocuparan, que él enviará a sus sombras y a ¿Umbra? A vigilar y mantener el orden aquí. — Terminó de informar la pequeña cíclope.

—Gracias Niffty, ya vamos para el comedor. —dijo Charlie con una sonrisa, absteniéndose de preguntar aquella inquietud a la pequeña.

Es mejor si le pregunto a él directamente. Pensó.

Después de la cena. Alastor volvió a tomar el control de los parlantes de todo el hotel, anunciando que, al término del exterminio, las puertas del hotel se abrirían para que pudieran retirarse si así lo deseaban, el bar cerraría a la misma hora de siempre y los invitaba a disfrutar de las instalaciones del hotel.

Terminando de cenar, Charlie le pidió a Alastor que la acompañara a su habitación. El Demonio Radio se negó argumentando que tenía que supervisar el cierre del bar pero le prometió a la princesa estar con ella al momento que ella tuviera que anunciar el final del exterminio. Charlie aceptó y se retiró a su habitación. Ahí, acompañada por sus cabritas se recostó en su cama, esperando que las siguientes horas pasaran rápido.

No supo en qué momento se había quedado dormida, por suerte había programado una alarma diez minutos antes de la media noche. Apenas se había puesto de pie cuando llamaron a su puerta. Conocía esa manera rítmica de tocar, con un ademán de su mano abrió la puerta y, como esperaba, Alastor estaba al otro lado. El demonio ciervo ingresó a la habitación, Charlie abrió la puerta de su balcón y se mantuvo de pie, sin salir, a la espera de que llegara la media noche. Alastor se mantuvo en silencio y de pie a su lado, disfrutando de la vista de Ciudad Pentagrama, había fuego y se escuchaban los últimos minutos de caos.

Alastor, horas antes, secretamente había salido unos minutos a ver el caos. Necesitaba hacerlo. Se había sentido extrañamente incómodo luego de esa convivencia en el bar con Charlie. Necesitaba volver a lo suyo, a lo que él sabía que disfrutaba. Lo que más le estaba taladrando su mente era ese beso que él había robado a la rubia. No estaba en sus planes hacerlo, tampoco ese "me gustas" había sido planeado. Eso lo estaba poniendo nervioso. Tenía bastante tiempo sin sentirse así.

—Por fin, es hora. —La voz seria de Charlie lo hizo salir de sus cavilaciones.

La princesa infernal caminó hasta quedar fuera a mitad de su balcón. Apenas las campanadas del reloj comenzaron a sonar, ella levantó sus manos hacia el cielo, comenzando un espectáculo de fuegos artificiales.

—Algún día no tendré que hacer esto, nunca más… —se dijo. Pronto comenzó a escuchar por los parlantes del hotel una canción:

"… Hey, Dapper Dan
You've both got your style
but brother,
you're never fully dressed
without smile!"

Charlie reconoció esa frase y volteó a ver al Demonio Radio.

—¡Sonríe, querida! —Le dijo animadamente.

Charlie asintió y volvió su vista hacia la ciudad, luces blancas extremadamente brillantes estaban subiendo al cielo, eran los ángeles exterminadores, y Charlie comenzó a sonreír con alegría, terminando de enviar los últimos fuegos artificiales.

—¡Es la última vez que los veré aquí! ¡¿Oyeron?! —Comenzó a gritar con determinación la princesa infernal hacia los ángeles exterminadores, luego caminó hacia el Demonio Radio y lo tomó del brazo para llevarlo con ella al balcón —¡Nosotros nos encargaremos que no tengan que volver!

Alastor miró algo contrariado a la princesa. Charlie estaba abrazada a uno de sus brazos alzando su mirada hacia aquellas lejanas luces blancas, de forma desafiante.

La princesa infernal no estaba segura si los ángeles la escucharon, pero no importaba. Ella cumpliría su palabra. Evitaría a toda costa que hubiera un próximo exterminio. Protegería a su gente. Serviría a su pueblo y sabía que no estaba sola en esa lucha. Contaba con sus amigos, ya contaba con el apoyo de sus padres y sobre todo, Alastor estaba a su lado.

En un parpadeo los ángeles exterminadores partieron del cielo del infierno y Charlie recargó su cabeza en el brazo del Demonio Radio.

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En el castillo Magne los soberanos del infierno y sus invitados observaban desde su balcón el espectáculo de fuegos artificiales que anunciaba el fin del exterminio. Para todos les pareció algo sin mayor relevancia, cada año se hacía. Sin embargo Lucifer y Lilith notaron un cambio, había cierto aire de celebración en esos fuegos artificiales.

Parecía que Charlotte estaba celebrando verdaderamente. Cuando vieron que los ángeles exterminadores se retiraron del infierno, los Von Eldritch y Velvet anunciaron que se retirarían para volver a sus respectivos hogares, Stolas estaba por hacer lo mismo pero Octavia dijo que no tenía deseos de viajar. Los anfitriones dijeron que ellos no tenían ningún inconveniente con que se quedaran el tiempo que desearan pero Stolas dijo que solo pasarían la noche ahí y en la mañana regresarían a Ciudad IMP. Via rodó los ojos, ella sabía que la urgencia de su padre por volver era porque durante todo el exterminio no se pudo contactar con ese diablillo que lo tenía obsesionado. Aun así, retrasaría un poco su regreso a Ciudad IMP, ella planeaba pedir a su padre que la llevara a conocer el Hazbin Hotel. El Hotel y su objetivo no le interesaban, tampoco estaba interesada en Charlie, ellas nunca habían sido amigas.

Tenía curiosidad por conocer al Demonio Radio. Desde que Alastor había hecho su aparición en el infierno, la joven hija de Stolas se había interesado en él, pero, a pesar de ser un Overlord como su padre, era bastante difícil acercarse a él. Alastor nunca se involucraba con los demás Overlords, en un par de ocasiones le había preguntado a su padre sobre él, pero ni siquiera Stolas había tenido contacto con él.

Los únicos (que ella sabía) que habían tenido contacto con Alastor eran Vox, Valentino, y Sir Pentius, pero obviamente ella no les iba a preguntar. Valentino le desagradaba por el giro de sus negocios, Vox le era indiferente y definitivamente no se iba a relacionar con un viejo ridículo como Sir Pentius.

Gracias a Lucifer, Velvet se había ido a refugiar al castillo Magne y era del conocimiento de todos que hace poco se había enfrentado al Demonio Radio, había conversado con ella un par de veces antes, por lo que no le resultaba difícil acercarse ahora. Aunque Velvet no dijo demasiado, Via se sentía más interesada en conocer a Alastor y, ya que estaban en Ciudad Pentagrama y él era socio del Hotel, no desaprovecharía la oportunidad.

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—Muchas gracias por estar conmigo, Al. —dijo Charlie con voz suave.

—No tienes nada que agradecer, Charlotte. —Dijo Alastor tomando de la mano a la princesa, invitándola a entrar a la habitación, Charlie aceptó gustosa y con un ademán cerró la puerta y cortinas de su balcón, no quería seguir viendo el caos que había dejado atrás el exterminio.

—¿Sabes, Alastor? —Dijo deteniéndose en medio de la habitación, Alastor se colocó frente a la rubia —Creo que ya no me disgusta tanto mi nombre pero, tengo una propuesta para ti. —dijo con una expresión juguetona.

—¿Una propuesta, dulzura? —dijo intrigado.

—Quiero que te reserves de llamarme Charlie —Alastor mostró una expresión confundida —No me malinterpretes, me alegra mucho cuando me llamas así, pero es que así me llaman cuando me tienen más aprecio y… estaba pensando, ¿qué tal si me llamas así cuando tus sentimientos por mí sean más profundos? —Alastor se sorprendió —tal vez… cuando llegues a amarme —dijo tímida.

—¿Amar? —dijo en voz alta más para sí mismo que para la rubia frente a él.

Eso lo había tomado desprevenido. No esperaba que la princesa del infierno fuera tan romántica y él nunca ha llegado a amar a nadie además de su madre y una pequeña criatura que había llegado a su vida de forma sorpresiva. Pero esa clase de amor era muy diferente al amor al que se refería Charlie… Podría mentir justo en ese momento, poner en practica todo lo rememorado sobre sus lecturas de novelas románticas y convérsela que él la amaba pero, ¿cómo fingir, además de con palabras, algo que nunca ha sentido ni le ha interesado? Tendrá que resolver ese conflicto de un modo u otro.

—Si así lo deseas, Charlotte —dijo finalmente, llevando una de las manos de la princesa hacia sus labios, depositando un beso en ella. Charlie sonrió alegre por la respuesta de Alastor. —Ha sido un día largo, querida. Sugiero que ambos nos retiremos a descansar. —Dijo comenzando a soltar la mano de la princesa infernal —Que tengas dulces sueños, Charlotte. —se despidió mientras daba media vuelta, dispuesto a salir de la habitación, pero Charlie lo detuvo al tomarlo de su abrigo.

—¿Crees poder quedarte de nuevo conmigo? —Preguntó con algo de timidez.

Alastor se giró de nueva cuenta y tomó con cariño el rostro de la rubia.

My dear, me encantaría poder complacerte, sin embargo, sabes que no estoy acostumbrado a mucho contacto físico. —Se excusó.

—Entiendo… —respondió desanimada —perdón si anoche te puse en una situación incómoda, fui egoísta.

Alastor, como en el bar, besó sorpresivamente a la rubia, el beso esta vez fue más largo, Alastor llevaba el ritmo, había un poco de torpeza todavía, pero no importaba, para Charlie era uno de los besos más lindos que había recibido en toda su vida. Alastor, por su parte, se concentraba en imitar los movimientos de los labios de Charlie, aunque después, no pudo evitar prestar atención a la textura de los labios de la princesa infernal. Se sentían suaves y delicados en comparación a lo áspero que debían ser los suyos. Cuando Alastor finalmente rompió aquel beso, juntó su frente con la de la princesa infernal por un par de segundos en los que aclaraba lo que debía decir pues se había distraído al estar reconociendo los labios de la rubia. Cuando pudo ordenar medianamente sus pensamientos, separó sus frentes e hizo que Charlie volteara a verlo… y tal vez lo mejor hubiese sido no hacerlo.

La expresión de Charlie lo descolocó: sus labios entreabiertos, sus mejillas encendidas y esa mirada dulce que le dedicaba. Esta vez fue Charlie quien buscó los labios del Demonio Radio y este se dejó hacer, dejándose llevar por la suave sensación de los labios de la princesa rozando con los suyos, aspirando su aroma y aliento, sintiendo como las manos de la rubia se abrían camino desde su pecho hasta llegar a su cuello, afianzándolo más. Él seguía tomando a la princesa de sus mejillas. Una sensación desconocida dentro de sí lo hizo querer tomarla con mayor posesión.

Charlie llevó su mano hasta el cabello del Demonio Radio y tiró un poco de él, ante esto, Alastor llevó sus manos hacia la cintura de la chica y la acercó más a su cuerpo, el beso había subido de intensidad, comenzando a involucrar lengua, eso había sido raro para Alastor, pero para su sorpresa no había sido desagradable. Charlie se separó de él por falta de aire, abrazó al Demonio Radio dejando sus manos entrelazadas tras el cuello del mismo y recargando su cabeza en su pecho.

Alastor no deshizo su agarre en la cintura de la princesa.

No tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando con él. Él estaba seguro que nunca había sentido interés en algo como eso, menos después de aquel incidente cuando estaba con vida en la Tierra ¿acaso era por la naturaleza súcubo de Charlie? No encontraba otra explicación. Debía tener más cuidado, ahora se daba cuenta que no era algo que debía tomar a la ligera.

Pero es que, cuando Charlie lo miraba así… terminaba perdido…

—Deberás tenerme paciencia, Charlotte —dijo con voz dulce —sabes que todo esto es nuevo para mí.

Charlie bajó sus manos y las recargó a la altura del pecho del Demonio Radio, cerró sus ojos y soltó un suspiro.

Definitivamente ese ya era su beso favorito de toda su existencia.

—No te preocupes, Al. Te entiendo —dijo con afecto.

—Buenas noches, Charlotte —dijo Alastor para después chasquear los dedos y desaparecer de la habitación. Charlie perdió un poco el equilibrio cuando el cuerpo de Alastor desapreció, pero no se molestó por ello. Sabía que Alastor estaba alterado por lo que acababa de pasar. Pudo escuchar su corazón desbocado aunque él trató de aparentar calma en su voz.

En su habitación, Alastor caminaba en círculos, acompañado por Umbra revoloteaba inquieto a su alrededor.

Su poder como súcubo es más fuerte de lo que pensé… Claramente debí tomar el factor de su linaje, Charlotte no es ni más ni menos que la hija de un ángel caído y la súcubo original… He estado confiado todo este tiempo y perdí el control por unos momentos… Eso ya no puede pasar otra vez…

Pensaba.

En la mañana siguiente, las cosas en el Hotel comenzaron a volver a la normalidad. Charlie bajó a desayunar. Las sombras de Alastor guiaban a los refugiados que estaban abandonando el hotel, evitando que interfirieran en las actividades del hotel. Niffty ya tenía su plato servido así como el de todos los demás, en el comedor ya se encontraban Vaggie y Angel, quienes saludaron alegremente a la princesa infernal, solo faltaban de bajar Husk y Alastor. Decidieron esperarlos, después de todo, quizá solo habían tenido un contratiempo por lo cansados que debían estar por el día anterior.

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.

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Pisos arriba, Husk había estado esperando a Alastor, tenía unas cuantas preguntas que hacerle.

—¡Husker! ¡Buen día! ¿Te encuentras listo para un nuevo día en el hotel? Tengo el presentimiento que el día de hoy será entretenido, HA HA —dijo Alastor mientras se acercaba al demonio felino con los brazos abiertos.

—Siempre me pareció extraño que quisieras ayudar a la princesa sin recibir nada a cambio —comenzó a hablar.

—Ah ah~ —negó divertido el Demonio Radio —No ha sido sin recibir nada a cambio ¡me he entretenido como hace mucho no lo hacía!

—Oh, eso es seguro, hijo de puta —dijo acusadoramente —enamorando a la niña, maldito creepy.

Alastor rodó los ojos con fastidio, sabía que no se iba a librar de ese pseudo sermón que Husk estaba por darle pero, le dejaría ser. Alastor sabía perfectamente por qué lo hacía y esas eran las pocas ocasiones en las que Husk demostraba seguir vivo… o lo que se supone que se deba estar en el infierno.

—Creo que me estás juzgando antes de tiempo, Husker —dijo Alastor recargándose en una de las paredes del pasillo, cruzando sus brazos sobre su pecho y con una sonrisa sin mostrar su dentadura.

—¿Me vas a decir que estás genuinamente enamorado de ella? —Preguntó poniéndose frente a él, señalándole con un dedo.

Alastor rio un poco mientras negaba con la cabeza.

—Me parece que has malinterpretado mis palabras, mi amigo. Yo no enamoré a la princesa, fue Charlotte quien puso sus ojos en mí —dijo finalizando con una expresión arrogante.

—Aun así, te he visto todo el día de ayer jugando al noviecito con ella y la niña se ve muy emocionada contigo… ni siquiera la vi así con la polilla los primeros días… —dijo en un tono más bajo —¿qué pretendes con ella, maldito raro?

—Nada que sea de tu incumbencia, Husker —dijo Alastor comenzando a avanzar nuevamente.

—¡Escúchame bien, rarito! ¡No voy a permitir…

Pero Husk no pudo terminar de hablar, ya que Alastor había comenzado a emitir interferencia y a alterar la realidad a su alrededor.

Husker, será mejor que no te metas en mis asuntos. —Amenazó con su voz distorsionada, girándose a ver de forma amenazante al demonio felino con sus ojos transformados en diales.

Husk no tuvo más remedio que asentir. Apenas vio esto, Alastor volvió a la normalidad.

—¡Bien! ¡Tengo hambre! ¡Vayamos a degustar el delicioso desayuno que seguramente Niftty nos ha preparado! —Dijo abrazando por los hombros al demonio felino. Acto seguido lo soltó y comenzó a caminar frente a él mientras tarareaba.

Husk se pasó una mano por el rostro con frustración. Ese maldito siempre tenía la desvergüenza de llamarle "amigo" pero solo lo usaba para su propio beneficio. Si tan solo no hubiera hecho aquel trato con él aquella vez, no tendría que soportarlo cada vez que lo convocaba para alguno de sus planes. Ahora se preguntaba qué demonios se traía entre manos.

Pero, de no haber hecho ese trato, nunca habría sabido la verdad y quizá seguiría existiendo creyendo en una mentira.

Ya había pasado un año desde que había llegado al hotel y le tenía aprecio a la princesa, a pesar que le resultara algo ingenua. Tan sumido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que Alastor había detenido su andar y terminó chocando contra la espalda del mismo.

—Sé por qué te preocupas por Charlotte, Husker. —Dijo antes de chasquear los dedos y desparecer del lugar.

Husk se quedó pasmado por la seriedad con la que Alastor aseguró eso. Sacudió un poco su cabeza y continuó caminando.

—Bastardo… —refunfuñó por lo bajo.

Alastor apareció en el comedor.

—¡Lamento la demora! ¡Tal parece que el día de hoy se me pegaron las sábanas! —dijo con naturalidad mientras se dirigía a su asiento.

Charlie estaba a punto de decirle que no había problema, pero Niffty se adelantó, prácticamente corriendo hacia el Demonio Radio.

—¡Qué bueno que ya está aquí, señor Alastor! Estaba a punto de subir a buscarlo —dijo la cíclope.

—Oh, Niffty, no te tomes tantas molestias conmigo, dulzura —dijo mientras se inclinaba hacia el frente, tratando de quedar a la altura de la chica.

—No son molestias —dijo con modestia.

Alastor rio de buena gana y comenzó a acariciar la cabeza de la chica, Niffty recibió el mimo gustosa. No era la primera vez que Charlie era testigo de ese tipo de interacción entre el Demonio Radio y la pequeña. La imagen actual le recordaba a un hombre acariciando a su mascota… aunque, viéndola mejor, más bien parecía una imagen familiar, como la de un padre y su hija…

¿Podría ser? Alastor y Niffty…

—Husky, por fin llegas —el naciente hilo de pensamiento de Charlie fue interrumpido por el saludo el demonio araña cuando el demonio felino hizo su aparición.

Alastor se irguió y miró de soslayo hacia el demonio felino. Este pasó de largo y se dirigió a su asiento. Niffty se dirigió a él.

—Qué bueno que ya llegaste, Husk. Creo que la comida está con la temperatura justa para que la podamos disfrutar —anunció entusiasmada la cíclope.

Alastor tomó asiento y saludó con un beso en la mejilla a la princesa infernal. Charlie se sonrojó. No esperaba esa muestra de afecto por parte de Alastor frente a todos… aunque en el bar la había besado pero, estaba segura que lo había hecho contando con que todos iban a estar demasiado ocupados como para prestarles atención.

—Qué cariñoso, venadito —dijo Angel.

—A… Angel… —regañó Charlie, tratando de controlar su emoción. Alastor solo asintió a Angel y el albino sonrió complacido.

Vaggie trataba de no voltear a ver hacia la nueva pareja, pero le era imposible. Aun no podía creer que Charlie, su Charlie, se hubiera enamorado de un demonio como Alastor. Ella, quien llora con cada exterminio, enamorada de un demonio conocido por sus despiadadas masacres.

Empezaron a desayunar.

—Oye, Charls —llamó Angel.

—¿Qué pasa, Angel? —respondió la rubia.

—¿Crees que me pueda salir del hotel por un par de horas?

—Mientras no sea durante tu horario laboral, no tengo problema. ¿A dónde irás?

—Iré a ver a mi amiga Cherry —respondió sin problemas. Charlie, al escuchar el nombre soltó su cuchara que, al chocar con el plato, llamó la atención de todos los presentes en la mesa.

—¿Cherry? ¿Cherry Bomb?

—Ehhh ¿sí? ¿Cuál es el problema? —Preguntó Angel, elevando una ceja, desconcertado por la actitud de la rubia.

—¿Qué cuál es el problema? ¿Es en serio, Angel? —dijo tomando el puente de su nariz en una clara expresión de frustración.

Vaggie tuvo el impulso de decir algo para calmar a la rubia, pero Alastor se le adelantó, tomando un hombro de la rubia y luego se dirigió hacia el demonio araña.

—Me parece que has olvidado, querido Angel, que tú y la señorita Cherry fueron los que dieron pie a que la presentación en televisión de la idea del hotel fuera un desastre gracias a su participación en un conflicto territorial.

—¡Oh, vamos, venadito! —el ojo izquierdo de Alastor tembló al escuchar ese estúpido apodo —En ese tiempo incluso tú pensabas que esta idea era una estupidez —dijo cruzándose de brazos como un niño cuando está dando su versión cuando sus padres lo reprenden. A continuación notó la expresión incómoda de Charlie luego de haber hecho mención de aquellos hechos —Claro que la princesita nos cerró la maldita boca después… —declaró —El punto es, que no tengo intenciones de participar en ninguna trifulca hoy, solo deseo saber que mi amiga se encuentra bien… —dijo con un tono de preocupación —Cherry dejó de responder mis mensajes antes de que anocheciera ayer y es hora que no sé nada de ella… Cherry es mi mejor amiga, necesito saber que está bien. —Concluyó con una expresión genuinamente afligida.

Niffty tocó uno de los brazos de Angel en señal de apoyo, Husk se sorprendió de ver el grado de preocupación del demonio araña por esa amiga suya. Había visto que se interesaba por las cosas de la princesa, pero lo atribuyó más a su naturaleza entrometida y Vaggie corroboró que lo dicho por el demonio araña durante la madrugada del exterminio era cierto.

—Angel —comenzó a hablar Charlie ya sin la molestia inicial por la petición de Angel —me encantaría poder dejarte ir pero, sabes que después del exterminio hay múltiples peleas por territorio, es peligroso que salgas.

—Puedes darme una de mis armas, prometo que no haré uso de ella a menos que sea necesario —pidió con urgencia.

Charlie se sentía mal por negarse, pero ella era consciente que el día después del exterminio era casi igual de peligroso que el mismo exterminio. Ella no quería que algo le pasara a Angel, él era su amigo, uno muy querido. Se sentía algo egoísta. Podía ver la desesperación en los ojos del demonio araña por no saber algo de su amiga pero ella no sabía si sería capaz de soportar que algo le sucediera a él.

—Angel, en verdad n…

—¿Qué te parece, querida —la interrumpió Alastor —si le prestas el arma que solicita?

—Pero, Al… es peligr…

—Le prestaré un par de sombras… —dijo como si nada, la expresión de Angel comenzó a alegrarse y los demás, Charlie incluida, estaban sorprendidos por el apoyo mostrado por el Demonio Radio por su propia voluntad —¿Eso ayudaría a que estuvieras más tranquila durante la ausencia de Angel, my dear? —Preguntó llevando la mano que había puesto en el hombro de la rubia hacia el mentón de la misma y con su dedo hizo que la chica se girara a verlo, solo para que la princesa infernal notara que el Demonio Radio se había inclinado hacia ella, dejando su rostro muy cerca al suyo con esa sonrisa arrogante que la tenía perdida. Charlie se sonrojó notoriamente y pasó saliva.

—S...s... sí… —dijo apenas audible mientras asentía un poco con su cabeza.

—Excelente —dijo y luego depositó un fugaz beso en los labios de la rubia, para después dirigirse de otra vez hacia Angel, dejando de nueva cuenta congelada a la princesa infernal —Bien, mi querido amigo afeminado. ¿A qué hora planeas ir en busca de tu preciada amiga? —preguntó antes de tomar un poco de su vino.

—¡¿A quién le importa eso?! —dijo Niftty emocionada, poniéndose de pie en su silla —¡Ustedes dos están saliendo! ¡Lo sabía! ¡Se ven tan lindos! —decía mientras daba brinquitos sobre su asiento y apretaba sus manos entrelazadas sobre su pecho, tratando de contener un poco de su emoción.

—HA HA, qué adorable reacción tuya, Niffty. —Dijo Alastor con una expresión complacida, tomando de la mano a la princesa del infierno, haciendo que la rubia reaccionara de nuevo y sintiera las miradas de todos sobre ella. —Es de mi entero honor informarles que la hermosa dama dueña de este hotel ha aceptado que este humilde servidor la corteje. —Anunció el Demonio Radio.

—¡Es fantástico, señor Alastor! —Festejó Niffty —Entonces, eso explica su estado de ánimo tan alegre ¡es el amor por la señorita Charlie! ¡Nunca lo había visto tan feliz!

Charlie miró con sorpresa a Alastor, pudo notar como sus orejas se tensaron por lo dicho por la cíclope y sonrió con ternura. Husk igual miró con sorpresa a Niffty y al Demonio Radio. Era cierto que Niffty es quien lleva más tiempo conociendo al demonio ciervo, pero la pequeña desde siempre ha demostrado ser una enamoradiza fantasiosa y era bastante probable que estuviera exagerando las cosas para que fueran de acuerdo a sus propias fantasías y más si se trataba de Alastor, ya que era bien sabido por todos que él nunca estuvo interesado en una relación sentimental.

—HA HA, lindurita. Haces que me abochorne. —Dijo Alastor soltando la mano de la princesa, dispuesto a continuar con su desayuno.

Quizá para todos pudo haber sido solo un decir del Demonio Radio, pero, para su propia sorpresa, Husk pudo ver una muy ligera y casi imperceptible coloración en las mejillas del demonio ciervo.

Charlie solo observaba y escuchaba todo con una ligera sonrisa y un notable sonrojo. Estaba disfrutando mucho de ese nuevo sentimiento que estaba creciendo cada día hacia el Demonio Radio y le alegraba saber que él no tenía problemas con hacérselo saber a sus más cercanos.

—Aww… quién diría que el fresa proxeneta caería bajo los encantos de la princesita —dijo con cierta ternura el demonio araña —Bueno, por lo menos ahora sé que mi destino es conquistar al minino~ —Dijo con coquetería hacia el demonio alado.

—Vete a la mierda —respondió Husk.

—Creo que Angel y Husk harían una linda pareja también —dijo Niffty tomando asiento de nuevo.

Alastor y Angel estallaron en carcajadas, Charlie rio un poco mientras Husk maldecía por lo bajo. Vaggie apenas pudo soltar algunas risas por el comentario hecho por el cíclope sobre el posible emparejamiento de Angel con Husk. Le parecía algo improbable.

Y el hecho que Charlie pudiera sentir algo por alguien como Alastor también me parecía improbable… y ahora tengo que soportar ver sus muestras de afecto y las celebraciones de los demás… es como si nadie recordara que ella y yo solíamos estar juntas. Pensó.

Cuando terminaron de desayunar, Angel le informó a Charlie que deseaba salir a buscar a Cherry lo antes posible, los refugiados ya habían terminado de salir del hotel y Alastor ya había recuperado a más de la mitad de sus sombras por lo que no tuvo problemas en prestarle un trío en lugar de un par de ellas, esto por precaución: si por algún motivo Angel se encontraba en algún peligro inminente una de las sombras regresaría al hotel a informar a Alastor y este saldría de inmediato hacia donde Angel se encontraba, mientras el otro par debe proteger a toda costa al demonio araña.

—Muchas gracias, sonrisas. Yo también te aprecio —dijo finalizando con un guiño al final, Alastor solo rodó los ojos ya acostumbrado a los coqueteos de Angel.

Charlie con un ademán hizo aparecer una de las metralletas de Angel y se la entregó.

—Por favor, recuerda, Angel: no te involucres en ningún conflicto y, sobre todo, mantente a salvo —dijo la princesa infernal antes de abrazar fuertemente al demonio araña.

Angel se enterneció por eso y correspondió al abrazo con un par de sus brazos.

—Tranquila, Charls. Estaré bien, papi Alastor me dio un trio de chaperones y tú me prestaste una de mis bebés, todo estará bien y volveré en un par de horas —decía con voz calmada.

Charlie soltó a Angel y sonrió asintiendo. Angel se despidió recordando que solo tardaría un par de horas y salió del hotel en compañía de las sombras de Alastor. Charlie estaba genuinamente preocupada por lo que pudiera sucederle a Angel afuera.

—Tranquila, my dear, Angel regresará a salvo. —dijo Alastor colocándose frente a la rubia y tomándola por los hombros de manera gentil. Charlie levantó su mirada y mostró una ligera sonrisa al Demonio Radio. —Así está mejor, Charlotte —dijo pellizcando con delicadeza una de las mejillas de la rubia.

Unos golpes en la puerta interrumpieron esa interacción entre el Demonio Radio y la princesa infernal.

—Yo me encargo, querida. —Dijo Alastor soltando la mejilla de la rubia y comenzando a dirigirse hacia la puerta.

Fuera del hotel, Octavia tocaba la puerta de manera insistente, Stolas estaba alejado de la puerta, mirando con curiosidad la arquitectura del hotel. Para su él, era un insulto hacia el buen gusto con tantas cosas que no tienen nada que ver entre ellas. Parecía un rompecabezas mal armado. Escuchaba los golpes que su hija daba a la puerta. Al parecer su pequeña se volvía cada vez más impaciente, nada qué ver con esa niña tan dulce y calmada que había sido tan solo unos años antes.

Cosas de adolescentes. Pensó.

—Octavia, estoy seguro que ya escucharon, deja de golpear. —Pidió el Overlord.

Via se giró a ver a su padre.

—No me importa. Es un hotel, el personal debe estar atento a la puerta —dijo estirando su brazo hacia atrás, dispuesta a seguir golpeando aquella puerta.

La puerta se abrió y Octavia pudo sentir cómo la rigidez del metal y el vidrio de la puerta, fue reemplazada por un objeto más blando, al tiempo que su padre soltaba una risa burlona y elevaba uno de sus brazos para saludar.

—Buen día, Alastor.

Al escuchar el nombre dicho por su padre, Octavia sintió que su sangre se fue hasta los pies y se giró lentamente hasta poder ver que se encontraba frente a frente con el Demonio Radio.

—¿En qué puedo ayudarle, madame? —Preguntó mostrando su típica sonrisa.

Indefensa…

B… bo… bonjour, monsier Alastor —Saludó nerviosa, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas.

Alastor cambió su expresión a una intrigada por el aparente dominio del idioma francés de la demonio que se encontraba frente a él y que, a juzgar por su apariencia, podría apostar que se trataba de la hija del Overlord Stolas.

Quel est votre nom, ma chère? — Preguntó inclinándose hacia el frente, invadiendo el espacio personal de la demonio, como era su costumbre.

Octavia sintió que ahora toda su sangre se había ido a su rostro.

Je m'appelle Octavia —Respondió nuevamente con fluido francés, controlando los nervios que le provocaba tener, por fin, al Demonio Radio frente a ella.

Interesante. Pensó Alastor.