Alastor sonrió complacido por el fluido manejo del idioma de la ya confirmada hija del Overlord Stolas y se irguió de nuevo. Charlie notó el extraño actuar de Alastor y se acercó.
—¿Qué pasa, Al? ¿Quién es? —preguntó curiosa al llegar a la espalda del Demonio Radio, asomando su cabeza por un costado para poder ver quien se encontraba en la entrada.
Para su sorpresa se encontró con una joven que le resultaba familiar. Desviando la mirada un poco más allá, pudo ver al Overlord Stolas que seguía entretenido observando el edificio.
Entonces, ella es Via.
Concluyó antes de caer en cuenta sobre la manera en que la demonio búho estaba mirando a Alastor y todo empeoró cuando este ofreció su mano a la joven quien, por supuesto, la tomó con gusto.
—Ravi de vous rencontrer, mademoiselle. Bienvenue à l'hôtel Hazbin! —Dijo Alastor invitando a pasar a la demonio búho mientras hacía una ligera reverencia y extendiendo su brazo libre hacia el interior del hotel, haciendo que la rubia tuviera que hacerse a un lado para que Octavia pudiera pasar.
—Le plaisir est pour moi. —Respondió con una sonrisa y mirada coqueta (obviamente dirigida hacia el Demonio Radio), además de un notorio rubor en su rostro, mientras pasaba en medio de Charlie y Alastor.
Octavia se adentró en el hotel. Alastor colocó sus manos tras su espalda y al sentir la mirada de Charlie sobre él se giró para verla, encontrándose con la divertida y ya conocida imagen de la princesa molesta. Charlie lo veía con el ceño algo fruncido y brazos cruzados.
El choque de miradas fue interrumpido por la entrada del Overlord Stolas.
—¡Charlotte, querida, cuanto tiempo sin verte! —saludó amenamente el Overlord, envolviendo con sus brazos a la rubia en un afectuoso abrazo que fue correspondido por la princesa infernal de buena manera, aunque no dejaba de mirar con reproche a su novio. —¡Mira la hermosa demonio que eres! Tienes la belleza de tu padre y la sensualidad de tu madre. —decía Stolas mientras hacía girar a la princesa infernal frente a él.
Charlie sonreía apenada con su rostro algo encendido.
—También me da mucho gusto verlo de nuevo, señor Stolas —respondió con educación —¿Qué los trae por aquí? —preguntó mirando fugazmente a la joven quien veía con curiosidad el lobby.
—Octavia, mi hija, tenía curiosidad por conocer tu hotel. Ha estado al pendiente de los logros que has alcanzado además de cierto interés de conocer a Alastor… —dijo fijando su mirada en el Demonio Radio, Alastor mostró su sonrisa dentada —Es curioso que te hayas involucrado en este proyecto, Alastor, cuando nunca te has interesado en mantener contacto o hacer negocios con ninguno de los demás Overlords, a excepción de Rosie, por supuesto.
Alastor dio un par de pasos hasta quedar lo suficientemente cerca del par de demonios y poder entablar conversación.
—Espero que no lo hayan tomado personal, Stolas. Simplemente mis intereses no encajan con los suyos. —respondió con simpleza y una expresión de inocencia.
—¿Y qué es lo que te interesó de esta proyecto, Alastor?
Alastor dedicó una mirada fugaz a la princesa infernal y luego miró al Overlord con una sonrisa arrogante.
—Su creadora, por supuesto —respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo. Charlie dio un respingo mientras su rostro se volvía por completo rojo —No todos los días la princesa heredera al trono infernal requiere de los servicios de un simple pecador.
—Ya veo… —respondió entrecerrando los ojos.
Angel caminaba por las sucias y revoltosas calles de Ciudad Pentagrama, los dueños de locales estaban limpiando las afueras de sus negocios mientras algunos otros cañorreaban los cuerpos de las víctimas del exterminio, buscando dinero u objetos de valor que tuvieran aquellos desdichados. Todo parecía tranquilo (tan tranquilo como ese día podía llegar a ser) aun así, Angel mantenía lista su metralleta por si acaso, las sombras de Alastor se deslizaban por las superficies aledañas a él.
Angel las miraba con algo de curiosidad, tenían una forma como la de un diablillo promedio: con un par de cuernos que sobresalían de su cabeza y parecían comunicarse entre ellas aunque no emitían sonido alguno. Eran bastante diferentes en comparación a la sombra original de Alastor, ya que, literalmente era su sombra: tenía la misma figura del Demonio Radio, además que, a diferencia de estas sombras que ahora hacían de sus guardaespaldas, tenía el hueco de su boca, con la que podía dibujar una sonrisa similar a la de su amo, en cambio, estas solo tenían los huecos de sus ojos y era a través de ellos con los que parecían comunicarse.
Sacó su teléfono solo para comprobar que, como desde la tarde de ayer, Cherry no se había comunicado con él. Marcó de nuevo su número solo para ser enviado de nueva cuenta al buzón de voz.
Cerró los ojos y guardó de nueva cuenta su teléfono, soltando un suspiro en un fortísimo intento de no caer en pánico.
Cherry estaba bien.
Cherry tenía que estar bien.
Flashback.
Por unos callejones de la Zona Central de Ciudad Pentagrama, Angel Dust caminaba con dificultad. Se abrazaba a sí mismo, con la cabeza gacha y su cuerpo bastante encorvado. Sus ropas estaban maltrechas y había rastros de sangre en ella.
Solo quería llegar a su apartamento, tomar una sobredosis de la droga que tuviese, abrazarse a sí mismo y dormir… olvidarse de todo… olvidar su existencia…
Era una jodida broma su existencia...
No había sido feliz en su vida en la Tierra y definitivamente el infierno hacía honor a su nombre. Parecía que solo era así con él, miraba a su alrededor y todos los demás disfrutaban de su existencia, del libre albedrío que les daba un lugar como ese: sin reglas, sin moral, sin límites.
Tal vez él era demasiado débil para ese lugar, tal como lo había dicho su padre, tal como se lo había recalcado su hermano. Tal vez por eso fue fácilmente envuelto por las falsas promesas y falacias de Valentino, cuando el proxeneta lo encontró algunas semanas después de su llegada al infierno.
Angel no tenía de cómo hacer para sobrevivir una eternidad en ese lugar, no tenía un refugio, no tenía a quien acudir. Por un momento pasó por su mente ir en busca de ayuda con el mismísimo Rey del infierno pero, si los gobernantes de la Tierra siempre han sido déspotas, no imaginaba lo tan poca cosa que Lucifer lo miraría como para perder su tiempo dándole alguna clase de apoyo.
Apenas se había acostumbrado a su nueva apariencia: su cabello rubio platinado se había convertido en pelo blanco que le cubría todo el cuerpo, sus ojos eran de color diferente entre sí, sus dientes se habían vuelto afilados en su totalidad, sus pecas se habían vuelto tres puntos debajo de ambos ojos y después se percató que eran más ojos y, por si fuera poco, ahora tenía dos pares de brazos, bueno, tres. El tercero se manifestaba cuando se encontraba en situaciones de estrés y desaparecía luego de que cayera dormido. En casos extremos, junto con su tercer par de brazos aparecía una metralleta, un arma con la que estaba bastante familiarizado. Pero, aun con todo eso, el cambio que más le llamaba la atención era que su cuerpo había adoptado una figura más femenina. Y no era solo él quien lo notaba, muchos demonios se habían acercado a él creyendo que era una mujer y al darse cuenta que se trataba de un chico, muchos se alejaban no sin antes llenarlo de improperios.
Había tenido que defenderse de ataques físicos y verbales, moría de hambre y sed y estar robando comida era más difícil con todos los demonios teniendo aunque se un poder y él sin poder controlar los suyos. Fue entonces que se topó con Valentino, un demonio polilla extravagante en su manera de vestir. Angel estaba tratando de entrar de forma clandestina al edificio en el que se encontraba el estudio de Valentino cuando este lo descubrió.
Angel le había suplicado dejarle pasar la noche ahí, asegurando que no planeaba robar ni nada por el estilo, solo quería un sitio cálido para dormir porque, por increíble que pareciera, las madrugadas del infierno eran terriblemente frías. Angel le había contado que era un recién llegado al infierno, que había muerto luego de haber pasado una corta temporada en coma luego de una sobredosis, fue entonces que Valentino le había ofrecido pasar la noche en su departamento "conmovido" por la historia del chico.
Llegados al departamento, Valentino le ofreció su baño para que se diera una ducha caliente mientras él ordenaba para los dos algo para cenar, también le ofreció una muda de ropa que sacó de un cuarto parecido a una bodega cerca de la cocina.
Angel se mostró extrañado al notar que se trataba de un conjunto femenino, estaba por aclarar que era varón cuando una frase Valentino hizo que su manera de pensar cambiara por completo:
—Ya estuviste ocultando tu identidad durante toda tu vida en la Tierra, ¿no? Es momento que seas quien realmente eres, Angel Cakes.
Angel lloró conmovido mientras se daba un baño. Al salir vestido con la ropa que le había entregado, Valentino le aplaudió alagando su belleza. Valentino había ordenado comida china para ambos, comieron, bebieron, charlaron, el demonio polilla le había dicho que él era un productor de cine y que el edificio al que había intentado entrar era donde él rentaba para grabar sus películas. Angel estaba por preguntar qué clase de películas producía cuando el sueño y cansancio acumulado por semanas de estar luchando por sobrevivir hicieron mella en él, entonces el demonio polilla le indicó cuál sería su habitación.
Angel no podía creer la bondad de que un habitante del infierno podía llegar a tener, además que era bastante atractivo. El productor de cine lo acompañó hasta su habitación, ahí Valentino le indicó cosas que necesitaba saber, como las ubicaciones de los interruptores de las diferentes lámparas, tenía una radio, medio baño y más mantas dentro del closet por si llegaba a sentir frío durante la noche. Angel no pudo más y rompió en llanto por la amabilidad mostrada por aquel demonio que apenas acababa de conocer un par de horas atrás, entonces Valentino lo abrazó para consolarlo y, como en sus mejores sueños, el demonio polilla lo besó.
No fueron necesarias más palabras. Angel se dejó hacer por el demonio polilla, en una larga y apasionada noche de sexo. Angel tuvo sus encuentros sexuales en vida, pero no se comparaba a la libertad de poder gemir sonoramente, ni a todas las sensaciones y maneras de estimulación que su actual cuerpo le brindaba.
A la mañana siguiente, Valentino ya había salido del departamento. Angel se vistió con la ropa que Valentino le había prestado y salió con algo de timidez del cuarto. No sabía si debía irse o quedarse, luego de todo lo ocurrido en su habitación, se había quedado dormido y no había podido hablar con el productor, ni siquiera había sentido cuando Valentino abandonó el cuarto. En la mesa había un sobre con su nombre, dentro encontró dinero y una carta para él:
Mi encantador Angel Cakes:
Espero hayas pasado una fabulosa noche, así como yo. Este dinero que te dejo es para que puedas ir a comprar algo de ropa que sea de tu gusto y, si te queda algo, puedas comprar algo de comida para ambos.
Te veo en la noche.
Val.
P.D. Hay una copia de la llave en bajo el florero de la entrada.
Angel abrazó la carta como un adolescente enamorado, Valentino había dicho que la noche había sido fabulosa y además, contaba con que él estaría esa noche en el apartamento. Sacó el dinero del sobre, no tenía ni idea de qué tan cara sería la vida en el infierno, pero parecía mucho. Lo aprovecharía al máximo. Suponía que las cosas no debían ser muy diferentes a la Tierra, seguro había diferente calidad y precio de las prendas, por lo que buscaría lo que consideraba necesario.
Tomó un baño, salió del departamento y se dirigió al centro de Ciudad Pentagrama. Un par de horas después volvió con varias bolsas de ropa y zapatos baratos pero que le parecían de suficiente calidad, además de una pequeña despensa para poder hacer comida casera a manera de agradecimiento hacia Valentino.
Preparó Espaguetis a la carbonara y al terminar se mudó de ropa por un par de prendas que había comprado.
Cuando Valentino llegó, fue recibido con el delicioso aroma de comida casera preparada además de un Angel con un semblante totalmente diferente al triste y derrotado con el que se había encontrado la noche anterior. Cenaron y luego Angel le enseñó todo lo que había comprado con el dinero que le había dejado. Ni siquiera hubo tiempo para decir algo más cuando Valentino guio a Angel a la recamara principal y repitieron lo ocurrido en la habitación del demonio araña.
Eso fue el inicio de una relación de ensueño para Angel. Parecía que en el infierno había encontrado la felicidad que se le fue negada en la Tierra.
Valentino le había pedido formalmente que fuera su novio, vivían juntos, Angel se había instalado en la habitación del demonio polilla y era el encargado del hogar, manteniendo las cosas en orden, recibiendo siempre con un plato de comida caliente a su adorado Valentino. En los días libres de Valentino, salían a pasear, algunas veces iban a los clubes que Val frecuentaba y él siempre lo presentaba como su novio.
Un hogar cálido, un novio cariñoso, sexo casi todas las noches ¿qué más podía pedir? En algún punto, Valentino invitó a Angel a ir a ver su estudio, quería mostrarle en qué trabajaba. En el estudio, Angel fue testigo de la transformación del gentil Valentino a un jefe autoritario. Todo se veía normal, hasta el momento que la grabación iba a iniciar. Valentino entró al estudio, pero a él no le dejó entrar, diciendo que el sitio era muy estrecho y que necesitaban aprovechar el espacio. Angel, aunque un poco decepcionado, entendió y se mantuvo fuera del estudio a la espera que su novio terminara su jornada. Los demás productores, actores y actrices que trabajaban en los estudios vecinos, siempre veían de manera despectiva la puerta del estudio donde su novio se encontraba trabajando. Eso le llamó la atención pero no le dio importancia, quizá solo se trataba de envidia entre competidores.
Al terminar la jornada, Valentino salió del lugar acompañado de una demonio bastante sexy que coqueteaba descaradamente con el demonio polilla y Val parecía sumamente cómodo por ello.
A su llegada al departamento, ambos tuvieron su primera pelea, gracias a los celos de Angel. Al final, Angel terminó disculpándose pues, a pesar de las claras intenciones de la demonio, Valentino no había hecho nada malo. Fue esa noche que Val le ofreció lo que parecía un cigarrillo común y corriente.
—Te ayudará a calmarte, Angel Cakes. —Le había dicho.
Angel tomó el cigarrillo y dio la primera bocanada.
Definitivamente no era tabaco. Miró confundido a su novio. Él había muerto a causa de una sobredosis ¿y ahora le daba droga? Valentino ya estaba encendiendo uno para él y respondiendo a la silenciosa pregunta de su pareja solamente dijo que confiara en él antes de dar su primera bocanada de aquella droga.
La sensación fue completamente diferente a cualquier sensación provocada por cualquier otra droga que pudo haber probado en la Tierra. Comenzó a sentirse completamente feliz, tranquilo, en paz, como si flotara. Todo a su alrededor se volvió de colores alegres y lo que más le llamaba la atención era ese humo rosado que soltaba gracias a ese cigarro.
El sexo de esa noche fue indescriptible.
Las cosas continuaron tranquilas durante los siguientes meses, con la única diferencia que él y Valentino se drogaban con mayor frecuencia. O eso le hacía creer Val.
Una noche Valentino llegó con un amigo a casa, querían celebrar. Las películas de Valentino estaban comenzando a tener tanto éxito que estaban planeando en comprar un edificio completo e iniciar una casa productora propia. Habían llegado con alcohol y botanas, charlaron, comieron y bebieron. En algún punto de la noche comenzaron a drogarse con aquellos cigarros de Valentino.
A la mañana siguiente, Angel despertó en un enredo de sabanas en el cuarto donde había pasado la primera noche que llegó al apartamento de Valentino y, quien estaba a su lado, no era su Val, era ese amigo que había llevado el demonio polilla para celebrar. Entró en pánico y las cosas no mejoraron cuando notó que, recargado en la puerta de la habitación, se encontraba Valentino, ya vestido, listo para irse a trabajar, observándolo con una expresión indescifrable.
—Val… yo… yo no…
—Cuando despierte, dile que me alcance en el edificio de la zona Noreste.
Y dicho eso, abandonó el departamento. Angel salió de la cama y se encerró en el cuarto que compartía con Valentino. No sabía cómo se había atrevido a hacer eso, ¿cómo pudo hacerle eso a su Val? En su propia casa, con su amigo… No recordaba nada pero era evidente lo que había hecho, se tiró a la cama a llorar, se abrazó y se mantuvo llorando en posición fetal hasta que escuchó que aquel demonio había abandonado el departamento.
Salió de la habitación y entró al baño. Se sentía sucio.
Cuando Valentino llegó en la noche, Angel estaba nervioso por lo que el demonio polilla pudiera llegarle a decir pero, contrario a todos los malos escenarios que se pudo haber imaginado, Val lo saludó como de costumbre y más que eso, le anunció que había logrado comprar el edificio de la Zona Noreste. Cuando Angel tocó el tema de lo ocurrido entre él y su amigo, Val solo lo abrazó cariñoso y le dijo que no estaba molesto con él, pues sabía que él era completamente inocente de lo ocurrido y que tampoco estaba enojado con su amigo, pues sabía lo difícil que era resistirse a la tentación de su cuerpo.
—Eres una belleza, Angel Cakes… Sería muy egoísta de mi parte querer mantenerme solo para mí…
—Pero Val, yo no…
Valentino no lo dejó continuar, simplemente lo besó y después lo llevó a la cama.
Las cosas volvieron a su curso normal luego de ese "bache", las cosas estaban yendo bien para Valentino, eso se notaba en su economía. Pronto se mudaron de su apartamento a una cosa más grande. Al salir, Angel notaba que su novio era básicamente una celebridad y él, por su parte, no paraba de recibir halagos, como si se tratara de otra celebridad y, lejos de molestar al demonio polilla, parecía que le llenaba de orgullo.
Semanas después, en una de las fiestas que Valentino había empezado a dar desde que se habían mudado a la nueva casa, aquel "bache" se repitió. No solo había sido con aquel amigo de Val, ahora estaba también una chica. Al salir de la habitación, Valentino estaba despidiendo a uno de sus invitados.
Angel se echó a llorar en sus brazos. No podía creer que lo había hecho otra vez.
—Ya… ya… Angel Cakes… No estoy molesto…
—Pero, Val…
—Tranquilo, mi Angel…
Un día, Angel quiso sorprender a Valentino en su trabajo. De camino, notó que muchos demonios lo reconocían, lo saludaban gustosos, algunos incluso lo felicitaban. No entendía por qué lo felicitaban.
Al llegar al nuevo edificio de Val, sus trabajadores lo miraron con demasiada alegría, le ofrecieron café, agua, refresco… cualquier cosa que necesitase. Angel supuso que era porque todos sabían que era la pareja del jefe. Uno de ellos lo guio hasta la oficina de su novio, al entrar, se sintió desfallecer. Valentino estaba en pleno acto con un demonio que había visto en algunas de las fiestas que habían ofrecido en su nueva casa. Cerró la puerta de un portazo y salió corriendo del lugar. No era posible, su Val no podía estarle haciendo eso. Corriendo sin rumbo y girando por los aparentemente interminables pasillos del edificio, llegó a un salón donde se exhibían los posters de las películas producidas por el demonio polilla. Angel nunca había preguntado nada, creía que eran películas como cualquier otra, él nunca había sido fanático del cine y eso Valentino parecía entenderlo pues nunca le obligó a ver alguna de sus creaciones pero, ahora entendía por qué: su Val era productor de películas pornográficas.
Angel paseó sus ojos por todos los posters exhibidos, hasta que uno llamó su atención.
No era posible…
Él aparecía y no solo eso, quien estaba protagonizando aquella escena junto a él era aquel amigo con el que había pasado una noche que no ha podido recordar hace tiempo. Siguió mirando y se volvió a encontrar, esta vez con el mimo tipo del poster anterior y además, aquella demonio desconocida con la que había despertado.
—Angel Cakes
—¡¿Qué significa esto Val?! —preguntó señalando el póster.
—Tranquilízate, mi Angel. Déjame explicarte…
—¿Tú lo planeaste? ¿Planeaste drogarme para que tuviera sexo con tus amigos y hacer una película de ello?
—Angel Cakes… desde el momento que mis socios te conocieron vieron potencial en ti, yo también lo vi pero sabía que eres muy tímido… lo siento, debí preguntarte, pero, tus películas han sido las más exitosas, gracias a ellas no quebré luego de la compra de este edificio… Angel Cakes… me salvaste la vida. —Concluyó tocando cariñosamente una mejilla del demonio araña.
—Debiste preguntarme, Val… Ahora todos…
—Te admiran y elogian, mi Angel ¿acaso no has notado la manera con la que te tratan cuando salimos a pasear? Posiblemente creíste que era por mí, pero no, es por ti, Angel Cakes.
Angel lo pensó un poco y concluyó que no era algo tan malo. Ahora estaba en el infierno, no era como si siguiera en la Tierra. Como había dicho Val, nadie lo había juzgado, al contrario, ya entendía los elogios. No era por Valentino: era por él. En la Tierra nunca nadie lo había elogiado, a excepción de su madre… ¿qué pensaría su madre si supiera lo que su hijo seguía haciendo aun después de muerto?
—¿Qué dices Angel Cakes? ¿Trabajamos juntos? Serás la estrella de todo el estudio…
—¿Juntos, Val? Pero, te acabo de ver…
—Eso no tiene importancia ni significa algo para mí, mi ángel, o dime, ¿para ti significaron algo esas noches que pasaste con mis amigos?
Angel se mantuvo en silencio.
—Eso pensé. Sé mi musa, Angel Cakes, ayúdame a construir nuestro imperio.
—¿Nuestro?
—Nuestro, mi ángel.
Después de eso, Angel comenzó a trabajar en la casa productora de Valentino por voluntad propia. Al principio le era incómodo, a veces recurría a los cigarrillos de Valentino (en menor cantidad) para desinhibirse. Se enteró que su nombre artístico: Angel Dust. Valentino le dijo que era el nombre perfecto para él, pues todos decían que verlo era adictivo.
La economía de la casa productora subió por los cielos. Angel recibía grandes cantidades de dinero por cada película que filmaba y su relación con Valentino estaba mejor que nunca. Valentino a veces se enredaba con otros demonios, pero para Angel era justo, después de todo, literalmente todo el infierno lo veía coger con otros demonios que no eran su Val.
Así pasó poco más de una década. Ahora Angel ya era toda una estrella. Atrás había quedado ese demonio triste, tímido y sin voluntad que había llegado al infierno, ahora era, literalmente, una perra. No había actriz que se equiparara en su vanidad y a los bolsillos de Valentino le encantaba, el público amaba la nueva actitud de su estrella.
Pero, lo único que no había cambiado en el demonio araña, era su inmenso amor por el demonio polilla. Angel accedía a todo lo que Valentino le pedía, especialmente cuando estaban teniendo sexo bajo la influencia del alcohol y drogas, pues a través de los años, Angel había caído en cuenta que no importaba la cantidad de droga que consumiera en poco tiempo, nunca volvería a sufrir una sobredosis y, en cambio, lograría las sensaciones más alucinantes.
Su droga favorita, eran los cigarrillos de Val, porque era algo que solo consumían ellos dos.
Las peticiones de Valentino subían de tono para cada película nueva y Angel lo complacía. Un día hizo su aparición por los estudios un demonio peculiar. Era alto, su cabeza consistía en una televisión en cuya pantalla se reflejaba el rostro del demonio. Su nombre era Vox. Angel creyó que sería un nuevo actor, le parecía interesante, no se imaginaba lo bizarro (en el sentido anglosajón de la palabra) que sería coger con una pantalla pues, para ese tiempo, ya le había tomado demasiado gusto al sexo, aunque sabía diferenciar cuando era por trabajo, a cuando era por amor.
Sin embargo, para su decepción, aquel nuevo demonio no era un actor nuevo, había llegado para ser socio comercial de Val. Y aquella sociedad pronto dio frutos: Vox le había patrocinado nueva tecnología que le abarataba la producción y mejoraba la calidad.
Valentino estaba contento con la llegada de Vox.
Quizá demasiado contento.
Si Valentino antes era un demonio de carácter, con la llegada de Vox y el incremento monumental de su fortuna, Val se volvió un demonio cruel, sádico, no solo en lo que se refería en el trabajo fuera de cámara, sino en las escenas de las películas en sí.
"Es un nuevo subgénero" le había dicho, pero Angel estaba seguro que era algo en lo que definitivamente no quería participar, ni por todo el amor que le tenía a Valentino, ni por toda la droga, ni por todo el dinero.
Sin embargo, la estrella del "Valentino's Porn Studios" no podía quedar fuera de ello. El público exigía ver a su Angel protagonizar uno de esos novedosos videos y Valentino se los iba a dar.
Un día cualquiera de trabajo, Angel había sido llamado para protagonizar una nueva película, como de costumbre. Al llegar, Valentino le ofreció uno de sus cigarrillos además de una taza de café. Angel los tomó con gusto.
Agradece no poder recordar todo lo que hicieron. Cuando despertó estaba solo en medio del estudio de grabación. Su cuerpo dolía como no le había dolido desde que había llegado al infierno, había múltiples manchas de sangre a su alrededor y todas sus extremidades estaban llenas de moretones y heridas, sin contar el inmenso dolor que sentía en su ano.
Comenzó a llorar, ¿Valentino lo había traicionado? Angel conocía el nuevo subgénero de películas que habían estado grabando, había visto a por lo menos una docena de actores y actrices ser vejadas y maltratadas sin piedad mientras eran prácticamente violados de la forma más repugnante posible. Estuvo ahí no supo por cuanto tiempo, solo sabía que había sido el último en salir del estudio. Luego de haberse dado una ducha en los baños del estudio, había pasado por la oficina de Val con la esperanza que su novio estuviera ahí esperando y dispuesto a darle alguna explicación, pero el demonio polilla no se encontraba ahí. Tomó uno de los cigarrillos especiales y salió con rumbo a su hogar. Gracias a Lucifer esa droga le ayudaba a dejar de sentir dolor.
Pero, esa droga no fue suficiente para lo que se encontró llegando a su hogar.
Al entrar a su habitación, la habitación que había compartido por más de una década con su Val, encontró a su amado perdido de placer mientras era sodomizado por aquel nuevo socio suyo.
—Oh, Voxie~
—¿Val? —llamó con los ojos inundados de lágrimas.
Vox solo le dedicó una sonrisa burlesca antes de, con un ademán de su mano, cerrarle la puerta en la cara. Angel se sentó frente aquella puerta llorando con frustración mientras escuchaba a su novio gritar de placer por aquel encuentro. Valentino nunca lo había dejado ser el dominante durante sus encuentros, no era que le molestara dejarse dominar por él, pero era algo que siempre quiso experimentar… y ahora estaba dentro de esa habitación, suplicado por más a ese tipo que parecía solo había llegado a ellos para arruinar su relación. No supo en qué momento se quedó dormido, en la mañana se despertó por la voces de Valentino y Vox que salían, por fin, de aquella habitación.
—Parece que tu estrella no pasó una buena noche, Val.
—Hhmp, ignóralo. Siempre ha sido un dramático.
Cuando los demonios se alejaron, Angel se encerró en una de las habitaciones para visita. Se sentía humillado.
Pronto la presencia de Vox en su hogar se volvió una constante, así como sus encuentros sexuales con Val, dejándolo a él en segundo plano. Las cosas en el trabajo no eran mejor, su última película había sido un éxito, su público se lo hacía saber y eso le aterraba: Valentino no iba desperdiciar su oportunidad de sacar aún más dinero con ello.
Y su miedo se volvió realidad.
Angel se había negado rotundamente a participar en una nueva película con ese giro pero Val, haciendo uso de la fuerza lo había obligado. Esta vez estuvo consciente durante toda la grabación, por más que gritaba, lloraba y suplicaba que pararan, nadie le hizo caso. Al final, Valentino solo le ofreció uno de sus cigarrillos el cual Angel tomó con desesperación, necesitaba dejar de sentir dolor.
Y así, Angel se volvió a sentir verdaderamente en el infierno luego de una década de felicidad: mientras en su trabajo era prácticamente violado por orden de su novio, en su hogar todas las noches escuchaba los encuentros entre Valentino y Vox. Y decidió que ya no soportaría más.
Un día se apersonó en la oficina de Valentino en los estudios, le informó que ya no trabajaría para él y le exigió que le pagara lo correspondiente por los años que había trabajado. Valentino estalló en carcajadas antes de decirle que él no estaba en la obligación de darle nada ya que Angel nunca había firmado un contrato con él, que ni siquiera había tenido que darle todo ese dinero que le daba durante esos años y que simplemente lo hacía para mantener a su estrella contenta.
Angel lo maldijo y le informó que daba por terminada su relación, a lo cual Valentino solo volvió a reír con ganas, diciendo que le impresionaba que Angel creyera que todavía estaban en una relación, cuando era más que evidente para todos que él ahora estaba con Vox.
Angel contra atacó diciendo que su imperio se iba a derrumbar sin él, pero Valentino respondió que él ya tenía un nuevo negocio con Vox. Finalmente, Angel, humillado, dolido y sin dinero, abandonó los estudios de Valentino.
Buscó un lugar para vivir, encontró un apartamento que le recordaba al primer lugar donde vivió con Valentino, solo que la renta era muy cara y sus ahorros no eran suficiente. Para su fortuna, el arrendatario era un fan de él y una tarde de sexo con su estrella porno favorita valió que le concediera un par de meses sin pagar la renta. Bien, ahora solo tendría que preocuparse para hacer rendir su dinero para comer.
Angel nunca, nunca en su vida desde la Tierra había trabajado, solo hasta que Valentino había llegado a su existencia, lo único que sabía hacer era eso que lo había llevado a la fama, por lo que decidió sacar provecho a su fama y prostituirse para sobrevivir. Tan pronto se corrió la voz que Angel Dust ofrecía sus servicios sexuales, su apartamento recibía visitas diarias. Angel se hizo de algo de dinero y podía seguir dándose la vida a la que ya estaba acostumbrado, su cuerpo resentía la ausencia de los cigarrillos de Valentino, por lo que consumía de otros tipos de drogas en mayor cantidad.
Pero, la novedad de la estrella porno ofreciendo sus servicios sexuales pasó pronto. Los clientes disminuyeron, el dinero escaseaba, ya no podía ofrecer sus servicios como moneda de cambio para el arrendatario, debía cuidar su dinero para poder comer y ya no podía seguir comprando la enorme cantidad de droga que necesitaba para sustituir los cigarrillos de Valentino.
Decidió mudarse a un apartamento más rudimentario y por ende, más barato. Apenas alcanzaba a pagar la renta, daba una comida al día y estaba sufriendo los estragos de la abstinencia de, ahora, cualquier droga. Pronto comenzó a ofrecer sus servicios incluso en callejones a cambio de alguna dosis de droga, muchas veces ni eso conseguía, solo era usado y dejado tirado ahí.
Se encerró en su pequeño apartamento, ya sin esperanzas ni expectativas de su vida. Ya no tenía dinero para comer y, por ser prácticamente un cuarto, el arrendatario aceptaba sus servicios como moneda de cambio. Sufría la abstinencia y el hambre por días, quizá semanas, ya no importaba, ya había perdido la noción del tiempo.
De una cosa estaba seguro: en el próximo exterminio saldría a la calle para que aquellos ángeles exterminadores acabaran con su patética existencia de una vez por todas. Pero parecía que no tenía permitido morir.
Alguien prácticamente derribó su puerta y lo arrastró hasta el estudio de Valentino, al estar ahí, Valentino le obsequió uno de sus cigarrillos, que, como buen adicto, Angel lo tomó con desesperación. Por fin, el dolor se había ido.
Valentino le informó que era consciente de su situación. Le ofreció volver a trabajar para él. Angel se negó, sin embargo Vox, quien iba entrando a la oficina de Valentino, le sugirió escuchar la propuesta de Val.
—Angel Cakes, aunque no lo creas, me duele el modo en el que te encontré. Tú, mi máxima creación y mi musa, no creas que he olvidado que gracias a ti construí este imperio. Por eso, mi ángel, quiero ayudarte. Vuelve a los estudios, el público te extraña (a pesar que ya te has acostado con la mitad de ellos). Puedo ofrecerte un pequeño apartamento, algo mejor al lugar donde te encuentras ahora, también comida y protección y además… siempre tendrás acceso a estos pequeños amigos que sé que extrañaste mucho, Angel Cakes…
Angel no era tonto, sabía que lo que Valentino quería era básicamente que fuera el esclavo de su negocio pero, sabía que no tenía una opción mejor que esa… No lograría sobrevivir y por lo menos esos cigarrillos le ayudarían a soportar su dolor…
Angel aceptó lo ofrecido por Valentino. A partir de la semana siguiente regresó a los estudios, grabando todo lo que Valentino exigía, sin importar que tan doloroso o humillante fuera. También, se había vuelto en el alivio de estrés favorito de Valentino, pues cada vez que el demonio polilla peleaba con Vox (lo cual, para desgracia de Angel era bastante frecuente), Valentino sacaba su frustración abusando (con lujo de violencia) de él.
Y esa había sido su vida en los últimos 30 años, ahora caminaba sintiendo lástima por sí mismo luego de haber pasado una tarde de mierda siendo abusado por Valentino y uno de sus clientes importantes.
Cada cierto tiempo contemplaba la idea de dejarse matar durante los exterminios. De cualquier modo no tenía un motivo para seguir existiendo.
Escuchó una explosión y luego un grito femenino. Alzó la vista y pudo ver como una demonio de aspecto juvenil corría en su dirección girándose un poco para mostrar el dedo medio a quien quiera que estuviera riñendo con ella.
La joven, al pasar por su lado no pudo evitar notar el aspecto deprimente del demonio araña.
—Luces verdaderamente jodido.
—Oh, ¿eso crees? Dime algo que no sepa —respondió con sarcasmo.
La conversación no pudo continuar, pero la demonio lo tomó con fuerza de uno de sus brazos y comenzó a correr.
—¿A dónde me llevas… tú… loca…?
—Iremos a mi casa…
—Niña, no sé qué extraño fetiche tengas pero te informo que soy gay y si realmente quieres que me acueste contigo te costará muy caro.
—¡Ja, ja! Eres divertida, arañita.
Siguieron corriendo por algunas cuadras, Angel sentía que se iba a desmayar por el cansancio y el dolor, hasta que, gracias a Lucifer, llegaron a una pequeña casa que más bien parecía un cuarto. Le recordaba el departamento en el que había vivido. Al entrar la chica lo dirigió para que se pudiera sentar en su cama y luego ella comenzó a buscar entre sus cosas, finalmente encontró lo que buscaba: un botiquín y se acercó a él.
—Eres un desastre, chico. ¿Por lo menos conectaste algún golpe al hijo de puta con el que te peleaste?
Dijo mientras remojaba un pedazo de algodón con alcohol. Luego procedió a curar las heridas del rostro del demonio araña, Angel comenzó a quejarse por el ardor que le provocaba el alcohol en sus heridas, la chica solo reía y le pedía que aguantara.
—Soy Cherry Bomb, por cierto.
—Angel Dust.
Cherry le mostró su poder especial: materializar bombas siempre que quisiera, le dijo que llevaba un par de años en el infierno, buscando un lugar de su completo agrado para vivir. Apenas había llegado a esa zona del Pentagrama, la chica le contó que ella buscaba ganar poder, lograr llegar a convertirse en una Overlord algún día. Decía que había escuchado de un pecador que lo había conseguido a pocos meses de haber llegado, hace ya poco más de cincuenta años. La chica le ofreció dormir esa noche ahí, sabía que a donde quiera que el demonio araña se dirigiera, no iba a alcanzar a llegar sin antes pasar por un tortura de dolor. A Angel, esa amabilidad le recordaba a Valentino…
Aun así, aceptó la propuesta de la chica. A la mañana siguiente, Cherry se encontraba cocinando. Lo ofreció de desayunar y le dijo que era bienvenido cualquier día que el deseara visitarla. Angel salió de la casa de la cíclope y volvió su propia casa. Afortunadamente ese era su día libre, al llegar, se atiborró de drogas y durmió prácticamente hasta la mañana del siguiente día.
Se había olvidado de la chica que lo había ayudado, hasta que había vuelto a ser objeto de las humillaciones y maltratos de Valentino. Sin tener idea de a dónde más acudir, volvió a la casa de aquella chica, no sin antes permanecer perdido un par de horas tratando de recordar la ubicación.
Angel comenzó a contarle toda su vida, desde su tiempo en la Tierra hasta su estancia en el infierno. No sabía por qué lo hacía. Quizá porque los cuidados que le había dado hace tiempo le recordaba un poco a la única persona que se había preocupado por él en toda su existencia: su madre.
Expresó su deseo de dejar de existir argumentando que no tenía ningún motivo para seguir, Cherry lo escuchó atentamente, mientras dejaba que ese pobre demonio sacara todos los años de dolor a través de sus lágrimas, mientras ella lo abrazaba de manera cariñosa y acariciaba su cabello. Terminaron durmiendo abrazados. Angel no recordaba la última vez que había dormido tan plácidamente. Ese día, Cherry lo acompañó a su casa. El lugar estaba un poco más grande que la casa de la cíclope, pero lucía muchísimo más descuidada y deprimente. Ella comenzó a limpiar el lugar mientras Angel buscaba algo de comida en su refrigerador. Pasó la tarde ahí, comieron algo preparado por Angel y luego se retiró.
A los días, Cherry hizo una visita sorpresa a su casa.
La cíclope no había llegado sola, llevaba un regalo para él.
—¿Y esa cosa?
—Es tu hijo —dijo alzando al cerdito y poniéndolo en la cara del demonio araña.
Angel miró con indiferencia al animal, estaba por rechazarlo diciendo que no tenía tiempo para cuidar de él ya que pasaba la mayor parte del tiempo drogado, cuando el pequeño cerdo dio un tierno lengüetazo en su mejilla…
Y Angel cayó rendido ante tan linda criatura...
A partir de ese momento Angel amó con todas sus fuerzas al pequeño cerdo, al que llamó Fat Nuggets, consciente que el cariño que recibiría de ese tierno animalito sería el más sincero que podría aspirar a recibir en el infierno.
Cherry iba preparada con un par de platos (para agua y comida de la mascota), una bolsa de comida, una bolsa de premios, una pechera y correa, además de un pequeño juguete para la pequeña mascota.
—Son los regalos de la tía Cherry para su sobrino, a partir de ahora tú te harás responsable de él.
—Descuida testas de azúcar, yo me encargaré que nunca le falte nada a mi Fat Nuggets. —Dijo el demonio araña sin poder dejar de abrazar a su nuevo mejor amigo.
Al anochecer, Angel le ofreció quedarse a Cherry, la casa de Angel tenía un cuarto extra. El demonio araña durmió en compañía de su mascota y Cherry durmió tranquila pues su plan había funcionado mejor de lo que pensaba: le había dado a Angel un motivo para desear seguir existiendo y ser mejor.
Poco después, Cherry comenzó a entrenar a Angel para que, por fin, luego de tantos años en el infierno, fuera capaz de usar su tercer par de brazos a voluntad, así como para que pudiera aparecer y desaparecer su metralleta a su antojo. El primer exterminio que llegó luego de que se conocieran, lo pasaron juntos en la casa de Angel. Al día siguiente, Cherry lo invitó a participar en la guerra territorial.
Esa fue la primera vez que Angel pudo ver de lo que realmente era capaz. Que nunca había sido un demonio indefenso… que tantas cosas habrían sido tan diferentes si tan solo le hubiera dicho "no" a Valentino y si hubiera sabido a usar sus poderes como ahora lo hacía para romperle el alma cuando Valentino había comenzado a romper la suya.
Aun así, había algo con lo que Cherry no lo podía ayudar, y eso era su adicción a los cigarrillos de Valentino. Angel no podía desprenderse de Valentino gracias a esa maldita droga. Si bien ya no podía aprovecharse de él de la misma manera gracias a que Angel sabía defenderse mejor, Valentino seguía dominándolo gracias a la privación de cigarrillos que le aplicaba cada vez que Angel no quería acceder a alguna de sus peticiones.
Angel, siempre se envalentonaba al pensar que podría superar su adicción y mandaba a la mierda a su jefe, pero siempre, usualmente a los tres o cuatro días, volvía suplicando por un cigarrillo, que Valentino siempre le entregaba, no sin antes castigar al demonio araña siendo golpeado por sus secuaces para terminar siendo abusado sin piedad por el que alguna vez creyó era el amor de su existencia.
Era entonces que Cherry, sabiendo ese círculo vicioso, se instalaba en la casa de Angel y cuidaba de él y Fat Nuggets hasta que Angel pudiera salir de esa crisis.
Y así había sido desde ese tiempo, hasta estos días…
FIN FLASHBACK.
Angel tropezó con algo en la calle. Se había perdido tanto en sus pensamientos al recordar lo que había sido su existencia hasta ahora y la importancia de Cherry en ella, que no se percataba de lo que tenía al frente.
Había pisado el cuerpo de lo que, a juzgar por las ropas, era una demonio.
No… no, no, no, no, no… por Lucifer no… ¡NO! ¡Cherry no! ¡Su mejor amiga no!
Angel cayó en pánico, sintió que le hacía falta aire, de pronto el ambiente se volvió terriblemente helado, sus ojos se llenaron de lágrimas y cayo de rodillas, derrotado ante el que creía que era el cuerpo de su mejor amiga.
Las sombras de Alastor vieron con algo de pesar a ese demonio que su amo les había ordenado proteger. Sentían que de algún modo le habían fallado a la orden dada por su amo.
—No, tetas de azúcar… tú no… —decía entre sollozos.
—¿Yo no qué, baby?
Angel alzó la mirada y frente a él estaba su mejor amiga, con la ropa y cuerpo polvorientos y maltrechos… pero viva.
—¡TETAS DE AZUCAR! —Se levantó al instante y estrechó entre sus cuatro brazos a la demonio mientras soltaba lágrimas de alivio de saber que su mejor amiga había sobrevivido al exterminio.
Cherry sonrió con ternura. Angel siempre le recordaba a un niño.
—Estoy bien, bebé.
—No tuve noticias de ti desde la tarde de ayer. Estaba muy preocupado, Cherry. ¿Dónde te metiste? —Preguntó separándose de la cíclope, tomándola de los hombros y brazos de manera firme.
—Como ya te había dicho, estaba encuartelada en mi casa, cuando a un idiota se le ocurrió tratar de meterse a mi casa y activó una de las bombas trampas que había puesto. Ya te imaginarás los que sucedió después, terminé refugiándome en los escombros de lo que fue mi casa y pues —mostró su Hellphone destruido —Esta chatarra no soportó la explosión.
—Entonces, ¿te quedaste sin casa, Cherry?
—Básicamente. Viva el exterminio anual, ¡woooh! —dijo con ironía.
—Cherry… —se lamentó por su amiga el demonio arácnido antes de que una maravillosa idea surgiera en su mente —Ven conmigo, Cherry.
—Angel, hoy no estoy de humor para participar en una guerra territorial, necesito buscar un nuevo lugar para vivir.
—No busques más, Cherry. Ven conmigo al hotel.
—¿Qué?
—¡Sí! Puedo decirle a Charlie lo que te sucedió, sé que ella no tendrá problema en recibirte.
—¿Estas drogado tan temprano? La princesita jamás me aceptará después de lo que pasó en el noticiero el año pasado.
—Nena, no me corrió a mí… Te aseguro que la princesita tiene su mente ocupada en algo muchísimo más importante para ella —dijo recordando la nueva relación de la princesa con el Demonio Radio. —Confía en mí. No hay mejor lugar para ti y, si decides quedarte permanentemente, estaré con la tranquilidad que estarás a salvo en los siguientes exterminios.
Una explosión se escuchó cerca de ellos, de inmediato las sombras de Alastor rodearon de manera protectora al demonio araña y a la cíclope.
—¿Un nuevo poder, guapo? —Preguntó extrañada la chica al notar eso. Angel soltó una risa.
—Quisiera… Es parte de lo que trataba de decirte, tetas de azúcar. Estos amiguitos son mis guardaespaldas por hoy, el hotel ofrece protección a sus huéspedes y colaboradores.
—Nice —exclamó sorprendida la cíclope —Pero, ¿son suficientes? ¿Estas… sombras… pueden salvarnos el culo?
—Eso es lo mejor, nena. Si estos guapos se ven sobrepasados, ellos avisaran a su amo y él vendrá en persona a salvarnos el culo —dijo con una sonrisa maliciosa.
—¿Ah, sí? ¿Y quién es su amo?
—Solo alguien conocido como Demonio Radio, ¿te suena?
—¡No jodas! —Gritó emocionada, ella admiraba a Alastor desde que supo su historia al llegar al infierno —Entonces, estas sombras son… —Angel sonrió con suficiencia y el trío de sombras sonrió con sus ojos.
—Entonces… ¿vienes conmigo al hotel?
—¡Por supuesto!
En el hotel.
Stolas, Charlie y Alastor habían estado conversando sobre algunas cosas del hotel. Su funcionamiento, los tipos de programas aplicados para cada tipo de pecador, la manera en que se había dado el primer redimido, entre otras cosas.
Octavia se la había pasado recorriendo el lobby del hotel, hasta que finalmente terminó de recorrer los cuadros exhibidos ahí.
— Alastor, —llamó la demonio búho, regresando hacia donde el Demonio Radio se encontraba charlando con su padre y la princesa —j'aimerais que vous me fassiez visiter l'hôtel.
— Bien sûr. Ce sera un honneur, mademoiselle. —Respondió a la petición de la chica.
Charlie miraba con molestia como Alastor parecía estar disfrutando de las atenciones de la hija de Stolas, ¿en qué diablos pensaba? ¡Ella estaba justo ahí!
—Vaya, no sabía que hablas francés, Alastor. — dijo con cierta sorpresa el demonio búho.
—Parte de mi familia es de ascendencia haitiana y yo provengo de un pintoresco sitio llamado Nueva Orleans, el francés era parte de mi día a día durante mi estancia en la Tierra. —respondió.
Eso explica mucho. Pensó Stolas.
—Interesante. —Dijo, luego dirigió una mirada severa a su hija —Octavia, no seas grosera y saluda a Charlotte, llevamos no sé cuánto tiempo aquí y no lo has hecho —Pidió con cierta autoridad en su voz el Overlord. Su hija rodó los ojos y se acercó a Charlie ofreciendo de mala gana su mano a la rubia para saludar.
—Hola, Charlie. —dijo sin ganas. Charlie tomó su mano.
—Hola, Via. Haz crecido mucho. —Dijo lo más amable que pudo. No estaba nada contenta con la actitud de la joven hacia su novio.
Stolas vio la actitud de su hija y soltó un suspiro pesado.
—Discúlpala, Charlotte. Está en esa edad en la que se comporta insoportable con todos. —Pidió apenado por la actitud de su hija. Charlie hizo un gesto dando a entender que no estaba molesta por ello. —Y en cuanto ese recorrido que le solicitaste a Alastor, tendrá que ser otro día, Octavia. Sabes que tengo cosas por hacer.
—Pero papá…
—Ya satisficiste tu curiosidad, Octavia. A menos que tengas algo que aportar al proyecto de Charlotte, no tienes nada qué hacer aquí. —Dijo tajante. —Agradezco sus atenciones, Charlotte, Alastor —dijo dirigiéndose a ambos demonios —no los distraeremos más de sus ocupaciones.
Octavia cruzó los brazos en señal de molestia, ella no quería irse todavía. Alastor notó el comportamiento de la joven y se dirigió a ella.
—No se preocupe, señorita Octavia, con gusto le daré ese recorrido por el hotel el día que vuelva y cuente con mayor tiempo libre —dijo inclinándose ante ella para tomar una de sus manos y besarla, Charlie comenzó a sentirse indignada por esa muestra de irrespeto de parte de Alastor a su recién iniciada relación.
—M…me encantaría, señor Alastor. —respondió Octavia, cohibida por la caballerosidad del Demonio Radio.
—¡Perfecto, señorita! —Dijo Alastor mientras se apartaba de la joven para colocarse a un lado de la princesa del infierno y, para sorpresa de todos, abrazaba por los hombros a la rubia y pegarla a él —Mi querida socia y yo estaremos muy honrados de poder mostrarle todo lo que usted quiera del hotel. —terminó de decir con una gran sonrisa sin soltar su agarre de la princesa. Charlie lo miró extrañada pero, sobre todo, sorprendida por la acción.
A Stolas le causó gracia, era bien conocido que el Demonio Radio tenía cierta costumbre de no respetar el espacio personal de los demás, en cambio, Octavia miró de mala manera a la princesa infernal.
Finalmente, el Overlord y su hija dejaron el hotel. Apenas la puerta fue cerrada, Charlie dio media vuelta y comenzó a caminar sin un rumbo fijo, solo no quería ver a Alastor. Umbra se desprendió de su amo, ambos vieron divertidos a la princesa alejarse hasta que Umbra se arrastró hacia la princesa.
—Ahora no, Umbra —dijo Charlie apenas la sombra se hizo presente ante ella y continuó con su andar.
Alastor se transformó en sombra y se materializó frente a la rubia, haciendo que la chica chocara de frente con él y Umbra volvió a su cuerpo.
—¿Algo te molesta, my dear? —Preguntó con una expresión divertida mientras sostenía a la princesa para que no cayera hacia atrás. Charlie recuperó el equilibrio y miró con reproche al demonio carmesí.
—Nada, simplemente que mi novio es un narcisista. —dijo haciendo un puchero y desviando la mirada.
Alastor rio divertido y llevó una de sus manos al rostro de la rubia para hacer que volviera a verlo, cuidando, como siempre, de no lastimarla con sus garras.
—No creí que fueras tan posesiva, darling. —dijo con voz más ronca e inclinándose un poco para quedar más cerca del rostro de la chica. Charlie se ruborizó.
¿Por qué tiene que ser tan atractivo? Pensó con frustración.
—¿Cómo actuarías tú si otro demonio comienza a galantearme mientras tú estás presente?
—Lo haría desaparecer —respondió con una sonrisa sádica. Charlie pasó saliva, nerviosa. —Debes confiar más en ti, querida.
—¿En mí? Tú eres quien ha estado recibiendo las atenciones de las demonios en últimas fechas. —dijo con molestia.
Alastor cambió su sonrisa a una sin mostrar sus dientes y, sin moverse, miró de reojo a sus alrededores antes de chasquear los dedos desapareciendo junto con Charlotte y apareciendo en la oficina. Apenas estuvieron ahí, Alastor tomó por la cintura a la rubia y la aprisionó entre la puerta y su cuerpo, colocando una de sus manos por encima de la cabeza de la rubia y tomando una mano de la rubia con la otra.
—Alastor, ¿qué…
—My charming demon belle —comenzó a hablar con voz ronca sin el característico efecto de radio, viendo a los ojos la princesa infernal —me es increíble que una mujer tan inteligente como tú todavía no se haya dado cuenta de una cosa. —dijo.
—¿De qué no me he dado cuenta, Al? —Preguntó la rubia sin poder despegar su mirada de la mirada rubí del Demonio Radio, sintiendo como su respiración se iba agitando y su corazón se aceleraba cada segundo.
—No te has dado cuenta, Charlotte, que tú eres la única mujer que ha llamado mi atención en más de un sigo de mi existencia… No te has dado cuenta, Charlotte, que yo no le tengo miedo a nada, pero todavía no me explico por qué tiemblo cada vez que te veo* —dijo antes de llevar la mano de la rubia hasta sus labios.
—¿Es eso cierto? —Preguntó en un hilo de voz.
—Nunca he sido más sincero en mi vida, Charlotte. —Respondió galante.
—Estás loco, Al. —Dijo la rubia con una risa nerviosa, bajando la mirada, totalmente cohibida. Alastor llevó su mano libre hacia el mentón de la chica, haciendo que volviera su mirada ónix a la de él.
—Cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loco por ti, my dear. —Dijo Alastor antes de llevar sus labios a los labios de la rubia.
El beso inició suave, apenas unos roces, luego fue un contacto más constante. Charlie tomó con su mano libre a la solapa del saco del Demonio Radio y entrelazó la otra con la mano de él.
Hasta ese momento, Alastor sentía que seguía teniendo el control. Él había propiciado ese momento, ese beso con la princesa infernal. Todo estaba bien, ya no sentía molestia alguna con la cercanía física de la chica, el calor que emanaba le agradaba, su aroma era deleitoso, la textura de sus labios era placentera y su sabor…
Dulce…
Alastor profundizó el beso, pegando más su cuerpo al de la chica, aprisionándolo por completo entre la puerta y él, la tomó con mayor firmeza de su rostro, llevando su mano hasta su mejilla, deleitándose con la suavidad de su piel mientras la acariciaba con el pulgar.
La rubia soltó la solapa del traje para llevar su mano a la nuca del Demonio Radio, maravillada por el hecho que Alastor era quien estaba tomando la iniciativa en todo. El aroma de Alastor le embriagaba, su manera de besar había mejorado sorprendentemente, su calor la abrazaba. Soltó la mano del demonio carmesí y tocó el brazo del varón, sorprendiéndose por la musculatura vigorosa que se podía sentir a través de la tela de su traje.
Alastor hizo lo propio, llevando su mano hacia la cintura de la chica, apretando de forma instintiva. Pronto ambos demonios comenzaron a sentir una sensación naciente en la parte baja de su vientre, algo parecido a una corriente de calor que iba expandiéndose con rapidez por sus cuerpos. Alastor tomó con mayor posesión a la rubia, abrazándola por completo por la cintura y llevando su mano de la mejilla de la chica hasta su nuca, comenzando a enredar sus dedos en el cabello dorado de la princesa infernal.
La cola de Alastor comenzó a menearse bajo su saco, lo cual, fue motivo suficiente para que el demonio ciervo se percatara de lo que estaba haciendo otra vez y de forma abrupta rompiera aquel beso.
Había perdido el control…
…De nuevo.
La súcubo lo había dominado nuevamente y ni siquiera se había percatado en qué momento. Charlie notó la expresión contrariada del Demonio Radio, llevó ambas manos a las mejillas del varón y preguntó de manera dulce.
—¿Qué pasa, Al?
Alastor observó la expresión tierna de la princesa infernal: Sus mejillas estaban encendidas, sus ojos nublados, sus labios un poco hinchados y respiraba de manera pesada. Charlotte se miraba tan…
Hermosa.
Por alguna razón, Alastor sintió que si seguía viendo aquella expresión de la princesa, algo fuera de su control iba a pasar. Bajó la mirada y pudo ver cómo él tenía atrapado el cuerpo de la rubia con uno de sus brazos, pegándolo completamente a su cuerpo.
¿Qué estaba haciendo?
Desenredó su mano del cabello de la rubia, luego tomó la mano de Charlie de su mejilla, cerró los ojos, aspiró profundamente su aroma y restregó su mejilla en ella.
—¿Qué me estás haciendo, Charlotte? —Preguntó con frustración y sin abrir los ojos.
—¿De qué hablas, Al? —Preguntó confundida por la actitud del Demonio Radio.
—¿Qué me estás haciendo? —Volvió a preguntar antes de desparecer de la vista de la rubia.
Charlie se asustó, pues antes de desaparecer, Alastor le había hablado con su voz distorsionada y su apariencia había cambiado, mostrando una sonrisa espeluznante y sus ojos como diales. Soltó un suspiro y se dejó caer, resbalando su espalda contra le puerta. Al llegar al piso llevó ambas manos a su pecho.
¿Qué acababa de pasar?
¿Por qué Alastor parecía tan afectado?
¿Porque nunca se había enamorado… quizá?
"Deberás tenerme paciencia, Charlotte." Recordó.
Soltó otro suspiro y recargó su cabeza en la puerta. Miró su cuadro familiar y sonrió. Se imaginó a ella en el lugar de su madre y a Alastor en el lugar de su padre y, donde está ella… un par de demonios con rasgos de ambos.
—Está bien, Al… Tendré paciencia. —dijo comenzando a ponerse de pie.
Una vez de pie, sacudió y acomodó sus ropas y cabello. Abrió la puerta y salió.
Había mucho trabajo por hacer en el hotel.
En su habitación, Alastor se quitó su saco, su cola seguía meneándose y su corazón seguía latiendo desbocado. Todavía sentía el calor del cuerpo de Charlotte, su perfume se había impregnado en su ropa y aun podía saborear su saliva en su boca.
Umbra se desprendió de su amo, viéndolo con algo de curiosidad.
La sensación de calor dentro de su cuerpo no disminuía, al contrario, tan solo pensar un segundo en la princesa infernal hacía que se intensificara.
La influencia súcubo de Charlie era peor de lo que imaginaba. Umbra revoloteó alrededor de él, llamando su atención y luego susurró algo al oído de su amo, haciendo que el Demonio Radio lo mirara con severidad después de escuchar lo sugerido por su sombra, Umbra se encogió con algo de temor a lo que su amo pudiera hacerle. Alastor pasó una de sus manos por su cabello y luego su rostro con frustración tal, que se causó algunas heridas con sus garras en su rostro.
—Vuelve —le ordenó a su sombra, esta obedeció al instante.
Invocó su cetro y abrió un portal.
Necesitaba alejarse de Charlotte. Necesitaba salir del hotel. Por suerte, tenía la excusa perfecta para ausentarse.
Comenzó a recorrer las diferentes Zonas de Ciudad Pentagrama, recogiendo los restos de los pecadores asesinados durante el exterminio y haciéndolos desaparecer a través de un portal. Para nadie fue sorpresa ver al Demonio Radio aparecer en sus zonas. Era algo que se veía cada año luego de los exterminios. La única diferencia era que, en lugar de hacer aquello con dedicación, disfrutando de limpiar las zonas de los cadáveres, esta vez parecía que lo hacía con prisa, descuidado, algo nada común en él.
Alastor terminó de limpiar Ciudad Pentagrama, se dirigió a Ciudad IMP, luego hizo su recorrido por los nueve círculos del infierno, dejando un rastro de sangre tras su paso. Al finalizar, aparición con la última carga de carne de fresca en la plaza principal de Villa Caníbal.
Ahí, fue recibido en medio de una multitud que lo vitoreaba sin cesar, agradeciendo por el banquete anual. Era tradición que Alastor diera un discurso ad hoc a su narcisismo pero ese año algo le perturbaba, y eso era bastante obvio para Rosie, quien notó la mirada ansiosa de su amigo, además que se había presentado ante todos cubierto de la sangre se los, cuerpos que había estado recogiendo.
Cuando menos lo esperó. Alastor dio la señal para que los habitantes de la Villa se abalanzaran sobre la enorme cantidad de comida bajo la atenta mirada de su benefactor. Rosie se acercó con sigilo a la carne, sin despegar la vista de su amigo, pero este no la notaba. Alastor veía a todos esos demonios carroñeros devorando aquella carne, los veía deleitarse con ella, saborearla y en su mente solo podía verse a besando a Charlotte, la manera en que se había deleitado con labios el cómo los había saboreado, el calor de su cuerpo.
Llevado por una fuerza hipnótica, se acercó a aquella montaña de carne, los demonios que lo vieron le abrieron paso, mostrando sus respetos a su benefactor. Una vez frente a la carne, Alastor miró con sumo interés la sangre que chorreaba en diminutos ríos, fresca, de un rojo hipnotizante, pronto su mente fue invadida por el ya algo lejano recuerdo de Charlotte semidesnuda, con sus muñecas heridas por sus garras, de las cuales brotaba una considerable cantidad de sangre, invitándolo a probarla. Alastor llevó una de sus garras hacia aquella enorme masa de carne y arrancó un pedazo, de inmediato lo llevó a su boca, saboreó la mezcla de sabores de la carne con las diferentes fuentes de sangre. Era un sabor simplemente indescriptible, tomó más carne dejándose envolver por el sabor al tiempo que su mente viajaba a unas horas antes, cuando estaba en la oficina con Charlotte, cada bocado le recordaba la sensación adictiva de estar saboreando los labios de la princesa infernal pero no llegaba a igualársele, a Alastor no parecía importarle estarse empapando con la sangre, le recordaba el calor del cuerpo de Charlotte. Rosie miraba el extraño actuar de su amigo, Alastor nunca había participado del banquete anual, él siempre apartaba una buena porción para él la cual iba consumiendo en su hogar. El Demonio Radio seguía consumiendo la carne, ahora con algo de desesperación, perecía que quería recibir algo con cada bocado que daba.
El comportamiento de Alastor continuó así hasta que su apetito se vio satisfecho, o eso parecía. Los ojos de Alastor no mostraban satisfacción, se había apartado del resto de carne que quedaba y Rosie notaba cierta desesperación en su amigo.
Ese no era el Alastor que llevaba conociendo desde hace 100 años.
Preocupada y temerosa por su propia vida, Rosie se acercó y tomó por el hombro al demonio carmesí, este volteó a mirarla y le dedicó una mueca que intentaba ser una sonrisa.
—Hola, Rosie. —dijo con su típico tono alegre de voz pero sin poder ocultar su perturbación.
—¿Estás bien, querido? —Preguntó con preocupación. Era la primera vez, desde su vida humana, que veía a su amigo desequilibrado, primera vez, desde aquel suceso.
—Me encuentro perfectamente —Respondió con aquella mueca, intento de sonrisa.
Umbra se desprendió de su amo y tras su espalada, negó con un gesto de preocupación. Rosie dedicó una mirada de angustia hacia su amigo y, sin poder evitarlo, llevó una mano hacia una de las mejillas del Demonio Radio, acariciándola de forma cálida y maternal, lo cual aceptó de buena gana el demonio carmesí, desconcertando más a la demonio.
—¿Qué te han hecho, Alastor?
