Habían pasado tres días desde que Alastor se había ido del hotel.
Luego de una corta discusión después de que el Demonio Radio anunciara que dejaría de apoyar a Charlie con el hotel, este bajó al comedor a la hora de la cena para informarle a los demás colaboradores que se retiraría del proyecto, no sin antes decirle a Niffty que ella decidiría si se quedaría a seguir laborando o si regresaba al lugar donde se encontraba antes de convocarla y ordenarle a Husk permanecer en el hotel hasta que él decidiera lo contrario.
Esa orden generó una nueva discusión entre Alastor y Charlie, pues ella no consideraba justo para Husk que Alastor decidiera sobre su vida, sin embargo, el Demonio Radio le dejó claro a Charlie que aunque ella no estuviera de acuerdo el demonio felino permanecería en el hotel pues no tenía otra opción.
Angel era el más confundido con la situación: esa misma mañana la pareja se había perdido el desayuno por estar desayunando en la habitación en turno y ahora el demonio ciervo anunciaba de lo más casual que dejaba el hotel. Trató de apoyar a Charlie, animándola a hacer lo que fuera necesario para que Alastor no se fuera, pero fue inútil. Lo que fuera que hubiese pasado para provocar esa pelea entre ambos parecía que había herido el orgullo del demonio carmesí y los sentimientos de la princesa.
Alastor se retiró del hotel abriendo un portal en medio del comedor, unas sombras envolvieron por un par de segundos a Husk y la sombra de Charlie trató de dar alcance a Umbra, pero antes de que pudiera alcanzarla el portal se cerró.
Luego de algunos segundos de silencio, este fue interrumpido por un sollozo proveniente de la princesa infernal, la cual salió corriendo hacia su habitación. Después de una breve disputa entre Angel y Vaggie para decidir quién era el adecuado para ir a consolar a Charlie, se decidió que el demonio araña era el indicado ya que la demonio polilla aún conservaba sentimientos románticos hacia la rubia.
Angel estuvo por varios minutos insistiendo en la puerta de la habitación de Charlie para que lo dejara entrar, ella lo dejó pasar y el demonio araña pasó por lo menos una hora abrazando a la princesa infernal mientras esta lloraba. Cuando Charlie pudo calmarse un poco, le contó lo que había pasado. Para Angel todo era una exageración por parte de ambos, sobre todo por parte de Alastor por haberse ido del hotel pero, si era justo y pensándolo desde el punto de vista del Demonio Radio, comprendía que no sabía cómo actuar o cómo resolver un tema así.
Como se lo había mencionado antes a Charlie: Alastor era un completo novato en ese asunto de las relaciones amorosas. Pero, esa noche no la regañaría ni trataría de hacerle ver a Charlie que, irónicamente, el demonio que más terror causa en el infierno huyó del hotel por miedo. No, solo permanecería a su lado escuchando lo que la princesa tenía que decir.
Fue un poco hilarante escuchar a la princesa decir las múltiples formas en las que podría hacer sufrir a Alastor si tan solo supiera usar correctamente sus poderes para inmediatamente después maldecir a Seviathan por aparecer en su vida de nuevo, tener sentimientos encontrados hacia Octavia y finalmente romper en llanto, otra vez, por la ausencia de Alastor en el hotel.
El siguiente día fue deprimente ver a la princesa: su alegre sonrisa y jovialidad para todos estaba ausente. Cumplía con sus obligaciones pero, apenas tenía la oportunidad de encerrarse de nueva cuenta en su habitación, lo hacía. Incluso Vaggie comprendió que definitivamente no era buen momento para acercarse a ella con la intención de reconquistarla.
Niffty trataba de animarla llevándole algunas galletas y postres que cocinaba exclusivamente para ella, incluso con alegría le había informado que Alastor no se había llevado sus pertenencias ya que ella había entrado a la habitación del Demonio Radio para limpiarla pero solo sirvió para que esa tarde Charlie se encerrara en la habitación de Alastor esperando que en cualquier momento un portal se abriera y Alastor saliera de este con la intención de llevarse las cosas que había dejado atrás, de ese modo ella tendría una oportunidad de hablar de nueva cuenta con él y disculparse pues luego de haberlo pensado mejor, se dio cuenta que había sido un error seguir el juego de Seviathan y no haber anunciado su relación con Alastor en el momento que él llegó a la oficina con Octavia.
Sí, Alastor también se equivocó al darle celos tratando con mayor galantería a Octavia, pero ella era la que tenía mayor experiencia en relaciones. Alastor ya le había demostrado que era un demonio que se pone celoso con facilidad, le había demostrado en la segunda visita de Seviathan que no lo quería cerca de ella, incluso, aunque no lo dijo con todas sus letras, le había demostrado que estaba celoso de Vaggie a pesar de considerarla un ser inferior. Sin embargo, pasó la tarde, llegó la noche y el demonio carmesí no se apareció por el hotel. Incluso su sombra le había hecho compañía durante la espera, esta añoraba el regreso de Umbra pero ni siquiera eso pasaba. Charlie deseaba poder enviar a su sombra en busca de él pero su sombra era inexperta y corría el peligro de perderse, por lo que ambas no podían hacer más que, durante esa noche, esperar que en medio de la oscuridad un portal se abriera de pronto, pero eso no ocurrió y la princesa infernal cayó rendida por el sueño.
Esa noche soñó que Alastor regresaba al hotel e incluso la abrigaba para que no pasara frío, pero al despertar por la mañana se dio cuenta que no había sido nada más que una obra de su imaginación alimentada por su deseo de poder arreglar las cosas con Alastor, ya que se despertó en la misma posición en como se había quedado dormida.
Ese día afrontó la ausencia de Alastor de manera diferente, quizá influenciada por el orgullo heredado por su padre, pero hizo a un lado su tristeza e hizo su día con normalidad. Eso preocupó más al staff del Hazbin Hotel ya que les parecía extraño el cambio radical de un día para otro. Pero el cambio de actitud de Charlie duró hasta la tarde, después de la comida, cuando fue a pasar el rato con sus amigos, pues en un momento en el que Angel hizo una broma que hizo reír a todos ella buscó reírse con Alastor, girándose un poco hacia su derecha, pues el Demonio Radio usualmente se ubicaba ahí. Fue entonces que la princesa infernal, haciendo uso de su poder de la palabra obligó a Angel a servirle tragos de whisky en las rocas, con la excusa de querer aprender a beber de mejor manera, pero para todos, en especial para Husk, era evidente que lo hacía para sentirse cerca del Demonio Radio.
Cuando Charlie comenzó a dar signos de embriaguez, Husk se las ingenió para mantener ocupado a Angel y así evitar que Charlie siguiera haciendo uso de su poder de la palabra con él y él, por su parte, ignoraba los llamados de la princesa que sabía que los hacía para pedirle más alcohol. Al final, cansada de ser ignorada por todos en el bar, la princesa infernal se fue a su habitación. Todos creyeron que se había ido a dormir, pero nadie recordó que la princesa contaba con sus cabritas guardianes y la rubia se armó su fiesta privada en su habitación.
Todos vieron como Husk subió a prisa de un momento a otro, el demonio felino tuvo que derribar la puerta de la princesa para poder entrar ya que esta no respondía a sus llamados por estar con la música al máximo del volumen. Cuando entró, la rubia se encontraba recostada en sus brazos en la mesa de su tocador, con sus cabras guardianes a ambos lados, mismas que se pusieron en posición de ataque cuando Husk ingresó, pero este alzó las manos en señal de no buscar hacer daño a la rubia, ambas cabras se calmaron y dejaron que el demonio felino cargara a la rubia y la recostara en la cama, pidió a una de las cabras que bajara a buscar a Niffty mientras él trataba de arreglar la puerta, o por lo menos dejar la madera de pie y ya que llegara Niffty él bajaría para buscar herramientas para repararla. Estuvo observando a la princesa infernal desde la puerta. Verla así de deprimida le recordaba a Emilie cuando iba a visitarla en el tiempo que él estuvo trabajando en Praga, la diferencia era que Charlie estaba deprimida por la ausencia de Alastor y Emilie, ahora sabía, lo estaba por su presencia en su vida.
Niffty llegó y al ver el estado de Charlie dijo que se quedaría con la chica por lo que ellos tendrían que vigilar que sus ayudantes hicieran la cena para ellos y para los huéspedes. Husk envió a las cabritas de Charlie a buscar la herramienta necesaria para arreglar la puerta de la princesa.
—El señor Alastor se enojaría mucho con ella si la llegara a ver en este estado —dijo Niffty mientras trataba de recostar a Charlie de la manera más cómoda posible.
Husk no dijo nada, solo desvió la mirada mientras esperaba el regreso de las cabritas. Cuando estas regresaron, Husk procedió a reparar la puerta mientras Niffty vigilaba el sueño de Charlie, una vez Husk terminó con su labor, se despidió de la cíclope y bajó para vigilar que los ayudantes de Niffty hicieran la cena a tiempo.
Charlie estuvo durmiendo hasta que minutos después despertó por un terrible deseo de vomitar. Por fortuna, Niffty había ido preparada y le acercó un cubo para que la princesa pudiera vomitar sin hacer un desastre en su cama. Luego de eso la cíclope le ayudó a cambiarse de ropa por un pijama cómodo antes de que la rubia volviera a quedarse dormida. Para sorpresa y ternura de la cíclope, Charlie en varias ocasiones llamó al Demonio Radio durante sus sueños. A la mañana siguiente y como era de esperar, Charlie despertó con resaca. Niffty estaba lista para ello, ya le tenía preparado el desayuno anti resaca que había aprendido durante su vida en la Tierra y que ella daba fe que era infalible.
Charlie, avergonzada por las molestias que sabía que había causado, se disculpó con Niffty y le dijo que no tenía problema si ella deseaba tomarse el día libre. Niffty, emocionada, dijo que si lo tomaba iría a visitar a Alastor, provocando la inmediata tristeza de la princesa infernal.
Charlotte, después de comer el desayuno preparado especialmente para ella, tomó un baño y se vistió como de costumbre para poder llevar a cabo su día con normalidad. Dio los talleres y en el entretiempo entre las clases y la hora de la comida, subió a la oficina para ponerse a trabajar en la documentación del hotel. El lugar le resultó incómodo, le recordaba el por qué ahora estaba ella revisando documentos sola.
A la hora de la comida, pidió que Niffty llevara su plato a su habitación. Una vez ahí Charlie la cuestionó por no haber ido a visitar a Alastor como le había dicho, Niffty respondió que quizá Alastor deseaba estar solo, después de todo, por algo se había ido del hotel.
—Alastor es un inmaduro —respondió Charlie después de dar el primer bocado a su comida —no tenía que irse así… él sabía perfectamente que mucho del buen funcionamiento del hotel es por su ayuda…
—Está tan triste por la ausencia del señor Alastor que no lo ha notado, ¿verdad? —Replicó la pequeña cíclope tomando asiento en la cama de la rubia, esperando a que la chica terminara toda su comida.
—¿Qué cosa? —Cuestionó girando su cabeza en dirección a la cíclope.
—El señor Alastor no se llevó a sus sombras, siguen vigilando el hotel y ayudándome con la limpieza de las habitaciones.
Charlie parpadeó un par de veces. Era verdad, no lo había notado.
—Él dijo que ya no me ayudaría con el hotel…
—Mmm… —Llevó una de sus manos a su barbilla y la otra a su codo, en pose pensativa, luego simplemente elevó los hombros, despreocupada —para ser sincera también me sorprende que no nos haya llevado a Husk y a mí pero creo que el señor Alastor solo quería estar un tiempo a solas para calmarse y evitar hacer algo de lo que se arrepienta después.
—¿Cómo qué?
—Como derribar el hotel —respondió sonriente.
Charlie rio nerviosa y continuó comiendo en silencio, sopesando en lo que Niffty acababa de informarle, una vez que terminó dejó el asiento de su escritorio y fue a tomar asiento a lado de la cíclope.
—Niffty, ¿Tú conoces a Alastor desde que estaban en la Tierra?
—Sip.
—¿Y él no te dio miedo? Ya sabes… por ser un asesino y practicante de la magia vudú… —Cuestionó nerviosa, deseando no ofender a la chica ni a Alastor con su pregunta.
—El señor Alastor fue muy amable conmigo y cuando llegué al infierno me dio mucha alegría saber que él estaba bien incluso en un lugar como este…
—¿Él no fue feliz en la Tierra? —Preguntó curiosa y preocupada por el comentario anterior de Niffty.
—No podría decir que era feliz o infeliz… creo que el señor Alastor no había encontrado su propósito en la vida y no le dio tiempo de encontrarlo… era muy joven cuando murió ¿sabe? Aunque no tanto como yo, jiji…
—¿Qué edad tenías cuando moriste?
—Veintidós años.
—Niffty… —Dijo sorprendida.
—¿Qué puedo decir? Siempre fui muy intensa.
—Entonces… ¿Alastor y tú fueron amigos de infancia o algo así?
—Nop. Conocí al señor Alastor unos años antes de que él muriera. En realidad no recuerdo la primera vez que lo vi lo cual es lógico… —dijo inclinando con inocencia su cabeza —Aunque sí recuerdo la última vez que lo vi y mantuve su recuerdo vivo hasta el día de mi muerte con todos esos artículos en el periódico… —Frunció el ceño —Fueron muy injustos con él… No digo que el señor Alastor no haya cometido los crímenes que cometió pero, no era el monstruo que los periódicos decían… creo que si el señor Alastor hubiera tenido un poco más de mejor suerte habría tenido una larga y feliz vida. Él es amable, incluso con sus excentricidades…
—Pero, él llegó al hotel con el único propósito de divertirse cuando mi proyecto fallara…
—Bueno, como dije, el señor Alastor tiene sus excentricidades…
—Y llevó a cabo una masacre al poco tiempo de llegar al infierno… por eso llegó a ser un overlord rápido. No es exactamente un demonio amable como dices, Niffty…
—Eso dice porque está molesta con él, pero usted no se hubiera enamorado del señor Alastor si no hubiera notado la amabilidad en él… —Niffty tomó la mano de la princesa, tratando de transmitirle confianza —Sea paciente con él, señorita Charlie. A pesar de conocerlo desde la vida en la Tierra, aun no sé por qué le es difícil expresar sus emociones… por lo menos las más suaves, aunque eso sospecho que es porque lo hace sentir débil…
—Comprendo… —Respondió bajando la mirada mientras reflexionaba sobre lo dicho por Niffty, hasta que una vieja inquietud se hizo presente de nuevo en su mente —Niffty, ¿sabes qué clase de trato hizo Husk con Alastor que Alastor tiene tanto poder sobre él?
—Sip. De hecho yo le ayudé con ello. —Charlie se mantuvo en silencio esperando que la cíclope continuara —¡Oh! Lo siento, no puedo decirlo. Es algo muy personal del señor Husk y se molestaría mucho conmigo si lo cuento. Pero, estoy segura que si usted se lo pregunta el señor Husk le contará. Quizá eso ayude a que el minino pueda quitarse un poco del peso que carga de encima, solo así el señor Alastor le devolverá su libertad…
—¿Qué?
—¡Woops!… creo que ya hablé de más… pero bueno… eso fue consecuencia del trato que hizo Husk… —Dijo encogiéndose de hombros
—Ya no estoy entendiendo nada, Niffty.
—Por eso digo que será mejor que le pregunte al señor Husk.
—Creo que eso es lo que haré, Niffty. Quizá Husk y yo nos ayudemos de manera mutua a comprender a Alastor.
—¡Sí! Haga eso, ¿quiere que Husk venga? —Dijo saltando de la cama de la rubia para ir a recoger la bandeja de comida de Charlie.
—No… Yo lo buscaré en el bar.
—Está bien. —Respondió animada.
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Alastor estaba en la biblioteca de su hogar en Villa Caníbal, con Umbra a su lado y el dibujo retrato de Charlie (ya enmarcado) puesto sobre el escritorio.
La extrañaba y no estaba orgulloso de haber salido como salió del hotel pero estaba seguro que, de haberse quedado, le habría hecho daño ya fuera de forma física o con sus palabras. Era consiente que su comportamiento no había sido el adecuado, pero es que nunca antes había estado en una situación así… a excepción de ese día que desapareció a Vaghatta de la habitación de Charlie pero, como ya lo había pensado antes, no había punto de comparación entre un ex de su Charlie y otro.
Vaghatta, al igual que él, era una simple pecadora. En cambio Von Eldritch no era un pretendiente cualquiera. Para su desgracia no.
Alastor había pasado los últimos tres días leyendo el diccionario infernal y otros libros que tenía en su poder, y lo que había encontrado no le gustaba. En absoluto.
Con sus ojos clavados en su copia del diccionario infernal mientras en el escritorio reposaba su cuaderno de notas (en donde había dibujado el símbolo que había visto en la pajarita de Charlie tiempo atrás), Alastor mantenía una expresión tensa, se podría decir que incluso triste. Lo que había estado leyendo no le agradaba, pues entre más leía y re-leía, más fruncía el ceño y por instantes sus ojos cambiaban a diales al tiempo que emitía interferencia de radio. Muchos minutos después bajó el libro y comenzó a reír de manera maniaca.
El diccionario infernal en combinación con el significado encontrado de aquel símbolo escondido solo asentaron el pensamiento que le había estado robando el sueño durante semanas y lo que había ocurrido unos días antes lo había reafirmado: Charlie tenía que casarse con un demonio original pero no solo eso, parecía que Seviathan Von Eldritch era el pretendiente, el demonio destinado a ella. Solo había algo que todavía no cuadraba por completo y esperaba, por su propio bien, que se mantuviera así.
Nunca había sido adepto a aceptar que las cosas ocurren por un destino ya escrito, pero admitía que el que un libro como el diccionario infernal mencionara que Seviathan era la encarnación de una parte de la Tria principia lo hacía que se alarmara. Seviathan era Sulphur nigra (🜏), desconocía porqué esa variante, quizá se debía a que la gran bestia, Leviatán, había permanecido fuera de la vista de todos en el infierno desde hace varios años. Muchos aseguraban que Leviatán se encontraba durmiendo en algún sitio recóndito del segundo círculo del infierno y que despertaría en el momento que se diera lugar el apocalipsis de la Tierra. Aun así, faltaban las otras partes restantes de la Tria principia: Mercurius ( )y la tercera parte estaba, en apariencia, arrancada de forma deliberada del libro.
Alastor deseaba que Charlie no fuera parte de la Tria principia, sobretodo, esperaba que ella no fuera Mercurius, ya que la unión de Sulphur y Mercurius era conocido como el Matrimonio alquímico pero la descripción encajaba a la perfección con ella además parecía que los reyes del infierno sabían eso y esa era la razón por la que el símbolo de Leviatán o Seviathan estaba presente en la ropa de Charlie: la están marcando como su pertenencia, como la mujer que le corresponde por derecho.
—Sobre mi cadáver —Sentenció con su voz distorsionada y una fuerte interferencia de radio tomando entre sus manos el portarretrato de Charlie. —Poco o nada me importan sus absurdas profecías, los designios de Dios o el destino. —Decía desafiante a la imagen —Charlotte Magne, eres mía y ni tu destino, Seviathan, Leviatán o el mismo Lucifer te apartará de mi lado, querida... Tendrán que borrar mi existencia para lograrlo y yo no lo voy a permitir…
Umbra revoloteó alrededor de su amo, secundándolo en su resolución. Ambos ya habían pasado una larga temporada solos y ahora que conocían lo que era querer y atesorar a alguien no estaban dispuestos a renunciar a ello. A Alastor no le importaba la posición de Charlie como la princesa del infierno, si los Magne planeaban alejarlo de Charlie despojándola de su título si ella decidía quedarse con él ¡Ja! Pobres ilusos… Él le daría un nuevo hogar, un nuevo reino si ella se lo pedía.
En Villa Caníbal, a pesar de ser parte del territorio gobernado por Lucifer, sus habitantes lo querían y respetaban a él como su verdadero Rey. Lucifer tenía esa parte de su territorio bastante descuidada, desconocía la razón, quizá el monarca pensaba (como los demás habitantes del infierno) que ese lugar era un sitio ingobernable, que sus habitantes eran unos salvajes. Grave error.
Con el incentivo adecuado (como lo era la carne de los demonios caídos durante el exterminio), los habitantes de Villa Caníbal eran los súbditos más leales.
Él podría ofrecerle ese pequeño reino, para empezar, a Charlie. Si ella lo deseaba él podría hacer que creciera hasta donde ella deseara.
Soltó una risa leve y pasó su mano sobre su rojizo cabello.
—¿Eres realmente mía, Charlotte? Si es así, ¿Aceptarás ser mi reina en este sitio? ¿O preferirás que seamos unos simples demonios entre todos en el infierno? Siendo franco no me molestaría eso último… —Dijo viendo de manera dulce el retrato de Charlie. —¿Qué dices, mi amigo? ¿Será prudente regresar ya al hotel? —Cuestionó a su sombra.
Umbra revoloteó sobre él y se colocó frente a él con expresión nerviosa, Alastor sonrió.
—Supongo que tenemos que hacer algo para que Charlotte nos reciba de nuevo en el hotel… Aunque sospecho que ya sabe que planeo volver, después de todo, pasó la noche en mi habitación a la espera de mí… —Dijo rememorando que hace dos noches había regresado al hotel con la intención de ver cómo se encontraba Charlie. —Quizá sea conveniente volver en la noche, Charlotte y el staff deben estar por comer justo ahora —dijo viendo su reloj de bolsillo para luego guardarlo otra vez —después tendrá que revisar la documentación del hotel, espero que ahora pueda convivir sin cometer la tontería de estar bebiendo —dijo llevando su mano a su frente, sonriendo con cierta diversión —tal vez deba dejar que pase su día en tranquilidad y regresar al anochecer, así podremos hablar sin ser interrumpidos…
Alastor y Umbra intercambiaron miradas cómplices.
—Será al anochecer, entonces —dijo con expresión segura Alastor.
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Más tarde en el hotel, después de la comida, Charlie entró de al bar, estaba decidida a obtener la información que le ayudaría a comprender mejor a Alastor y, si debía abusar de su poder de la palabra, lo haría.
—Hola —saludó al entrar.
—Oh no… —Se giró a verla Angel, alarmado —Nena, por amor a tu padre no me vuelvas a obligar a que te sirva alcohol —Pidió Angel.
—No… no vengo a eso… lo siento Angel. No debí haber hecho eso… —Se disculpó —Por lo menos esta vez no hice un desastre en ningún lugar del hotel —dijo con una sonrisa tímida y encogiéndose de hombros.
—¿Qué necesitas, Charlie? ¿Sigues con resaca? —Preguntó Vaggie mientras se acercaba desde el otro lado de la barra.
—Oh, no… Ya no, Niffty me ayudó con ello, solo fue un rato por la mañana… —Respondió pasando una de sus manos por su cabello —Ahora solo me siento sedienta.
—Entonces, ¿quieres una botella de agua? —Ofreció la albina.
—Sí, por favor, Vaggie.
—En seguida, Charlie. —Respondió antes de salir a prisa a la parte posterior del bar.
—¿Has visto a Husk, Angel? —Cuestionó Charlie, acercándose a la barra del bar
—El minino está en la bodega… —Le informó.
—¿Qué quieres conmigo, araña? —Preguntó Husk, quien venía de regreso con una caja de cervezas.
—Tú sabes que quiero todo contigo, Husky~ —Respondió coqueto y haciéndole un guiño. Husk sintió que le recorrió un escalofrío por la espina dorsal y un tic en su ojo se hizo presente al escuchar la respuesta de Angel.
—No estés jodiendo, estúpido afeminado. —Regañó luego de recuperarse de su reacción inicial.
—Algún día caerás ante mis encantos, gatito —respondió Angel enviándole un beso —pero, esta vez yo no estaba buscándote, sino Charls —Dijo señalando con un movimiento de su cabeza a la rubia.
—¿Qué sucede, niña? —Preguntó mientras dejaba la caja de cerveza sobre la barra.
—Necesito hablar contigo, Husk… Es un asunto personal —Comentó tímida la princesa infernal, Husk elevó una de sus cejas, extrañado por la petición de la rubia.
—¡Oh no! ¡Definitivamente no! —Sentenció Angel interponiéndose entre la rubia y el demonio felino —Prefiero servirte todo el alcohol del bar a dejarte que uses a mi Husk para darle celos al venadito. Ya te lo había dicho, Charlie: este gatito es mío. —Reclamó indignado y haciendo un puchero.
—No se trata de nada de eso, Angel —Aclaró un tanto divertida Charlie.
—Y si así lo fuera sería yo quien decide si ayudar a la niña con eso o no. —Agregó Husk, empujándolo sin llegar a ser brusco.
—¡Husky! ¿Acaso quieres que Alastor te haga desaparecer? —Preguntó angustiado.
—Ese no es asunto tuyo —Respondió el demonio alado, ya molesto.
—Angel, Husk, no discutan, por favor. —medió Charlie —Angel, ¿crees que puedas encargarte del bar? En verdad es importante para mí lo que quiero hablar con Husk, pidió.
Angel se cruzó de brazos e hizo un puchero otra vez.
—Yo me encargaré del bar… ¡pero pobre de ti que intentes algo con mi gatito! Y tú, Husky… ¡Soy capaz de traer al maldito venado de donde quiera que se haya metido para que vea lo que su princesita y tú hacen a sus espaldas! —amenazó celoso.
—Huh, me encantaría ver eso —Se burló Husk.
—No te preocupes Angel, te aseguro que no habrá necesidad de hacer eso —intentó Charlie calmar a Angel —Husk, ¿me acompañas a la oficina?
—Como quieras, niña. —Husk tomó una botella de la estantería —Supongo que no te molesta si llevo esto conmigo. —Agregó mostrándole la botella.
—Oh, no, claro que no me molesta, Husk… de todos modos, eres muy resistente al alcohol, ¿verdad?
—Tanto como tú al hijo de puta… —respondió con sorna mientras se encaminaba a fuera del bar.
—¿Eh? —Cuestionó confundida Charlie. Angel soltó unas pequeñas risas —¿Qué? ¿Qué quiso decir Husk con eso? —Lo cuestionó alarmada.
—Hmmm~ quizá se refiera a que nos dejaron claro a todos ese lado salvaje del venadito y tu lado súcubo, Charls —dijo con malicia.
—¿Eh?… ¡¿ehh…?! —La rubia se sonrojó al por fin comprender lo que Husk quiso decir —se… se… será mejor que vaya rápido con Husk para no cargarte de trabajo aquí. —Dijo, comenzando a retroceder en dirección a la salida del bar.
—¡Lamento la demora, Charlie! —Regresó al bar Vaggie —No sé qué demonios estaba buscando Husk pero dejó varias cajas de cerveza estorbando en el lugar donde ponemos las botellas de agua. Está fresca, —le entregó la botella, lanzándola sobre la barra, Charlie la atrapó sin problemas —ya puse más botellas en el refrigerador.
—No te preocupes, Vaggie. Así está perfecta, muchas gracias —Agradeció sonriente —¿Podrías darle una mano a Angel en la barra? Necesito hablar un asunto importante con Husk y me lo llevaré unos minutos. No creo que tardemos.
—Claro, yo le ayudo a Angel.
—Le diré a tetas de azúcar que también se venga a la barra, le enseñé cómo hacer algunos trucos como yo.
—¡Perfecto! Muchas gracias por su ayuda, chicos. —Dijo Charlie saliendo por fin del bar.
—¡Descuida, Charlie!
—¡Nosotros nos encargamos, nena!
Se despidieron al tiempo Angel y Vaggie. Apenas la rubia se alejó lo suficiente, Vaggie comenzó a cuestionar al demonio araña.
—¿Qué ocurre? ¿Qué necesita de Husk?
—¡¿Y yo qué voy a saber?! —Respondió molesto.
—¿Y a ti que demonios te pasa? Solo te hice una simple pregunta…
Angel soltó un bufido y comenzó a acomodar en una hielera las cervezas que había dejado Husk en la barra.
—Angel, te estoy hablando —reclamó Vaggie pero Angel la ignoró. —¿Qué mierda te pasa? ¿Qué te hice?
—¡Nada, Vaggs! Nada… tú no hiciste nada… —respondió con algo de tristeza. Al notar eso, Vaggie se acercó a él y llamó su atención tomándolo de uno de sus hombros.
—¿Qué pasa Angel? ¿Por qué estás triste?
—Vaggs… si te lo digo, creo que te volverás loca —contestó tratando de esbozar una sonrisa.
—No entiendo… —Dijo confundida.
—Mejor ve a decirle a Cherry que venga a la barra y deje que las sombras de sonrisas atiendan a los clientes. —Le pidió mientras seguía en su labor de acomodar las cervezas.
—Está bien.
La albina obedeció y fue al área de mesas del bar para decirle las instrucciones a Cherry. Angel al saberse solo en la barra soltó un suspiro triste.
—Mi gatito…
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En la oficina de Charlie, la princesa infernal estaba sentada en la silla principal del escritorio, Husk se mantenía en silencio en una de las sillas frente al mismo, dando ligeros sorbos a su bebida alcohólica, con su típica mirada de aburrimiento y desinterés, a la espera de lo que la rubia tuviera que decirle. No imaginaba qué cosa quisiera preguntarle, bueno, sospechaba que se trataba de Alastor, pero si era eso, la rubia se llevaría una decepción: él no sabía absolutamente nada de la vida personal del tipo.
Charlie suspiró, se sentía nerviosa y algo culpable por lo que estaba por hacer pero, si quería entender un poco mejor a Alastor tenía que saber qué clase de tratos hacía.
—Husk. —Llamó —Dime cómo conociste a Alastor. —Pidió entrelazando sus manos sobre el escritorio y mirando de manera seria al demonio felino.
—Cuando llegué al infierno el tipo se me apareció de pronto, yo necesitaba un favor y él me ofreció hacer un trato. Yo acepté y a la fecha sigo pagando mi deuda. —Explicó casual.
—¿Qué favor necesitabas? —Inquirió.
—Uno que no vale la pena recordar.
—Debió ser muy grande como para que todavía estés en deuda con Alastor. —Indagó entrecerrando los ojos.
—Lo fue.
—Husk, ¿odias a Alastor? —Preguntó recargándose en el respaldo de su silla, relajándose. Estaba decepcionada de ella misma: no servía para ser el "policía malo".
—Odio que me convoque cada vez se le pegue en gana al desgraciado. Cuando me deja en paz, su existencia me es indiferente. —Respondió con molestia en su voz antes de dar un largo trago a su botella.
—Pero, ¿él te agrada? —Cuestionó con especial interés.
—Huh, ¿es una especie de encuesta para ver si te conviene seguir en esa relación tuya con el hijo de puta? —Interpeló con malicia —Si es a lo que quieres llegar, te diré que no comprendo cómo chicas como tú se vuelven locas por tipos como él.
—¿Chicas como yo? —Preguntó curiosa, ¿qué clase de chica era bajo el criterio de Husk? Husk desvió la mirada, incómodo.
—Sin ir más lejos, tú estás involucrada con él, —comenzó a explicar, tratando de desviar lo que en realidad había querido decir —la chica búho babea por él, Niffty… aun no comprendo su devoción por él, Rosie estoy seguro que estuvo enamorada de él un tiempo… no sé si desde su vida en la Tierra o cuando se reencontraron en este sitio… A mi parecer, todas ustedes merecen algo mejor que ese lunático. En especial tú, niña.
—¿Por qué dices eso, Husk?
—Para empezar, eres la jodida princesa del infierno, aunque sea algo imposible, la sola idea de imaginar al hijo de puta como parte de la familia real me da escalofríos. El ego del estúpido subiría más allá del cielo del que cayó tu padre. A parte de tu estatus social, tu naturaleza de ángel sale demasiado a flote, eres una criatura que no pertenece aquí y ese hijo de puta puede aprovecharse de eso…
—No soy un ángel, Husk… no soy tan buena como crees…
—Te lo creo… —Respondió haciendo una seña tipo "palomita" con una de sus manos —Parece que es algo de las rubias bonitas… —Agregó para sí mismo, sin embargo Charlie logró escucharlo.
—¿Disculpa?
—Mierda —Se regañó. Miró un par de segundos a los ojos de Charlie y soltó un suspiro cansino —Niña, si eso es lo que querías saber, ya te lo dije: mereces alguien mejor que el bastardo hijo de puta. Si no necesitas nada más, regresaré al bar. —Culminó comenzando a ponerse de pie, en realidad no estaba nada cómodo estando a solas con ella y menos ahora que la había visto directo a los ojos.
—Husk, espera… —Charlie se puso de pie y se aclaró la garganta. Esperaba no haber tenido que llegar a lo que estaba por hacer pero, parecía que Husk se resistía a ser abierto con ella. —Husk, como princesa del infierno y heredera al trono, te ordeno que me cuentes absolutamente todo sobre cómo conociste a Alastor y el trato que hiciste con él.
—Carajo… —Se quejó. Viró su cabeza hacia el techo, como si con ello pudiera encontrar el modo de zafarse, sin embargo pronto comprendió que no tenía escapatoria… y lo odiaba. —Sé que no puedo desobedecer esa orden, —Habló volviendo su vista hacia Charlie, encontrándose de nueva cuenta con sus ojos —solo te pido un favor, niña.
—Lo que quieras, Husk. —Aseguró con ánimo.
—Lo que te diga, no lo comentes con nadie más… —Exhortó.
—No te preocupes por eso, Husk. —Lo tranquilizó, sonriente.
—Qué remedio… —Dijo pasando una de sus manos por su rostro mientras volvía a tomar asiento, frustrado —Morí en Octubre de 1974, soy un veterano y "héroe de guerra" según el pueblo judío.
—¿Héroe de guerra? —Cuestionó curiosa mientras volvía a tomar asiento.
—¿Escuchaste sobre las grandes guerras en la Tierra? ¿Primera y Segunda Guerra Mundial?
—Sí... —Recordó con tristeza —en ese tiempo estuvieron llegando muchas almas al infierno… sobre todo en la segunda guerra…
—Yo era muy chico cuando estalló la primer gran guerra, pero participé activamente en la segunda…. Yo era una especie de doble agente o algo así. Salvé muchas vidas judías, sacrifiqué buena parte de mi patrimonio para ello. Mi vida después de la guerra fue difícil hablando económicamente, decepcioné a mi esposa e hijos. —Comenzó a narrar, al llegar al tema de su familia bajó la mirada, con evidente tristeza —Ella se alejó de mí —continuó volviendo su vista hacia la rubia, ella lo escuchaba atenta con la botella de agua entre sus manos —y a mis hijos nos los pude volver a ver… —Charlie pudo percibir un ligero quiebre en la voz de Husk, este se aclaró la garganta y desvió su mirada hacia un costado —Morí minutos después de haberme re-encontrado con Emilie, mi esposa. Yo tenía algo importante que decirle y algo que entregarle pero, no pude. —Hizo una pausa para dar un trago a su licor —Llegué al infierno, supongo por el asesinato que cometí antes de morir… y otras tonterías que hice en mi vida… Fue entonces que conocí a Alastor. Él estaba alrededor y me vio llegar, me explicó (a su jodida manera) en qué sitio me encontraba. En mi desesperación de ese momento, le pedí que me ayudara a volver a la Tierra, el desgraciado se burló de mí y me dijo que era imposible para pecadores como él y como yo volver al plano terrenal pero mencionó a tu padre, Lucifer, dijo que él podría hacerlo a cambio de un sacrificio muy grande.
—Un alma… —respondió en automático Charlie, ella sabía que su padre diariamente era invocado por los humanos en la Tierra y hacían tratos con él a cambio de sus almas.
—Mi alma ya no servía pues ya me encontraba aquí, así que tenía que sacrificar el alma de uno de mis seres queridos si es que quería los favores de tu padre. Yo no estaba dispuesto a hacer eso. —Recalcó —Antes que el hijo de puta se apareciera en mi camino había visto carteles pegados advirtiendo sobre él, supuse que si advertían sobre su existencia debía ser un tipo poderoso; cuando se lo dije, se regodeó con ello pero admitió que no tenía el poder para hacerlo… Estaba tan desesperado por poder volver a la Tierra a decir lo que quería decir a mi esposa que terminé contándole toda mi vida. Estoy seguro que aceptó ayudarme solo por su extraña manía de buscar entretenimiento personal y no porque lo conmoví.
—Entonces, ¿Alastor te llevó a la Tierra? —Preguntó intrigada y fascinada por el aparente nivel de poder de Alastor.
—Lo hizo. —Confirmó.
—Pero, ¿cómo, si Alastor y mi padre se conocieron hasta hace poco? —Cuestionó con genuina confusión.
—No lo sé. Él me dijo que lo esperara y días después volvió con todo preparado para llevarme a la Tierra.
FLASHBACK.
—¡Saludos, Oskar!
Alastor apareció frente al demonio felino, este estaba refugiado en un pequeño fuerte construido con cajas de cartón en un rincón del callejón donde se habían conocido. Oskar salió y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al ver de quién se trataba.
—Veo que te ha sido difícil adaptarte a la vida en el infierno, mi felino amigo —dijo Alastor mientras inspeccionaba el refugio improvisado de Oskar —es evidente que aún no has descubierto tus poderes. —Dijo con una sonrisa burlona.
—¿Poderes? —Cuestionó confundido.
—Descuida, Oskar. Los descubrirás a su tiempo. —Explicó sin darle importancia —¡Bien! Tu servidor encontró la manera de llevarte al mundo humano, ¡muero por ver qué tan diferentes son las cosas a mi época! ¡Oh! Lo olvidé, ya estamos muertos, ¡HA HA!
—¿Hiciste un trato con Lucifer? —Preguntó sorprendido.
—HA HA, me extraña que un veterano de guerra y doble traidor como tú se quede con la idea que solo existe una forma de hacer las cosas… ¡No! Lucifer, por obvias razones, es quien más va a la Tierra, muchos humanos se olvidan de los demás demonios existentes, pero ellos están aquí y sus métodos al alcance de la mano de todos… solo es necesario indagar un poco —explicó con un aire de malicia en su rostro. Acto seguido chasqueó los dedos y un libro de aspecto antiguo apareció frente a ellos. Alastor lo tomó y lo abrió en el lugar donde había dejado su separador de listón —¡Aquí! El sello que abre el portal hacia el mundo humano —Le mostró a Oskar, este solo vio curioso aquel complicado dibujo.
—Entonces, ¿dibujarás eso y podré ir a la Tierra?
—Así es. —Respondió cerrándole el libro en la cara.
—Podré ver por última vez a mi Emilie… —Expresó ilusionado.
—Eso lo dudo, mi ingenuo amigo. —Rompió su ilusión.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso?
—Este sello abrirá un portal en la Tierra, ¡oh sí, por supuesto que lo hará!, sin embargo, desconocemos en qué parte del mundo será… ¡oh, sería tan maravilloso para mí ver mi amada Nueva Orleans! Pero, por lo que me contaste, tú deseas ir a Europa, ¿no es así?
—Praga, necesito volver a Praga o mi ciudad natal, necesito que el portal se abra lo más cercano posible a Emilie…
—¡Oh! Qué problema ¡Qué infortunio! —Exclamó con ademanes teatrales —Tan cerca de poder volver a ver a tu amada y a la vez tan lejos…
—No me importa si el portal se abre en Nueva Orleans o China. Haré lo que sea necesario para llegar a mi amada Emilie. —Aseguró con firmeza.
—HA HA, qué conmovedor Oskar… —Dijo mientras abrazó por los hombros al demonio alado —Qué afortunada debió ser Emilie por conseguir a un hombre que aun después de su muerte y en el mismísimo infierno se preocupe por ella.
—No. El afortunado fui yo. Nunca existirá y nunca conocerás a una mujer más maravillosa, hermosa, confiable y amable como mi Emilie… —Respondió con expresión dulce, recordando a su bella esposa —Yo fui una decepción como esposo y como padre, decirle y entregarle lo que tengo que entregarle es lo mínimo que puedo hacer por ella y nuestra hermosa familia.
Alastor se aburrió a mitad del discurso de Oskar enumerando las cualidades de su esposa y terminó soltándolo para recargarse sobre el refugio del demonio felino haciendo que este se viniera abajo. Oskar vio con sorpresa y cierto enojo como el demonio carmesí ni se inmutó y que, por el contrario, ensanchó su molesta sonrisa perpetua.
—Descuida, Oskar —habló sacudiendo su saco del polvo que se levantó con la caída del refugio —una vez que regresemos y estés bajo mis órdenes te ayudaré a conseguir un lugar digno para vivir… no puedo dejar que mis hombres vivan de manera precaria ¿qué clase de líder sería, no crees? —anunció acercando demasiado su rostro al del demonio felino, Oskar desvió la mirada intimidado, si era sincero con él mismo, estaba nervioso por esa parte del trato solo esperaba que Alastor fuera un hombre (o demonio) de palabra —¡Pero! —Gritó prácticamente en su cara, apartándose de golpe —Volvamos al asunto que nos tiene reunidos aquí y ahora, Oskar… Es muy plausible de tu parte que estés dispuesto a cruzar el mundo entero de ser necesario para llegar a tu adorada Emilie, sin embargo, no puedes hacerlo, Oskar, ni siquiera yo podría realizar esa hazaña. —Oskar lo miró confundido —Verás, mi felino amigo ¡toma nota de esto porque es algo que te aseguro ningún otro pecador como nosotros sabe! —Alastor se transformó en sombra y se acercó a una de las orejas de Oskar para susúrrale —Es una pequeña cortesía de tu dulce Demonio Radio… —Oskar se estremeció y Alastor se alejó para volver a su cuerpo físico —En apariencia el aire que se respira en la Tierra y el infierno es el mismo, —dijo apareciendo flamas en las palmas de sus manos —incluso el cielo ¡pero! —Extinguió las llamas cerrando sus manos en puños —No es así ¡No! El aire del infierno tiene cierta "energía" (por llamarla de algún modo) —comenzó a explicar colocando una mano tras su espalda y caminando de un lado a otro frente a Oskar, este lo veía y escuchaba atento —necesaria para la supervivencia de nosotros los pecadores, lo podemos comparar al oxigeno si así me comprendes de mejor manera y, ese oxigeno infernal no se encuentra en la Tierra… No nos ahogaremos apenas lleguemos, —aclaró —no es como si quisiéramos respirar bajo el agua, pero esa energía demoniaca que necesitamos irá yéndose de nuestros cuerpos al pasar del tiempo. Supongo que demás está decir que los demonios no somos bien vistos en la Tierra, podemos pasar desapercibidos, yo te ayudaré con eso, te daré tu forma humana y tendrás el honor de conocer a tu servidor con su apariencia humana, —dejó de caminar y se acomodó la pajarita de forma elegante —pero eso consumirá mi energía de manera rápida ¿comprendes lo que digo? No podemos aparecer en cualquier lugar del mundo y luego trasladarnos hasta Praga, eso nos pone en riesgo, Oskar.
Oskar se quedó en silencio un par de minutos repasando toda la información que le dio Alastor. El Demonio Radio lo esperó paciente, con su imperturbable sonrisa y mirada maliciosa.
—¿Y un demonio como Lucifer sí podría hacerlo? —Dijo finalmente.
—¡Oskar, amigo! ¡Pon más atención a mis palabras, HA HA! —Rio divertido —Los ángeles y los demonios (que debemos recordar que éstos últimos no son más que ángeles caídos o "corrompidos") son seres divinos cuya existencia se rige de manera diferente a la nuestra, ellos no necesitan del oxígeno de la Tierra, ni del "oxigeno infernal"…. solo los pecadores, las almas humanas…
—Entonces, ¿Qué puedo hacer? —Cuestionó temeroso de no poder realizar su viaje a la Tierra.
—Tú nada, ¡pero yo, Alastor! Encontré la solución para esta encrucijada y debo decir que fue bastante entretenido poner a trabajar mi brillante mente luego de tantos años de monotonía… —dijo orgulloso Alastor, chasqueó los dedos e hizo aparecer un mapa del mundo humano —¿Así se ve actualmente?
—Se movieron varias fronteras después de varias guerras… —explicó Oskar.
—¿Recuerdas cómo se ve ahora?
—¡Por supuesto!
Oskar se concentró en recordar, fue entonces que Alastor envió a su sombra hacia él y entró en su mente un segundo regresando al cuerpo de su amo, Alastor al momento chasqueó los dedos y el mapa cambió de apariencia.
—¿Qué mierd…
—¡Oh! ¡Realmente funcionó, mi amigo! —Decía Alastor a su sombra que salía de su espalda y se posaba sobre uno de sus hombros —¡Siempre es bueno aprender trucos nuevos! Aunque veo que es desgastante para ti, mi amigo —Su sombra asintió —Descuida, no lo haremos a menos que sea muy necesario —Su sombra sonrió ampliamente y volvió a su cuerpo. —Disculpa la intromisión —dijo esta vez dirigiéndose hacia Oskar —pero necesitaba un mapa exacto de la Tierra, de este modo podremos ir a donde deseas, mi felino amigo. —Se disculpó mientras dibujaba el sello con una tiza blanca en el piso de aquel callejón, parecía que había estado practicando pues sus trazos eran firmes y precisos.
—Pero tú dijiste que el portal se abriría en un lugar aleatorio de la Tierra. —Replicó Oskar mientras veía a Alastor entretenido dibujando el sello.
—¡Oh! ¡Gracias por recordármelo, mi amigo! —Respondió irguiéndose y mostrando una sonrisa dentada.
De un momento a otro su sombra se abalanzó sobre Oskar y arrancó múltiples plumas de las alas del demonio felino causando los alaridos de este. Cuando obtuvo lo que quiso, la sombra volvió a su amo y le entregó las plumas.
—Te lo agradezco, mi amigo. —Dijo a su sombra.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —Reclamó abrazándose a sí mismo incapaz de poder tocar su zona afectada.
—Solo necesitaba un poco de tu sangre, Oskar… —Explicó irguiéndose de nuevo, habiendo terminado de dibujar el sello.
—¡Pudiste habérmelo dicho! Me habría hecho un corte o algo… lo que hiciste me dolió muchísimo… no tenía idea que se pudiera sentir un dolor así.
—Sucede, Oskar, que tu servidor está en proceso de "cambio" en sus hábitos alimenticios y el hacerte una herida que propiciara más de unas cuantas gotas de sangre habría sido un problema para ambos… —Sonrió con malicia y Oskar podía jurar que un aura oscura se hizo presente alrededor del demonio frente a él
—¿Acaso tú…
—¡Bien! Ya casi está listo, solo necesitamos que nadie se acerque al sello… no queremos que alguien lo borre, ¿cierto?
Dicho esto, Alastor chasqueó los dedos y de un contenedor de basura surgió una pequeña criatura que comenzó a sacudir sus vestimentas.
—¡Al! ¡Te he dicho que tengas cuidado del lugar donde me invocas! —Se quejó la pequeña cíclope haciendo un leve puchero.
—Mis más sinceras disculpas, Niffty querida —dijo Alastor llevando su mano derecha al corazón e inclinándose ante la cíclope —Te prometo que no volverá a ocurrir, dulzura. —Culminó llevando la mano de su corazón a tomar una mano de la pequeña y besarla.
—Jejeje… está bien Al, te creo. —Respondió halagada.
—¡Maravilloso! —Celebró expandiendo ambos brazos hacia el cielo.
—¡Por Lucifer! —Exclamó Niffty al ver a Oskar —Al, ¿quién es ese apuesto gatito? —Preguntó mientras veía de manera coqueta al demonio felino, Oskar hizo una mueca de incomodidad.
—Él es Oskar, querida, el recién llegado al que le haremos el favor que te estuve comentando estos días, dulzura —Explicó Alastor —Oskar, esta pequeña lindura es Niffty, ella mantendrá el sello a salvo de los curiosos hasta que regresemos.
Oskar se agachó para poder saludar a la pequeña cíclope, como si de una niña se tratara y cuando se irguió de nuevo comentó un tanto apenado.
—No quiero ofender a nadie pero no estoy seguro que la… señorita Niffty pueda defender el sello… ella es… pequeña…
Niffty y Alastor sonrieron e intercambiaron miradas cómplices.
—Niffty, ¿te molestaría darle una muestra de tus habilidades a Oskar?
—¡Por supuesto que no, Al!
—Bien. Pon atención, Oskar.
Dicho lo último, Alastor invocó una docena de sombras que se abalanzaron sobre la cíclope, esta hizo aparecer un cuchillo de cocina y comenzó a destazar a diestra y siniestra las sombras haciendo que quedaran desmembradas y esparcidas por el piso, como si de cadáveres se tratasen. Oskar quedó en shock al ver que la pequeña cíclope acabó con las sombras de diversos tamaños y corpulencias pero lo que más le asustó, fue la mirada psicópata de la misma, pues se veía que disfrutaba lo que hacía.
—Creí que ibas a invocar a tus deudores, Al —dijo Niffty despareciendo el cuchillo de sus manos mientras las sombras volvían al cuerpo del demonio carmesí.
—Te he comentado de mi deseo de cambiar mis hábitos alimenticios, querida.
—¡Oh! Cierto. Lo olvidé, disculpa, Al.
—No hay problema, dulzura. ¿Eso resuelve tu duda, Oskar?
—Descuida Oskar, yo me encargaré de que nadie se acerque a este portal —aseguró animada, luego miró lo que era el refugio del demonio felino y estaba por ponerse a arreglar el lugar pero Alastor la detuvo levantándola por su ropa.
—Oh no, querida. Necesito que estés concentrada en cuidar del sello, ¿no me defraudarás, verdad dulzura?
—Al… —hizo un puchero.
—Si el sello se rompe no seré capaz de volver querida y ya no podremos volver a vernos, ¿eso quieres, lindura?
—¡No! ¡No! ¡Por supuesto que no, señor Alastor! Cuidaré del sello, lo juro. —Aseguró con apremio.
—¡Excelente! —Dijo mientras bajaba a la pequeña.
Oskar vio esa escena y le recordó los momentos que pasó con sus hijos cuando eran pequeños, ¿acaso Alastor y Niffty eran padre e hija? La más pequeña lo miraba con admiración y afecto y el demonio ciervo le hablaba con cierta ternura, cosa que hasta antes de la aparición de cíclope él ya estaba dando por hecho que Alastor no era capaz de sentir.
—Bien Oskar, ¿tienes claro todo lo que te dije?
—Todo claro.
Alastor se colocó frente al mapa y comenzó a recitar algo en voz baja, Oskar pudo ver cómo poco a poco una "X" se hacía presente en la frente del Demonio Radio al tiempo que este colocaba las plumas ensangrentadas y las sacudía un poco para que las gotas de sangre cayeran sobre el mapa, estas cayeron dispersas pero Alastor siguió recitando y las gotas se fueron concentrando en un punto en Europa.
—Increíble… —Exclamó sorprendido Oskar, Niffty miró con admiración a Alastor y este dejó de recitar lo que estaba diciendo.
—Bien, ¿qué lugar cubre tu sangre, Oskar?
—Praga… es Praga… es decir, la gota de sangre cubre más lugar pero estoy seguro que indica Praga… ¿qué significa esto?
—Parece que tu cuerpo fue enterrado en ese sitio…
—¿Tú usaste mi sangre para…
—Muchas preguntas Oskar y me estoy aburriendo.
Alastor se colocó ahora frente al sello que había dibujado e invocó su micrófono.
—Confío que podrás con esto, Niffty.
—Tenga cuidado, señor Alastor…
Alastor le dedicó una sonrisa y con un ademán le indicó a Oskar que se acercara al sello, este lo hizo al momento y Alastor tomó su micrófono con ambas manos con fuerza.
— Inferos, Caelum ac Terram. Inferos, Caelum ac Terram. Inferos, Caelum ac Terram. Et terra inferos. Et terra inferos. Et terra inferos. Terra. Terra. Terra.
Cuando Alastor terminó de recitar ese "conjuro" (uno muy simple a su parecer) el sello comenzó a brillar, comenzando por las líneas hasta que el círculo completo se llenó de luz. Alastor miró curioso y elevó una de sus cejas al notar algo. Ensanchó su sonrisa e ingresó al portal.
—¡Oye! —Gritó Husk antes de seguirlo brincando dentro del portal. Del otro lado solo sintió un fuerte golpe en la cabeza y después perdió el conocimiento.
Al despertar, pudo ver la copa de unos árboles meciéndose al compás de viento otoñal. Oskar sintió frío, mucho frío. Estaba confundido… ¿Dónde estaba? El lugar le resultaba conocido de alguna manera pero por sobre todo, le transmitía paz.
Todo eso del infierno, ¿fue un sueño?, ¿ese demonio extraño, el trato y todo eso solo fue un producto de su imaginación? Su cabeza dolía. Tal vez se había dado un buen golpe y estuvo inconsciente tanto tiempo que soñó el peor escenario posible de su añorado encuentro con Emilie.
Siguió viendo hacia las copas de los árboles meciéndose, disfrutando del aire fresco y el silencio que era solo interrumpido por el sonido de las hojas de los árboles y el follaje siendo movido por el viento, hasta que la vista fue obstaculizada por el rostro sonriente de un hombre que salió de quien sabe dónde causando que Oskar se sentara de golpe, dándole la espalda al tipo, solo así se pudo dar cuenta que el lugar en el que se encontraba no era otro más que un cementerio.
—Ah, Oskar, que bien que ya has despertado, mi imprudente amigo.
Oskar abrió los ojos con sorpresa, no reconocía esa melodiosa y varonil voz, pero sí reconocía esas palabras y manera de referirse a él. Estaba por girarse a ver al hombre tras él pero al girar su cabeza pudo ver la lápida de la tumba en la que estaba sentado:
Oskar Prázdný 20/04/08—16/10/74
Era su tumba.
Él realmente estaba muerto.
Y, si él estaba muerto, eso quería decir que el tipo tras él…
El desconocido caminó pasando por su lado, Oskar estaba en shock observando sus manos. Era un humano, se sentía vivo… pero no lo estaba…
El hombre se colocó frente a él y se inclinó para elevar el rostro de Oskar y hacer que lo viera.
—¿Qué te parece, Oskar? Tu dulce Demonio de la Radio cumplió su parte, depende de ti el resto, mi enamorado amigo —le dijo con voz pícara finalizando con una afable sonrisa.
Oskar no podía creer que todo eso fuera real.
