23 de Julio de 1905, Nueva Orleans, Luisiana.

En una modesta casa de la localidad de Mineburg un niño pequeño lloraba desconsolado en el pórtico de su hogar.

Dentro de la casa, sus padres discutían acaloradamente y los gritos tan fuertes que emitían asustaron tanto al niño que este salió al pórtico con la intención de que sus pequeños oídos no pudieran captarlos más. Él aún no entendía por completo lo que sucedía con sus padres, solo sabía que le daba mucho miedo estar cerca cuando mamá y papá alzaban la voz, sobre todo cuando escuchaba un grito diferente por parte de su madre y la mirada fiera de su padre se posaba en él antes de irse de caza luego de gritarle unas cuantas veces más a su madre.

Gritos desgarradores de mujer se escucharon de pronto y el pequeño retrocedió un par de pasos, como reacción natural al miedo, pero al dar un tercer paso, su pie ya no se apoyó en la madera del pórtico sino que se fue de paso al escalón, perdiendo el equilibrio yéndose de espalda, sintiendo que su pequeño corazón se iba a salir de su pecho al tiempo que de su boca salía un jadeo.

Sin embargo, su caída fue evitada por un par de cálidos brazos que lo atraparon y lo pegaron al cuerpo extraño en un cálido abrazo.

—Jijiji… te atrapé, pequeño. —dijo una dulce voz femenina al tiempo que restregaba su mejilla sobre la castaña cabellera del infante.

Los brazos lo hicieron descender gentilmente sobre el pasto, soltándolo con cuidado, fue entonces que el niño pudo girar sobre sus talones y ver quien lo había salvado. Abrió lo más que pudo sus aun llorosos ojos color miel al ver que se trataba de una mujer muy bonita y de semblante gentil. Ella se ruborizó un poco y trató de ocultarlo poniendo una mano cubriendo la parte baja de su rostro, posó su vista de nuevo en el niño que seguía viéndola embelesado y notó cómo en las mejillas del mismo había rastro de lágrimas, por lo que, del escote de su vestido blanco, sacó un pañuelo del mismo color y se arrodilló frente al infante, posó una de sus manos en una de las mejillas del niño y con la otra comenzó a limpiar, con ayuda del pañuelo, las lágrimas y el rostro en general del niño.

—Eso es… así te ves mucho más guapo, ¿no crees? —le dijo culminando con una radiante sonrisa mientras pellizcaba con gentileza una de las mejillas del infante.

Por primera vez el niño tenía la intención de decirle algo a esa mujer desconocida, pero los nuevos gritos de sus padres dentro de la casa hicieron que sus pequeños ojos avellanados volvieran a llenarse de lágrimas y la mujer no atinó a hacer otra cosa que atraer al pequeño y abrazarlo, tratando de transferirle valor.

—Shh… shh… No te preocupes, pequeño… Todo va a estar bien… —Consolaba en voz baja, acariciando con gentileza la cabellera del niño. Este solo sollozaba, dejándose hacer por la desconocida.

Los gritos dejaron de escucharse, permanecieron abrazados unos segundos más hasta que el niño se tranquilizó. Ella le tomó de las mejillas y sonrió enternecida, estaba a punto de decirle algo más cuando ambos escucharon que la cerradura de la puerta principal estaba siendo manipulada, ambos reaccionaron instintivamente, ella soltando sus mejillas y poniéndose de pie y él girándose hacia la puerta.

Finalmente la puerta se abrió.

—¿Qué demonios haces tú aquí, Alastor? —Cuestionó el hombre apenas vio a su hijo. Alastor no respondió nada, solo bajó la mirada y comenzó a jugar con sus manitas, nervioso —¡Entra a la casa ya! —Ordenó apuntándole con su rifle de caza.

Alastor dio un respingo y comenzó a correr al interior de su vivienda. Pasando por un costado del Apenas estuvo dentro, su padre cerró dando un fuerte portazo.

—Nunca se sabe qué alimañas puedan salir del bosque… —masculló Bastian, colgándose su rifle al hombro y comenzando a caminar hacia el sitio antes mencionado.

Alastor subió al sillón que estaba cerca de la ventana, su papá lo asustaba tanto cuando estaba enojado, que no se había podido despedir de la mujer bonita que lo había salvado, pero, al asomarse por la ventana no la vio, solo pudo ver a su padre ir con paso firme en dirección al bosque. Miró el exterior con mayor atención, su casa estaba muy alejada de las demás: frente a ella estaba el bosque y, si iba hacia la parte de atrás, solo encontraría el camino al pantano, lugar al que su padre le tiene estrictamente prohibido explorar.

La mujer no estaba y eso confundió al niño.

—¿Qué estás viendo, Al? —Preguntó a sus espaldas Malaika Adesina, su madre.

Alastor se giró y se sentó en el sillón, no fue sorpresa para él ver a su madre con ojos llorosos y el rostro algo hinchado.

—Había una mujer… —comenzó a explicar.

—¿Una mujer? —Preguntó curiosa Adesina.

Alastor era un niño muy independiente e inteligente para su edad. También era bastante creativo pero, lo sorprendente, era que era un niño al que muy difícilmente podrían engañar con historias fantásticas: él sabía a la perfección lo que era real o no.

—Era muy bonita… me abrazó y me limpió la cara… —explicó tocando con sus manos su cara para mostrarle a su madre.

—¿La viste cuando llegó? —Preguntó tomando asiento a lado de su pequeño.

—No.

—¿Y cuándo se fue?

—No. Papá salió y me asusté. —Explicó un poco decepcionado de sí mismo.

—¿Cómo era ella, Al? —Cuestionó tomando en brazos al niño y sentándolo sobre sus piernas, quedando frente a frente.

—Su cabello era largo y brillaba mucho, como el sol, su cara era blanca, muy blanca y su sonrisa era muy bonita.

—¿Y cómo vestía?

—Usaba un vestido largo y blanco…

Bondye… —exclamó en un susurro, con sus ojos comenzando a cristalizarse

—¿Mamá? —cuestionó confundido por la reacción de su madre.

—Mi pequeño —lo abrazó con efusividad —mi Alastor, yo sabía que eras muy especial. —Declaró tomándolo por sus hombros —Alastor, no debes temer nunca más, porque mamá siempre estará contigo —culminó tomándolo de las mejillas y depositando incontables besos en la frente de su hijo.

Alastor no entendía las palabras ni las acciones de su madre, solo sabía que ella estaba feliz y eso le gustaba. Aún tenía la duda sobre quien era la mujer bonita que se había portado tan amable con él, esperaba poder volver a verla pronto y preguntarle su nombre, pero eso era algo que no volvería a ocurrir sino hasta varios años después, por lo que el pasar del tiempo hizo que su joven memoria olvidara ese encuentro, siendo el caso contrario con su madre, quien tendría siempre presente que su hijo contaba con la protección de la madre poderosa.

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Alastor despertó sintiendo un ligero peso sobre sus extremidades y costado derecho, su mano izquierda sostenía otra mano sobre su pecho y su mejilla reposaba sobre una cabellera rubia, tuvo que parpadear un par de veces para comprender dónde estaba.

Charlie seguía durmiendo plácidamente, su cabeza estaba apoyada en el brazo derecho de Alastor, su mano izquierda se aferraba a la ropa del Demonio Radio mientras su mano derecha reposaba sobre el pecho masculino, siendo protegida por la mano izquierda del demonio ciervo y su pierna derecha sobre las piernas del demonio carmesí.

Alastor elevó su cabeza y mano derecha, teniendo cuidado de no perturbar el sueño de la princesa infernal, echó un vistazo y su mano seguía sangrando aunque en menor cantidad que la noche anterior, suponía que debía agradecer al "torniquete" accidental que Charlie le había hecho dejando el peso de su cabeza sobre su brazo, envolvió su mano en un aura verde por unos segundos y luego la dejó reposar otra vez. Levantó, con sumo cuidado, el brazo derecho de Charlie para poder inspeccionar su herida y vio con satisfacción que ya se encontraba en proceso de cicatrización. Sintiéndose tranquilo de que Charlie se encontraba bien, por fin pudo notar la ropa que llevaba puesta su novia.

Charlie vestía un lindo mini vestido encaje profundo escote en "V", bolsillos plisados, cuello halter negro. Su espalda quedaba al descubierto, por lo que su blanca piel contrastaba con el negro de su vestido el cual, estaba un poco fuera de lugar y dejaba ver el fondo guinda ya que estaba corrido por encima de la altura que alguien como Alastor consideraría "decente" brindándole una fabulosa imagen de las piernas de la rubia. Esa visión no ayudaba mucho a mantener el control de su erección matutina, podría tocarla e incitarla a saciar sus deseos carnales pero, Charlie había tenido un día difícil y amaba verla descansar sintiéndose tan segura con él por lo que hizo uso de su envidiable autocontrol y solo chasqueó los dedos para hacer aparecer unas mantas bajo ellos (para mayor comodidad) y una sábana para cubrirlos. Giró su tronco en dirección a la rubia y se recostó de nuevo, pasando su brazo sobre ella para poder abrazarla y acurrucarla en su pecho.

Razzle, Dazzle y las sombras habían bajado y vieron al Demonio Radio y la princesa infernal que seguían dormidos en la sala, cerca de la chimenea, así que decidieron hacer algo por ellos: Por Charlie porque todos la querían mucho y por Alastor porque los había salvado el día anterior.

Los cuatro se dirigieron a la cocina y comenzaron a preparar el desayuno para sus amos.

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En el Hazbin Hotel, Vaggie, Angel y Cherry trataban de ponerse en contacto con la princesa infernal, todos estaban preocupados por la falta de noticias, Husk les decía que, de hecho, la falta de noticias eran buenas noticias: si algo le hubiera llegado a pasar a Charlotte, la noticia hubiera corrido como pólvora por todo el infierno pues, como todos sabían, no se trataba de un demonio cualquiera: era la heredera al trono infernal.

—Eso lo sabemos, Husk —respondió Angel —pero eso no significa que dejemos de preocuparnos por ellos. El venadito se fue tan pronto supo dónde estaba Charls, eso no es una buena señal…

—El hijo de puta puede arreglárselas solo… —aseguró Husk.

—"El hijo de puta" está enamorado, —recalcó —eso por sí solo merma el juicio de cualquiera… Por más poderoso que sea, el venadito no está exento de ello… —continuó serio Angel, tratando de contactarse por enésima vez con el Hellphone de Charlotte. —Mierda —masculló cuando, para variar, el Hellphone de la princesa lo envió a buzón de voz.

Husk no agregó nada más y se fue al lobby del hotel, quizá Alastor podría llamar y él estaría listo para responder.

De haber imaginado lo que esa platica (obligada) con la princesa infernal causaría, hubiera hecho lo posible por no responder las preguntas de Charlie. Además, ahora esperaba el castigo que Alastor le daría por no haber cuidado bien de la princesa.

Otro siglo más atado a él (como mínimo)… Y pensar que no había pagado siquiera el primero.

Dirigió la vista hacia el trio de demonios y fijó su vista en el demonio araña. Se había portado diferente con él. Tal vez las cosas que le había dicho antes de todo ese asunto de la princesa y Villa Caníbal habían servido de algo.

Bien, por lo menos tenía un asunto menos con el cual lidiar.

Por su parte, Vaggie estaba pensando seriamente en ir ella misma a Villa Caníbal a buscar a Charlie pero, sabía que Husk tenía razón. Muy a su pesar, estaba segura que Alastor había resuelto el asunto, fuere cual fuere y sabía que todos estaban seguros de eso, solo estaban ansiosos por no saber de viva voz que es lo que había pasado.

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Minutos después, Charlie despertó sintiéndose aprisionada por los brazos del Demonio Radio, al abrir los ojos se topó con una de sus imágenes favoritas: Alastor durmiendo, con su expresión relajada, una ligera sonrisa en dibujada en sus labios y su flequillo alborotado. Soltó un suspiro, ella en verdad había extrañado despertar así; restregó su nariz con la de Alastor y este abrió los ojos.

—Buenos días, Charlie —Saludó con una sonrisa perezosa.

—Buenos días, Al —Respondió pegándose más al cuerpo de su novio.

—Soy un pésimo anfitrión, —comenzó a hablar, aun adormilado —es inconcebible que la princesa del infierno haya pasado la noche en estas condiciones, mis más sinceras disculpas, Charlotte.

—Lo que es inconcebible, Demonio Radio —dijo empujando a Alastor para que quedara acostado de espaldas mientras ella se incorporaba para quedar a horcajadas sobre su cadera, el solo roce hizo que la hombría de Alastor despertara otra vez —es que me hayas dejado dormir sola durante tres noches —recargó sus manos a cada lado de la cabeza del demonio ciervo y se inclinó para quedar frente a frente con él —se supone que la caprichosa soy yo, Alastor…

—Oh… entonces, ¿mi ausencia del hotel fue solo un capricho mío, querida? —cuestionó llevando sus manos a la cintura de la rubia.

—Totalmente… —respondió frotando su cuerpo con el cuerpo masculino, de manera incitante.

—Quizá tengas razón, querida, pero en lo que te has equivocado es en que fueron tres noches las que te dejé sola —dijo con una sonrisa ladina al tiempo que ahora él empujaba a la princesa para dejarla a ella recostada sobre su espalda mientras él se acomodaba entre sus piernas.

—¿De qué hablas, Al? —cuestionó confundida.

—Me ofendería mucho el saber que no reconoces mi presencia, Charlotte… —dijo inclinándose hacia ella, colocando sus manos a los costados de su cuerpo y comenzando a olfatearla, causando escalofríos en ella.

—Entonces, no fue un sueño… —llevó sus manos a los botones de la camisa del demonio carmesí, comenzando a desabrocharla.

—¿Tanto te afecta mi ausencia, Charlotte, que tienes que dormir en mis aposentos y recurrir al alcohol sabiendo que eres mala para beber? —susurró a su oído mientras una de sus manos recorría su cuerpo, por encima de la tela de su vestido.

—Ya sabes la respuesta… —soltó un jadeo —solo quieres que lo diga en voz alta para elevar más tu ego… —respondió mientras terminaba con su tarea de desabrochar la camisa y ahora dirigía sus hábiles manos hacia los pantalones del varón.

Alastor soltó una ligera risa.

—Me has atrapado, querida. —respondió. Cuando sintió que Charlie terminó con su labor en sus pantalones, se irguió para poder contemplar otra vez a su chica —Por cierto, me gusta mucho cuando usas vestidos, Charliees un verdadero deleite para mis ojos… —decía al tiempo que acariciaba las piernas flexionadas de la princesa infernal y su mirada se perdía recorriendo todo el cuerpo de la rubia.

Charlie se mordió los labios al ver cómo Alastor prácticamente la estaba desnudando con la mirada. Se preguntó si Alastor todo el tiempo ha sido un varón tan sensual y sexual que solo había estado esperando por la mujer correcta y qué habría pasado con él si en su vida en la Tierra hubiera conocido a una mujer a la que le hubiera permitido acercarse del mismo modo que dejó que ella se le acercara. Probablemente habría corregido su vida y quizá nunca habría llegado al infierno o tal vez sí, pero podría calificar como un demonio redimible.

En ese caso… ¿habría sobrevivido hasta el tiempo en el que el Hazbin Hotel fue abierto? ¿Habría acudido a buscar su redención? ¿Qué tan diferente habría sido su personalidad? Estaba segura que por físico no habría pasado desapercibido ante ella, después de todo, ella era una súcubo y Alastor era bastante guapo, tanto, que sus instintos sexuales despertaron poco después de conocerlo.

Alastor, por su parte, estaba embelesado por la belleza de Charlie y en su mente se libraba una batalla entre sus instintos más primitivos, que deseaban destrozar ese hermoso vestido que su Charlie había seleccionado solo reconciliarse con él y poseerla con animal en celo a mitad de su sala, y su pudor, que le gritaba que por lo menos debía transportarlos hasta su habitación y en la intimidad de la misma dar rienda suelta a sus más obscenos deseos… pero sus manos inquietas no querían dejar de tocar la suave piel de Charlie y, para su desgracia, no había logrado elevar sus habilidades con la magia (vudú y demoniaca) al nivel de poder hacer conjuros sin hacer algún movimiento o uso de instrumentos, como su micrófono, un ademan de sus manos o un chasquido de sus dedos.

Charlie notó la indecisión en el demonio ciervo, pero fuera lo que fuera lo que lo estaba deteniendo, ella lo haría un lado en ese momento: ella deseaba volver a estar entra los brazos del Demonio Radio y su naturaleza súcubo no daba cabida para la paciencia. Se incorporó con ayuda de uno de sus brazos y llevó su otra mano hasta la nuca del demonio ciervo para poder atraerlo hacia ella y besarlo con fiereza, Alastor respondió de inmediato. Charlie volvió a quedar recostada sobre su espalda y atrapó con sus piernas la cadera del demonio ciervo, este se apoyó en sus antebrazos para no cargar todo su peso en ella.

—Charlie… —jadeó.

—Lo siento Al… no puedo esperar más y tú tampoco —decía mientras forcejaba con la camisa del Demonio Radio para poder despojarlo por completo de ella.

—Pero, querida… este lugar… —trataba de argumentar entre besos, sin embargo, no podía entender por qué estaba ayudando a la princesa infernal con la tarea de despojarlo de su camisa.

—No creo que nadie se atreva a venir a molestar al Demonio Radio en su hogar —dijo cuando por fin pudo quitarle la camisa al demonio carmesí —y yo te extrañé demasiado, Al… —terminó de decir llevando una de sus manos al pecho masculino y comenzaba a recorrer su piel.

Alastor no pudo con la mirada suplicante y, extrañamente, seductora que le dedicó Charlie con la última frase dicha por lo que se olvidó por completo de su pudor, dispuesto a entregarse a la lujuria que solo Charlie era capaz de provocar en él.

—¡Alastor, querido! ¡¿Te encuentras en casa?! ¡¿Se encuentra la princesa contigo?! —se escuchó la voz de Rosie llamando desde la puerta principal de mansión del demonio carmesí al tiempo que tocaba de manera insistente.

—Es Rosie… —dijo Alastor deteniendo sus acciones sobre el cuerpo de la princesa infernal.

—Alastor, no abras… —pidió Charlie tratando de volver a tener las atenciones del Demonio Radio.

—Seguro se enteró de lo ocurrido ayer… —Dijo mientras se arrodillaba frente a Charlie.

—Podemos explicarle después… —dijo con la respiración agitada.

—Es mejor explicarle todo lo más pronto posible, querida.

—No. —Dijo con ya visible molestia —Alastor, como princesa infernal y heredera al trono te ord…

Pero Alastor no la dejó terminar y con un chasquido de sus dedos la hizo aparecer en la habitación principal de la mansión y no solo eso, también la vistió con su traje habitual.

—¡Alastor! —Gritó furiosa Charlie al darse cuenta de lo que el Demonio Radio le hizo.

Su grito resonó por la mansión mientras Alastor ponía en orden su sala y se vestía con un traje limpio. Hizo una mueca y sus orejas bajaron un poco al escuchar el grito de la princesa infernal, Razzle y Dazzle salieron de la cocina y subieron a prisa para asegurarse que su ama se encontrara bien, las sombras, en cambio, se dirigieron a él.

—Tenemos más visitas, amigo —se dirigió a Umbra —solo vigila que Charlotte no se lastime intentando salir de mi habitación por la ventana. —Ambas sombras subieron a encontrarse con Charlie.

Los llamados y golpes de Rosie no habían cesado ni un segundo, Alastor soltó un suspiro cansino y se dirigió a abrir su puerta.

—¿Qué tal, Rosie? ¿Qué te trae por aquí? —Saludó con su típica sonrisa apenas abrió.

—¡Eres un desconsiderado, Alastor! ¡¿Crees que no sé lo que ocurrió ayer?! ¡¿Cómo está, Charlotte?! ¡¿Dónde está?! —Bombardeó de preguntas al tiempo que pasaba al interior de la mansión. Alastor giró los ojos y cerró la puerta.

—Ella se encuentra bien, Rosie querida. —comenzó a responder sin cambiar su expresión —Está arriba, en compañía de sus cabras guardianes y mi sombra, seguramente fantaseando con las múltiples maneras en las que me podría torturar si tan solo supiera usar adecuadamente sus poderes… —culminó colocando ambas manos tras su espalda y encogiéndose un poco de hombros, resignado a sufrir las consecuencias del desplante que acababa de hacerle a Charlotte.

—¿Torturarte, querido? —Cuestionó confundida.

—Sí y no puedo decir que no lo merezca, Rosie —dijo comenzando a caminar hacia la sala e invitando a Rosie a seguirlo —Lamento haber ignorado tus llamados, pero creo que ya sabes la razón… —dijo tomando asiento en su sillón predilecto.

—Lo imaginé, pero no podía estar tranquila hasta estar segura, Alastor —respondió imitando la acción del demonio ciervo. —Hiciste una masacre allá afuera, querido…

—Debí haber hecho un genocidio, Rosie… —dijo entrecerrando los ojos y formando una sonrisa maniaca —Pero Charlotte me detuvo —volvió a su expresión natural pero de inmediato cambió por una más seria —Creí que luego de presenciar eso ella temería de mí, pero no lo hizo, Rosie… Charlotte acaba de ver lo peor de mí y no huyó…

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Charlie, después de haber estado varios minutos intentando abrir la ventana de la habitación de Alastor para irse del lugar y fracasar en el intento gracias al sello de protección del Demonio Radio, decidió bajar y saludar a Rosie, pues sabía que la demonio había ido con la mejor de las intenciones, por más que detestara que los hubiera interrumpido. Además, Razzle y Dazzle le habían dicho que habían preparado su desayuno favorito: baguettes recién horneados, pan tostado y mermelada de fresa que encontraron entre las cosas del demonio ciervo, café de olla (con la crema a disposición de Charlie), jugo de naranja y crossaints de chocolate.

Charlie no podía negarse a saborear el desayuno preparado por sus adorables cabritas, menos sabiendo que Razzle había salido muy lastimado el día anterior por tratar de protegerla.

Bajó las escaleras y escuchó que Alastor y Rosie conversaban:

—Querido… tienes que hacer algo para congraciarte con los habitantes de la Villa…

—No tengo que congraciarme con nadie, Rosie… Se atrevieron a tocar a Charlotte y querían asesinarla, eso es algo que nunca les perdonaré…

Al…

—Pero no puedes culparlos, Alastor. Lucifer…

—Una cosa es Lucifer y otra muy diferente es Charlotte… —Interrumpió con clara molestia en su voz —Los hijos no tienen que pagar por los pecados de sus padres… —Declaró con seriedad.

—Sé que es un tema bastante marcado para ti, Alastor, pero Villa Caníbal es prácticamente tu reino, no puedes prescindir de él… —trataba de persuadir Rosie.

—Por supuesto que puedo, Rosie. No es el único poblado olvidado por Lucifer…

—Pero sí es el único en este círculo.

—Sabes que no es problema para mí…

¿Qué? Pero, eso es imposible… Se cuestionó internamente Charlie.

—Querido, no sabemos por qué sucede eso y no quisiera que te arriesgaras a quedarte más tiempo en otro círculo… —dijo con premura —En cualquier caso, si deseas abandonar la Villa, tienes la Zona Norte de Ciudad Pentagrama…

—No… no es lo más conveniente… —volvió a interrumpir.

—¿Conveniente? ¿Conveniente para qué, querido?

—Para Charlotte y para mí, —respondió —necesitamos un lugar seguro, el cual yo pueda controlar y esté fuera del alcance de Lucifer… ¿O acaso crees que el Rey va a estar contento con que su hija despose a un simple pecador?

Ambas mujeres soltaron un jadeo al escuchar las palabras dichas por el Demonio Radio, Charlie estaba a punto de llorar de la emoción y Rosie no podía creer que, después de tantos años, Alastor estuviera pensando seriamente en unir su existencia con otra.

—Alastor…

—¡Buen día, Rosie! —saludo Charlie desde la base de la escalera y se acercó a prisa hacia el par de demonios en la sala. Esa fue su manera de controlar sus deseos de llorar. Ya habría tiempo para hablar con Alastor.

Alastor y Rosie giraron su vista hacia la rubia, él estaba un poco confundido por la actitud de la princesa infernal, aunque pensó que, quizá, debido a su naturaleza amable, estaba tratando de evitar un momento incómodo para Rosie. Sin embargo, su confusión fue mayor cuando la princesa, apenas estuvo frente a él se inclinó para depositar un tierno beso en sus labios y acariciar de manera suave su cabello antes de tomar asiento a su lado y recargar su cabeza en su hombro.

—Buen día, Charlotte —respondió Rosie con una sonrisa, luego de ver lo cariñosa que se portaba la princesa infernal con su querido amigo —¿Cómo te encuentras?

—Para ser sincera… sigo un poco abrumada por lo ocurrido ayer pero, sé que aquí me encuentro segura —respondió entrelazando su mano con la mano sana de Alastor.

—Veo con satisfacción que las cosas entre ustedes avanzaron mucho desde mi última visita… —dijo con cierta picardía —Creí que no habría mujer que pudiera tocar el corazón de este bribón pero, por supuesto, tendría que haber sido alguien tan especial como tú, Charlotte…

—¿Muchas trataron de hacerlo? —Cuestionó curiosa y con la intención de poner incómodo a Alastor. Lo consideraba justo ya que Alastor sabía sobre sus ex novios.

—Por supuesto. Alastor siempre tuvo su encanto, desde muy jovencito —respondió Rosie, siguiendo el juego de Charlie.

Alastor carraspeó un poco. No le gustaba hablar sobre ello. Era algo que de verdad lo incomodaba aunque sabía que en algún momento de su existencia tendría que compartir con Charlotte, sobre todo ahora que la idea de pasar el resto de su existencia con ella estaba instalada en su cabeza.

Charlie notó la evidente incomodidad en Alastor y decidió parar su juego, no podía exigir mayor tolerancia por parte de él, además ¿cómo podría? Si en las últimas horas no había hecho otra que demostrarle lo mucho que la quiere…

A propósito de querer: ¿Alastor había escuchado su primer "te amo"?

Aunque fuera como un sueño, esperaba que esas palabras tan importantes para ambos no hubieran quedado solo al viento…

El que Alastor estuviera pensando tan seriamente en pasar el resto de su existencia con ella, ¿era su manera de expresar que la ama? Eso la haría feliz pero, también quisiera poder escuchar esas dos palabras dichas por él.

Alastor y Rosie siguieron conversando, dejando de lado el incidente ocurrido el día anterior, Charlie dejó que ellos siguieran hablando sin interrumpirlos, solo mantenía recargada su cabeza en el hombro de Alastor, sopesando sobre los sentimientos existentes entre Alastor y ella, imaginando el futuro a su lado, dejando que el aroma de su colonia inundara sus fosas nasales, sintiendo el calor que el cuerpo de su novio emanaba, mientras sostenía su mano entre las suyas y escuchaba su voz aunque no estuviera prestando atención a lo que estuviera diciendo. Era bastante agradable, se sentía feliz y en paz.

Alastor y Rosie ya habían notado que Charlie estaba quedándose dormida, Alastor de vez en cuando miraba de soslayo a la rubia para asegurarse que estuviera bien y Rosie solo podía sonreír enternecida por la imagen frente a ella. No es que hubiera algo mal con Charlie, estaba segura que si las cosas habían sido de esa forma para su amigo era por algo, pero le habría gustado ver algo así en su vida en la Tierra. Cómo deseó durante el tiempo que Alastor estuvo en su vida, que ese muchacho se hubiera dado la oportunidad de conocer a alguien especial y que hubiera podido hacer una vida normal: vivir con esa persona, tener hijos si era lo que ellos deseaban y envejecer juntos…

Razzle y Dazzle llegaron a la sala, se acercaron al Demonio Radio y comenzaron a balar frente a él, Alastor elevó una ceja pues no entendía lo que los pequeños guardianes de Charlie intentaban decirle, poco después llegó Umbra y le informó que lo que Razzle y Dazzle trataban de decirle era que tenían la mesa lista para el desayuno para ellos tres (Alastor, Charlie y Rosie).

—Amiguitos, sean tan amables de guiar a mi querida amiga Rosie al comedor… Por cierto, agradezco su iniciativa de haber preparado el desayuno —dijo llevando su mano lastimada a la altura de su pecho e inclinó un poco su cabeza, ambas cabritas asintieron con alegría y luego se dirigieron con Rosie.

Alastor, con un ademan, ordenó a Umbra que se fuera con ellos y verificara que todo estuviera en orden y ayudara a Rosie si se le ofrecía algo. Cuando quedó a solas con Charlie, llevó su mano hasta la mejilla libre de la rubia y pellizcó suavemente mientras le hablaba para despertarla, cuando despertó, Charlie sonrió apenada por haberse quedado dormida frente a Rosie pero Alastor simplemente besó su frente y luego le informó que el desayuno estaba listo.

—Razzle y Dazzle seguro prepararon más cuando vieron que teníamos una visita, espero te guste, lo prepararon a mi gusto —respondió una adormilada Charlie, recargándose en el pecho del Demonio Radio.

—Charlie, ¿estás bien? —preguntó mientras tocaba la mejilla y luego la frente de la princesa: aunque no le molestaba en absoluto las muestras de cariño y confianza de la rubia, le preocupaba que ese sueño fuera un efecto secundario de la herida que causada por la cuchilla que también lo había herido, aunque a él la única molestia que le quedaba era que estaba tardando mucho en cerrar y cicatrizar.

—Sí, Al. No te preocupes, —respondió —es solo que me gusta mucho estar así contigo, espero no estar siendo muy molesta para ti —dijo separándose de él.

Alastor se limitó a negar con un ligero movimiento de su cabeza y luego tomó el brazo de Charlie para inspeccionar la herida, solo para estar seguro que todo estuviera bien.

—Alastor… —llamó Charlie mientras dejaba que el Demonio Radio revisaba su herida, este hizo un asentimiento invitándola a continuar —anoche te dije algo muy imp…

—Tu brazo está sanando bien, Charlie. Eso es bueno —interrumpió.

—Alastor, te decía que…

—Charlie, Rosie nos espera en el comedor y creo que es bastante conveniente que ya ingieras algo de alimento, quizá por eso estás tan soñolienta, querida. —interrumpió nuevamente.

Alastor se puso de pie y ofreció su brazo a la rubia, Charlie hizo un puchero pero aceptó el brazo del Demonio Radio. Ambos caminaron rumbo al comedor.

—Alastor, en verdad quiero saber si escuchaste lo qu…

Alastor detuvo su andar, la tomó de los hombros y la besó.

—Te escuché, Charlie. —Dijo cuando se separó de los labios de la rubia.

—¿Y no respondes nada? —Cuestionó volviendo a hacer un puchero.

—Ya lo he hecho, Charlie, incluso antes de que lo dijeras anoche —dijo con una amplia sonrisa.

—¿Qué? ¿Cuándo? ¿En qué…

—Charlie —pellizcó su mejilla con gentileza —Rosie nos está esperando, podemos aclarar esto después —dijo antes de continuar su camino hacia el comedor.

La princesa infernal no tuvo más remedio que aceptar aunque en su mente trataba de rememorar en qué momento Alastor le había dicho "te amo" o algo parecido. Estaba segura que no lo había dicho, incluso lo podía jurarlo por su padre, pero Alastor lo había dicho con tanta seguridad que ya no sabía que creer.

Razzle y Dazzle ya tenían la mesa puesta y Rosie ya estaba degustando del té que las cabritas y sombras le habían servido.

—Pero qué banquete tenemos aquí, tus pequeños guardianes son muy eficientes, Charlie —elogió Alastor.

Umbra y la sombra de Charlie revolotearon a los costados del Demonio Radio.

—¿Qué sucede, mis amigos? —Las sombras le acercaron una taza de café negro y pan tostado. Alastor sonrió complacido y agradeció al par de sombras con una inclinación de su cabeza, pues él no era un amante de las cosas dulces. Él prefería los sabores amargos y fuertes.

Los tres demonios degustaron el desayuno preparado para ellos, Charlie amaba todo lo que habían preparado pero su mente estaba tratando de rememorar todas las veces que Alastor le había dicho algo lindo, algún cumplido. Incluso, llegó a pensar que el Demonio Radio lo pudo haber dicho en algún momento de éxtasis de ambos (que no eran pocos) pero aun no podía creer que, aunque fuera un momento de esos, ella no hubiera escuchado si era algo muy importante y su mayor anhelo desde que se habían vuelto novios.

Alastor se estuvo divirtiendo con las diferentes expresiones de Charlie, él sabía que la rubia estaba tratando de saber en qué momento se lo había dicho.

Qué distraída eres, Charlie. Pensó divertido.

Finalmente, luego del desayuno y otra corta platica en la sala con Rosie, la mejor amiga del Demonio Radio se retiró pues tenía programada la visita de unos clientes en su boutique. Cuando la pareja quedó sola, Charlie insistió en saber en qué momento Alastor le había dicho que la amaba, Alastor solo se dignaba a dar evasivas y a divertirse con las caras y gestos que la princesa infernal hacía en respuesta mientras él preparaba su hogar para, en unos minutos, partir de nuevo al Hazbin Hotel.

—¡Ya dime cuando fue Al! —pidió ya como una niña haciendo berrinche.

—Charlie —dijo tomándola en brazos (de forma nupcial) mientras con un chasquido hacia aparecer a su alrededor a las cabritas y las sombras —es tiempo que volvamos al Hotel, nuestros amigos deben estar muy preocupados por ti, querida. —Charlie se sonrojó por la manera en que Alastor la cargaba, era muy romántico, se sentía como una princesa de cuentos.

—Tienes que decírmelo, Al —dijo de manera suplicante, rodeando el cuello del Demonio Radio con sus brazos —es importante para nosotros…

—Por eso mismo, Charlie, tú deberías recordarlo —invocó su micrófono y abrió un portal por el cual atravesó con la princesa en brazos, seguido por las cabritas y las sombras—y debería sentirme muy ofendido porque no lo haces —culminó de decir, divertido, al tiempo que el portal se cerraba tras ellos.

Aparecieron en el lobby del hotel, Angel y Cherry se encontraban sentados en la base de las escaleras, al ver el portal, Angel corrió hacia el ellos.

—¡Charls! ¡Qué bueno que estás bien! —Dijo apenas estuvo frente al par de demonios —¡Y tú! —Señaló al rostro del Demonio Radio —Venado insensible… por lo menos hubieras enviado a una de tus sombras para avisar que se encontraban bien.

Alastor miró amenazante a Angel, el demonio araña ya estaba tomando demasiada confianza con sus estúpidos apodos.

—¿Cómo te encuentras, Charlie? —Preguntó Cherry, quien se había acercado con más calma.

—Estoy bien, Cherry, perdón por haberlos preocupado… —se disculpó mirando a ambos demonios.

—¿Y bien? ¿Qué ocurrió? —Cuestionó Angel.

Husk, Niffty y Vaggie salieron del bar, habían escuchado el grito de Angel.

—¡Charlie! —se abrió paso Vaggie entre Angel y Cherry, pero frenó su carrera en cuanto vio que Alastor la sostenía cargada en sus brazos. Alastor le sonrió, arrogante.

—Hola Vaggie, Niffty, Husk —saludó Charlie —lamento el mal rato que les hice pasar.

—Debiste avisar a dónde ibas, niña —regañó Husk.

—Lo siento, solo quería que fuera una sorpresa para Al… —dijo recargando su cabeza en el pecho de Alastor.

—Y lo fue… —habló Niffty —el señor Alastor no tenía idea de lo que había planeado, señorita Charlie.

—Charlotte necesita descansar, mis amigos, —declaró el Demonio Radio —la llevaré a su habitación y luego volveré para que me pongan al tanto de los pormenores que se presentaron durante mi ausencia y la ausencia de Charlotte. —Anunció.

Charlie iba a protestar pero Alastor chasqueó los dedos y aparecieron en la habitación del Demonio Radio, ahí el demonio ciervo la depositó en la cama.

—Alastor, no necesito descansar más, estoy bien —aseguró.

—Guarda reposo por lo menos hasta la hora de la comida, querida —pidió Alastor sentándose en la orilla de la cama y acariciaba la cabellera rubia de su novia.

—Está bien, —Aceptó. —Pero luego de la comida iré a la oficina a hacer papeleo… —aseguró la rubia, recostándose.

—Hasta entonces, trata de dormir, my dear. Vendré por ti cuando la comida esté lista —prometió.

—Al… antes de irte… todavía no recuerdo la primera vez que lo dijiste pero, ¿podrías decir que me amas? —pidió con nerviosismo.

—Claro, Charlie… —respondió Alastor poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta.

Charlie esperó con emoción escuchar esas palabras, pero Alastor llegó hasta la puerta y no las decía. Cuando vio que estaba saliendo, comenzó a protestar.

—¡Al, no lo dijiste! —Reclamó aventando una almohada hacia él, pero esta ya no logró hacer contacto con su objetivo pues la puerta se interpuso.

—Claro que lo dije, querida, solo que, de nuevo, no pusiste atención —respondió Alastor antes de cerrar la puerta tras de sí.

Charlie hizo un berrinche en la cama del Demonio Radio, ahora estaba segura que él se estaba burlando de ella.

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Alastor, luego dejar a Charlie descansando en su habitación, estuvo reuniéndose con sus sombras que trabajan en el hotel recibiendo todos los detalles de los sucesos ocurridos durante su ausencia. No eran problemas mayores, de hecho, todo estuvo funcionando con normalidad solo que los pendientes se habían incrementado porque no había nadie que se ocupara de ellos al momento.

Estuvo arreglando detalles cosméticos del hotel por aquí y por allá y revisó los pendientes más urgentes en cuanto a papeleo. Todavía le molestaba estar en la oficina pero, ya había pensado en la manera en que se quitaría esa aversión al lugar que se había generado en él días atrás.

Más tarde, fue de nuevo a su habitación solo para verificar que Charlie estuviera bien, no le sorprendió ver a Umbra y la sombra de su novia echados a los pies de la cama y a sus guardianes echados a lado de la rubia. En otro momento los hubiera echado por sentir que era una violación a su privacidad, pero luego de casi perder a la rubia, cayó en cuenta que lo mejor era tener aliados en su protección.

Qué remedio… Pensó frustrado.

Tensó su mandíbula y chasqueó los dedos.

—¡¿Qué mierda?! —Exclamó Vaggie en cuanto el demonio ciervo hizo su aparición frente a su cama.

Alastor ignoró el grito de asombro de Vaggie y echó un vistazo a la habitación. Esperaba ver un sitio más desordenado, pero la albina parecía tener gusto por el orden, no tan marcado como el de él, pero era suficiente, a su parecer.

Vaggie hizo aparecer su lanza y se colocó en posición de ataque sobre su cama, apuntando directo al rostro del Demonio Radio.

—¿Qué diablos haces en mi cuarto, malparido? —dijo con rabia.

El demonio carmesí mantenía una sonrisa burlona y con un chasquido de sus dedos despojó a la demonio polilla de su arma.

—Créeme que no me complace estar aquí, Vaggatha, —dijo comenzando a hacer malabares con la lanza de Vaggie —pero el asunto que me obliga a recurrir a esta audiencia informal contigo es de vital importancia para ambos… —culminó deteniendo sus malabares y sosteniendo la lanza con su mano lastimada.

—¿Ambos?... ¿Qué le hiciste a Charlie? —Cuestionó conteniendo todos sus deseos de írsele encima y golpearlo a puño limpio.

—Nada que ella no quisiera, lo puedo asegurar —respondió con sorna, con la única intención de hacer rabiar a la albina —pero ese no es el punto, Vaggatha. —hizo una pausa. —Tu arma es interesante —dijo inspeccionando la lanza de la demonio polilla —y, supongo que la sabes manejar con destreza.

—Solo devuélvela y te demostrare que tan diestra soy con ella —dijo con una sonrisa alevosa.

—¡Ja! No. —Respondió con burla. Luego, hizo que la cuchilla con la que lo habían herido a él y a Charlie apareciera frente a ambos.

—¿Qué mierda es eso?

—Es la cuchilla de un arma olvidada por los ángeles exterminadores —Vaggie dio un respingo, sorprendida —algo con lo que no debemos jugar —dijo mostrando su herida sangrante.

—¿Viniste a amenazarme? —retrocedió un paso.

—Yo no amenazo, Vaggatha. —Aclaró con firmeza —Además, no necesito de un arma sagrada para acabar contigo: tú más que nadie debería tener claro que no eres rival para mí. —dijo con una sonrisa sádica.

—Entonces, ¿Qué haces aquí y por qué me muestras esa cosa? —cuestionó sin despegar la vista de la cuchilla.

—La razón es que, por mucho poder yo que tenga, no puedo proteger a Charlie yo solo todo el tiempo y, aunque no me complace admitirlo, sé que, además de mí y sus padres, no hay ningún demonio en el infierno que desee protegerla a toda costa tanto como tú.

Vaggie lo miró perpleja, mientras tanto Alastor comenzó a hacer ademanes con su mano lastimada y, con sus conocimientos de alquimia, fusionó la lanza de Vaggie con la cuchilla. Cuando hubo terminada su labor, le entregó la lanza de nueva cuenta a su dueña.

—¿Cuál es la trampa? ¿Qué pretendes, hijo de perra? —Cuestionó apenas tuvo de nueva cuenta su lanza entre sus manos.

Alastor rodó los ojos, aburrido por los insultos innecesarios de la albina hacia su persona.

—Solo estoy velando por la seguridad de Charlotte. Si se llega a dar el caso en el que yo no esté cerca en una situación de peligro de Charlie, espero que tú lo estés y puedas demostrar con acciones lo mucho que Charlotte te importa.

—¿Te das cuenta que me acabas de facilitar las cosas para deshacerme de ti? —dijo amenazando de nueva cuenta a Alastor con su lanza ahora fusionada con un arma de los ángeles exterminadores. Este ni se inmutó. —Sé que de frente es difícil que logre hacerte daño pero, tan solo tenga una oportunidad, juro que…

—No lo harás… —interrumpió dándole la espalda, mostrándole que ni aun sabiendo que ella contaba ahora con una arma sagrada él le tenía el mínimo de miedo.

—¿Bromeas? Sueño con el día en el que tenga tu cabeza clavada en la punta de mi lanza… —Aseveró.

—No dudo de la veracidad de esas palabras Vaggatha, pero estoy seguro que no lo harás por la misma razón por la que yo no he acabado contigo: —volteo a verla por encima del hombro —Charlie. Ambos sabemos que ella no perdonaría a ninguno de los dos si acabamos con la vida del otro…

Vaggie bajó su arma, apretó sus puños y cerró los ojos con frustración. El maldito ciervo tenía razón… Si ella lograba asesinarlo, Charlie la odiaría por matar al demonio del que estaba tan enamorada. El hijo de perra era intocable.

—Entonces… ¿esperas que cuide de ella para que pueda ser feliz contigo? —Cuestionó sin abrir los ojos.

—Espero que cuides de ella para que viva y sea feliz… —respondió —¿Acaso esa no es "la gran promesa del amor incondicional" de la que tanto hablan todos desde tiempos inmemorables? —dijo antes de desaparecer de la habitación de la albina.

Vaggie arrojó la lanza al piso y se echó a llorar en su cama por la frustración.

No podía dejar de pensar en la locura que había hecho Charlie el día anterior con el único propósito de verlo y la imagen de ella feliz en los brazos del demonio ciervo cuando volvieron al hotel. Era claro que Charlie estaba perdida de amor por ese maldito demonio, que a estas alturas no había forma alguna que alguien ajeno lograra separarla de él, no había duda que ella era feliz estando a su lado…

¿Qué más necesitaba ver para dejar de amarla?

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.

.

Más tarde, cuando la comida estuvo lista, Alastor volvió a su habitación, se encontró con la enternecedora imagen de Charlie durmiendo plácidamente abrazando a Dazzle y con Razzle acurrucado a su espalda, las sombras seguían echadas al pie de la cama. Alastor se creó la imagen mental de una pequeña Charlie en esa misma situación con sus peluches favoritos. Sonrió ante ello. A veces le era difícil creer que una criatura tan tierna y adorable como Charlie pudiera ser una demonio sexual, tan solo verla así lo hacía pensar que se estaba condenando a una nueva eternidad en el infierno por haber cometido la osadía de profanarla.

Despertó a las cabritas y estas despertaron a la princesa, Alastor de nueva cuenta la tomó en brazos de manera nupcial y antes de que esta pudiera protestar los transportó al comedor. Ahí, Alastor la dejó en la silla correspondiente y luego del acostumbrado "provecho" los miembros del staff comenzaron a comer. Alastor cuidaba que Charlie estuviera comiendo apropiadamente, ella estaba feliz con las atenciones que el Demonio Radio estaba teniendo con ella pero esperaba que no fuera porque se sintiera culpable, después de todo, ella había sido la que había cometido la imprudencia de ir a la Villa.

Durante la comida, Alastor les dio a conocer lo ocurrido, todos estaban sorprendidos y se unieron en una sola petición: que Charlie siempre les avisara si iba a salir y a dónde iría. Alastor no pudo estar más de acuerdo, Charlie se conmovió hasta las lágrimas por la sincera muestra de preocupación y cariño por parte de sus amigos y estos solo atinaron en levantarse de sus asientos e ir a dar un abrazo grupal a la rubia. Alastor no se unió, eso era demasiado para él pero, cuando Charlie buscó su mano durante el abrazo, él no dudó en dársela.

Después de la comida, tal y como la princesa lo había dicho antes, Charlie fue a su oficina para poder hacer el papeleo atrasado. Alastor, se había ido a dar un recorrido por el hotel para verificar que todo estuviera en orden y que sus sombras estuvieran haciendo sus labores.

Charlie trataba de concentrarse en su trabajo pero sus pensamientos estaban enfocados única y exclusivamente alrededor del Demonio Radio. Aún no habían hablado el asunto de Seviathan y Octavia, tampoco el tema de Husk, ahora tenía la duda de lo que había escuchado en su mansión acerca de que Alastor podía moverse a través de los círculos del infierno, el asunto con la Villa, el deseo de Alastor (y que obviamente ella compartía) de pasar el resto de sus existencias juntos y esa duda acerca de que Alastor ya ha dicho amarla y ella no lo recuerda.

—Ahh… soy un desastre… —se lamentó dejando caer su cabeza en el escritorio.

—Ciertamente lo eres, querida.

Charlie levantó la cabeza, sorprendida de escuchar la voz del Demonio Radio. Se sorprendió más al ver que este se encontraba cómodamente sentado en una de las sillas frente al escritorio.

—¿En qué momen…

—Cuando dejaste caer tu cabeza, Charlotte. —Tomó el documento que Charlie sostenía en sus manos —¿Problemas? —Preguntó comenzando a leerlo.

—No me concentro en el trabajo… Al, hay muchas cosas que debemos hablar.

Alastor dejó el documento en el escritorio.

—Te escucho, querida.

—Sé que hay cosas más serias por hablar… ¡pero esta duda me está matando, Al! —dijo con voz angustiada —Estoy feliz de saber que ambos sentimos lo mismo —explicó con un ligero rubor en sus mejillas —pero, no puedo creer que no recuerdo el momento en que me dijiste que me amas… —Alastor sonrió divertido y recargó su codo en el reposabrazos de su silla y luego recargó su mejilla en sus nudillos —Eso es muy importante… para ambos, ¡para mí! Y no puedo evitar pensar que estás jugando conmigo… que en realidad no lo has dicho… —dijo con expresión triste —eso sería muy cruel, Al…

—Charlie… —dijo calmado.

—Al, por favor, deja de jugar conmigo, solo…

—Charlie… —repitió con el mismo tono.

—Al… —dijo en un sollozo, ya dándose por vencida —está bien si no sientes lo mismo… es solo… yo creí…

Alastor chasqueó los dedos y apareció sentado en la silla principal del escritorio e hizo que la princesa infernal apareciera sentada en su regazo vestida y arreglada de la manera en la que originalmente Charlie quería sorprenderlo el día anterior.

—¿Qué voy a hacer contigo, Charlotte? —Cuestionó tomándola del mentón de manera gentil —Debes poner más atención a mis palabras, pero sobre todo a las tuyas, darling…

—No te entiendo, Al. —dijo confundida por lo dicho por el Demonio Radio y por verse vestida nuevamente con ese vestido.

—Charlie, yo solo hice lo que me pediste cuando recién empezamos esta relación —explicó. Charlie seguía sin poder entender —"Quiero que te reserves de llamarme Charlie…" —citó —¿recuerdas lo que me pediste, Charlie?

Charlie miró confundida al Demonio Radio, "quiero que te reserves de llamarme Charlie…" se repitió una y otra vez en su mente, tratando de recordar cuándo había dicho eso hasta que por fin logró recordarlo.

Flashback.

¿Sabes, Alastor? —Dijo deteniéndose en medio de la habitación, Alastor se colocó frente a la rubia —Creo que ya no me disgusta tanto mi nombre pero, tengo una propuesta para ti. —dijo con una expresión juguetona.

¿Una propuesta, dulzura? —dijo intrigado.

Quiero que te reserves de llamarme Charlie —Alastor mostró una expresión confundida —No me malinterpretes, me alegra mucho cuando me llamas así, pero es que así me llaman cuando me tienen más aprecio y… estaba pensando, ¿qué tal si me llamas así cuando tus sentimientos por mí sean más profundos? —Alastor se sorprendió —tal vez… cuando llegues a amarme —dijo tímida.

Fin flashback.

—Alastor… —dijo en un hilo de voz mientras sus ojos se llenaron de lágrimas —Tú…

—Solo busqué complacerte, Charlie.

Charlie comenzó a llorar y buscó los labios de Demonio Radio, este correspondió a sus besos y con gentileza retiraba las lágrimas que caían por sus mejillas.

—Te amo, Al…

—Lo sé. Charlie…

Charlie rio un poco, sintiéndose algo tonta por haber olvidado una petición propia pero también sintiéndose feliz de pensar en la innumerable cantidad de veces que Alastor la ha llamado "Charlie" con ese significado implícito.

Siguieron besándose con ternura hasta que Charlie se separó y se recargó en el hombro del demonio carmesí.

—¿Una preocupación menos en tu mente, querida? —la rubia asintió —Maravilloso. —Celebró el demonio ciervo.

Ambos demonios permanecieron en un silencio cómodo, disfrutando de su compañía hasta que Charlie volvió a hablar.

—Dime, Al… ¿Qué estuviste haciendo los días que estuviste fuera del hotel? —Cuestionó recargada en el hombro del Demonio Radio.

—Estuve pensando muchas cosas, querida… —Respondió mientras acariciaba con los nudillos de su mano lastimada la mejilla de la rubia y con la otra mano acariciaba el largo de las piernas de la chica.

—¿Sobre nosotros, quizá? —cuestionó con voz coqueta al sentir las caricias del Demonio Radio y llevó su mano derecha al cuello del varón para comenzar a aflojar su pajarita.

Alastor sonrió complacido, entendiendo la intención de la rubia.

—Tal vez… —respondió.

—¿No planeas decirme lo que estuviste pensando, Al? —dijo por fin deshaciéndose de la pajarita, para acto seguido comenzar a desabrochar los botones superiores de su camisa —Después de todos, ayer viniste al hotel con la intención de verme, ¿no?

—Dejaré que hables tú primero, querida —dijo tomando la mano de la princesa infernal, deteniendo su trabajo con su camisa —después de todo, tú seleccionaste este fabuloso atuendo solo para verme... ¿Querías disculparte por tu comportamiento con Von Eldritch, querida? —preguntó antes de comenzar a depositar besos a lo largo del brazo de Charlotte, iniciando por su muñeca.

—Sé que no debí coquetear con Seviathan pero tú tampoco debiste hacerlo con Octavia —dijo deteniendo la acción del Demonio Radio y llevando su mano a la mejilla de su novio para hacerlo que la viera a la cara —los dos nos equivocamos Al. —concluyó seria. Alastor rio un poco.

—La diferencia, querida, es que la señorita Octavia y yo no acordamos una cita para salir a cenar a diferencia de ti con tu ex novio… —Respondió, insidioso.

—Será solo una cena de trabajo…

—Oh… entonces la cena sigue en pie —dijo molesto.

—No puedo cancelarla, Al —se justificó.

—Von Eldritch hizo mucha referencia a un asunto pendiente entre ustedes dos, ¿qué estuvieron hablando, Charlotte? —Cuestionó, celoso.

—No tiene caso mencionarlo…

—¿Por qué no?

—¡Porque no, Al! —gritó molesta por la insistencia de Alastor.

Alastor tragó saliva no por el grito de la princesa, sino por lo increíblemente hermosa que lucía (para él), cuando está enojada.

—Parece que la princesa no ha entendido —comenzó a hablar calmado, retirando la mano de Charlie de su mejilla —que el ofendido aquí soy yo —continuó diciendo al tiempo que se ponía de pie con Charlie entre sus brazos y sus astas crecían de manera tal, que intimidó a la rubia —Te dije que no jugaras conmigo, Charlotte. —Culminó serio, depositándola sobre el escritorio.

—¿Al? —Llamó Charlie retrocediendo sobre el escritorio.

Alastor se transformó en sombra y apareció tras la princesa, chasqueando los dedos para que la rubia se girara y volvieran a quedar frente a frente.

—Dime, Charlotte ¿qué fue lo primero que pensaste al entrar de nuevo en esta oficina y ver esa silla? —decía con voz ronca, mirando de soslayo la silla en la que se había sentado el demonio glauco días antes, mientras tomaba a la rubia por su cadera, atrayéndola hacia él

—Al… ¿qué…

—Pensaste en él, ¿cierto? En lo que hablaron cuando yo no estaba presente… —interrumpió mientras se acomodaba entre las piernas de la chica y la miraba de manera intensa.

—No era nada importante… —respondió nerviosa, desviando la mirada pues Alastor la intimidaba en esos momentos.

—Por favor, Charlotte… no sabes mentir… —susurró en su oído, Charlie se estremeció al sentir el aliento de Alastor chocar con su piel —Dime, ¿de qué hablaron, Charlotte? —cuestionó acariciando con sus dedos el níveo cuello de la rubia y su muslo con la otra.

—Se… Seviathan me pidió perdón por todo lo malo que me hizo cuando estuvimos juntos… —respondió por fin, comenzando a sentirse ansiosa por la cercanía y los toques de Alastor.

—En mi opinión, un perdón no es suficiente para lo que él mismo sugirió que te hizo la primera vez que se presentó en el hotel… —aseveró hablando contra el oído de la rubia mientras llevaba sus manos sobre los hombros de la misma hasta llegar a la parte trasera de su cuello y quitar el seguro del cuello del vestido.

—Al… ¿qué haces?

—Yo soy el ofendido, yo hago las preguntas, Charlotte… —le aclaró mientras que dejaba caer la parte frontal del vestido, dejándola topless.

—¡Al! —se alarmó al entender las intenciones del Demonio Radio, mirándolo con algo de reproche.

—¿Sí, querida? —dijo sin detener sus acciones y otorgándole una sonrisa dentada.

—No puedes… no podemos… aquí no…

—Este lugar ahora me trae un mal sabor de boca, Charlotte y ya que tú contribuiste a ello, es justo que me ayudes a eliminarlo —aseveró con semblante serio al tiempo que chasqueaba los dedos y se desnudaba de la cintura hacia arriba.

—Alastor… —Dijo sorprendida y ruborizándose pues le encantaba ver el rostro de Alastor con otras expresiones además de su sonrisa, y ese semblante serio en especial la ponía mal.

El demonio carmesí se inclinó para poder besar a la rubia, aprisionándola con sus manos en sus mejillas, Charlie trataba de mantener el control sosteniendo con sus manos la orilla del escritorio, Alastor al notar la resistencia de la rubia bajó una de sus manos para tomar la mano de Charlie y llevarla hasta su hombro. Ella, al sentir más la cercanía del cuerpo de Alastor y su calor, llevó su otra mano al hombro del Demonio Radio y terminó por abrazarlo por el cuello, comenzando a responder con más ímpetu el beso.

—Al…

—No quiero que este lugar te recuerde a ese tipo, Charlotte… —decía entre besos —no quiero que pienses en otro que no sea yo… quiero ser el único en tu mente, el único que logre hacer que tus mejillas se enciendan… el único que te haga agitar… —decía mientras hacía un camino de besos por el níveo cuello de la rubia.

—Pero si solo me gustas tú… Al… —aseguró con voz apenas audible pues los besos del demonio ciervo la dejaban sin aliento.

—No es verdad y no es suficiente —contradijo llevando sus manos acariciando posesivamente el contorno de la rubia.

—¿Y tú solo piensas en mí, Al? —Comenzó a preguntar entre jadeos —¿soy la única en tu mente? ¿solo yo te hago sonrojar y agitarte?

—Oh… demon belle… no te imaginas el caos que provocas en mi mente… —respondió, besando de manera tierna su hombro y ella hizo lo mismo con el hombro del varón.

—Pero yo no quiero ser caos en tu mente, Al… —dijo abrazando más el cuerpo del demonio carmesí —quiero ser tu paz.

—Muy tarde —respondió antes de chasquear los dedos, eliminando la ropa restante en ambos para acto seguido hundir su hombría en ella.

—¡Oh, Al! —Gimió por la sorpresiva acción del Demonio Radio.

Alastor hizo que la rubia lo abrazara con sus piernas rodeando su cintura y con sus brazos alrededor de su cuello, mientras él la tomaba firme de sus glúteos, embistiéndola con algo de rudeza.

Charlie se sentía algo extraña, es decir, estaba disfrutando pero no podía evitar recordar que ese era su lugar trabajo, lugar donde recibía a sus futuros huéspedes para charlar, sin mencionar la enorme pintura de su familia tras ella.

—Al… Al… debes… debemos… ah… parar… —Decía entre suspiros.

—Nada de eso, querida mía…

—Pero Al… no es correcto ah…

—¿Te parezco un demonio que hace lo correcto?... además… este es tu castigo, my dear

—¿Ca… ah… castigo? —decía entre los gemidos que el Demonio Radio lograba sacarle con sus embistes —Pero… ah… Al… los castigos deben ser…. Ah ah… deben ser para sufrirse… ¡Ah! Demonios… No son para disfrutarse ah…

Alastor detuvo sus embistes, algo agitado por el esfuerzo de cargarla y embestirla. Tomó un poco de aire y besó los labios de la rubia, Charlie también estaba tratando de recuperar el aliento.

—Para ser el demonio que tanto disfruta de torturar, eliges muy mal mis castigos, mi venadito… —dijo con burla.

—Oh, mi dulce Charlotte —respondió con una sonrisa dentada —Si vale la pena hacerlo, vale la pena hacerlo bien.

—¿Eh?

—Paciencia, princesa —dijo llevándola de vuelta al escritorio para recostarla sobre él —solo déjamelo a mí —concluyó besando su cuello antes de volver a hundirse en ella, esta vez con más fuerza.

—¡Oh por… Al! —Comenzó a gemir cosas incoherentes por los embistes rudos y certeros del Demonio Radio. Este solo se limitaba a escuchar y aguantar nuevos rasguños en su espalda —¡Al… Al… oh…!

—Oh… Charlotte…

Charlie había tirado todos los documentos y demás cosas que se encontraban sobre el escritorio, pues no podía controlar todo el placer que las estocadas de Alastor y sus hábiles manos sobre su cuerpo provocaban en ella. Debía admitir que no sabía si disfrutaba o sufría del castigo del Demonio Radio, de lo que estaba segura era que no podía ser más afortunada de tenerlo como pareja… en todo sentido… el tímido cervatillo era ahora todo un semental y estaba segura que no era solo por el amor que le tenía que pensaba así, después de todo, ella era una súcubo y, según lo dicho por su madre, muy pocos varones logran satisfacerlas de verdad y Alastor lo lograba en cada encuentro, en especial en este.

Por su parte, Alastor seguía concentrado en hacer gozar a su chica, tocando en puntos específicos que había notado y memorizado que hacían a la rubia estremecerse. Él había pensado usar todo eso que había aprendido con, para y por ella, solo para hacerla sentir bien en sus encuentros nocturnos, pero esta era una ocasión especial, y debía asegurarse que ella nunca la olvidara.

—Al… por favor…. Para…. Siento que… siento que…

—Oh, por supuesto, querida —dijo deteniendo sus embistes.

Charlie sonrió agradecida, sentía que si Alastor continuaba se iba a volver loca. Apenas él la miró confiada, la tomó de la cintura para girarla y hacer que quedara pecho tierra sobre el escritorio con sus blancas piernas apoyadas en el suelo.

—Al esperah ah ah…

Alastor no le dio tiempo de protestar pues apenas la colocó en posición se hundió en ella llevando una de sus manos a explorar aquel curioso lugar entre los pliegues del sexo de la princesa y con la otra mano brindar atención a los montes de la rubia.

Alastor aumento la fuerza y velocidad de sus estocadas, sin dejar de atender aquellos otros dos lugares a los que gustoso daba sus atenciones.

—Alastor… por favor… ya no puedo…

Alastor había hecho un esfuerzo enorme por no correrse pronto, las cosas estaban resultando como esperaba, pero podrían ser todavía mejor.

—¿Ya no puedes qué, my dear?

Charlie elevó un poco su cabeza y trató de ver al demonio que la tenía perdida en el placer. Su expresión tan erótica hizo que el Demonio Radio sintiera que la sangre irse a su rostro. No había visto esa expresión antes. Alastor se inclinó para poder besarla y al separarse le susurró.

—Ya es momento, my demon belle

—¿Eh? ¡Ah, Al! —gritó al sentir que el demonio ciervo aumentó la fuerza de sus embistes. —¡Ah… ah… ah… Al… por Dios!

Bingo. Pensó orgulloso de su logro.

—¿Nombrando al padre que desterró a tu padre, my dear?

—Yo…¡ah! Yo, solo… ¡oh, DIOS!

—Y justo frente al retrato familiar… qué mala hija eres, demon belle… —se burlaba.

—¡Por amor… a Dios… Al… por favor… vas ah… a volverme loca!

—¿Y tú a mí no, Charlie? —susurró su nombre en su oído, lo cual la hizo llegar a su ¿tercero? ¿Cuarto? Orgasmo de ese encuentro.

—Oh, Al… Al… te quiero… te quiero… Al te amo… ahh… Al, soy tuya… —Decía ya sin poder hilar alguna otra idea coherente.

—Oh, charming demon belle… —Gimió Alastor cuando por fin se permitió correrse dentro de la rubia.

Charlie se quedó recostada sobre el escritorio, sentía que si intentaba ponerse de pie, sus piernas le fallarían. Alastor se retiró de ella y se dejó caer, agotado, en una de las sillas.

La rubia alzó la mirada y se topó con su cuadro familiar, desvió la mirada incómoda y se quedó recostada un poco más, tratando de recuperar el aliento. Alastor chasqueó los dedos y la hizo aparecer entre sus brazos con una manta para cubrirlos a ambos. Charlie parpadeó un par de veces confundida hasta que comprendió lo que había pasado. Llevó una de sus manos al rostro del Alastor y lo hizo voltear hacia ella para poder besarlo.

Ambos seguían respirando agitados, Alastor con mechones de su rojizo cabello sobre su frente empapada de sudor y Charlie con su rubio cabello hecho un desastre.

—Eres el peor imponiendo castigos, Al. —Habló dulce Charlie, mientras despejaba de la frente del Demonio Radio los cabellos rebeldes, finalizando con un tierno beso en la punta de la nariz del varón —Me has dado el mejor recuerdo de toda mi existencia hasta ahora. —terminó de hablar acurrucándose en el cálido pecho de Alastor.

—Entonces, he triunfado, querida. —dijo entrelazando su mano derecha con la mano derecha de Charlie para llevarla a sus labios y besarla al tiempo que sus astas regresaban a su tamaño normal.

—¿Debo sentirme afortunada porque me quieres tanto y no puedes castigarme de verdad, mi venadito? —Cuestionó mientras recorría con sus dedos las cicatrices de su pecho.

—Solo espera, darling. —Respondió con voz calmada, recargando su mejilla en la cabeza de la princesa infernal.

—Espera… ¿no me hiciste nada de tus trucos vudú mientras estaba distraída… verdad? —Cuestionó dejando de acariciar el pecho de Alastor, genuinamente asustada pues no había otro demonio en el infierno que pudiera ayudarle con la magia vudú ya que Alastor era el único que la practicaba hasta donde ella sabía.

—¡JA! No. —La miró un tanto ofendido —Creo que te he demostrado que no dependo de mi magia vudú para lograr lo que quiero, querida…

Charlie sonrió, se acurrucó más entre los brazos de Demonio Radio y tembló un poco.

—¿Tienes frío, Charlie? —Cuestionó preocupado al notar el temblor de la rubia.

—Sí… ¿puedes llevarnos a tu habitación o la mía? —pidió con voz dulce que luego cambió por una más sensual al sentir cierta parte de la anatomía de Alastor —Además… mi cervatillo está listo para otro round más~ —agregó coqueta besando el cuello del Demonio Radio.

—Por tu padre, mujer, —dijo mientras hacía su cabeza hacía atrás para darle mejor acceso a su cuello —es una reacción natural, estas literalmente desnuda sobre mí. ¿Acaso quieres matarme otra vez?

—Como si eso fuera posible… —rodó los ojos, divertida —además… —continuó con sus insinuaciones, haciendo su camino de besos por el cuello del Demonio Radio con la intención de terminar en sus labios —ya me dejaste muy claro lo mucho que puedes aguantar y, creo que sería bastante más cómodo para ambos si lo hacemos en la cama… o dime, ¿te lo tengo que decir como una orden real? —culminó depositando un corto beso en los labios del demonio ciervo.

—Estoy a sus órdenes, majestad. —Respondió con una sonrisa galante.

—En ese caso… Alastor… —comenzó a susurrar con voz sensual en una de las orejas del Demonio Radio —yo Charlotte Magne, como princesa del infierno y heredera al trono, te ordeno que nos lleves a una habitación y repitas lo que me hiciste en esta oficina.

—Las órdenes de la princesa debe ser cumplidas… —dijo Alastor con una sonrisa orgullosa antes de chasquear los dedos.

Ambos desaparecieron del lugar y, además de eso, desapareció la ropa de ambos y dejó la oficina impecable.

Afuera de la oficina, Vaggie lloraba en silencio, su espalda recargada en la puerta y sus manos bloqueando su boca para evitar emitir sonido alguno. No tenía la intención de escuchar lo que había pasado momentos antes en esa oficina, ella solo quería preguntarle a Charlie cómo se encontraba, saber un poco más de lo que había pasado en Villa Caníbal y decirle (a su pesar) que confiara en ella cuando quisiera salir del hotel e ir a cualquier lugar del infierno, sin importar si la salida era con la intención de encontrarse con el Demonio Radio.

No le iba a decir que Alastor le había cedido la cuchilla de los ángeles exterminadores con la que los habían herido, sospechaba que si el demonio ciervo se la había entregado en la intimidad de su habitación era con la intención que el asunto quedara como algo confidencial o por lo menos fuera del conocimiento de Charlie y la razón era simple: la rubia no iba aceptar a Vaggie como su "guardaespaldas" sabiendo que ella se iba a sentir con mayor confianza al tener entre sus manos un arma celestial y que con esa arma podía acabar con la existencia de cualquier demonio que llegara a atacarla.

Pero al llegar, solo pudo escuchar la voz entrecortada de su ex novia llamando de manera incesante al demonio ciervo.

"Oh, Al… Al… te quiero… te quiero… Al te amo… ahh… Al, soy tuya…"

Te amo. Soy tuya.

Charlie alguna vez llegó a decirle que la amaba, pero jamás llegó a decirle que le pertenecía… ¿Ya se lo había dicho antes y por eso Alastor se había portado tan arrogante cuando le entregó la lanza? ¿Por eso lo hizo? ¿Porque sabía que ya no había manera en la que pudiera perder a Charlie contra ella?

Qué humillante…

—¿Vaggie?

La demonio polilla levantó la mirada y se encontró con la mirada de la demonio de las bombas.

—¿Qué sucedió?

—Ya no puedo más, Cherry —dijo entre sollozos —no sé por qué me cuesta tanto olvidarme de ella cuando es evidente que ella se olvidó por completo de mí… que lo ama a él como nunca llegó a amarme a mí…

Cherry se arrodilló frente a ella y la abrazó.

—Si te está costando quiere decir que lo estás intentando… Te seguirá doliendo, perdón por no poderte ayudar a evitar eso pero, lo que puedo hacer es estar a tu lado cada vez que quieras llorar, no importan las veces que sean…

—Siento tanta envidia… sabíamos que algún día acabaría porque ella es la princesa y yo una simple pecadora y con él, tengo el presentimiento que eso no va a ser impedimento… que ella hará todo lo posible por quedarse para siempre con él…

—Hay cosas que están destinadas a ser y otras que no…

—¿Por qué yo no?

—No tengo esa respuesta, Vaggie y quizá no haya una… No te tortures pensando en ello.

Ambas chicas se quedaron ahí hasta que la albina se calmó. Cherry había subido buscando a la demonio polilla porque era su turno para estar en el bar, la cíclope le dijo que podía quedarse descansando en su habitación y ella la disculparía con Angel y Husk, pero Vaggie se negó diciendo que si se encerraba en su cuarto se iba a deprimir más por lo que prefería bajar y trabajar en el bar.

Poco antes de la cena, Charlie despertó entre los brazos de un durmiente y agotado Demonio Radio, lo que había ocurrido en la habitación de Alastor esa tarde noche era algo inefable. Estaba segura que ambos habían tratado de recuperar el tiempo perdido, aunque hablando de manera estricta, eso era imposible, pero no podía decir que la reconciliación no le había gustado. Aun tenía cosas que quería hablar con Alastor, muchas cosas sobre él que quería saber, principalmente quería disculparse por las cosas que le había dicho cuando le ordenó a Husk que se quedara en el hotel. Ahora sabía que si "era dueño" de Husk era porque estaba esperando que el demonio felino retomara su voluntad de existir.

Niffty no estaba equivocada al decir que ella no se hubiera enamorado de Alastor si no hubiera notado cierta bondad o por lo menos amabilidad en él, lo que se preguntaba ahora era por qué Alastor trataba de ocultar eso de sí mismo: Por qué buscaba ocultar sus buenas acciones bajo la fachada de hacerlo por mero entretenimiento, obtener un bien mayor o simple arrogancia.

Pero había algo que le importaba mucho más ahora: Él ya le había dicho que quería pasar el resto de su existencia con ella, ahora dependía de ella hacer su deseo (mutuo) realidad.