Capítulo 21. Hado.

Días atrás.

Octavia se encontraba fuera del Hazbin Hotel, estaba esperando el transporte que había solicitado para que la llevara a Ciudad Imp. A unos metros se encontraba Seviathan el cual estaba esperando la limosina de su familia. La hija de Stolas se había colocado sus audífonos y se distraía revisando sus redes sociales, mientras el demonio glauco se mantenía pensativo.

La conclusión a la que Seviathan había llegado le parecía una locura (tomando en cuenta al demonio que estaba involucrado) pero, el comportamiento de hace unos minutos no dejaba para pensar algo diferente y daba sentido a comportamientos vistos en sus visitas anteriores.

¿En qué momento y cómo fue que esos dos llegaron a tanto? Charlie era guapa, eso todos lo sabían y Alastor… bueno, había escuchado que muchas demonios le encontraban cierto encanto por su peculiar forma de ser y algo de atractivo físico (aunque eso era algo que él no podía decir si era cierto o no, después de todo, él durante toda su existencia ha sido un gran admirador de la belleza femenina sin interesarse en nada más)… Por suerte, la demonio a un par de pasos podría ayudarle con esa duda, pues de los otros tres demonios (además de Alastor) reunidos en esa oficina, la demonio búho había sido la más obvia en su interés hacia el Demonio Radio.

—Via… —dijo a su oído, se había acercado y le retiró uno de sus audífonos, la chica dio un respingo seguido por unos pasos hacia un lado tratando de alejarse del demonio glauco. Seviathan rio con burla al ver la reacción de la chica. —¿Te puse nerviosa, pequeña? —Cuestionó.

—¿Qué quieres? —preguntó molesta, poniendo pausa a su música y retirando el otro audífono de su oreja.

—Nada en especial, Via. —Respondió recargándose en el pilar de la entrada del hotel con pose galante —Solo una pequeña conversación en lo que esperamos nuestros respectivos transportes. —Finalizó con un guiño.

—¿Qué no estás de nuevo tras Charlotte? —Cuestionó aburrida de los coqueteos de Seviathan.

—Oh, por supuesto que lo estoy pero, ya ves: Ella aun no cede por lo que… sigo siendo libre y me gusta aprovechar el tiempo… —dijo con galantería.

—Pierdes tu tiempo conmigo, Sevi. ¿Por qué no vas a la zona de Valentino y desquitas tu represión por Charlie con una de sus chicas? —Sugirió mientras se cruzaba de brazos.

—Pensé que, ya que estamos en igualdad de condiciones, podríamos consolarnos mutuamente… —Respondió con malicia.

—¿Disculpa? —Elevó una ceja.

—¿Sabes? —Comenzó a explicar —El día del exterminio, en el castillo Magne, en verdad estaba solo molestándote con tu interés sobre el Demonio Radio pero, para mi sorpresa no resultó una mentira, ¿cierto?

—No sé qué hablas… —Desvió la mirada

—Dulce Octavia… No sabes mentir… Estás interesada en el Demonio Radio, no como una mera curiosidad sino como algo más romántico y antes de que lo niegues: ¿No te has dado cuenta de lo obvia que eres? Incluso él lo sabe… —Dijo con burla.

—¿Qué…

—Oh, vamos… ¿Me vas a decir que no notaste esa tensión entre Charlotte y Alastor cuando llegaron tú y él a la oficina? —Cuestionó

—Eso… —suspiró derrotada, no tenía caso tratar de mentirle —No soy ingenua, Seviathan. Claro que lo noté. —Aceptó.

—Bien, parece que ya estamos en la misma sintonía… —Celebró.

—¿A dónde quieres llegar con esto?

—Bueno, tu adorado Demonio de la radio está siendo un estorbo para mí.

—¿Y no puedes esperar un poco? Alastor no deja de ser un simple pecador, Lucifer y Lilith nunca permitirían que su hija lo despose. Tú más que nadie debería saber eso… —Respondió Octavia con ironía.

—Un simple pecador como él nunca debió poner sus ojos sobre Charlotte. —Exclamó con verdadera molestia, Octavia se percató que Seviathan estaba celoso de manera genuina...

—¿Ah no? Qué raro… —Comenzó a sacar provecho del estado de Seviathan para divertirse. —Charlie estuvo en una relación con una chica común y corriente y nunca te escuché expresarte así de ella. Dime, Seviathan, ¿tu coraje no se debe solo a que Charlie ha estado teniendo sexo con él? Estoy segura que también notaste eso. —Provocó.

—Charlotte está destinada a mí… —Declaró soltando un puñetazo a la columna.

—Pudiste haber sido el primero si tan solo hubieras podido controlar tus hormonas… —Continuó provocándolo.

—¿Y qué hay de ti? ¿Planeas dejarle el camino libre a Charlie? —Trató de revertir.

—¿Y se supone que tú eres mayor que yo? —Se burló. —Como dije: ellos no llegarán más allá y, a diferencia de Charlotte, yo tengo el apoyo de mi padre. Que Alastor y Charlie se diviertan lo más que puedan juntos, tarde o temprano esa aventura terminará. —Terminó de decir encogiéndose de hombros y colocándose de nueva cuenta sus audífonos.

Seviathan estaba por decir algo más cuando el transporte de la chica llegó. Ella sin decir más se despidió con un gesto de su mano y se retiró del lugar. Un par de minutos después la limosina Von Eldritch llegó y se fue también.

En su casa, Octavia se dirigió directamente a su habitación y se recostó en su cama viendo hacia el techo.

Las cosas no habían salido como lo hubiera querido, pero estaba conforme. Admitía que había sido una extraña sorpresa esa evidente relación amorosa entre Alastor y Charlotte pero, ella no era alguien que se ahogaba en un vaso de agua: como se lo había dicho a Seviathan, eso era lo que menos le preocupaba, de cualquier modo esa relación terminaría tarde o temprano gracias a las obligaciones que como princesa y única heredera al trono Charlie tenía.

Esperaba que Seviathan pensara con su cabeza superior en lugar de la inferior y que su estúpido orgullo de varón no lo cegase y arruine su plan de ingresar al Hazbin Hotel para estar cerca de Alastor. Ahora más que nunca debía estar cerca del ellos: podría saber qué es lo que le gustó de Charlie a Alastor y usarlo a su favor para el momento que la princesa lo haga a un lado. De cualquier modo, tiempo es lo que sobra en el infierno y ella tiene una gran paciencia que tuvo que desarrollar para sobrevivir del agradable ambiente familiar que le tocó vivir. Solo necesitaba estar presente en la vida del Demonio Radio y las cosas se darían por sí solas, estaba segura de ello.

Tomó su celular y se percató que estaba a punto de quedarse sin batería por lo que se levantó para dejarlo cargando en su escritorio. Descubrió su reciente pintura de Alastor y la observó por unos momentos.

Seviathan estaba muy equivocado si creía que ella le dejaría las cosas tan fáciles a Charlie. Nunca tuvo una opinión buena o mala de ella pero, sería una mentirosa si ahora dijera que no le tiene cierta idea por el hecho de estar con el primer demonio que le ha llamado la atención en su vida. ¿La culpa? No.

Alastor es perfecto.

Pero, eso no quita que se ha metido en su camino (aunque no haya sido de manera intencional), por lo que de un par de travesuras suyas no se salvaría.

Simple orgullo de mujer. Nada personal.

—¿Octavia? —Llamó su padre al otro lado de la puerta de su habitación.

—Pasa. —Indicó mientras iba a tomar a asiento en su cama.

—¿Cómo te fue, Octavia? —Preguntó emocionado Stolas.

—Bueno, no resultó tal cual lo esperaba pero, hay posibilidades que entre a trabajar al hotel… aunque todo depende de Seviathan Von Eldritch.

—¿Cómo dices? —Cuestionó confundido.

Octavia le hizo una seña para que tomara asiento en la cama y comenzó a contarle todo, incluso la relación existente entre Charlie y Alastor.

—Vaya… —Atinó a decir cuando su hija hubo terminado su relato —Aunque, no estoy sorprendido… noté cierta cercanía entre esos dos el día que te acompañé al hotel y por tu expresión, imagino que tampoco te tomó por sorpresa, ¿o me equivoco?

—No estaba segura… hasta donde sabía, Alastor nunca estuvo interesado en una relación formal o informal con nadie, solo sabía que disfruta de los exterminios como ningún otro demonio pero, estamos hablando de Charlotte Magne. Es… linda —dijo encogiéndose de hombros —la princesa infernal y una súcubo… Era difícil para cualquier demonio (incluso si se trataba de Alastor) resistirse a sus encantos. Él no tiene nada que perder pero sí mucho por ganar…

—Dudo mucho que Lucifer deje que gane algo de su relación con su hija… —Comentó

—Y yo dudo que Charlie deje que su padre intervenga. —Declaró Octavia.

—¿Crees que Charlotte quiere llegar a algo mucho más serio con él? —Cuestionó con genuina curiosidad Stolas.

—No lo puedo asegurar pero, si ese no fuera el caso, ¿por qué ser tan "discretos"? Estoy segura que nadie fuera del hotel sabe de ellos dos… Bueno, ahora Seviathan y yo lo sospechamos pero es solo eso… —Confesó la chica.

—¿Y qué piensas al respecto?

—Bueno, Charlie ganó la batalla pero no la guerra. —Dijo con más ánimo. —No es la única princesa en el infierno y lo que ella pueda ofrecerle a Alastor yo puedo hacerlo igual.

—Octavia…

—Alastor debe tener claro que formar parte de la familia Magne es imposible para él, sin embargo, estoy segura que hay un lugar para él con nosotros los Goetia, ¿no lo crees así, padre?

—¿Por qué lo dices así?

—Alastor me dijo algo muy interesante, papá. Nunca me he interesado en por qué los Goetia pertenecemos a otra clase de realeza aquí en el infierno, ni porque tu trabajo es mayormente en la Tierra, pero, si un alma humana como Alastor lo sabe, es imperdonable que yo no esté enterada de mis orígenes. Así que creo que es tiempo que me hables sobre el Rey Salomón y qué tiene que ver con nosotros.

—Parece que Alastor tiene muy claro eso de "la información es poder". —Dijo con diversión. —Oh, vaya… esto será como cuando te contaba cuentos cuando eras una pequeña polluela…

—Papá…

—De acuerdo, ya voy, no seas desesperada, Octavia… —Carraspeó un poco y comenzó a narrar.

Hace muchos años, muchos años antes de que los hombres comenzaran a contar el tiempo, existió un Rey que heredó el reino de su padre: David "el elegido de Dios" (a pesar de no ser el primogénito), su nombre fue Salomón.

Salomón era un hombre bastante sabio, gobernaba con justicia y esas fueron razones suficientes para que Dios considerara que él pudiera tener el poder de no solo gobernar a los humanos en sus reinos sino también a los demonios que merodeaban por la Tierra por lo que un día el Arcángel Miguel (el hermano favorito de Lucifer) le entregó un anillo para estos fines:

"Toma, oh Salomón, Rey hijo de David, el don que Dios te ha dado, el más alto, con él encerrarás a todos los demonios de la Tierra, hombres y mujeres, y con su ayuda edificarás Jerusalén. Pero, tú debes llevar este sello de Dios. Y este grabado del sello del anillo que enviaron a una pentalfa."

Salomón aprendió los nombres de los 72 demonios (el mío incluido), cómo perseguíamos a los humanos y la manera de contrarrestarnos. Nos obligó a construir su templo, a enseñarle nuestras artes y, cuando ya no nos necesitó, nos encerró en botellas y esas botellas las enterró bajo el monumento que nosotros mismos ayudaron a construir. Fuimos liberados tiempo después cuando Jerusalén fue conquistada.

—¿Ya? ¿Es todo? —Cuestionó un tanto decepcionada.

—Es una versión bastante resumida, pequeña… —Explicó antes de continuar.

Los 72 demonios que en algún momento fuimos sometidos por Salomón, al ser liberados fuimos considerados como seres mágicos que sirvieron por un breve lapso a los humanos que lo hicieron. —Soltó un suspiro cansino. —A pesar de haber sido sometidos por un objeto divino, fuimos la burla de los demonios en el infierno y fuimos relegados de nuestros títulos nobiliarios, así pasaron siglos y siglos hasta que hace poco más de un siglo, un humano que, ahora que lo pienso, comparte nombre con tu demonio favorito, en fin, su nombre es Alastair Crowley, ese humano de algún modo consiguió los manuscritos del Rey Salomón y logró traducir lo escrito en lengua antigua a un idioma moderno y nos dio el nombre con el que somos conocidos ahora: Goetia ¿por qué? Imagino que simple capricho del humano. Alastair comenzó a convocar de nueva cuenta a los 72 demonios al mundo humano, no tenía en su poder el anillo de Salomón pero, el muy astuto había encontrado la manera de mantenernos controlados en el mundo humano. Al igual que Salomón, Alastair buscaba nuestros conocimientos y para sorpresa de todos, esto no molestó a Lucifer si no que, por el contrario, encontró la manera de sacar ventaja de la curiosidad y hambre de conocimiento de Crowley y la humanidad en general encontrando un fallo en las protecciones de Crowley que obligaron a los humanos a ofrecer algo a cambio de nuestros conocimientos.

Obviamente eso incrementó la cantidad de almas humanas que llegaban al infierno y eso llenó de satisfacción Lucifer: él sabía (y no se equivocó) que ese sería el comienzo de la caída en picada de la humanidad, así, que al ser los demonios que, después de él, más almas condenábamos. Lucifer nos devolvió (de cierto modo) nuestros títulos nobiliarios llamándonos del mismo modo con el que nos había nombrado Crowley: los Goetia, con la diferencia que nosotros no gobernamos en las almas condenadas sino que nuestro reino es la Tierra: todos y cada uno de sus habitantes en algún momento nos buscan, tal vez no de manera directa pero sí quizá en forma de: lectura de cartas, adivinación y mi favorita: la astrología.

—Entonces, ¿es por eso que cada mes vas a la Tierra con tu libro?

—En efecto, mi polluela… —Elevó su mirada al techo. —Siempre hay algún humano que desee aprender el arte de leer lo que el universo quiere decir. Todos y cada uno de nosotros somos parte de una misma materia, todos estamos conectados de una manera u otra: —elevó una de sus manos y comenzó a trazar constelaciones en el aire —piensa en el universo como un titiritero y mira a los planetas y estrellas como los hilos que dirigen nuestras acciones. –Llevó su vista hacia su hija. —Aprende a observar todo eso y podrás saber hacia dónde el universo te está guiando…

—¿Eso quiere decir que no tenemos libre albedrío? —Cuestionó.

Stolas soltó una carcajada.

—Ah, eres tan inocente… —Despeinó a Octavia. —Mi niña: nada está escrito con tinta indeleble, ni siquiera el pasado.

—¿Qué? —Preguntó sorprendida por lo último dicho por su padre.

—Me parece que ya respondí tus dudas sobre Salomón y nosotros los Goetia, —Dijo al tiempo que se ponía de pie. —lo demás que quieras saber creo que puede esperar. —Octavia lo miró con reproche. —No me malinterpretes, no dudo de tu capacidad para comprender todo lo que tengo por enseñarte, es solo que deseo que sigas siendo una demonio libre de las responsabilidades que tu título te coloca. Quiero que sigas pintando, cantando, disfrutando de tu existencia y que ahora que te has enamorado por primera vez, vivas esa experiencia libremente… —Terminó de decir mientras tomaba el mentón de su hija y la miraba con ternura.

—¿Cuándo tendré que aprender a hacer lo que tú haces, papá? —Cuestionó desviando la mirada un poco abochornada por la muestra de cariño de su papá.

—Es una fecha incierta… —Respondió después de soltar un suspiro. —como te dije, nada está escrito pero, si por alguna razón ese momento llega antes de lo esperado, sé que tú lograrás hacerlo. Eres muy inteligente, Octavia. —Declaró antes de retirarse de la habitación de su hija

Octavia vio con algo de duda a su padre, no es que no confiara en su propia inteligencia, el problema es que había escuchado un poco de melancolía en la voz del mayor. Además de los Von Eldritch, ella y Charlie son los demonios originales más jóvenes en el infierno, es decir, la nueva generación y, si consideraba que habían nacido en fechas cercanas (tomando en cuenta que un siglo no significa nada para un ser cuasi inmortal como ellos), ¿acaso eso significaba que iba a haber una renovación total en el infierno y ellos eran solo el inicio?

—Papá…

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Mientras tanto, Seviathan estaba encerrado en su cuarto. Seguía sopesando acerca de la relación existente entre Charlie y Alastor.

Estaba molesto, más que molesto, sentía una profunda envidia de que el Demonio Radio, ese que tanto se había jactado de no caer en las tentaciones de la carne al considerarlas mundanas y poco necesarias, haya puesto sus garras en Charlotte.

Charlotte le pertenecía eso se lo habían dicho sus padres hasta el cansancio incluso desde mucho antes que la rubia existiera. Toda su vida lo han estado preparando para ser el siguiente soberano del infierno, estaba claro que sería el consorte pero, eso no significaba que no tendría poder de decisión y además, sería el padre del siguiente soberano: un descendiente de Lucifer y de Leviatán, posiblemente el demonio más poderoso podría existir jamás.

Octavia tenía mucha razón en algo: esa relación de Charlie y el maldito demonio ciervo no iba a llegar a ningún lado, pero de solo pensar que todas las noches se la está tirando como si tuviera el derecho de hacerlo lo hacía encabronar de sobremanera. Sabía que las primeras experiencias de Charlie le pertenecían pero nunca consumó el acto por el simple hecho que no tenía ganas de ser padre y tener la responsabilidad de cuidar a su familia… además que habría tenido que renunciar a divertirse con otras demonios y conformarse con Charlie… Para él no había sido gran cosa el haber roto su compromiso con ella tiempo atrás, sabía perfectamente que era cuestión de tiempo que este se retomara y al parecer la había dejado tan "traumatizada" que la princesa se había negado a tener cualquier contacto "romántico" con otro demonio, hasta que llegó esa humana polilla…

Admitía que lo ponía bastante duro el imaginarse a la angelical Charlie teniendo sexo lésbico con esa pecadora, de hecho, una de sus actividades favoritas en los clubes de Valentino era ver a dos de sus prostitutas teniendo sexo entre sí mientras él se masturbaba imaginando que la más sumisa de las dos era la princesa infernal.

Siempre creyó que Charlie sería altamente manejable durante el acto, bastaba con recordar esas interacciones sexuales que habían llegado a tener: ella siempre obedecía sus instrucciones y estaba seguro que en el momento que la tuviera para él, le haría todas y cada una de las perversidades que había aprendido en más de un siglo de libertinaje y diversión.

El solo pensar en eso lo encendió y sin pensarlo llevó una de sus manos a su miembro para comenzar a estimularlo mientras recreaba en su mente todas y cada una de sus fantasías con la princesa infernal, podía escuchar claramente su dulce voz suplicando piedad mientras él la sometía a sus deseos carnales más bestiales.

Llegó a su límite y, como era de esperarse, eyaculó llenando su mano de aquel líquido viscoso. De un chasquido limpió aquel desastre y se cruzó de brazos.

—Supongo que ya es tiempo de traer al heredero… Me pregunto: ¿qué cara pondrá Lucifer cuando se entere que a su hija se la está cogiendo un simple pecador?

Un par de días después, el demonio glauco hizo una visita al castillo Magne.

—¿Qué es lo que se te ofrece ahora, Seviathan? Lucifer ha ido a la Tierra… —Informó Lilith.

—Bueno, supongo que será mucho más fácil hablar con usted, Reina Lilith, ya que su naturaleza la hará comprender de inmediato la situación que vengo a informarle.

—Supongo que se trata de Charlotte… —Dijo inclinándose hacia el frente y recargando su mejilla en su mano.

—Reina Lilith, sé que hasta hace poco externé mi deseo de retomar el compromiso con su hermosa hija y sé que yo menos que nadie tengo el derecho de juzgar las acciones de Charlotte pero, me parece que, como futuro esposo de la misma, tengo el deber de informarle su comportamiento.

—¿Comportamiento? —Elevó una ceja

—Sé que Charlotte es una demonio sexual, una súcubo, como usted pero, me parece inaceptable que mantenga relaciones carnales con el Demonio Radio: un demonio que no muestra el más mínimo respeto por ninguno de nosotros. —Dijo con enojo.

—¿Qué estás diciendo, Seviathan? ¿De dónde has sacado esa tontería? —Cuestionó irguiéndose de nuevo y mirando con desconfianza al demonio glauco.

—Ninguna tontería, su alteza, yo mismo he visto las interacciones de ellos y, como varón, me he percatado de ciertos cambios en el físico de Charlotte, propios de una constante actividad sexual. —Informó desviando la mirada en la última frase.

—Ciertamente Charlie me había dicho que un demonio había despertado su deseo sexual, —Recordó. —Pero nunca me imaginé que se tratara de Alastor… —Concluyó llevando su mano a su mentón, pensativa.

—¿Quiere decir que no le importa que Charlotte esté en ese tipo de relación con un humano? —Cuestionó Seviathan al notar la calma con la que la Reina había reaccionado ante la noticia.

—¿Y tú quieres que otro demonio te quite el derecho de ser el padre del próximo heredero? —Preguntó con malicia.

—No, obviamente no pero… —Respondió inseguro…

—Los varones son seres tan básicos… —Interrumpió mientras rodaba los ojos con fastidio. —Tu lloriqueo no es por otra cosa más que por el hecho que Alastor tomó la virginidad de Charlotte, ¿no es así? —Seviathan desvió la mirada y Lilith sonrió con burla. —Bueno, si no hubieses roto el compromiso con mi hija hace años, nadie te hubiera quitado ese placer… Ahora, ciertamente es un problema que mi hija esté involucrada de ese modo con el Demonio Radio… sé que es un demonio lo suficientemente astuto como para nunca haber requerido de un favor de Lucifer, ni siquiera durante su tiempo en la Tierra…

—Charlotte es ingenua, lo sé de primera mano.

—Lo sé, Seviathan, destrozaste a mi hija… —Le recordó con reproche. —No sabemos los alcances de esa magia que utiliza el Demonio Radio y aun sin eso, Charlotte es demasiado sentimental y Alastor ha ayudado mucho a mi hija con el proyecto del Hotel… —Reflexionó.

—Su majestad, quiero que mi compromiso con Charlotte sea anunciado lo más pronto posible. —Solicitó Seviathan.

—Si hacemos eso, tú estarás renunciando a todas las libertades de las que has disfrutado toda tu existencia… —Le hizo tener presente.

—Ya me he divertido lo suficiente. —Aseveró.

—¿Estás seguro de lo que dices, Seviathan? —Inquirió.

—Absolutamente.

—Bien. —Lilith sonrió con satisfacción. Dudaba que esa decisión de renunciar a su vida libertina sea motivada por el amor a su hija, sin duda era la envidia hacia Alastor por estar disfrutando de las caricias de su hija (caricias que él toda su vida consideró exclusivas para él), la que lo estaba orillando a tomar esa decisión. Si Charlie no fuera una súcubo, eso le preocuparía, pero apenas Seviathan recibiera de las mieles de Charlotte, perdería la voluntad y sería un corderito con ella. —Tendré que hablar con Charlotte primero y luego haremos de conocimiento público tu compromiso con ella.

—¿No le informará a Lucifer?

—Lucifer hará un escándalo para separar a Charlotte del Demonio Radio. Él es… demasiado visceral y no quiero que el precedente de la boda de mi única hija sea una guerra contra ese demonio.

—Yo puedo encargarme de Alastor… —Sugirió.

—No te ofendas, querido Seviathan pero, aunque desconozco sus niveles de poder, sé que Alastor es mucho más astuto que tú. ¿Debo recordarte tu más reciente fracaso contra él en la última guerra territorial que orquestaste en su contra? No hagas nada. —Rechazó. —Yo te limpiaré el camino.

Seviathan miró de mala manera a Lilith.

—¿Qué? ¿Te he ofendido, querido?

—No, su majestad —Respondió conteniendo su rabia.

—Bien, supongo que tu visita ha terminado. La próxima vez que nos veamos, será en el anuncio de tu compromiso con Charlotte. De nada, Sevi. —Dijo con suficiencia.

Pero antes de que Seviathan pudiera retirarse del salón del trono, Lucifer hizo su aparición a lado de Lilith.

—Oh, vaya, Seviathan, ¿a qué debemos el honor de tu visita? —Cuestionó el soberano del infierno apenas vio al demonio glauco.

—En realidad, Seviathan ya estaba por retirarse, querido. Ya hemos tratado el asunto que lo trajo por aquí —Informó Lilith.

—¿Y no puedo saberlo? —Cuestionó con diversión.

—Por supuesto: Seviathan quiere que se anuncie su compromiso con Charlotte lo antes posible. —Le comunicó la súcubo.

—¿Estás seguro, Seviathan? —Cuestionó Lucifer mientras tomaba asiento en su respectivo trono. —Ya te he advertido que no voy a tolerar ningún acto de irrespeto en contra de mi hija. —Le recordó. —Apenas se haga público tu compromiso con ella, tú deberás ser total y completamente devoto y fiel a ella.

—He pasado el último siglo divirtiéndome, estoy más que satisfecho de ello. —Aseguró el descendiente de Leviatán.

—¿Cuál es tu prisa por formalizar con mi hija? —Cuestionó Lucifer cruzando su pierna y llevando un par de sus dedos a su sien, viendo de manera inquisidora al "prometido" de su hija.

—No creo que mi respuesta sea agradable a sus oídos, majestad, después de todo, se trata de su hija… —Respondió Seviathan con una sonrisa cínica.

Lilith soltó una leve risa y Lucifer solo frunció el ceño al comprender lo que el demonio glauco quiso decir.

—Lo siento, majestades, pero tengo que ser honesto con ustedes, —Continuó Seviathan —además, Charlotte y yo tenemos un destino que cumplir y creo que estoy más que preparado para tomar la responsabilidad y ser un buen padre para el próximo heredero. —Declaró.

—¿Así lo crees? —Inquirió el soberano del infierno.

—Se los aseguro, sus majestades.

—Seviathan, —Interrumpió Lilith —puedes retirarte, yo le diré a Lucifer lo que tú y yo ya hemos conversado y, mantente atento: pronto solicitaré tu presencia.

—Como usted diga Reina Lilith. —Aceptó. —Mis señores. —Se despidió haciendo una reverencia y salió del salón del trono.

—¿Y bien? —Cuestionó Lucifer apenas Seviathan salió de su vista.

Lilith le dijo a Lucifer que Seviathan había ido únicamente para solicitar el anuncio de su compromiso con Charlotte a lo cual ella accedió pero que, considerando la mala experiencia previa y el desprecio que su hija actualmente siente por Seviathan, ella se ofreció a hablar con Charlotte para convencerla de aceptar desposar al demonio glauco.

Lucifer tenía la sensación que su esposa le estaba ocultando algo pero, así era siempre cuando se trataba de Charlotte: al parecer él nunca terminaría de comprender la mente femenina.

—Así que, finalmente llegó el momento —Dijo con cierta molestia Lucifer.