—Tu padre no podrá vencerme, querida. —Aseguró con una sonrisa tétrica. —Nada ni nadie podrá apartarte de mí. —Culminó antes de besar con algo de violencia a la rubia.

—Alastor… —Exclamó apenas audible cuando el Demonio Radio rompió el beso.

—Perdona mi comportamiento, querida. —Tomó las manos de la princesa y las besó. —No quería ser otra preocupación para ti —Se disculpó antes de comenzar a acariciar con cariño la cabellera rubia de su novia.

—¿De qué hablas, Al? No te entiendo…

—Dijiste que tus padres están considerando que ya es tiempo que desposes a un demonio y traigas un heredero al mundo y, no solo eso: quieren que ese demonio sea Von Eldritch y, aunque después aseguraste que no era algo que debía quitarnos el sueño, yo sé que eso te ha mantenido angustiada, al igual que a mí... —Explicó.

—Te aseguro que no debemos preocuparnos por eso, Al: ni mis padres ni nadie tienen derecho a decidir sobre mi vida y mi futuro. Yo solo te quiero a ti —Afirmó llevando una de sus manos hacia el rostro de su novio —quiero y voy a estar contigo. De eso no tengas dudas. —Dijo llevando su mano hacia el cabello del Demonio Carmesí comenzando a acariciarlo de manera dulce.

My charming demon belle… —Soltó un suspiro.¿Estás segura de lo que estás diciendo? ¿Realmente deseas pasar el resto de tu existencia a lado de este humilde pecador? —Cuestionó con calma mientras sostenía con cuidado una de las manos de la rubia entre las suyas.

—Sí. Sí, Al. —Afirmó con una sonrisa. —Te lo juro: yo solo quiero estar contigo ahora y para siempre.

—Entonces, te alegrará saber lo que he estado haciendo durante mis ausencias, my dear. —Dijo mientras caminaba hacia la cama para tomar asiento e invitar a la rubia a hacer lo mismo.

—¿Qué es? —Cuestionó curiosa.

—Primero que nada, debo pedirte perdón por no ser un demonio digno de ti, por no estar a tu altura y por haber puesto mis osados ojos en ti, Charlotte…

—No debes hacerlo, yo fui la que puso sus ojos en ti en primer lugar. —Confortó mientras posaba su mano sobre la mano que Alastor tenía puesta en la cama.

—Es cierto: tú me enamoraste. —Confirmó retirando discretamente su mano, a la vez que agachaba la mirada y con una sonrisa tensa.Charlotte, —Volvió su vista a ella. —quiero pedirte perdón porque no soy capaz de enfrentarme a Lucifer por ti.

—Pero, acabas de decirme que… que nada ni nadie te hará apartarte de mí… —Dijo angustiada. —¿acaso estás…

—Shh… shh… shh… —La hizo callar poniendo un dedo en los labios de la rubia. —Lo que trato de decirte, Charlotte, —Comenzó a explicar con voz dulce. —es que en verdad no puedo enfrentarme a tu padre. No tengo el poder suficiente para salir victorioso. —Aceptó con vergüenza. —En otras circunstancias, correría el riesgo. —Aseguró. —Mi existencia, como te lo dije cuando nos conocimos, estaba siendo monótona, aburrida, después me enamoré de ti —Comenzó a acariciar con cuidado el rostro de su novia —y ahora solo puedo pensar en alargarla todo lo que sea posible siempre y cuando sea para estar contigo. —Dijo acunando la mejilla de la rubia entre sus manos mientras que con sus pulgares acariciaba sus labios. Luego la abrazó contra su pecho. —Si me porto imprudente y reto a Lucifer, no tendré oportunidad: te perderé. —Aseguró con fingida tristeza en su voz pero luego su tono cambió a uno más animado. —Por eso he estado buscando un sitio para ti y para mí, un lugar donde no le sea fácil alcanzarnos y creo que ya lo he encontrado pero, antes necesito saber: —Tomó a la chica por sus hombros y la apartó para mirarla directamente a los ojos. —Charlotte Magne, ¿estás dispuesta a renunciar a tu posición, tu título, tu familia y tus comodidades para irte conmigo?

—Quieres decir ¿Huir? —Cuestionó sorprendida.

Alastor soltó un suspiro, en el fondo esperaba que la rubia dijera que sí de manera inmediata, quería creer que ella sentía algo de amor real por él. Tomó a Charlie por sus mejillas y comenzó a explicar.

—Soy consciente de mis limitaciones, sé que lo que te ofrezco no se compara a lo que actualmente posees y que por derecho te corresponde pero, puedo prometerte que haré todo lo que esté a mi alcance para que no extrañes nada de lo que dejarás atrás. Viviré por y para ti, Charlotte, serás mi reina eternamente y yo, de igual manera, soy y seré eternamente tuyo. —Charlie lo escuchaba con atención y pudo notar cómo los ojos de la chica comenzaron a inundarse de lágrimas. Apartó sus manos de las mejillas de la rubia y agachó su mirada. —No es fácil para mí, my dear, te he de confesar que me resulta humillante ya que no es mi estilo evitar un enfrentamiento pero —Levantó la mirada otra vez y la miró de manera dulce —dadas las circunstancias y pensando de manera egoísta, —Tomó nuevamente sus manos y las besó con cariño. —no encuentro una mejor opción para nosotros.

—¿A dónde nos iremos? —Cuestionó.

—He encontrado un lugar más allá de la Villa, creo que podría ser perfecto. —Anunció con una sonrisa nerviosa.

—¿Y cuándo nos iremos?

—Tan pronto me asegure que sea un sitio digno de ti: estoy haciendo ciertas modificaciones al lugar. —Afirmó. —Como te puedes imaginar, viviremos ocultándonos de la ira de tu padre y quiero estar preparado. —Dijo con seriedad. —Es por eso que me he desaparecido en algunas ocasiones y es por esa misma razón que me he encontrado agotado últimamente. —Confesó. —Quería sorprenderte, Charlotte: sorprenderte con la noticia que he construido un hogar para ti.

—Alastor… —Se echó a sus brazos. —Debiste decirme… —Dijo entre lágrimas. —Estaba preocupada pensando que estabas molesto conmigo…

—¿Por qué? ¿Acaso tengo motivos? —Cuestionó con malicia.

Digna hija de Lucifer… Pensó.

—No… bueno… yo… Yo te sentía distante. —Respondió nerviosa.

—Perdón por preocuparte, querida. —Se disculpó mientras rompía el abrazo de la rubia con delicadeza.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? Puedo prestarte a Razzle y Dazzle… —Ofreció.

—No creo que sea necesario darling, —Rechazó. —aunque sí me gustaría pedirte que me permitas ausentarme un par de días del Hotel, de ese modo podré dedicarme por completo a nuestro nuevo hogar…

—Claro que sí, Al. —Lo besó y luego lo abrazó. —Perdona por causarte tantos problemas, te prometo que no será para siempre… —Dijo con voz dulce. —Encontraré la manera de que no sea así y podamos ser libres. —Lo abrazó con más fuerza.

—No dudo de eso, my dear —Respondió dando unas ligeras palmadas en la espalda de la rubia mientras hacía un gesto de recelo. —pero, por ahora, creo que debemos aprovechar las pocas horas de sueño que nos quedan. —Dijo chasqueando los dedos y haciéndolos aparecer en sus respectivos lugares en la cama, él ya vestido con un pijama.

—Podemos levantarnos un poco tarde. —Sugirió girándose hacia él con coquetería.

—En realidad, pensaba irme desde temprano a ese lugar del que te hablé. —Respondió cortando las intenciones de la chica.

—¿Desde hoy? —Cuestionó, sorprendida.

—Cuanto más pronto mejor, querida. —Aseguró al tiempo que se giraba para darle la espalda. —También, creo que me quedaré a dormir en mi hogar en la Villa. —Informó.

—¿Es necesario?

—Es un sacrificio necesario, my dear. Descuida, mañana en la noche tendrás noticias de mí. —Calmó. —Y todo será diferente, ya lo verás. —Dijo con malicia.

—Está bien. Te extrañaré mucho. —Dijo con resignación, Alastor no respondió nada. —Alastor, —Llamó al tiempo que lo abrazaba por la espalda, incomodándolo. —gracias por amarme tanto.

My pleasure, my dear. —Respondió de manera hipócrita.

A los pocos minutos, Charlie se quedó dormida mientras seguía abrazándolo. Alastor, apenas se percató de ello, chasqueó los dedos para apartarla. Intentó dormir y, aunque en serio estaba cansado, no pudo.

Su mente lo traicionaba y no dejaba de pensar que esos eran sus últimos minutos a lado de la rubia: la próxima vez que se vieran, serían enemigos.

Se giró en la cama y ahí la pudo ver dormir tranquila, se veía adorable con ese pijama aborregado, tan diferente a todos esos camisones, negligés, baby dolls y demás lencería con la que la rubia se empeñaba en sorprenderlo y seducirlo casi todas las noches.

No hay duda de tu naturaleza súcubo… no importa lo que uses: siempre luces hermosa para mí… Pensó con tristeza mientras llevaba una de sus manos a acariciar el mechón de cabello que caía por su rostro.

Todavía recordaba el día que le dio ese pijama: cuando por culpa de Angel ella rememoró momentos desagradables de su vida y había terminado embriagándose, causando un desastre en el bar como consecuencia. Él había tenido que llevarla a su cuarto para que no siguiera causando destrozos y, cuando menos lo esperó, ya tenía a la rubia semidesnuda frente a él mientras lo miraba como si quisiera devorarlo y él, por primera vez desde que había llegado al infierno, se sintió atemorizado.

Desde ese momento, me viste como tu presa ¿No, Charlotte? Pensaba. Supiste exactamente qué hacer conmigo: cómo llamar mi atención, te portaste tan tierna, tan inocente… ¿cómo pude ser tan ciego? Incluso llegué a pensar que la suerte se encontraba de mi lado en esos momentos porque todo estaba ocurriendo a pedir de boca pero, solo eras tú, llevándome por el camino que ya tenías trazado para mí…

Apartó su mano de la chica y de nueva cuenta le dio la espalda.

No pudo dormir y, apenas el cielo comenzó a aclararse un poco, salió de la cama, se vistió en silencio y se dispuso a salir. Detuvo su andar justo antes de tomar el pomo de la puerta, miró por encima de su hombro a la rubia que seguía durmiendo, su eterna sonrisa se descompuso y de un chasquido se volvió sombra y se arrastró hasta llegar a ella, se materializó de forma fugaz solo para poder darle un último beso y luego se retiró rápido del lugar. Justo afuera volvió a su forma natural y se recompuso.

—Adiós, Charlie. —Dijo comenzando su camino hacia la salida del hotel.

Una vez afuera, Umbra se desprendió de él. Revoloteó alrededor de él un par de veces con expresión afligida hasta que se detuvo frente a él.

—No tengo idea si ella sea igual a su dueña, mi amigo. Tú no eres igual a mí. —Dijo sin detener su paso firme, atravesándola, Umbra asintió su expresión triste. —Aunque no lo creas, —Detuvo su andar. —no disfruto tenerte en esta situación. —Fue su manera de disculparse antes de continuar su camino.

Umbra asintió y siguió andando a lado de su amo.

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En la mansión de Stolas, Octavia terminaba de desayunar su cereal acompañada, como siempre, de su música a todo volumen en sus audífonos. Stolas entró a la cocina vestido solo con su bata de dormir y se sorprendió de ver a su hija despierta tan temprano.

—Buenos días Octavia —Saludó yendo hacia su refrigerador para buscar algo para desayunar, Octavia no respondió pues no lo escuchó. Stolas giró a verla y cuando notó los audífonos soltó una leve risa mientras negaba divertido.

Tomó una jarra de leche, queso, mermelada, mantequilla (entre otras cosas) y las llevó a la mesa, luego regresó a la alacena por cereal, pan y pan tostado e igual los llevó a la mesa, Octavia levantó la mirada de su plato y se retiró sus audífonos viendo con sorpresa la cantidad de comida que su padre planeaba desayunar.

—Buen día, papá —Saludó sin despegar la vista de todo lo que estaba en la mesa.

—Oh, ya me puedes escuchar —dijo mientras tomaba asiento en la mesa —Buenos días, mi polluela, ¿qué haces despierta tan temprano?

—Tengo algo que hacer. ¿Mamá o tú van a necesitar el coche por la mañana?

—Yo no—respondió mientras terminaba de armar un sándwich de tres pisos hecho con mermelada, crema de maní y mantequilla —y creo que tu madre no se levantará en toda la mañana. Es todo tuyo. —Le aseguró.

—No lo tomaré toda la mañana, solo tengo que llegar a una cita. —Respondió mientras retiraba su plato de la mesa y lo llevaba al lugar correspondiente.

—¿Con quién? —Cuestionó curioso.

—Con Alastor. —Respondió sin voltear a ver a su padre y ruborizándose un poco.

—¡¿Alastor?! —Exclamó casi atragantándose con la comida.

—Parece que hay una oportunidad, papá. —Dijo encogiéndose de hombros y una ligera sonrisa.

—Octavia… ¡qué bueno! Qué felicidad por ti, mi niña. —Felicitó.

—No te emociones demasiado, papá. Todavía hay unas cosas que me gustaría aclarar con él.

—Bueno, estoy seguro que harás lo que sea mejor para ti. —Afirmó despreocupado antes de dar un nuevo mordisco a su sándwich.

—En fin… provecho papá, yo ya me tengo que retirar para no llegar tarde a mi cita con Alastor. —Se despidió dando un beso en la mejilla a su padre. Stolas se sorprendió ya que su hija no solía ser tan cariñosa.

—Mucha suerte, hija. —Le deseó.

Octavia sonrió en respuesta, tomó su mochila (la cual la estaba colgada en el respaldo de su silla) y salió de la cocina. Llamó al chofer de su familia y le dio las indicaciones para llegar al lugar que Alastor le había indicado. No era muy lejos del hotel.

Al llegar, el Demonio Radio estaba sentado en la banca de un pequeño parque que hasta ese momento había notado que estaba ahí. Parecía relajado, mucho más que los días anteriores, estaba con su cabeza echada hacia atrás, brazos extendidos en el respaldo de la banca y una pierna cruzada. Cerca de él, su sombra revoloteaba, dando la impresión de estar vigilando que nadie se pudiese acercarse a su amo.

—Espera aquí. —Le ordenó al chofer, quien estacionó el auto a contra esquina del parque.

Bajó del auto y cruzó la calle, cuando Umbra se percató de su presencia, se apresuró a envolver la cabeza de su amo y comenzar a asfixiarlo. Pronto el cuerpo de Alastor comenzó a dar señales de estar luchando por aire y Octavia, al ver eso, corrió hasta llegar a su lado.

—¡¿Qué haces?! ¡Lo estás ahogando! —Exclamó mientras intentaba tomar a la sombra y sacársela a Alastor de encima.

El Demonio Radio despertó y de un chasquido se quitó de encima a su sombra. Octavia perdió el equilibrio y terminó recargado sus manos en los hombros del varón, este, al momento de sentir aquel toque, emitió estática, sus ojos tomaron la forma de diales de radio y echó su cabeza al frente. Octavia soltó un jadeo y cayó hacia atrás pues la apariencia de Alastor la había asustado.

Al momento, Alastor se percató de lo ocurrido y. volviendo a su apariencia normal, se apresuró a ponerse de pie y ofrecer su mano a la chica.

—Señorita Octavia, por favor, discúlpeme. —Dijo apenado por el incidente.

Octavia, aun con el temor plasmado en su rostro, tomó la mano del Demonio Radio y dejó que este la ayudara a ponerse de pie.

—¿Qué acaba de pasar, Alastor? —Cuestionó nerviosa.

—Lamento que haya presenciado esto. —Se disculpó mientras ayudaba a la joven a tomar asiento en la banca. —Verá, no tuve una buena noche de descanso y al parecer me quedé dormido mientras la esperaba. Lo que hizo mi amigo es la única forma en la que podría despertarme. —Explicó mientras hacía señas a su sombra para que se disculpara con la chica lo cual hizo esta de manera inmediata inclinándose un poco frente a ella.

—Entonces, creo que será conveniente que nos apresuremos a discutir los términos de nuestro trato para que puedas descansar. —Respondió apenas recuperándose de la impresión de ver a Alastor de ese modo.

—Oh no. No, no, no. Descuide. Con esta pequeña siesta es más que suficiente pero, tendré un día bastante ajetreado, así que concuerdo con usted en que debemos comenzar a discutir los términos de nuestro trato. —Dijo llevando sus manos tras su espalda e inclinando su cabeza hacia un lado.

—De acuerdo. El libro es… —Comenzó a retirar su mochila de la espalda.

—Oh, por favor, señorita Octavia, —Interrumpió. —no pensará que discutiré un asunto tan importante en este sitio. —Hizo aparecer su micrófono y abrió un portal frente a ellos. —Por favor, acompáñeme. —Pidió ofreciendo su brazo.

Octavia dudó un poco pero al final decidió tomar el brazo del demonio carmesí y dejó que este la guiara hasta el portal. Al atravesarlo ambos, se cerró tras ellos y ella se encontró en medio de una sala mucho más pequeña que la de su mansión pero con cierto encanto y, solo bastó ver las cabezas de ciervo disecadas colgando (a modo de decoración) para deducir en dónde se encontraba exactamente.

Bienvenue chez moi, Mlle Octavia. —Dijo el Demonio Radio tras ella. —Comprenderá que un asunto tan delicado como el que planeo proponerle no lo podía discutir en cualquier lugar y no existe otro lugar en que confíe más que mi propia casa. —Explicó cruzando la sala para dirigirse a su sillón favorito y tomar asiento, justo en frente de donde una Octavia sorprendida seguía observando el hogar del Demonio Radio. —Acogedor, ¿no le parece? —Dijo con orgullo.

—Entonces… ¿estamos en Villa Caníbal?

—Efectivamente. —Confirmó. —Lamento la manera tan burda de traerla hasta aquí pero imagino que a su chofer no le iba agradar la idea de entrar a un territorio tan hostil.

—Sí, creo que estás en lo correcto, Alastor. —Dio la razón. —De hecho, creo que debería avisarle que me encuentro bien antes que le diga algo a mi padre.

La demonio búho tomó su Hellphone y, con una rapidez que incluso sorprendió a Alastor, envió un par de mensajes: uno para su chofer y otro para su padre. Apenas recibió la respuesta de su padre guardó el aparato.

—Resuelto. —Anunció.

Alastor asintió y estirando su brazo ofreció asiento a la chica.

—Bien, ya que mencionó el libro, supongo que lo trae consigo. —Comenzó a decir mientras recargaba un brazo en el respaldo de la silla y tomaba una posición bastante relajada.

—Supones bien. —Respondió Octavia cruzando sus brazos y echando sus hombros hacia atrás. Alastor, al notar esto elevó una de sus cejas.

—¿Alguna pregunta? —Cuestionó el varón.

—¿Te servirá de algo? Está escrito en lengua antigua. —Señaló. —Mi padre puede leerlo pero yo no porque nunca me he interesado en aprender y tú… tú, Alastor, eres un humano de poco más de cien años de existencia. —Puntualizó. —No es mi intención ofenderte pero dudo mucho que logres descifrar lo que esté escrito aquí. —Finalizó colocando su mochila sobre sus piernas y palmeándola un par de veces.

—Así que su única objeción para entregármelo es que duda de mi capacidad para lograr leerlo… —Conjeturó chasqueando los dedos y apareciendo un par de vasos con agua frente a ellos.

—Es un libro que mi padre utiliza muy poco, de hecho ni siquiera lo utiliza, solo lo lee, no sé qué pretendes hacer con él. —Respondió Octavia para acto seguido tomar su vaso y dar un sorbo. —Gracias. —Alastor asintió.

—¿Has escuchado: "información es poder"? —Cuestionó antes de beber de su vaso. Octavia asintió. —Quiero esa información.

—¿Y qué me darás a cambio? —Elevó una ceja.

—Solo dígame qué es lo que desea y lo tendrá. —Respondió despreocupado.

—¿Me estás dando carta abierta? —Preguntó sorprendida. No esperaba que le dijera algo así.

—No veo porque no. —Elevó los hombros y desvió la mirada con desinterés. —Además, tengo contempladas tres opciones posibles de lo que pedirá. —Cruzó una pierna y dirigió de nueva cuenta su mirada hacia ella. —Ninguna es molestia para mí.

—¿En serio? —Cuestionó perdiendo la compostura que había estado manteniendo durante toda la conversación. —¿Contemplas que te quiero a ti?

—Sí. —Confirmó. —Lo hago.

—¿Qué hay de Charlotte? —Demandó saber.

—Ese es un asunto que no tiene nada qué ver en esta transacción y por tanto no estoy dispuesto a discutirlo con usted, —Explicó con calma al tiempo que desviaba su mirada. —espero pueda comprenderlo. —Culminó volviendo a verla.

—Alastor, ¿Qué pasa? No estás comportándote como tú: yo no debería tener carta abierta y de hecho deberías ser tú el que de alguna manera me obligue a aceptar el trato contigo. —Insistió.

Alastor soltó un suspiro de fastidio.

—Señorita Octavia, soy consciente de ello y créame que siempre encuentro la manera de resolver estos "fallos". —Dijo bajando la pierna e inclinándose hacia el frente, recargó sus codos en sus rodillas y entrelazó sus manos. Octavia se removió incómoda en su asiento. —Por favor, no se asuste, no la estoy amenazando. —Aclaró Alastor, volviendo a su postura inicial.

—No te comprendo, Alastor. —Admitió mientras se encorvaba un poco y agachaba la mirada. —No te comprendo pero, por alguna razón, siento que debo entregarte el libro. —Se irguió de nuevo y lo miró con expresión solemne.

—¿A cambio? —Inquirió.

—La verdad. —Respondió. —Toda la verdad. —Enfatizó. —No sé cómo tuviste conocimiento de este libro y mi padre estaba sorprendido que supieras sobre el Rey Salomón. —Lo miró con atención, escudriñando sus reacciones, Alastor solo hizo una seña, invitando a que continuara. Octavia soltó un suspiro de derrota. —También quiero conocimiento y lo necesito de manera inmediata.

—¿Algo le inquieta? —Cuestionó con genuina curiosidad.

—Muchas cosas, Alastor y, podría decirse que fue gracias a ti. —Respondió insinuante. Alastor, por segunda ocasión en esa charla, elevó una ceja.

—Entiendo que no debo indagar más, por ahora. —Concluyó. —De acuerdo, señorita Octavia, —Aceptó poniéndose de pie. —tiene mi palabra que apenas logre mi objetivo yo le revelaré todo lo que desee saber, sin mentiras, ni engaños. —Resaltó. —¿Tenemos un trato?

Alastor ofreció su mano derecha y de ella comenzó a emanarse un aura verde. La chica lo miró con algo de recelo mientras trataba de repasar de manera mental toda la conversación, algo la inquietaba y no era el trato en sí, sino el propio Alastor. Su comportamiento era diferente.

Aun con eso, decidió confiar en él.

—Lo tenemos, Alastor. —Aceptó apretando su mano.

Minutos después y recordando lo dicho por el Demonio Radio cuando se encontraron en el parque, se despidió de él mientras le entregaba el libro. Alastor invocó su micrófono y con el abrió el portal para que la joven pudiese regresar al parque y de ahí regresar a la mansión.

Apenas la demonio búho abandonó su hogar, Alastor comenzó a revisar el libro y, tal y como lo había dicho la chica, estaba escrito en lenguaje antiguo pero, eso en lugar de desanimarlo, lo tomó como un reto.

Al momento estaba en su biblioteca con libro en mano y otros tantos esparcidos sobre su escritorio, Umbra revoloteaba a su alrededor y observaba de vez en cuando por encima de su hombro, poco a poco el contenido del libro que estaba tratando de comprender su amo estaba pasando a un libro en blanco pero en lenguaje comprensible para él, el principio solo eran palabras sueltas, después algunas frases cortas hasta que comenzaron a aparecer párrafos enteros.

La velocidad de traducción era directamente proporcional a la cantidad de palabras traducidas. Entre más palabras, más rápida se volvía la traducción. Alastor estaba bastante concentrado en su labor y solo salió de su enajenación cuando Umbra, en uno de sus revoloteos sobre el escritorio de su amo, accidentalmente derribó el único portarretrato que se encontraba adornando el mueble. Alastor, sin pensarlo, chasqueó los dedos para volverlo a su lugar y, cuando alzó la vista, se encontró con el retrato a lápiz (mejorado por él mismo) de Charlie. Umbra, al percatarse de eso, volvió de inmediato al cuerpo de su amo.

Frunció el ceño mientras lo observaba un par de segundos y de un chasquido lo hizo volar lejos de su presencia para después prenderle fuego. El retrató quedó desechado en un rincón de su oficina y el fuego en él se apagó antes de terminar de consumirlo sin que Alastor se lo notara. Un par de horas después Alastor vio completada su tarea y prosiguió a comenzar a leer, ensanchó su sonrisa al hacerlo.

Pasado el mediodía, revisó su reloj y al darse cuenta de la hora, dejó a un lado el libro. Se desperezó y relajó un poco, ya casi era hora de su reunión con los Von Eldritch. Le darían su respuesta acerca de su apoyo en su "revolución" contra Lucifer, aunque estaba seguro de su respuesta.

Tengo el apoyo de Pentius, Valentino no tenía opción, me falta conversar con Rosie… Repasaba en su mente.

Sabía que estaba actuando de manera apresurada y que seguro estaba dejando muchos cabos sueltos, pero sucedía que, para bien o para mal, Charlie ocupaba el 100% de sus pensamientos. Todo lo que estaba haciendo era por ella, aunque no de la manera que le habría gustado que fuera. Volvió a ver su reloj y sin mucho ánimo invocó su micrófono, de un chasquido guardó todos los libros que había estado utilizando y acto seguido abrió un portal frente a él.

De nueva cuenta apareció en el salón de la mansión Von Eldritch, ahí, Bethesa y Frederick ya lo esperaban, Alastor saludó con una teatral inclinación ante ellos.

—Buen día, Alastor. —Saludó Frederick. —Toma asiento, por favor.

—Lo agradezco, caballero, pero algo me dice que esta será una conversación corta. ¿O me equivoco? —Respondió llevando sus manos tras su espalda, sosteniendo su micrófono entre ellas.

—¿Qué nos asegura que cumplirás con lo prometido? —Cuestionó Bethesa.

—Madame, soy un hombre de palabra.

—Su palabra no vale nada para mí. —Declaró.

—En ese caso, si mi palabra no vale, tal vez una muestra de mi poder ayude a convencerla. —Levantó una de sus manos dispuesto a chasquear los dedos.

—No es necesario. —Detuvo con premura Frederick. —Disculpe usted a mi esposa, Alastor, pero debe comprender que lo que nos propone compromete a mi familia y nos coloca en una situación complicada en caso que su revolución prospere.

—Comprendo. —Respondió con simpleza, llevando su mano a su espalda de nueva cuenta. —Madame, le recuerdo que si usted y su esposo me brindan su apoyo, tienen un lugar asegurado en mi nuevo orden de la monarquía infernal: uno mucho mejor del que gozan ahora y del que aspirarían conseguir casando a su vástago con la princesa. Si se unen a mí, no solo aspirarán a ser los padres del príncipe consorte y abuelos del futuro heredero, sino que tendrán poder más allá de una porción del pentagrama: lo tendrán en todo el infierno… además que nunca más tendrán que bajar la mirada ante los Magne…

—Charlotte y Seviathan… —Habló de nuevo Bethesa

—Me es indiferente lo que su hijo decida sobre su unión con la actual princesa. —Interrumpió.

Frederick y Bethesa intercambiaron miradas cómplices de manera discreta, Alastor fingió no percatarse de ello.

—Sigue pareciéndome que nos pide muy poco en comparación de la recompensa, es algo que me hace dudar, Alastor. —Dijo Frederick.

—Si lo piensa con detenimiento, todos ganaremos. —Respondió Alastor, comenzando a jugar haciendo malabares con su micrófono.

—¿Por qué tanto interés en derrocar a los Magne? ¿Por qué tan de pronto? —Cuestionó el varón.

—No estoy en la obligación de responder pero, si eso ayuda a que sus ideas se aclaren, lo haré con gusto: —Comenzó a andar por el salón mientras hablaba. —No es algo que haya surgido de pronto como usted cree, es algo que había estado rondando por mi mente desde hace tiempo. ¿Por qué? Aburrimiento principalmente y porque me gusta ser fastidioso: —Dijo con una gran sonrisa. —el pecado original lo cometió Lucifer al ser soberbio y querer colocarse al mismo nivel que Dios, claramente el castigo de su padre no ha servido de nada ya que nuestro rey sigue colocándose por encima de todos, pienso que sería bastante divertido ver su orgullo pisoteado cuando un simple pecador como yo logre derrocarlo y lo será más porque su mismo orgullo será su perdición: no pedirá apoyo de nadie y, ya que yo he estado buscando el apoyo de diferentes Overlords con toda la humildad que poseo… ya saben lo que dicen: "la unión hace la fuerza." —Terminó de decir con tono divertido.

Bethesa y Frederick volvieron a compartir miradas cómplices, esta vez sin disimular y asintieron.

—Entonces, ¿su respuesta es? —Cuestionó el Demonio Radio.

—Seviathan y Hellsa. —Dijo Bethesa. —Ellos también deben figurar en tu nueva monarquía.

—Naturalmente. —Respondió divertido. —No pretendía dejar desamparados a sus adorables hijos. ¿Alguna otra petición?

—¿Está dispuesto a complacernos?

—Madame, solo estoy dándoles las cortesías que merecen debido a su linaje, sin embargo, llegados a este punto, tal vez debo recordarles que estoy orquestando una guerra que se llevará a cabo no muy lejos de su territorio, el cual, en caso de no aceptar mi trato, no respetaré y, vamos: sabemos que las batallas son impredecibles…

Bethesa se removió incómoda en su asiento y Frederick la reprendió con la mirada.

—Lamento, de nueva cuenta, la impertinencia de mi esposa, Alastor. —se disculpó con una leve inclinación de su cabeza a lo que Alastor respondió con el mismo gesto —Solo para que quedemos claros: nosotros te facilitamos a nuestro ejército y nuestro territorio con la promesa de recibir el menor daño posible durante el enfrentamiento, a cambio que, en caso de que salgas victorioso, nuestra familia tenga una buena posición social en tu nuevo régimen.

—Me parece que estamos claros. —Respondió con satisfacción el demonio ciervo. —¿Tenemos un trato? —Ofreció su mano, la cual, al igual que con Octavia, comenzó a emanar un aura verde.

—Tenemos un trato, Alastor. —Aceptó de manera inmediata Frederick tomando la mano del Demonio Radio y agitándola con firmeza.

—Espléndido. —Celebró Alastor cuando su mano fue liberada. —Ahora, si me disculpan, tengo un golpe de estado que seguir planeando, ya con la seguridad que puedo contar con su ejército. —Informó con diversión. —Caballero, madame. —Hizo una reverencia hacia la pareja y abrió un portal en medio del salón. —Bis bald. —Se despidió.

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Alastor apareció dentro del "Rosie's Emporium", los clientes que lo vieron llegar se quedaron quietos al instante: no querían volver a hacer enojar a su más grande benefactor después del episodio de terror ocurrido semanas atrás.

—Fuera. —Ordenó con voz gélida el demonio carmesí sin perder su sonrisa, lo cual solo hacía la orden más aterradora.

Los clientes abandonaron el local en cuestión de segundos, mismos que tardó en salir Rosie al notar que, de un momento a otro, su negocio había quedado vacío sin motivo aparente.

—Pero qué grosería irse sin… —Se percató de Alastor en medio de sus maniquíes. —¡Alastor! —Saludó con alegría, luego notó la expresión del rostro de su amigo: aunque su sonrisa estaba ahí, como siempre, su mirada estaba apagada.

Tan apagada, como el día que lo conoció hacía casi 100 años.

—¿Tienes tiempo para escuchar a tu viejo amigo? —Cuestionó con calma el demonio ciervo.

—Todo el tiempo para ti, pillo. —Respondió con una media sonrisa la demonio.

Umbra se desprendió de su amo y le dedicó una mirada afligida a Rosie, ella asintió e invitó a su amigo a pasar mientras ella se dirigía a la puerta de su local para cambiar su letrero de "Abierto" a "Cerrado".

En la sala de la demonio modista, Alastor tomó asiento en el lugar que siempre ocupaba cuando iba de visita. Ella tomó su respectivo lugar y comenzó a hablar.

—Te ves cansado, pillo. ¿Mucho trabajo en el hotel?

—Bastante. —Respondió mirando hacia otro lugar de la sala de su amiga.

—¿Te apetecen algunos bocadillos? Después de tu masacre hubo tanta carne que aún no la termino: hice unas galletas que seguro te encantarán. —Ofreció.

Alastor negó con la cabeza pero Umbra asintió en repetidas ocasiones: su amo no había probado bocado desde la tarde del día anterior y tampoco había descansado, estaba desgastado de manera tanto física como mental de forma visible y eso le preocupaba. Rosie le indicó la dirección de la cocina y la sombra salió con discreción rumbo a ese lugar para traer los bocadillos.

—¿Qué te trae por aquí, Alastor?

—Vine para poner en orden la Villa y organizarla para una batalla importante. —Respondió sin su ánimo habitual.

—¿Batalla? ¿Qué batalla? —Cuestionó confundida.

—Me es de mi total agrado anunciarte que, mañana en la noche, el infierno tendrá un nuevo rey: yo. —Dijo sonriente y dirigiendo, finalmente, su apagada mirada hacia su amiga.

—No entiendo… —Dijo desconcertada. —¿De qué hablas? ¿Vas a enfrentarte a Lucifer? Pero… pero si la última vez que nos vimos dijiste que buscarías un sitio seguro para ti y para Charlotte… —Un pensamiento hizo clic en su mente. —No me digas que Lucifer se enteró de su relación y es por eso que debes enfrentarte a él… —Sugirió con algo de temor.

—Sí, Lucifer ya sabe de mi relación con su hija. —Confirmó con una sonrisa ladina. Tan tranquilo que heló a Rosie. —Y yo ya sé que solo fui un juguete bastante útil para Charlotte: no solo satisfice sus deseos carnales sino que fui de vital importancia para que la princesa venciera a su padre por primera vez. —Terminó de decir con ironía.

—¿De qué hablas? —Volvió a cuestionar sin poder procesar lo que su amigo acababa de decirle.

—¡De qué Charlotte no me ama! —Explotó poniéndose de pie y comenzando a andar de un lado a otro frente a su amiga.

Umbra, quien regresaba con una charola de galletas, dejó la charola en la mesa de centro y de inmediato regresó al cuerpo de su amo.

—Nunca lo hizo… ni nunca lo hará… —Continuó recuperando la calma. —Charlotte no es la criatura ingenua e inocente que pensaba, es igual de perversa que su padre… —Entrecerró sus ojos y apretó sus puños. —Ella siempre me temió en la misma medida que me aborreció por mis masacres a mi llegada al infierno —Soltó una risa irónica y volvió a caminar hasta ponerse tras el sillón donde antes había estado sentado y recargó las palmas de sus manos en el respaldo del mueble. —y, para nuestra suerte, —Continuó, hablando con más calma y apretando un poco su mandíbula al hacerlo.cuando me aparecí en el Hotel, todo ese temor y rencor que sentía por mí quedó en segundo plano en el momento que, de manera inteligente, me vio como la oportunidad perfecta para superar las expectativas de su padre y todos los demás: —Agachó la mirada al tiempo que apretó sus palmas y casi rasgó el tapizado del mueble, pero se contuvo. —fui tan arrogante al decirle en su cara mis intenciones al ayudarle con el hotel… ese fue el inicio de mi perdición. —Culminó irguiéndose de nuevo y dándole la espalda a su amiga.

—Pero, eso no es posible, pillo. —Dijo sin salir de su estado de sorpresa. —Yo misma me percaté de la manera en la que la princesa te mira, ¡sus celos! ¿Recuerdas cuando rompió una copa en el bar del hotel solo porque creía que había algo romántico entre tú y yo? Ella estaba celosa, —Afirmó. —de verdad estaba celosa, Alastor. —Recalcó. Esperó por una respuesta pero solo hubo silencio por parte del Demonio Radio quien no parecía tener intenciones de dar la cara pronto. —Mira, —Continuó. —sé que tú no tienes experiencia previa en el tema, pero yo sí: sé lo que es sentir celos, así como sé reconocer los celos de mi pareja o los celos de otra persona por mí… yo los vi en ella, eso es algo que no se puede fingir…

—Bueno… —Rompió su silencio. —veo que no soy el único despistado que olvidó de quién es hija Charlotte Magne… —Continuó con el tono de ironía. —Aunque, tal vez tengas algo de razón respecto a esa situación en particular. Como te dije en un principio: —Se giró para ver de frente a Rosie. — fui útil para Charlotte de dos formas: como el mayor benefactor de su hotel y como su juguete personal… —Enumeró con su mano mientras fruncía el ceño.

—Yo no puedo creer lo que me estás diciendo… —Insistió Rosie.

—Créelo, mi querida Rosie: la princesa infernal se burló del Demonio Radio. —Ratificó sonriendo con burla, luego rodeó el sillón y volvió a tomar asiento en él, recargando uno de sus codos en el reposabrazos y cruzaba una de sus piernas. —Escuché cuando se lo contaba a su padre haciendo tal alarde de todo su juego, que hasta el propio Lucifer quedó impresionado. —Contó sin poder contener una leve risa. —Me avergüenza admitirlo pero, caí en su trampa como un estúpido adolescente… —Volvió a tomar decir con tono de voz desganada. —¿Te cuento algo todavía más hilarante? —Cuestionó mientras bajaba la pierna cruzada y se inclinaba hacia el frente. —Estaba dispuesto a olvidarme de eso, —Dijo con una sonrisa burlona y se echó hacia atrás. —hacerlo a un lado y continuar hasta el punto de no retorno con ella porque, realmente la amé, Rosie… —Confesó viéndola directo a los ojos con una sonrisa triste. Esa imagen estrujó el corazón de la demonio modista. —Me enamoré como un estúpido de la princesa del infierno… olvidé que toda princesa tiene su príncipe y evidentemente, ese no soy yo… —Desvió la mirada. —Y, tal vez estaba dispuesto a perdonarle esa traición a Charlotte, —Continuó narrando, llevando uno de sus puños hasta sus labios. —después de todo, mis intenciones iniciales con ella no eran las mejores, —Reconoció soltando una risita. —pero soy un hombre al final de cuentas… —Apretó su puño. —un vil y simple hombre que no soportó el saber que, sin importar si era mentira o no, la mujer que decía amarlo se involucra al mismo tiempo con otro… —Terminó de decir apretando los dientes y con una sonrisa tensa.

—¿Cómo dices?

—Von Eldritch… —Soltó apenas audible. —Vi a Charlotte y Seviathan Von Eldritch besándose en el hotel. —Dijo con voz gélida. —¿Te das cuenta de la calidad de actriz que tenemos como nuestra princesa? —Giró su rostro hacia Rosie. —¿No ese mismo día del incidente de la copa ella armó todo su show y nos "dejó claro" a todos que despreciaba con todo su ser a su exnovio? —Cuestionó divertido. —Aunque, —Desvió su mirada de nueva cuenta. —he pensado que tal vez de eso no tiene tanta culpa: a pesar de todo, eso es algo que debía pasar tarde o temprano… —concluyó con amargura. —Tria principia… —Susurró.

Rosie se quedó en silencio por unos segundos, tratando de digerir todo lo que Alastor le había dicho. No era posible que eso fuera cierto. En verdad: no era posible. Ella había sido testigo de las primeras interacciones de esos dos, ella misma le había abierto los ojos a su amigo y le había dicho que la princesa infernal lo estaba viendo como algo más que un simple socio…

—Alastor, es evidente que no alcanzó a dimensionar tu decepción y dolor pero, me cuesta creer que Charlotte haya sido capaz de engañarte de esa forma. —Hizo una pausa para seleccionar de manera correcta sus siguientes palabras. —Calma tu mente, —Pidió. —piensa un poco: estuvo a punto de morir hace unas semanas porque vino a buscarte, puso su vida en riesgo por ti…

—Por el hotel, querida Rosie —Corrigió. —no es a mí a quien vino a buscar, sino lo que yo representaba. —Le aclaró con calma y tristeza en su voz.

—¿Y por qué no pensar que le mintió a su padre para protegerte? Tú ya habías contemplado la desaprobación de Lucifer y Lilith a su relación… —Sugirió esperanzada.

—No cabe duda que me parezco tanto a ti, Rosie… —Dijo con diversión al tiempo que hacia un movimiento de negación con su cabeza. —son evidentes esos años en los que me diste cobijo. —Concluyó con nostalgia. —También pensé en ello pero, —Volvió a su tono serio. —si ese fuera el caso, ¿por qué no me lo ha dicho? —Cuestionó. —Lo único que me contó de esa conversación con Lucifer fue que el rey básicamente le está exigiendo que despose a Von Eldritch lo antes posible, ¿por qué me dijo eso y no lo otro? —Reiteró su cuestionamiento anterior con cierta desesperación.

—Bueno… —Rosie no encontró una respuesta convincente para la interrogante del Demonio Radio.

—En fin. —Dijo Alastor al comprender que ni siquiera Rosie tenía una respuesta que le hiciera tener algo de esperanza. —Dejemos de darle vuelta a este penoso asunto y vayamos a lo que importa ahora: quiero el trono de Lucifer. —Anunció.

—Alastor, no puedes estar hablando en serio… —Reprendió. —No te subestimo, sé del alcance de tu poder pero, Lucifer es un ángel caído… disculpa, corrijo: es el ángel caído, el hijo prodigo de Dios. No tienes oportunidad…

—En un enfrentamiento uno contra uno es evidente que no, sin embargo, en una guerra… —Dijo con una sonrisa perversa.

—Aun así. —Trató de persuadir.

—Rosie, no vine aquí a pedirte autorización, sino tu apoyo. —Fue contundente. —Necesito de los servicios de la población de tu territorio del pentagrama.

—Úsalo como prefieras, ni siquiera vivo ahí… —Respondió de mala gana, desviando la mirada y cruzando sus brazos, dando la impresión de estar haciendo un berrinche.

—De acuerdo. —Tomó una de las galletas que estaban en la charola. —Gracias por tu cooperación, Rosie. —Devoró el bocadillo. —¡Ah! Tenías razón, estas galletas son una delicia. —Elogió con entusiasmo antes de tomar la charola y comenzar a devorar las galletas una tras otra.

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Horas más tarde, Alastor se encontraba en la plaza principal de la Villa, había reunido a todos los habitantes en ese lugar con el único objetivo de hacer de su conocimiento que su benefactor y salvador estaba decidido a tomar el trono de Lucifer.

Al inicio hubo algo de desconcierto y confusión, pues unas semanas antes Alastor había asesinado sin piedad a todo aquel que tocó e hizo daño a la princesa infernal y, de no ser por la propia heredera al trono, esa masacre hubiera continuado hasta haber acabado con todos los habitantes de la Villa.

Sin embargo, Alastor fue muy claro: el infierno necesitaba a otro gobernante, uno con la suficiente fuerza para imponerse y al mismo tiempo que pudiese comprender las necesidades de la mayoría de sus habitantes: las almas humanas y él cumplía con esos requisitos, a diferencia de Lucifer, de quien ya han sufrido en carne propia su indiferencia.

No tuvieron que pensarlo mucho (de hecho, ni siquiera podían ya que ellos estaban a merced del Demonio Radio) y más que eso, se entusiasmaron con la idea de poder bajar del trono (por fin) al todopoderoso Lucifer.

La instrucción fue clara: esperar que Alastor diera la orden de atacar, por lo que tenían el resto de ese día y antes del atardecer del siguiente para prepararse.

Antes del anochecer, Alastor volvió a su hogar en la Villa, pasó por su biblioteca y tomó el libro que había traducido esa mañana para acto seguido dirigirse a su habitación.

Se sentía agotado pero debía seguir preparándose para su golpe de estado y, tomando en cuenta que le quedaban menos de 24 horas para ello, debía seguir trabajando a como diera lugar. Llegó a su habitación, se despojó de su saco, pajarita y zapatos y se arrojó a su cama dándole un pequeño flash de cuando hacía eso cuando era un infante y regresaba de la escuela. Era la segunda ocasión que le venía a su memoria recuerdos de breves de su vida en la Tierra.

Aunque, más que recuerdos, eran sensaciones. Tenía la sensación que su mente tenía bloqueada gran parte de sus memorias en la Tierra y a veces los recuerdos que conservaba le parecían más sueños que memorias. Dejó esos pensamientos de lado y se acomodó recostado boca arriba para comenzar a leer. Umbra se desprendió de él y se acomodó a su lado sin la intención de llamar su atención.

Sin importar que lo que estaba leyendo era en verdad interesante e importante, el agotamiento físico y mental del Demonio Radio era evidente: sus sombras seguían trabajando en el hotel, solo había dormido unos minutos por la mañana, su único alimento en más de un día había sido solo una docena de galletas de carne, había cerrado un par de tratos lo cual era desgastante porque su magia se activaba desde ese momento y hasta que ambas partes cumplan con su parte del acuerdo (lo que se traduce a que se crea un "radar mágico" que detecta todo tipo de variaciones entre los involucrados) y toda esa suma, finalmente le pasó factura ya que sin poder evitarlo, sus brazos cedieron y el libro estuvo por caerle en la cara lo cual posiblemente lo hubiese lastimado si rompía su monóculo, pero ese accidente fue evitado por la rápida intervención de Umbra que ya prevenía que algo como eso pudiese ocurrirle a su amo.

Tomó el libro y lo dejó en la mesa de noche de su amo sin preocuparse de marcar la página en la que su amo se había quedado porque, lo más seguro era que Alastor reiniciara la lectura desde el principio porque no había manera que la mente del Demonio Radio retuviera información. Con sumo cuidado acomodó a su amo de forma adecuada en su cama, retiró su monóculo y se dedicó a cuidarlo durante su descanso más que necesario.

A la mañana siguiente, Alastor despertó buscando de manera inconsciente el cuerpo de Charlie a su lado. Cuando abrió los ojos y no la encontró, cayó en cuenta que solo se había dejado llevar por el aroma de la chica que seguía impregnado en la almohada a su lado, de un par de chasquidos cambió toda la ropa de cama por otra limpia.

Umbra se hizo presente ante el Demonio Radio y le entregó su monóculo.

—Gracias, amigo.

Alastor salió de la cama y se dirigió a tomar una ducha caliente. Aun con sus largas horas ininterrumpidas de sueño, se sentía agotado. Sus músculos y articulaciones le dolían y tenía la sensación de que su mente no había parado durante toda la noche.

Todo terminará esta noche. Pensó.

Dejó que el agua caliente siguiera corriendo por su cuerpo, dejando que aliviara la tensión por unos cuantos minutos. Salió, se vistió con su traje habitual y bajó a la cocina, ahí Umbra ya lo esperaba con una taza de café amargo, Alastor elevó una ceja por las atenciones que estaba teniendo su sombra con él, esta simplemente se inclinó con algo de pena y se retiró del lugar.

Soltó un suspiro y tomó asiento para tomar su café, tomó su reloj y vio la hora, era un poco más tarde de la hora en la que tomaba el desayuno en el Hazbin Hotel, seguro Charlie en esos momentos estaba ya dando sus talleres de redención.

¿Cómo le habría ido el día de ayer sin él? ¿Habría alcanzado a hacer sus actividades? ¿O las habría dejado de lado porque de cualquier modo el regresaría un par de días después?

Supongo que no hay manera de saberlo, no volveré al hotel.

Terminó su café y se dirigió a su biblioteca, tomó asiento y chasqueó los dedos, apareciendo ante él el libro que había traducido.

A trabajar.

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En la tarde, el Demonio Radio apareció de nueva cuenta en el Rosie's Emporium, no era de extrañar que el lugar se encontrara solo pues todos los demonios de la Villa estaban reunidos listos para salir a la batalla apenas Alastor se los ordene.

—Aun estás a tiempo de detener todo, Alastor. —Sugirió con voz calma, tras su espalda, Rosie.

—Rosie, el infierno me ha estado esperando… —Respondió Alastor, sin apartar la vista de la vitrina de la boutique de su amiga a través de la cual observaba del horizonte que poco a poco se iba oscureciendo; luego se giró a verla con una sonrisa juguetona —y no es de caballeros alargar la espera.

—Pero, Alastor, quizá deberías…

—La fiesta está por comenzar y como el organizador debo vigilar que todo salga bien. —Interrumpió con voz animada mientras veía su reloj de bolsillo y luego lo guardó. —Agradezco tu cooperación Rosie, tienes mi palabra que tu territorio recibirá el menor daño posible.

—¡Me importa un cuerno ese territorio! ¡Es todo tuyo! ¡Tómalo! —Explotó. —Pero por favor, Alastor, —Llevó una mano al hombro de su amigo, sin importarle lo mucho que le molesta que lo toquen sin su consentimiento. —piensa bien lo que estás haciendo. —Pidió Rosie con desesperación.

—Mantente segura, Rosie. —Respondió tomando la mano de su amiga para retirarla de su hombro con delicadeza. —Te veré después. —Se despidió antes de invocar su micrófono y abrir un portal por el cual se retiró.

Rosie soltó un suspiro de derrota y resignada comenzó a cerrar todas las ventanas y cortinas de su negocio.

Espero no te estés equivocando, pillo. Pensó antes de retirarse a su hogar.

Sería una larga noche.

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La tranquilidad de Ciudad Pentagrama se vio interrumpida cuando en los límites de las zonas pertenecientes a Alastor, Valentino y el centro del Pentagrama, inició un enfrentamiento entre los ejércitos de Alastor y Valentino.

Lo que inició como un enfrentamiento entre dos territorios vecinos, se volvió una guerra de toda la zona norte del Pentagrama pues de un momento a otro al conflicto se unió Sir Pentius y poco a poco iba a avanzando con rumbo al sur, es decir, la zona centro del Pentagrama, sitio donde se encuentra ubicado el Hazbin Hotel y, por supuesto, el castillo Magne, hogar de los soberanos infernales.

Todos los que se enteraban de la guerra de hacían la misma pregunta: ¿Dónde se encontraba Alastor? Los habitantes de su zona se estaban defendiendo de manera autónoma y para todos era un hecho que, si el Demonio Radio hubiera estado presente desde el inicio, el enfrentamiento no hubiese escalado hasta el punto en el que se encontraba ahora.

Las máquinas del Overlord serpiente hacían mucho daño y con su llegada, el conflicto cruzó mucho antes de lo previsto hacia la zona centro. Ahí, los habitantes comenzaron a luchar con el objetivo de expulsar a los revoltosos del norte pero solo lograron que la batalla aumentara su tamaño de manera considerable.

Poco a poco el caos de iba apoderando del centro, y eso solo significaba algo: Lucifer tenía que intervenir y poner fin a esa pseudo guerra. Y no es que al Rey del infierno le moleste que haya disputas entre distintos territorios, eso era, de hecho, ventajoso para su reino ya que era una manera de disminuir la sobrepoblación pero si había algo que se suponía que todos tenían claro era que nadie podía iniciar una trifulca dentro de la zona donde él radica con su familia.

Era una simple cuestión de respeto.

Las bombas y cañones comenzaron a hacer estruendo dentro del Hazbin Hotel, se estaban acercando de manera peligrosa.

—A la mierda con esto… —Dijo Cherry antes de salir corriendo del bar con rumbo a la salida.

El staff del Hazbin Hotel estaba conviviendo en el bar, como de costumbre, cuando el noticiero del 666 NEWS comenzó a transmitir el reportaje especial sobre la guerra territorial que se estaba llevando a cabo justo en esos momentos. A partir de ahí, todos estuvieron muy atentos a lo que se decía hasta que el combate llegó cerca del hotel.

—Tetas de azúcar, ¿A dónde vas? —Llamó Angel. Cherry se detuvo y giró medio cuerpo para ver a su amigo

—Bueno, si ese anciano se acerca al hotel, yo lo alejaré con mis bombas, —Aseguró mientras mostraba sus manos las cuales sostenían un par de sus bombas —no permitiré que esos estúpidos de Pentius y Valentino arruinen este lugar… Es nuestro hogar, Angie. —Terminó de decir.

—Cherry… —Se quedó sin palabras Angel y luego reaccionó. —Charls, devuélveme mis metralletas, también saldré a defender el hotel.

—¡No! ¡Es demasiado peligroso! —Negó de manera rotunda.

—¡Es más peligroso si nos quedamos sin hacer nada! —Contradijo Angel.

—¡Mi padre lo resolverá! —Aseguró la rubia.

—Señorita Charlie pero, si el Rey resuelve todo y el señor Alastor no está aquí, su padre podría tomar represalias contra él por no haber estado al cuidado de su zona y tampoco estar aquí, después de todo, es socio del hotel —Dijo con preocupación Niffty.

Charlie hizo un gesto de sorpresa.

—Déjanos salir a defender el hotel o encuentra la manera de traer al proxeneta hasta aquí a la de ya. —Exigió Angel.

Otro estruendo, seguido por un ligero temblor se hizo presente en el hotel.

—Charlie, no hay tiempo. —Dijo Cherry.

Una explosión ocurrió frente al hotel, el enfrentamiento ya había llegado hasta ellos.

—Mierda… —Dijeron al unísono Angel y Cherry antes de salir corriendo fuera del hotel sin esperar el consentimiento de Charlie.

Vaggie invocó su lanza y de igual manera se preparó para salir.

—Vaggie, ¿qué haces? —Cuestionó Charlie al verla.

—Cherry y Angel tienen razón, no podemos permitir que una estúpida guerra en la que no tenemos nada que ver destruya nuestro hogar y, ya que Alastor no se encuentra aquí, mi deber es protegerte. —Dijo recordando las palabras de Alastor.

FLASHBACK.

Solo estoy velando por la seguridad de Charlotte. Si se llega a dar el caso en el que yo no esté cerca en una situación de peligro de Charlie, espero que tú lo estés y puedas demostrar con acciones lo mucho que Charlotte te importa.

FIN FLASHBACK.

—Además, Angel va desarmado, —Continuó la demonio polilla. —esos dos van a necesitar de ayuda. —Declaró antes de abandonar el hotel.

—Al hijo de puta se le ocurre desaparecer justo en esto momentos —Se quejó Husk para después aventar su botella de alcohol vacía hacia cualquier parte y dirigirse a la salida del hotel —Descuida, niña. Vamos a proteger este sitio hasta que tu padre o tu noviecito pongan fin a esto. —Aseguró el demonio felino antes de salir.

—Señorita Charlie, por favor, llame al señor Alastor —Suplicó Niffty. —Yo lo haría pero el señor Alastor me lo tiene prohibido desde que lo estuve llamando solo porque a veces no tenía con quien charlar. —Explicó.

—Yo… no sé cómo se hace… —Aceptó con vergüenza. —¡demonios! Debí insistirle más que usara un Hellphone… —Renegó.

—¿No le ha enseñado como llamarlo? ¿Entonces de qué cosas conversan ustedes dos? —Cuestionó sorprendida la pequeña cíclope. Charlie desvió la mirada y se sonrojó de manera exagerada. —Oh… —Soltó Niffty seguido de una sonrisa cómplice. —No es complicado en absoluto: solo diga que quiere hacer un trato con él. Debe decir: "Demonio Radio, ven. Necesito de tus favores." Es todo, él atenderá el llamado de inmediato, más cuando escuche que se trata de su voz.

—¿Es todo? ¿Así de sencillo? —Cuestionó un tanto decepcionada. —Tal vez por eso nunca me dijo cómo hacerlo, quizá a mí también me lo habría prohibido también… —dijo con una leve risa hasta que un nuevo estruendo la hizo recordar la situación en la que se encontraban. —De acuerdo. Lo haré. —Dijo con firmeza y se dirigió a la salida del hotel.

Afuera, pudo ver que el hotel no estaba corriendo gran peligro, solo algunos pequeños daños colaterales, porque la lucha se estaba llevando a cabo a varias cuadras del lugar.

Aun así… Pensó mientras observaba a sus amigos en estado de alerta, listos para defender el hotel.

—Demonio Radio, ven. Necesito de tus favores. —Dijo cerrando los ojos para concentrarse mejor.

Y, tal como Niffty lo había dicho, Alastor hizo acto de presencia casi al instante, apareciendo a un paso frente a la rubia.

—¡Alas… —Iba a saludar con alegría la princesa infernal, extendiendo sus brazos para poder abrazarlo, pero un estruendo hizo que todos dirigieran su vista hacia el lugar donde se había originado.

Charlie hizo una mueca de angustia, los demás de asombro, mientras que Alastor sonrió satisfecho al tiempo que chasqueaba sus dedos y todas las sombras que estaban trabajando en el hotel volvieron a él: Lucifer ya había hecho su aparición en el lugar de la batalla acompañado de sus 26 legiones.

—Señor Alastor, —llamó Niffty, Alastor dirigió su vista a ella. —Tiene que ir allá y terminar con los enfrentamientos antes de que el rey lo haga: si no lo hace de inmediato, el rey Lucifer podría tomar represalias contra usted y usted lo sabe. —Dijo angustiada.

—Comprendo pero, —volvió su vista hacia Charlie —Charlotte es quien me ha invocado, no puedo hacer nada hasta que ella me diga que es lo que quiere de mí… —Inclinó su cabeza hacia un lado de manera inocente. —Dime, Charlotte, ¿cómo puedo complacerte? —Cuestionó divertido.

—¡No hay tiempo para juegos, Al! —Regañó. —¡Solo ve y detén esto!

—¿A cambio? —Inquirió.

—¡Lo que quieras! —Alastor se irguió y ensanchó su sonrisa. —Pero, por favor, solo ve y detén este conflicto. —Pidió con premura.

—Tus deseos son órdenes. —Dijo haciendo una reverencia. —Adieu, Charlotte. —Se despidió depositando un beso en el dorso de la mano de la rubia y se irguió mostrando una sonrisa diferente a la habitual. Invocó su micrófono y con este abrió un portal por el cual desapareció.

Al instante apareció sobre la máquina principal de Sir Pentius.

Charlie se quedó un poco desconcertada por el comportamiento de Alastor pero no pudo pensar más en ello debido por la interrupción de Angel.

—Sé que el fresita proxeneta es un narcisista y todo pero, ¿no debería estar un poco más preocupado por toda esta mierda? —Cuestionó el demonio araña. —Todo comenzó en su territorio y eso seguro tu papi ya lo sabe. —Terminó de decir acercándose, junto con los demás integrantes del staff, hacia donde estaba Charlie para ver como Alastor ponía fin al conflicto.

—Alastor es inteligente, estoy segura que él ya sab…

Pero Charlie no pudo completar lo que iba a decir ya que, ante sus ojos pudo ver como Alastor daba la orden a todos los involucrados en la guerra territorial (su ejército, el ejército de Sir Pentius y el de Valentino) de atacar a las legiones de su padre al tiempo que él mismo enviaba un golpe de su energía demoniaca contra el monarca, quien, al tomarlo desprevenido, salió disparado varios metros alejándose del Demonio Radio.

Todos soltaron un jadeo por la impresión de lo que acababan de ver.

Acto seguido, Alastor tomó su forma demoniaca y comenzó a transmitir su mensaje modulando su voz como la de un locutor de radio:

¡Buenas noches, damas y caballeros! ¡Bienvenidos al fin de una era! Lamento las molestias causadas por la función previa, sin embargo, me es grato informarles que el espectáculo principal acaba de dar comienzo: ¡Todos ustedes serán testigos de un acto nunca antes visto y que difícilmente podrá ser replicado alguna vez! ¡Esta noche, el infierno tendrá un nuevo gobernante! ¡Esta noche, Lucifer Magne dejará el trono! ¡Esta noche, Alastor tendrá un nuevo traje! ¡Por favor, manténganse sintonizados!

Finalizó la transmisión y volvió a su aspecto normal.

—¿Qué mierdas acaba de decir? —Cuestionó incrédulo Husk.

—¿Se ha vuelto loco? —Dijo Vaggie.

—Señor Alastor…

—Charls, ¿qué mierda? —Exclamó Angel —¡¿Qué pretende tu venadito?! —Cuestionó Angel tomando a la rubia por los hombros.

—No… no lo sé Angel… no sé qué está pasando… —Respondió con expresión confusa.

—¿Estás segura que no sabe de tu asunto con el chico menta? —Siguió cuestionando Angel, sacudiendo con algo de violencia a la rubia.

Vaggie volteó su rostro hacia ambos apenas escuchó el cuestionamiento del demonio araña.

¿Charlie y Seviathan? Se cuestionó mentalmente la demonio polilla.

—No… no… —Negó débilmente mientras bajaba la mirada con gesto pensativo. —Eso no es posible… —Fijó su vista de nueva cuenta hacia donde se encontraba Alastor y pudo ver que su padre ya había desplegado sus alas y se dirigía a toda velocidad a golpear a puño limpio al Demonio Radio. —¡No! ¡Alastor! —Se soltó del agarre de Angel y salió corriendo a prisa rumbo al lugar de la batalla.

Los demás salieron corriendo tras ella y Alastor, desde donde se encontraba, pudo ver a las siluetas (encabezadas por Charlie) de los integrantes del Hazbin Hotel correr en su dirección, sonrió con satisfacción antes de recibir de lleno el puñetazo por parte de Lucifer.