Después de haber vuelto al hotel luego del incidente en Villa Caníbal, Charlie había decidido mudarse de manera permanente a la habitación del Demonio Radio para, en la suya, estudiar y aprender a controlar sus propios poderes.

Esa era la segunda razón porque la primera, obviamente, era porque amaba pasar las noches entre los brazos de Alastor. No se trataba solo del sexo, había ocasiones en las que solo charlaban sobre su día en el hotel o ella le contaba historias de su infancia: sobre los buenos padres que habían sido Lucifer y Lilith y que su padre había sido, en definitiva, su mejor amigo durante su niñez pues, aunque en general ella fue una niña bien portada, cuando hacía travesuras, Lucifer la defendía del enojo de Lilith o incluso a veces, era su padre quien le daba las ideas para sus travesuras.

Alastor no tenía mucho qué contar y, no era porque él no quisiera, era porque, según sus propias palabras, con cada nuevo ciclo que pasaba en el infierno, menos recuerdos de su tiempo en la Tierra tenía. Eso le parecía extraño a ambos pues todos los pecadores mantenían sus recuerdos intactos, más que nada para, de alguna manera, atormentarlos por todas las malas acciones y/o decisiones tomadas en vida y por las cuales habían llegado condenados a pasar una eternidad ahí.

Los vagos recuerdos de Alastor eran, irónicamente, de su infancia: a Charlie le gustaba escuchar alguna nueva historia del pequeño Alastor, le gustaba ver como en su rostro se instalaba una expresión dulce y sus ojos se perdían en el infinito mientras recordaba.

Alastor adoraba a su madre, de eso no le cabía la menor duda y, la madre de Alastor, de acuerdo a lo que el Demonio Radio le decía, había sido una madre maravillosa, muy amorosa. Alastor podía ser considerado "un niño de mamá".

FLASBACK.

Tu madre debió haber sufrido mucho con tu muerte. —Le había dicho una noche luego de haber escuchado otra historia de Alastor y su madre antes de dormir.

Mi madre ya había muerto para ese entonces… —Aclaró en un susurro.

Lo siento…

Supongo… que yo sufrí mucho cuando ella murió…

¿Tampoco lo recuerdas? —Alastor negó con un movimiento de su cabeza.

Como ya te lo había mencionado, querida, hay muchas lagunas en mis recuerdos. El último recuerdo que tengo de mi madre es de una mañana cuando me despedí de ella para ir a la cosecha de caña. Tenía 16 años. Mi siguiente recuerdo es estar trabajando cargando cajas en el mercado del barrio francés, en ese entonces ya tenía 18 años y mi madre ya había muerto.

¿Cuándo fue que iniciaste como locutor de radio?

No… no lo sé… no lo recuerdo… —Dijo apretando los dientes con frustración.

Fue en ese momento que Charlie se aferró más al cuerpo de su novio y depositó un beso en su mejilla.

No te agobies, Al.

Es… un poco frustrante… —Se sinceró. —Solo quisiera poder recordar un poco más a mi madre y un poco más de mí antes de… de ser la clase de persona en la que me convertí… —Dijo mirando su garra derecha mientras en su mente pasaban flashes de esa misma mano pero siendo humano, sosteniendo un cuchillo ensangrentado al igual que su piel. —No entiendo cómo pasó, me gustaría saber en qué momento comencé a tomarle gusto a arrebatar vidas… —Decía angustiado.

Si bien hacía tiempo que se había aceptado tal cual era, le era imposible no señalar el hecho que sentía que no había tenido pleno control en su vida. Todos a quienes conocía tenían total conciencia de en qué momento habían comenzado a condenarse al infierno, a tener deseos de actuar mal, de hacer daño… ¿Por qué él no? ¿Por qué él tenía que conformarse con fragmentos que no corresponden a lo que es en el presente?

Charlie, al notar que Alastor de nueva cuenta se había perdido (seguramente tratando de desbloquear los recuerdos de su mente), se montó a ahorcajadas sobre la cadera de su novio y comenzó a besarlo primero de manera suave y poco a poco con mayor pasión con la obvia intención de excitar al varón.

Charlotte… —Susurró con voz ronca el demonio carmesí cuando la rubia rompió el beso.

¿Y… —comenzó a hablar con voz insinuante — si en lugar de pensar en tu gusto por arrebatar vidas, comienzas a pensar en darla? —dijo mientras llevaba una de sus manos al borde del pantalón del pijama de su novio y la introducía para comenzar a estimular el miembro masculino.

Alastor se mordió los labios por el placer que los certeros toques de su novia provocaban en él y, sin poder reprimirlo, soltó un jadeo que fue música para los oídos de la rubia.

Sabes que eso no es posible… —dijo con escaso aliento.

Charlie apenas sintió que estaba listo, liberó el miembro de Alastor de su prisión de tela para acto seguido mover su ropa interior hacia un lado y hundirlo en ella sacando un gemido gustoso de ambos antes de comenzar a moverse de manera rítmica.

¿No lo es? ¿Estás seguro? —Cuestionó siguiendo con su labor mientras veía el rostro inundado de placer de su novio y sentía como las manos de este se paseaban por toda la parte trasera de su cuerpo.

A Alastor le encantaba cuando Charlie tomaba el control, le encantaba verla en esa faceta dominante y segura de ella, que ella decidiera cómo y cuándo hacer las cosas. Pero, sobre todo, le encantaba ver ese rostro angelical con expresiones lascivas cuando lo hacía.

En toda la historia del infierno, nunca un alma humana ha podido concebir un hijo —explicaba en medio de su placer —no importa si se involucra con otro humano, un demonio original, un Imp o incluso un perro del infierno…

Pero, se trata de nosotros, Al —dio aumentando el ritmo de su vaivén —mi destino es traer un heredero y tú eres el demonio humano más poderoso que he conocido…

Agradezco tu cumplido querida, pero…

¿No te gustaría ser padre? —Interrumpió aumentando el ritmo de sus empales.

Charlotte…

¿No te gustaría que yo trajera al mundo a tu hijo? Un ser mitad tú y mitad yo… —Dijo sin aliento antes de detener su movimiento para poder ver a los ojos a Alastor. —Quiero hijos contigo, Al… —Declaró con seriedad.

My dear… —Llevó sus manos a las mejillas encendidas de la rubia. —Ambos sabemos que no es cuestión de querer…

Para mí sí lo es, Al. —Dijo antes de inclinarse para abrazarlo llevando su rostro al pecho del varón. —No estoy segura si quiero ser madre justo ahora, pero lo que sí tengo claro es que quiero pasar la eternidad contigo y que en algún momento quiero que formemos una familia…

Quizá… quizá yo podría…

¿Hacer lo mismo que mi padre hizo con Razzle y Dazzle? —Dijo adivinando lo que Alastor estaba pensando. —¿Darle vida a unos muñecos? —Se irguió de nuevo, Alastor asintió un poco mientras desviaba la mirada. Se notaba que la idea tampoco lo convencía del todo. —Tú tampoco quieres eso… —Tomó las manos de Alastor y las llevó a su vientre. —No puedo siquiera imaginar lo que se sentirá llevar otra vida aquí adentro pero, me gustaría descubrirlo gracias a ti.

Alastor despegó su vista del rostro de su princesa y las llevó hasta donde sus manos estaban posadas. Tampoco recordaba si en su tiempo en la Tierra en algún momento contempló la idea de ser padre, podría que ser sí: había un pequeño recordatorio que seguía presente en su existencia hasta ese momento.

Tener un hijo propio, un ser nacido de él…

Siendo sincero, incluso si no hubiera sabido que para los pecadores era imposible concebir, desde su llegada al infierno, nunca había pensado en ser padre.

Pero en ese momento, sintiendo la cálida piel del vientre de Charlie bajo sus manos, no pudo evitar imaginar estar ante un vientre abultado…

Abultado por la presencia de su hijo.

Le fue imposible evitar imaginar a un pequeño ser tan rubio como su madre y con sus características orejas de ciervo.

Un ser mitad ella y mitad yo. Pensó.

La idea no le resultaba mala, en absoluto, de hecho, se sintió extrañamente emocionado al imaginar a ese pequeño.

Será un ser hermoso… perfecto… Como tú, Charlie… —Dijo con una sonrisa dulce sin mover su vista del lugar.

Charlie se emocionó hasta las lágrimas por lo dicho por Alastor, se abalanzó para poder besarlo y continuar lo que habían dejado inconcluso. No tuvieron mucho cuidado en ser discretos con lo que estaba pasando en esa habitación y Alastor no tenía planeado hacer otra breve interrupción para hacer uso de su magia y evitar que los sonidos de su encuentro apasionado salieran de ahí.

No eran tan ingenuos como para creer que de esa noche iba a resultar un nuevo ser: ¿un milagro en el infierno? ¡Por favor! Pero, sentirse emocionados con la sola idea de estar de acuerdo en querer que ocurriera a futuro, era algo que ninguno se iba a privar.

Al terminar, Charlie, como de costumbre, se aferró al cuerpo de Alastor mientras descansaba su cabeza en el pecho del mismo.

Me gustaría que el primero fuera un varón y que sea idéntico a ti: que tenga tus ojos, tu sonrisa, tus orejas y por supuesto, esa adorable colita de ciervo… —Decía mientras acariciaba con delicadeza las partes de su novio que deseaba que su futuro hijo heredara. Alastor rodó los ojos al escuchar lo último, aunque debía admitir que la idea de un infante con esa característica era por demás adorable.

Yo solo espero que, ya sea varón o una damita, hereden esas adorables mejillas tuyas, querida. —Dijo antes de dar una ligera mordida a una de las mejillas de la rubia.

Tal vez no sea en un futuro cercano, Al, pero te juro que encontraré la manera de tener a nuestros hijos.

Encontraremos, querida. —Tomó una de las manos de la rubia. —Estamos juntos en esto. —Aseguró antes de besarla.

Lo sé.

FIN FLASHBACK.

Después de esa noche, la princesa infernal había comenzado a estudiar con una sola idea en mente: tenía que encontrar la manera de poder volver a Alastor un demonio original, un demonio con el que pudiera procrear y traer al próximo heredero al infierno, ya había pensado en ello antes pero, desde que escuchó la conversación de Alastor con Rosie diciendo que encontraría un lugar para ellos dos fuera del alcance de Lucifer, supo que ella tenía que hacer algo.

No era justo que Alastor cargara con toda la responsabilidad.

Si lograba poder traer un hijo al mundo, el hecho que fuera de Alastor no tendría importancia para su padre. El único motivo por el que la quería casar con Seviathan era por el simple hecho de tener que concebir pero, si lograba que Alastor pudiera embarazarla, ellos ya no tendrían por qué esconderse de Lucifer y al ser el padre del heredero, Alastor, por derecho, tendría que ser reconocido como su consorte.

Sí, era consiente que la idea era bastante complicada y fantasiosa pero, tenía que intentarlo.

Por Alastor.

Él ya le había demostrado que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para estar con ella por lo que ella tenía que corresponder.

Así que, con ayuda de Razzle y Dazzle quienes iban y venían todos los días con libros y más libros de la biblioteca del castillo Magne, había estado recopilando información sobre ella misma. A simple vista no había mucho que decir, pero releyendo encontró cosas que en un principio no lograba comprender.

Por ejemplo: parecía que muchas partes del texto había sido borrado de manera intencional. Aun así, lograba distinguir las palabras como "heraldo", "heredero" y "destino" que se repetían con frecuencia a través de las páginas, del mismo modo que pudo ver en otra página unos símbolos que eran colocados en triangulación, apuntando hacia abajo, en la que los símbolos 🜍 y están en la parte superior, mientras que el símbolo 🜔 como punta inferior.

¿Qué tienen que ver esos símbolos conmigo? Se cuestionó la primera vez que se topó con ellos.

Así pasaron varias tardes en las que, aprovechando que Alastor se encerraba para trabajar en la oficina para poner al corriente toda la documentación del hotel, Charlie leía lo que podía de cada libro y tomaba notas en un cuaderno para tratar de hilar las ideas y formar una sola historia. Parecía que habían hecho eso de borrar páginas enteras con el fin de despistar a algún curioso pero, ¿por qué? Los libros se encontraban en la biblioteca del castillo, se trataba de la historia de su familia, de ella misma, necesitaba tener esos conocimientos base. Cada vez se preguntaba por qué sus padres nunca le hablaron de ello aunque también pensaba que tal vez ella le estaba dando más importancia de la que debía.

Por unos días se rindió con la historia de su origen y concentró en la magia en sí por lo que tomó un libro de hechizos básicos. Se dio un facepalm, pues el libro que había tomado era uno de alquimia (que es el antecesor de lo que actualmente se conoce como química) y las primeras lecciones se trataban de la importancia de conocer los elementos y sus símbolos, pensó en dar una hojeada rápida cuando encontró la tabla de los símbolos y, para su mayor sorpresa, se encontró con los mismos símbolos que se encontraban en uno de los primeros libros que había estado tratando de descifrar antes.

—Dazzle —llamó a uno de sus ayudantes, el cual, se encontraba sacudiendo una de las pilas de libros que tenía en su habitación —por favor, acércame mi cuaderno.

El ayudante obedeció y ella encontró la página donde los había dibujado.

—Así que… alquimia… —concluyó un tanto feliz por haber comenzado a resolver ese primer misterio de ella misma.

Comenzó a leer:

En alquimia, azufre (🜍), mercurio ( ) y sal (🜔) son los tres elementos esenciales de la naturaleza. El azufre representa el elemento combustible, el mercurio el elemento cambiante y la sal el elemento permanente.

🜍 Azufre (Sulfur): Es espiritualmente el alma humana. Alquímicamente tiene las cualidades de lo masculino: caliente y seco. Es el principio masculino: el rey, el yang del taoísmo.

¿Yang? ¿Del Yin-Yang? Se cuestionó curiosa.

Mercurio (Mercury): Se identifica con el alma. Atañe a lo femenino: a lo pasivo, a la reina, el yin del taoísmo. La madre que procrea junto al padre, el azufre. Se le atribuye la función de conectar la materia (la sal), con el espíritu, encarnado por el azufre.

¿La madre que procrea junto al padre? ¿Qué quiere decir eso?

🜔 Sal (Salt): Se identifica con el cuerpo, lo sólido, la materia en el sentido propio.

—No estoy entendiendo nada… no sé qué tiene que ver esto con mi familia, conmigo. —Dijo mirando hacía sus cabritas, estas solo la miraron afligidas por no poder ayudarla.

Dejó sus notas de lado y continuó con la práctica de su magia. Ya dominaba poder cambiar su atuendo con tan solo un chasquido de sus dedos, comenzó a practicar magia elemental, comenzando por la piroquinesis, solo porque era uno de los primeros trucos que hizo Alastor el día que llegó al hotel.

Había comenzado con una pequeña brasa en la palma de su mano que se extinguía casi al mismo tiempo que iniciaba. Poco a poco esa pequeña brasa fue una flama pequeña que con cada intento se volvía más grande y más estable. Sus tardes de estudio le estaban dando frutos.

Una de sus tardes de estudio tuvo que ser interrumpida cuando tuvo que cumplir con su palabra dada a Seviathan para ir a cenar con él y tocar el tema de su patrocinio al taller de arte de Octavia en el Hazbin Hotel.

Alastor no estaba cómodo con eso (por razones obvias), pero tampoco le pidió que cancelara su compromiso, estaba claro que para Alastor la palabra tenía mucho peso y ella había dado la suya. Aun así, él todo el tiempo estuvo pendiente de todo lo que estuviera ocurriendo entre ella y su ex novio, además de gastarle unas cuantas bromas al demonio glauco para ridiculizarlo frente a ella. No se sintió incómoda o molesta por lo que Alastor estaba haciendo, lo sentía como su propia venganza por lo que su ex novio le había hecho hace años.

Aun con todas las interrupciones, logró llegar a un acuerdo con su ex prometido, aunque saltaba a la vista que este estaba bastante molesto al retirarse. Al regresar al hotel, Charlie fue "victima" de uno de los arranques de celos de Alastor que consistían besarla, abrazarla y no soltarla (mucho menos dejarla de salir de la habitación compartida) hasta dejarle claro que ella era su chica y de nadie más.

Ahora que el acuerdo con Seviathan estaba hecho, Octavia iba a comenzar a hacer acto de presencia en el hotel diariamente, cosa que Charlie admitía que le incomodaba por lo que Alastor, siendo el caballero que era, dejó las cosas claras a la princesa Goetia.

Eso era parte de un acuerdo entre ellos: no se ocultarían nada y se dirían abiertamente cosas que los molestaran. Después de los malos entendidos que los llevaron al incidente de la Villa, ninguno quería que algo así se repitiera.

Y eso estaba funcionando a la perfección, Charlie no sentía tantos celos al saber que había ocasiones en las que Alastor conversaba con Octavia, muchas veces era él quien se lo decía. Pocas veces ellos tocaban temas personales, casi siempre eran conceptos de arte, técnicas, materiales... Alastor estaba en verdad interesado en ello, y debía admitir que Octavia era una gran artista así que, aunque sentía un poco de celos de saber que Alastor y ella tuvieran ese interés en común, no dejaba que estos la cegaran, después de todo, ellos compartían la música, el canto, el baile…

Además, sus celos eran la excusa perfecta para "alocarse un poco" durante la noche y dejar algunas marcas de propiedad esparcidas en el cuerpo del Demonio Radio.

Todo parecía ir bien para los dos y para el hotel en general, los demonios en busca de redención seguían llegando y ella estaba aprendiendo a manejar su magia cada vez mejor, aunque no era comparable a nivel que maneja Alastor, sus padres o el propio Seviathan, pero, era suficiente para ella poder defenderse mejor.

Una tarde estaba retomando la lectura de la historia de su familia de nueva cuenta cuando su padre apareció en medio de su habitación, de inmediato desapareció el cuaderno en donde había estado tomando notas y cerró el libro que estaba leyendo.

—Papá… —Saludó con sorpresa.

Lucifer echó un vistazo a la habitación de su hija, estaba hecha un desastre con todos esos libros apilados sobre el escritorio, su tocador, repartido sobre la cama y otros más por todo el piso.

—No me gustan los rodeos así que iré directo al grano: ¿qué tipo de relación tienes con el Demonio Radio? —Cuestionó Lucifer viendo con severidad a su hija.

Charlie abrió un poco la boca, incapaz de decir algo pues la pregunta de su padre la había tomado desprevenida.

—¿Cómo qué tipo de relación? Alastor es mi socio… —Dijo con una sonrisa nerviosa.

Lucifer soltó un poco de aire.

No le estaba molestando que su hija mintiera, después de todo estaban en el infierno, lo que lo tenía molesto era el hecho que él había sospechado algo desde hacía tiempo y no indagó más. Tuvo que enterarse por la molestia de Seviathan que estaba haciendo berrinche porque su "princesa prometida" estaba revolcándose con un simple pecador.

No podía decir que él estaba feliz con eso pero Lilith había intercedido por su hija apelando a que Alastor había sido el varón que despertó los instintos súcubos de Charlotte y que ese deseo de ella por el varón era algo casi incontrolable, en especial para una inexperta como ella, así que comprendía medianamente la situación y le había prometido a su esposa que haría lo posible por no armar un escándalo ni ser demasiado duro con su hija.

Manzanita… —Dijo en un tono de voz amenazante. —estoy dándote la oportunidad de contarme tu versión de los hechos. No me obligues a ir con el Demonio Radio y sacarle la verdad antes de borrar su existencia para siempre. —Advirtió con una sonrisa sádica. —Así que, te lo preguntaré una vez más: ¿Qué tipo de relación tienes con el ciervo?

Charlie pocas veces había visto a su padre molesto con ella. La última vez había sido cuando abandonó el castillo Magne para iniciar su proyecto del hotel. Nunca le había gustado verlo así y para nada estaba acostumbrada a ello.

Pero, por su bien y sobre todo, por el bien de Alastor, tenía que calmarse: una buena mentira siempre tenía una parte de verdad para poder sustentarse. Eso era algo que su mismo padre le había enseñado cuando era pequeña para poder salvarla de los castigos que seguramente iba a recibir por parte de Lilith cuando una travesura (sugerida por él) se salía de control.

—Tengo sexo con él. —Admitió desviando la mirada. Lucifer apretó los dientes.

—¿Desde cuándo? —Cuestionó tratando de contener su enojo.

—Poco después del inicio del nuevo ciclo…

—Son más de seis meses… ¿hasta cuándo piensas seguir con eso? ¿O debo creer lo que Seviathan fue a lloriquear al castillo?

Seviathan… Pensó con fastidio la rubia.

—¿Qué dijo el imbécil de Seviathan? —Cuestionó con una sonrisa cínica.

—Él dice que has rechazado sus intentos de retomar su relación por Alastor. Porque estás enamorada de Alastor —Enfatizó. —y que este se toma muchas libertades contigo…

Charlie comenzó a reír a carcajadas, su padre no cambió su expresión.

—Es un maldito llorón… —Dijo entre risas. —Me alegra saber que su indignación haya llegado al punto que tuvo que ir a "echarme de cabeza" con ustedes. —Sonrió con satisfacción.

—¿Tu relación con el ciervo es para molestar a Von Eldritch?

—Seviathan no se merece esa molestia… —Descartó. —El que ahora esté rabiando porque me estoy divirtiendo con Alastor como él lo ha hecho desde siempre con las empleadas de Valentino ha sido solo un plus.

—¿"Plus"? —Elevó una ceja, intrigado.

—Mi "relación" con Alastor ha sido mucho más fructífera de lo que pude haber imaginado cuando comencé a sentirme atraída por él…

—Explícate.

—No hay mucho que decir… Alastor no significa nada para mí, papá. Solo se trata del hotel. —Confesó la rubia.

—¿Del hotel? —Cuestionó incrédulo Lucifer.

Una buena mentira tiene algo de verdad. Se recordó la rubia.

—Tú no parabas de decir que mi idea era una tontería y aunque yo sabía que era posible, también sabía que necesitaba de un poder similar al tuyo para poder lograrlo. —Dijo con seriedad. —No voy a mentirte diciendo que ya tenía contemplado que Alastor llegara, nunca imaginé que eso ocurriría, hasta sentí temor al verlo en la puerta del hotel por primera vez pero, cuando dijo que quería ayudar solo para verme fallar, me propuse sacar provecho de todo lo que él pudiera ofrecer.

Yo no esperaba que mis instintos despertaran por su causa, me creía enamorada de Vaggie, sabes que siempre he sido sentimental y cuando comencé a sentirme atraída por él, no sabía qué hacer, por eso recurrí a mamá. Omitiré los detalles que seguro no quieres escuchar, papá, solo puedo decirte que es como si las cosas se hubieran puesto a mi favor pues gracias a ese acercamiento pude ver que podía sacar mucho más provecho de la presencia de Alastor en el hotel, que por primera vez en mi vida podía hacerte tragar tus palabras ya que él cree que está enamorado de mí.

—Así como cree que tú estás enamorada de él… —Inquirió el monarca.

—Alastor es un hombre peculiar, —dijo Charlie con una sonrisa desdeñosa —si le decía que solo sentía una atracción carnal por él, tal vez no hubiera podido llegar tan lejos con él... Bueno, no de manera sencilla y no de la manera que yo necesitaba. —Continuaba narrando la rubia a su padre. —Es por eso que no solamente tenía que hacerle creer que tengo sentimientos románticos hacia él, sino que tenía que convencer a todos en el hotel: tuve que presentar la historia de la "niña buena que se enamora el chico malo." Como ya te lo dije, papá, Alastor no significa nada para mí. No podría. —Aseguró con expresión triste. —Te resultará difícil de creer (al igual que incomodo de escuchar) pero, aun cuando mi cuerpo anhela el suyo, lo aborrezco del mismo modo que aborrezco los exterminios. —Aseguró con firmeza, sintiéndose culpable por todas las cosas que estaba diciendo a espaldas de su querido Alastor. —Puede que esa ilusión de estar enamorado de mí —continuó —haya hecho que sea menos sádico. Tengo que reconocer que se empeña mucho en tener al hotel funcionando pero, eso no borra todo lo que ha hecho desde que llegó al infierno: nunca podré olvidar el caos y sufrimiento que provocó a su llegada. —Culminó con semblante serio y apretando los puños con fuerza.

Daba la impresión de estar conteniendo la ira al recordar lo que provocó la llegada de Alastor al infierno, cuando en realidad, solo estaba tratando de controlar sus nervios y ganas de confesarle a su padre que ella estaba perdidamente enamorada del Demonio Radio.

—Así que, solo lo estás utilizando para tu beneficio… —Concluyó Lucifer viendo con orgullo a su hija.

—En resumen, así es. —Respondió encogiéndose de hombros como restándole importancia y dando la imagen de una adolescente malcriada.

—¿Y cómo te lo quitarás de encima? —Cuestionó Lucifer elevando una ceja y cruzándose de brazos. —Dices que el pobre iluso está muy enamorado de ti.

—Confío en que tú puedas ayudarme con eso, papá. —Respondió Charlie con una sonrisa perversa. —Pero, por ahora, te pido por favor que no te entrometas en esto. Son mis asuntos, no tuyos. —Pidió con firmeza.

—¿Me estás pidiendo que no moleste a tu juguetito?

—Precisamente, papá. Alastor es un juguete muy valioso para mí en muchos sentidos y no deseo que intervengas.

Alastor es poderoso pero, sé que no podrá contra ti y yo sigo siendo débil… No debo darte la mínima oportunidad para que puedas lastimarlo y si la única manera de lograrlo es que Alastor quede como un completo idiota para ti… Al tendrá que perdonarme por estas horribles cosas que he dicho sobre él…

—No lo pongo en duda, basta con ver que este lugar ha venido funcionando bien gracias a sus acertadas intervenciones, solo que, manzanita, no tardes demasiado en poner fin a este jueguito tuyo con el siervo…

—No veo cuál sea la prisa y, si lo dices por Seviathan, seré clara, papá: Yo no volveré con él, nunca. —Sentenció de manera contundente.

—Comprendo que tengas cierto recelo hacia Von Eldritch pero, tu madre y yo pensamos que quizá ya es tiempo…

—No. —Interrumpió. —No papá. No es "cierto recelo" hacia Seviathan. Es que yo no estoy dispuesta a unir mi existencia a la de él y mucho menos concebir un hijo suyo.

—Tienes que traer un heredero.

—Pero no tiene que ser precisamente de él.

—¿Ah no? Entonces, ¿de quién, manzanita? Tu juguetito no puede "darte ese plus". ¿Aceptarás desposar, por ejemplo, a Belcebú?

—No tengo porqué decidir eso ahora. —Respondió desviando la mirada.

Ella ya había decidido con quien quería pasar el resto de su existencia y ese no era otro más que Alastor.

—Ahora o en diez años, da lo mismo, manzanita. Seviathan es el varón más joven entre todos los demonios originales, es atractivo según lo dicho por Lilith y por ti misma. Si bien sé que no se portó bien contigo hace años, Von Eldritch ha hablado seriamente con nosotros y nos ha externado, de manera vehemente, su deseo en formalizar su relación contigo y desposarte lo antes posible.

—Pues se quedará con las ganas. —Aseveró volviendo su mirada hacia su padre. —Ni ahora, ni en cien, ni en mil años más voy a casarme con él.

—¿Estás segura? —Cuestionó Lucifer con burla.

—Absolutamente.

—De acuerdo, —Dijo elevando las manos en señal de rendición sin quitar su sonrisa burlona. —dejaré el tema… por el momento.

—¿Harás algo en contra de Alastor? —Cuestionó con seriedad, cruzando los brazos y viendo a los ojos a su padre.

—¿Acaso no acabas de pedirme que lo deje en paz? —Pellizcó una mejilla de su hija, Charlie soltó un suspiro de alivio pero Lucifer no lo notó. —Además, tengo curiosidad por ver hasta dónde puede llegar el Demonio Radio por amor a ti. Sorpréndeme, manzanita. —Soltó la mejilla de su hija y luego tocó la punta de su nariz. —En fin, me quedo tranquilo sabiendo ahora de tu pequeña travesura hacia el siervo. Me retiro, veo que estás bastante ocupada… ¿estudiando? —Dijo alzando una ceja viendo todos los libros en la habitación. —Hizo un ademán con su mano y atrajo un libro hasta él, miró la portada y luego a su hija. —Son los libros de la biblioteca del castillo, ¿A qué se debe este repentino interés?

—Algún día seré la reina del infierno, ¿no? No puedo ser ignorante a la historia de mi reino, ni de mi linaje. Además, también estoy aprendiendo a usar de manera eficaz mi magia.

—Vaya, eso me toma por sorpresa. —Mandó el libro de vuelta al lugar donde se encontraba originalmente. —¿Haz descubierto algo interesante?

—Lo más interesante que he encontrado es que hay muchas cosas sobre mí que parece que no quieren que se sepa. ¿Por qué, papá?

—Son cosas que debes descubrir por ti misma, Charlotte. Descuida, no es nada de lo que debas preocuparte. —Dijo Lucifer acariciando paternalmente una mejilla de su hija.

—Si no es algo de lo que deba preocuparme, ¿por qué no me lo dices ahora?

—¿Y privarte de todos los conocimientos que puedes adquirir mientras buscas respuestas?

Charlie lo miró no muy convencida de lo que acababa de escuchar, Lucifer solo le guiño un ojo de manera cómplice.

—Ve al castillo a visitar a tu madre. Se aburre mucho cuando me ausento por mis visitas al plano terrenal.

—Lo haré, papá.

—No pierdas el control del juego con Alastor… y tampoco lo hagas tan del conocimiento público. No me gustaría escuchar chismes e insinuaciones fuera de lugar, sobretodo, no quiero problemas con los Von Eldritch. —Pidió el monarca antes de desaparecer de la habitación de la rubia.

Apenas Lucifer abandonó el lugar, Charlie soltó un sonoro suspiro de alivio. No sabía cuánto tiempo más podría sostener la mentira y proteger la integridad de Alastor sin echarse de cabeza.

Daba gracias al infierno que Alastor estuviera ocupado en la oficina. No sabía que hubiera pasado si su padre los hubiese confrontado a ambos.

Miró la hora en su Hellphone y ya casi era momento en el que Alastor subía a la habitación y pasaban unos momentos a solas antes de bajar a cenar con sus compañeros. Por lo que respiró profundo y salió de su antigua habitación para entrar a la habitación que compartía con el Demonio Radio.

Se recostó en la cama y esperó. Pasados unos minutos, volvió a revisar la hora en su Hellphone y ya era mucho más tarde que de costumbre. Quizá Alastor había tenido problemas con algún documento.

Tocaron a la puerta.

—Señor Alastor, señorita Charlie. La cena ya está servida. —Se escuchó la voz de Niffty al otro lado de la puerta.

Con un ademán la rubia abrió la puerta.

—Oh, buenas noches señorita Charlie.

—¿Alastor subió? —Cuestionó con extrañeza.

—Sí, hace ya un buen rato.

—No lo he visto…

—Tal vez me equivoqué… Puede que el señor que Alastor esté en los jardines, vi a su sombra y la de usted revoloteando por ahí. Iré a buscarlo.

Niffty salió a prisa mientras Charlie salió de la habitación para bajar al comedor. Ahí ya se encontraba el resto del staff quienes solo estaban esperando a las cabecillas del hotel para comenzar a comer. Niffty regresó acompañada por las sombras.

—El señor Alastor no está en los jardines. —Anunció Niffty.

—Umbra, ¿Tú sabes a donde fue Al? —Cuestionó la rubia.

La sombra negó con una expresión confundida. También le era extraño que su amo no la hubiese llamado para salir.

—¿Quieres que lo esperemos, Charlie? —Cuestionó la pequeña cíclope.

—No… no hace falta… Podemos comenzar a cenar pero, guarda el plato de Al. Lo subiré a la habitación para que pueda cenar cuando regrese.

La cena transcurrió con normalidad, aunque Charlie estaba inquieta por la repentina ausencia del Demonio Radio.

¿Y si mi padre… No… no, no… Mi padre me dio su palabra, él no haría eso… Pensaba.

Al terminar la cena y luego de esperar que Niffty preparara la charola de comida de Alastor, subió a la habitación. Dejó la charola en el escritorio y cambió su uniforme de diario por un pijama. Se recostó y tomó su Hellphone para poder entretenerse mientras esperaba el regreso de Alastor, pero los minutos pronto se volvieron una hora, después dos.

Poco a poco la idea de su padre faltando a su palabra se arraigaba con mayor fuerza en su mente, comenzó a buscar noticias, algún incidente, enfrentamiento, algún avistamiento de Alastor… pero no había nada.

Si no había noticias, eran buenas noticias, ¿no? Seguro Alastor estaba bien, solo le inquietaba un poco que se hubiera ido del hotel sin avisar y sin llevar a Umbra con él. Quizá se estaba preocupando demasiado pero, no podía evitarlo. Lo quiere.

Estuvo unos minutos viendo videos de cachorros y demás animales adorables en lo que esperaba que Alastor volviera, pero desde que había comenzado a practicar su magia terminaba sus días bastante cansada y sin su mayor motivación para mantenerse despierta, poco a poco se fue quedando dormida.

No supo cuánto tiempo había pasado, pero sintió la presencia de Alastor aparecer en la habitación. Abrió un poco los ojos, quería saludarlo, recibirlo con un beso y abrazo, pero su cuerpo se negó a reaccionar de mejor forma.

Por lo menos ya podía estar tranquila de saber que Alastor estaba sano y salvo. Él entró en la cama y al poco tiempo ella se aferró a él, respiró profundo, aspiró su aroma y se dejó caer en profundo sueño. Tenía algunas preguntas que hacerle y otras cosas más que contarle, pero sería en la mañana, por ese momento solo quería disfrutar de su presencia, de su calor, de su aroma. Solo quería estar con él.

A la mañana siguiente, ella despertó cuando él se disponía a salir de la cama.

— ¿Alastor? —Llamó soñolienta.

—¿Sí, querida? —Respondió él sin voltear a verla.

—¿A dónde fuiste anoche? No nos acompañaste a cenar y ni siquiera llevaste a Umbra contigo, estaba muy preocupada… —Cuestionó mientras limpiaba sus ojos y soltaba un leve bostezo.

—Tuve que ir a la Villa a resolver un asunto que no podía dejar para después. —Respondió tranquilo.

—Oh… —Respondió.

No le parecía extraño que tuviera cosas que hacer en la Villa después de lo ocurrido con ella.

Alastor se mantuvo en silencio, parecía que estuviera esperando a que ella hablara. ¿Quizá él ya se había enterado de la visita de Lucifer?

—Vino mi papá ayer. —Soltó la chica, él esta vez sí giró su rostro para verla. Charlie de inmediato se arrepintió de haberlo dicho, no había pensado bien cómo tocar ese tema con él, no estaba segura si era buena idea decirle toda la charla o solo parte de ella.

—No fue una visita anunciada, ¿o sí? —Cuestionó curioso.

—No, llegó de sorpresa cuando yo estaba en mi antigua habitación. —Respondió desviando la mirada. Aun no tomaba una decisión.

—Imagino que te dio mucho gusto verlo, ¿no, dulzura? —Volvió a cuestionar regresando su vista al frente.

—En un principio sí pero, después me dijo algunas cosas que me dejaron inquieta. —Contó mientras buscaba abrazarlo y acomodar su cabeza en su pecho. Escuchó el corazón de Alastor latir, parecía estar algo nervioso, no estaba tranquilo como de costumbre. Tal vez… tal vez estaba anticipándose a lo que ella tenía que decirle. —Pero, después de consultarlo con la almohada, llegué a la conclusión que no era para tanto… —Concluyó para después depositar un casto beso en la piel del varón.

—¿Puedo saber que cosas te dijo? —Cuestionó, ignorando la muestra de cariño de la rubia.

—Él y mi madre creen que ya es momento que me case. —Alastor frunció el ceño al escuchar eso. —No solo eso, parece que Seviathan ha recurrido a ellos para presionarme a aceptarlo de vuelta… —Narró angustiada. —¿No dices nada? —Cuestionó ante el silencio de su novio.

—¿Qué puedo decir, querida? Eso es algo que tarde o temprano pasaría… —Respondió con voz calma.

—Sí pero…

—Como dijiste: —Interrumpió llevando su dedo índice a los labios de la chica y giraba su rostro para poder verla—no tiene caso que nos preocupemos por ello. —Le dijo con expresión afable. —No es para tanto, después de todo, yo sé que tú al que quieres es a mí, del mismo modo que tú sabes que no hay manera en la que yo pueda renunciar a ti. —Aseguró con una gran sonrisa antes de depositar un beso en la frente de su novia. Charlie se ruborizó por la respuesta dada por el demonio carmesí. —¿Alguna otra cosa que te inquiete, querida?

—Al, yo…

Estaba conmovida por lo que Alastor le acababa de decir, no cabía duda que él la ama tanto como ella lo ama a él. ¿Y si le decía lo que le había dicho a su padre?

—¿Tú…? —Instó a continuar.

—No es nada… no tiene importancia. —Dijo con una sonrisa triste. Ya le había causado muchos problemas.

Ella encontrará la manera de mantenerlo a salvo de las garras de su padre sin hacerlo sentir débil. Lo conocía bastante bien, él, como todos los humanos que llegaban al infierno, pecaban de orgullo.

—Siendo así, es hora de que salga de la cama. —Anunció el demonio carmesí. —No queremos bajar el ritmo ahora que el hotel está en su mejor momento, ¿verdad?

De un par de chasquidos salió de la cama y se vistió con su traje habitual, comprobó que su pajarita estuviera colocada correctamente y ajustó su monóculo.

—Te veré en el desayuno, querida. —Se despidió haciendo un ademan de despedida con su mano y salió de la habitación mientras Charlie lo miraba con expresión triste.

¿Qué debo hacer? Se cuestionó la rubia mientras soltaba un suspiro.

A partir de ese día, las tardes de estudio de Charlie se intensificaron, necesitaba conocer más de ella, más de su familia, más de su padre.

Al principio no encontraba novedades pero poco a poco fue encontrando cosas que por sí solas no tenían sentido pero, que si comenzaba a ver todo el panorama, parecían piezas de rompecabezas que poco a poco iban tomando su lugar en el espacio.

Y nada de lo que estaba descubriendo le gustaba.

Sentía que cada cosa que aprendía, era un motivo más para alejarse de Alastor. Estaba escrito de una y mil maneras que ella debía unirse a Seviathan. Era como si ella no tuviera derecho a decidir sobre su existencia.

No esperaba que las cosas fueran así de complicadas.

Pero lo eran y después se volvieron aún más complicadas cuando Seviathan comenzó a asediarla de manera constante en el hotel. Ella lo rechazaba de manera enérgica y muchas veces deseó que Alastor estuviera cerca para que le diera una lección al demonio glauco pero parecía que Seviathan se aseguraba que Alastor (o alguna de sus sombras) no estuviera presente para poder acercarse a ella.

Y ni siquiera fingía que se trataban de asuntos de negocios. Seviathan trataba de seducirla de manera descarada.

—¡Ya déjame en paz! —Le dijo Charlie propinándole una fuerte cachetada y estando ella a medio convertir. Seviathan había entrado, sin permiso ni invitación, a la oficina de la rubia en el hotel.

—Si no lo hago, ¿qué? ¿Le vas a decir a tu juguetito que te defienda de mí? Dile y yo le digo lo que has estado haciendo con él todo este tiempo…

—¿De qué…

—Sabes perfectamente de lo que hablo, Charlotte. —Interrumpió con una sonrisa burlona y luego comenzó a verla de manera lasciva. —Esa figura… sobre todo esas caderas perfectamente torneadas no pueden ser fruto más que de una constante actividad sexual tuya con un varón y no trates de negarlo que Lucifer me lo ha dicho todo.

Charlie lo veía con una expresión incrédula a la vez que horrorizada.

¿Cómo era posible que su padre…

—En defensa de tu padre: no está para nada contento con que tengas ese tipo de relación con el siervo, pero quien comenzó a sospechar de eso fui yo y, ya que mi objetivo es desposarte, estaba en todo mi derecho de saber si mis sospechas eran ciertas o no.

Charlie sentía que se le venía el infierno encima. Seviathan sabía lo suyo con Alastor.

No importaba si creyera que solo usaba al demonio carmesí, estaba atrapada: si daba a conocer que estaba genuinamente enamorada de él, su padre y Seviathan no dudarán en eliminar a Alastor y si Seviathan hablaba, si Alastor se enteraba de su mentira sin que ella pudiera explicarle bien sus razones, él no la perdonaría y no sabía qué era capaz de hacer.

Tenía que hacer algo, lo que sea. Cualquier cosa para que Seviathan dejara de sentirse con poder sobre ella.

—Bien. Lo sabes. Tengo sexo con Alastor todas las noches desde hace meses. —Admitió. —No hay una sola parte de mi piel que él no haya tocado con sus garras y sus labios: las garras y labios de una simple alma humana. Le di mi virginidad a él: la virginidad de la heredera del infierno que tanto presumías estaba destinada a ti. —Continuó diciendo con osadía. —¿Acaso no tienes dignidad? ¿Por qué sigues buscándome si ya no tengo nada que puedas presumir?

Seviathan es igual de orgulloso que mi padre, no podrá aceptar eso… Pensó.

—Es cierto. Pero eso el infierno no lo sabe. Quiero ser el rey de este sitio algún día y, querida, lo aceptes o no, estas destinada a mí. Darás a luz a mi hijo: el próximo heredero, y a todos los que vengan después. ¿Crees que realmente voy a sentir repulsión solo porque un par de pecadores ya te pusieron sus garras encima? Estamos en el infierno, linda. Esos remilgos no son válidos aquí. Claro que es un enorme golpe en mi ego no haber sido quien te diera tus primeras noches de placer con un varón… ¡oh, espera! Sí lo fui, lo único que me faltó fue desvirgarte correctamente,—dijo de manera burlonapero francamente no tenía deseos de que mi heredero naciera todavía y ese golpe no será nada en comparación a la humillación que recibirá ese siervo cuando se entere de todo. Así que: sigue divirtiéndote con él, continua sacando todo el provecho que puedas de él y logra este capricho tuyo con el hotel de redención. Sigue siendo tan discreta como hasta ahora y no dejes que el rumor de la princesa teniendo amoríos con el Demonio Radio deje de ser eso: un simple rumor, porque, manzanita, en el momento que se haga público como una verdad, papi y yo tendremos que intervenir…

—¿Cómo dices?

—A que Lucifer y yo diremos la verdad, que has estado utilizando al Demonio Radio para tu beneficio.

—Eso no es conveniente para ninguno, y lo sabes… —Refutó.

—¡Oh! ¿Entonces prefieres que se lo diga ahora? ¿Qué crees que pasará? Te aseguro que lo primero que hará es destruir este sitio con todos sus habitantes dentro: adiós hotel de la redención, adiós lección a papá. —Enumeró. —Es obvio que Lucifer acabará con él pero el daño estará hecho: A nadie le pareció mal tu relación con la polilla pero en esta ocasión la princesa Charlotte quedará como la prostituta más cara del infierno al vender su cuerpo a cambio de los favores de un demonio humano y todo por un capricho contra su padre…

—En esos escenarios que planteas, perderé el respeto de los habitantes del infierno y en ese caso no sería conveniente para ti y tu familia que te cases conmigo. No entiendo qué quieres lograr con esto… —Continuó tratando de disuadirlo.

—Que evitemos llegar a esos escenarios, princesa. —Dijo acercándose hacia ella, como cazador acorralando a su presa. —Es simple: sigue tu farsa como hasta ahora, lleva a este lugar a un punto de no retorno en el que ya no sea necesaria la intervención de Alastor, le dices a Lucifer que ya no lo necesitas y entre tu padre y yo nos desharemos de él. Nadie se habrá enterado de tu método para lograr tu meta y, mientras tanto, sé complaciente conmigo —dijo jalándola del brazo para pegarla a su cuerpo y comenzar a tocarla de manera inapropiada —no sabes la risa que me causará ver a ese pobre iluso sintiéndose el total y absoluto dueño de ti mientras yo te tengo así…

—¡Me niego! —Empujó al demonio glauco. —Ni en estas circunstancias quiero tener que ver contigo.

—Entonces, despídete de este sitio. —Amenazó dando media vuelta dispuesto a irse.

—¡No! No te atrevas a decirle nada a Alastor. —Lo detuvo tomándolo por la manga de su saco.

—Sabes lo que tienes que hacer para que me quede callado el tiempo que necesites…

—Si Alastor se llega a enterar… —Comenzó a ceder al no encontrar otra manera de detener a Seviathan.

—No soy estúpido, manzanita, —dijo al tiempo que volvía a tomar en brazos a la rubia —¿crees que habríamos tenido esta conversación sin interrupciones si yo no me hubiera asegurado que el Demonio Radio no estuviera cerca?

—No estoy dispuesta a ser madre todavía y si tú y yo…

—No quiero que te acuestes conmigo, Charlotte. Estoy ganándome a tus padres y por cuestión de estatus, un embarazo antes del matrimonio no sería bien recibido por los reyes…

—¿Entonces qué quieres?

—Un poco de tus atenciones, ya te lo dije. Por difícil que sea para ti creerlo, en verdad estoy interesado en ti, Charlotte, no es solo el trono, el heredero que debemos procrear, ni toda esa mierda de que estamos destinados. Desde que te volví a ver esa ocasión que vine por primera vez a este hotel, me cautivaste como nunca creí que sería cautivado por nada ni nadie. Sé que me desprecias por lo que hice en el pasado y créeme que mis intenciones son no volver a cometer esas estupideces, solo que soy impaciente y sé que eres una digna hija de tu padre: orgullosa, sé que no me ibas a aceptar fácilmente, así que, he visto esta oportunidad y la he tomado. Ya una vez estuvimos juntos, podemos estar juntos de nuevo.

—Tu razonamiento…

—No es el mejor, lo sé, pero es lo que puedo hacer ahora para tenerte, Charlotte. Sé que si me das la oportunidad volverás a enamorarte de mí.

Dicho esto, Seviathan besó a la rubia. Charlie se resistió y no correspondió al beso.

—Pero no soy un blandengue: —Dijo con molestia al sentir el rechazo de Charlie. —pones de tu parte o destruyo todo esto por lo que has trabajado, tu reputación ante tu reino, tu relación con tus padres y aun así te vuelvo mi esposa y concebimos de una vez por todas ese heredero. Decídete, princesa.

Charlie miró con enojo a Seviathan sin embargo por dentro estaba en la total desesperación: ¿qué debía hacer? Si se negaba y le confesaba a Alastor todo lo que estaba pasando, Alastor se enfrentaría a Seviathan y a su padre y no tendría oportunidad. Lo perdería para siempre.

Y si le seguía el juego a Seviathan, aunque fuera por proteger a Alastor, lo estaría traicionando.

Parecía que ella realmente no podía decidir sobre su destino.

La madre y el padre…

Si se negaba, Alastor moriría.

Si lo hacía, lo traicionaría.

Pero continuará viviendo y, tal vez, yo logre volverme lo suficientemente fuerte para protegernos y también encuentre la manera correcta de decirle todo este lío… Alastor, ¿podrás entender que solo trato de protegerte? Perdóname por ser una princesa inútil… Pensó antes de llevar sus labios a los labios de Seviathan el cual, la recibió gustoso.

—Dame tu palabra que Alastor no se enterará de esto, tampoco mi padre. Quiero que las cosas sigan como hasta ahora.

—Se cariñosa conmigo y dejaré que sigas tu juego con las reglas que ya estableciste. —Dijo antes de volver a besar a la rubia.

Charlie tenía deseos de llorar. No era un ser puro ni una mojigata pero, toda esa situación la hacía sentirse patética.

No debería estar cediendo ante los chantajes de Seviathan, debería haber una manera más digna de defender a Alastor.

Y ella sabía que la había, solo que toda su existencia fue una ingenua tan poco comprometida con su rol en el infierno, que ahora no tenía manera de defenderse ni proteger a quien más amaba sin caer tan bajo.

Seviathan rompió el beso y sonrió victorioso al saber que tenía a Charlie en sus manos, solo era cuestión de tiempo para que después fuera ella quien rogara por sus afectos y atenciones. Después de todo era como debía ser.

—Tu juguete está cerca. Me voy. Soy un demonio de palabra, no interferiré en tu juego. —Dicho esto, Seviathan se apartó de la rubia dejándola sola en el lugar.

Charlie soltó a llorar desconsolada por no saber cómo manejar todo. Las mentiras la estaban asfixiando al igual que el miedo de perder a Alastor de una u otra manera.

¿En verdad no tiene más camino que aceptar a Seviathan?

.

.

.

Por la noche, Charlie buscó demostrarle a Alastor cuanto lo amaba, siendo más entregada, mas apasionada, más cariñosa. No quería que él tuviera la menor duda de su afecto. Podía notar que Alastor estaba algo sorprendido por su comportamiento pero al final él no la cuestionaba, solo dejaba que ella le profesara su amor de la manera que ella quería.

Y así lo fue haciendo a partir de esa noche, sin importar si tenía la mala fortuna de tener unos minutos a solas con Seviathan o no. Ella solo quería estar con él, olvidarse de todo lo malo que la estaba consumiendo fuera de esa habitación, de todo lo que la quería apartar de él.

Si Alastor tan solo pudiera imaginar el verdadero calvario que ella estaba pasando cuando él no estaba a su lado.

Si tan solo pudiera hacer algo…

Si tan solo de esas maravillosas noches pudiera concebir un hijo suyo…

Charlie esperaba a que Alastor abandonara la habitación para echarse a llorar. Todas las noches pensaba que un hijo con él sería la solución perfecta para todo eso que se le estaba saliendo de las manos pero de inmediato se sentía culpable porque ella no deseaba ser madre para ser salvada, sino para formar una familia con el demonio que amaba.

Los días pasaban y sus encuentros con Seviathan se volvían más insoportables para ella. No importaba que solo fueran besos y unas cuantas caricias dadas y recibidas. Sabía que estaba mal, sabía que Alastor no lo aceptaría.

Sabía que podía perderlo.

Una tarde mientras estaba en el jardín a la vista de todos (pues Seviathan ya ni siquiera la dejaba en paz cuando trataba de estudiar en su habitación) su estado decaído fue tan notable incluso para alguien tan distraído como Angel que el demonio araña solo tuvo que preguntar "¿Qué pasa?" para que la rubia se echara a llorar en sus brazos.

Angel comprendió de inmediato que algo andaba muy mal y sin pensarlo dos veces llevó a la princesa infernal a su habitación. Ahí esperó a que esta se calmara y decidiera comenzar a hablar.

Fue una cascada de información lo que recibió. Charlie estaba cargando con mucho ella sola y lo peor de todo es que la única solución que se le ocurría era que ella confesara todo al chulo de fresa y que, con un poco de suerte, este pudiera comprender los motivos de la rubia.

Pero, como se lo temía, Charlie no aceptó su idea. La rubia estaba aterrada y su única esperanza era volverse lo suficientemente fuerte para poder enfrentar al chico menta y a su propio padre. Así que Angel hizo lo que podía hacer: permanecer a su lado, ser su soporte y ayudarla a mantenerse más alejada del demonio glauco lo más que pudiera sin levantar las sospechas de este.

Incluso se atrincheraba con ella en su habitación cuando Charlie estudiaba.

Fue en una de esas ocasiones que, mientras hojeaba uno de los libros que Charlie tenía en su habitación, pudo ver un símbolo que llamó su atención pues era el mismo que alguna vez había notado estaba presente de manera casi imperceptible en la pajarita de la rubia.

—¿"Sulfur nigra"? —Leyó en voz alta el demonio araña.

—También conocido como "Cruz de Leviathan"… —Respondió con seriedad la rubia.

—Pero, esta cosa… —dijo señalando la pajarita de Charlie.

La princesa infernal llevó una mano hacia la prenda y asintió con tristeza.

—Mientras intento volverme fuerte para permanecer a lado de Alastor, todos estos libros de me repiten una y otra vez que nací para unir mi existencia a un descendiente de Leviathan…

—Oh, Charls…

.

.

.

Charlie había notado que Alastor había estado actuando raro en los últimos días, este le confesó (una noche que había llegado muy tarde al hotel después de haberse ausentado sin avisar nada) que había escuchado un poco de la conversación de la chica con su padre.

Alastor no dijo qué había escuchado y Charlie poco se pudo imaginar luego de que este mismo le hiciera la promesa ferviente que el monarca infernal no podría vencerlo y le contara todo lo que había estado haciendo esos días con tal de no perderla.

Charlie no se podía imaginar que tan solo un día después sabría que sus mentiras fueron en vano, que su sacrificio con Seviathan no había servido de nada, que su mayor miedo se había vuelto realidad desde un inicio: Alastor lo sabía, sabía lo había hecho y como era de esperarse, no sabía sus razones y ya no le interesaba saberlas.

Estaba dolido, se sentía traicionado.

Humillado.

Y no estaba dispuesto a perdonarla.