Seviathan y Charlie, estaban en la cocina del hotel, la joven súcubo estaba preparando café (ya que era cerca de medio día y ella no había desayunado) mientras Seviathan, sentado en la barra, esperaba en silencio.
Paciente.
Tal y como lo había hecho durante las últimas semanas.
Se alegraba de que la rubia por fin hubiera salido de su habitación, se miraba mejor de lo que esperaba, aunque sí la notaba un poco baja de peso y, claro, su ánimo no era el de siempre, incluso el ambiente a su alrededor se sentía algo lúgubre, nada comparado a la brillante energía que la chica emanaba por naturaleza.
Charlie, sentía el peso de la mirada de Seviathan sobre ella, se sentía incómoda, no porque le diera la sensación de que el demonio glauco la estuviera viendo con morbo, sino que, por el contrario, temía girar la mirada y encontrar condescendencia en el rostro del varón. Definitivamente no quería la lástima de nadie y mucho menos la de Seviathan Von Eldritch.
Soltó un suspiro, tomó las tazas de café, se dirigió a la barra y le entregó la taza de café a su visitante inesperado.
—Ahí está el azúcar y en ese otro, la crema… —Señaló los recipientes la demonio súcubo con voz monótona.
—Te lo agradezco, Charlotte. —Respondió rechazando cortésmente la oferta con un gesto de su mano.
Charlie hizo una mueca al recibir la respuesta de Seviathan: Alastor gustaba de tomar café todas las mañanas y nunca le agregaba azúcar o crema. Decía que arruinaba el sabor.
—¿Cómo estás, Charlotte? —Cuestionó Seviathan rompiendo el incómodo silencio.
—De maravilla, no podría estar mejor, Seviathan. —Respondió con sarcasmo mientras agregaba azúcar y crema a su café.
—Créeme cuando te digo que lamento lo que ha pasado… —Dijo el demonio glauco. Charlie rio irónica.
—Sí, claro… Estuve traicionando la confianza de Alastor chantajeada por ti —Recalcó. —y dices que lamentas lo que ha pasado… —Finalmente levantó la vista hacia el descendiente de Leviatán. —Ya no soy la princesa del infierno, Seviathan. —Le recordó. —No sé qué estás buscando al venir conmigo.
Seviathan soltó un suspiro cansino.
—Sé que sigue siendo difícil de creer para ti, pero de verdad tengo interés por ti, Charlotte. —Respondió mirando a los ojos a la rubia. —Y en lo que concierne a que ya no seas la princesa del infierno, te puedo asegurar que haré lo que sea necesario para regresar el trono a la familia Magne. —Agregó. —El siervo pagará la afrenta que ha cometido. —Finalizó con convicción.
—Mi padre perdió el trono por mi culpa, por las malas decisiones que yo tomé. —Dijo volviendo su vista hacia su taza de café y tomándola nerviosa entre sus manos. —Yo corregiré todo. —Aseguró. —No quiero que te involucres, ya no quiero tener nada qué ver contigo. No puedes continuar chantajeándome: ya no me queda nada que perder. —Finalizó volviendo su fría vista hacia Seviathan.
—No creo que Alastor quiera escuchar razones…
—Tal vez, pero haré cada intento que se me vaya ocurriendo. —Lo interrumpió.
—Incluso si logras que Alastor devuelva la corona a los Magne e incluso que Alastor pueda perdonarte por haberle estado viendo la cara, ¿crees que tu padre te permitirá continuar con esa relación? —Cuestionó genuinamente curioso.
—Ese ya no es tu asunto, Seviathan…
—Es mi asunto porque ambos sabemos que nacimos el uno para el otro… —Dijo con una media sonrisa.
—Eso ni siquiera tú lo sabes, solo repites lo que nuestros padres (y en especial los tuyos) han dicho desde que nos presentaron. —Respondió. —Y, aun si fuera verdad, me niego a renunciar a quien realmente amo solo por un destino, profecía o lo que sea… —Dijo más para sí misma. —Así que, te lo pido Seviathan: deja de buscarme. Si de verdad me aprecias del modo en el que dices que lo haces ahora, no me agobies más.
—Charlotte…
—Directa o indirectamente, has causado los dolores más grandes de mi existencia: la primera vez cuando te amé más allá de la razón y la segunda vez cuando por tu chantaje perdí la confianza y tal vez el amor del ser que más he amado en mi existir. Dudo que nuestro destino sea estar juntos cuando solo me has dado razones para no querer nada qué ver contigo.
—No te culpo por pensar así… —Reconoció. —Como sea, aun con todo lo que me acabas de decir, me alegro de que hayas salido de tu cama y te encuentres bien. —Dijo con una sonrisa franca. —Yo… encontraré la manera de ayudar a tu padre a recuperar el trono. No es solo por ti —Aclaró.—, es sencillamente que odio que el soberano del infierno sea ese tipo… —Agregó haciendo énfasis en su inconformidad por ser gobernado por Alastor. —Y, si las cosas con él ya no funcionan, no importa si tienen que pasar otros cien años, yo seguiré esperando por ti, Charlotte, porque realmente deseo unir mi existencia a la tuya, incluso si no vuelves a ser la princesa del infierno. —Finalizó dejando algo sorprendida a Charlie con lo último que dijo, pues no parecía estar mintiendo.
Dicho eso Seviathan se apresuró a tomar su café de un solo trago y se levantó.
—No te agobio más. Me retiro. Y no te molestes en acompañarme, conozco la salida.
Charlie se quedó estática viendo al demonio glauco salir del lugar. No esperaba que su conversación con él fuera así de calmada y la actitud serena del descendiente de Leviatán la desconcertó ¿tanto le estaba afectando que Alastor ahora sea el monarca del infierno?
Por lo que sabía, la familia Von Eldritch seguía manteniendo privilegios dentro de la monarquía infernal ya que Alastor había hecho un trato con los padres de Seviathan.
—Señorita Charlie, ¡qué alegría verla aquí! —Saludó Niffty al entrar a la cocina.
—Hola Niffty. —Saludó la rubia sin su característico ánimo.
—¿Quiere que le prepare algo de desayunar?
—No, no hace falta. Me preparé un café. —Dijo mostrando la taza en su mano. —Además, llevo semanas sin comer como se debe, temo que si empiezo a comer como debería, mi estómago no lo soportará, así que iré poco a poco. Ahora un café, quizá en un par de horas te acepte un yogurt con fruta.
—Se lo tendré listo para cuando lo quiera. —Respondió alegre. —¿Hoy dio sus sesiones?
—No. Hoy no. —Respondió volviendo su vista hacia la barra. —No me siento lista para estar al frente de los pecadores y pedirles que no pierdan la fe… —Soltó un suspiro. —que pueden lograr la redención cuando ahora ni yo misma puedo tener fe en que no todo está perdido con Alastor…
—Bueno… Lleva algunas semanas de desventaja… —Respondió Niffty, desviando algo la mirada.
—¿Te refieres a la convivencia entre Octavia y él? —Cuestionó volviendo su vista hacia la pequeña cíclope. Niffty asintió repetidamente. —Eso mismo me dijo Angel…
—¿Y qué hace aquí? ¡Tiene que ir de inmediato al castillo y hablar con el señor Alastor! —Alentó la pequeña cíclope.
—No he ordenado mis ideas… no sé qué debo decirle… —Respondió recostándose en la barra, ocultando su rostro entre sus brazos.
—Las irá ordenando en el camino, ¡lo importante es que no pierda más el tiempo lamentándose aquí! —Animó Niffty.
—Sí, puede que tengan razón… —Aceptó, levantando su mirada (aun triste) hacia el techo. —Buscaré a Razzle y Dazzle para que me acompañen. Deséame suerte, Niffty. —Pidió mientras se levantaba y se encaminaba a la salida de la cocina sin mucho ánimo.
—Espero que regrese feliz, señorita Charlie. —Deseó sincera.
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Seviathan había llegado a un sitio ubicado en la zona perteneciente a Valentino, ahí estaban reunidos este, Vox, Velvet y Hellsa quienes estaban esperando por él.
—¿Y bien? —Cuestionó Hellsa. —Mamá y papá están impacientes por saber si el plan puede funcionar o no.
—Funcionará. —Respondió secamente Seviathan antes de tomar asiento a un lado de su hermana.
Valentino, Vox y Velvet se sonrieron entre sí, Vox incluso tomó la mano de Valentino y la apretó con emoción.
FLASHBACK.
"—¡Bien! ¡Esta ha sido una noche llena de emociones pero es momento de culminar con esta ceremonia extraordinaria! El día de mañana haré los anuncios necesarios sobre los cambios que se harán en el infierno pero lo haré a mi manera tradicional, así que tú, pequeño ya no serás necesario. Gracias por tus servicios hasta ahora pero aquí termina tu cobertura."
Valentino, en su oficina, había visto la transmisión de lo que Alastor le había dicho que haría: conquistar el trono del infierno.
¿Cómo debía sentirse? Tal y como Alastor le había prometido, justo en el momento que Lucifer le había cedido el trono, él recuperó su libertad. Ya no era un esclavo de Alastor… ahora era un súbdito, como todos en el infierno.
—¡¿Se puede saber qué diablos hiciste?! —Entró hecho una furia Vox. —¡¿En qué momento te aliaste con Alastor?! —Gritaba mientras se acercaba a Valentino y lo tomaba de la solapa de su traje. — ¡¿Así eran tus ganas de verme destruido que te aliaste con mi peor enemigo?!
—No tuve opción, Voxie… —Comenzó a explicar.
—¿"Voxie"? ¿Te atreves a llamarme así después de lo que hiciste? —Lo soltó. — ¡Alastor ahora es Rey del infierno! ¡Si alguna vez tendría oportunidad de destruirlo, se han esfumado! —Continuaba gritando mientras caminaba de un lado a otro en la oficina.
Vox se sentía traicionado.
—Si no lo hacía, Alastor iba a acabar conmigo, con todo lo que he construido desde mi llegada al infierno… —Siguió explicando.
—A Alastor nunca le interesó este territorio… —Replicó Vox.
—¡Me tenía atado de manos, Voxie! Hice un trato con él para salvar mi vida y desde entonces todo lo que hiciera o dijera estaba siendo vigilado por él… absolutamente todo… —Confesó.
—¿Qué? ¿Cómo ocurrió? ¿Cuándo? —Preguntó, sorprendido por la confesión hecha por Valentino.
Valentino le contó a Vox del día en el que casi recuperaba a Angel Dust. El cómo Alastor casi hacia que los habitante de Villa Caníbal se lo comieran vivo y de este modo obligarlo a hacer un trato con él.
Esa era la razón por la que se mantenía a raya en todo lo que tuviera que ver con Alastor o Angel.
—Nunca quise alejarme de ti, Voxie pero, uno de tus mayores deseos siempre ha sido el destruir a Alastor y yo no podía ser partícipe de eso, ni siquiera podía escuchar tus planes contra él porque Alastor se enteraría de ellos… Era mejor para ti tenerme lejos…
—Val…
Vox abrazó a Valentino. Era cierto que su relación se basaba en peleas constantes y reconciliaciones, pero nunca había considerado separarse definitivamente de él.
Y tenía que admitir que durante ese tiempo que estuvieron separados, lo había extrañado demasiado.
Valentino continuó narrando la noche que Alastor llegó a su bar con la propuesta de devolverle su libertad. Vox escuchó su narración con atención, cuando Valentino terminó, comenzó a hablar.
—¿Dices que Alastor estaba alterado?
—Estaba conteniendo mucha ira, solo de verlo todos sabían que no podíamos hacer o decir algo equivocado si no queríamos hacerlo estallar. —Explicaba Valentino.
—Me extraña el trato que hizo contigo… Sé que el ganar el trono del infierno de por sí es una gran ganancia pero, él siempre busca sacar el máximo provecho posible a sus tratos… —Razonó Vox.
De pronto la pantalla de Vox comenzó a pasar imágenes a gran velocidad de la transmisión y se detuvo poco antes del final:
Si tan solo me dejaras explicarte, Al… Lo que oíste… hay muchas cosas que descubrí sobre mí, cosas que aún no sé cómo manejar, cosas que me asustan. Estaba buscando la manera de cómo lidiar con ellas, luego mi padre apareció cuestionando sobre lo nuestro y, sentí miedo por lo que te pudiera hacer… Sé que lo que escuchaste te lastimó, por eso has hecho todo esto y te pido perdón por no habértelo dicho esa misma noche cuando me lo preguntaste… Acabo de hacer un trato contigo, ¿no? Hazlo efectivo, pídeme que te diga todo, estaré obligada a decirte la verdad.
—¿La verdad, Charlotte? La verdad es que yo ya sabía todo sobre ti desde antes de que tú descubrieras todas esas cosas que aún no sabes cómo manejar y que te asustan. La verdad, Charlotte, es que yo siempre supe lo que podía pasar si tu padre nos descubría, hablamos mucho sobre ello, ¿no? La verdad, Charlotte, es que no me sorprende que el joven Von Eldritch se refiera a ti como su prometida y no es solo por el "destino que los une" el cual descubrí también desde hace mucho, sino porque pude verlo de primera mano. Así que, la verdad, Charlotte, es que lo único que quiero de ti, por nuestro trato, es que te mantengas alejada de mí, tanto como yo lo desee.
—¡Ja! ¿En serio es posible? —Se burló con malicia Vox.
—¿El qué? —Cuestionó algo confundido Valentino. No estaba siguiendo el hilo de pensamiento de Vox.
—Alastor… ¡Alastor está enamorado de Charlotte Magne! —Respondió con malicia. —Presta atención. —Le ordenó.
Vox de nuevo transmitió la conversación entre Charlie y Alastor. Valentino no había prestado mucha atención durante la transmisión en vivo, pero ahora que lo hacía, era evidente lo que decía Vox.
—¡Claro! Y la elección de Octavia como su consorte… —Comenzó a razonar Valentino.
—Fue para causar mayor daño a Charlotte Magne, —Culminó la idea Vox. —porque esos dos en algún momento iniciaron una relación que terminó muy mal.
—Con un engaño o algo así, por eso Alastor estaba furioso… —Caviló.
—¡Exacto! ¿Sabes lo que significa, Val? Alastor tiene una debilidad… Solo tenemos que averiguar la manera en la que podemos sacar provecho de ella.
—¿Planeas ir contra Alastor?
—¡Por supuesto! Ahora no solo es mi enemigo natural sino que gracias a él tú y yo estuvimos separados… Lo haré pagar por eso…
—Oh, ¡Voxie!
FIN FLASHBACK.
Seviathan les había contado a grandes rasgos la conversación que había tenido con Charlie. Todos los que estaban ahí reunidos estaban buscando la manera de quitar del trono a Alastor y gracias a la transmisión de su llegada al trono sabían que la debilidad del demonio ciervo era Charlotte Magne.
Al poco tiempo Seviathan y Hellsa abandonaron la reunión.
—¿Qué pasa, Sevi? ¿Sigues incómodo por tener que usar a tu querida Charlie como carnada? —Cuestionó insidiosa.
—Nada de esto estaría pasando si nuestros padres no se hubieran aliado con el Demonio Radio. —Respondió serio.
—Ya nos explicaron que fue un plan a mediano plazo…
—Aun así…
—¡Osh!… —Rodó sus ojos con fastidio. —mamá y papá ya prometieron que la princesita no sufrirá ningún daño. Apenas el trono pertenezca a los Von Eldritch te casarás con ella y engendrarás el heredero que tanto esperan nuestros padres y los Magne. —Culminó de decir con desinterés.
A Hellsa realmente le daba igual si su hermano engendraba un heredero con Charlotte a ella solo le importaba fastidiarle la vida a Charlie.
—No creo que Valentino, Vox y Velvet piensen lo mismo… Ellos no solo quieren quitar del trono a Alastor, quieren destruirlo. —Reflexionó.
—¿Y tú no? ¿Ya le perdonaste que él fuera quien desvirgara a tu princesa? —Provocó.
—¡Ya cállate, Hellsa! —Explotó.
Hellsa estalló en risas por haber hecho rabiar a su hermano.
—Es solo una opinión: —Comenzó a hablar después de controlar su risa. —Sevi, tal vez sería bueno para Charlie recibir un poco de daño por parte de alguien que no seas tú, ni Alastor, pero que sea consecuencia de su relación con él… Pueda que sea benéfico para ti: la suma de sus desgracias harán que por fin acepte que su destino es estar contigo.
Seviathan no respondió nada. No estaba cómodo con nada de lo que estaba pasando, no quería usar a Charlie como carnada pero parecía que era el único método efectivo para diezmar el Demonio Radio.
Si tan solo sus padres nunca hubieran hecho ese trato con el Demonio de la Radio.
Aunque, muy en el fondo, consideraba que quizá su hermana tenía razón.
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En el castillo Boucher, Alastor apareció de nueva cuenta en el antiguo dormitorio de Charlie. Los sirvientes se habían encargado de ir sacando las pertenencias de la rubia, ahora solo quedaban muebles vacíos.
Aun así, aun sabiendo que Charlie tenía bastante tiempo sin haber usado esa habitación, Alastor no se sentía cómodo habitando ahí, por lo que cada noche después de entrar, abría un portal hacía su casa en Villa Caníbal y pasaba la noche ahí. Había otras veces, como en esa ocasión, que después de haber pasado toda la mañana atendiendo a sus súbditos se iba a su hogar en la Villa para tomar un respiro.
Ser Rey no estaba siendo gran problema para él, solo tenía que mantener cierto orden entre zonas y anillos y atender debidamente a sus súbditos cuando acudían a él en busca de sus favores. El exterminio estaba a un par de meses de distancia y con sus tratos (y la existencia del hotel) estaba seguro que este año no habría tantas bajas en el infierno.
Eso la hará feliz… Pensó.
Inmediatamente sacudió su cabeza. Pareciera que no podía erradicar de su ser el impulso de querer hacer feliz a Charlotte.
Umbra se personificó frente a él. Desde que se habían instalado en el hotel estaba desanimado.
Extrañaba a Jingzi.
—Se nos pasará, amigo. —Dijo comprensivo el monarca mientras pasaba de largo a su sombra, dispuesto a salir de la habitación. —Se nos tiene que pasar… —Dijo para sí mismo.
El castillo era enorme, demasiado para solo dos ocupantes (y los sirvientes), pero le gustaba. Le agradaba recorrer los pasillos, saber que las paredes tenían millones de historias que contar. Poco a poco los retratos de la familia Magne habían ido desapareciendo: los de Lucifer (por supuesto), Lilith y claro, los de Charlotte: desde su nacimiento hasta la mujer que había conocido en el noticiero.
Ahora muchos de esos espacios estaban ocupados por retratos de él mismo, de Octavia y de los Goetia.
Una muestra de respeto hacia la familia de su consorte.
Sin mucha prisa llegó hasta el comedor, ahí los sirvientes lo esperaban para servirle su almuerzo, y así lo hicieron apenas Alastor tomó asiento en la silla principal.
—¿Ya le han avisado a la Reina? —Cuestionó.
—La Reina Octavia ya ha tomado el almuerzo, mi señor.
—Ah, excelente… —Dijo con ánimo hacia los sirvientes.
Alastor no dijo más y tomó su almuerzo en absoluto silencio.
Así era casi siempre.
Las veces que Octavia lo acompañaba, él no sabía cómo tratar a la joven. Sabía que eso tenía que ser diferente tarde o temprano pero, por ahora no podía.
Ella parecía comprender la situación. Se dedicaba a hacer sus cosas y no lo presionaba. Recibía de manera constante la visita de Stolas y eso lo tranquilizaba pues lo que menos quería era que Octavia se sintiera tan sola como él.
Tenía que admitir que ese poco más de un año que vivió en el hotel, hizo que aprendiera a apreciar la compañía, el bullicio. Extrañaba los desayunos con el staff, las tardes en el bar y las noches con…
Eso ya no volverá. Acéptalo. Se regañó mentalmente.
Terminó de almorzar y se fue a uno de los salones, en específico el que Octavia había tomado para realizar sus trabajos de arte.
A veces iba ahí a leer mientras la chica pintaba. Su presencia no le molestaba, incluso le agradaba. Tal vez, con el tiempo, esa silenciosa compañía mutua se pueda ir transformando en lo que debe ser desde el momento que él la nombró su reina consorte.
Cuando llegó, se sorprendió al ver que Octavia no estaba pintando como de costumbre, sino que esta vez estaba realizando una actividad que le hizo sentirse atraído hacia ella.
—¿Ahora taxidermia? —Preguntó bastante curioso.
—Siempre me ha gustado, solo que nunca lo había practicado… —Respondió apenas dedicando un segundo de su vista hacia él para luego volver a su trabajo.
—¿Ah sí? —Cuestionó aún más curioso, inspeccionando con interés el trabajo de la joven búho.
—Sí, a veces me salía de casa e iba a las tiendas solo para ver las piezas de exhibición ya que a papá no le agradan tanto… Cuando me llevaste a tu casa esa vez, —Comenzó a rememorar con una sonrisa. —noté las cabezas de ciervo y me emocioné de saber que teníamos algo más en común. —Concluyó con una expresión que denotaba algo de tristeza.
—Soy un admirador pero no un practicante… —Respondió Alastor, tratando de mostrar a la chica más interés de su parte, pues sabía que Octavia no era feliz con la situación entre ellos.
—Tal vez (cuando domine bien la técnica), pueda enseñarte. —Respondió un poco más animada.
—Me encantaría. —Respondió con una sonrisa afable Alastor, tomando la barbilla de la chica para que pudiera verlo. Octavia se sonrojó por eso. —¿Stolas no vendrá hoy? —Cuestionó el monarca.
¿Cómo es que puede mantener una sonrisa perpetua incluso cuando está sufriendo? Se cuestionó la princesa Goetia al verlo.
—No lo creo, es luna llena. —Respondió finalmente, apartando la vista del demonio carmesí.
—Ah, comprendo… —Se limitó a responder.
Alastor continuaba sintiéndose mal por la evidente incomodidad existente entre Octavia y él. ¿Qué podía hacer para que la joven no llegara a ser completamente infeliz?
—¿Cómo te has sentido? Me refiero a tu estancia aquí. —Cuestionó directamente. Finalmente comprendió que debía tener la información correcta para poder actuar.
—No es muy diferente a mi vida en casa. Estoy acostumbrada a ser ignorada por una u otra razón. —Se sinceró.
—Octavia…
—No es un reclamo, Alastor. —Intentó calmar, pero su sonrisa triste no fue de ayuda. —Tampoco quiero que creas que mi papá ha sido mal padre, es solo que él y mi madre tienen muchos problemas…
—Lamento haberte colocado en esta situación. —Se disculpó con sinceridad el demonio ciervo.
—Creo que quien más incómodo se siente respecto a esto eres tú. —Replicó. —Me gustaría poder hacer algo para ayudarte, pero nada puedo hacer contra el fantasma de Charlie. —Levantó la vista de su trabajo y miró sin una expresión clara a Alastor. —Sé que cada noche te vas, que no soportas estar en esa habitación y que aun no estás listo para estar conmigo…
—Me voy a mi Villa. —Aclaró de inmediato.
—No pensé que ibas a buscarla. —Respondió algo divertida por la reacción del monarca. —Si así fuera, no estaríamos teniendo esta conversación… porque ustedes ya se habrían reconciliado. —Finalizó agachando la mirada, triste.
—No, eso…
—He tenido suficiente tiempo para reflexionarlo. —Interrumpió. —Sé que si tú y Charlie se dan la oportunidad para hablarlo tranquilamente, solucionarán sus problemas.
—No es tan sencillo, Octavia. —Respondió con tristeza en su voz, pero siempre manteniendo su sonrisa.
—Bueno, seguirán teniendo la desaprobación de Lucifer pero, tú ya eres el Rey, —Dijo mientras alzaba un poco los hombros. —lo único por lo que me preocuparía (si fuera tú) es por los Goetia que ya cuentan conmigo como su representante en la monarquía infernal. —Continuo regresando su mirada hacia el Demonio Radio. —Puedo convencer a mi padre que no busque problemas contigo, pero con el resto… —Dirigió su vista hacia el anillo de Salomón que Alastor portaba desde que tomó el trono.
—Te elegí como mi Reina consorte, Octavia. —Interrumpió a la chica. No quería llenarse la cabeza con absurdas esperanzas. —Eso no va a cambiar, —Tomó una de las manos de la princesa Goetia entre las suyas. —incluso si en algún momento Charlotte y yo hablamos de lo ocurrido, no te humillaría de esa manera. —Aseguró.
—Es por este tipo de cosas que me gustas, Alastor. —Respondió colocando su otra mano encima de las de Alastor. Este dio un ligero respingo por la respuesta de la chica. —Entonces, —Dio un leve apretón. —si estás decidido a no humillarme de esa manera, ¿por qué no empiezas a acercarte a mí? Sé que lo que viviste con Charlotte fue intenso e importante, pero por una u otra razón no pudo ser. Yo estoy aquí. Yo estoy contigo: no te juzgo, no te reclamo, no te exijo… —Tomó un poco de aire. —Alastor, no te compliques más la existencia… —Se animó a decir. —No te pido que me ames de un día para otro, solo, deja de hacerme saber que nombrarme tu consorte fue un error… eso duele ¿sabes?
Alastor desvió la mirada, sopesando en lo que la princesa Goetia le acababa de decir.
Ella tenía razón: ya no había razón para continuar complicándose la existencia. Lo suyo con Charlotte se terminó. Ya no podrá ser por todas las razones existentes: por el destino escrito para Charlie, por su engaño, por su venganza y más importante: por su compromiso con Octavia.
Tenía todo para llevar una existencia placentera con la princesa Goetia: ella lo quería y su unión le aseguraba el respaldo de una gran cantidad de poderosos demonios originales.
Tenía mucho más poder del que se pudo imaginar alguna vez: solo tenía que aceptarlo.
—Tienes mi palabra, Octavia, que a partir de este momento ya no te causaré dolor. —Prometió. —Eres mi reina consorte y como tal he de tratarte. —Tomó un poco de aire para poder decir lo que seguía. —¿Será muy repentino si te pido que a partir de esta noche me recibas en tus aposentos?
—Alastor… —Se ruborizó.
—No es… Bueno… —Trataba de explicarse. —Necesito tiempo para acostumbrarme a tu tacto… —Admitió con vergüenza. —El contacto físico me es desagradable pero, no puede ni debe serlo contigo. En el momento en que eso ya no sea un problema, se llevará a cabo nuestra boda. —Anunció.
—¡¿Boda?! —Cuestionó más que sorprendida por la actitud de Alastor.
—¿No te agrada la idea? —Preguntó preocupado por la reacción de la princesa Goetia.
—¡Me encanta! —Admitió emocionada y, por fin sonriendo de alegría, lo cual relajó a Alastor.
—¡Maravilloso! Entonces…
Alastor respiró profundo, preparándose para lo que estaba por hacer. Soltó las manos de la joven y, con nerviosismo, la tomó de sus mejillas.
—Alastor…
El demonio carmesí cerró sus ojos y poco a poco acercó su rostro al de la princesa Goetia. Octavia, nerviosa y entendiendo lo que Alastor pretendía hacer, igualmente llevó sus manos a las mejillas del demonio frente a ella y lo ayudó a terminar el recorrido hasta sus labios.
Alastor se tensó al sentir el contacto de sus labios contra los de Octavia, pero agradeció que la joven no quisiera ir más allá y lo liberara casi de inmediato.
—Vaya, sí que odias el contacto físico… —Dijo Octavia, tratando de aligerar el ambiente.
—Lo lamento… —Se disculpó apenado.
—Si estás decidido a que yo sea tu consorte, entonces tenemos tiempo para corregir eso. No te agobies, Alastor, seré paciente. —Respondió con ánimo y comprensiva.
Alastor sintió una especie de deja-vu al estar en esa situación.
—Mis señores, lamento la interrupción pero alguien solicita una audiencia con el Rey Alastor. —Anunció un sirviente apenas entró al salón.
—Atiende a tus súbditos, Alastor. Podemos continuar después. —Animó.
—Agradezco tu comprensión, Octavia. —Tomó una mano de la demonio búho y la besó con galantería.
Octavia se sonrojó y sonrió.
Alastor salió del salón en dirección al salón del trono seguido por el sirviente. Apenas Octavia calculó que el monarca estaba lo bastante alejado del lugar, soltó un gritito de emoción mientras daba brinquitos y se tomaba el rostro completamente ruborizada.
Acababa de dar su primer beso y nada más y nada menos que a su primer amor. No le importaba si había sido fugaz, "un piquito", lo único que le importaba ahora era que Alastor le había prometido que ya no la rechazaría.
A ella no le importaba si todo avanzaba lento entre ellos, lo importante es que ya estaba avanzando. Ella, con paciencia y comprensión, se ganaría el corazón del Demonio Radio y se encargaría de hacerlo feliz: tanto o más feliz de lo que él alguna vez soñó que podía llegar a ser con Charlotte Magne.
Ella tenía la ventaja de poder amarlo libremente. Y es lo que iba a hacer.
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Alastor, mientras caminaba hacia el salón del trono, aún tenía la sensación de deja-vu por su última interacción con Octavia.
FLASHBACK.
—Deberás tenerme paciencia, Charlotte. Sabes que todo esto es nuevo para mí.
Charlie bajó sus manos y las recargó a la altura del pecho del Demonio Radio, cerró sus ojos y soltó un suspiro.
—No te preocupes, Al. Te entiendo —dijo con afecto.
FIN FLASHBACK.
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En la antesala, Charlie aguardaba a que el sirviente le diera la indicación de que ya podía pasar al salón del trono. Le era raro estar ahí esperando cuando toda su vida había podido recorrer el castillo de arriba para abajo con total libertad.
—Princes… perdón, señorita Charlotte, el Rey Alastor la atenderá. Por favor pase.
La rubia agradeció con un gesto amable y entró al salón del trono. Alastor, desde su trono, abrió un poco más sus ojos al ver quien era quien estaba pidiendo la audiencia con él.
Era la primera vez que se veían desde aquel día. Charlie llegó frente al trono, al pie de los escalones, y dirigió su vista hacia el Demonio Radio, este la miraba con una expresión indescifrable incluso para ella.
Alastor notó ciertos cambios en su apariencia desde la última vez que la vio: lucía más delgada y ciertamente no estaba tan radiante como siempre, las ojeras bajo sus ojos eran notables aun cuando ella trató de ocultarlas con maquillaje, su brillo estaba apagado y, aunque estaba decidido a nunca hacérselo saber, eso le dolía.
—Alas… —Fue interrumpida por la sombra de Alastor que apenas escuchó su voz se separó del cuerpo de su amo y se dirigió a ella, revoloteando alegremente a su alrededor. —También me da gusto verte de nuevo, Umbra. Jingz…
Alastor chasqueó sus dedos e hizo desaparecer a Umbra.
—¿A qué has venido, Charlotte? —Cuestionó con voz gélida.
Charlie hizo una mueca al escucharlo llamarla así.
—Necesito que hablemos, Al. —Respondió, mirándolo a los ojos
—Te escucho. —Respondió mirándola sin mostrar emoción alguna
Charlie sonrió.
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En el hotel, Lilith esperaba por el regreso de Lucifer en la habitación que había sido de Charlie. Se sentía inquieta, Lucifer había tardado más días de los que había anticipado y sabía que se encontraba en una situación vulnerable desde que Alastor le había arrebatado el trono del infierno.
Salió de la habitación y tocó la puerta de enfrente, la habitación de Charlotte, esperaba poder platicar un poco con su hija ahora que por fin había podido salir de la cama, quería preguntarle algunas sobre su relación con el Demonio Radio, comprenderla mejor.
No recibió respuesta, decidió abrir la puerta solo para asegurarse que su hija no se hubiera ido a la cama de nuevo, pero no la encontró. Eso la tranquilizó un poco.
Esperaba que de ahí en adelante Charlie se dedicara a recuperarse. Ella no deseaba otra cosa que ver a su hija feliz y estaba segura que Lucifer también, pero, fiel a su naturaleza, su orgullo lo estaba cegando y creía que vengarse y recuperar el trono serviría para poder sanar el corazón herido de Charlie.
Si bien Charlie era su viva imagen físicamente, Lucifer aun no terminaba de comprender que su hija había nacido con toda la naturaleza humana que ella le heredó: el corazón muchas veces le ganaba a la razón.
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En el castillo Boucher.
Alastor, sentado desde su trono con un brazo reposando en su respectivo reposa brazos mientras que con el otro sostenía su cabeza posándola sobre sus nudillos, esperaba con una expresión indiferente lo que Charlie tenía para decirle. Ella, al inicio de la escalinata, jugueteaba con sus manos, nerviosa, tratando de ordenar sus ideas pero, sobre todo, tratando de encontrar las palabras correctas para que Alastor pudiera comprender y perdonar lo que hizo.
—Antes que nada… —Comenzó a hablar con nerviosismo. —te quiero… —Levantó su vista hacia él.
Alastor no cambió su expresión aunque sus orejas reaccionaron de manera imperceptible para la rubia, lo cual el monarca agradeció internamente.
—Ve a los hechos por favor, Charlotte… —Respondió con voz monótona.
Charlie suspiró con tristeza al notar la aparente indiferencia del Demonio Radio.
—Yo… yo nunca te he visto como un juguete o alguien de quien sacar provecho para lograr mis sueños o ir en contra de mi padre… Lo que escuchaste… Tuve que mentir porque creí que era la única manera de protegerte…
Alastor apretó ligeramente el puño en el que sostenía su cabeza al escuchar lo dicho, pero su expresión no cambió.
—Mi padre, de algún modo… bueno, de algún modo no, —Se corrigió. —Seviathan se dio cuenta de nuestra relación y, no sé por qué ahora tiene metida la idea en su cabeza que es tiempo de cumplir "nuestro destino" y casarnos pero, cuando se enteró de lo nuestro, fue a decírselo a mis padres… Cuando mi padre llegó ese día al hotel me tomó por sorpresa, sinceramente no había pensado en la posibilidad de que mi padre se enterara de mi relación contigo por lo que no tuve mucho tiempo para pensar…
—¿Pensar qué? —Inquirió controlando su creciente molestia por el relato que estaba escuchando.
—Pensar cómo protegerte… —Respondió. —Alastor, eres poderoso pero, si mi padre te hubiera enfrentado en ese momento, tú no habrías tenido oportunidad…
—¿Me lo dices desde tu posición? —Cuestionó con sorna.
—Lo tomaste por sorpresa y con los Goetia respaldándote. —Puntualizó. —En un enfrentamiento solo entre ustedes dos no tenías oportunidad, Al. Es por eso que tuve que mentir… Tuve que hacerte ver cómo un idiota manipulable para que mi padre no te viera como una amenaza y te dejara en paz… —Continuó con pesar.
—Bastante considerable de tu parte… —Respondió con tono irónico.
—¡Es la verdad, Alastor! —Se apresuró a responder.
—Supongo que el hecho que tuvieras tus encuentros con Von Eldritch eran parte de hacerme ver como idiota, ¿no? —Cuestionó con voz gélida.
—¡No!
—¿No?
—¡No! —Comenzaba a desesperarse pues veía que Alastor se estaba molestando. —Eso… Bueno… —Tomó unos segundos para tranquilizarse y elegir bien sus palabras. —Seviathan sabía que yo estaba mintiendo, que mis sentimientos por ti son reales así como los tuyos hacia mí… —Alastor apartó la mirada. —Él sabía que bastaba con decirte lo que estaba pasando para que tú buscaras enfrentarte a mi padre y tuve miedo… Tuve que acceder a iniciar una relación clandestina con él para garantizar su silencio, porque tenía miedo de perderte para siempre Al…
—¿Eso era todo lo que me querías decir, Charlotte? —Interrumpió con molestia en su voz, ya no pudiendo controlarla más.
—No. En realidad, sé que tengo que decirte muchas cosas pero las palabras no se ordenan en mi mente y mi lengua no coordina. Sé que herí tus sentimientos y te pido perdón por eso, Al… Tienes que comprender que hice lo que hice porque trataba de protegerte… porque sé que no soportaría perderte y mucho menos si es a manos de mi padre… Si eso llegara a suceder… no sé qué haría… —Culminó tratando de contener sus deseos de llorar.
—Bastante conmovedor tu relato. Pero la conclusión es la misma: no fui más que un idiota para ti. —Dijo poniéndose de pie, mirando con enojo a la rubia.
—Alastor, no comprendes…
—Comprendo que sigo siendo un simple pecador para ti: uno incapaz de salvar su propia existencia. —Volvió a interrumpir.
—No se trata de eso Al…
—Pasó algo de tiempo desde la visita de tu padre en el hotel hasta que tomé el trono, ¿recuerdas? — Dijo al tiempo que tomó asiento de nuevo mientras llevaba una mano al puente de su nariz.
—Sí pero…
—¿Cuántas veces te di la oportunidad de hablar, Charlotte? —Cuestionó.
—Al…
—¡¿Cuántas?! —Preguntó de nuevo, con su voz distorsionada del mismo modo que el ambiente a su alrededor, dejando ver que se estaba quedando sin paciencia.
—Muchas… —Admitió con tristeza.
—Muchas… —Recalcó.—¿Te das cuenta, Charlotte? Mira a tu alrededor. —Cuestionó mientras habría sus brazos y él mismo miraba sus alrededores. —El castillo que desde su origen perteneció tu familia, ahora es mío. Estoy sentado en el trono que siempre perteneció a tu padre. —Subrayó chocando su dedo índice en el reposabrazos del trono. Yo. El que dices que no tendría oportunidad en su contra. —Enfatizó. —Logré esto, gracias a ti. —Charlie agachó la mirada. —Ahora dime: ¿no crees que hubiera podido hacer algo por nosotros?
—Tuve miedo, Al…
—Lo comprendo. Comprendo que esa conversación con tu padre fue una salida rápida. —Suavizó un poco su expresión. —No me gustó lo que escuché pero si me lo hubieras explicado lo habría comprendido, Charlotte. —Dijo mirando con un deje de súplica a la rubia. —Lo que no comprendo es: ¿en qué momento pensaste que involucrarte con Von Eldritch era la mejor solución? —Cuestionó mostrando más ira que antes.
—Al, por favor… —Suplicaba Charlie.
—Ambos sabemos lo que Von Eldritch y tú representan por destino en la existencia del otro… ¿Cómo crees que me sentí cuando descubrí tu relación clandestina con él? —Sus ojos comenzaron a oscilar entre diales de radio y normalidad y sus astas crecieron un poco.
—¡Lo sé! ¡Sé que todo es mi culpa! ¡Sé que tomé pésimas decisiones y terminé lastimándote! Yo solo quería protegerte, Al. Quería ganar algo de tiempo, ser más fuerte para, en el momento de revelarme ante mi padre y Seviathan, luchar a tu lado… ¡Ahora sé que fue una idea estúpida! Que debí confiar en ti… Y lo arruiné… ¡Arruiné todo! —Dijo al tiempo que lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.
Charlie no tenía miedo de Alastor, le dolía escuchar por la viva voz de él lo mucho que había sufrido con sus mentiras y engaños.
—Si sabes que lo has arruinado, ¿por qué estás aquí?
Alastor y Charlie viraron su vista hacia el origen de esa voz. En la entrada exclusiva de los reyes al salón del trono, se encontraba Octavia quien, sin mucha prisa caminó hacia los tronos, deteniéndose justo a un lado de Alastor solo para tomar su mano izquierda con su derecha, al tiempo que llevó su mano izquierda a la mejilla derecha de Alastor, ante el toque, sus ojos dejaron de oscilar a diales y sus astas volvieron a su tamaño normal.
—Octavia… —Solo pudo decir el monarca.
La demonio búho le sonrió con ternura como respuesta.
—Puede ser, que arruinaste todo porque ya tienes un destino marcado con Seviathan, Charlotte. —Comenzó a hablar sin romper el contacto visual con Alastor. —De otro modo, no me explico que, sabiendo que Alastor era capaz de hacer todo por ti, no hayas confiado en él.
Alastor y Charlie se quedaron en silencio. Él expectante por lo que su reina consorte estuviera por decir y ella observando cómo Alastor no apartaba su mano de la de Octavia sino que, por el contrario, aceptaba de buena gana su toque.
—Yo no tengo un destino marcado, Alastor tampoco. Nosotros podemos elegir qué es lo que queremos hacer y, desde que lo conocí, solo he querido hacer esto…
Sin decir más llevó sus labios hasta los del Demonio Radio. No fue un beso como el que compartieron minutos antes, ella ahora buscó llegar un poco más allá, esperando, deseando y suplicando internamente que Alastor no la rechazara.
Y para su sorpresa, no lo hizo.
Alastor se quedó estático ante la acción de la princesa Goetia. No estaba cómodo ni preparado para ese acercamiento pero le había prometido que no la humillaría de esa manera, y no lo haría. Mucho menos frente a Charlotte.
Charlie observaba impotente. Sin saber cómo reaccionar.
En primer lugar, ¿tenía derecho a reaccionar? Su relación con Alastor había terminado por su culpa y Octavia era la consorte que él había elegido.
Había algo de "justicia divina" en lo que estaba pasando: seguramente así se había sentido Alastor cuando la descubrió con Seviathan. ¿En qué momento habrá sido? ¿Qué habrá hecho?
No tengo nada más que hacer aquí. Perdí. Pensó con resignación.
Miró, quizá por última vez a Alastor y dio media vuelta, retirándose en silencio del lugar.
A los pocos segundos Octavia se separó de Alastor él viró su vista hacia donde estaba Charlie pero ella ya no estaba, entonces viró hacia el lado contrario, su sonrisa perpetua estaba ahí, pero sus orejas bajas delataban su tristeza. Octavia lo observó en silencio y se apartó de él para tomar asiento en su respectivo trono, soltó una media risa.
—¿Y así quieres comenzar a dormir conmigo?
Alastor no respondió nada, al igual que ella, tomó asiento en su trono y permaneció en silencio.
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Charlie iba en la limosina Magne de regreso al Hotel. Razzle manejaba y Dazzle se encargaba de consolar a la chica, ella se aferraba a su guardián mientras algunas lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. Parecía que ya no tenía más lágrimas para llorar.
Su Hellphone comenzó a timbrar, era su madre.
Deseaba no responder, pero no le había avisado que iba a salir y probablemente estaba preocupada.
Tomó un poco de aire y respondió.
—Mamá…
—Charlotte, querida, ¿dónde estás?
—Vine al castillo, necesitaba hablar con Alastor. —Respondió tratando de controlar su voz.
—Por el ánimo en tu voz, las cosas no salieron como esperabas, ¿no es así?
—No… Mamá… Lo he perdido…. —Rompió en llanto de nueva cuenta.
—Charlotte…
—No sé qué voy a hacer mamá… La peor parte es que sé que yo tuve la culpa…
—Charlotte, mi niña… Lamento lo que está pasándote pero, estoy preocupada por tu padre. No ha regresado al hotel y me temo que algo pudiera haberle ocurrido…
—¿A papá? Eso es…
—¿Imposible? Eso era antes… Tu padre… Sabes que no fue un gobernante tan accesible con sus súbditos y muchos se alegraron de su caída.
—Entiendo. No te preocupes mamá, lo buscaré y lo llevaré al hotel.
—Cuando lleguen, tendremos una larga charla.
—¿Ya van a reclamarme por todo lo que provoqué?
—Por supuesto que no, Charlotte. Pero es una conversación que necesitamos tener.
—Está bien, mamá.
—Los estaré esperando.
Y sin decir más, Lilith terminó la llamada.
Charlie soltó un suspiro.
—¿A dónde se habrá metido papá?
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En el salón del trono, Alastor y Octavia seguían en silencio, la reina consorte al ver lo afectado que estaba Alastor por la visita de Charlie se retiró del lugar.
Él se encontraba repasando mentalmente la conversación con Charlotte a la vez que no se dejaba de cuestionar cómo serían las cosas ahora si Charlie hubiera hablado con él desde esa visita de su padre. Quizá quien estuviera sentada a su lado sería ella y no Octavia…
O quizá no…
¿Había una forma de saber lo que hubiera pasado?
Lo que había dicho Octavia a Charlie (sobre su destino y su propio aparente libre albedrío) también lo había dejado pensando. Su plan lo había llevado a cabo por el enojo de saber todo lo que Charlie estaba haciendo a sus espaldas, ese mismo enojo le permitió tener sus sentimientos a raya y no tener consideraciones, eso incluía el haber sacado provecho del afecto de Octavia para conseguir el libro que necesitaba.
De otro modo, ¿qué hubiera pasado?
Sin los Goetia no iba a tener oportunidad, incluso si recurría (como lo hizo) a los Von Eldritch.
Tampoco se visualizaba huyendo como un cobarde de Lucifer toda su existencia. Sí, por supuesto estaba dispuesto a crear un nuevo reino para Charlie, quizá hubiera empezado por apoderarse de manera definitiva de la Villa pero sabía que más temprano que tarde habría tenido que enfrentarse a Lucifer.
Habría luchado con todo de sí, juraba por su madre que así lo hubiera hecho pero, ¿y si aun así no era suficiente? ¿Y si solo hacía pasar a Charlie por muy malos ratos solo para terminar siendo aniquilado de la existencia por Lucifer? ¿Y si en verdad su relación con Charlie nunca tuvo futuro alguno?
De ser así…
¿Eso significaba que él también estaba marcado por un destino?
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Charlie había estado recorriendo los círculos del infierno en busca de su padre, no había tenido éxito por lo que ya les había pedido a sus guardianes que se dirigieran al hotel. Al llegar al Hotel se encontró con Cherry y Vaggie en el lobby.
Parecía que se había perdido de mucho durante su aislamiento en la habitación de Alastor pues las chicas se veían mucho más cercanas… íntimas.
Se alegraba. Por lo que Angel decía, Cherry era una buena chica y, Vaggie, bueno, Vaggie tenía su carácter y puede que al final tuvieron sus diferencias pero sabía mejor que nadie la demonio polilla merecía ser feliz. Las saludó con un ligero ademan y continuo su camino hacia su habitación.
Las chicas sabían (gracias a Niffty que se encargó de informárselo a los integrantes del staff) que Charlie había ido al castillo para hablar con Alastor pero, por lo que veían, concluyeron que las cosas no habían resultado bien.
A los minutos, Lucifer hizo acto de presencia en el hotel. Se apresuró a ir a encontrarse con Lilith pues sabía que su amada esposa ya estaría preocupada ya que su visita a los círculos del infierno se había prolongado más de lo esperado.
—Lilith…
—Lucifer, por fin apareces, querido. —Lo recibió con un sentido abrazo.
—Lamento haberme ausentado por más días de lo previsto, me tomó más tiempo de lo esperado. —Respondió. —¿Cómo está mi Manzanita? —Cuestionó al momento de romper el abrazo con su esposa.
—Hoy por fin salió de la habitación. No solo eso: fue a hablar con el Demonio Radio al castillo pero, tal parece que no consiguió nada…
—Ese sucio pecador… No voy a permitir que continúe burlándose de mi hija. —Dijo con furia contenida.
—Querido, por cierto, le he dicho a Charlotte que queremos hablar con ella. Nuestra hija se siente culpable por lo que ha pasado y creo que lo que más necesita es escuchar que tú no la culpas.
Lucifer asintió y Lilith sonrió en respuesta.
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En su habitación, Charlie se encontraba recostada en su cama con la mirada hacia al techo pero sin realmente estar viendo algo. En verdad parecía que ya no tenía más lágrimas para llorar.
Solo sentía un vacío, un vacío en su pecho que se iba expandiendo lento pero continuamente.
¿Qué seguía ahora? Olvidar a Alastor, eso seguía, pero ¿cómo iba a hacerlo?
Si lo comparaba, olvidarse de Seviathan no había sido una tarea difícil pues él se había encargado de matar el amor que sentía por él, pero en el caso de Alastor… Ella había sido quien había arruinado las cosas, en esa última conversación le había quedado claro que Alastor la había amado sinceramente y que él hubiera hecho hasta lo imposible por su relación.
¿Cómo iba a ser posible para ella olvidarlo? Alastor era todo y más de lo que esperaba del amor.
No quería renunciar a él pero él ya no la quería.
Alastor ya había tomado su decisión, no la perdonaría.
—¿Charls? —Llamó Angel mientras tocaba la puerta.
—Pasa, Angel. —Respondió.
Angel entró en la habitación y tomó asiento en la cama de la rubia.
—Niffty nos dijo que habías ido a hablar con sonrisas… no te fue bien, ¿verdad nena? —Cuestionó con una media sonrisa.
—Alastor ya está aceptando a Octavia… —Respondió desviando la mirada. —Permite que lo toque, que lo tome de la mano y que lo bese…
—Oh…
—Alastor nunca me va a perdonar Angel… —Soltó con tristeza mientras llevaba sus manos a la cabeza con frustración.
—Tal vez solo sea cuestión de tiempo, Charls… —Respondió el demonio araña, mientras retiraba una de las manos de la chica de su cabeza para tomarla entre un par de la suyas. —No fue una pequeña travesura lo que hiciste… sé que no lo hiciste por gusto —Aclaró. —pero comprendo la posición de sonrisas. Puedo comprender lo que debió sentir al descubrir tus interacciones con el chico menta. —Dijo al tiempo que recordaba cómo se sintió al descubrir a Valentino con Vox por primera vez.
—También lo comprendo… —Reconoció Charlie. —¿Sabes, Angel? —Dijo retirando su otra mano de su cabeza y dirigiendo su vista hacia su amigo. —Octavia dijo algo en lo que quizá tenga razón: ¿y si las cosas tienen que ser así?
—¿A qué te refieres? —Cuestionó confundido.
—A que, quizá las cosas llegaron a esto porque mi destino no es estar con Alastor, sino con Seviathan… —Dijo con tristeza, casi resignada.
—¡Por favor, nena! —Exclamó. —¿Qué sentido tiene si tu padre ya no es rey y tú no eres princesa? ¿Qué no el objetivo de tu "unión" —Dijo haciendo el signo de las comillas con sus brazos libres. —con el chico menta es para que engendren al siguiente heredero del trono?
—Se supone que es así… —Respondió. —Ya no sé qué pensar, Angel… —Se lamentó.
—Opino que no deberías pensar tanto y esperar que pase un poco más de tiempo. —Dijo con una expresión suave. —No tomes decisiones precipitadas, nena.
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En la mansión Boucher, Seviathan hablaba con sus padres en el salón.
—Entonces, podemos estar seguros que el Demonio Radio está enamorado de Charlotte Magne. —Concluyó Frederick. Seviathan asintió.
—¡Qué horror! Sabemos que Charlotte es una súcubo igual que su madre pero revolcarse con ese sucio pecador solo para hacer que su ridículo proyecto funcionara… —Dijo con una expresión de asco. —Cuan humillados deben sentirse Lilith y sobre todo Lucifer.
Seviathan y Frederick solo escucharon a Bethesa.
—¿Ahora qué sigue, padre? —Cuestionó serio, Seviathan.
—Esperaremos el momento perfecto, hijo. Que tus amigos estén atentos. —Respondió Frederick.
—De acuerdo. —Asintió.
—No sigas con esa actitud, Seviathan. Te he dado mi palabra que Charlotte Magne no será dañada. —Aseguró Frederick al notar la tensión en su hijo.
—Valentino y Vox tienen especial interés en hacer daño al Demonio Radio y Velvet está dispuesta a hacer lo que ellos le digan, por supuesto que ellos querrán dañar a Charlotte para hacer sufrir a Alastor. —Respondió con firmeza Seviathan.
—Bueno, un poco de dolor no le vendría mal a esa mocosa… —Habló con desdén Bethesa. —Pero descuida Sevi, cuidaremos de que esos "Overlords" no se sobrepasen. A fin de cuentas, tú la quieres como esposa y nosotros queremos el heredero que tú y ella van a engendrar. —Finalizó.
Seviathan de nueva cuenta no respondió nada y salió del salón.
—Parece que esta vez Seviathan en serio tiene sentimientos hacia Charlotte. —Dijo Frederick apenas el aludido cerró la puerta tras de sí.
—Es una lástima que Charlotte sea la única hija de los Magne. No me complace nada que mi hijo tenga que casarse y procrear con esa demonio que fue capaz de humillarse ante un humano…
—A mí tampoco me complace pero como dices, —Dijo mientras se ponía de pie de su asiento y se dirigía a servirse una copa de vino y otra para su esposa —es la única hija de los Magne, por tanto, nuestra única opción de poner a un legítimo heredero con nuestra sangre en el trono del infierno. El hijo que conciban Seviathan y Charlotte llevará el apellido Von Eldritch por encima del Magne… —Terminó al tiempo que le entregaba su copa a Bethesa.
—Fue una enorme suerte que Alastor se haya encargado de quitarnos a los Magne del camino. —Respondió mientras veía a su esposo tomar asiento de nuevo.
—Así es, querida. Debe sentirse confiado porque cuenta con el apoyo de los Goetia, pero ese apoyo terminará apenas el ciervo traicione a Octavia por defender a su querida Charlotte. —Soltó una risa de burla.
—El peor de error de Charlotte y Alastor es haberse enamorado. —Llegó a la conclusión Bethesa.
—Pero fue lo mejor que pudo pasarnos a nosotros… —Respondió Frederick alzando su copa para brindar, Bethesa lo imitó y ambos bebieron con expresiones triunfantes.
