.
CAPÍTULO 50:
"¿Realidad o fantasía?"
.
Kurt y Blaine iban en un taxi camino al departamento. El diseñador observó por un instante al chico a su lado y lo tomó de la mano.
Blaine le devolvió la mirada, acompañada de una sonrisa, y apoyó la cabeza sobre el hombro de este.
—¿Cómo te fue con tus amigos?
—Muy bien. En realidad, estuvo excelente.
—¿Se divirtieron?
—Nos reunimos para conversar.
—¡Oh! ¿Y hablaron de muchas cosas?
—Unas cuantas, pero muy importantes. ¿Y a ti cómo te fue con Alejandro?
—Todo bien. Conversamos y lo estuve ayudando un rato.
—¿Qué tanto haces cuando vas a verlo? No es la primera vez que te escucho decir que lo ayudas.
Blaine suspiró con melancolía.
—Ale tiene problemas de salud, y entre los síntomas que padece están el agotamiento y la debilidad. Hay épocas en las que está bien, pero a veces tiene recaídas que pueden durar unas horas, días o semanas.
—Oh… vaya… ¡Qué mal! ¿Y qué enfermedad tiene?
—No lo sé. Nunca me ha querido decir. No le gusta hablar de eso.
—Entiendo, pero no me has dicho con qué tipo de cosas lo ayudas.
—De la casa. Le arreglo el jardín, barro, limpio o lo que necesite. Como te digo, a veces se agota mucho, así que al disimulo acomodo algo por aquí, hago algo más allá mientras hablamos o invento alguna excusa para darle la mano. Tampoco se trata de hacerlo sentir inútil o incómodo.
Hummel sonrió y le besó la cabeza.
—Nunca cambies —la idea de querer compartir su vida con este chico extraordinario se volvió aún más fuerte.
Tras un agradable silencio que los acompañó durante varios minutos, Blaine levantó la cabeza del hombro de Kurt y lo miró dubitativo.
—¿Te puedo contar algo?
—Por supuesto.
—He pensado en conseguir otro trabajo para la tarde.
—Ya tienes varios trabajos.
—Son eventuales. Y no me quejo por lo que gano paseando perros, limpiando casas o podando el césped, pero necesito algo fijo en donde tenga un sueldo.
—¿Puedo saber por qué? ¿Te está haciendo falta más dinero para algo específico?
—Amm… Es que… Ayudo a Ale en otra forma también.
—¿En qué forma?
—Por su enfermedad, se le dificulta trabajar. Ha conseguido empleo en varias ocasiones, pero por las recaídas que sufre, siempre lo despiden. Nadie quiere en su negocio a una persona que falte constantemente o que no pueda hacer todo lo que le exigen, y menos si es un empleado nuevo.
—Es lógico, y lo lamento por él. Debe ser muy duro.
—Lo es, y desesperante también. Lo sé porque he estado en su situación, con la diferencia de que yo podía manejar unos días sin comer, pero él tiene que alimentarse bien para mantenerse estable, y no siempre es posible, así que cuando reúno lo suficiente, le compro algo de fruta, legumbres, pan, cosas así.
—¿Le llevas comida con lo que ahorras?
—Sí, aunque me gustaría darle el dinero para que compre lo que necesita en realidad, pero sé que jamás lo tomaría. Incluso, le cuesta aceptar lo que le llevo y me pide que no gaste en él, pero soy muy insistente.
—Entiendo lo que estás haciendo por tu amigo, pero no sé dónde cuadra lo de querer conseguir otro trabajo con todo esto.
Blaine resopló por la nariz.
—Sé que va a ser más difícil que acepte, pero quiero apoyarlo con las medicinas también.
—Espera. ¿Quieres ganar más para seguir ayudándolo?
—Sí.
—Pensé que querías el dinero extra para ti.
—No, yo estoy bien. Tengo todo lo que necesito. A veces me toca batallar un poco cuando surgen imprevistos, sin embargo, yo sí puedo trabajar y encontrar la forma de solucionarlos, pero para Ale es complicado.
—¡Eres la persona más impresionante de todo este puto mundo!
Blaine lo miró absorto.
—¿Eso por qué?
—Tu hermoso corazón, tu bondad… ¡Estoy tan maravillado! ¿Cómo puede alguien ser tan generoso y desinteresado?
—No exageres —su rostro se volvió carmesí.
—No lo hago. Las pequeñas acciones pueden lograr una gran diferencia en la vida de otros, y si todos fuéramos como tú, el mundo sería distinto.
El chico sonrió con timidez. Nunca se había detenido a pensar en eso, sólo actuaba en base a lo que su corazón le dictaba.
—Entonces, ¿no estás enojado?
—¿Enojado por qué?
—Como Ale no te agrada mucho, creí que al saber lo que quiero hacer, te iba a molestar.
—Jamás podría enojarme contigo por la belleza de tu alma, Blaine. Al contrario, estoy muy orgulloso de ti. ¡No te imaginas cuánto te admiro! ¡Eres increíble, y yo soy tan afortunado de tenerte en mi vida! —lo besó con suavidad.
Anderson observó de reojo al taxista, nervioso por la reacción que este pudiera tener, pero en segundos se olvidó de todo y se dejó llevar por la grandiosa sensación de aquellos labios moviéndose contra los suyos.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
Sentado en un restaurante se encontraba un hombre de vestimenta semiformal, bebiendo un café y revisando algunas cosas en su computadora portátil.
Al cabo de varios minutos sacó su celular y marcó un número.
~¡Buenas tardes, señor! ¿Cómo le va?
~¡Buenas tardes! Bien, bien. Gracias. ¿Qué novedades me tiene?
~Sigo investigando, y le dará gusto saber que estoy cada vez más cerca.
~¡Buenas tardes! ¿Consiguió algo en la panadería? —se escuchó a una mujer aproximándose.
~Señora, ¿cómo está? ¡Es un gusto saludarla! Con respecto a ese tema, aunque varias personas aseguran que el chico trabaja ahí, el dueño se ha mantenido firme en que eso no es correcto.
~No puede ser posible que tantos estén equivocados —dijo el hombre en un tono serio. Por alguna razón el dueño lo está encubriendo.
~Pienso lo mismo, y he estado vigilando el lugar en diferentes horarios, pero el señor siempre está solo.
~Eso es raro —proclamó la mujer consternada—. Tal vez Blaine estuvo trabajando ahí durante un tiempo, pero luego renunció.
~Aunque fuera el caso —dijo el hombre a su esposa—, sigue sin tener sentido que el dueño niegue conocerlo.
~Estamos totalmente de acuerdo, señor, y a pesar de eso, estoy cada vez más cerca de dar con su paradero. Encontré a varias personas que me informaron que su hijo realiza ciertas tareas durante las tardes en otro vecindario, así que me dirigí hacia allá para investigar, y pude corroborar la información. No sólo lo reconocieron en la fotografía, sino que hablaron de él y lo llamaron por su nombre.
~¡Esas son excelentes noticias!
~Aún no lo he visto en el vecindario, pero tengo los horarios en los que acude a trabajar y todo un cronograma planificado.
~¡Tiene que encontrar a mi hijo! —la mujer fue enfática.
~No se preocupe, señora. Antes de lo que se imagina, daré con él y lo tendrá de regreso en su casa.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—¿Estás seguro de que no quieres ir a comer a un restaurante? —preguntó Kurt acariciándole con el pulgar los nudillos a Blaine mientras sostenía su mano.
—Me encantaría, pero desde que regresamos en la mañana, no he visto a Scott. Perdón.
—No tienes porqué disculparte.
—De verdad, es que…
—Tranquilo. Quiero pasar todo el tiempo a tu lado, pero tienes razón. ¿Qué tal si compramos comida para los tres?
—Eso sería genial. Gracias por comprender —sonrió.
Al cabo de media hora se encontraban ya en el ascensor del edificio y Blaine se sentía intrigado. Había notado algo en Kurt desde que este fue a buscarlo a casa de Alejandro, y cada vez era más obvio.
—¿Qué ocurre?
—¿De qué?
—Te ves muy feliz. No sé qué es exactamente, pero hay algo en tu mirada.
—Estoy muy feliz —lo rodeó con un brazo y lo atrajo hacia él.
Blaine sonrió y lo abrazó con fuerza.
—Me encanta verte así, pero más allá de eso, creo que es como si estuvieras emocionado por algo.
—¡Oh! ¡Sí, sí! ¡Lo estoy!
—¡Lo sabía! ¿Qué es?
Hummel negó con la cabeza y una sonrisa fue apareciendo.
»Dime…
—Ya lo descubrirás.
—Kurt…
—Es una sorpresa.
—¿Una sorpresa? —su rostro se iluminó como el de un niño en una mañana de navidad.
—Sí. Y no preguntes más.
—Dame una pista.
—No.
—Por favor…
—No, mi precioso —le besó la frente.
—¿Dónde está la sorpresa?
—Blaine…
—Anda… —le dio un beso en la mejilla— Dime… —le besó la otra mejilla— Una pista al menos —continuó repartiendo besos.
—Está en el departamento. Es todo lo que diré, aunque puedes seguir besándome.
El chico miró con deseo los labios de Kurt, pero el ascensor se detuvo, así que se soltó a toda prisa y se paró a su lado.
—Lo siento. Me dio algo de miedo —susurró luego de que la puerta se abriera.
—¿Miedo? ¿Por qué? —salieron del artilugio y empezaron a caminar por el largo pasillo.
—Amm… Aquí hay algunas personas malas, y ya he tenido problemas con ellas. Si supieran que soy gay, de seguro le dirían a la dueña, y no sé qué clase de prejuicios pueda tener ella, aunque sí me queda claro que es un tanto especial, y no quiero que me vaya a correr.
—¡Oh! ¡Vaya! No sabía eso, pero no tienes nada de qué preocuparte. No voy a causarte problemas. Aunque eso no significa que estés exento de besarme una vez que lleguemos al departamento.
—¿Ec, qué?
—Exento. Quiere decir que no te vas a librar de algo, en este caso, de poner esos bonitos labios tuyos sobre los míos.
—¡Oh! Bueno, no tengo intención de quedar libre de eso —enganchó su meñique con el de Kurt.
Ambos se miraron y sonrieron con complicidad mientras continuaban su recorrido.
—¡Espera! —se adelantó el castaño, parándose frente a la puerta del departamento— Yo abro —sacó la llave de su bolsillo—. Ahora, vas a cerrar los ojos y…
La puerta se abrió dando paso a un Scott furibundo.
—¡Hasta que llegan! —cruzó los brazos frente al pecho.
—Hola, yo también te extrañé —dijo Blaine.
—¡No me salgas con eso! —bramó.
—A mí sí me alegra verte.
—Sí, sí. A mí también. Pero ahora quiero que me expliquen qué carajos es eso.
—¿De qué hablas? —ingresó al lugar.
Kurt puso los ojos en blanco. No podía creer que Scott hubiera arruinado todo.
—¡De eso estoy hablando! —apuntó con el dedo.
Blaine se congeló ante lo que estaba viendo. Su boca se abrió y se cerró varias veces sin emitir ningún sonido hasta que un "¡Guau!" logró escaparse. De inmediato giró para mirar a Hummel, quien musitó un "Sorpresa" con el rostro desencajado.
—¿Compraste una cama grande?
—Espero que te guste.
—Está increíble, pero no puedes gastar lo poco que te queda.
—No fue un gasto. Era algo necesario.
Blaine parpadeó varias veces procesando todo. En lugar de llevar un colchón, Kurt había comprado una cama espaciosa para que pudieran dormir juntos. Una sonrisa invadió su rostro y su corazón se aceleró.
—Lo hiciste. Lo prometiste y… —suspiró.
—Así es —sonrió al ver la felicidad que el de rizos irradiaba.
—¿Por qué hiciste semejante cosa, Hummel? —inquirió furioso Scott. Los dos chicos voltearon en su dirección— ¡Pudiste comprar tu colchón y ya! pero ¿traer una cama de ese tamaño? ¿Te volviste loco acaso?
—¿Qué tiene de malo?
—Primero, todo el espacio que ocupa.
—El espacio es el mismo en donde estaban mi cama y el colchón de espuma —intervino Anderson—, así que no entiendo en qué te afecta.
—¡Ocupa más espacio del que dices! —gruñó Scott.
—Bueno, está de mi lado.
—¿De verdad estás de acuerdo con esta locura? —llevó las manos hacia su cintura y negó con la cabeza— ¡No sé ni para qué pregunto! ¡Es obvio que vas a apoyarlo!
—No se trata de apoyar, sino de que estás exagerando las cosas.
—¿Exagerando? —exhaló con fuerza y frunció ferozmente— ¡Se supone que sólo vivimos los dos aquí! ¡Si alguien viene, el colchón lo podemos quitar rápido o decir que Hummel está de visita por unos días! Pero si ven esa cama, ¿qué crees que va a pasar? ¿Te has puesto a pensar en eso?
—Kurt lleva un tiempo viviendo aquí y no ha ocurrido nada. ¿Por qué algo tendría que cambiar?
—¿Crees que nadie notó el camión que llegó o a los hombres que trajeron la cama hasta el departamento para armarla?
¡Te dije que la dueña ha estado dando vueltas y visitando sorpresivamente a diferentes inquilinos! ¿Qué pasaría si alguien le va con el chisme y aparece de pronto? ¿Qué le vas a decir?
—Que es su cama —respondió Kurt—. Blaine trabaja mucho y pudo haber estado ahorrando para comprar una cama más cómoda. Eso no va contra ninguna política del edificio.
—¿De verdad piensas que alguien va a creer eso? —entrecerró los ojos, dándole una mirada severa.
—No veo porqué no. Es normal que Blaine comprara una cama, así como que tú compraras un mejor colchón.
—¿Qué? —Scott volteó en dirección de su cama y notó la diferencia por primera vez. El colchón era casi el triple de alto que el suyo. La almohada y la sábana también eran nuevas— ¡Yo no te pedí nada de esto! —renegó.
—Lo sé. Es una forma de agradecerte por permitirme estar aquí. Este también es tu departamento y me cediste una parte de tu espacio cuando lo necesitaba.
Nuestra relación tal vez no sea la mejor, pero eso no significa que no te aprecie o que no valore todo lo que has hecho. Estoy consciente de que ha sido por Blaine, y eso vuelve tu sacrificio aún más grande.
—¡No me interesa tu discurso barato! ¡Quiero mi colchón de vuelta!
—Scott, por favor… —intervino el de ojos como la miel.
—Por favor, ¿qué? ¡Es típico de la gente como él hacer lo que le da la gana! ¿Es que no te das cuenta? —elevó el tono— ¡Pero yo no me voy a dejar pisotear!
Kurt sintió la desesperación creciendo a una velocidad vertiginosa.
—¿De qué estás hablando? Ya te dije que lo hice como una muestra de agradecimiento.
—¡No tenías ningún derecho a tomar decisiones sobre mis cosas! —lo volvió a apuntar— ¡Quiero mi colchón y mi almohada, y no me interesa lo que tengas que hacer para conseguirlos!
—¿No crees que te estás pasando de la raya? —cuestionó Blaine.
—¡Tú no te metas! —lo miró con rabia.
—No tienes por qué gritarme.
—¡Todo esto es tu culpa! ¡Si quieres esa cama, bien, pero yo quiero mis cosas y las quiero hoy mismo!
—¡Deja de gritarle! —intervino el diseñador elevando la voz.
—¡No sé cómo no lo vi venir antes! ¡Uno de estos días voy a llegar y encontraré mis cosas en la calle!
—Estás sacando todo de proporción, Scott. Fue un regalo, y si no lo quieres, basta con que lo digas, pero no tienes por qué armar este escándalo.
—¿Sabes qué? ¡Vete a la mierda, Hummel! ¡Los dos se pueden ir a la mierda! —empujó a Kurt al cruzar y aventó la puerta al salir.
—¿Qué fue todo eso? —miró perplejo a Blaine— No esperaba que me agradeciera, pero tampoco imaginé que reaccionaría así.
—Lamento mucho la forma en la que te habló.
—No te disculpes por él.
—Fue un gesto lindo de tu parte. No merecías eso.
—Quizá debí preguntar, aunque hubiera dejado de ser una sorpresa. Te juro que jamás pretendí que se formara todo este lío.
—Lo sé.
—Quería hacerte feliz y demostrarle a él mi agradecimiento.
—Me encanta la cama —se acercó y lo tomó de la mano—. Gracias. Significa mucho para mí por todo lo que representa en nuestra relación —bajó la mirada y negó con la cabeza—. Lamento que Scott arruinara las cosas.
—La expresión de sorpresa y felicidad que tenías, jamás se me va a olvidar, y te aseguro que lo compensa todo.
Blaine frunció y apretó el puño.
—Eres tan dulce y no merecías que él te gritara.
—Tú tampoco.
—Pero es diferente porque ya tuviste suficiente de eso en tu vida y…
—No quiero que te pongas así, por favor. No lo vale.
—Pero…
—Sin peros, mi amor. Lo único que me importa es que estés bien y que seas feliz. No sabes lo mucho que me encanta verte sonreír.
—Kurt… —sus ojos se iluminaron y su corazón se aceleró mientras que en su mente se repetía el "mi amor" una y otra vez.
—Sí, así es como me gusta verte mi precioso, precioso Blaine —acortó la distancia y lo besó.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—Deja de dar vueltas —dijo Kurt desde el otro lado de la habitación, tratando de mantener la calma después de que Blaine hubiera pasado la última media hora mirando el reloj con insistencia—. Scott es un adulto y ya sabrá a la hora que quiera regresar.
—Es mi mejor amigo y no puedo evitar preocuparme por él.
—Él está bien, simplemente se comporta como un niño caprichoso.
—Sé que no fue correcta la forma en la que actuó, pero ha tenido una vida muy difícil y…
—Tú también, y no andas haciendo berrinches.
—Cada uno asimila las cosas de diferentes maneras. Él es una buena persona, aunque a veces puede ser algo complicado.
—No te estreses más, por favor. Cuando Scott tenga sueño o se le pase la rabieta, vendrá a dormir.
—Eso espero.
—Ya verás que sí. Ahora relájate y prueba el colchón. Apenas si lo has mirado desde que estamos aquí.
Con un suspiro, los ojos dorados pasaron del recipiente de comida para su amigo hacia donde se encontraba la cama, y se movió en su dirección.
—Sí, seguro.
—¿Qué lado prefieres?
—El que sea. Estoy acostumbrado a dormir en una cama pequeña, así que tú deberías elegir.
—Yo me acomodo bien en cualquiera de los dos lados.
—Amm… Puede ser este ya que estoy aquí.
—Bien. Pruébalo.
Blaine tocó el colchón con ambas manos, ejerciendo un poco de presión.
—Es suave —se acostó y sus ojos se abrieron muy grandes—. ¡Oh! ¡Guau! ¡Es como el del hotel! ¡Y la sábana se siente tan bien! ¡Oh! ¡La almohada es muy cómoda! ¡Todo está increíble!
—Y hay dos tipos diferentes de cobertores, para que los uses dependiendo de la época del año.
—¡Me encanta!
—A mí me encanta verte feliz, y saber que te gusta tu cama nueva, me llena de dicha.
—¡Gracias, Kurt! ¡De verdad, gracias! ¿Pero sabes qué puede hacer que esto sea mejor todavía?
—¿Qué cosa? —preguntó intrigado.
—Que estés aquí a mi lado.
Hummel sonrió y se acostó de inmediato.
—Listo.
—Ahora sí es casi perfecto.
—¿Casi?
—Sí, porque hay un detalle más.
—¿Cuál?
—Que recuerdes que no es mi cama, sino nuestra.
Kurt abrió los brazos y sonrió, y Blaine no tardó en acomodarse entre ellos.
—Esta es la mejor sensación —suspiró enredando sus dedos en algunos rizos.
—Sí, lo es. Tú y yo así, juntos en nuestra cama. No puedo pensar en nada mejor.
—Te quiero con todo mi corazón, precioso —empezó a besarlo.
Los labios danzaban sincronizados con suavidad, dejándose llevar por las vibraciones y la calidez, tomándose todo el tiempo para reconocerse, saborearse y disfrutarse.
—Te quiero —jadeó Blaine cuando se separaron, y miró con fascinación aquellos ojos del color del cielo que tanto adoraba.
Kurt lo besó nuevamente, despacio al principio y luego fue explorando, apropiándose de aquellos carnosos labios que sabían a gloria.
Blaine le dio mayor acceso y ambos gimieron. El calor invadiéndolos estaba acompañado de descargas eléctricas que intensificaban todos sus sentidos, mientras que sus cabezas caían en una sensación nebulosa.
Kurt fue descendiendo con besos y caricias, provocando en Blaine toda clase de sonidos.
—Me encanta escucharte —susurró cerca de su vientre y empezó a ascender.
—Kuurt… —lo sujetó de los hombros.
—Descuida. Te dije que quería ir despacio contigo.
Anderson respiró agitado, con las pupilas dilatadas y sus manos explorando la anatomía del diseñador.
—¿Y si no quiero que vayas despacio?
—No me gustaría adelantar nada —le besó el cuello—. Podemos disfrutar de tantas sensaciones y momentos —continuó besando y dando pequeñas mordidas.
Blaine cerró los ojos y le enterró los dedos en la espalda.
—Esto se siente tan bien —gimió.
Los besos y caricias continuaron hasta que ambos decidieron que era el momento de detenerse.
Acostados de lado, respirando con dificultad, se miraron a los ojos con amor, sintiéndose felices y plenos.
—Esta conexión que tenemos es impresionante —dijo el castaño—. Puedo sentirla fluyendo entre nosotros. ¿La sientes?
—Sí, la siento. Es increíble.
—Jamás había experimentado algo así —le dio pequeños besos en los labios y sonrió.
—Yo tampoco, y me encanta vivir todo esto contigo.
—A mí igual, mi precioso.
—Descansa —sus dedos se deslizaron por el contorno del níveo rostro—. Anoche no dormiste casi nada y hoy no has parado en todo el día. Luces agotado.
—Sí, lo estoy —cerró los ojos y suspiró—. Descansa tú también.
—A veces tengo miedo de que esto sea un sueño.
—¿Qué? —los ojos azules se abrieron a toda velocidad, posándose en el chico frente a él.
El menor desvió la mirada al darse cuenta de que sus pensamientos habían cobrado voz.
»Blaine…
—Todo esto que estamos viviendo es tan perfecto y mágico que me da miedo pensar que voy a despertar en cualquier momento y que seguimos siendo sólo amigos, o peor, que ni siquiera nos conocemos.
Ya sé cómo suena, pero es lo que me pasa —elevó el hombro, acompañado de un gesto.
—Entiendo cómo te sientes porque me ocurre lo mismo.
—¿En serio?
—Sí. Tengo miedo de que seas un producto de mi imaginación desesperada, y que voy a despertar en cualquier momento en mi antigua vida a punto de casarme con la persona equivocada.
—Te prometo algo, Kurt. Si esto es un sueño, cuando despierte te voy a decir lo que siento por ti. Y si no te conozco, te voy a buscar en todas partes hasta encontrarte.
El decorador sonrió y lo abrazó un poco más.
—Te prometo que, si esto es un sueño, al despertar voy a buscarte sin tregua, y cuando te encuentre, haré todo para que seas parte de mi vida y para que lo nuestro siempre funcione.
—Te amo tanto… —suspiró, y al instante sintió un remolino formándose en su estómago. Le había dicho a Kurt que lo amaba, y no había forma de ocultarlo o negarlo, ni la remota posibilidad de que este no hubiera escuchado.
