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Jealousy
Capítulo 3
—Por favor Akane, dime —Ranma miraba fijamente a Akane pero esta no musitaba palabra alguna.
Como ya era de esperarse toda la familia estaba tras la puerta viendo la escena.
De repente alguien toco la puerta de la casa y Nabiki fue a abrir, al hacerlo una pelicastaña paso adentro con un paquete en sus brazos.
—¡Ranma, Akane!, que gusto saludarlos, les traje este presente para el bebé que tuvieron y a venir a disculparme por no estar presente en el parto —les tendió el paquete envuelto entre sus manos.
—Pero si que eres importuna Ukyo —Nabiki agarró de los hombros a Ukyo y le dio media vuelta para acto seguido guiarla a la salida.
—Espera Nabiki, mi regalo —
Akane se safo de ranma y se metió corriendo adentro de la casa.
—Ukyo vete ya por favor — Nabiki terminó de votar a Ukyo de la casa y volteo a ver a Ranma— será mejor que vayas a por Akane —
Ranma que se encontraba parado en medio del patio miró al suelo soltando un suspiro de cancansio.
—Ella no quiere hablar conmigo— hizo una pausa ahora mirando molesto hacia un punto fijo de la pared — ella no es la única que está sufriendo aqui Nabiki — dijo para acto seguido irse al patio trasero.
Akane caminaba lentamente por el pasillo, pensando si estaba preparada para seguir o simplemente darse la vuelta y bajar abajo, tomó un alto suspiro y siguió hasta toparse con su antiguo cuarto, giro la manija lentamente y al abrirlo su vista se encontró con una cuna de bebé, en las paredes pequeños dibujos de estrellas y nubes, osos de peluche y más.
Dio pasos lentos hasta la cuna, la tocó suavemente y su reflejo cambió a uno triste, poso su vista a la pequeña lámpara que se encontraba ahí y luego a la pequeña ropa que estaba doblada en la pequeña cuna, la tomó delicadamente y al acercar la ropita a su cara y olerla sintió sus mejillas húmedas, estaba llorando de nuevo.
Sostuvo la ropita de bebé entre su pecho, las lágrimas se hacían más profundas, se tumbo al suelo con la ropita en brazos llorando desconsoladamente.
—oh Dios, Akane — Kasumi qué pasaba por el pasillo vio a su hermana ahí, dejó el cesto de ropa en el piso y fue a abrazarla, no podía hacer más, sabía que el dolor de su hermana era profundo y no se curaria tan rápido.
—Kasumi — susurro entre sollozos la pobre peliazul.
Kasumi se acordó a cuando Akane tenia 6 años y se le había perdido la pequeña muñeca que su madre le había regalado antes de morir, ese día Akane lloro más que nunca, estuvo asi por meses.
Ranma se encontraba en el Dojo, dando patadas, hacían ejercicio y rompiendo maderas o ladrillos a lo loco.
Como el había dicho, Akane no era la único que estaba sufriendo.
Hacia de todo para no pensar en aquello y mantenerse fuerte, los nudillos de su mano ya sangraba. Aunque lo negara el se había hecho muchas iluciones con el bebé, al enterarse que sería una mujercita el practicaba con un juguete de bebé todos los días para no cometer errores.
—¡Giaa! — Grito rompiendo el último de los 100 labrillos que había roto.
Su madre que entraba al Dojo buscando a su hijo al ver la escena corrió hacia el agarrandolo del brazo.
—¡Detente ya Ranma! — le grito al ver la sangre en sus nudillos.
—Mousse ve a poner estas maletas al cuarto de alado — hablo una señora de cabello canoso alcanzando al pelinegro unas 10 maletas.
—Abuelita iré a cambiar de pañal a la bebé — hablo la chica que sostenía en brazos a un pequeño bebé.
—Claro Shampoo, yo me encargaré de instalarnos aquí —
—¡Mousse ayudame con la bebé! —Grito la pelimorado desde el otro extremo del cuarto.
—¡ya voy mi cielo! —grito Mousse dejando todo lo que estaba haciendo para ir corriendo al llamado de la chica.
No existe nada que pueda aliviar el dolor de perder a un hijo y el dolor de Akane nunca desapareció, por que las madres llevan a sus hijos en el vientre nueve meses pero en su corazón...los guardan para siempre.
Ya había pasado cuatro años, en ese tiempo Ranma había decidido separarse de Akane puesto a que vio que las cosas habían decaído entre los dos y ya no había nada que hacer.
Cuando sus padres se habían enterado se negaron rotundamente pero ya no había nada que hacer, ellos ya habían decidido.
Y desde hace cuatro años no habían noticias de Shampoo y mucho menos de Mousse, su abuelita había regresado por que las ventas en Tokio eran mejor que los que había en China, cuando le preguntaban por Shampoo esta solo se limitaba a decir que estaba en China con Mousse.
Ranma había decidido mudarse a un departamento a la semana en la que se divorciaron y por otro lado, Akane decidió ser ella quien de clases en el Dojo los sábados y domingos mientras que de lunes a viernes trabajaba en una empresa como secretaria.
Akane decidió tratar de seguir adelante implementando cosas a su vida, como también tratar de olvidar todo lo sucedido, dejó de saber de ranma para ese entonces.
—¿Ya está todo listo Mousse? —
—Si mi cielo, ya está todo empacado — respondió el pelinegro.
—Bien, ¡cariño es hora de irnos! — grito la pelimorado y de la puerta entro una niña de cuatro años — Ven muñeca — levanto a la niña dirigiéndose a la salida — Agarra las cosas y vámonos Mousse —
—¿A donde iremos mamá? — pregunto la pequeña, esta tenía el pelo negro y unos ojos azulados un poco oscuros sin embargo su carácter era un tanto peculiar, era un poco ruda y habladora.
—Nos iremos a Tokio mi amor — hizo una pequeña pausa para sonreír — es hora de volver —
—Ya estoy yendo para la empresa — un pelinegro hablaba por llamada en su móvil mientras conducía un auto — si, si Ukyo te vendre a recojer al aeropuerto — termino de decir para luego colgar y enfocarse en el camino.
Veía la gran trancadera que había y si seguía así no llegaría a tiempo a la empresa donde trabajaba, aprovecho para mirarse de reojo al espejo de arriba que había y arreglarse el cabello.
—¡Papá ya me voy! —
—Cuidate Akane, no llegues tan tarde —
respondió un señor con bigotes.
La peliazul respondió con una sonrisa para luego salir de ahí.
—Buenos días Akane, toma — un muchacho alto apareció en la puerta alcanzandole un pequeño peluche que está la resivio gustosa.
—Buenoa días Shinosuke — sonrió y ambos comenzaron a caminar — y dime, ¿como sigues de tu cabeza? —
—Bien, el abuelo prepara un frasco de ese agua del bosque y me lo da, me sienta bien y ya no tengo que encerrarme ahí para siempre, aunque aveces olvido cosas —
—Me alegro mucho — guardo el peluche en su cartera— tenemos que apresurarnos o el tren nos dejará —
—Si, oh espera te traje un pequeño peluche, lo estaba agarrando aquí...— buscaba el peluche y se extraño que no lo encontrará.
La peliazul solamente río.
—Ya me lo diste shino — sonrió para luego agarrar del brazo al pelinegro y correr — tenemos que apresurarnos si no queremos que el jefe nos regañe, hoy habrá una junta directiva —
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Muchas gracias por seguir leyendo esta novela a todos ustedes!! Y gracias por sus comentarios
Los Leo en el próximo capítulo!!
