Capítulo I:


#1. Yo soy todos esos pedacitos rotos que dejaste al irte.

Ojala vuelvas algún día.

Prometo no romperme esta vez.

.


.

.

DEMONS HIDE

.

.

Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.

.

.

El coche se detuvo justo en la entrada, yo observe a través del vidrio polarizado aquel imponente edificio de piedra, ya había demasiados estudiantes reunidos allí, todos con sus bolsos y maletas y sus familias despidiéndose entre risas y lágrimas. Yo me sentí tan incomoda con aquel elegante uniforme, sobre todo porque yo no pertenecía a ese lugar.

―¿Nerviosa? ― Escuche su voz a mi lado.

Voltee el rostro clavando mis ojos en él, se veía tan formal y elegante y me aterraba, me daba el mismo miedo que cuando tenía siete años de edad y lo vi por última vez en mi vida.

―Algo. No creo encajar aquí― Susurre y observe al chófer bajar del coche para caminar al maletero y bajar mi valija.

Él largo una risita baja.

―Nadie nunca encaja aquí― Bromeó y apoyo su mano en mi hombro arrugando el saco escolar ―Solo será tu último año, debes terminar la secundaria―

―Lo sé―

―Y el año que viene iras a la universidad que quieras―

Es lo mínimo que debes hacer por mi quise decirle pero no lo hice, trague la bronca y el odio que le tenia y sonreí acomodando la falda tableada escolar.

―Gracias, padre― Murmure abriendo la puerta del coche para bajarme.

Él sonrió arrugando el entrecejo y tomo mi mano evitando que bajara.

―Nadie se debe de enterar quien eres― Comento ―Sakura―

Sonó más a una amenaza. Asentí. Después de todo hacia poco más de una semana me estaba prostituyendo en un bar de mala muerte hasta que él me encontró, ahora solo me queda aceptar mi nuevo destino, como lo venía haciendo desde que me abandono en aquel orfanato del infierno. Comparado con eso. ¿Que tan malo podía ser este lugar?

Konoha Kokusai Gakuen

El Colegio más prestigioso de todo Konohagakure.

.

Una semana antes.

.

Las luces iban y venían, el sudor bajo despacito por mi espalda desnuda. Estaba tan mareada que apenas si oía esos gritos a mi alrededor, no fue hasta que ese sujeto se acercó a mi que reaccione en donde estaba.

En el prostíbulo donde me abandonaron a los doce años.

―Hola, linda―

Esa sonrisa. Yo ya sabía lo que vendría después. Inhale la cocaína con fuerza, quemo mis fosas nasales, mis pupilas se dilataron, mi corazón comenzó a bombear cada vez más fuerte.

―Hola, guapo

Él me miro con lujuria. Yo solo fije querer cogérmelo.

.

―Cierra los ojos―

Yo suspire rendida cuando aquella chica que no tendría más de quince años me tapo los ojos con su mano derecha, aún llevaba el ajustado vestido de lentejuelas color verde cuando ingrese a nuestro dormitorio.

Nuestro dormitorio.

Era un sucucho en el sótano de aquel bar donde había unas veinte literas donde nos obligaban a dormir.

La castaña me empujo levemente hasta llegar a mi cama y sentí el colchón bajo mis piernas cuando me obligó a sentarme, el calorcito en mi nariz adivino su intención y lo confirme cuando libero mis ojos y observe el pequeño cup cake de fresas con aquella pequeña velita roja en el centro.

―Pide un deseo―

Yo solo quería una cosa.

―Felices diecinueve años, Sakura― Chillo abrazándome con fuerza y el merengue del cup cake acabo embarrado en mis cabellos ―Lo siento― Se disculpo limpiando el merengue con los dedos, yo sonreí tomando el panecillo entre mis manos, lo partí a la mitad y le entregué uno de los trocitos a ella ―Gracias ¿Qué pediste? ― Preguntó llevándose el bizcocho a la boca.

Yo sonreí y limpie las migajas de su mejilla con mis dedos.

―Si te digo no se cumple, Matsuri― La rete y ella hizo un puchero a modo de berrinche.

Voy a asesinar al bastardo que me abandono en este infierno.

.

Baje despacio del coche, mis zapatos negros tocaron aquel suelo de piedras y sentí todas las miradas sobre mi, supongo que la mayoría de esos niños ricos ya se conocían. Mi padre no se bajo del coche, tampoco podían verlo conmigo, supongo que a su hijo legítimo si lo acompaño hasta la puerta.

―Sus maletas, niña―

Yo sonreí ante como me llamo el chofer, lo que menos tenia era de niña.

―Gracias―

―Que tenga un buen último año―

Yo asentí y me encamine al edificio frente a mi, llevaba el bolso en una mano y la maleta en la otra. El cabello largo hasta la cintura de ese peculiar color rosa, el maquillaje no muy cargado -mi padre me había prohibido usarlo como solía hacerlo- y aquel costoso uniforme escolar, la camisa perfectamente planchada, la corbata color verde oscura, el elegante y formal saco, la corta falda tableada y el escudo escolar de aquel Colegio impregnado en toda esa ropa.

―Disculpa ¿Tu eres nueva?―

Yo asentí, él sonrió enseñándome toda su dentadura y unas muequitas se formaron en sus mejillas a modo de bigotes. Era un niño.

―Soy Naruto Uzumaki― Se presentó y apretó mi mano entre la suya ―Déjame enseñarte el Colegio

Yo escuche las risas de fondo. Mis ojos inevitable viajaron a aquella mesa de mármol a unos metros de nosotros donde se encontraba aquel grupito de chicos. Todos tendrían alrededor de unos dieciséis o diecisiete años, yo les llevaba dos años de edad pero muchos años más en experiencia y dolor. Los cinco adolescentes llevaban el uniforme escolar, yo recorrí sus caras con los ojos pero no fue aquel chico de cabello castaño y los mismos ojos que mi padre quien llamo mi atención.

Fueron esos ojos negros que me miraban como si me conocieran de toda la vida.

.

Hola, ángel.

.

La bala me rozo el lóbulo de la oreja derecha y juro que mi cabello se movió al sentirla pasar a toda velocidad junto a mí, la sangre bajo despacito por mi cuello, levante las manos en señal que no escaparía aunque era lo único que quería hacer y sentí los pasos acercarse a mi, las risas, las burlas.

―Da la vuelta, preciosa―

Volteé despacio aún con las manos levantadas y me despedí de mi única salida. Ellos sonrieron al verme a los ojos.

―De rodillas―

Yo obedecí y sentí el pasto húmedo mojar mis rodillas desnudas, la falda se había subido al igual que aquel pedazo de tela que funcionaba a modo de top, la parte derecha se había teñido de rojo de la sangre que emanaba mi herida, no sabía que el lóbulo de la oreja podía sangrar tanto. Uno de esos sujetos se aproximó a mi, apoyo sus dedos en mi mentón y me obligó a verlo a los ojos, yo temblé de miedo al ver el arma frente a mí.

―Abre la boca―

Sentí el frío del metal rozar mi lengua cuando la metió entre mis labios y escuché las risas de esos hombres cuando simuló penetrar mi boca con el cañón del arma, las lágrimas bajaron despacito por mis mejillas borrando el rosa del rubor y volviéndose negras por la máscara de pestañas. Yo solo temblé, de frío, de miedo, de las ganas que tenía de morir en ese momento.

Observe el interior de la casa, aún oía la música y los gritos y a solo unos cuatro metros de mi podía ver el cuerpo sin vida de Matsuri. La habían asesinado al intentar huir como me iban a asesinar a mi ahora. Cerré los ojos esperando mi muerte pero la bala nunca llegó.

―Déjala―

Hacia más de doce años que no oía esa voz, no tuve que ver sus ojos para reconocerlo pero lo hice y cuando lo vi supe que el también me había reconocido.

―¿Hikari?― Pronunció con duda.

Yo negué con la cabeza. Era imposible que mi madre se viera tan joven, aunque supongo que cuando él la vio por última vez tenia casi mi edad.

―Su hija― Murmure y esos ojos tan peculiares se clavaron en mi.

Los reconocería en mil vidas porque fueron esos ojos los que me abandonaron en el mismo infierno cuando apenas tenia siete años de edad.

―Y la tuya― Sonreí ―Hizashi―

.


.

Pero vivir con miedo nunca estuvo en mis opciones.

.

.