Hola queridos lectores.

Llegué con esta nueva actualización, no creí tenerlo tan rápido, pero tenía que aprovechar la oportunidad que la inspiración me está brindando jajaja.

Agradezco a cada uno de ustedes sus comentarios.

Cbt1996: En verdad lo siento mucho, buscaré lo más rápido posible al mejor cardiólogo del país. La verdad que Kikyo fue más rápida de lo que pensé, ni yo vi venir ese ataque. Más adelante veremos quién la ayudó en todo esto; y por desgracias, están logrando acabar con él, al menos en el ámbito personal lo hicieron trizas. Se me hizo un poco difícil plasmar los sentimientos de Inuyasha en ese momento, e hice todo lo posible para que poder transmitir su dolor y veo que lo logré, está sufriendo demasiado. Si con el capítulo anterior se te aguaron los ojitos, prepárate porque este capítulo es desde la perspectiva de Kag y también será algo desgarrador. Respecto a los villanos, siento que será un tanto difícil, pero los atraparán, cada uno recibirá su castigo, eso es seguro; mientras eso pasa, seguirán haciendo de las suyas contra nuestro amado InuKag. Muchas gracias por seguir leyendo, me alegra que, a pesar de ser un capítulo muy triste, siga atrapándote.

Rosa Taisho: Tienes razón, fue intento de homicidio imprudencial, y eso merece un castigo. Pero no sé si Inuyasha quiera denunciar ya que lo único en lo que piensa es en Kagome, está sufriendo por su ausencia. Claro que odia a Kikyo y de odia a si mismo por dejarse llevar por sus impulsos y caer en la trampa; créeme, Kikyo recibirá su castigo. Ay, Rosita, si con el capítulo anteriores lloraste, entonces prepárate para este, ya que es desde la perspectiva de Kagome y su sufrimiento es igual o mayor al de Inuyasha. Esa canción queda perfecta, es justo lo que Inu está experimentando. Gracias por seguir leyendo, y aunque es un capítulo doloroso, espero te pueda transmitir todos los sentimientos de la protagonista.

Karii Taisho: Mi querida Karii, tu no deberías ser maestra, tú deberías estar trabajando en la CIA, mujer. Has acertado en tu teoría: efectivamente Kikyo trabajó con Koga en este plan macabro, y claro que Naraku está involucrado, y eso lo veremos más adelante. Muchas veces, los problemas en conjunto con el dolor y el sufrimiento nos llevan a perder el control de absolutamente todo, y ese es el caso de Inuyasha, pero tranquila, que pronto saldrá de esa y volverá a ser el mismo Inuyasha de antes; por el momento nuestro trío malvado pensará que lo están acabando, pero que sorpresa se llevarán cuando lo vean resurgir de ese hoyo negro en el que está sumido. Mi pobre Kag, se está haciendo la fuerte ante esta situación; sabemos que todo fue un mal plan de kikis, que desgraciadamente funcionó, y no solo dañaron a Inuyasha, también hirieron a Kag, quien se quedó con otra idea, y eso junto con sus nuevas heridas, la harán tomar un decisión muy drástica, y tal cual mencionas, ese sobre que le entregó Kaede será su escapatoria y su salvación, en este nuevo capítulo lo entenderás mejor. Gracias por seguir leyendo y amar tanto esta historia. Perdón por tantos pañuelos, pero por el momento, tendrás que seguir comprando porque aún no encuentran la luz al final del túnel. Cuando sea Secretaria de Educación a nivel nacional, prometo darte bonos mensuales para la compra de los pañuelos (jajajaja ok, esa ya sería otra historia jaja)

Annie Perez: Holaa, sí, fueron muchas emociones y mucho dolor por parte de Inuyasha, claro que se volverán a ver, pero el perdón será muy difícil de obtener, Kagome está convencida de que él solo la utilizó para divertirse y que nunca dejó su relación con Kikyo. El amor entre nuestro InuKag es muy fuerte, así que no hay que perder la esperanza de que puedan volver a estar juntos y que esta vez sea para siempre. Gracias por seguir leyendo y nos leemos en la próxima.

Rocio K. Echeverria: Yumi es una niña muy dulce que le tocó vivir con un padre lleno de problemas, ojalá que con sus malas decisiones no la termine involucrando en esta guerra sin sentido. La respuesta a tus preguntas estará en el siguiente capítulo; puedo adelantarte que sí, está arrepentida, pero por el hecho de administrar más sustancia de la permitida. Creo que nadie se esperaba que Kag decidiera desaparecer, y no solamente de la ciudad, sino que se fue del país, y justamente hoy sabrán a dónde se fue, además, de que la verán derrumbarse y de una manera terrible; este es otro capítulo triste, lleno de dolor, angustia y decepción. Se que ninguno de los dos merece sufrir, pero ten el consuelo de que en su momento aclararán las cosas. Gracias por siempre estar aquí y seguir leyendo a pesar de los doloroso que pueda ser el capítulo. Saludos y pido perdón con anticipación por volver a dejarte triste.

Shikon de Oz: Lo siento amigo, tampoco me gustaría seguir con el drama, pero es necesario. Te juro que al final valdrá la pena, cada lágrima derramada será compensada con muchas alegrías, lo prometo.

En verdad siento mucho el sufrimiento por el que está pasando Inuyasha, son tantas cosas que ya no pudo soportar tanto dolor. Ahora es el turno de Kag, aunque se está haciendo la fuerte, llegará el momento en que colapse. La pregunta ¿Dónde está Kag? Se responderá en este capítulo.


CAPITULO 20: ACUÉRDATE DE MI

Narra Kagome

Caminar me hizo bastante bien. Pude despejar mi mente y el enojo que sentía por la discusión con Inuyasha había disminuido. Al llegar al edificio, un escalofrío recorrió mi espalda y mi pulso se aceleró, como si mi corazón estuviera advirtiéndome de que algo no estaba bien.

-Kag, tranquilízate, todo está bien. -musité

Traté de controlar mi respiración, pero el aire parecía más denso, más difícil de tomar. Cerré los ojos por un momento, intentando ahogar los malos pensamientos que amenazaban con abrumarme. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué me sentía así?

Con un suspiro tembloroso, me obligué a abrir los ojos cuando las puertas del elevador se abrieron una vez más, revelando el pasillo del sexto piso. Paso a paso, me dirigí hacia la puerta del departamento. Saqué las llaves de mi bolso y al querer abrir la puerta, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza al escuchar la risa de una mujer que provenía del interior.

Abrí lentamente la puerta y lo que vi me dejó helada. Sentí como mi corazón se hundía nuevamente en un abismo de dolor. Inuyasha estaba acostado en el sofá y Kikyo semidesnuda, estaba sentada a horcajadas sobre él. Se veían tan felices, disfrutando del momento, en el mismo lugar donde él y yo habíamos hecho el amor.

Las palabras se atoraron en mi garganta mientras observaba la escena frente a mí. El dolor punzante en mi pecho amenazaba con hacerme colapsar, pero me obligué a mantener la compostura.

-Inuyasha… -mi voz apenas era un susurro, cargado de decepción y angustia.

Cuando los ojos de Inuyasha se encontraron con los míos, pude ver la angustia y confusión en su mirada; sus labios se entreabrieron como si quisiera decir algo.

-Kag… -musitó con dificultad.

Kikyo volteó a verme y su sonrisa se ensanchó en una expresión de burla descarada, como si disfrutara de la incomodidad que su presencia había causado.

-Kagome -dijo cubriéndose con los brazos-, creímos que tardarías en regresar. -Su mirada fría y despiadada, parecía atravesarme como si estuviera saboreando mi dolor.

Sentí mi cuerpo flaquear y mis cosas cayeron al suelo. Retrocedí unos cuantos pasos y salí corriendo de allí, el dolor me estaba matando por dentro, pero las lágrimas no lograban salir. Corrí sin rumbo fijo, tratando desesperadamente de huir de la realidad, tropezaba con la gente que se cruzaba en mi camino, pero no me detenía.

Mis pensamientos eran un caos, una mezcla de rabia, tristeza y confusión. ¿Cómo pudo haberme hecho esto? ¿Acaso todo lo que compartimos fue una mentira?

El sonido de mis propios sollozos ahogados resonaba en mis oídos, pero las lágrimas se negaban a caer. Mi garganta ardía con el esfuerzo de contener el dolor, pero no quería mostrar debilidad. No quería que nadie más viera lo destrozada que estaba.

Seguí corriendo, dejando atrás calles y edificios, sin un destino en mente más que alejarme, hasta que me encontré en un callejón sin salida. El rugido sordo de mi respiración resonaba en el callejón vacío mientras me apoyaba contra la fría pared de ladrillo. Mi corazón golpeaba mi pecho con fuerza, como si intentara escapar de su prisión de dolor.

Mis piernas temblaban bajo el peso de la angustia acumulada, mis manos también temblaban mientras las apoyaba en mis rodillas, tratando de recuperar el aliento. Cerré los ojos con fuerza, tratando de bloquear el dolor que amenazaba con desbordarse y consumirme por completo. Finalmente permití que las lágrimas brotaran y resbalaran por mis mejillas con una mezcla de dolor.

Mis piernas temblaban bajo el peso de la angustia acumulada, mis manos también temblaban mientras las apoyaba en mis rodillas, tratando de recuperar el aliento. Cerré los ojos con fuerza, tratando de bloquear el dolor que amenazaba con desbordarse y consumirme por completo. Finalmente permití que las lágrimas brotaran y resbalaran por mis mejillas con una mezcla de dolor.

Me senté en el suelo frío y húmedo, abrazando mis rodillas mientras dejaba que las lágrimas fluyeran libremente. En ese momento, el mundo se reducía a la oscuridad del callejón y al eco de mi propio sufrimiento. Estaba perdida en un mar de dolor y confusión, sin saber cómo podría volver a encontrar mi camino.

Me había jurado a mí misma que no volvería a derramar lágrimas por alguien, y aquí estoy, llorando por él. Reconozco que Inuyasha logró conquistarme, sanó cada una de las heridas en mi corazón, pero ¿para qué? ¿Para terminar despedazándome en mil pedazos nuevamente? ¡Ja! Lo irónico de todo es que, a pesar haberlo encontrado con ella, lo amo y eso era lo que más me dolía.

No supe cuánto tiempo estuve sumida en el llanto, pero llegó un momento en el que no quedaban lágrimas por derramar. Me puse de pie, secando las últimas gotas de dolor en mi rostro, y exhalé profundamente en un intento por calmar mis nervios. Necesitaba reflexionar sobre muchas cosas; pero algo si tenía muy claro: no volvería al departamento de Inuyasha, simplemente no quería volver a verlo.

Necesitaba huir, necesitaba alejarme de todo. Mis pensamientos se enredaban en un torbellino de emociones, y la única salida que veía era escapar. No podía soportar la idea de enfrentar la realidad, de volver a ese lugar que ahora estaba lleno de dolor y traición.

XXXXXXXXXX

3 meses después

El amanecer en Seúl pintaba el cielo de tonos cálidos y dorados. Desde mi ventana, podía ver cómo los primeros rayos de sol se filtraban entre los edificios, iluminando la ciudad. El aire fresco de la mañana traía consigo el aroma de las flores de los cerezos, un perfume delicado que llenaba mis sentidos y me brindaba una paz que creía que había perdido.

Me preparé para ir a mi clase de diplomado. La ciudad de Seúl parecía cobrar vida con cada paso que daba por sus calles, con cada rostro amable que encontraba en mi camino. El bullicio de la ciudad se mezclaba con el canto de los pájaros y el suave murmullo de los arroyos, creando una sinfonía urbana que resonaba en mi corazón.

Al llegar a la universidad, me dirigí directamente a la biblioteca. Me gustaba llegar con anticipación y aprovechar esos momentos de tranquilidad antes de que comenzaran las clases. Entré en el edificio familiar y me sumergí en el ambiente acogedor de los estantes llenos de libros.

Encontré mi lugar favorito en una mesa cerca de la ventana, desde donde podía disfrutar de la suave luz del sol que se filtraba entre las cortinas. Saqué mi libro de texto y mis apuntes, dispuesta a repasar el material antes de la clase.

-Hola, preciosa -una voz profunda, pero con gran seguridad me sacó de mi mundo

-Hola, Bankotsu -respondí su saludo con una sonrisa

-¿Qué haces tan temprano en la biblioteca? -preguntó con curiosidad

-Desperté más temprano de lo normal, y decidí venir a disfrutar de la tranquilidad de este lugar. -dije encogiéndome de hombros.

-¿Y por qué no me llamaste? Hubiéramos aprovechado para desayunar juntos -tomó mi mano sobre la mesa. Su agarre sobre mi mano era cálido, pero sentí la necesidad de mantener cierta distancia.

-Lo siento, pero no quise molestarte. -respondí con una sonrisa amable, retirando suavemente mi mano de la suya.

-Estar contigo no es ninguna molestia -insistió él, con una expresión sincera en su rostro-. Aún hay tiempo para un café, por favor.

-Si digo que no puedo, seguirás insistiendo, ¿cierto? -mencioné con diversión

-Probablemente -admitió con una sonrisa pícara.

-Bien, vamos.

Salimos juntos de la biblioteca y caminamos por laos pasillos de la universidad. Mientras avanzábamos, podíamos escuchar risas y conversaciones animadas que provenían de las aulas y salas de estudio que pasábamos. Era evidente que la vida universitaria estaba en pleno apogeo, con estudiantes inmersos en sus actividades académicas y sociales.

Llegamos a la cafetería, un espacio acogedor lleno de mesas y sillas donde los estudiantes se reunían para tomar un descanso entre clases. El aroma tentador del café se intensificó a medida que nos acercábamos al mostrador, donde la señora encargada esperaba para tomar nuestro pedido.

-Señora Tsubaki, nos podría traer dos lattes de vainilla, por favor.

-¡No! -dije con firmeza mientras ambos mi miraban muy extrañados.

A mi mente llegaron recuerdos de mis días con Inuyasha; cada vez que salíamos, nos gustaba comprar un latte de vainilla, era nuestro favorito. Y ahora, me encontraba enfrentando el dilema de volver a disfrutar de ese sabor que una vez fue tan especial para mí, me sentí abrumada por la mezcla de nostalgia y dolor que invadía mi corazón. Pero sabía que tenía que superar esos recuerdos y seguir adelante.

-¿Pasa algo, Señorita Kagome? -Tsubaki se mostraba preocupada por mi reacción.

-No, es solo que… prefiero probar algo diferente hoy -dije, tratando de disimular mi incomodidad-. Un capuchino estaría bien.

-Muy bien, en seguida se los traigo. -dijo con una amplia sonrisa.

Bankotsu me miró con preocupación, notando mi cambio de ánimo.

-¿Estás bien, Kagome? -preguntó con tono suave. Asentí con una sonrisa forzada, tratando de tranquilizarlo.

-Si, no te preocupes. Todo está bien. -Mentí

Nada estaba bien. Habían pasado tres meses desde que había escapado de mis problemas; tres meses desde que había dejado todo por mi paz mental, tres meses desde que no sabía absolutamente nada de… él.

Cuando llegué a Osaka, decidí comenzar de cero, olvidar todo lo que había pasado en Tokio y continuar con mi vida. De alguna forma, había logrado hacerlo sin soltar ni una sola lágrima más, sin embargo, había días, como hoy, que la nostalgia me invadía. En esos días, Bankotsu, otro de los profesores que habían sido seleccionados como expositores, me había ayudado mucho. Para mi sorpresa, también había sido beneficiado con la beca para estudiar el diplomado en la ciudad de Seúl en Corea; él fue la única persona que soportó mi actitud tan distante y se convirtió en mi único amigo durante este tiempo.

-Kag… -Di un respingo al escucharlo, volviendo a la realidad-. Me preocupas. No es la primera vez que te comportas de esa manera.

-¿Cómo? -pregunté, haciéndome la desentendida, aunque por supuesto sabía a lo que se refería.

-Así, triste, tus ojos están más apagados que de costumbre. -mencionó con preocupación-. Kag, cuando llegaste aquí, tu mirada estaba llena de dolor. Se que debe ser algo muy personal, pero no me gusta verte así.

Sus palabras me sacudieron por dentro, removiendo muchos sentimientos que había jurado guardar en lo más profundo de mi corazón. Y aunque lo intenté, Bankotsu era perceptivo, demasiado perceptivo, y no podía seguir ocultando mi dolor detrás de una fachada de falsa alegría. Bajé la mirada por un momento, sintiendo un nudo en la garganta.

-Lo siento, Bankotsu. No quería preocuparte -admití con sinceridad, dejando de lado la máscara de indiferencia que había estado sosteniendo-. Han sido tiempos difíciles, pero estoy tratando de superarlo.

-¿Me quieres contar qué pasó? -preguntó con voz suave.

-Aquí tienen su pedido -intervino la señora Tsubaki, trayendo nuestros capuchinos en ese momento oportuno, lo que me dio un respiro bienvenido.

Agradecí internamente que la señora Tsubaki llegara justo a tiempo para interrumpir la conversación, al menos por el momento. La idea de abrirme sobre mis preocupaciones y enfrentar mis emociones era abrumadora, además, era algo que no estaba dispuesta a compartir. No esta vez.

El día continuó su curso de manera normal, sin embargo, en mi mente revivía una y otra vez el momento en que encontré a Inuyasha con Kikyo. Cada vez que cerraba los ojos, veía la escena como si acabara de ocurrir, sintiendo el dolor y la traición latentes en mi corazón.

A pesar de mis esfuerzos por mantenerme concentrada en mis actividades, el recuerdo de aquella imagen se aferraba a mi mente, como una sombra que me seguía a cada paso. Me encontraba atrapada en un torbellino de emociones, luchando por encontrar una forma de procesar lo que había presenciado y seguir adelante.

Al finalizar, emprendí un solitario regreso a casa aún con el dolor de los recuerdos grabados en mi mente. Las calles que solían alegrarme cada tarde ahora estaban envueltas en un ambiente sombrío y desolado. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rojizos y naranjas que parecían reflejar mi propio estado de ánimo. El silencio que me rodeaba solo servía para aumentar mi sensación de soledad.

Al llegar a la puerta de mi departamento, me detuve por un momento, sintiendo una punzada de angustia al enfrentarme a la realidad de lo que me esperaba al otro lado. Con un suspiro resignado, saqué las llaves y abrí la puerta, dejando que la oscuridad de mi hogar me envolviera como un abrazo frío y solitario.

-Pequeña. -La dulce voz de Inuyasha fue una hermosa melodía para mis oídos.

-No deberías estar aquí -respondí con firmeza a la nada.

-Kag… -su voz parecía perdida entre sollozos- mi pequeña, te extraño demasiado.

-Cállate -Sacudí al cabeza mientras la apretaba con fuerza.

No entendía lo que estaba sucediendo; de la nada, todos los recuerdos junto a Inuyasha se desencadenaron, reviviendo el amor y el dolor que creí haber superado. Ahora, mi mente me estaba haciendo la mala jugada de escucharlo

-¿Por qué te fuiste, pequeña? -preguntó su voz, resonando en el silencio de mi departamento.

Porque prefería huir, no quería volver a pasar por lo mismo. La angustia se apoderaba de mí, recordándome el por qué había tomado la decisión de alejarme. Pero a pesar de mis esfuerzos por olvidar, su voz era como un eco persistente en mi mente, recordándome lo que había perdido y lo que aún estaba tratando de dejar atrás.

Flash Back

-¿Miss Higurashi? -el Señor Takashi abrió una pequeña en el portón del Instituto- ¿Le sucede algo?-preguntó con preocupación al ver mis ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

-¿Se encuentra la Señora Kaede? -pregunté con desesperación

-S-Sí. Está en su oficina

-Gracias, Señor Takashi. Primero pasaré por unas cosas a mi aula

-¡Miss Higurashi!

Esta vez lo ignoré y corrí lo más rápido al aula. Al llegar, busqué desesperadamente entre los cajones del escritorio el sobre que la Señora Kaede me había entregado. Al encontrarlo, lo abrí y volví a leerlo.

-.-.-.-

Estimada Miss Kagome Higurashi:

Nos complace enormemente informarle que ha sido seleccionada como expositora en el prestigioso 3er Simposio Educativo en Osaka. Su proyecto ha destacado entre los mejores, lo que demuestra su dedicación y excelencia en el campo educativo.

Además, nos complace anunciarle que ha sido galardonada con una beca del 100% para participar en nuestro diplomado sobre educación en la ciudad de Seúl, en Corea. Este diplomado, que tendrá una duración de 1 año, es un reconocimiento a su compromiso con la mejora continua y el desarrollo profesional en el ámbito educativo.

Esperamos sinceramente contar con su participación activa tanto en el simposio como en el diplomado. Estamos seguros de que su experiencia y conocimientos enriquecerán el debate y el aprendizaje de todos los participantes.

Quedamos a su disposición para cualquier consulta o información adicional que requiera.

¡Felicitaciones nuevamente por estos logros merecidos!

Atentamente,

Totosai Chiba

Gerente de Programas Educativos

-.-.-.-

Estar seleccionada como expositora en un simposio educativo en Osaka y recibir una beca del 100% para un diplomado en educación en otro país, era la mejor solución. Volví a guardar el documento y me dirigí a la oficina de la directora.

-Señora Kaede -dije golpeando la puerta suavemente- ¿puedo pasar?

-Mi niña, claro que sí. Adelante -respondió con gran sorpresa-. ¿Qué haces aquí tan tarde?

-Vengo a despedirme de usted. -Solté sin tantos rodeos-. He tomado una decisión, me iré al Simposio y estudiaré el diplomado. -Las lágrimas volvieron a caer incontrolablemente por mi rostro.

-Kagome, si no te conociera, diría que estás llorando de felicidad, pero tus ojos me dicen que algo malo te pasó, estás sufriendo. -observó con preocupación

Asentí con tristeza, incapaz de contener las lágrimas que seguían brotando sin control. La Señora Kaede caminó hacia mí y me abrazó.

-Está claro que estás huyendo, pero no soy nadie para decirte lo que puedes o no hacer -expresó con dulzura mientras tallaba mi espalda brindándome la tranquilidad que había perdido-. Lo que sí te puedo decir es que tú lugar en este Instituto te estará esperando el tiempo que sea necesario.

-Gracias, señora Kaede. Eso significa mucho para mí -respondí con sinceridad, sus palabras fueron un bálsamo para mi alma afligida. Apreciaba profundamente su comprensión y su apoyo incondicional-. Solamente quiero pedirle un gran favor.

-Lo que quieras, mi niña- dijo con calidez.

-No le diga a nadie en dónde estoy, mucho menos a… Inuyasha.

-Entiendo, Kagome. Puedes confiar en mí, tu privacidad será respetada. -La directora Kaede asintió con seriedad y yo agradecí internamente que no cuestionara mi decisión

Fin Flash Back

-Creí que huyendo olvidaría todo fácilmente -sonreí con ironía-. Pensé que todo ya estaba bien, hasta que volvieron esos recuerdos.

Me recosté en el sofá en posición fetal, sintiendo el peso de la tristeza y la confusión. Deseé fervientemente encontrar una solución para el torbellino emocional que se estaba desatando en mi interior; pero el recordar el momento en que nos conocimos no me ayudaba en nada.

Flash Back

-Disculpa mi insistencia -intentó encontrar mi mirada, pero no lo permití- Al menos podríamos platicar un poco

Su voz se escuchó con mucha seguridad, en cambio yo estaba demasiado sorprendida. Tal vez tiempo atrás habría accedido, sin embargo, mis heridas del pasado me impedían confiar en alguien que ni siquiera conocía.

- Siento sonar grosera, pero realmente no veo el sentido de una conversación entre dos personas que ni siquiera se conocen -dije con más calma.

Sabía que mi comportamiento parecía un tanto brusco, y en realidad no era mi intención. Me costaba entender por qué, de manera automática, mis palabras y mis acciones se tornaban defensivas cuando un chico se cruzaba en mi camino. Era como si, de manera instintiva, levantara una barrera protectora.

El me vio con curiosidad, seguido de una sonrisa cálida y sincera. Entonces respondió

-Ese es el punto, conversar y dejar de ser desconocidos, ¿no crees? -Su sonrisa hizo que mi corazón diera un salto, era evidente que quería derribar el muro que yo intentaba mantener entre los dos.

-No… no lo creo. -Los nervios comenzaron a hacerse presentes de nuevo, y la insistencia ya no me agradaba. Tenía que encontrar una forma de escapar.

Fin Flash Back

Si tan solo me hubiera alejado de él en aquel momento, tal vez no estaría padeciendo este sufrimiento insoportable. Los remordimientos me consumían, torturándome con la idea de que podría haber evitado este dolor si hubiera tomado una decisión diferente. Me sentía atrapada en un laberinto de "qué hubiera pasado si...", lamentando cada elección que me llevó a este punto de desesperación.

Flash Back

-¿Te pasa algo? -preguntó Inuyasha.

-¿Qué? No, nada, solo estaba pensando en algo -respondí con cierta torpeza.

-He notado que no dejas de mirarme -una sonrisa pícara se dibujó en su rostro-. ¿Acaso te gusto demasiado y no puedes quitar tu mirada de mí?

-¡Ah! -me detuve en seco por su tonto comentario- ¿Estás loco? Claro que no me...

Me quedé sin palabras cuando Inuyasha me tomó por la cintura y me atrajo hacia él. No entendía lo que estaba pasando; solo podía percibir el aroma de su perfume con un toque amaderado. Me sentí avergonzada al estar tan cerca de él; mi corazón latía aceleradamente.

-¿Estás bien? ¿No te pasó nada? -preguntó con evidente preocupación- Esos ciclistas deberían tener más cuidado.

-E-estoy bien, gracias -me separé rápidamente de él y evité mirarlo a los ojos, no quería que notara que mi rostro estaba enrojecido por la vergüenza- sigamos caminando. -Aceleré el paso

-Espera -decidí ignorarlo, no podía permitir que me viera en ese estado-. Kagome -el tono serio de su voz y su mano tomando la mía me hizo detenerme. Respiré profundamente y, aunque no quería, lo miré directamente a los ojos-. ¿Te... sientes incómoda a mi lado?

-No, no me... no me siento incómoda contigo. Es solo que... -resoplé resignada- Solo me sorprendió lo que hiciste -bajé la mirada- eso es todo.

Había un gesto que solía hacer sin darme cuenta cuando me sentía apenada: juntaba los dedos índice, entrelazándolos nerviosamente en un intento por ocultar mi timidez. Al percatarse de este gesto, Inuyasha sonrió y, en un movimiento espontáneo, pasó su mano por mi cabeza, despeinando ligeramente mi cabello.

-¡Oye! -me quejé mientras él comenzaba a caminar nuevamente.

Fin Flash Back

-¿Por qué lo hiciste, Inuyasha? -miré hacia el techo y nuevamente su voz-. Si no me ibas a amar, ¿para qué me hiciste creer que contigo encontraría la felicidad?

Flash Back

Después de escuchar todo lo que viví con Koga, Inuyasha golpeó el sofá con fuerza, provocando que me asustara demasiado. El estruendo resonó en la habitación, creando un breve momento de tensión. Inuyasha se disculpó de inmediato al notar mi reacción.

-Lo siento, Kag. No debería haber hecho eso. Me enfadó tanto escuchar cómo te trató, cómo te hizo sufrir.

-Gracias, por escucharme -dije con la voz entrecortada, me sequé las lágrimas y lo miré con gratitud-. Significa mucho para mí tener a alguien como tú a mi lado en estos momentos tan difíciles.

-No tienes que agradecerme -me abrazó con ternura- Eres una mujer maravillosa, trabajadora, divertida, y no merecías ni mereces ser tratada de esa manera tan cruel. Haré que Koga se arrepienta de haberse cruzado en tu camino.

-No hagas nada, por favor. -Le supliqué- Lo que aquí se hace, aquí se paga, y en algún momento, pagará por todo lo que ha hecho.

-Destruyó tu amor propio, y eso no se le hace a ninguna mujer

-Poco a poco he ido sanando sola mis heridas, bueno… -sonreí levemente- con ayuda de mis amigas.

-Y ahora me tienes a mí. Me encargaré de borrar todas esas malas memorias y ayudarte a construir nuevos y mejores momentos que te hagan recordar lo especial que eres.

Inuyasha acortó la distancia entre nosotros; sentí el latido acelerado de su corazón. El ambiente se cargó de una electricidad suave y expectante. De pronto, nuestros labios se encontraron suavemente, como si fueran dos piezas de un rompecabezas encajando perfectamente. Fue un beso tierno y lleno de cariño, donde cada movimiento fue cuidadosamente sincronizado.

El tiempo pareció detenerse mientras nos perdíamos en ese momento. Las manos de Inuyasha acariciaron suavemente mi rostro, transmitiéndome consuelo y apoyo. Fue un beso que trascendió las palabras, comunicando la promesa de estar allí el uno para el otro, superando juntos todas las adversidades.

Fin Flash Back

Con el corazón hecho pedazos, me sumergí en un mar de recuerdos dolorosos que me ahogaban lentamente. Cada imagen, cada palabra, cada gesto compartido con Inuyasha se convirtió en una daga que perforaba mi alma, recordándome lo que una vez tuve y perdí. El dolor era tan agudo, tan insoportable, que sentí que me consumía desde adentro, dejándome vacía y desesperada.

Flash Back

-Me gustas demasiado, Kag. Y, creo que me estoy enamorando de ti.

Mis ojos se abrieron de par en par, reflejando sorpresa e incredulidad. Un silencio tenso se instaló entre nosotros mientras procesaba sus palabras. Lo que menos esperaba era que me dijera aquello, especialmente después de haber afirmado anteriormente que solo éramos amigos. Me sentí confundida y nerviosa, sin saber cómo reaccionar o qué decir. Inuyasha seguía mirándome fijamente, quizás esperando una respuesta.

-Kag, sé que en estos momentos…

No estaba segura de lo que quería decirme, pero, sin darme cuenta, tomé su rostro entre mis manos y lo besé. Un beso que selló la confusión, el nerviosismo y la tensión acumulada en ese momento. Fue un acto impulsivo, pero al mismo tiempo, liberador.

Al separarnos, nuestras miradas se encontraron, y pude ver en sus ojos la sorpresa y, tal vez, la alegría. Ninguno de los dos dijo una palabra, pero no hizo falta. La conexión entre nosotros se había transformado en algo más profundo, más intenso.

Inuyasha rompió el silencio con una suave risa, como si se hubiera quitado un peso de encima.

-Eso no fue lo que esperaba, pero definitivamente no me quejo- dijo con una sonrisa sincera. Tomó mis manos entre las suyas y me miró con un poco de preocupación.- Kagome, ¿estás segura de esto? -preguntó con voz suave, pero llena de preocupación, mientras que con su mirada buscaba respuestas en los míos.

Mi pulso se calmó un poco, y una sonrisa jugueteó en mis labios. Aunque no tenía todas las respuestas, sabía que quería enfrentar lo desconocido junto a él.

-No sé lo que estoy haciendo, Inuyasha, pero sea lo que sea, quiero descubrirlo contigo -respondí con sinceridad, dejando que mis palabras fluyeran con la misma naturalidad con la que había surgido el beso.

Fin Flash Back

Las lágrimas fluían sin control, mojando mi rostro mientras sollozos desgarradores escapaban de mi garganta en un lamento desesperado. Me sentí perdida en un abismo de dolor y soledad, sin salida a la vista, sin esperanza de encontrar consuelo. Cada latido de mi corazón resonaba con el eco de mi sufrimiento, una sinfonía de angustia y desesperación que inundaba la habitación.

Flash Back

Me volteé con cuidado para no despertar a Inuyasha; su rostro reflejaba una tranquilidad inexplicable. Lo observé dormir plácidamente, sonreí enamorada y recordé con detalle cada una de sus caricias, lo tierno que fue conmigo y cómo con sus palabras, me hizo sentir segura.

Delinee su rostro con mi dedo, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis yemas. A pesar del tiempo compartido, cada trazo me revelaba nuevos matices de la persona que tenía a mi lado. Acaricié sus labios con suavidad, recordando la pasión compartida en la intimidad de la noche anterior. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras seguía durmiendo, y mi corazón latía con un amor que parecía crecer con cada instante. Me acerqué para besar sus labios, cuando abrió sus ojos, ambos nos perdimos en nuestras miradas; no pude evitar sonrojarme al ver sus hermosos ojos ambarinos; él sonrío y me abrazó.

-Buenos días, hermosa -dijo con su voz aún adormecida

-Buenos días -respondí y besé sus labios. El calor de su abrazo y la dulzura de sus labios crearon un inicio de día perfecto.

-¿Dormiste bien?

-De maravilla -respondí con una amplia sonrisa en mi rostro. Inuyasha también sonrió.

-Quiero estar así todo el día -me abrazó más fuerte y aspiró el aroma de mi cabello.

-También quisiera estar así, pero tenemos que desayunar. -dije entre risas al sentir su respiración en mi cuello.

-Y si… -se subió a horcajadas sobre mi.- ¿Te desayuno a ti? -propuso con picardía

-Inuyasha -le di un suave golpe en el brazo, al mismo tiempo que el rubor de mis mejillas se hacía presente.

Fin Flash Back

El llanto se convirtió en un grito silencioso de agonía, una expresión desgarradora de todo el sufrimiento que tenía acumulado dentro. En ese instante, me sentí completamente sola, abandonada, perdida en un mar de emociones turbulentas que amenazaban con arrastrarme hacia lo más profundo de la desesperación.

Flash Back

-Quiero que cada caricia quede graba en tu mente, tu piel y tu corazón -repetía, mientras sus dedos acariciaban suavemente mi piel, marcando nuestro encuentro en mi ser de una manera que iba más allá de lo físico.

Cerré los ojos, y asentí con un susurro lleno de deseo. Sus palabras resonaron en mi interior como una promesa de amor eterno. Inuyasha continuó explorando cada centímetro de mi cuerpo con gran devoción. Giré para quedar sobre él, sintiendo su cuerpo fuerte y cálido bajo el mío. Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado mientras me movía con gracia sobre él.

-No permitiré que nadie te vuelva a lastimar- musitó acariciando la cicatriz de mi labio.

Con sus manos firmes, acariciaba mi espalda y mis caderas, guiándome en un baile sensual. Nuestros sexos gritaban por unirse; el placer se entrelazaba con la complicidad, y los gemidos susurrados se convertían en la melodía de nuestra conexión íntima. Tomé su miembro entre mis manos y lo coloqué en mi entrada, y de una sola embestida, Inuyasha me penetró, y grité sintiendo toda su extensión dentro de mí. Nos quedamos inmóviles, deleitándonos con la emocionante fusión de nuestros cuerpos. Apoyé mi frente contra la suya, dejando que mi cabello cayera como una cortina, ocultándonos en nuestra intimidad compartida. Una sonrisa cómplice se formó en ambos rostros, sellando el momento con la dulce complicidad que solo el amor puede brindar.

-Eres mía -dijo entre jadeos.

-Por siempre tuya

Fin Flash Back

Los recuerdos cada vez se tornaban más dolorosos y me sentí como si estuviera al borde del abismo. El sufrimiento era demasiado para soportarlo, y me pregunté si alguna vez encontraría la fuerza para levantarme de nuevo, para seguir adelante sin este dolor que me oprimía el pecho. Me levanté del sofá y caminé hasta la habitación, encendí la luz y me paré frente al espejo. Observé mi reflejo, los ojos enrojecidos y hundidos por el llanto, la expresión marcada por el dolor y la desesperación. En ese instante, me vi a mí misma como una sombra de lo que solía ser, una versión fracturada y vulnerable de quien una vez fui.

El reflejo en el espejo me devolvió la mirada con crueldad, recordándome cada error, cada decisión equivocada que me había llevado hasta este punto. Sentí un nudo en la garganta ¿Cómo podría seguir adelante cuando me sentía tan perdida y rota por dentro?

-No entiendo cómo me hizo esto, no entiendo cómo me pudo engañar de esta manera cuando yo le entregué mi vida y mi corazón. -le grité a mi reflejo- ¿qué hice mal? -me pregunté con gran desesperación mientras las lágrimas empapaban mis mejillas por completo-. No, es que no entiendo, no entiendo porqué me hizo esto, -comencé a golpear mi frente con mis puños-, no lo entiendo. Y ¿que tú no te hayas dado cuenta?- grité con amargura, señalando acusadoramente a mi reflejo como si fuera culpable de mis propios errores.- ¿de verdad fuimos tan ciegas las dos, tan imbéciles?

La ira y la angustia se convirtieron en un torbellino dentro de mí, alimentando mi furia hasta que no pude contenerla más. Tomé un florero cercano y lo estrellé contra el espejo, rompiéndolo en mil pedazos. Los fragmentos brillantes se esparcieron por el suelo como lágrimas, mientras yo continuaba arrojando todo lo que encontraba a mi paso. El estruendo de los objetos cayendo y rompiéndose era ensordecedor, pero no tanto como la voz de Inuyasha que volvió a resonar en mis oídos, provocando una punzada aguda en mi corazón ya herido. Definitivamente me estaba volviendo loca por el dolor.

-¡MALDICIÓN! ¡KAG, REGRESA POR FAVOR!

-NUNCA VOY A REGRESAR.- respondí con un dolor profundo que resonaba en cada palabra, como un eco de mi propio sufrimiento-. LO QUE HICISTE ME DOLIÓ MUCHÍSIMO, ME PARTISTE EL ALMA. ¿Y SABES QUÉ ES LO PEOR? QUE TE CONTÉ LO MIERDA QUE FUERON CONMIGO Y TU FUISTE PEOR.

Mis lágrimas fluían sin control, empapando mis mejillas mientras me aferraba a mis rodillas con desesperación, como si pudiera contener el dolor dentro de mí si me abrazaba lo suficiente. Cada suspiro era un tormento, cada respiración me recordaba la agonía de mi existencia. En medio de la desolación, me aferré a la única certeza que me quedaba: que mi corazón roto seguiría latiendo, que mis lágrimas secas eventualmente se convertirían en cicatrices, y que, de alguna manera, encontraría la fuerza para volver a levantarme, incluso si todo parecía perdido.

Y así, en la oscuridad de mi dolor, me sumergí en un abismo de desesperación, sin saber si alguna vez encontraría la luz al final del túnel.