Capítulo VI:


#6. Me gusta pensar que voy a volver a verte.

No se en que momento o circunstancia, no se si hoy, mañana o en otra vida, si siendo niños, jóvenes o ancianos.

Solo me gusta pensar que voy a verte.

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DEMONS HIDE

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La culpabilidad de un alma abusada.

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Sentí los bracitos de aquellos niños que vivían conmigo en aquel infierno rodear mi cintura mientras coreaban una despedida. Habían pasado solo tres días desde que me anunciaron mi adopción, tres días en los que sólo podía pensar en Hizashi.

Si mi padre regresaba por mí, ya no me encontraría

―¿Estás feliz? Te adoptaron―

Yo sonreí ante la inocencia de mis amigas y un leve sentimiento de felicidad invadió mi pecho cuando aquella pequeña castaña que no pasaría de los ocho años me abrazo con fuerza.

―Gracias, Matsuri― Dije con cariño acariciando los cortos cabellos de la pequeña.

―Sakura― Temblé al oír su voz detrás de mi y mis amigas me soltaron de prisa alejándose unos pasos de mí ―Es hora de irnos― Anuncio él viejo Hiruzen.

Yo asentí tomando mi bolso con las pocas pertenencias que tenía del suelo y observe el interior de aquel viejo edificio que había sido mi hogar por más de cinco años. Los niños y adolescentes que compartían el hogar conmigo me despidieron siguiéndome por aquel camino de piedras que nos llevaba a la gran reja que daba a la carretera, allí ya se encontraba aquel lujoso coche aguardando por mí, voltee el rostro despacio observando a mis amigos y compañeros de hogar y mis ojos se desviaron a la entrada del edifico, casi todos habían venido a despedirme. Excepto él.

Me sentí sumamente culpable al ver esos ojos llorosos.

―Pórtense bien― Susurre aguantando las ganas de llorar que tenía.

Cuando subí a aquel elegante BMW del año color gris supe que ya no tenía escapatoria, pase el cinturón de seguridad por mi pecho y apreté los puños con fuerza cuando Danzō Shimura puso el coche en marcha, el orfanato se hizo cada vez mas pequeño detrás de mí perdiéndose al final del camino, yo realmente quise creer que a partir de ese momento todo iba a estar bien.

―¿Estás lista para tu nueva vida?―

―Si―

El camino se hizo muy largo y silencioso, Danzō no pronuncio ni una sola palabra en todo el camino, de vez en cuando desviaba sus ojos hacia mí provocándome escalofríos, pasaron unos cincuenta minutos que para mí fueron eternos hasta que llegamos a aquel lugar.

Yo jamás había estado en un lugar así.

―Baja― Ordeno serio abriéndome la puerta del coche.

Lo seguí en silencio hasta el interior de aquel lugar, por fuera se veía como un edificio viejo y desgastado, grandes ventanales, una puerta muy grande de madera y su nombre en luces de neón.

Paradise.

Esa no era una casa común y corriente. Por dentro se veía aún peor, las luces casi oscuras, el escenario, las mesas, la barra de bebidas. Fruncí el ceño confundida. ¿Qué clase de lugar era ese? ¿Y por que yo debía vivir allí?

Danzō se detuvo a mi lado una vez nos ubicamos frente a aquel escenario corroído y me observó detenidamente, jamás en mis casi trece años de edad me había sentido tan intimidada y avergonzada al mismo tiempo.

―Bienvenida a tu nuevo hogar, cerezo

El mismo sentimiento que tuve cuando mi padre me abandono en aquel orfanato hace ya más de cinco años me invadió y confirme que ese lugar era mil veces peor cuando vi a esas chicas de entre doce y veinte años salir al escenario casi desnudas. Con razón en todos los años que viví en el Orfanato jamás vi una adolescente mayor a doce años de edad.

Todas acabábamos allí.

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Resuelta que luego de pasar casi un mes en ese Colegio ya me había acostumbrado a aquel lugar.

―¿Estás drogado? ―

Sasuke sonrió de lado cuando me recosté sobre la mesa de mármol que adornaba el campus escolar, sonrió de lado cerrando la laptop y clavo esos hermosos ojos negros en mi.

―No― Respondió divertido.

―¿Quieres estarlo?― Le pregunté enseñándole aquel porro mal enrolado.

―Por supuesto―

También había comenzado a acostumbrarme a Sasuke Uchiha.

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―¿Qué haces aquí?― Le pregunté asustada al verlo de pie en el balcón de mi dormitorio ―No puedes venir así, Sasori. Estas loco― Reclame enojada evitando subir el tono de voz.

El sonrió de lado e ingreso sin mi permiso al dormitorio, lo recorrió con la mirada y soltó el bolso color negro que traía entre sus manos, supongo que allí traía las pocas pertenencias que esa pobre alma tenía en la vida.

―Nunca me voy acostumbrar a que vivas aquí― Comento sentándose en la cama ―Te traje una ofrenda de paz― Dijo sacando aquel frasquito de vidrio lleno de plantas de marihuana.

Yo sonreí de lado cerrando el balcón y me apresure a la puerta para trancarla con llave. Tome aquel frasco entre mis manos abriendo la tapa de prisa y ese olor inundó mis pulmones, Sasori sonrió al verme dejarlo sobre la mesita de luz y se recostó en la cama boca arriba y clavando su mirada en el techo.

―No te puedes quedar―

―No tengo a donde ir― Hablo serio y yo me tire junto él en la cama observe esos ojos color miel que casi estaban negros de lo dilatadas que tenía las pupilas ―Matsuri esta muerta― Dijo en voz muy baja, yo ya lo sabía, la asesinaron frente a mí pero no había tenido el valor de decírselo a la cara ―No la pude sacar de allí― Hablo bajito clavando sus ojos en el techo ―Van a matarme a mi también―

Yo suspire profundo y me levante de la cama de un salto.

―Ven― Dije tomándolo de la mano y lo obligue a levantarse de la cama ―Date una ducha― Le ordené empujándolo por la espalda hacia el baño ―Yo iré por café y algo de cenar y mañana te vas―

El pelirrojo asintió con una sonrisa y se encerró en el baño, baje a la cocina de la fraternidad en completo silencio, serian cerca de las dos de la mañana, la mayoría de mis compañeros de clase ya estaban durmiendo a esa hora, me apresure a servir dos cafés y le prepare unos sándwiches al pelirrojo, cuando regrese a mi habitación Sasori ya se encontraba semi desnudo entre las frazadas.

Conocía a Sasori desde hacía años, desde que ingrese a aquel lugar horrible y su pequeña prima se pego a mí para protegerla. Ambos eran huérfanos y acabaron un par de años más tarde trabajando para Danzō Shimura en el infierno, como solíamos decirle, distaba mucho del nombre real de aquel cabaret de mala muerte Paradise, así se llamaba nuestra prisión.

―Si consigo el dinero suficiente― Pronuncié metiéndome en la cama junto a él y sus ojitos comenzaron a cerrarse ―¿Te vas de Konohagakure?

Sasori sonrió sin abrir los ojos.

―Dalo por hecho, muñequita

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Cuando el timbre anunció el final de la clase lo busque con la mirada por el corredor escolar, me había salteado la primera clase y Sasori se había ido hacia unos quince minutos pero habíamos quedado de vernos nuevamente ese fin de semana. Apresure el paso esquivando a mis compañeros de clase hasta llegar a su casillero y sonreí de lado cuando lo tuve de espaldas frente a mi.

―Hola, compañero de drogas― Bromee acercándome a su oído ―¿Qué consumiremos hoy?―

Sasuke se volteo de prisa y escuché las risas de Naruto y Suigetsu que estaban junto a él, el Uchiha me miro serio y trague grueso ante esos ojos.

―Era broma― Me apresure a decir ―Nosotros jamás hemos probado drogas―

Eso solo los hizo carcajear más fuerte.

―Sakura, ya cállate― Me reto el pelinegro tomando mi mano y tiro de ella para guiarme fuera del edificio central del Colegio.

Subimos las escaleras que daban a la terraza del edificio y Sasuke soltó mi mano una vez llegamos al lugar, yo jamás había subido allí.

―¿Ya habías venido?― Me preguntó recostándose en el barandal de piedra, yo negué con la cabeza ―¿Por qué faltaste a la primera clase?―

―Me dormí―

―¿Qué habrás hecho anoche?― Murmuro intentando sonar a broma pero me miro tan intensamente que temí que supiera algo, largo una risita baja para distender el momento y estiro su mano en mi dirección, yo estire la mía rozando sus dedos con los míos ―El cigarro, ángel― Aclaro divertido pero no dejo de rozar nuestros dedos.

Yo me sonroje hasta las orejas bajando la mano y saque aquel porrito del bolsillo de mi falda escolar y se lo alcance junto al mechero, lo observe de reojo encenderlo con cuidado ya que había mucho viento allí arriba y me aproxime al borde del murito de piedra observando el campus, se veía tan hermoso a esa hora de la tarde.

Ángel― Me llamo alcanzándome el cigarro.

Yo lo tome entre mis dedos y le di la primer calada sintiendo como el humo inundaba mis pulmones y me drogaba por completo, todo mi cuerpo se relajo ante ese olor.

―¿Por qué me dices así?― Él alzo una ceja quitándome el cigarro de entre los dedos, se acercó más a mi hasta rozar nuestros brazos, yo aún observaba el campus, él estaba de espaldas a este ―¿ Ángel?

Sasuke se encogió de hombros restándole importancia a ese apodo, sus ojos recorrieron mis labios mientras inhalaba ese humo, le sonreí de lado apoyando mis manos en su pecho y me aproxime más a él, el pelinegro abrió las piernas permitiendo que me ubicara entre ellas y rozando su miembro cubierto por el pantalón del uniforme escolar con mi pelvis, paso una de sus manos por mi nuca y me acerco a él, entre abrí los labios al notar sus intenciones y él largo el humo despacito dentro de mi boca, sentí el humo y la calidez de sus labios sobre los míos pero cuando me acerque a besarlo él tiro la cabeza hacia atrás, no me soltó pero si alejo sus labios de los míos y apretó mi cintura con fuerza, yo lo mire con odio haciéndolo sonreír con soberbia.

―¿Cuándo vamos a besarnos? ― Pregunté caprichosa, él largo una risita baja.

―Aún no― Pronunció divertido y yo hice un mohín con mis labios cruzando mis brazos sobre mi pecho ―Tiene que ser especial―

―Vuh, aburrido― Bufé alejándome de él y le quite el cigarro de los dedos, le di una profunda calada y Sasuke clavo sus ojos en mí cuando largue el humo despacito por la boca ―Creí que si hacíamos las paces íbamos a coger― Sasuke largo una carcajada ―¿O tu hermano hablo contigo para que fueras mas amable?― Él frunció el ceño enojado.

―Aléjate de Itachi― Comentó molesto.

―¿Por qué? Si se ve que es un buen chico―

Eso lo molesto aun más porque se acerco a mi de forma amenazante y me quito el cigarro de la mano, su pecho rozo el mío cuando bufo enojado y me soplo el humo en la cara, yo fruncí las cejas enojada ante ese acto.

―Para empezar es tu profesor y tiene vientres años―

―Y yo tengo diecinueve, pequeño

Él sonrió de lado y paso su mano libre por mi cintura obligándome a retroceder, me acorralo entre el murito de la terraza y su cuerpo y el viento enredo mis cabellos, el aire helado recorrió mi espalda y desvié la vista observando el vacío bajo nosotros. Un escalofrió recorrió mi cuerpo al estar a esa altura solo con el Uchiha sosteniéndome.

―No me digas así― Me reto y apoyo sus labios en mi cuello succionando despacito la piel, yo cerré los ojos y apreté mis labios evitando gemir pero lo sentí sonreír contra la piel de mi cuello ―O voy a tener que enseñarte a respetarme― Me susurro al oído y paso la lengua por los pliegues de mi oreja.

No debería pero verlo así de dominante conmigo me excito.

―Me voy a portar bien, Sasuke―

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―¿Estas segura?―

Yo asentí acomodándome mejor en el asiento de aquel bar y el pelirrojo apretó el sobre color marrón donde estaba todo el dinero que llevaba ahorrado y había logrado conseguir.

―Te tienes que ir― Hable seria y deje la taza vacía sobre la mesa.

Sasori asintió acabando su café frente a mi, tomo el bolso del suelo y la silla chillo cuando se levanto, yo lo mire confundida por su acción sobre todo cuando me tomó de la mano y me obligo a levantarme, sus pupilas se dilataron y quedo pálido.

―Necesitamos irnos― Comentó nervioso, yo asentí dejando unos billetes sobre la mesa y nos encaminamos a la salida del bar de la estación de autobuses, serian cerca de las once de la noche ―Apresúrate, no mires atrás― Ordeno.

Fruncí el ceño sin poder comprender que sucedía y el pelirrojo aumento el paso sosteniendo con fuerza mi mano, se escabullo entre las personas que aguardaban subir a los autobuses para sus destinos, yo voltee el rostro en busca de quien huíamos pero no pude distinguir entre todos esos rostros una amenaza real.

―Sasori― Lo llame tirando mi mano pero solo logré que me apretara la muñeca con más fuerza ―Basta. Nadie nos sigue― Chille pero él me ignoro por completo.

―Solo apresúrate― Me ordeno nervioso.

Las manos le temblaban y comenzó a sudar cada vez más, yo le seguí el paso esquivando las personas que estaban recorriendo y aguardando en la estación de autobuses. Pasamos de prisa por la puerta metálica que daba a la estación donde se encontraban los autobuses a punto de embarcar y nos detuvimos frente a aquel con el enorme cartel que decía; Sunagakure.

―Ven conmigo― Me pidió una vez nos detuvimos y supe lo drogado que iba al ver sus ojos.

Nadie nos seguía. Solo estaba paranoico.

―No puedo― Susurre con pena.

Él suspiro nervioso, observó hacia todos lados bastante inseguro y dejo el bolso en el suelo al tiempo que se quitaba la sudadera color negra, sonrió al alcanzármela.

―Hace frío―

Yo asentí y me coloque aquel abrigo, tenía una extrañas nubes rojas bordadas en el pecho y las mangas. Sentí su perfume rodearme cuando me acurruque en ella.

―Por favor, solo ten cuidado― Me pidió y paso sus manos por mi cuello levantando la capucha de la sudadera y acomodándola en mi cabeza.

―Lo prometo― Asentí y lo abrace con fuerza, él me correspondió enseguida ―Cuídate, Sasori―

Asintió y se alejo de mi, lo vi entregarle el pasaje al guarda del coche y subió de prisa colocándose en uno de los asientos al final, justo del lado de la ventana, justo frente a mi. Sonreí al verlo, aguantando el llanto porque Sasori fue mi único amigo durante mucho tiempo y él apoyo su mano en el vidrio a modo de despedida. Me aleje unos pasos al ver el autobús encender las luces y comenzar a retroceder para salir del anden. Demoro diez minutos en irse, diez minutos que para mí fueron segundos, una parte de mí quiso evitar que se fuera, la otra se sintió feliz que al fin uno de los dos escapara del infierno.

―Adiós, Sasori―

Suspire al salir de la estación de autobuses, el frío me hizo temblar y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer despacito. Metí las manos en el bolsillo de la sudadera y sentí algo rozar mis dedos cuando saque mi mano derecha vi aquel paquetito de aluminio, me recosté en la pared evitando que alguien me viera y lo abrí muy despacio. Dentro había dos pastillas. Una roja. Una azul. Yo me tomé ambas.

Demoro veinte minutos en hacer efecto.

Veinte minutos en los cuales solo camine bajo la lluvia sin rumbo, me comencé a sentir cada vez más ligera, los sonidos se hicieron más agudos, las luces más brillantes, las personas se movían más lento a mi alrededor. Todo comenzó a desmoronarse.

Ya no sabía si era mi llanto o las gotas de lluvia que empaparon mi rostro, tampoco sabía bien que hora era o cuando llevaba caminando cuando sentí mi móvil vibrar en el bolsillo de mis pantalones.

¿Qué hacía llamándome él a la madrugada?

Quizás tenía la habilidad de saber cuando lo necesitaba.

―Hola― Susurre algo perdida apretando el móvil contra mi oído ―¿Por qué me llamas? Es de madrugada― Pronuncié evitando que notara lo drogada que iba.

¿Dónde estas?

Yo me recosté en la pared al oír la preocupación en su voz y me deslice despacito hasta acabar sentada en el suelo de aquella calle desolada. Él suspiro desde el otro lado de la línea telefónica cuando mi respiración se hizo mas pesada.

Sakura― Me llamo y su voz se escucho tan suave ― ¿Estás bien?

Yo me quebré en ese momento y durante los siguientes cinco minutos solo se escucho mi llanto en esa calle.

―Por favor. Ven por mi, Sasuke―

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Salí del baño aún con la toalla en la mano, Sasuke ya se había metido entre las frazadas, deje la toalla estirada sobre la silla del escritorio y me voltee a verlo, sentía tanto frío pero sentía mucha más vergüenza, yo no quería que me viera así.

―Sakura― Me llamo entre la penumbra, yo apenas lo pude distinguir, la habitación solo era iluminada por la luz del baño que había dejado encendida ―Ven a dormir― Me ordeno.

Asentí en silencio y me encamine a la cama, llevaba solo aquella remera color azul que era de él, tenía un extraño bordado de un abanico color rojo y blanco en la espalda, temblé de frío cuando me metí entre las frazadas y mi cabello húmedo empapó la almohada, a él pareció no importarle porque se acerco más a mi hasta casi rozar nuestras narices y acaricio mi mejilla despacito con sus dedos.

―Lo siento― Susurre avergonzada.

―Mañana vamos a hablar tu y yo― Comentó como si fuera un padre regañando a su pequeña hija ―Ahora, descansa― Murmuro con ternura y cerró los ojos dispuesto a dormir.

Yo sentía el estómago cada vez más apretado, en cualquier momento vomitaría el corazón allí mismo, el efecto de las drogas ya había pasado, ahora venia la caída libre.

―Sasuke― Mi voz se escucho tan bajita y rota que apenas la reconocí, él abrió los ojos de inmediato ―Sé que dijiste que nuestro primer beso tenia que ser especial pero es que― Suspire al borde del llanto, él me miro con mucha lástima ―Hoy perdí a alguien que quiero y― Hable de prisa y mi lengua comenzó a trabarse ―El efecto se está yendo― Sasuke frunció el ceño confundido por mis palabras ―¿Puedes por favor darme mi beso ahora? ―

El Uchiha sonrió con ternura, largo una risita muy pero muy baja y frunció las cejas observándome con ternura.

―Claro que sí― Contesto divertido y no tuve que decir nada más porque en menos de un segundo Sasuke Uchiha ya estaba besándome.

Paso su mano izquierda por mi nuca y me empujo levemente para quedar acostada boca arriba, apoyo sus labios sobre los míos y los movió despacito, yo cerré los ojos con fuerza sintiendo como las lágrimas que tenía retenidas bajaron despacito por mis mejillas y Sasuke se acomodo sobre mí pasando una de sus piernas por entre las mías para obligarme a abrirlas y poder acomodarse entre ellas, temblé entre sus brazos cuando me embistió aun con la ropa puesta y pase mis manos por su espalda para acercarlo más a mi, las metí por debajo de su remera para acariciar la piel de su espalda y lo sentí estremecerse cuando pase la yema de mis dedos por aquellas viejas cicatrices.

―Nuestro primer beso, ángel― Se burlo entre mis labios.

Yo largue una risita entre lágrimas, pase una de mis manos por su nuca enredando mis dedos en su cabello y lo volví a besar, su lengua ingreso en mi boca acariciando la mía y me apretó con fuerza entre el colchón y su cuerpo. Yo sentía que en cualquier momento me desmayaría allí mismo, entre sus brazos, entre sus labios.

―Ah― Gemí en su boca cuando apretó mi seno derecho con fuerza y él largo una risita baja ―Eso duele― Me queje molesta.

Él sonrió con burla y acaricio mi nariz con la suya.

―Yo te voy a enseñar lo que es el dolor, ángel

Definitivamente me estaba acostumbrando demasiado a él.

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En un viaje de drogas te vi amándome.

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