3|Compasión en Andaderas
Sesshomaru se había quedado con Rin y mientras mandaba a Jaken y Ah Un a recoger la espada.
El demonio sapo no regresaba, causándole rareza al muchacho que de mala gana se puso de pie y ordeno a Rin aguardar en la fogata.
-Señor Sesshomaru… el señor Jaken aún no regresa.
Sesshomaru parecía estar nuevamente inmerso en sus pensamientos, pero también parecía escuchar a la niña con un dejo de atención.
- ¿Señor Sesshomaru?
-Te quedaras aquí en lo que vuelvo.
-No me moveré de aquí- alegre obedeció.
Sesshomaru volvió a la casucha de Kaijimbo donde al entrar vio desmembrado a su sirviente por la mitad.
Volvió a desenvainar la espada y la blandió alrededor de Jaken. Luego volvió a la vida como si de un sueño o un trance se tratara.
-Estoy… estoy vivo, ¡pero si yo estaba muerto! - volteo y vio la silueta de Sesshomaru quien le daba la espalda.
-Levántate Jaken, une tu cuerpo y vámonos.
-Usted… amo bonito… ¿utilizo a colmillo sagrado para salvar la vida de su sirviente? - empezó a llorar de manera ridícula y empalagosa.
- ¿Crees que alguien más podría hacer esto por ti Jaken? - pregunto irónico el muchacho.
-Ay, ¡solo mi mama! - Jaken lo miro como un gato enternecido.
-Y… ¿Kaijimbo ya tenía lista la espada Jaken? - pregunto el muchacho pesquisante.
- Oh se me olvidaba, finalmente Kaijimbo forjo los colmillos de ese monstruo para obtener esa arma, pero note algo extraño, me pareció como si fuera manipulado, ¡por la espada!
-Hmhp, se a lo que te refieres.
Salieron de la casa luego que Jaken uniera sus partes, después este mismo tomo de las riendas a Ah Un quien indiferente comía de las hierbas a unos metros de ese lugar.
Caminaron hasta donde estaba Rin esperando, ella se preguntaba dónde podría estar Sesshomaru. El extrañarlo no duro mucho, no paso mucho tiempo para que notara a lo lejos a tres siluetas familiares.
Corrió feliz gritando el nombre de Sesshomaru pero este la detuvo intempestivamente.
-Rin, no te muevas- ordeno con firmeza.
La niña se detuvo como un robot apenas con un pie tocando el suelo.
Sesshomaru dio un salto que la rebaso por encima dándole así un zarpazo a los árboles que cayeron por la mitad revelando entre ellos a una misteriosa mujer con un moño alto.
El demonio sapo olfateo y reconoció el olor como el mismo de un hombre con piel de mandril que en una de sus estafas le había dado un brazo a Sesshomaru para que lo usara en contra de Inuyasha, el medio hermano del muchacho. Le recordó a Sesshomaru de quien era ese olor.
-Sí, de hecho, este olor se me hace conocido, tiene gran parecido con el de Naraku, el ser fraudulento que me tendió una trampa.
-Vaya tú debes ser Sesshomaru, el hermano mayor de Inuyasha. Te ves tan frágil y delicado- dijo con cierto clamor la mujer.
Sesshomaru le respondió con una mirada desdeñosa.
-Soy Kagura, el espíritu que manipula los vientos y soy una extensión de Naraku.
- ¿Una extensión?
-Así es. Y también la cabeza que le entregaste a Kaijimbo para que te forjara una nueva espada era de Goshinki, otra extensión de Naraku.
-Y eso que importa… ¿Solo has venido a decírmelo? No le veo el caso.
- ¿No puedes detectarla verdad? La espada que fue creada con los colmillos de Goshinki está muy cerca de aquí.
La mujer tomo una pluma de su elegante cabello y esta pareció expandirse a una más grande en la que se montó y elevo por los aires.
-Esa espada te pertenece- dijo por último y se alejó.
El demonio verde se acercó lo más rápido a lado del muchacho.
-Vaya pero que actitud tan altanera, me pareció una mujer de lo más vulgar- añadió.
Dejándole de prestar atención a aquella mujer que ya se había perdido a la vista, Sesshomaru dirigió los ojos hacia donde todavía estaba Rin estática.
El demonio emitió una sonrisa que pudo escucharse tenue.
-Rin, ya puedes moverte.
- ¿Si? ¡Siii! - la niña perdió su postura feliz celebrando y dando vueltas.
Sesshomaru no pudo evitar ser enternecido por los juegos estúpidos de la niña, volvió a posar su mirada al cielo pensando en Tokijin la nueva espada que lo esperaba.
La niña sin en cambio seguía jugando a estar estática en un pie y perdiendo el equilibrio y dejándose caer a propósito, Jaken también se dio cuenta.
-Estas bien loquita- dijo mientras la niña le mandaba una risita.
-Vámonos- dijo el muchacho, tomando de la cintura a Rin y subiéndola a la montadura de Ah Un.
Caminaron unos cuantos kilómetros hasta ver el grupo de Inuyasha a lo lejos quienes estaban alrededor de Tokijin.
Sesshomaru tomo a Ah Un y se fue en dirección a ellos.
Rin y Jaken se escondieron detrás de un árbol donde podían ver todo.
Sesshomaru apareció ante los ojos del grupo conformado por un monje, una exterminadora, un demonio zorro, un felino, el medio hermano y una mujer de ropas extrañas y con ellos estaba Totosai.
Pareció tener una breve conversación con ellos hasta que Sesshomaru, tomo con fatuidad la espada Tokijin que yacía clavada en el suelo, posteriormente, disipándose la energía maligna ante Sesshomaru, demostrando a todos los que veían que alguien tan venenoso como él, solo podría portar a Tokijin, la espada, que ahora el difunto Kaijimbo muerto a manos del grupo, forjo. La escena cambió cuando empezaron a pelear Sesshomaru y su medio hermano al que parecía costarle manipular el peso de su espada.
Llego hasta cierto punto la pelea que el hermano de Sesshomaru parecía tomar la forma de una bestia sin raciocinio alguno.
La niña estaba impresionada con lo que veía a lo lejos, era la primera vez que veía a Sesshomaru pelear en combate.
- ¡El amo Sesshomaru es muy fuerte! -exclamo con porril vigor la niña.
-Así es, el amo Sesshomaru es un daiyoukai muy poderoso, nadie se le puede comparar- dijo orgulloso el sapo mientras cruzaba sus brazos con presunción.
Llegada concluida la pelea donde el herrero Totosai incendió parte del lugar para darle tiempo de escapar al grupo junto con un Inuyasha inconsciente. El sapo se acercó a cuestionar la decisión de Sesshomaru de no acabar de una vez por todas con él.
Sesshomaru parecía analizar el cambio en la sangre de Inuyasha al convertirse en una bestia sin juicio.
Pero después de unos días habían llegado donde un árbol de magnolia parlante, le pareció horrible a Rin y Jaken al nunca haber visto antes tal cosa, mostro inseguridad al principio preguntándole a Sesshomaru quien era tal personaje.
Sesshomaru aclaro que era un árbol con más de dos mil años de antigüedad. El árbol asintió y añadió que con dos de sus ramas más resistentes el gran perro demonio, padre de Sesshomaru, hizo las fundas de colmillo sagrado y de acero.
Tuvieron una conversación un tanto extensa para la niña, quien alcanzo a comprender que la espada era una especie de sello para el joven con el que había peleado su amo Sesshomaru y que aquel otro chico no tenía las mismas capacidades que Sesshomaru quien era un demonio completo mientras que su medio hermano era un mitad demonio y un mitad humano.
Aclarado esto se fueron. La incertidumbre por saber aquello estuvo en la cabeza de Sesshomaru en los días que viajaron hasta Bokuseno, el árbol parlante.
Se quedaron dormidos y al despertar en la mañana vieron que Sesshomaru ya no estaba, Jaken lo busco, reprochando al aire sus salidas de emergencia sin ellos.
- ¡Por qué ahora deja aquí a su fiel sirviente, no lo entiendo! ¿Acaso es por esa niña Rin?, insisto en que debería deshacerse de esa humana, solo ocasiona problemas y retrasos… O tal vez fue a comprobar lo que ese árbol le dijo…
- ¿Cómo es Inuyasha señor Jaken? - pregunto Rin mientras le daba hierbas con sus manos a Ah Un.
- ¿Cómo que como es? ¡Que acaso no lo viste hace unos días peleando con el amo Sesshomaru!
-Sí, pero me refiero a que como es el, ¿Por qué hace enojar mucho al señor Sesshomaru?
-Pues creo que has hecho una buena pregunta, es una historia un poco larga, pero es necesario que sapas todo- se aclaró la garganta con orgullo- Pues veras, Inuyasha es el medio hermano del señor Sesshomaru sin embargo nunca se comparara con él, ¿quieres saber por qué Rin? ¡eh!
La niña caminaba junto a Ah y Un a unos metros ignorando lo que decía Jaken.
- ¡Rin! ¡A donde a donde dijo el conde!
-Creo que tu relato es demasiado largo- dijo la niña a lo lejos mientras guiaba al dragón- vamos hacia allá, hay deliciosas hierbas- se dirigió a Ah Un.
- ¿Ah Un? Comprendo, no te interesa nada…
Mientras tanto Sesshomaru se encontraba ocupado calmando de una manera poco ortodoxa a su medio hermano el cual el despreciaba, no tenía intenciones de matarlo y menos en el estado en el que se encontraba Inuyasha, sin consciencia alguna de su alrededor y de sus propias heridas termino noqueado por Sesshomaru, este le dijo a la mujer de extrañas ropas llamada Kagome que, si quería que Inuyasha volviera en sí, le diera a colmillo de acero. El monje y la exterminadora se colocaron justo enfrente de el para proteger a Kagome e Inuyasha de un posible ataque de Sesshomaru, el monje cuestiono su raro gesto de compasión hacia su hermano, Sesshomaru ocultándose así mismo aseguro que un día lo mataría, pero no ahora pues sería un tanto deshonroso acabar con alguien que ni siquiera sabe quién es. Fue así que dio media vuelta y se marchó.
Llego a pie en donde se encontraba Rin, Jaken y Ah Un.
- ¡Ay que bien ya regresó el señor Sesshomaru! - se emocionó la pequeña corriendo hasta donde estaba el muchacho. Quien gesticulo una fugaz y apenas notable sonrisa.
-Rin, ¿has sido una buena niña?
La pequeña asintió.
-Mhhhmph, nos quedamos aquí esperándolo señor Sesshomaru, pero el señor Jaken está un poco deprimido allá - señalo al sapo que estaba sentado y recargado con su báculo de dos cabezas.
Jaken se dio cuenta apenas que su amo ya había regresado, corrió animoso hasta él y le pregunto a donde había ido, inquiriendo si fue a ver al tonto de Inuyasha pero enseguida se disculpó por su entrometida pregunta.
Sesshomaru desvió la mirada a la dirección por la que había llegado.
Rin lo miro extrañada.
A diferencia de Jaken quien se preguntaba ahora más que nunca los actos compasivos que Sesshomaru se molestaba en tener. Rin más bien se preguntaba por qué pensaba tanto Sesshomaru, sin conocerlo de antes ella lo tenía en el concepto de una persona amable. El realmente estaba de humor para ella, en todo momento. Su debilidad sucede tan rápido que no se percata.
La compasión del daiyoukai estaba en pañales y ninguno de los ahí presentes lo sabia con claridad.
