Hanami

Pronto sería el festival de los cerezos, Mimi como todas las chicas estaban emocionadas por ir al festival. Había una leyenda urbana que decía que si un chico te regalaba en el festival un pétalo de cerezo significaba que sus almas estaban destinadas para estar juntas. Y esa era la razón por la que dentro del festival se vendían mil y un adornos sobre flores y pétalos de cerezo.

Y Mimi lo había visto un año antes, Jou le regaló un lindo llavero de cerezo a Sora y ahora eran una hermosa pareja. Ella siempre quiso tener una relación así de linda como ellos. Todos estaban planeando esa salida para el fin de semana, pasar una linda tarde en el festival, con un pequeño picnic entre todos y después ver los fuegos artificiales.

—Yo no poder ir este año—Tai menciono en el almuerzo una semana antes del festival.

—¿Por qué? —Dijo con un pequeño puchero Mimi.

—Ese fin de semana tengo un torneo de futbol en otra ciudad, y no podré ir.

—¿Dejaras sola a Mei—Mei ese día?

—Bueno…veras…—Mei dijo con un poco de miedo.

—Ella me va a acompañar—Los dos estaban apenados por no poder ir.

Mimi sabía que era algo importante para Tai, pero si se sentía un poquito decepcionada porque era una tradición de toda la vida ir todos juntos. Hikari, Takeru, Ken y Miyako dijeron que no podrían ir por que habían quedado con su grupo de amigos de la escuela en ir al festival, así que era poco probable que se reunieran.

Daisuke mención que él no tendría tiempo, porque sus padres y el montarían un puesto de fideos en el festival, pero si tenía un momento de descanso iría con ellos. Y entre más pasaban los días más gente iba cancelando la salida o diciendo que irían más tarde. Mimi estaba algo decepcionada por eso, era su tradición.

Mimi estaba sentada en la cafetería con los codos apoyados en la mesa y sus manos en la barbilla haciendo un puchero, estaba comiendo un poky en lo que llegaban sus amigos a comer.

—Si sigues comiendo dulces no comerás tu almuerzo—Yamato llego y le quito medio poky de la boca.

—Oye eso es mío—Mimi dijo haciendo nuevamente un puchero.

—Ten—Yamato le dio el poky dejándolo en la bandeja de comida—¿Y ahora porque estas de malas?

—Todo es su culpa—Dijo Mimi volviendo a comer su poky con un puchero.

—Si me pudieras explicar—Yamato revolvió un poco su sopa de miso para poder comer.

—Es que nadie quiere ir al festival de los cerezos, o porque tienen otros compromisos o porque van a salir con sus novias exclusivamente—Mimi hizo otro puchero para al fin terminar su dulce.

—Estamos creciendo, no todo puede ser para siempre—Yamato se fijó en Mimi, viendo que la chica daba un suspiro de decepción.

—Tienes razón—Dijo agachando la cabeza.

—Wow eso es extraño en ti…

—¿Qué cosa?

—Que me des la razón. Nunca lo haces.

—Grosero—Mimi le dio un golpecito en el hombro y comenzó a comer.

Yamato la vio un poco molesta y haciendo pucheros, sabía que le gustaba mucho ir a los festivales con todos. Él era el único que no había confirmado su asistencia, tenía una práctica con su grupo pero era algo bastante informal, no tenía presentaciones cerca de la fecha, así que podía ir con ella. ¿Sería correcto ir con ella?

—De seguro tu no iras por que alguna chica ya te invito—Dijo Mimi más para sí que para Yamato. Yamato lo dejo pasar.

Sus amigos no llegaron a comer y no sabían porque, Mimi creyó que tenían alguna práctica o algo ya que estaban en el último año. Mimi termino de comer y se disculpó con Yamato para después irse de ahí. Se sentía algo triste por eso, pero minutos más tarde Yamato la alcanzo, estaba algo agitado.

—Nunca me preguntaste—Dijo el chico de cabellos rubios.

—¿Qué?

—Nunca me preguntaste a mí si iría—Mimi lo vio bastante sorprendida, sus ojos brillaban.

Yamato se dio cuenta de esta y le desvío la mirada, con las mejillas sonrojadas.

—Solo…olvídalo—Dijo para después irse.

Mimi jalo un poco su camisa antes de irse, Yamato se detuvo, pero no volteo a verla.

—¿Irías conmigo al festival de los cerezos? —Preguntó en voz bajita la chica.

—No...No tengo que ponerme…—Expreso tímidamente Yamato—La única yukata que tengo esta desgastada y me queda pequeña…

¿Por qué se sentía tan nervioso de repente? Imaginar la linda sonrisa de Mimi a su espalda lo hacía ponerse en ese estado ¿Pero por qué? La había visto miles de veces sonreír, porque ahora era diferente.

—No te preocupes, yo tengo la solución—Yamato dejo de sentir el agarre de Mimi y se dio la vuelta para ver como ella se iba de ahí, dando pequeños saltitos de alegría.

Mimi estaba muy emocionada porque iría con uno de sus amigos al festival de los cerezos, así que en medio de la clase se puso a dibujar, cosa en la cual regañaron a sus profesores en más de una ocasión.

Quedaban pocos días para el festival de los cerezos, y Yamato y Mimi no habían vuelto a hablar, ella ya no comía con sus amigos y según Meiko se la pasaba todo el día en el taller de costura haciendo algo.

Llego el viernes antes del festival, Yamato estaba practicando con su guitarra, encargo una pizza que aún no llegaba hasta que tocaron el timbre.

—Ya era hora—Dijo abriendo la puerta—Tardaste mucho…—Pero no pudo concluir su frase ya que no era su amigo el de la pizzería si no Mimi quien tocaba la puerta—¿Qué…que haces aquí?

—Hola…vine a traerte algo…

—¿Mi pizza? —Dijo bromeando un poco.

—Ah…lo siento, no recibí tu mensaje sobre una pizza—Mimi dijo sacando su teléfono revisando sus mensajes.

—Estoy bromeando, pasa—Yamato sintió su corazón latir al decir esa frase.

—No…solo vine a dejarte esto—Mimi extendió una bolsa de papel ante él.

Yamato vio sus manos en varios dedos tenía benditas en casi todo su dedo y una más en su muñeca, no entendía que había pasado, la última vez que la vio, su esmalte morado era lo único que resaltaba y ahora tenía las uñas rosas con unas estrellitas adornando y las tiritas cubriendo sus dedos.

Mimi estiro más la bolsa para que Yamato la tomara, sus manos temblaban, y sus ojos no lo veían fijamente. Yamato tomo la bolsa y ella después de eso dijo que lo vería en la entrada del parque a las 6 de la tarde el sábado, para después huir.

Yamato se quedó sorprendido por lo que la chica había hecho, entro a la casa y vio el paquete que le había llevado, era una yukata nueva, parecía cocida a mano, era de su talla. Se sentía de alguna manera extraño y avergonzado, no sabía por qué había hecho eso, pero era muy bonito el detalle.

Ahora le daba vergüenza presentarse ante ella.

Eran casi las 6 de la tarde Yamato estaba avergonzado, no sabía cómo corresponderle el gesto a Mimi, incluso pensó en no ir. Tenía la yukata en la bolsa sobre la mesita de la sala y el simplemente la veía con mucha vergüenza.

—Vuelvo a las 9—Menciono su padre—¿Seguirás viendo eso, o iras al festival?

—No sé si ir…

—¿Eso te lo regalo Mimi—chan, cierto?

—Si…y me da algo de vergüenza, porque le hizo a mano…

—Deberías ir para agradecerle.

Yamato no respondió, dudaba muchísimo en ir, estuvo a punto de cancelar cuando su padre volvió a hablar.

—Recuerdo esos festivales. Conocí a tu mamá en uno de esos. Ella iba con su grupo de amigas extranjeras, era mi primer año en la televisora, simplemente hacia notas y tomaba algunas fotos, pero cuando la vi, junto a los cerezos no pude evitar hablarle—Su padre decía con una voz nostálgica.

Yamato sintió un impulso y tomo la bolsa de ropa.

—¿Me harías un favor?

Eran las 6:15, Mimi esperaba en la entrada del parque donde se celebraría el festival de los cerezos, Yamato ya se había tardado, y tal vez no llegaría. Pasaron cinco minutos más y Mimi tomo la decisión de irse, era lógico que solamente le había dicho que si para calmar sus quejas de que fueran juntos.

—Eres una tonta, como crees que se fijaría en ti—Dijo Mimi emprendiendo su camino a casa.

—¿Quién no se fijaría en ti? —La voz de Yamato se hizo presente detrás de ella.

Yamato la vio, se veía hermosa con esa yukata rosada, el obi de la chica era color verde que hacía juego, el cabello perfectamente recogido con dos mechones cubriéndole el rostro, y un adorno de flores blancas, azules y rosas. Era muy bonita a decir verdad y su corazón latía muchísimo.

—Si viniste—Dijo con las mejillas rojas.

—Te dije que vendría…solo que…se me hizo tarde y mi padre me trajo.

—No importa—Mimi le volvió a regalar una sonrisa—Ya estás aquí, vamos a pasear.

Mimi lo tomo de la mano y camino entre los puestos del festival. Jugaron un poco y ahí Mimi se dio cuenta que era mejor en los dardos que Yamato, fueron a comer al puesto de comida de los padres de Daisuke, que a decir verdad fue la mejor comida que habían probado.

Eran casi las 8 de la noche, el sol había caído y pronto los fuegos artificiales comenzarían, Mimi prendió unas bengalas en lo que comenzaban.

—Gracias por hacerme esta bonita ropa—Dijo Yamato viéndola, Mimi se avergonzó, pero se alegró—Si hubiese sido por mí, vendría en jeans y una playera.

—Me alegro que te gustara, batalle algo para hacerlo—Yamato tomo su mano y vio las venditas en sus dedos.

—Me imagino—Dijo con una sonrisa.

Y de pronto los fuegos artificiales comenzaron a estallar en el cielo, iluminando la ciudad a su paso, Mimi no les prestaba atención ya que Yamato se encontraba susurrando algo a su oído que la hacía avergonzarse más. Yamato deposito un tierno beso en su mejilla.

—¿Por…Por qué lo hiciste? —Mimi estaba bastante sonrojada.

—Te lo dije ¿No? Te vez muy bonita con esa ropa, cualquiera se fijaría en ti—Dijo Yamato.

—Pero yo no quiero que nadie se fije en mí.

—¿Ah no?

—No…solo quiero que tú lo hagas.

Yamato no sabía si creer esas palabas, ya que el ruido de los fuegos artificiales no lo dejaban escuchar bien.

Tomo una flor de cerezo que se encontraba en el piso, la deposito en la mano de la castaña y la cerro.

—Mi promesa de que siempre me fijare en ti. Quiero que nos conozcamos en un plan más romántico. Creo que también me gustas—Mimi no daba crédito por las palabras dichas de Yamato.

Los fuegos artificiales continuaron un rato más, algo que se habían perdido ambos por estar viéndose, recordando en su memoria ese día en que se manifestaron palabras de amor.

Esa noche Yamato había llegado a casa algo aturdido, no pensaba en decirle todas esas cosas a Mimi, pero el calor del momento le dio el valor de hacerlo, se quitó la yukata y se puso ropa más cómoda, encendió la lavadora y metió a lavar esa bonita prenda, pero se dio cuenta que dentro de la manga derecha, Mimi bordo un pétalo de cerezo con hilos rosas. Y según la leyenda del festival que si alguien te regalaba en el festival un pétalo de cerezo significaba que sus almas estaban destinadas para estar juntas.


Mis estrellitas aquí les traigo este bonito fic de un Hanami, la verdad no recuerdo por que hice este fic, pero cuando lo saque del closet me pareció muy bonito. Espero que les guste los estaré leyendo