Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es JonesnInDaHood, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to JonesnInDaHood. I'm only translating with their permission.


Capítulo 15

~BPOV~

Hay desesperanza en mis ojos.

Los suyos son soñadores.

Mi resolución se desvanece, burbujeando en un océano de espuma de mar verde.

Las confesiones son escurridizas y puras, saliendo de mi lengua en olas amargas.

Él no se inmuta, parpadeando para esconder la sorpresa, la angustia detrás de las palabras.

Una cálida brisa sopla entre la multitud a medida que nos acercamos al muelle. Sonrío, tomo su mano y finjo...

Finjo que los sueños en sus ojos brillarán para siempre, y que la dulzura siempre saldrá de sus labios. Finjo que el corte del cuchillo que se retuerce en mi corazón no dolerá cuando él finalmente decida revelarse, dejando caer el velo y mostrando sus verdaderas intenciones.

Fijo no ser alguien más esta noche.

Ya no soy Bella, la chica triste con el interior cínico. Soy Sunny, la chica con brazos abiertos y ojos cerrados. Cerrados porque ojos abiertos muestran la verdad, y eso es lo último que necesito esta noche… ver la verdad.

Entierro ese pensamiento de mi mente, escondiéndolo en el fondo, y concentrándome en lo que me rodea. Los gritos de niños y adultos llenan el aire nocturno, junto con el metal que se desliza por las vías mientras la montaña rusa cercana se contonea en el aire. La noria está iluminada, un círculo que gira lentamente en el cielo, llena de sonrisas y risas, primeros besos y otros primeros… mi vientre cosquillea de solo pensar en ello.

Echo un vistazo a Bean, pensando en ello.

Sus ojos no están centrados en mí, por una vez, y encuentro el hecho completamente desconcertante. Los cosquilleos se convierten en retorcijones mientras sigo su mirada, permitiendo que mi pecho colapse con un suspiro aliviado. Encuentro sus ojos mirando un stand de juegos y no a otra chica. Hay animales de peluches colgando del techo, su mosaico de sonrisas más tensas que la mano que sostiene la mía.

—Voy a ganar un premio para ti, Sunny —me susurra al oído, cálido y decidido, tan decidido como esos ojos honestos—. Escoge el que quieras.

—Estás muy seguro de ti mismo, Bean —contesto, sonriendo al ver su sonrisa resuelta—. Se supone que primero tienes que ganar y luego escoger un premio.

—Escoge un premio —Es su simple respuesta, entonces me deja allí parada, observando su trasero en esos jeans bajos mientras se aleja.

Silenciosamente elijo un premio, un unicornio rosa con un remolino de cuerno tecnicolor.

Ya tengo un nombre para él.

La sonrisa brillante me quita de mis pensamientos. Me envía la sonrisa por encima de un hombro, fácil y persuasiva, así como él. Meto la sonrisa en mi bolsillo, guardándola para un día lluvioso, porque estoy segura que vendrán, esos días lluviosos, especialmente porque está gradualmente rompiendo mi corazón.

Rompiéndolo al exponerlo.

El rostro de Bean regresa a la tarea en frente, sus cejas fruncidas, sus dedos firmes. Globos rosas y azules, amarillos y rojas bailan contra una pared, meciéndose para las personas, los niños y los padres, amantes y amigos. Los globos luchan contra la brisa del mar que amenaza con arrebatarlos. Pero no lo hace el viento. Bean lo hace. Un brazo se flexiona. Un dardo es lanzado. Un globo explota. Entonces otro. Y otro. Y otro…

Con el unicornio sujetado contra mi pecho, me quiebro, volviendo a la vida bajo su tacto, bajo las yemas provocadoras de sus dedos mientras las posa en mi espalda. El Pacific Wheel nos llama, la suave brisa susurrando las palabras en mis oídos.

—Ese es el paseo del que te hablaba —explica Bean con labios rojos, rojos por el cono de raspado en su mano libre—. ¿Quieres… ir?

La seguridad titubea, y sus ojos son precavidos. No me gusta esa mirada… la timidez, la incertidumbre. No es él. No es mi Bean. Y ahora me pregunto… quizás tenga tanto miedo como yo.

—Me encantaría —le digo, tomando el cono y mirándolo a los ojos.

Muerdo el hielo, sonriendo alrededor del brebaje de fresa mientras succiono el frío entre mis dientes. Sus ojos dan vueltas y también lo hace mi corazón, y ya no soy Bella. Soy Sunny.

Soy Sunny.