- ¿Por qué estoy tan inquieta? - miró por la ventana de su habitación, a la espera del llamado de Inuyasha.
Revisó nuevamente sus mensajes, puntualmente, el que le había enviado a la morena, horas antes.
Qué extraño... es como si no hubiera usado su teléfono en todo el día.
Suspiró, acariciando sus brazos con sus manos, sintiendo una especie de escalofrío debajo de su ropa. Sus ojos se perdieron en la inmensidad del cielo nocturno, tratando de buscar consuelo en alguna de las tantas estrellas que componían el firmamento.
En ese momento, pudo divisar la cima de la cabeza del joven, ascendiendo por los escalones.
- Inuyasha - murmuró, saliendo disparada.
- Hija, ¿estas bien? - preguntó su madre, observando como descendía rápidamente.
- Si, mamá - respondió sin detenerse.
Abrió la puerta, encontrándose con su mirada, al mismo tiempo en que él extendía los brazos, recibiéndola en ellos y apretándola con fuerza.
- ¡Inuyasha! - gritó, chocando su rostro contra su pecho - ¡Estaba tan asustada!
- Kagome - susurró, sorprendiéndose levemente con sus palabras - Tranquila, estoy contigo.
Contra todo pronostico, la joven comenzó a llorar, aferrándose más contra su cuerpo, mientras el suyo comenzaba a temblar.
Esta aterrada.
- Cálmate... entremos y hablemos.
- De acuerdo - se apartó, secando sus lágrimas.
Tomó la mano de su novio, sosteniéndola con firmeza. Ingresaron a la casa y se dirigieron directamente a su habitación, en dónde ella se sentó en la cama y él se arrodilló en frente. Sus miradas volvieron a encontrarse y, nuevamente, ella rompió en llanto, provocando que él la abrazara, sentándose a su lado.
- Amor... ¿Qué sucede? - murmuró, conteniendo la angustia en su pecho.
- Yo... tenia mucho miedo - su respiración se oía entrecortada - Pensé... que iba a lastimarnos.
- ¿Quién? - frunció el entrecejo - ¿Quién iba a lastimarte?
- Ese hombre... su mirada... era... era como si quisiera...
- Tranquila - apretó más el agarre en su cuerpo - ¿Sabes quién es el hombre?
- No, pero... soñé con él.
- ¿He? - la miró confundida.
- Debes pensar que estoy loca - sonrió levemente, secando las lágrimas acumuladas en sus mejillas, alejándose un poco.
- Jamás pensaría eso - respondió con firmeza, tomando su rostro entre sus manos - Puedes confiar en mi.
Ella asintió y comenzó a relatarle aquellos dos sueños en los que caminaba por el hospital. Las manos le sudaban ante cada palabra, al igual que sus ojos trataban de contener su llanto, al parecer, aquella situación la había afectado más de lo que creía.
- Entonces, es como si aquella mujer, ¿estuviera tratando de advertirte sobre ese hombre?
- No lo se... siento como... si estuviera tratando de mostrarme algo, como si aquel hombre hubiera hecho algo espantoso.
Algo que, probablemente, no debería saberse.
Desvió su mirada.
- ¿Cómo dijiste que era?
- Sus ojos son rojos...
Y su mirada es como si quemara al observarte.
- Su cabello es plateado y apenas roza sus hombros... posee una cicatriz al costado derecho de su rostro.
Como si algo terrible le hubiera pasado.
- Estaré atento por si llego a verlo en la calle - respondió con seriedad.
Unos segundos de silencio transcurrieron, hasta que ella habló.
- Inuyasha - ambos volvieron a mirarse - ¿Por qué me preguntaste si me encontraba bien cuando llamaste?
Un suspiro abandonó los labios y una pequeña sonrisa se formó en ellos.
- Creerás que estoy loco.
- A esta altura, ya nada me resulta increíble - bromeó - Además... - tomó su mano - Confió en ti.
- Bien... estaba en mi casa, había terminado de avanzar con la tesis, y sentí un dolor en la cabeza - su rostro se ensombreció - Y... vi tu rostro... estabas completamente asustada, como si algo al frente de ti, estuviera causándote esa sensación... estaba a punto de salir a buscarte, cuando el dolor desapareció - volvieron a mirarse - Fue como si te estuviera viendo a través de los ojos de otra persona.
Cómo si te estuviera viendo a través de sus ojos.
- Te creo - sentenció mirando al frente, al mismo tiempo en que apoyaba su cabeza en el hombro de él - Todo esto es una locura...
Hace más de un mes, estaba viviendo mi vida de una manera completamente diferente... por momentos, desearía regresar. De no ser por Inuyasha... esto sería peor que una pesadilla.
- Entonces... ahora no sólo debemos preocuparnos por Yura y el otro sujeto - rio - Sumémosle a este hombre, mis sueños y tus sensaciones.
- ¡Keh! Bankotsu y Yura son unos idiotas... lo mío es fácil de explicar, presentí que estabas en peligro y mi sangre reaccionó.
- ¿Entonces ya estas seguro de que ha despertado?
- Bueno... no aún, es decir, todavía no he reaccionado contra a nadie.
- ¿Y que me dices de Yura?
- Feh... no le hice nada.
Recuerdo aquella sensación, sin embargo, tengo el presentimiento de que sería algo peor, si llegaran a lastimar a Kagome.
- Por supuesto que no lo harías... después de todo, es tu ex novia.
- ¿Acaso quieres que la lastime? - bromeó
- ¡Oye, yo no dije eso! - lo miró, molesta.
La besó, acariciando su mejilla. Se apartaron, mirándose a los ojos, mientras ella cerraba los suyos, ante las caricias que recibía.
- Me encantaría decirte que te quedaras tranquila - murmuró - Pero... lo mejor será que estemos alerta.
- No te preocupes - le sonrió.
¿Cómo puedes pedirme eso? Si supieras de lo que soy capaz, si alguien se atreve a hacerte daño.
- Esta bien - hizo una pausa - Prometo que voy a protegerte... no dejaré... que nadie te haga daño.
- Inuyasha - sonrió, abrazándolo, mientras él apoyaba su mentón en su hombro - No tienes que prometerlo, ya lo sé.
Extra: Visita inesperada
Dejó la taza de té en el lavabo, en el mismo momento en el que el timbre de su departamento sonaba.
¿Qué?
Murmuró, frunciendo el ceño, después de todo, Sesshomaru era el único que supo entrar al edificio, sin tocar el portero de la entrada.
- Ay por favor - posó su mano sobre su frente, mientras se dirigía a la entrada - Que sea cualquiera, menos él.
Abrió la puerta, abriendo sus ojos ampliamente al encontrarse con el rostro del hombre.
- Magatsuhi - pronunció.
Definitivamente, preferiría a Sesshomaru.
- Querida Kagura... tanto tiempo ha pasado - sonrió - ¿Puedo pasar un momento? Necesito hablar contigo.
- De acuerdo, pero que sólo sea un momento, porque debo salir - mintió.
- No te preocupes - ingresó, mientras ella cerraba la puerta a sus espaldas - Seré breve.
- Te escucho - cruzó sus brazos.
- Lindo lugar - observó todo con detenimiento - Tiene tu sofisticado toque...
- Dijiste que serias breve...
Una risa ronca abandonó los labios del peliplata.
- De acuerdo... - metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacando dos balas, de diferentes calibres y dejándolas sobre la mesa de madera.
Entrecerró sus ojos ante aquella acción.
- ¿Sabes que son?
- No soy ciega, Magatsuhi, sé perfectamente de que se tratan.
- Bien... una es para ti - señaló la más grande - Y ésta - tomó la otra - Será para tu hermano, si sigue metiéndose en la cama, con mi hija.
- ¿No te parece que tu hija es demasiado mayor como para que controles eso?
- Tienes razón... de hecho, no me importaría que durmieran juntos, si no fuera porque él estuvo averiguando cosas de mi vida personal... que no debería saber.
El cuerpo de la mujer se tensó, comprendiendo perfectamente a que se refería, sin embargo, logró ocultarlo.
- Tienen mucha suerte de que mi informante me dio la noticia en un buen día... de lo contrario, al abrir esa puerta, ésta bala hubiera ingresado en el medio de tus preciosos ojos.
Antes de que ella pudiera responder, el portero sonó nuevamente.
- Al parecer, llegó antes de lo que esperaba - pronunció el hombre, sin perder la sonrisa, la cuál se desvaneció al ver a las personas en la puerta.
- ¿Hiten? ¿Manten? - preguntó, sorprendida.
- Buenas tardes, señora - ingresaron sin esperar ordenes - El señor Sesshomaru nos pidió que viniéramos.
Un aplauso resonó en todo el lugar, al mismo tiempo en que todos posaban los ojos sobre el peliplata.
- Vaya... vaya... - rio - Es por esto que nunca puedo fiarme de Sesshomaru - su macabra risa se transformó en un suspiro - Al parecer, prefirió quedarse en su cita, antes que venir a rescatarte.
- Hm... - sonrió - Magatsuhi... lo que haga, o deje de hacer Sesshomaru, ya no es mi problema... y mucho menos debería ser tuyo...
- ¿Aunque esté en una cita con tu nueva secretaria? - insistió
- Aunque esté en una cita con ella... - una batalla de miradas se desencadenó, mientras los guardaespaldas tomaban su lugar - ¿Qué esperabas? - volvió a cruzar sus brazos - ¿Qué me pondría a llorar como una princesa en apuros sólo porque él no vino corriendo a buscarme? Ja... que patético.
- Hm... ya comprendo porque él iba a desposarte... bonita, segura... desafiante - recorrió su cuerpo con la mirada - Es una lástima que no nos conocimos en otras circunstancias...
- Si mal no recuerdo - intervino - Dijiste que sólo hablarías un poco... creo que ese poco, ya se extendió demasiado, puedes retirarte.
- Lo que usted me ordene, madame - miró a los guardaespaldas - La dejaré tranquila, con su fiable compañía.
Caminó hacia la puerta, en dónde se detuvo y le dedicó una última mirada.
- Oh, no olvides de comentarle esta situación a tu hermanito - sonrió - También dile... que mi hija ya no estará disponible para él... si realmente le interesa su seguridad, huirá.
Sin esperar respuesta, se retiró en dirección del elevador, en dónde su guardaespaldas personal, lo estaba esperando.
