—¡Lo digo enserio! —expresó, en un intento de sonar convincente—. Me encanta el deporte aunque no lo parezca, pero no significa que desee atiborrarme de golpes o terminar en San Mungo.

—Delicado —bromeó Harry mirándole con una chispa de diversión.

—Es digno de alguien como tú que no valora su vida —bromeó Draco, y Harry rodó los ojos—. ¿De verdad te arriesgas a tanto por encontrar una pelotita dorada revoloteando por doquier? —preguntó el rubio.

—Primero que nada gracias por el cumplido —objetó con sarcasmo—, y respecto a la otra parte, digo qué la adrenalina qué me llena ante los movimientos a mi alrededor para conseguir el objetivo es inexplicable.

Draco le miró con una chispa de diversión.

—¿Y por qué no retomas tú idea de ser buscador?, ahora qué tienes esa paz que tanto deseaste —Draco dio un trago a su tarro con cerveza de mantequilla al cabo de pronunciar la última palabra.

Harry suspiró con derrota y se encogió de hombros.

—A Hermione no le encanta la idea de verme jugando, por qué podría lastimarme, suele ser un poco... —Harry cortó la oración en busca de aquella palabra que le ayudará a identificar el carácter de su esposa.

—¿Exagerada quizá? —dijo con inocencia mientras se encogía de hombros.

Harry río forzado y asintió.

—No me enorgullece pero es cierto —admitió—, desde que nos casamos ha sido muy sobreprotectora conmigo —dijo e hizo una pausa antes de continuar—, sobre todo cuándo en el ministerio me ofrecieron trabajar en el departamento de seguridad mágica, intente explicarme pero no logré mucho y llegamos al acuerdo qué tomaría un tiempo en casa sin presión de nada y ella se encargaría de trabajar —explicó—. En un principio lo vi como algo bueno por toda la parte de sanar pero pasado el tiempo comencé a sentirme ahogado en estas paredes y cuando le planteé la idea de darle rumbo a mi vida no me dio muchos ánimos, lo cual me hace sentir mal porque se supone que soy parte de su vida y no lo parece, no me casé esperando tener esta clase de matrimonio.

Harry dio un sorbo grande a su cerveza para terminar de asimilar lo que acababa de soltar a Draco, jamás se había sincerado tanto con él, sin embargo pareciera qué esa confianza siempre existió entre los dos.

—Puedo preguntar... ¿Por qué te casaste con ella...? Siempre creí que terminarías con la menor de los Weasley —expresó.

Draco dejó vacío su tarro de cerveza y no esperó más qué unos segundos para verter aquel líquido amarillo y espumoso directo del barril, aún estaba fría gracias a un encantamiento realizado por él mismo.

—Con Ginny estábamos bien como amigos y si salimos fue para distraernos de todo, a ella le gustaba alguien más y hasta ahora planeó acercarse a él... -–dijo con intención, sabía que Draco conocía la respuesta a eso.

—¡Maldito Blaise! —maldijo entre dientes—. Sospechaba que había algo y no creí que al final se animaran a intentarlo —dijo con sorpresa en su voz.

—Yo también me sorprendí al saberlo, el día los descubrí besándose afuera de la madriguera —Harry río.

Él rubio negó y suspiró recordando a su amigo, lo extrañaba.

—¿Y cómo te fijaste en ella? —cuestionó volviendo al tema, no quería entrar en un estado de sentimentalismo.

—Desde que comenzaste ayudarnos con información sobre los horrocruxes porque no querías ese futuro para ti y tú familia, comenzamos la búsqueda en Grimmauld Place y averiguamos que Kreacher conocía donde estaba uno de ellos así que cuando lo encontramos lo cuidamos bastante por obvias razones, pero nos causaba ciertas reacciones, sobre todo aquella vez que Ron se fue después llevar puesto el guardapelo todo el día y comenzamos a pasar tiempo juntos —continuó—, no estoy muy seguro si fue la situación en general o que a esas alturas lo que menos importaba era pensar. Un día una cosa llegó a la otra y terminamos teniendo sexo en la tienda de campar —finalizó el relato.

Harry se llevó el tarro de cristal a los labios, bebiendo todo el contenido.

—¿Quieres más? —preguntó Draco señalando el barril, y Harry asintió.

—Gracias —respondió el azabache después de qué Draco dejase el tarro nuevamente lleno—. Después de qué lo qué pasó me sentí culpable por haberme dejado llevar, no quería exponer a nadie porque mi futuro era incierto y enamorarme no estaba en mis planes, traté de dejárselo claro pero ella sentía algo muy fuerte por mí, entonces le prometí que si todo salía bien al final, podíamos intentarlo y acabé cumpliendo mi promesa.

Harry pasó sus dedos por las hebras oscuras de su cabello, dejándolo más desordenado de lo normal.

—Entonces no sientes amor por ella…—más que preguntar afirmó.

Harry estudió su expresión un momento, había algo en sus ojos que no logró descifrar, sin embargo, le causaba confianza, y tal vez siempre fue así. Al menos desde que comenzaron a llevarse mejor. Sucedió durante durante la guerra, en el momento qué Draco y su familia decidieron ser espías con el fin de ayudar a Harry, brindándoles la oportunidad de conocerse, logrando el derecho a pronunciar sus nombres, como si nunca hubieran sido rivales. Situación qué no pasó desapercibida para ellos luego de qué Draco y Ron anunciaran que salían en plan romántico, bastaba decir qué a ningún miembro de su entorno familiar y social esperaba tan extraña noticia, tanto qué hasta el día de hoy les costaba trabajo asimilar que un Weasley estuviera emparentado con Malfoy, sobre todo a Lucius Malfoy, no le hacía ninguna gracia.

Todo sucedió él día que Ron escapó de sus amigos después de su pelea a golpes con Harry por haber llevado el guardapelo colgado en su cuello más del tiempo requerido, y al tratar de esconderse donde fuera para no ser descubierto tuvo la brillante idea de pasarse por uno de los tantos pubs muggles, sabiendo que ahí nadie lo reconocería tan fácil. El pelirrojo entró sin dudarlo, observando el nuevo ambiente qué lo rodeaba, el cual no estaba del todo mal, pero prefería mil veces la magia. Minutos después un bartender le ofreció una copa de cristal, llena de lo que parecía ser una bebida combinada con varios tipos de alcohol y frutas. Ron examinó la bebida con algo de duda durante un par de segundos, debatiéndose consigo mismo sí ingerir lo qué sea qué fuera eso, o no y alguien adivinando sus pensamientos le explicó que la bebida en su mano, llevaba el nombre de mojito, algo usual y bastante popular entre los muggles. Ron, ligeramente asustado por el gesto de aparente amabilidad, llevó su mano a la bolsa trasera de su pantalón, dónde guardaba la varita gracias a un hechizo de extensión de Hermione, por si la persona en cuestión resultaba ser un carroñero, se giró, encarando a su nuevo acompañante, y grande fue su sorpresa al encontrarse con un rostro familiar, observando la escena con diversión: Draco Malfoy, quién por coincidencia se encontraba en ese mismo bar. El rubio recordaba aquella plática muy fuera de lo normal, pero Ron sintió algo extraño dentro de su pecho y no estaba seguro si todo lo acontecido con la guerra les había hecho cambiar o solo querían mantener lo que fuese de seguridad con las pocas personas de su lado y ganar la tan inevitable batalla. Draco descubrió en ese momento que todo el licor corriendo por sus venas le estaba jugando alguna mala pasada pues lo qué sucedió poco después, no se trataba de algo qué Draco hiciera por voluntad propia y mucho menos tener planeado, hasta qué lo vivió.

Draco tenía claro que era gay, pero nunca tuvo la oportunidad de saciar sus ganas, y todo apuntaba a que esa noche era el momento indicado, así que después de beber todo el alcohol qué su cuerpo soportó, él mismo le pido al pelirrojo que lo acompañase al lugar dónde se hospedó poco antes de comenzar la guerra, y Ron no teniendo otro lugar a dónde ir aceptó. El motel no era tan lujoso como esperaba, suponía que al estar en un lugar mucho más costoso podría ser pista de encontrarlo, y viendo su posición desde cualquier punto, no podía quejarse a pasar la noche en un hotel, la otra opción sería el suelo frío del pub o en algún rincón en la calle por no tener a dónde ir.

Esa noche, culpa del alcohol corriendo por sus venas, salieron a flote las ganas de follar de Draco, y Ron terminó siendo penetrado por el chico en cuestión, haciéndole gemir de placer una y otra vez. El pelirrojo se enamoró, mientras que él rubio no estaba seguro de lo que sentía, simplemente tenía ganas y ya... Algo similar a lo de Harry.

Al finalizar la guerra Ron no dudó en buscarlo, proponerle salir y descubrir si lo que comenzó la noche del bar funcionaba a largo plazo. Draco tardó un poco en acceder al tener encima el juicio contra su familia, y bastaba decir qué no tenía completamente claros sus sentimientos, tontamente creyó que podría sentirlo con el tiempo, al menos sació sus ganas follar.

Las citas de ambos, si así se les podía llamar. El pelirrojo continuamente se le insinuaba al rubio para llevárselo a la cama, y a Draco le molestaba el hecho de que no pudieran tener una relación más allá que sólo sexo, sin embargo esos momentos a solas con él, follando, le hacían olvidar que el ministerio tenía una cuenta pendiente con los Malfoy.

El día en que Harry testificó a su favor se lo agradeció demasiado y fue uno de los mejores momentos de su vida, siempre podía contar y sentirse seguro con él niño que vivió. Pero justo en el momento que buscaba darle rumbo a su vida, Ron llegó con la idea de que era momento de casarse, alegó que al llevar varios meses juntos era el paso que seguía y Draco aun no estando seguro hacía dónde dirigirse decidió aceptar, creyendo que aquello le traería estabilidad. Pronto se dio cuenta qué la decisión tan importante que tomó no había sido la correcta y en el transcurso de los meses descubrió el gran abismo de diferencias qué tenían y no en el buen sentido de encontrar a un complemento si no todo lo contrario y el rubio estaba harto y tampoco le ayudaba a orientarlo sobre qué hacer con su vida. Y fue ahí, cuando la compañía de Harry era más amena que su esposo. En él encontró un amigo en quien confiar, sentirse seguro y ser él mismo, Ron por el contrario le dejó una encrucijada muy grande y egoísta a la vista de cualquiera. La realidad era que al igual que Hermione él trabajaba para ambos, el pelirrojo alegó que su esposo no tenía la necesidad de trabajar, nunca le preguntó si quería, él decía que dinero no le faltaba y bien podría encargarse de su casa al fin y al cabo dividían el trabajo a la mitad, lo cual seguía sin ser justo para Draco porque tenía derecho a realizarse, distraer su mente, sentirse útil después de todos esos años qué pasó acatando órdenes y no fue así, al contrario. Sentía una ola de soledad que le envolvía y ahogaba cada segundo, cómo si de una camisa de fuerza se tratase, claramente no era feliz. Narcissa le aconsejó en más de una ocasión, alejarse de Weasley pues ese matrimonio no le traería nada bueno, ahora se daba cuenta de la razón que tenía su madre, y su padre no pensaba tan distinto a ella.

Harry y Draco tenían la ligera sospecha qué al no dejarlos desenvolverse, se trataba de mera inseguridad en ellos mismos y temor a que los dejaran y extrañamente encontraron la mejor compañía estando juntos.

—La quiero —dijo al fin—, pero no como mujer si no como amiga, nuestra relación siempre fue buena de esa forma, ahora todo cambió y no soy feliz —admitió, no estaba seguro si aquello lo decía por su recién estado de ebriedad o porque realmente sentía que debió sacar aquello hace mucho, estando sobrio o no—. ¿Y tú quieres a Ron? —preguntó.

—Creí qué con el tiempo podría enamorarme y tener estabilidad, han pasado meses y sigo esperando ese momento —expresó, soltando un suspiró de alivio al haberse confesado por primera vez.

—¿Y por qué estamos con ellos? —preguntó Harry mirando al rubio.

En ese momento Harry se levantó del sofá para tomar asiento junto a Draco después de haberse bebido toda su cerveza al escucharlos hablar.

—Por costumbre, por no estar solos, qué sé yo… —respondió arrastrando las palabras.

Esa noche había sido diferente a las demás ocasiones que se reunían para hablar, prácticamente eran los únicos amigos. Con Blaise, Pansy y Theo casi no se hablaba por qué Ron ardía en celos y Draco evitaba discutir con él, —qué decisión tan más estúpida—. pensó. Habían bebido cerveza para combatir sus penas de matrimonio pues Hermione y Ron como los aurores que eran, se encontraban en una de sus tantas misiones cazando mortifagos fugitivos y la castaña siendo la mejor en curaciones del escuadrón tenía que encargarse por sí alguien salía herido, además de que era la mejor liderando y organizando a su equipo.

Mientras que Draco y Harry pasaban tiempo juntos tratando de no sentirse solos.

—Supongo que tienes razón… —habló arrastrando sus palabras mientras se recargaba en el sillón con la mirada clavada en el techo.

—Y dime… —comenzó Draco—. ¿No has llegado a sentir algún tipo de curiosidad por estar con alguien más?

No tuvo claro cómo fue que las palabras salieron de su boca, simplemente las dijo.

Harry no pudo evitar sonrojarse ante la repentina pregunta, claramente lo había pensado pero... ¿Con quién podría engañar a Hermione si ni siquiera salía lo suficiente para conocer a alguien? La persona que tenía junto a él para hablar y desahogarse era Draco, evidentemente ambos tenían una situación en común que les unió más de lo que imaginó. El rubio ante sus ojos era bastante guapo, inteligente, tenía un humor peculiar que le ocasionaba querer insultar y reírse al mismo tiempo, sus metas en la vida eran similares, en ningún momento sentía esa necesidad de callar algo, simplemente a su lado era él mismo sin temor a ser juzgado. Harry tenía la corazonada que dicho sentimiento era mutuo.

Antes de siquiera pensarlo tomó a su acompañante por la chaqueta acercándose a él y de un momento a otro sus labios estaban pegados.

Draco tardó un momento en reaccionar sobre lo que estaba pasando, ¿De verdad, Harry Potter le estaba besando de una forma intensa y profunda que apenas fue consciente del momento en que estuvo a horcajadas de él en el sofá?.

Aquel repentino beso fue tomando un ritmo más acelerado. Harry sostenía a Draco por la nuca, uniendo más sus cuerpos mientras que el rubio comenzó un vaivén qué dejó ver cómo crecía el bulto del azabache. Necesitaban saciar sus ganas, ninguno tenía la fecha exacta en qué dejaron de tener sexo con sus parejas.

—Vamos a la cama —sugirió Harry sin dejar de explorar aquella boca con la lengua.

Draco se levantó de su lugar sin reprochar la idea de Harry, aun sobre su boca, era un sabor adictivo y no querían dejar de sentirlo. Sus labios parecían encajar perfectamente como si estuviesen hechos para estar juntos y jamás separarse.

Harry comenzó a guiarlos a la habitación a paso torpe, no lograba recordar el camino teniendo a Draco tan pegado a él. Sin embargo lograron llegar y Harry abrió y cerró la puerta tan rápido cómo le fue posible, quedando frente a la cama. Draco posaba sus manos sobre la espalda de Harry, podía sentir sus músculos aún por encima de la ropa y quería explorar más aquella piel. Sin pensarlo se deshizo de la estorbosa chamarra de mezclilla tirándola en el suelo, Harry hizo lo mismo con el abrigo del rubio, dejando el cuello pálido de Draco al descubierto, comenzando a repartir besos húmedos sobre su cuello, el rubio soltó un gemido bastante alto qué hizo sonreír a Harry, quién dejó un par de marcas sobre su piel, pero necesitaba ir más allá y se apresuró a quitar la camisa azul que llevaba, su piel blanquecina como la nieve le incitaba a perderse justo ahí. Se encargó de recorrer su pecho con su lengua, deteniendo su camino en sus pezones, recorriendo en círculos con su lengua, mordiéndolos ligeramente. Draco jadeaba de placer, tenía sus dedos enredados en el cabello rebelde de Harry, sus piernas le temblaban tanto que temía caer de rodillas al suelo. Podía afirmar con certeza qué aquello nunca lo sintió ni sentiría junto a Ron, tal vez no estaba pensando claro y no quería hacerse alguna idea apresurada en cuanto a sus sentimientos pero…

"Mierda, que bueno era con la lengua"— pensó Draco, y sin perder el tiempo cuando regresó la atención a su cuello, decidido a terminar de desnudarlo, llevó sus manos a su cintura, subiendo aquella playera gris, deleitándose con el abdomen marcado y el vello que recorría su perfecto torso ante sus ojos. Fue el turno de Draco en disfrutar el sabor de la piel de Harry su cuello dejando marcas rojas en el proceso mientras baja sin dejar de repartir besos en su piel tibia, Harry jadeaba con fuerza y se le ponía dura nada más de sentir los labios del rubio sobre su piel, jamás en su vida se sintió así y no quería al igual que Draco hacerse ideas a causa de la calentura pero, ese sentimiento tan profundo que te llena el corazón cuando te enamoras lo estaba sintiendo.

Draco desabrocho su pantalón dejándolo resbalar hasta el suelo, cayó él de rodillas y Harry se sonrojo de solo pensar lo que venía, sus largos dedos del rubio paseaban por la tela de su bóxer tocándole con suavidad, el azabache ahogó un gemido y le tomó por el cabello, presentía que con tan sólo verlo se vendría. El rubio dejó la enorme polla de Harry al descubierto, deleitándose con el tamaño y grosor, maldita Granger, era una estúpida a su punto de vista por no ver semejante hombre que tenía a su lado y no sólo se refería a aquel trozo de carne entre sus piernas, Harry era mucho más que eso.

Dejó toda la rabia hacia ella aún lado, y se concentró en demostrar cuánto podía darle con sólo tomar ese basilisco y meterlo a su boca. Harry gimió por lo alto haciendo eco en la habitación, cerró los ojos e hizo la cabeza hacia atrás, cuando la lengua de Draco tocó toda su erección, tenía una gran boca y su lengua hacía maravillas. Comenzó a chupar con devoción, le tomó firme del culo para entrar más profundo, casi tocando su garganta.

—Mierda... Que boquita —dijo entre dientes, jalando sus hebras rubias, Draco le miró por primera vez en ese rato y le sonrió malicioso.

Él rubio no paró su labor hasta sentir completamente duro a Harry.

—Ron es un idiota... No aprecia lo que tiene y…

Draco no le dejó continuar, detuvo su labor y le miró con las pupilas dilatadas.

—Está noche... piensa en nosotros —dijo tan suave que a Harry se le enchino la piel y sin poder evitarlo se inclinó a tomar sus mejillas y besarle con profundidad. Sus lenguas volvieron a enredarse y esta vez le obligó a levantarse, era su turno de demostrarle todo lo que sentía.

Terminó por desnudar a Draco antes de acostarlo suave y delicado sobre el colchón, para luego colocarse encima y continuar en lo qué estaban. Harry comenzó a restregarse contra él, soltando gemidos en el proceso, Draco sentía que estaba al borde e hizo todo lo posible por aguantar. Harry llevó sus dedos hasta la boca de Draco logrando que los chupara, él los lamio tanto como pudo, ninguno se apartaba la mirada mientras lo hacía, prendiendolos aun más, enseguida retiro sus dedos húmedos e introdujo uno en la entrada de Draco, haciendole soltar un gemido alto, una verdadera tortura a su punto de vista, mordió su labio mientras se dejaba hacer. Harry movió su dedo dentro una y otra vez ocasionando más gemidos por parte de Draco, el segundo y tercer dedo terminaron de dilatarlo, era momento de sentirlo y Harry estaba ansioso por eso.

—Voy a entrar —anunció Harry y Draco asintió.

Lentamente colocó la punta de erección en la entrada de Draco, tomándolo de la cadera con una mano y la otra en su propia polla, y empujó abriéndose camino, Harry soltó un gran gemido, Draco arqueó su espalda y mordió su labio ahogando un gemido que pronto dejó salir cuando Harry entró más

—Harry —gimió Draco.

—Draco —respondió el azabache mirándolo con deseo.

Harry terminó de entrar, quedándose quieto durante unos segundos hasta que su amante se acostumbrara a él, conteniendo las ganas de correrse pues estaba más apretado de lo que creyó.

—Estás delicioso —habló con voz ronca.

Draco le atrajo para besarle con profundidad y Harry no se negó.

—Muévete —dijo en el beso.

Harry comenzó un vaivén lento soltando gemidos placenteros y Draco acariciaba su espalda con deleite. Mientras el azabache tomaba velocidad, hasta que el rubio enredó sus piernas alrededor de su cintura y terminó de entrar.

—Ahh, si mhhh, Harry —lloriqueo el rubio.

Draco acarició su cuero cabelludo con cariño, el nombrado se estremeció entre sus brazos y continuó repartiendo caricias por sus piernas marcadas y sus glúteos que seguramente tenían marcas rojas por la firmeza qué Harry tomaba a Draco .

Las embestidas fueron más rudas, cosa que a Draco le encantó, siempre deseó ser follado de esa forma tan deliciosa y placentera y al ser Harry la persona qué tuvo la fortuna de tenerlo así, no podía desear alguien mejor qué él, tal vez por qué lo quería sólo a él.

—Me voy a venir –anunció Harry quién no paraba de gemir y arder en placer.

—Lléname por favor, vente dentro de mí —murmuró Draco en su oído haciéndole estremecer y aumentar las embestidas.

Draco apretó su miembro de una manera deliciosa ocasionando que Harry se vaciara en él, enseguida el chico debajo se corrió manchando su abdomen, gimió tan alto y placentero que creyó qué alguien los podría escuchar pero realmente no les importaba.
Harry cayó exhausto en el pecho de Draco y este lo abrazó, pasado el tiempo su respiración fue calmándose, cerraron sus ojos amenazando con quedarse dormidos, el azabache estando aún dentro del rubio.

A ninguno le pasó por la mente que Hermione podría llegar y descubrirlos, estando en su casa era lógico que se apareciera en su habitación donde ahora Draco ocupaba el lugar que ella nunca pudo tomar, y no se trataba de sólo dormir con ella o tener sexo, sino todo lo qué él le hacía sentir. Draco por su lado sentía aquella libertad de ser quien era con él, su corazón se llenaba de inmensa felicidad y ahora que lo tenía no quería perderlo pero tenía miedo de que no pudieran cumplir aquello que deseaban si es que Harry también quería.

Minutos después donde ninguno decía nada y solamente escuchaban sus respiraciones y en el caso de Harry el latir del corazón de Draco, el azabache alzó la mirada hacia él descubriendo qué tenía una expresión calmada en el rostro, mirando al techo de la habitación sin dejar de repartir caricias en su espalda. Y cómo era costumbre, Harry habló antes de pensarlo.

—¿Te arrepientes de esto? —preguntó con voz suave y temerosa.

Draco suspiró antes de responder, enfocando su mirada gris azulada en él.

—No —respondió. —-Y espero qué tú tampoco —aseveró.

Harry se dió el lujo de reír.

—Claro que no —remarcó, y se acercó a él para poder besarlo, siendo recibido con ansias—. No quiero dejar de verte —habló cuando se apartaron para tomar aire.

—Yo tampoco —susurró—, estamos solos la mayoría del tiempo y…

Un sonido proveniente de la chimenea interrumpió al rubio, ambos sabían lo que ocurría.

—Mierda —exclamó Harry y se apresuró a salir con cuidado del rubio antes de levantarse.

—¡Harry! Ya estoy en casa, voy a la cocina —resonó la inconfundible voz de Hermione en la habitación pero le alivió saber que no iba directo a la habitación.

Draco se levantó lo más rápido que sus piernas le permitieron pero un dolor en la cintura le hizo frenar y descubrió a Harry aguantandose la risa.

—Perdón —Harry rió por lo bajo y le ayudó a levantarse— ¿Vez? no está tan mal

—Te vuelves a reír y hago un escándalo para que en menos de dos segundos aparezca en la habitación —bromeó Draco intentando no reír.

—No creo que te convenga —murmuró acercándose a él para besarlo.

—Será mejor qué me vaya

No tenía ganas de abandonar a Harry pero sus opciones de quedarse eran nulas.

—Voy a distraerla, coloca un muffliato en la puerta del baño para que puedas irte sin que escuche el sonido de aparición, después yo lo quito —dijo y el chico en cuestión asintió dándole un beso en los labios.

—Búscame en la mañana cuando estemos sólos —murmuró sobre sus labios.

A Harry le dio un vuelco en el corazón, tal vez era el alcohol recorriendo sus venas o realmente el rubio le gustaba.

—Ahí estaré, ahora —le beso—, Vete —volvió a besarle.

Con un último beso Draco tomó su ropa y se metió al baño. Mientras que Harry se vistió con una bata de baño, colocó la ropa sucia en el cesto, lanzó un fregoteo qué dejó limpia la cama y otro qué la dejó perfectamente tendida.

Harry se apresuró a salir de la habitación y dió marcha a la cocina, pero de camino encontró a la chica en el comedor con un plato de comida sobre la mesa.

—Te ibas a bañar —afirmó, mordiendo un pan tostado con miel y fruta.

—Sí, pero sí quieres hacerlo tú preparo la tina —Ofreció.

Hermione lo pensó un momento y al final asintió.

—Creo que me vendría bien hacerlo, pero dúchate tú primero, voy a terminar de cenar —dijo la castaña volviendo su atención al plato.

Harry asintió en respuesta y le observó comer.

En ese momento recordó lo que le había contado a Draco horas atrás sobre la chica qué eligió cómo compañera de vida, Harry divagó sobre el tema, y se dió cuenta qué había algo más a fondo que no le permitía tener la relación qué tanto soñaba. Hermione básicamente era quien llevaba el control de su casa así como la vida de ambos y no era algo nuevo, desde el colegio los controlaba a él y a Ron, principalmente sobre las tareas y estudiar para los exámenes, tal parecía que todo aquello que le abrumaba pasaba a segundo término, nunca le preguntaba cómo se sentía, cuáles eran sus planes e ideas, simplemente tomaba las decisiones de acuerdo a lo que consideraba correcto y mejor, más para ella que para Harry. Claramente con Draco nunca le pasó, ni se sentía así estando con él, atado de manos y sin derecho a rebatir algo. Se descubrió estando feliz a su lado, cuando lo veía sus días se alegraban al instante. Sucedió desde el primer día que decidieron pasar tiempo juntos en casa de él y Ron, después de qué este último le mandara una carta vía lechuza informando que no podría celebrar su primer mes de casados, que a pesar de todo Draco quería hacerse a la idea de que eran un matrimonio feliz. En este le avisaba que tendría jornada doble y no podía abandonar, Draco ardió en furia y arrojó el pergamino al fuego de la chimenea, apoyó una mano en la orilla de esta y observó cómo el fuego consumía con lentitud la nota hasta convertirla en cenizas. En ese momento la llegada de alguien lo asustó, no recibía tantas visitas cómo le hubiese gustado y se apartó de ahí tan rápido cómo su cuerpo lo permitió, pronto se dió cuenta qué se trataba de Harry, quién llegó por casualidad debido a que entregaría unas cosas que Ron le había prestado, al instante se percató del mal humor de Draco y no dudó en preguntarle qué ocurría y cuando supo la razón decidió acompañarlo a cenar. Desde entonces compartían más que eso, porque no sólo logró calmarlo sino que la compañía fue tan amena que Draco olvidó el motivo del festejo y a Harry el querer asesinarlo por dejar plantado a Draco en un día importante para él. Los desayunos, comidas o cenas fueron constantes, por lo que durante ese año en curso ambos eran más su compañía que su propia pareja, además de compartir casi el mismo tiempo de casados, Ron y Draco firmaron el documento el 3 de Enero de 1999, mientras que Hermione y Harry el 28 de Diciembre de 1998. Transcurrieron seis meses en los cuales la relación de esposos no existía, lo único qué compartían era el mismo techo por las noches y los fines de semana los honraban con su valiosa presencia.

En el caso de Harry más de una vez tuvo la iniciativa de hacer algo diferente a lo qué Hermione acostumbraba, cómo salir de compras o leer un libro frente a la chimenea con música de fondo, cocinar un postre o lo qué fuera qué les diera unión cómo pareja. Harry llegó a la conclusión de qué la supuesta relación de esposos nunca existió, era más un afán de ella por decidir lo correcto y no lo qué querían hacer. Recordó las veces que Draco y él reían sin parar, cocinaban juntos o iban de compras al Londres muggle, también los días que simplemente la pasaban en cualquiera de las dos casas conversando sobre cualquier cosa, y fue cuando se dio cuenta de qué no era lo qué pudiera hacer viviendo con alguien, sino la compañía, al final el resto venía sólo y Harry adoraba estar con Draco o mejor dicho, lo adoraba a él.

—¿Qué? —preguntó Hermione.

Observando confundida durante todo ese rato en el qué Harry se quedó de pie en el pasillo, perdido en sus pensamientos y ella intentando averiguar qué causaba esa sonrisa. Practicar legeremancia con él sería un error pues Harry siempre se percataba y aprendió a no hacerlo si no quería verlo furioso.

—Nada —respondió borrando la sonrisa de su rostro antes de dar media vuelta abandonando el comedor.

Harry lamentó haber dejado marchar a Draco cuando volvió al baño a retirar el hechizo de silencio, pero lo consoló el hecho de verlo al día siguiente así que bien podría esperar unas horas.

Deslizó la bata por su cuerpo hasta caer sobre el suelo gris oscuro qué cubría el baño, (otro gusto de Hermione), y caminó a la regadera no sin antes dejar sus gafas sobre el lavabo, abrió la llave de agua caliente, se metió bajo el chorro de agua, dejando qué recorriera su cuerpo durante unos segundos, Harry notó marcas rojas en su pecho y cuello, sonrió al recordar cómo las obtuvo, poco le importó qué la ex Gryffindor descubriera las marcas al ser lo suficientemente notorias. Cerró la llave de la ducha y antes de salir preparó la tina de baño para Hermione, colocó jabón líquido en el agua y colocó una toalla blanca enredada en su cintura. Necesitaba pensar sobre su futuro y la nueva relación que tendría con Draco que, tan solo con pensarlo, sentía miles de mariposas revoloteando en su estómago, ¿Aquel sentimiento se denominaba amor?. Según un dicho muggle que escuchó alguna vez, sí.

Se colocó sus gafas, vistió con su pijama, cepilló su cabello rebelde sin lograr aplacarlo y colocó algo de crema en su cuerpo pasando la yema de sus dedos por las huellas qué Draco dejó en su piel, terminó de secar el resto de su cuerpo antes de colocarse pantuflas. Una vez estando listo recordó que el espacio compartido con el rubio seguía desordenado y no tardó más de un par de segundos en llegar ahí, y poder limpiar. Lo primero qué vió al llegar fue la cerveza derramada sobre la alfombra qué seguramente Draco tiró cuando él mismo se le echó encima para besarlo y hacerle el amor.

Cuando la hora de dormir llegó él ya se encontraba en la habitación, su esposa se acostó sin mirarlo, le murmuró un simple "Buenas noches" y al poco rato cayó en un profundo sueño. Harry a su lado abrazó con fuerza la almohada que tenía impregnado el aroma de Draco e imaginó que estaba a su lado y con una enorme sonrisa en el rostro se quedó dormido.

Abrió los ojos luego de haberse aparecido y se encontró con la familiar vista del jardín trasero del lugar qué no lograba ver cómo su hogar, creyó sería mejor aparecerse fuera de casa, así Ron creería que había salido un momento. Caminó en dirección a la puerta trasera y al entrar vio como su esposo devoraba lo que horas antes había cocinado, lo miró e intentó sonreír pero Ron estaba más concentrado en comer que en él, y siempre fue así, recordaba qué el interés del pelirrojo era devorar todas las recetas que Draco aprendió a lo largo de su corta vida, iban a la cama y tenía que soportar sus ronquidos insufribles. Con Harry era todo lo contrario, él le ayudaba a cocinar, lo escuchaba y siempre tenía un buen comentario para él, su manera de llevarse era única, ahora venía a caer en cuenta de lo tonto que fue, Harry era quién le hacía feliz, estaba enamorado de ese cabello tan rebelde, la sonrisa sincera y bonita que sus labios rosados le brindaban y qué más de una vez quiso besarlos y ahora que tenía la oportunidad no la iba desperdiciar. Sin decir una palabra, se dirigió a su habitación a ducharse, cuando salió vio un bulto en la cama roncando como siempre pero esa noche no tenía pensado dormir junto a él, y quizá ninguna otra de las noches siguientes.

*
Despertó de un humor tan armonioso qué hacía tiempo no tenía, y qué le motivo a levantarse antes de que su esposa lo hiciera, se cambió y arregló mejor que días pasados, llevaba una camisa negra, pantalones café oscuro, tenis negros y una chamarra negra, el clima en esa casa donde vivía era tan frío como su relación.

Fue a la cocina a prepararse algo ligero para desayunar, desconocía el plan de Draco pero le daba tiempo para un café.

—Buenos días —saludó una voz femenina.

—Buenos días —respondió el saludo sin despegar la vista de la taza en su mano—, hice café

La chica asintió pero él no la vio, tomó una taza de la alacena y vertió el café en la taza.

—¿Sucede algo? —preguntó antes de darle un sorbo al café.

La respuesta era obvia pero no le iba a decir.

—No —respondió encogiéndose de hombros restándole importancia, terminó la pequeña taza de café y se dirigió al baño a lavarse los dientes dejando a Hermione con la palabra en la boca.

Una vez listo esperaría a que Hermione se fuera y para sorpresa del chico, la vio al salir del baño, sentada en la cama con su uniforme de aurora.

—Tengo el tiempo justo para llegar al ministerio y no puedo demorarme —comentó.

Harry no dijo nada, sólo asintió.

—Hablaremos esta noche —anunció.

—Claro, cómo tú tienes la última palabra en todo —masculló Harry.

No tenía caso seguir fingiendo que eran un gran matrimonio.

Ella le miró desconcertada, Harry nunca se había comportado así, lo qué le extrañó más, siempre hacían las cosas cómo debían y nunca replicaba, lo cual le hizo pensar si eso cambiaría, pero no lo iba a permitir.

Harry le retó con la mirada a qué se atreviera a hablar e iniciar una discusión, él sabía que teniendo el tiempo a su favor no se atrevería a abrir la boca. Y confirmó lo qué pensó cuando la vió levantarse de la cama y dirigirse a la chimenea, no se molestó en seguirla. Esperó un par de minutos con el fin de confirmar qué la chica no regresaría y qué Ron también se había marchado al trabajo.

Harry creyó haber esperado suficiente y se apareció en la sala de estar de la casa de Draco y Ron.

Aquella persona que deseaba con toda el alma ver, apareció al fin. Draco le sonrió y Harry se lanzó a sus brazos.

—Si que me extrañaste —le murmuró al oído, haciendo estremecer a Harry.

—Desde antes de que te fueras —confesó.

Draco rió suavemente estrechando a Harry entre sus brazos.

—Hoy no estaremos aquí, nos hace falta salir y tomar aire —dijo en cuanto se apartaron uno del otro.

—¿Y a donde me piensas llevar guapo? –habló el de anteojos sobre sus labios.

—Es una sorpresa, vamos a aparecernos, cierra los ojos y confía en mí —dijo el rubio.

—Siempre

Harry lo besó tan ansioso como se sentía, Draco le dio oportunidad de hacerlo pues también había querido lanzarse sobre él desde que lo vio.

—Bien, vamos —habló después de tomar aire debido a la intensidad del beso.

Harry cerró los ojos, Draco lo hizo también y desaparecieron. Segundos más tarde un clima frío los recibió, hacía viento, los rayos del sol pegaban con suavidad.

—Estamos a la orilla de la ciudad, si caminamos un poco veremos la avenida principal de Londres, es seguro aparecerse aquí, lo hacía cuando venía a Londres muggle con mi madre

Esa última frase le dolía bastante pues la única comunicación qué mantenía con su madre era vía lechuza desde qué se casó y en una ocasión hablaron por red flú durante esos seis meses de casado, manteniendo una conversación cortante, la situación era lo más incómoda qué alguna vez imaginó tener con ella. La extrañaba mucho.

—Volverás a verla, lo prometo —aseguró dándole un beso en la mejilla.

Draco sonrió confiando en Harry, siempre lo hacía.

Caminaron un poco más tomados de la mano hasta que el big ben se hizo visible. Llegaron a la zona hotelera de la ciudad donde una suite que Draco reservó desde muy temprano los esperaba.

—Es aquí —dijo Draco, señalando una torre con grandes ventanales hacia algún hermoso punto en la ciudad.

—Vamos, no quiero esperar un segundo más sin estar contigo —dijo Harry tomando a Draco de la mano guiandolos a la recepción del hotel.

Realizaron los trámites para obtener la habilitación a nombre del rubio, les entregaron las llaves y se dirigieron al ascensor que los llevaría al piso 16 dónde estaba su habitación. Al llegar, buscaron la habitación con el número 456 en la puerta, una vez localizado Draco pasó la tarjeta y la puerta se abrió al instante, se abrieron paso dónde fueron recibidos en un digno paraíso.

La habitación constaba de una sala de estar con vista a la enorme ciudad de Londres, seguramente de noche se veía precioso. De frente, había un balcón con una mesa de caoba y dos sillones gris oscuro, el lugar era bastante amplio y Harry tomó nota de tener algo así en un espacio al que llegase a denominar hogar. Del lado izquierdo había un desayunador con una barra amplia, un horno eléctrico, microondas, y sillas de madera, a su derecha se encontraba un baño con jacuzzi, su habitación que constaba de una estancia lo suficientemente cómoda para ambos y un baño más pequeño qué cumplía con sus funciones, era mejor de lo que creyó.

—Draco esto es increíble, me quiero quedar aquí para siempre… contigo —dijo volteando hacía él envolviéndolos en un cálido abrazo.

—Tal vez deberíamos —susurró en el oído.

—¿Estarías dispuesto? —preguntó juntando sus frentes.

—Si es contigo si —dijo y Harry junto sus labios formando un cálido beso.

Él beso fue tomando forma, Harry introdujo su lengua en la boca de Draco, explorando con habilidad. El rubio comenzó a guiarlos a la habitación, tenía una sorpresa para su chico qué esperaba le gustase tanto como a él.

Estando al pie de la cama, Draco fue acostando a Harry con lentitud, quedando encima suyo y comenzó a besar su cuello dejando marcas rojas, escuchando los sexys gimoteos de Harry.

—Draco me encantas —gimoteó el chico de gafas.

—Y tú a mí

Draco se apartó para mirarlo.

—Te tengo una sorpresa —murmuró en tono sensual.

—¿Qué es guapo? —preguntó Harry.

—Sólo observa y verás —dijo quitándose de encima dejando a Harry con toda la calentura acumulada en su parte inferior.

Draco se levantó, quedando de pie frente a la cama. La imagen que Harry tuvo a continuación le dejó sin aliento, ver a Draco desnudarse era una de las imágenes más excitantes, jamás vistas. Cuando fuer el turno de quitar su pantalón, lo hizo de manera lenta y sensual, dejandolo en el suelo, Harry estuvo a punto de dejar de respirar cuando vio las prendas ocultas debajo de su ropa, se trataba de unas medias que le llegaban a los muslos, sostenidos por una cinta de satin en color negro, cómo el resto del traje y lo mejor llegó cuando Draco desabotonó lentamente su camisa, haciendo del momento más placentero, acción qué dejó a Harry sin palabras cuando vio qué Draco vestía una ropa interior peculiar que constaba de un baby doll de mujer muy sexy, pegado a su cuerpo. Lentamente se colocó a horcajadas de él, acercando su rostro al suyo y besó sus labios.

—Hazme tuyo Harry, puedo hacerlo mejor que ella, tómame por favor… —murmuró con voz suave y cargada de excitación.

Harry lloriqueo en respuesta mordiendo su labio inferior.

—No eres como ella, tú siempre has sido mejor, y jamás te podrá igualar precioso —habló con voz ronca.

Y se besaron de nuevo, Harry le tomó del culo pegándole a su cuerpo, el chico encima de él comenzó a restregarse sobre Harry, soltando gemidos qué callaban con besos, pero Draco necesitaba sentirlo más así que no dudó en terminar el beso y comenzar a quitar la estorbosa ropa de su amante. Primero el abrigo, después sus zapatos y calcetines, llegando a lo más interesante, desabotonó con lentitud la camisa dejando al descubierto su torso blanco y marcado, Draco no se resistió a probarlo y pasó la lengua por sus músculos, sacandole jadeos a Harry, llegó hasta sus pezones, jugueteando con ellos y dejándolos duros cual botones, el chico en cuestión cerró los ojos dejándose hacer, dando caricias en sus brazos y parte de la espalda, hasta qué Draco subió a su cuello y continuar su labor, dejando marcas rojas por el resto de su piel.

—Bésame —ordenó Harry.

Draco obedeció y atacó sus labios de nuevo disfrutando del sabor y sus lenguas entrelazadas, apartándose un par de veces por falta de aire, mirándose a los ojos, demostrándose cuánto se querían con esos gestos y pequeñas caricias.

Él rubio se apartó de él para bajar a su pantalón encontrando algo muy interesante cuando bajó sus pantalones y con ello su bóxer.

—Es una maravilla —murmuró Draco.

—Maravillas las que tú haces con la lengua —respondió mordiendo su labio.

Draco le miró de una manera profunda, sus ojos tan hermosos como el color del cielo en un día nublado y no era la primera vez que lo notaba, los adoraba con el alma.

Draco introdujo su gruesa polla a su boca deleitándose con su sabor y gemidos de Harry quién le tomó por el cabello jalando de sus hebras rubias, comenzó a levantar sus caderas ocasionando que su erección tocara la garganta del rubio, él se apartó luego de unos minutos dónde no perdió el tiempo y devoró su sexo, pero necesitaba sentirlo.

—Déjame prepararte —dijo Harry en cuanto notó sus intenciones de meterse aquel trozo de carne por su cuenta.

Harry decidió jugar un poco antes de sentir a su amante y sobre todo quería disfrutar del traje sexy qué llevaba, cambió de posición, y ahora la espalda del rubio se encontraba pegada contra el colchón, el azabache se acercó a él para besarlo con pasión a la par que sus manos recorrían su cuerpo por encima de la tela, Draco jadeaba al sentir las manos firmes de Harry pero no se quedó atrás, también acarició su piel expuesta. Harry comenzó a bajar con suavidad los tirantes de sus hombros dejando un camino de besos y mordidas en su blanquecina piel, llevó sus manos hasta su espalda levantando un poco para poder bajar el cierre de la prenda color negra y la terminó de quitar desabrochando las cintas que unían las dos piezas, dejando la parte inferior y divertirse un poco más dándole placer al rubio y a él mismo.

—Me encantas —dijo Harry.

—Y tú a mi, necesito más, te necesito a ti —murmuró Draco.

Harry sonrió malicioso, tomando con firmeza el culo de Draco, masajeandolo y sacando jadeos al chico en cuestión, posteriormente se inclinó a repartir besos húmedos a piel estaba descubierta, era un sabor maravilloso y Draco disfrutaba de ello, reaccionando maravillosamente bien a sus labios y lengua haciéndole estremecer. Ahora Harry obligó a Draco a quedarse boca abajo, abriéndose de piernas y levantando un poco el culo para recibir a su lengua en su entrada, con el fin de dilatarlo.

Draco gimió y cerró los ojos, implorando más, en un punto la lengua de Harry no fue suficiente por lo qué introdujo dos dedos de golpe para dilatarlo rápidamente, no soportaba la tortura de tenerlo y no poder follarlo. El líquido pre seminal resbalaba por la polla del rubio, dejando manchas en las sábanas. Harry posicionó su erección en la entrada de Draco jugando un poco con su culo, Harry soltó gemidos a la par de Draco.

Harry no aguantaba más sin sentir a Draco y decidió girarlo de nuevo sobre la cama e ir quitando lentamente el resto del baby doll cubriendo su cuerpo, se le ponía dura al ver a Draco tan dispuesto y vulnerable ante él.

—Estoy listo para ti, follame ya —suplicó el rubio.

—Te llevaré al cielo —-respondió y entró en el de una sola estocada haciendo que el chico debajo arqueara la espalda y gimiera ahogado.

Harry contuvo la respiración cuando entró y enseguida liberó el aire retenido por sus pulmones en un gemido profundo.

—Mmhh, Harry…

—Amo escucharte gemir mi nombre —dijo, su tono de voz seductor le erizo la piel.

—Harry —gimoteó de nuevo, dándole gusto a su amante.

Harry sintió una ola de placer recorriendo su cuerpo qué le animó a terminar de entrar en él.

Se estuvo quieto unos minutos para que Draco se acostumbrara a él, y volvieron a unir sus labios en un apasionado beso, hasta qué Harry embistió con más ritmo a Draco, haciéndolos gemir. En aquel espacio se podía sentir el placer, sus cuerpos sudados y el vapor era visible, los besos y caricias que los dos repartían eran intensas y llenas del deseo por tenerse.

Minutos después Draco apretó de forma deliciosa el miembro de Harry, dejándolo correrse dentro de él, mientras que el rubio lo hizo en su abdomen. La respiración de los chicos era agitada, Harry se recostó en aquel pecho blanquecino y fue rodeado con sus brazos que ahora eran su lugar favorito.

Durmieron plácidamente sin tener claro el tiempo, Draco despertó primero, a causa de una incomodidad encima y era que Harry dormía completamente pegado a él y su cuerpo había reclamado el peso así que los giró a ambos para quedar de lado, de ese modo sintió alivio, no dejó de abrazarlo y tenía ganas de dormir más pero sus estómago rugía de hambre. Optó por bajar delicadamente los brazos de Harry sobre y levantarse, la incomodidad en su trasero era menor que el día anterior pues ya no cojeaba tanto, primero fue al baño y ahí vio que el hotel tenia toallas y batas, tomó una y se la colocó, al cabo de unos minutos salió y fue directo al teléfono de la habitación y ordenar el desayuno, seguro Harry cuando despertara tendría hambre, regreso a la habitación y el chico de cabellos rebeldes aún dormía plácidamente, quizá podría despertarlo con una sesión de besos luego de que llegara el desayuno.

Minutos después este llegó y Draco recibió el carrito gueridon con el almuerzo, según sus cálculos era bastante pues recordaba que Harry era de buen comer y esperaba saciar el hambre de su león.

Dejó lo que traía aún lado y se tumbó en la cama, no quería despertar a Harry pero seguramente estaba tan hambriento como él. Comenzó a repartir besos en sus mejillas, nariz y labios, el chico en cuestión respiraba pesadamente, seguro le costaría despertarlo así que dio caricias suaves a su cabello, repartió besos ahí pero no consiguió más que se moviera un poco lo que llevó a Draco a preguntarse, ¿Desde cuando Harry no dormía así? ¿Sería que, la sabelotodo de Granger lo mantendría despierto en las noches esperando verla llegar? ¿O en incontables sesiones de sexo? De solo imaginar la última opción le daban ganas de vomitar, no podía soportar que su Harry le tomara tanta atención a esa mujer que decía ser su esposa.

Él deseaba almorzar junto a su acompañante pero al ver que no despertaba decidió empezar a llenar su estómago, se levantó de la cama y se dirigió a uno de los sofás qué rodeaba una pequeña mesa de madera y colocó un plato en el que sirvió varios tipos de fruta. Al ver a su amante desnudo supuso que tendría frío, con su varita cubrió a Harry con la sábana dejándolo descansar. Transcurrieron unos minutos en los qué Draco terminó su fruta y descubrió al azabache tentando la cama en busca de alguien, rió para sus adentros, Harry entre abrió los ojos y cuando no lo vio frunció el ceño, levantó la vista pero al frente tampoco estaba, dirigió la mirada hacía el frente de la cama, casi junto al ventanal y lo vio.

—Creí que no despertarías nunca —-dijo Draco, soltando una pequeña risa.

—Me dejaste muy cansado —se quejó y acomodó boca arriba, estirando los músculos de su cuerpo—. ¿Por qué no me despertaste?

—Primero, gracias por el cumplido y segundo, lo intenté pero parecía que dormía con una piedra, ni siquiera te moviste —bufó.

—-Bueno, veo que pediste el almuerzo

Las tripas del azabache rugieron de hambre.

—Sí, ven a comer anda —incitó Draco.

Harry se puso sus gafas antes de levantarse y acercarse a él y besar sus labios.

—¿De dónde tomaste la bata? —preguntó.

—Del baño

—Iré por una y regreso

Se dirigió al baño y al cabo de unos minutos salió con una bata blanca igual a la de él. Su desayuno se tornó tranquilo y divertido, disfrutando de los comentarios sarcásticos de ambos chicos, también la naturalidad que podrían hablar de todos los temas, menos de uno que ninguno quería tocar: Sus matrimonios.

La pareja degustaba lo que ordenó el rubio hasta terminarlo.

—Ha sido un desayuno interesante —dijo el azabache, recargándose en el respaldo de la silla.

—Sí qué lo ha sido —respondió el rubio.

Dicho eso, el silencio inundó la habitación de hotel, sabían lo qué querían pero no tenían la certeza de cómo expresarlo después de haber hecho el amor desenfrenados, su relación cómo 'amigos' cambiaría, pero no estaba en sus planes al menos no por el momento dar por hecho todo aquello qué pensaban y sentían en su corazón, la situación era complicada para los dos, Harry no sólo perdería a su esposa, también a su mejor amigo y en el fondo le dolía, luego analizó qué pasó tantos años deseando ser feliz o terminar con todo qué realmente no le importaba, sólo quería estar bien con su familia.

Y hablando de familia, Harry visitaba esporádicamente a Sirius, vivía algo parecido a lo de Ron, sólo qué se trataba de lo más cercano al padre qué alguna vez tendría. Él era, junto a Remus lo más cercano a una familia, los señores Weasley lo apoyaron en todo lo qué estuvo en sus manos, brindándole cariño y amor durante todos esos años qué su padrino no podía estar con él, y lo agradecía infinitamente, pero no era lo mismo, ahora qué podía vivir junto a su familia estaba desperdiciando la oportunidad qué la vida le brindó cuando el hombre casi perdió la vida en la batalla del departamento de misterios en su quinto año.

Todo ocurrió cuando el trío de oro junto a Luna, Neville y Ginny se enfrentaron a los mortifagos con el fin de proteger la profecía qué terminó estallando en mil pedazos. Lo siguiente qué pasó fue demasiado rápido para todos, mortífagos tomando a sus amigos cómo rehenes, la órden del fénix llegando a salvarlos, Bellatrix lanzando un Avada Kedavra a Sirius, siendo salvado por Remus y Tonks quienes lo empujaron poco antes de qué el hechizo tocara su cuerpo, cayendo estrepitosamente un lado del velo de la muerte, dando pie a una guerra qué cerró con broche de oro con la presencia de Voldemort y Dumbledore. Aquella batalla terminó en un mal recuerdo para todos, pero al menos el ministerio logró convencerse de qué Tom Ryddle había vuelto.

Los siguientes años fueron una pesadilla para él y para Draco, todo giraba en su contra y pareciera qué Voldemort tenía todo a su favor para ganar, pero Harry no lo iba a permitir, por él y por las personas qué amaba, ahora se daba cuenta qué todo su esfuerzo realmente fue en vano, él no amaba a Hermione, quería estar con su familia y con Draco, la vida era muy corta y no podía seguir viviendo en esa supuesta relación.

Decidido, se levantó del sofá y se sentó a horcajadas del rubio y mirándole a los ojos, preguntó:

—¿Harías una locura conmigo?