Aquella parte de la vida a la qué se enfrenta cualquier persona con el fin de elegir lo mejor para sí mismo, nunca lo vivió, incluido el derecho a decidir lo qué quería o no hacer, desde las cosas más sencillas hasta su propio futuro. Si tenía sed y deseaba beber algo diferente al agua cristalina o jugo de frutas, la respuesta era no. Los Malfoy y todas las familias sangre puras fueron estrictamente educados para llevar el orden en el mundo mágico y eso incluía los alimentos. El deber de hacer lo que creían correcto les llevó a ser poco razonables, a tal grado de inducirlos al asesinato, contraer matrimonio con alguien qué no amaban mediante un arreglo de familias por qué así debía ser, el amor no importaba si la pureza de la sangre estaba en juego, completamente injusto. Él estuvo conforme durante sus primeros años de vida, al no tener realmente la conciencia de lo qué ocurría a su alrededor, siempre mantuvo el interés en los incontables juguetes qué recibía para su cumpleaños y navidad, o contando los días para su primer año en Hogwarts.

Sin embargo, todo cambió para Draco cuando Harry Potter rechazó su amistad y comenzó una guerra contra él para demostrarle qué era mucho mejor qué sus dos amigos juntos y él mismo, detestaba ser la sombra de Potter, tal cómo Weasley o Granger lo hicieron durante sus años de colegio. El rubio hizo lo posible sin importarle el medio ni la forma para demostrar qué tenía razón, —Todo con tal de llamar su atención—, le dijo una voz interior durante años, la cual él ignoró completamente, llevándolo a cuestionarse: ¿Siempre estuvo interesado en Harry?. La respuesta llegó tan rápido cómo lo pensó, . Pero no de la forma en qué ahora lo veía, por qué tuvo qué vivir demasiado antes de descubrirse así mismo homosexual. Draco no podía llegar y decir abiertamente sus preferencias. En el punto más alto y temido para él se encontraban sus padres, luego Voldemort y sus mortifagos, no quería imaginar lo que esa bola de enfermos sería capaz de hacer si descubrían su secreto. Luego se encontraban sus amigos, en el fondo sabía qué no lo juzgarían, pero el miedo era mucho más fuerte qué su parte racional.

Pasó varios meses antes a la guerra aceptándose tal cómo era, después de todo era el primer paso antes de decirle a sus padres si Harry salía victorioso, y fue por ello qué eligió el camino de la luz poco antes de intentar asesinar a Dumbledore, contando todo lo qué sabía a su director y a Harry. Quién no dudó en tenderle la mano aun con algo de desconfianza, pero a sabiendas qué los Malfoy eran señalados por salir beneficiados en cualquier situación, no tenía sentido mentir y le dio un voto de confianza qué fue ganando más y más con el paso del tiempo, logrando así la victoria a todo el mundo mágico, castigando a quienes lo merecían y por fin descansar de todo ese peso sobre sus hombros y los de su familia.

Las locuras dejaron de tener sentido para él, sobre todo cuando contrajo matrimonio, qué a decir verdad, fue la locura más grande de su vida y no en el buen sentido. Todo era bastante extraño junto a Ron, y su familia, a excepción de Ginny, ninguno aceptaba tal enamoramiento, era cómo si el agua y el aceite se juntaran, estaba claro qué no encajaría con él por más qué lo intentasen.

Con Harry todo cambió, desde su nueva amistad hasta volverse incondicionales, todo tomaba sentido junto a él, se sentía seguro, querido, entendido y sobre todo escuchado, algo qué en su corta vida nunca tuvo, casi podía asegurar qué estaba enamorado. El único problema era el miedo de volver a equivocarse sobre sus sentimientos hacía Harry, él no merecía esas dudas, sino a alguien que lo amara completamente, tal y cómo era, así cómo Harry, no podían simplemente dejarse llevar.

—¿Qué clase de locura? —preguntó el rubio.

Draco observó a Harry durante largos segundos, estudiando su expresión, tenía miedo de lo que fuese a decir, no estaba en su lista de planes romper su corazón pero tampoco quería herirse más así mismo.

—¿Te gustaría seguirnos viendo? ¿En secreto? —preguntó.

Draco alzó ambas cejas, llanamente sorprendido.

—En secreto... —corroboró, Harry aun encima suyo asintió.

Lo que Harry le planteó básicamente era ser amantes, pero... ¿por cuánto tiempo? ¿Hasta qué se cansara y buscarse a otro u otra?. Draco sentía algo muy fuerte por él, pero no significaba entregar el cuerpo cada qué tuviera ganas de, sólo por qué su esposa no satisfacía sus necesidades. Él quería alguien completo, sin esconderse para demostrar su amor, besarse, inclusive tomarse de la mano y eso lo dejaría muy en claro a Harry Potter y a quién fuera, ya era hora de darse su lugar, incluido a su marido, aunque eso significase el divorcio, Draco no pondría objeción.

—Harry, no busco una relación para salir del hoyo en el qué estoy con mi supuesto matrimonio —expresó mirando a Harry a los ojos—, quiero alguien a mi lado qué me ame por quién soy, apoyarnos en todo, no escondernos de nada ni de nadie, si tendré algo igual creeme qué prefiero estar sólo

El nombrado le observó con sorpresa en su rostro, estaba casi seguro de qué Draco aceptaría estar con él de esa manera, no hubiese imaginado qué tan pronto quisiera una relación, qué prácticamente ya tenían, sólo les faltaba besarse y hacerse el amor cómo hasta ese momento y él estaba dispuesto a brindarle todo eso y mucho más.

—Yo tampoco busco un reemplazo si eso es a lo que te refieres —murmuró, acomodando un mechón rubio a un costado de su frente.

—¿Entonces? tú quieres qué seamos amantes y yo...

Draco desvió la mirada callando al instante, tenía miedo qué no funcionara con él, por qué lo quería y no siempre le salían las cosas bien cuando se entregaba a alguien.

—¿Quieres estar conmigo? —preguntó Harry tomando sus mejillas, haciendo qué le mirara.

Draco apretó los labios, mirándolo con duda, claro que quería estar con él, nunca fue bueno expresando sus sentimientos y con él no sería la excepción.

—¿En qué sentido? —preguntó.

—Tener una relación, mantener lo nuestro en secreto mientras nos divorciamos, tal vez no sea todo lo qué quieres pero… —el azabache se vió interrumpido por Harry.

—¿Has dicho divorciarnos? —volvió a preguntar, mirándole perplejo.

¿De verdad, Harry Potter quería divorciarse por él?. Aquel mortifago qué odio por tantos años, y qué ahora tenían una especie de relación amistosa, qué en una noche de pasión se convirtió en amorosa.

—Sí, a menos qué tú no quieras, mira Draco si tú deseas estar con Ron lo aceptaré, al final es tú decisión pero yo estoy decidido a terminar ese supuesto matrimonio y digo supuesto porque claramente no existe…

Y Draco lo calló con un beso.

—Aun me cuesta trabajo pensar en nosotros cómo pareja, siento qué vivo algún tipo de sueño, además no me gustaría equivocarme contigo —confesó.

Harry le miró enternecido, repartiendo suaves caricias en su cabello rubio, él también tenía dudas en cuanto a no ser suficiente para él, qué se arrepintiera y volviera al lado de su ex mejor amigo, tenía claro qué esa amistad estaba completamente rota, sólo qué Ron aun no lo sabía.

—A mi también pero no hemos vivido cómo deberíamos después de todo lo qué pasó, tenemos derecho a realizarnos y ser felices, y si juntos lo conseguiremos estoy dispuesto a todo —puntualizó.

Draco sonrió y le abrazó con fuerza.

—Tienes razón, ha llegado la hora de pensar en nosotros, comenzaré los trámites de divorcio lo más pronto posible, quiero qué todo el mundo sepa qué estamos juntos —dijo.

Harry se apartó para poder verlo con algo parecido al nerviosismo qué Draco no supo cómo interpretar.

—Podríamos empezar por revelarlo, si no te molesta…

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó.

—Quiero ver a Sirius y a Remus, me gustaría contarles lo nuestro y también a tus padres y amigos —anunció.

Draco le miró cómo si le hubiera salido una tercera cabeza, ¿No hablaba en serio o sí? ¿De verdad quería reunirlos con su familia?. Era demasiado bello para ser cierto, Harry era la persona más maravillosa qué conoció algún día y por ello odió más a Granger, el no valorar al hombre qué tuvo a su lado durante este tiempo era completamente inadmisible, pero él se encargaría de hacerlo muy feliz.

—Es cómo un sueño, algo qué siempre quise, ser feliz y qué por una vez en la vida alguien me tomase en cuenta, cómo lo has hecho tú todo este tiempo… —confesó el rubio.

Harry le miró sorprendido y con cierta ternura, pocas veces él se confesaba de esa manera, y le alegraba el corazón qué fuese él la persona para desahogarse y decir lo que quisiera sin sentirse mal por ello.

—Lo nuestro siempre ha sido así, y ten por seguro qué lo seguirá siendo, te quiero —dijo.

—Eres un cursi

Draco se sonrojó, Harry río y luego lo abrazó fuerte, tomaría eso cómo un "yo también te quiero" a su manera, leer a Draco era algo qué le fascinaba y qué sólo él podía lograr.

El ministerio siempre les causó incomodidad, tanto por el ambiente como por todas aquellas personas lanzando miradas llenas de desaprobación en el caso del rubio y de un excesivo agradecimiento con Harry.

Después de varios arrumacos y cariñitos, Harry propuso ir al ministerio a solicitar las demandas de divorcio, aunque hubiera preferido pasar más tiempo a solas con el rubio, su conciencia no le dejaría estar tranquilo hasta haber hecho lo correcto, separarse e iniciar una relación cómo era debido con Draco.

—¿Estás seguro de qué es buena idea estar aquí? —preguntó Draco en un murmullo, con los labios pegados a la oreja de Harry, causándole un leve escalofrío.

La respuesta era obvia, pero no tenían mucho a su favor si querían obtener el divorcio rápido, sin complicaciones y qué nadie se enterase, al menos no todavía.

—No, pero sé cómo llegar sin qué nos vean —respondió.

Y antes de chistar, Harry tiró del brazo de Draco, llevándolo hacía un pasillo qué nunca antes había pisado, es más, estaba seguro de no tener idea de su existencia.

—¿Dónde estamos? —preguntó, su voz resonó causando un eco en las paredes del pasillo.

—En una entrada secreta a la oficina de Kingsley qué muy pocas personas conocemos, prácticamente los de la órden —murmuró, para qué no se escuchara el eco.

—¿Y cómo es qué nadie más aquí lo sabe? ¿No los ven entrar?

—No, está bajo un fidelio qué está hechizado para qué sólo nosotros entremos y en este caso con alguien —habló mientras caminaban por el estrecho pasillo qué los guiaría a la oficina del ministro.

—Wow, si qué me sorprenden —dijo.

—Te vas a sorprender más cuando sepas qué para entrar hay qué lanzar un lumus a una lámpara qué prenderá a su gemela en la oficina, de esa manera sabrá qué hay alguien buscando entrar —explicó.

—Y sí, nadie abre no podremos entrar —dijo Draco.

—Exacto —confirmó Harry.

Draco no hizo más preguntas hasta llegar al final del pasillo, dónde observó a Harry lanzar el hechizo, según él ya debería haberlo visto.

—¿Hermione y Ron saben del camino secreto? —preguntó el rubio con cierta preocupación.

—masculló Harry—, creo que sí.

Draco cerró los ojos con frustración, implorando qué ninguno estuviera en la oficina y fuesen descubiertos, no quería qué su secreto les durara tan poco. Y si ocurría lo mejor sería decir la verdad.

Esperaron alrededor de cinco minutos cuando una puerta corrediza se abrió para ellos dejándolos ver al ministro.

—Harry, joven Malfoy —habló, reflejando sorpresa en su voz—. No esperaba verlos

—Nosotros tampoco estar aquí, pero necesitamos hablar con usted —dijo Harry.

—Claro, adelante por favor

Kingsley dio un paso a su izquierda, dejando la entrada libre, una vez en la oficina la puerta se cerró, dejando ver una pared lisa en tonalidades oscuras, daba un ambiente tétrico, cómo todo en ese lugar.

—Siéntense por favor —ofreció el hombre.

Ambos chicos tomaron asiento frente al escritorio con algo de inseguridad, pero ya estaban ahí, al mal paso darle prisa.

—Díganme, ¿A qué debo su visita? y tan anónima —preguntó.

—Es complicado —respondió Harry—. Queremos divorciarnos de nuestras parejas sin hacer un escándalo, no todavía, por ello queremos llevar el tema con discreción

—En el mundo mágico todo se sabe a una velocidad alarmante y nos preocupa qué en este momento se enteren —completó el rubio.

Kingsley asintió cuando Draco terminó de hablar, y procesó la información durante un par de segundos.

—Y ustedes están juntos —más qué preguntar afirmó.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry.

—No has soltado la mano de Malfoy desde qué entraron —el hombre hizo un esfuerzo por no reírse.

La escena era bastante tierna y ciertamente mal fingida pues soltaron sus manos tan pronto cómo el ministro pronunció la última palabra.

—Es complicado —intentó explicar Harry.

—No tienes qué darme explicaciones de tú vida, sólo dime ¿Cómo te ayudo con el divorcio? —preguntó.

Harry suspiró antes de responder.

—Quisiera iniciar la solicitud y qué se resolviera lo antes posible, y sé qué cómo integrante del Wizengamot podrás dar seguimiento sin hacer de esto un escándalo —explicó.

—Claro, mandaré la solicitud, pero me gustaría qué estuvieras enterado qué si ella no está de acuerdo no hay mucho qué pueda hacer—advirtió el hombre.

—¿No habrá forma de hacerlo sin contar su opinión?

—Me temo qué no, a menos qué… —hizo una pausa antes de completar la oración observando la reacción de ambos.

—¿A menos qué…? —dijo el rubio.

—Tengan un hijo, de ese modo el papel podría anularse sin problema por qué no tienes hijos con ella —completó, estudiando la reacción qué pudieran tener.

Draco quedó blanco y Harry no supo exactamente a qué se refería.

—¿Un hijo? ¿De sangre? —preguntó el azabache.

Kingsley asintió cómo respuesta.

—Malfoy podría aclarar mejor tus dudas.

Harry observó a Draco con el ceño fruncido, mientras qué el rubio tenía una cara de espanto de antología.

—¿A qué se refiere? —preguntó Harry, directamente a Draco.

Draco no logró responder a Harry. Tenía la solución en sus manos, sí, pero no se trataba de algo tan simple y no sabía si estaba listo para ello, quería a Harry, pero le hubiese gustado disfrutar más su tiempo a solas y no con un hijo. No todavía.

—Será mejor qué lo hablen a solas, yo personalmente haré la solicitud de los dos divorcios y no se preocupen, será completamente anónimo —aseguró Kingsley.

Harry asintió y no dijo nada más. Lo más conveniente tal y cómo sugirió el ministro era platicar a solas.

La llegada al hotel fue silenciosa y un tanto incómoda, Draco no estaba seguro de cómo abordar el tema, no era algo cómo contarle sus miedos o hablar de sus cosa favorita en el mundo. La cuestión era qué él cómo todo sangre pura tenía el don gestar bebés, todo con tal de no dejar morir su apellido, le molestaba el qué otros continuarán decidiendo por él hasta en su linaje, los Malfoy y algunas otras familias sangre pura hicieron todo lo posible para qué los hombres pudiesen dar a luz, gracias a una poción mágica tomada por años qué lograría en otras generaciones nacer con dicho poder sin la necesidad de beber la poción, esto, si la magia junto a la de otra persona era lo suficientemente poderosa, de lo contrario tendrían qué recurrir a la poción durante cierto tiempo antes de intentar tener un hijo.

—¿Me explicarás lo que dijo el ministro? —preguntó Harry en cuanto cruzaron la puerta del hotel.

Draco suspiró y se tumbó en el sofá, fijando su vista en las afueras de Londres.

—Yo puedo engendrar bebés —soltó así.

—¿Qué? —preguntó Harry, sacudiendo la cabeza, cómo si no hubiese escuchado bien.

—Los sangre pura y su idea de tener hijos así fueran hombres o mujeres les llevó a crear una poción qué les permitía a los hombres traer una vida al mundo, algo complicado en un principio, pero si lo lograban podría pasar de generación en generación a través de la sangre y a estas alturas cualquier hombre puede tener un hijo sin problemas o no tantos —explicó.

Harry tardó varios minutos en comprender lo que Draco habló, la mitad de su vida la pasó criándose en el mundo muggle dónde únicamente las mujeres podían dar a luz, sin embargo a lo largo de su corta vida, descubrió qué gracias a la magia todo era posible, cómo eso, qué los hombres lograran tener bebés, por más extraño qué fuera era real. Harry se cuestionó sobre llegar a ser padre, respondiendo a sí mismo qué sí, claro qué anhelaba ser padre, pero no junto a la mujer qué decía ser su esposa, él deseaba formar una familia llena de amor, donde él y su pareja se amaran tanto qué transmitieran ese amor a sus hijos y qué fuera creciendo día con día.

—Sí no quieres tener hijos está bien, no te voy a obligar, además yo también tengo algunas dudas —expresó, sacando a Harry de sus pensamientos.

Todavía se encontraba de pie, detrás del sofá en el qué Draco se encontraba recostado.

—¿Qué dudas? —preguntó con temor.

Harry sintió cómo si el mundo se derrumbara ante sus pies. Para Draco no era un secreto su deseo por formar una familia, lo cual extrañó bastante al azabache y en cierto modo lo asustó, si él no quería formar una familia junto a él lo entendería, pero mentiría si dijera qué lo le causaba un dolor en el alma, formar una familia con Draco era cómo un sueño hecho realidad, él lo quería y también una familia.

—No me siento listo para ser padre, no seré esa persona qué se merecen mis hijos, me partiría el corazón y prefiero no tenerlos —expresó.

Eso cambiaba todo, Draco tenía miedo a ser padre y lo entendía, no era algo fácil, mucho menos existía un manual de cómo serlo y qué educación brindar a sus hijos, sobre todo cuando toda su vida la pasó creyendo en la pureza de la sangre y en estar dispuestos a servir a Voldemort.

—Te entiendo —respondió Harry.

Harry rodeó el sofá, caminó hasta él y se hincó frente al rubio, tomando sus manos obligando a mirarlo.

—Sé lo difícil qué puede ser para cualquier persona ser padre, en especial para ti, por la educación qué recibiste durante años, además nadie preguntó lo qué deseabas —habló, observando su expresión seria y hasta algo apagada—. Yo deseo ser padre, ver a mis hijos crecer, brindarles amor y una vida digna, si tú no quieres lo entenderé, pero si decides aceptar, seré la persona más feliz sobre la tierra, te quiero y también formar una familia junto a ti —se expresó el azabache.

Draco cambió rápidamente su expresión a una totalmente confusa, ¿Había escuchado bien? ¿Harry le quería?. Tenía qué ser un sueño, el mejor de todos, pero un sueño al final de cuentas. Harry no podía desear pasar el resto de su vida junto a él, un ex mortífago qué fue obligado a trabajar para el asesino de sus padres, y qué su familia estuvo de su lado por un largo tiempo, hasta qué se dieron cuenta qué nadie tenía su vida asegurada por más fieles qué fueran.

—No, yo no soy esa persona qué mereces

La voz de Draco se cortó, sus ojos se humedecieron, y Harry no dudó en levantarse del suelo y acomodarse a horcajadas de él en el sofá.

—Nos merecemos amor —dijo con voz suave y dulce, haciendo a Draco estremecer—, no tengo idea de la fecha exacta pero sé qué fue mucho antes de acostarnos y no sólo ha sido por eso bien lo sabes

Harry repartió caricias por el suave y pálido rostro de Draco, qué ahora se encontraba sonrojado y cubierto de lágrimas.

—¿Tanto así me quieres? —se atrevió a preguntar.

Harry asintió, dejando besos en sus húmedas mejillas.

—Yo también te quiero y tengo miedo de equivocarnos, qué te canses de mí o que alguno vuelva a ser infiel —expresó.

Harry se enderezó y acunó el rostro de Draco entre sus manos, y con la mirada fija en sus ojos respondió:

—Es de humanos equivocarse, no somos perfectos, mucho menos fuimos conscientes del error qué cometimos al casarnos con alguien qué no amábamos, volviéndonos infelices, sin pensarlo tú y yo nos dimos cuenta qué nacimos para estar juntos y no deseo estar con nadie más qué no seas tú, quiero enamorarnos todos los días, formar una familia y recuperar esa vida qué perdimos, ¿Qué dices? —preguntó, su mirada verde brillaba más qué nunca, lágrimas resbalaban por sus mejillas al igual qué Draco.

El rubio seguía creyendo qué era un sueño o mejor dicho, despertó de una terrible pesadilla y se dió cuenta qué la vida le mostraba una segunda oportunidad para ser feliz, por qué siendo sinceros no quería volver con Ronald, le daba asco de sólo pensarlo, y por primera vez sabía lo qué deseaba; estar junto a Harry.

—Si quiero, también te quiero —respondió con una enorme sonrisa en su rostro.

Harry devolvió la sonrisa, apartando las manos de su rostro le abrazó con fuerza, Draco lo atrajo hacía él entre sus brazos, por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz.

—¿Nos quedaremos aquí está noche? —cuestionó Draco.

—Sí, no quiero volver a ese lugar qué dice ser mi casa, ahora tú eres mi hogar —dijo el azabache, teniendo el rostro escondido en el cuello de su amante.

—Eres un cursi —ambos rieron.

—Sólo contigo

Draco sonrió, besando la coronilla de Harry, sintiendo el suave aroma de su cabello al qué fácilmente podría ser adicto, él era suyo y no quería perderlo.

—Necesitaremos ropa y un lugar dónde quedarnos, no quiero pasar toda mi vida en un hotel —advirtió Draco.

Harry se rió, Draco no cambiaba y amaba su peculiar sentido del humor.

—Conozco tiendas en el mundo muggle qué fabrican ropa casi idéntica a la nuestra, de momento no será tan malo —Harry se encogió de hombros sin dejar su postura junto a Draco.

—No lo sé, mi ropa es de un diseñador mágico muy importante…

—Sólo serán unos días, en lo que tienen listas las actas de divorcio, por cierto no tenemos mucho tiempo para retomar lazos familiares —dijo el azabache.

—Tienes razón —admitió—. Iremos primero con mis amigos, creo qué será menos fuerte qué ir con mis padres….

—No lo dudo

Harry necesitaba volver a sentir a su pareja y no los hizo esperar para volver a estar unidos, consumiendo su amor.

Harry pocas veces sentía miedo o angustia, y por dicha razón fue seleccionado en Gryffindor, con el paso del tiempo aquellas cualidades fueron creciendo en su interior. A tal grado de meterse en problemas a cada oportunidad, enfrentarse a situaciones qué ni él mismo entendía cómo sucedían, pero no todo era malo, su valentía le llevó a vencer al señor tenebroso, recuperar su honor y vivir en paz junto a su familia, además de terminar como era debido lo que sus padres hicieron por él.

Se mentalizó por muchos años qué todo lo hacía por ellos, y Sirius quién no merecía estar en esa situación tan denigrante, era una buena persona y lo más cercano a un padre, además de Remus.

Ahora no estaba muy seguro de lo qué pasaría, una cosa era convivir y estar con Draco y otra muy distinta entrar a su círculo social, mentiría si no dijera lo mucho qué le angustiaba no ser aceptado por ellos, eran los amigos de Draco al final del día y el qué les dieran la espalda no sería un gran final, él esperaba ser recibidos cordialmente, al menos por su amigo, sin embargo se trataban de dos cosas muy distintas, lo que esperaban y la realidad de la situación. Tal vez Harry no sería de su agrado, pero lo menos qué esperaba era qué Draco fuese tratado bien.

—Llegamos —anunció Draco.

Harry se tensó al instante, estar de pie frente a la casa donde la pareja conformada por Pansy Parkinson y Theodore Nott vivía, tenía bastante temor de qué Draco se viera forzado a decidir entre él o sus amigos pues casi estaba seguro qué los elegiría a ellos por encima de todo, presentía qué iba a terminar con el corazón roto, aun así estaba decidido a enfrentar lo que fuera con tal de estar con él y no dejaría de luchar por su amor.

—¿Debería preocuparme por Nott? —preguntó el azabache.

—No, de Pansy tal vez —respondió.

Estoy— pensó.

—Bien, vayamos antes de qué entremos en razón

Sin esperar respuesta del rubio caminaron a la entrada de la casa, encontrándose frente a una vereda verde, el césped se movía en dirección con el viento, el clima estaba fresco debido a la hora. Eran las seis de la tarde de un 25 de Julio de 1999. El verano se podía sentir, pero no disfrutar, al menos ellos no lo hacían, su atención estaba fija en aquella puerta café de madera qué daba paso a la casa, rodeada de más plantas, pintada de un tono blanco, mientras que las ventanas eran cafés. Harry tenía qué admitir qué se trataba de un lugar digno para un Slytherin, pues imponía bastante.

Draco suspiró profundamente y se armó de valor, entrelazó la mano de Harry con la suya antes de tocar la puerta, no sabía qué les esperaba, ni siquiera cuando esa mañana se levantaron bastante cansados por tan intensas sesiones de sexo. Decidieron no perder más tiempo y hacer la primera visita, no iba ser fácil presentarse ante la gente qué los quería después de alejarse, algo muy estúpido pero en su momento no lo tomaron en cuenta, pero ya era hora de recuperar su vida.

Les pareció eterno los segundos qué pasaron de pie en espera de qué alguien abriera la puerta, cuando los pasos fueron audibles para ellos, el corazón de Draco comenzó a martillar, y las manos de Harry empezaron a sudar. La puerta se abrió con suavidad, dejando ver una silueta femenina qué en el momento qué los vio tardó un par de minutos en reaccionar y creer qué lo qué veía era real y no un producto de su imaginación.

—Hola Pansy —la voz de Draco tembló ligeramente y apretó un poco más la mano de Harry en señal de apoyo.

Pansy los miraba con la boca ligeramente abierta, sus ojos llenos de sorpresa estaban posados en Draco, hasta qué segundos después se dio cuenta de la presencia de Harry, y su asombró creció más.

—Pansy —llamaron desde dentro de la casa—. ¿Quién tocó...?

Pero no terminaron la oración y al igual qué la castaña, Theodore Nott estaba totalmente sorprendido.

—¿Draco? —pronunció Theo con incredulidad.

—Sí —murmuró en voz muy baja.

Draco se sentía avergonzado, haberse aparecido de repente frente a sus amigos era un completo error, estuvo a punto de cerrar sus ojos y aparecerse en algún otro lugar cuando unos brazos le rodearon con fuerza y cariño. Harry soltó la mano de Draco para darle la oportunidad de abrazar a Pansy.

—Draco, no sabes cuánto te extrañamos, ¡¿Por qué no hemos tenido noticias tuyas?! ¡Somos tus amigos! ¡¿Lo recuerdas?! —regañó Pensamiento.

El rubio no tenía idea de cómo responderle, sabía lo qué ocurría, pero le faltaba el valor.

—Te hemos echado de menos —dijo Theo uniéndose al abrazo.

Harry observaba con ternura la escena, presentía qué sus amigos no lo iban a dejar a un lado, sin embargo su miedo no cesó al recordar qué tenían cosas por explicar.

De pronto la puerta qué se encontraba entre abierta dejó ver a dos figuras más, Harry quiso desaparecer al darse cuenta qué se trataba de Ginny, con su novio Blaise.

—Harry —la voz de Ginny salió cargada de sorpresa—. ¿Qué haces aquí?

El nombrado no supo exactamente cómo responder, era largo de explicar y mentiría si dijera qué no sentía miedo al estar frente a la "cuñada" de Draco. Tuvo qué contenerse a vomitar frente a ellos al cabo de su pequeña reflexión.

—Es una larga historia —respondió.

—Entra —dijo, y sin esperar respuesta tomó a Harry del brazo obligándolo a entrar.

Ahora Blaise se había unido al efusivo abrazo y la pelirroja tomó ese tiempo para hablar con Harry.

—¿Qué ocurre? ¿A qué se debe tan sorpresiva y repentina visita? ¿Y con Draco? —preguntó.

A Ginny le costó entender la obsesión de su hermano con el menor de los Malfoy, ella no era ninguna tonta cómo para no entender qué el supuesto enamoramiento de Ron no era más qué obsesión, estaba confundiendo sus sentimientos de una manera aterradora. Su familia no lo aceptó, mucho menos apoyaron dicha relación qué meses después se convirtió en matrimonio. Pareciera qué a su hermano se le había olvidado todas las veces qué los insultó, despreció a su familia y cuando por culpa de Lucius Malfoy casi muere en su primer año.

Definitivamente no estaban hechos el uno para el otro.

Recordaba lo mucho qué le costó llamarle por su nombre a petición de su hermano, pero no fue la única razón por la que lo hacía, Blaise tenía mucho qué ver ahí.

—Ginny yo...

Harry buscó las palabras adecuadas sin éxito, estaba claro qué la situación no les iba a gustar.

—Dra-draco y y-yo estamos juntos —tartamudeó.

Ginny abrió los ojos con excesiva sorpresa, intentó hablar y bombardear a Harry de preguntas pero ninguna salía de su voz.

—Será mejor qué les expliquemos a todos —dijo.

La pelirroja asintió sin opción y esperaron la llegada de los demás para escuchar tan interesante historia.

Sus lágrimas fueron retiradas con delicadeza con un pañuelo de seda color blanco qué Pansy le dio. El desahogarse por varios minutos le hizo sentir mejor y liberado de todo ese sentimiento qué guardaba en lo más profundo de su ser, ahora se encontraba junto a Harry, tomando su mano e intentando explicar cómo es qué ahora estaban juntos y engañando a sus parejas.

—Ya decía yo qué tú obsesión con Draco en sexto año no era normal —musitó Ginny.

Las miradas llenas de asombro dirigidas a Harry le hicieron sonrojar.

—¡Eras tú! —dijo el rubio—, tú eras esa persona qué sentía a mis espaldas constantemente...

Harry no tenía idea de cómo responder y sólo evitó la mirada gris de Draco.

—No, es decir, yo... bueno...

—Luego hablamos de eso —interrumpió Theo, Harry lo agradeció internamente.

—Explíquenos cómo es qué iniciaron su relación secreta—dijo Blaise.

Draco hizo nota mental de hablar con Harry en privado, en ese momento lo más importante era confesar lo qué ocurría entre ellos.

El relato fue algo confuso en un principio, ninguno tenía claro cómo explicar la situación, menos frente a Ginny, quién a pesar de todo era la hermana de Ron.

—Entonces Granger y el hermano de Ginny han sido malas parejas con ustedes y estos meses fueron más compañía uno del otro qué de sus parejas, ¿Entendí bien? —preguntó Theo.

—Es correcto, Harry y yo tuvimos un vínculo qué nos fue uniendo sin darnos cuenta, y fue hasta hace dos días que confesamos lo que sentimos —mintió Draco.

Por más qué fuera su amigo no les daría explicaciones de su relación, mucho menos qué habían hecho el amor y se descubrieron enamorados.

—Hacen mejor pareja ustedes dos —confesó Blaise.

Harry se permitió sonreír ante el comentario.

—Gracias, realmente queremos qué esto funcione, por eso les compartimos esto, además nos gustaría qué esto lo mantuvieran en secreto, los trámites de divorcio recién comenzaron y...

—¿Has dicho divorcio? —Ginny parpadeó aturdida.

—Sí, no tarda en salir la demanda, Kingsley prometió hacer los trámites de manera anónima —explicó Harry.

—Entonces va en serio —afirmó Pansy.

—Así es —respondió el rubio.

—Ron se volverá loco, pero estoy de acuerdo con su decisión, los apoyaremos chicos —dijo Ginny.

—Eso sí, Potter, cómo le hagas daño a Draco, te voy a cortar los huevos personalmente, —Pansy sonrió al terminar su icónica frase.

—¡Pensamiento! —se quejó Draco.

—Sí, ya sé qué te gusta pero no es problema, la advertencia es igual —sentenció.

Las risas inundaron la sala de sus amigos, Harry nunca se imaginó compartir esos momentos junto a los ex Slytherin qué no se llevaron tan bien durante años, ya era momento de cambiar las cosas y tener una relación sana con amigos y familia.

—¿Entonces podemos contar con su apoyo y mantener nuestra relación en secreto? —preguntó el rubio.

—Ya qué —bromeó Blaise—. No es cierto, claro qué cuentan con nosotros

—De acuerdo —dijo Theo, esbozando una pequeña y sincera sonrisa.

Harry y Draco se percataron del rumbo positivo qué ahora tomaba su vida, y aunque habían logrado dar el primer paso, les aterraba bastante enfrentarse a sus familias.