Un Imperio Perdido
Capítulo uno
"En un solo día y noche de mala suerte, la isla de Atlantis desapareció en las profundidades del océano". —Platón, 360 a.C.
Naves sobrevolaron el océano, a increíble velocidad, pero seguidos de una enorme ola de todavía más rapidez, misma que comenzó a tragarse a muchas de ellas.
Los jinetes de esas naves no dejaban de gritarse entre sí, y solo las más rápidas lograron llegar a lo que parecía ser un enorme imperio de bellísimas estructuras y vasta población, misma que comenzó a correr horrorizada al ver el desastre aproximándose.
Sonó una alarma, la gente corrió a refugios, y una especie de pequeña estrella de fuego rojo empezó a circular por encima del palacio principal.
—¡Sus majestades! —Unos guardias corrieron hacia un matrimonio vestido con ropas más elegantes que cualquiera, mismos que abrazaban a dos niñas pequeñas—. ¡Mi rey, mi reina, ustedes y las princesas deben refugiarse urgentemente!
—¡Vamos, no hay tiempo que perder! —El rey tomó en brazos a la mayor de las niñas y siguió al guardia.
La reina tomó la mano de la más pequeña y quiso correr con su esposo, pero la niña dejó caer una muñeca y quiso tomarla, por lo que ralentizó el ritmo de su madre.
—¡Kohaku, no hay tiempo! —Se inclinó para tomar sus hombros con cariño y hacerla entender, pero entonces un rayo de luz roja proveniente de esa extraña estrella de fuego en el cielo le llegó, reflejándose en el collar con una especie de cristal en el cuello.
—¿Mamá? —La pequeña tomó su mano, pero su madre ya no la miraba.
Sus ojos azules estaban perdidos en la estrella de fuego, que de pronto se centró completamente en ella, tornándose azul y apuntando al cristal en su cuello.
Sus pies comenzaron a elevarse del suelo, su mano deslizándose lejos de la de Kohaku, llevándose el brazalete que tenía en su muñeca.
—¡Mamá!
El rey corrió de regreso hacia ellas, abrazando a su hija menor junto con la mayor, mirando horrorizado como su esposa se elevaba hasta esa estrella de fuego.
Sus hijas no dejaban de llorar, en especial la más pequeña, que todavía tenía elevados los brazos al cielo, hacia ella.
—¡Mamá!
Desconocido para esa niña que solo tenía los ojos en su madre, la enorme ola había llegado ya hasta la ciudad, pero no la hundió, no por completo… lo que la hundió fue una fuerza desconocida que, aunque los protegió del poder destructivo de la ola, los arrastró hasta las profundidades, quedando pronto completamente cubiertos por las aguas del océano atlántico.
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—Atlantis… —Ishigami Senku sonrió ambiciosamente mientras llevaba una mano a un pizarrón con un mapa dibujado—. Un mito, una mera fantasía… ¿o quizás no? —Rio entre dientes, colgando unas imágenes del pizarrón—. Numerosas evidencias demuestran su existencia, no solo los dichos de Platón. Y se preguntaran, ¿de qué nos podría servir que exista o no? ¡Pues la verdadera pregunta sería más bien qué no haríamos de descubrir sus secretos! ¡Estamos hablando de una ciudad con electricidad hace casi diez mil años! ¡Incluso podrían haber poseído tecnología superior a la nuestra! ¡Es la posible solución a todos nuestros problemas! ¡Sería una locura no ir detrás de la más mínima pieza de información, en el nombre del avance científico!
—Ooh. —Yuzuriha aplaudió felizmente al ver su presentación, mientras que Taiju, a su lado, siguió roncando como lo había hecho desde la tercera repetición de la presentación. Kinji, su pequeño hijo de dos años sentado en el regazo de Taiju, dejó de bostezar y aplaudió también, imitando a su mamá.
—Egipto, Grecia, Italia y China poseen información sobre la Atlántida —continuó Senku, entregándole las imágenes a Yuzuriha y a Kinji—. Documentos antiguos parcialmente destruidos, dibujos y jeroglíficos lo muestran así. ¿Qué podría ser ese imperio en medio del océano que dibujan, si es que no es Atlantis? No hay otra explicación lógica.
—P-pero Senku-kun… digo, Dr. Ishigami —se corrigió Yuzuriha, intentando ser lo más fiel posible a su personaje de una inversora del museo—. ¿No le parece una locura que dibujen a personas volando en vehículos o que posean una fuente de energía eléctrica?
—En los dibujos antiguos se puede reconocer muy claramente a personas transportándose por aire en alguna especie de vehículo con rasgos robóticos, tecnológicos —dijo con seriedad mortal, pero con un brillo de profundo interés en sus ojos escarlatas—. Es imposible que una persona de esa época hubiera imaginado con tanta precisión algo tan parecido a los que son los robots o naves de hoy en día, en pleno siglo XX. ¿Mi conclusión? La existencia de un imperio tecnológico es más que plausible, y es la clave para el mayor progreso de la humanidad.
—¡Bravo! —Yuzuriha le aplaudió y su hijito se le unió, despertando de golpe a Taiju que sacudió la cabeza de un lado a otro, desorientado.
—¿Y-ya terminó el examen? —preguntó adormilado.
—Sí, sí. —Senku rascó su oído con una sonrisa relajada—. Si no aprueban mi expedición para encontrar el llamado "libro del pastor" que tiene recolectada toda la información de lo que se sabía en el pasado sobre el imperio, serán unos idiotas. ¡Este será el inicio de una nueva revolución científica, diez billones por ciento seguro! —Rio como un desquiciado.
—Ya deberías prepararte —dijo Yuzuriha, volteando al reloj en la pared—. Tu entrevista ante los inversionistas será en tan solo una hora.
—Está a una calle de aquí. —Bufó, totalmente despreocupado.
El museo estaba muy cerca de la universidad donde Senku trabajaba como profesor, incluso solía trabajar allí de vez en cuando como guía, ya que necesitaba el dinero extra.
No le disgustaba ser un profesor universitario tal como su padre lo fue en algún momento antes de ser explorador, pero quería más…
De pequeño, ver la llegada del hombre a la luna lo había dejado fascinado, pero se decepcionó de que no empezaran a haber muchos más viajes espaciales después de eso. Para su opinión, a ese punto ya debería haber una base lunar y planes de viajar a Marte, pero no, nada. La humanidad estaba estancada… ni autos voladores había como se predijo en las películas, pff.
Sin embargo… Atlantis podría haber tenido eso… naves voladoras, gran tecnología… Todo.
Su padre, Byakuya, fue el que empezó a maravillarlo con historias de aquel imperio perdido, juntos habían estudiado muchísimo al respecto, y ambos estaban convencidos de que existía, y que podrían encontrar en sus ruinas la clave para el avance científico de la humanidad en la actualidad.
Tristemente, su padre había fallecido hace ya un par de años…
La pérdida fue… difícil.
Aún hoy en día, Senku mantenía cierta distancia de Lillian y sus hermanos, pero de vez en cuando compartían algunas cartas.
—Tío. —Salió de sus pensamientos cuando Kinji habló de repente.
Volteó a verlo, notando que señalaba a la puerta del salón de clases donde estaban, donde se había deslizado una carta desde el otro lado.
Alzó una ceja y tomó la carta, palideciendo al ver que era una carta avisándole que su entrevista con los inversionistas había sido movida a… el día anterior.
Una vena se hinchó en su sien y solo no maldijo a viva voz por la presencia de Kinji.
—Tengo que irme. —Salió de un portazo.
Fue hasta el museo y se enfrentó directamente ante el director, sin cita ni nada, estrellando las manos en su escritorio ante su mirada burlona.
—¿Llamo a seguridad? —preguntó la secretaria, que había intentado impedirle el paso.
—No, yo me encargo. —El director no dejaba de verlo con burla—. Es el hijo de Byakuya, después de todo… tan ingenuo como él.
Senku lo miró con puro desprecio.
—Si no cree en el proyecto, no debió concederme la oportunidad. ¿Cree que no reconozco una burla cuando la veo? ¿Cree que no correré la voz entre la comunidad científica para hablar de su poca seriedad? Ya de por sí el prestigio de este museo está por los suelos —soltó venenosamente.
Pudo notar su mirada agriarse.
—Habla lo que quieras, ¿quién te crees? Eres solo un donnadie, tal como lo fue tu padre. —Senku apretó los puños con fuerza—. Si hablas contra mí, yo hablaré contra ti. ¿Quién crees que tiene más influencia? Mejor cierra la boca, muchacho, o acabaras perdiendo lo poco que has logrado en la vida, te echaran de la universidad, no volverás a trabajar aquí ni en ningún fuero científico. ¿Eso quieres? ¿Quieres desperdiciar tu talento tal como tu padre?
—No se atreva a hablar de mi padre —masculló con frialdad, dándose la vuelta y dirigiéndose a la salida—. Él tuvo una vida feliz, por lo menos… a diferencia de usted, que su esposa se fugó con su hermano… Y sus convicciones seguirán vivas mientras yo viva, no ha desperdiciado nada.
Antes de que el imbécil pudiera gritarle, cerró de un portazo y se marchó pisando fuerte, pero con el ceño profundamente marcado por la decepción y la frustración.
Apretó los puños, pensando en cómo podría lograr esa expedición… porque tenía que lograrlo, de una forma u otra.
Volvió a la universidad arrastrando los pies, notando que Yuzuriha le había dejado unos bocadillos y el deseo de que le fuera bien.
Volvió a suspirar.
Comió mientras volvía a estudiar sus imágenes respecto a las pruebas de la existencia de Atlantis, pero sus ojos se desviaron a la fotografía de su padre y él cuando era niño.
Tomó la fotografía y la miró atentamente, para luego llevarse una mano al rostro, soltando una gran bocanada de aire.
—Quisiera cumplirte este sueño… —susurró con voz tenue, para luego negar con la cabeza— pero no sé si pueda…
Incluso con todos sus estudios, con todos sus esfuerzos, la vida no era como una película, la solución a todos sus problemas y la clave para cumplir sus sueños y vivir una aventura no iba a caerle del cielo.
En eso pensaba cuando entró a su departamento arrastrando los pies, pero entonces detectó una figura femenina sentada en su sofá.
—¿Pero qué mierd…?
—Ishigami Senku. —Se levantó, sacudiendo la cadera como pato—. Mi nombre es Charlotte, vengo de parte del Dr. Xeno.
—¿Dr. Xeno? —Senku ladeó la cabeza, estirando una mano sutilmente para tomar un cuchillo de cocina—. Sé que es un científico de la NASA, pero eso no explica qué haces en mi casa ni cómo entraste.
—El cuchillo no será necesario. —Lo miró con sequedad—. El Dr. Xeno tiene una propuesta para ti… una que involucra mucho dinero…
Senku entrecerró los ojos.
—Te escucho.
Siguió a la mujer hasta su auto, y ella lo llevó hasta una enorme mansión y posteriormente hasta un ascensor donde le acomodó la camisa y la corbata sin dejar de decirle que debía tener modales perfectos y respetar mucho el tiempo del Dr. Xeno.
—Mantén una actitud "elegante" y no deberías tener problemas —murmuró con rostro serio, pero luego sonrió con burla—, pero descuida, él no muerde… al menos no siempre.
Senku rodó los ojos, nada impresionado por sus amenazas.
La tal Charlotte se marchó y él se adentró en una oficina iluminada por una chimenea y la luz neón de una especie de pecera-acuario.
Sobre la chimenea, vio la foto de… Byakuya…
Él estaba pasando el brazo sobre el hombro de un tipo de gran copete, con un tipo fumando un cigarrillo al fondo.
¿Qué hacía una foto de su padre allí?
—Ishigami Byakuya, un hombre realmente elegante. —Senku se estremeció y volteó, encontrándose al hombre de gran copete detrás de él, con otro traje muy elegante, y el hombre fumando apareciendo a pocos pasos detrás de él—. Gran profesor, científico y explorador… siempre encontraba la forma de mejorar el humor de cualquier grupo, aunque ese comportamiento era muy poco elegante, pero entretenido. —Sonrió con nostalgia.
—Supongo que eran amigos… —mascullo con una ceja en alto—. Aunque nunca te mencionó.
—Yo no diría eso… ¿No has recibido los libros del Dr. X?
Senku abrió mucho los ojos.
—¿Eras tú?...
No solo le había enviado libros, sino cartas, le enseñó muchísimas cosas sobre ciencia, lo guio en sus estudios y respondió a sus dudas, incluso fue él el que, después de la muerte de Byakuya, le envió las imágenes de los dibujos egipcios sobre el imperio de Atlantis.
—Byakuya apreciaba mucho a todos sus hijos, pero hablaba un poco más del mayor de ellos, aquel que soñaba con un mejor futuro científico para la humanidad. —Lo miró con una sonrisa divertida y con ese toque de nostalgia mientras se sentaba en un imponente sillón a la luz de la pecera con luces de neón—. No dejaba de decir que, si alguna vez descubría Atlantis, quería encontrarla con su hijo Senku.
Senku cerró los ojos lentamente.
—Desgraciadamente… eso ya no será posible… —susurró, abriendo los ojos y mirando a la fotografía en la pared.
—Quizás no… pero quién sabe. —Xeno sonrió misteriosamente y dejó un paquete en el estante frente a la fotografía—. Él me dejó esto para ti, y creo que podría interesarte. Dijo que era su regalo científico para ti… algo para que siempre puedas recordarlo.
Senku frunció el ceño, tomando el paquete y sintiendo un fuerte golpe de nostalgia al reconocer la letra de su padre en la nota pegada al paquete cuadrado envuelto en papel.
"Para Senku, mi muchacho genio. Sé que te será útil para encontrar el mayor tesoro para ti y para la humanidad".
Sintió su garganta apretarse, pero no iba a mostrarse tan afectado delante de unos desconocidos, así que simplemente guardó la nota y quitó el papel.
Lo que vio lo dejó sin aliento…
Era un libro con símbolos antiguos, una lengua muerta y casi perdida… la lengua de Atlantis.
—¡Es el libro del pastor! —Lo apretó con fuerza en sus manos, antes de abrirlo con la boca abierta y comenzar a ojear sus páginas.
Gracias a su padre había estudiado lenguas antiguas, así que podía entender casi en su totalidad lo que estaba leyendo, y lo que no podía sacarlo fácilmente con deducción.
—¿Y cómo podrías asegurar eso? —preguntó Xeno sentándose de nuevo en su sillón, cruzando una pierna sobre otra, con los codos en los apoyabrazos y los dedos cruzados—. ¿Cómo saber que no es algo falsificado por tu padre, por su obsesiva creencia de la existencia de Atlantis?
Senku volteó a verlo con desagrado e incredulidad.
—Podemos hacer las pruebas correspondientes para asegurar su antigüedad, pero esta información es congruente con las pruebas que mi padre y yo y varios historiadores ya habían constatado. —Volvió a ojear el libro, buscando lo importante: una forma de llegar a ese imperio perdido.
Pudo escuchar a Xeno seguir farfullando que las pruebas eran insuficientes, pero entonces dio con una página clave… ¡La tenían! ¡Tenían información de cómo llegar al imperio!
—Aquí está todo. —Jadeó—. ¡Podemos encontrar sus ruinas! Solo hace falta una expedición… habrá que hacer buceo… —Empezó a preocuparse, ya que estaba demasiado abajo y dudaba poder resistirlo, pero…
—Pero… si es necesario… estoy dispuesto a bajar incluso aguantando la maldita respiración. —Apretó los puños con fuerza.
Este era su sueño y el de su padre. Iba a lograrlo, no importa qué.
Notó a Xeno sonreír misteriosamente.
—Eso es justo lo que quería escuchar, Dr. Senku. —Se puso de pie y camino hasta una mesita en medio de la sala, donde apretó un botón y se alzó una maqueta de un submarino gigante, camionetas, un globo aerostático, un taladro gigante, armamento y muchas cosas más.
—¿Qué mierd…?
—Todo está listo. —Caminó con las manos tras la espalda y una sonrisa complacida—. Submarino, armamento, explosivos, una tripulación de doscientos hombres y un grupo de especialistas del más alto calibre. —Dejó frente a él expedientes de un grupo de personas bastante peculiares.
—Volkov Chrome, experto en excavaciones, geología, y explosivos. Nikitin Kaseki, mecánico experto en motores y todo tipo de maquinaria. Shishio Tsukasa, experto en combate y medico abordo. Hanada Nikki, jefa de personal y experta en tácticas de movilización. Ellos y otros expertos fueron parte de la tripulación que encontró el diario del pastor. —Xeno le enseñó una foto de esa tripulación con el libro sostenido en manos del hombre que estaba fumando a pocos metros de ellos.
—Mi padre y yo encontramos un error en las primeras búsquedas de ese libro. La búsqueda apuntaba a Irlanda, pero realmente…
—Estaba en Islandia, sí. —Xeno asintió—. Byakuya me ganó una apuesta, le prometí que si lo encontrábamos iba a financiar toda la expedición, y que iba a admitir que yo y Stanley… —Se calló de pronto—. Como sea, Byakuya buscó inversiones de los mismos que tú buscaste hoy.
—¿Cómo sabes qué…?
—Y ellos también lo rechazaron. —Negó con la cabeza—. Llegue tarde para cumplirle mi promesa a él, pero puedo cumplir esto para ti… —Tomó aire—. En fin, una promesa es una promesa, ahora todo lo que necesito es a alguien tan experto como él o más, y que comparta la misma pasión que tuvo… así que ¿qué dices?
Senku sonrió de inmediato.
—¿Qué "qué digo"? Pff. —Rio entre dientes—. ¡Digo que esto es diez billones por ciento emocionante!
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Al día siguiente, Senku se despidió de Taiju y Yuzuriha y su pequeño hijo Kinji, prometiendo que regresaría pronto, y partió de inmediato en barco a un puerto de donde partiría el impresionante submarino gigante que Xeno había proporcionado para la expedición.
Allí Xeno le presentó a los más importantes.
—El comandante, Stanley Snyder —le señaló a hombre más leal que siempre estaba detrás de él—. La teniente Charlotte Bony. —Le señaló a la mujer que se había metido en la casa de Senku—. Y el capitán Nanami Ryusui con su chef y mayordomo Francois. —Le señaló a un hombre rubio con una mujer… o hombre… con ropa muy elegante y una banda tricolor—. Son los principales encargados del éxito de la misión.
Senku asintió, aunque volvió rápidamente la vista al libro.
—Yo no suelo ir a las expediciones, pero esta vez tomaré el riesgo —afirmó Xeno, comenzando a subir por las escaleras para abordar el submarino—. Es algo importante, después de todo.
Senku simplemente subió, apenas y sí apartando la vista del libro.
Llegó a su habitación y casi se cae de bruces al piso por tropezarse con una especie de cristal de cuarzo.
—¡Oye, cuidado! —Un chico castaño empezó a recoger un montón de piedras del suelo—. Estos los traje de Sudamérica, son muy valiosos.
—Eh… —Antes de que pudiera decir algo, de repente una gran sombra lo cubrió.
—Así es Chrome, solo ten cuidado donde pisas. —Un hombre muy alto y fornido se les acercó a ambos—. Soy Shishio Tsukasa, medico abordo.
—¿Tú eres medico?... —Lo miró incrédulo.
—Es una larga historia… —murmuró, con una mirada distante, para luego marcharse de la habitación.
Senku acomodó sus cosas en una cama y de repente de las sombras surgió un tipo de cabello mitad blanco y mitad negro, haciéndolo brincar en su sitio.
—Veo que ya conociste a Tsukasa-chan~. Y tú eres el científico Senku-chan, ¿verdad?~ —preguntó con tono azucarado.
—Ajá…
—Asagiri Gen, soy el psicólogo abordo, ya que nos esperan varios días de viaje submarino~, si sientes que te empiezas a volver loco, puedes contar conmigo~.
—Lo tendré en mente. —Antes de que pudiera desempacar, una voz llegó, avisándole que lo requerían en la cabina de mando.
Fua a donde lo llamaban y se encontró con Xeno, el comandante, la teniente y el capitán que le habían presentado antes.
—Estamos listos para buscar las ruinas del Imperio, tenemos a nuestro experto en sonar aquí. —Señaló a un hombre de cabello blanco y ojos verdes que supervisaba diligentemente el sonar del barco—. Saionji Ukyo podrá encontrar lo que sea en las profundidades del mar, pero necesitamos saber qué buscamos exactamente.
—Bien, necesito preparar una exposición y deben juntar gente, así que puede ser mañana… pero por mientras dile que busque una especie de grieta profunda.
Al día siguiente, reunieron a los miembros más importantes del grupo de exploración y Senku les mostró con un proyector las páginas más importantes del libro del pastor.
—Lo que tenemos que buscar es una grieta que nos llevara a un túnel donde encontraremos una especie de cueva submarina, una burbuja de aire, por decirlo así. Atravesando ese sitio podríamos llegar a encontrarnos con las ruinas del imperio.
—Hmm, si ha pasado tanto tiempo, casi diez mil años, no es seguro que todavía quede algo —masculló Nikki con escepticismo.
—No podemos saberlo, pero según algunos jeroglíficos egipcios es posible que los atlantes hayan colaborado en la construcción de las pirámides —dijo Senku con aburrimiento, ya que ya había tenido esta discusión varias veces—. Las pirámides son más antiguas que la inundación de Atlantis, si tenían estructuras similares, es posible que hayan sobrevivido hasta hoy incluso hundidas.
—¡Ja, ja, yo las deseo! —El capitán Nanami chasqueó los dedos con entusiasmo—. ¡Guiaré a esta tripulación hacia el mayor descubrimiento de la historia!
—Y con eso vamos al siguiente punto. —Senku enseñó en el proyector un dibujo de una especie de criatura monstruosa similar a una langosta—. Se dice que un monstruo custodia la entrada a Atlantis, se lo describe como descomunalmente gigante y destructivo, pero es posible que haya sido solo una estatua, se sabe que…
—Dr. Xeno, Dr. Senku —Ukyo, el encargado del sonar habló de pronto—. Hay algo que tienen que ver…
Se acercaron al sonar, y allí vieron algo que no supieron descifrar, pero era… inquietante.
—Miren… ¡ahí! —El tal Gen señaló a los ventanales del submarino, y todos voltearon, viendo con horror lo que parecían ser toneladas y toneladas de ruinas de barcos.
—Son… de diferentes épocas… —murmuró Senku, posando una mano—. Como si algo en este mismo sitio hubiera derribado año tras año miles de barcos… a lo largo de miles de años…
—Eso no es todo… —aseguró Ukyo, tragando saliva—. Algo se mueve… ¡Algo se acerca a nosotros! ¡Algo gigantesco!
—¡Todos a sus puestos de combate! —gritó Stanley.
—¡Protéjanse, y protejan a Senku y al libro! —ordenó Xeno.
—Vamos. —Tsukasa quiso jalar a Senku, pero él se quedó congelado mirando a los ventanales, viendo algo a la distancia acercarse a gran velocidad…
Era el monstruo del libro…
Era la primera prueba de que todo era real… y podría ser también la razón de su muerte. ¿Acaso moriría justo en el borde de cumplir sus sueños y los de su padre?
Continuará...
Holaaaaa :D
Este fic es una comisión de mi querido King of the Nothing *o*
Iba a subirlo ayer pero me ganó el sueño, lo siento TwT
Te debo un capitulo más, lo subiré pronto, muchas gracias por tu confianza y espero q te guste!
Espero les guste a todos! Es una idea muy interesante traida por King! owo
Siempre ame la pelicula de Atlantis! Espero hacerle justicia para que se adapte bien al SenHaku QwQ
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
