Hola a todas!! Espero que estén muy bien y listas para continuar con la historia. Agradezco a cada una de ustedes los mensajes y las lecturas.
Les recuerdo que los personajes no son de mi propiedad, sin embargo la historia es completamente mía y me reservo los derechos de mis personajes y la utilización de la misma. No es para menores de edad, así que espero comprendan. Gracias por leer!
SEPARADOS POR LA SANGRE
Una Decisión Difícil
"La decisión: para tomar una decisión hay que hacerla desde el corazón, todo aquello que no estás cambiando es porque lo estás eligiendo, y la vida nos pone siempre en la difícil tarea de tener que decidir".
CUATRO
Amelia tenía los ojos inundados de lágrimas al escuchar que Anthony había decidido irse a vivir con su padre, regresaría a América y ella se quedaría ahí con el corazón roto, segura que el amor que sentía por el rubio era un amor verdadero y genuino.
-No te vayas. – Le decía suplicante, sus bellos ojos azules temblaban con súplica perdiéndose en los azules de Anthony. Anthony sonrió con ternura al ver el dolor en el joven corazón de Amelia.
-Debo hacerlo Amelia, debo partir antes de que termine volviéndome loco. – Le dijo Anthony mientras acariciaba sus cabellos. Despejó su rostro de los rizos que desobedientes se posaban en su frente y los colocó detrás de sus orejas. Ella contuvo su respiración lanzando un leve suspiro al sentir el cálido contacto de sus manos deslizarse por su rostro.
Amelia lo miró a los ojos fijamente y por unos momentos Anthony se perdió en sus ojos, que de pronto no eran azules, sino verdes, sus rizos rubios se deslizaban entre sus manos y unas lindas pecas adornaban su nariz. El dulce recuerdo de Candy se materializó frente a él confundiendo a aquella chiquilla que él había visto prácticamente convertirse en señorita.
-Candy… - La llamó en un leve susurro un susurro que ella escuchó a la perfección, evitando que la boca de Anthony se posara en sus labios aún castos. Él reconoció su error y desvió su dirección hacía su frente. - ¿Ves por qué debo partir? – Preguntó apenado a Amelia, ella asintió segura de que comprendía su situación.
Amelia era una joven educada a la antigua, igual que lo había sido su madre, se había criado sola con sus padres, lejos de toda su familia, sin embargo los valores inculcados eran los mismos que arrastraba toda su descendencia.
-Comprendo. – Decía con timidez, había estado a punto de aceptar el beso que Anthony parecía querer otorgarle, sin embargo ella no podía permitirse eso, ella quería que su primer beso fuera de amor y no una simple caricia otorgada por lástima o confusión.
Anthony besó su frente y le sonrió con culpa, sabía que aquella hermosa joven pronto encontraría a alguien que la amara y que la valorara, era una joven valiosa y él mismo lo reconocía, sin embargo no podía haber nada más entre ellos.
-Anthony. – Dijo Ian con una sonrisa, ofreciendo sus brazos para despedirse. – Me alegra mucho que hayas decidido ir con tu padre. – Dijo sincero. Anthony asintió sin saber si era lo mejor para él.
-Gracias por haber dejado su vida en Australia para vivir conmigo y con mi padre. – Dijo el rubio agradeciendo a Ian y a su esposa que hubieran dejado sus responsabilidades por tal de ayudarlo a recuperarse lo más pronto posible.
-Fue un placer hijo. – Dijo la esposa de Ian con una sonrisa. Anthony la miró con ternura y se abrazó a ella, en cierta forma fue como si estuviera abrazando a su madre. – Sabes que mi cariño por ti es como el de una madre. – Le dijo besando su frente con ternura, para después otorgar su bendición, segura de que Rosemary le estuviera agradeciendo por ese gesto.
El trayecto hasta el puerto lo hizo en completo silencio, no había querido que aquella familia se tomara la molestia en acompañarlo, después de todo sabía bien hacia dónde ir. Llegó al Southampton un día por la mañana, suspiró invocando todo su auto control para no dirigirse hasta el San Pablo, quería verla, quería estar junto a ella, sin embargo algo le decía que no debía hacerlo.
Para suerte de Anthony el barco hacia América zarparía hasta dos días después y con ello le quedaba tiempo por estar en el puerto, eso le dio el valor para ir hasta el Colegio en busca de sus primos, debía avisarles que se regresaría a América.
Caminó entre los pasillos del Real Colegio San Pablo, observando detenidamente su exquisita arquitectura, él era un joven estudiado y sabía que su antigüedad databa de varias generaciones de gente poderosa y letrada. Se colocó frente al imponente edificio que en sus puertas tenía el estandarte de la propia institución. Caminó entre los largos corredores por el que era conducido por una religiosa de caminar firme y erguido. Llegó hasta la dirección de la madre superiora y se presentó con el debido respeto y elegancia que su porte demostraba.
-Muy buenas tardes joven Ardlay. – Dijo la superiora con verdadero placer, le causaba un verdadero gusto tratar con alguien tan atento a su corta edad. – Me dicen que pide ver a los jóvenes Cornwell. – Dijo la mayor mientras Anthony asentía con una sonrisa.
-Es verdad madre superiora. – Dijo Anthony con respeto. – Son primos míos y estoy de paso en la ciudad, pronto partiré rumbo a América y me gustaría verlos antes de emprender mi viaje. – Dijo nuevamente inclinándose con elegancia ante ella.
La superiora cara dura como Candy la había llamado de inmediato llamó a su mano derecha para que se encargara de dar aviso a los hermanos Cornwell, solo como favor especial para la familia Ardlay.
-Indique a los jóvenes Alistar y Archivald Cornwell que tienen visita. – Dijo la mujer con aire de autoridad. Anthony la observó fijamente, sin embargo no pudo evitar recordar que sus primos le habían comentado de la irreverencia que Candy había cometido con ella. Sonrió de lado al reconocer que tal vez la rubia había tenido razón en llamarla de ese modo. – Puede seguir a la hermana Angélica, ella le indicará dónde se encuentra la habitación de sus primos. – Dijo de nuevo. Anthony agradeció con una enorme sonrisa inclinando su cuerpo como muestra de respeto.
Caminaron por varios minutos entre los arcos y los pasillos del suntuoso Colegio, mientras entre la multitud de estudiantes la presencia del rubio llamaba la atención, no era mucha gente la que estaba en los pasillos, o en los alrededores, sabía que era hora de clase, sin embargo rogaba que no se encontrara con Candy o en su defecto a los hermanos Leagan.
-Sería mucha coincidencia que la encontrara por aquí. – Pensó Anthony observando que los 43 acres de colegio eran demasiado como para que se la encontrara y menos cerca del pabellón de chicos.
Llegaron hasta la habitación de los Cornwell y la celadora abrió la puerta para permitirle la entrada, gracias al permiso que le daba la superiora.
-Gracias. – Agradeció Anthony con la misma elegancia que lo hacía siempre. Entró despacio a la habitación y con paso lento se dirigió hacia la ventana, sus ojos se clavaron en la ventana que estaba en el edificio del frente, seguro de que era la que estaba al frente a su izquierda, esa le habían dicho sus primos que era la habitación de la rubia.
-¡Anthony! – Dijo Stear en cuanto entró a la habitación, sobresaltando al joven rubio por su repentina llegada.
-¡Stear! – Dijo Anthony feliz de ver a su primo nuevamente.
-¿Qué haces aquí? – Preguntó extendiendo sus brazos con una sonrisa. – Creí que ya no volvería a verte hasta el próximo verano. – Dijo abrazándolo con fuerza.
-Vengo a despedirme de ustedes. – Dijo buscando a Archie.
-Ahorita viene. – Dijo Stear suponiendo que buscaba a su hermano. – Se entretuvo en el pasillo con… un compañero - Dijo callando de pronto, no quería advertir a Anthony con quien se había entretenido. Anthony le sonrió consciente de que su primo no era muy tranquilo que digamos. – Archie no lo tolera y él tampoco, así que en estos momentos están discutiendo. - Agregó Stear resignado a la conducta de aquellos dos que a pesar de que lo negaran eran tan similares entre sí.
El ruido en el pasillo de las habitaciones se hizo más fuerte, tanto que obligó a Anthony y a Stear a salir para saber lo que estaba sucediendo.
-¡Cuando quieras insolente! – Decía Archie en posición de pelea. – No creas que porque me has salvado la vida permitiré que me empujes libremente y sin tener tu merecido. – Decía Archie sin dejarse amedrentar por los puños cerrados del rebelde, quien también estaba dispuesto a dar pelea ante la fuerte amenaza que representaba Archivald Cornwell para él.
-Tranquilo Archie. – Dijo Stear a su hermano, sabía que podían ocasionar un gran problema y no les convenía que se diera cuenta Neal que Anthony estaba ahí.
-¿Qué sucede? – Preguntó Anthony con curiosidad observando a Terry sin tomarle mucha importancia, este lo miró por alguna razón con sorpresa.
-Nada. – Dijo Archie sin dejar de bufar por la nariz. – Que este idiota cree que pude pasar sobre mí sin problema alguno. – Dijo una vez más el elegante Ardlay.
-¡Ya te dije que fue un accidente! – Dijo Terry bufando su coraje pero defendiéndose con palabras.
-Lo ves Archie, fue un accidente. – Dijo Stear intentando que todo terminara ahí.
-¡Ningún accidente! ¡Él vio que veníamos al dormitorio a ver a…! – Dijo Archie callando de pronto, cayendo en cuenta que Anthony estaba ahí y que no era conveniente llamar la atención. – Ya arreglaremos cuentas… - Le dijo señalándolo con el índice, advirtiéndole que eso no había terminado, para después sacudir su uniforme y así acomodarlo delicadamente.
-¡Cuando quieras! – Le dijo Terry emocionado con una pelea, le gustaba molestar a Archie porque siempre sabía que sería retado y enfrentado sin temor, como lo había dicho alguna vez, era con alguien que peleaba muy bien y había encontrado que solo con él sacaba un poco más de su enorme frustración. Anthony simplemente asintió con su rostro para indicar que se despedía y Terry frunció el ceño extrañado al verlo.
-Archie, tú no aprendes. – Le dijo Stear recriminando a su hermano. – Sabes que no debes buscar problemas con él. – Dijo una vez más el joven inventor. Los tres entraron a la habitación intentando olvidarse del asunto.
-Hola Anthony, me alegra verte. – Dijo Archie con una sonrisa ignorando el comentario de su hermano.
-A mí también. – Dijo Anthony con una sonrisa sincera, abrazando a su primo con efusividad. – Pero creo que a otros no le es grato tú presencia. – Dijo una vez más con seriedad.
-Es un imbécil. – Dijo Archie seguro que así era. – No te preocupes. – Dijo una vez más, ni Archie, ni Stear quisieron revelar la identidad del joven, no recordaban que Anthony lo había visto en el verano pasado junto a Candy, aunque este no lo había reconocido.
De pronto un ruido se escuchó en el balcón, comenzaba a oscurecer y sabían que era la hora que Candy prefería para presentarse en su habitación.
-¡Es Candy! – Dijo Stear nervioso, no se esperaban que Candy llegara precisamente esa tarde a visitarlos.
-¿Candy? – Preguntó Anthony entre emocionado y nervioso.
-¡Escóndete Anthony! – Dijo Archie nervioso, mientras sacaba del armario una caja con diversas tarjetas que coleccionaba junto a su hermano.
Anthony no tuvo tiempo de esconderse más que detrás de un biombo que estaba en la habitación, porque Candy ya estaba tocando la ventana para que le abrieran. Stear y Archie desacomodaban las estampas en la cama como para que Candy creyera que las estaban mirando.
-Hola chicos. – Dijo Candy con su dulce sonrisa. Anthony pudo observar desde el lugar que se encontraba la bella sonrisa que ella irradiaba, con su presencia había iluminado la habitación, era como si la misma luna hubiese bajado a iluminar la oscuridad en la que vivía envuelto. Suspiró conteniendo las ganas de salir a abrazarla, pensarla en los brazos de aquel joven le daba una vez más el valor que requería para evitar hacerlo.
-¡Hola Candy! – Dijo Stear con falsa sorpresa, como si no hubieran escuchado de su llegada.
-¿Qué están haciendo? – Preguntó la rubia curiosa mientras unos ojos azules la seguían atentos por la rejilla del bastidor.
-¡Nada! – Decía Stear algo nervioso.
-Stear y yo estamos viendo cuántas estampas tenemos. – Dijo Archie intentando desviar la mirada de Candy de la mampara que quedaba ahora detrás de ella.
-¿Estampas? – Preguntó Candy con curiosidad, acercándose a la cama para ver a lo que se refería su primo, pronto pudo ver que todas y cada una de las estampas a las que se refería eran fotografías de la gran "Eleanor Baker" la madre de Terry. Candy las observó admirando la belleza de la mujer, encontrando en sus ojos la mirada de su amado rebelde.
De pronto el rostro de Candy se puso totalmente rojo y sus bellos ojos se inundaron de lágrimas, ninguno de los dos chicos atinaba a comprender el motivo por el cual Candy estaba tan sorprendida admirando aquella "estampa" con tanta emoción reflejada en su rostro.
-Anthony. – Dijo Candy con un nudo en su garganta. El aludido se tensó al creerse descubierto.
-¿Anthony? ¿Qué quieres decir Candy? – Preguntó Stear intentando comprender el motivo por el cual lo mencionaba. Candy mostró la pequeña fotografía que había entre las de la señora Baker.
-Tú no tienes fotos de él ¿Verdad Candy? – Preguntó Archie para que Anthony pudiera escuchar qué había hecho que Candy lo llamara. Ella negó con tristeza.
-¿Puedo quedármela? – Preguntó la rubia para sorpresa y beneplácito del rubio.
-Por supuesto. – Dijo Stear con una punzada en su corazón, le dolía que su prima sufriera la "muerte" de Anthony cuando el mismo muerto estaba escondido detrás de ella.
Anthony por unos momentos dudó en aparecerse frente a ella, una vez más quería decirle que estaba vivo, sin embargo sabía bien que nada de ello cambiaría los sentimientos que ella albergaba ahora en su corazón. Unos minutos más fueron los que Candy estuvo en la habitación de los chicos después de su descubrimiento, algo que hizo que Anthony no tuviera mucho tiempo de analizar su aparición, dejándolos de nuevo solos.
-Sigo sin estar de acuerdo con ocultarle la verdad. – Dijo Stear con cierto reclamo en su voz.
-No me voy a retractar Stear. – Dijo Anthony recobrando una vez más el valor de su difícil decisión. – Sabes que ella comienza a ser feliz. – Dijo nuevamente el rubio y Stear asintió, sabía que era verdad que Candy comenzaba a reír por fin con naturalidad después de dos años.
-Por lo menos tú mismo te has dado cuenta que ella sigue recordándote. – Dijo Stear recordándole que se acababa de llevar la fotografía que ellos tenían entre sus pertenencias.
-No entiendo cómo llegó ahí. – Dijo Archie quien al igual que Stear estaba confundido por el hecho de que tuvieran una foto de Anthony entre las fotografías viejas de Eleanor Baker.
-No lo sé Archie, tal vez se traspapeló con las fotografías para que Candy tuviera un recuerdo de nuestro "muerto". – Dijo Stear visiblemente molesto por la decisión de Anthony.
-¿Qué quieres que haga Stear? ¿¡Que me acerque a ella y le diga, ¡Hola Candy, ya regresé, no estoy muerto!? – Stear lo miraba fijamente, podía reconocer en la voz de Anthony el dolor que le causaban sus propias palabras. - ¿Qué crees que hará? ¿Crees que me recibirá con los brazos abiertos y dirá… ¡Cielos Anthony, te estaba esperando!? ¡Y se arrojará a mis brazos emocionada y dejará a este joven que ella ahora ama! – Anthony negaba y manoteaba de un lado para otro mientras hablaba, señal de su dolor y frustración, sabía que era una aberración ocultar que se encontraba con vida pero para él era muy difícil verla en brazos de otro.
-Tal vez no así, pero si decirle que no has muerto. – Dijo Stear con menos intensidad que antes, dudando ahora de lo que él mismo creía.
-¿Y yo que voy a hacer Stear? – Preguntó Anthony mirándolo a los ojos. Stear lo miró sin comprender su pregunta. - ¿Qué voy a hacer cuando tenga que mirarla de nuevo en los brazos de ese tipo? ¿Cómo voy a seguir viviendo sin ella? ¿Cómo le explicaré que todo este tiempo albergué en mi corazón su nombre y su rostro, haciendo hasta lo imposible por recuperarme para volver a ella y que la encuentro enamorada de otro? – Preguntaba de nuevo el rubio con impaciencia.
-Como le hemos hecho todos. – Dijo Stear una vez más animado. – Cómo le hice yo cuando descubrí que te amaba a ti, como le hizo Archie cuando descubrió que lo amaba a él. – Decía señalando a Archie, quien abría los ojos sorprendido porque su hermano lo había aventado al ruedo. Anthony lo miró fijamente y Archie levantó los hombros sonriendo con cierta pena.
-Tú tienes a Patty. – Dijo Anthony señalando a Stear. - Te he visto con ella, sé que te has enamorado de ella porque actúas como un bobo cuando la miras. – Le dijo con una sonrisa sincera, sabía que actuaba así cuando estaba enamorado de Candy y había visto la misma actitud infantil y sabionda de su primo hacia la chica de anteojos.
-¡Oye! – Dijo Stear medio ofendido por su comentario.
-Es la verdad. – Dijo Archie aguantando su risa, dándole un punto a su favor a Anthony.
-Archie está con Annie, y aunque no veo el mismo interés que ella tiene por él, sé que se siente a gusto con ella. – Dijo Anthony seguro de que Archie no estaba enamorado de Annie, pero sabía que había un sentimiento importante de él hacia ella.
-Tú también puedes encontrar a quien amar Anthony. – Dijo Stear insistente. Anthony negó con una sonrisa de lado, una sonrisa amarga que se dibujaba en su rostro solo por reacción.
-No con ella cerca Stear. – Dijo Anthony seguro de que no sería así. – Necesito poner distancia entre nosotros para lograr olvidarla. – Dijo mirando ahora a Archie, quien no había puesto jamás esa distancia con Candy y seguía sufriendo las consecuencias de su decisión.
-En todo este tiempo no has podido olvidarla. – Dijo Stear seguro de que no lo lograría tampoco.
-Porque jamás lo había intentado. – Dijo Anthony con determinación, él jamás se había imaginado que Candy estaría en brazos de otro, tontamente creyó que ella seguiría pensando en él y no era que se lo reprochara sino que jamás creyó que lo darían por muerto.
-Ella debió seguir Anthony. – Dijo Archie como disculpa a la rubia, él mismo creía que Candy debía darse una oportunidad más en el amor y creyó que podría ser con él, sin embargo el destino le había preparado otra solución a su problema de amor.
-No es reproche Archie... – Dijo Anthony colocando sus manos dentro del bolsillo de su pantalón. A pesar del dolor de su corazón se veía irresistiblemente atractivo. – Pero jamás pensé que ustedes me habían llorado hace mucho tiempo y para mí es reciente mi muerte. – Dijo Anthony una vez más, suspirando mientras sus ojos se desviaban hacia la ventana que resguardaba a la joven amada.
Candy por su lado había regresado a su habitación saltando entre las ramas de los árboles, sentía en su corazón un extraño presentimiento, el tener aquella fotografía con el rostro sonriente de Anthony le había hecho sentir que estaba a su lado, había salido corriendo de la habitación de sus primos por el sentimiento tan grande que comenzaba a llenar su corazón, la presencia de Anthony jamás se había sentido tan viva cerca de ella, era como si él realmente estuviera ahí junto a ella, observándola, cuidándola. Su piel se estremeció una vez más al recordarlo.
-Anthony, cuanto tiempo sin ver tú rostro. - Decía la rubia sentada en la orilla de su cama, acariciando el rostro de la fotografía que portaba en sus manos. Las lágrimas pronto cayeron de sus ojos impidiendo que pudiera verla con claridad. - ¡Eres más guapo de lo que yo misma recordaba! – Decía a sí misma con reproche por haberlo olvidado. - Sigo sintiendo tu presencia, hoy la sentí más fuerte que nunca, la sentí en Escocia y hoy también la sentí en la habitación de los chicos. – Decía platicando en su mente a la nada, segura de que Anthony la escuchaba desde un lugar mejor, segura de que él podía leer sus pensamientos y que una vez más le recordaba que a pesar de todo aún lo amaba. – Jamás dejaré de amarte, jamás dejaré de sentir este dolor que me causó tu pérdida, te amo Anthony, te amo y ahora puedo decírtelo de frente y no solo a un recuerdo en mi cabeza. – Se decía la rubia con el corazón encogido por el dolor.
La imagen que se veía en aquella habitación era desolador, la joven rubia lloraba sintiendo un vacío enorme en su corazón por la ausencia del ser amado, a quien había perdido en un trágico accidente en el cual evitaba pensar para no aumentar su dolor, era un trauma que llevaría de por vida en su corazón, pero que cubriría con sonrisas falsas para que los demás no sintieran lástima por ella, pensando tal vez que algún día dejaría de doler.
-Me ha costado mucho salir adelante, me ha costado mucho volver a respirar, cuando pienso en lo sucedido mi pecho se cierra y me impide respirar, pero sé que te alegraría saber que intento ser feliz, conocí a Terry, en un principio lo confundí contigo, pero después comprendí que solo hay un Anthony, no habrá otro como tú en mi vida y él… él es un buen chico aunque no lo parezca a veces porque es un cabeza dura… - Decía mientras se recostaba en su cama abrazada de la fotografía. – No es muy diferente a ti, ha sufrido mucho la separación con su madre, pero hace poco la recuperó, vivía tan solo con su padre… yo… no estaré sola Anthony… - Dijo temiendo confesar a su ángel aunque fuera en su mente que se había enamorado de él. – Creo que él me quiere Anthony… - Se decía con timidez por poder sonar pretenciosa.
La joven poco a poco se fue quedando dormida hasta que el ruido de una diligencia la sacó de sus sueños. Se levantó deprisa pensando que era tarde, sin recordar que era sábado y que los deberes comenzaban más tarde ese día, sin embargo se dio cuenta que se había dormido vestida y se levantó buscando la vieja fotografía de Anthony, cuando la encontró suspiró aliviada por no haberla maltratado, el ruido de los caballos de la diligencia que estaba afuera la hizo asomarse por la ventana, achicó los ojos para poder distinguir al joven caballero que caminaba con su gran capa meneándose a su paso.
-¡Anthony! – Dijo la rubia de pronto, sus piernas temblaron al ver desde lejos la imagen de Anthony caminando por los pasillos del pabellón de los chicos. Las piernas de la rubia la hicieron correr hasta la entrada de su habitación para después salir corriendo por los largos pasillos hasta la parte posterior del edificio, justo donde se encontraba de frente con el pabellón de los chicos. - ¡Anthony….! – Gritó Candy con el corazón en vilo al ver que la imagen que ella había reconocido como su príncipe de las rosas se perdía cuando entraba a la elegante diligencia.
Anthony caminaba por los pasillos del dormitorio de los chicos, se había colocado su capa para pasar inadvertido, no quería que por alguna razón Candy se diera cuenta que él había estado en el colegio o peor aún alguno de los Leagan. Llegó hasta el pasillo principal que estaba al frente del pabellón de las chicas y aceleró su paso seguro que la diligencia lo estaba esperando. Los pasillos estaban solos y le reconfortaba saber que Candy era una dormilona. El ruido de los caballos era excesivo y no se imaginaba el motivo, se apresuró a llegar hasta el cochero que lo esperaba puntual en la cita que había concertado un día antes.
Subió al coche sintiéndose seguro de no haber sido visto, sin embargo le pareció escuchar a lo lejos su nombre en el grito de la rubia, quien había corrido hasta las escaleras de su edificio, pisando en falso sin notar los escalones. Anthony giró su rostro pidiendo esperar al cochero para ver si realmente había escuchado bien, sin embargo solo obtuvo respuesta del silencio.
Candy yacía en el piso del colegio con las lágrimas en sus ojos, hincada, con manos sobre el suelo, sintiendo la impotencia por el recuerdo que la perseguía nuevamente. Se negó a abrir sus ojos y seguir correteando una ilusión, ella más que nadie daría lo que fuera porque Anthony llegara por ella y la sostuviera entre sus brazos para bailar con ella mientras la reconfortaba una vez más.
-¡Anthony! – Decía Candy con los ojos apretados negándose a abrirlos, segura de que cuando los abriera volvería a su triste realidad y que él no estaría frente a ella. - ¿¡Por qué Anthony!? ¡Por qué te fuiste! – Decía golpeando nuevamente el suelo con impotencia, dejando salir el dolor que sentía en su pecho, segura que estaba sola y que nadie la observaba dejar salir su frustración y su dolor.
En la ventana contigua a la habitación de los Cornwell, un joven rebelde que había llegado de madrugada y que no podía dormir había observado todo, claramente había escuchado el grito de Candy llamando nuevamente por Anthony, era el mismo lugar en donde la había encontrado desmayada cuando él cabalgaba sobre Theodora. Apretó sus manos con dureza, le revolvían los celos en su pecho al ver que a pesar de que había hecho el esfuerzo por que ella superara aquel pasaje de su vida, la joven seguía clamando por aquel jardinero como él le decía.
-¡Maldita sea Candy! ¿¡Qué tengo qué hacer para que lo olvides!? – Se decía él mismo con molestia, con celos, con frustración, apretando la mandíbula con coraje, aún estaba bajo los efectos del alcohol y sabía bien que si bajaba a reclamarle las cosas se saldrían de control. Apretó la armónica que ella le había regalado y deseo partirla con sus propias manos, buscó por toda la habitación con la esperanza de encontrar más alcohol para calmar su frustración.
Anthony dio la orden para que el cochero continuara, sonrió con nostalgia al darse cuenta que todo había sido producto de su imaginación, de su incesante deseo de que ella corriera a sus brazos y se arrojara a él enamorada.
Stear y Archie se habían quedado muy silenciosos en su habitación, ninguno de los dos hablaba, ambos tenían opiniones encontradas acerca de lo que Anthony debía hacer, sin embargo ninguno de los dos había podido convencer al contrario de lo que era según ellos lo mejor para el joven rubio.
Anthony había decidido olvidar a Candy, había decidido concentrarse en sus estudios y esperar un tiempo para buscar a una joven de buena familia que pudiera convertirse en su esposa, pero no forzaría su búsqueda, no quería forzar las cosas, así que se centraría en lo más importante para él después de Candy: sus estudios y su futuro.
La diligencia por fin lo dejó en el Southampton después de varias horas de camino, llegó cansado y a tiempo para que zarpara el barco, todo estaba en su camarote, simplemente faltaba abordar. Conforme caminaba hacia el barco sentía que se alejaba cada vez más de Candy, era como si la distancia resintiera en sus corazones su lejanía. Candy estaba igual que él, la diferencia era que ella le lloraba a un ángel.
-Te voy a olvidar Candy, solo espero que seas tan feliz como lo mereces. – Decía Anthony sumido en sus pensamientos, mientras el aire fresco del mar mecía sus rubios cabellos, se despedía de su amor para siempre, seguro que jamás volvería a verla.
Anthony no se daba cuenta que no muy lejos de ahí un grupo de señoras y señoritas se habían aglomerado para observarlo mirar al horizonte, el rubio estaba tan concentrado en su dolor y sus recuerdos que no se percataba que era blanco de admiración para el sexo femenino, causando revuelo entre las mujeres que abordaban dicho transatlántico.
-¿Quién será? – Preguntaban algunas que lo veían desde la cubierta.
-No lo sé, pero está guapísimo. – Decía otra sin importar que su comentario podría sonar soez y vulgar.
-¿Estará soltero? – Preguntó otra de ellas, todas con la misma duda en sus mentes, unas más preocupadas que otras, sobre todo las jóvenes solteras que estaban impacientes por saber más de aquel atractivo joven que había abordado el barco a última hora y que era visiblemente más atractivo que los demás.
-¡Ahí viene! – Dijo la más atrevida de todas, una joven de buen ver y hermosa imagen que portaba un anillo oculto en su mano izquierda.
-Buenas tardes señoras, señoritas. – Dijo Anthony haciendo una discreta venia con su cabeza al pasar frene a ellas. Como el caballero que era estaba obligado a mostrar su respeto hacia las damas que se habían reunido cerca de él y que no se había percatado de ello.
-Buenas tardes joven. – Dijo la más atrevida de ellas con una voz demasiado coqueta, mientras las demás se ponían de todos colores al escuchar hablar con tan sensual voz a tan noble caballero. Anthony simplemente sonrió a la atrevida joven que se había animado a responder, sin embargo él solo sonrió de lado y continuó su camino hacia su camarote.
La joven sonrió de lado con malicia observando hacia donde se dirigía Anthony, despidiéndose de inmediato de las demás damas para ir detrás del rubio. Anthony ni por enterado se daba que había estado siendo acosado por la misma joven que le había sonreído exageradamente. Entró al camarote y se recostó en la cama, debía asegurarse que no fuera afectado por la marea, tenía mucho tiempo que no viajaba en barco y sabía bien las consecuencias que podía tener. De pronto escuchó que algo se deslizaba por debajo de la puerta y se levantó curioso para ver qué era.
-Qué extraño. – Dijo para sí mismo al ver que debajo de la puerta estaba una invitación a la fiesta de bienvenida que organizaba la tripulación. Observó la invitación de un lado y de otro y la colocó en la mesa de noche sin darle mucha importancia, creyendo que uno de los marinos la había deslizado por órdenes del capitán que sabía era amigo de su padre. – Tal vez sería mejor que fuera un momento para no ser descortés. – Dijo una vez más seguro que había sido invitado por el viejo capitán.
Observó el reloj que adornaba el lujoso camarote que le habían proporcionado y suspiró sin ánimo de alistarse. Tomó un rápido baño para quitar de su rostro el cansancio tan notorio y se vistió de etiqueta acorde a la importancia de dicha celebración. Observó su rostro frente al espejo y sonrió al recordar a las jóvenes que más temprano por la tarde se habían ruborizado con tan solo verlo pasar. Negó con su cabeza al pensar que de seguro las doncellas estarían en busca de un joven digno de llevarlas al altar.
Caminó imponente entre los invitados, su presencia era imposible de pasar desapercibida no solo para el sexo femenino, sino para uno que otro caballero que había notado su presencia.
-¡Anthony! - Dijo el capitán con gusto de verlo desfilar entre la crema y nata de la sociedad que viajaba aquella noche en el Mauritania.
-Capitán. – Saludó Anthony con propiedad, mientras el viejo hombre estrechaba su mano para después darle un fuerte abrazo en señal de aprecio.
-Tú padre me advirtió que tal vez no vendrías a la fiesta de inauguración. – Dijo el Capitán con una sonrisa en su rostro.
-No soy muy afecto a la vida nocturna. – Dijo Anthony con sencillez, observando al carismático hombre que había sido amigo de su padre desde que comenzó como un simple cabo.
-No te preocupes, solo un momento para presentarte a algunos pasajeros y se den cuenta del nivel de nuestros viajeros. – Dijo indicando con su mano la dirección que debían tomar.
Anthony sonrió a cada uno de los pasajeros con los cuales fue presentado, sacando a relucir todas sus clases de etiqueta, recordando en los rostros de algunas damas de sociedad el rostro de la tía abuela, de la señora Leagan e incluso de la propia Elisa, sin embargo cada una de ellas cambiaba su expresión al ver que el joven Anthony estaba frente a ellas y descubrían que era soltero.
Entre saludo y presentación Anthony iba bebiendo por cortesía, la mezcla de la nula práctica que tenía con el alcohol, la inexperiencia, la falta de alimento y el meneo del barco fue un detonante para que las copas que había ingerido al brindar con el capitán y algunos pasajeros lo hicieran sentir que su cabeza comenzaba a dar vueltas.
Caminó con discreción hacia afuera del salón principal, dirigiéndose sin saber al mismo sitio donde Candy se había encontrado con el rebelde, sus rubios cabellos se mecían con el viento y este mismo le hacía ver que había sido un error haberse salido a tomar un poco de aire.
-¿Se encuentra bien? – Preguntó la misma joven que había deslizado la invitación por debajo de su camarote para asegurarse que iría a la celebración. Lo había estado cuidando de lejos toda la noche y no desaprovecharía esa oportunidad que le regalaba el destino.
-Por supuesto. – Dijo Anthony recomponiéndose un poco de su leve malestar. La joven extendió una copa de vino que llevaba consigo. Anthony la tomó por cortesía pero no tenía intención de beberla.
-Estaba esperando que lo dejaran en paz. – Le dijo acercándose a él de manera sugestiva. Anthony se puso tenso al sentir que su espacio personal había sido invadido.
-Salí un momento para estar solo. – Dijo Anthony sin querer ser mal educado, pero no se sentía en sus cinco sentidos para comenzar a charlar. La joven lo miró con travesura.
-Brinde conmigo. – Dijo una vez más aquella hermosa mujer con interés. Anthony la observó, realmente era una joven hermosa, de cabellos rubios y ojos profundamente azules, tan azules que podían confundirse con el mar. Recordó a Amelia rápidamente, de seguro en algunos años ella también sería tan hermosa y elegante como aquella mujer o incluso más.
Anthony tomó la copa incapaz de rechazar a la joven dama quien lo veía con intensidad, algo que para él era nuevo ya que jamás se había sentido tan escudriñado por alguien y con tan poco tacto, era notorio el interés de la mujer hacia él.
La dama comenzó a platicar de infinidad de temas, todos ellos relacionados con la moda y los temas huecos que de seguro Elisa estaría dispuesta a escuchar, sin embargo para él eran temas que le producían poco interés y lo único que estaba consiguiendo era aburrirlo con su palabrería. Anthony sin notarlo siquiera tomó de un solo trago la copa que la dama le había proporcionado, algo que se había propuesto no haría. Aquella mujer sonrió complacida porque podía notar que el joven no estaba en sus cinco sentidos. Extendió la copa vacía al mesero que había ido junto con ella y lo despidió con una señal.
-Disculpe, no me siento bien. – Dijo Anthony con total respeto, dirigiendo una sencilla venia a la joven para indicarle que debía retirarse de la cubierta.
-Te acompaño. – Dijo la joven insistente en su compañía, sabía bien que Anthony no estaba interesado en ella, sin embargo ella sí estaba totalmente interesada en él.
Giovanna era una dama joven que viajaba junto con un grupo de mujeres en su misma condición rumbo a Nueva York, también había hecho amistad con las damas que viajaban acompañadas de sus familias, sin embargo su destino era algo que poco le agradaba. Había estado en Londres de vacaciones con aquellas damas tan ricas y alocadas como ella, pero antes de regresar a su estricta vida llena de obligaciones y responsabilidades se había jurado que se divertiría a lo grande y Anthony era el joven perfecto para cumplir con ese juramento, alentada también por las jóvenes que le aseguraban que era mucho más divertido estar con un hombre joven y buen mozo que con un viejo con la piel y los músculos en reposo.
Se aseguró que nadie los estuviera observando, no le convenía que alguien la viera escabullirse en el camarote de Anthony, porque esas eran sus intenciones y así lo haría.
-Muchas gracias por acompañarme. – Dijo Anthony una vez más en su intento por despedirse de ella, no quería ser descortés con ella, pero sentía cada vez que a cada movimiento del barco le era más difícil permanecer de pie.
-¿Viajas solo? – Preguntó como si de verdad no lo hubiera estado observando desde el momento mismo que pisó el barco.
-Sí. – Respondió Anthony seriamente.
La joven lo empujó dentro del camarote y asegurándose nuevamente que no había nadie a su alrededor se adentró de inmediato junto con él. Anthony la miró extrañado, teniendo un sinfín de emociones en su pecho.
-No creo que sea correcto que una dama como usted esté sola en el camarote de un caballero. – Le dijo Anthony intentando sonar lo más firme posible, le costaba serlo con el alcohol en su sangre.
-No necesito un caballero. – Le dijo la joven con coquetería. – Necesito un hombre… - Le dijo con mayor cercanía a sus labios. Anthony se retiraba nervioso, no sabía cómo rechazar delicadamente a una mujer, así que se zafó un tanto brusco. - ¿Qué sucede? – Preguntó la dama aparentado inocencia.
-Que yo soy un caballero. – Dijo Anthony seguro de que así lo era.
-Y yo soy una dama… - Dijo Ella comenzando a quitar el abrigo que llevaba encima.
Anthony comenzó a caminar de espaldas nervioso por la intimidación que recibía por parte de aquella mujer, debía reconocer que le intrigaba y le inquietaba su actitud, comenzaba a ponerse ansioso y no sabía si era el alcohol pero su cuerpo comenzaba a sentir un calor extremo, un calor que lo confundía y al mismo tiempo lo atraía.
Anthony cayó sentado en su cama y mirando fijamente hacia arriba a la joven vio como esta se le abalanzaba a tomar sus labios. Fue un movimiento sorpresivo, sin embargo nada desagradable para un joven inexperto.
Anthony cerró los ojos al momento de que la calidez de la boca ajena tocó sus virginales labios, era la primera vez que probaba los delicados labios de una dama y aquella sensación no le desagradó de ninguna manera, al contrario aquel beso lo transportó de inmediato al doloroso recuerdo que llevaba clavado en su alma de Candy, dejándose infamar por aquel joven que parecía no tener respeto alguno por ella.
La joven sonrió para sí misma al ver que aquel caballero tan joven y apuesto sucumbía a sus encantos femeninos. Anthony se dejaba llevar por ella embriagándose no solo con el alcohol que había ingerido, sino con el dulce aroma que desprendía la joven, un aroma a rosas que entraba por sus fosas nasales y le llegaba hasta sus más profundos sentidos, nublando toda razón y comprensión.
-Huele a ella… - Dijo recordando la última vez que la había visto, antes de iniciar la cacería y su presentación, el aroma a rosas de su perfume lo había hipnotizado. – Candy… - Se dijo a sí mismo convenciéndose que a la que besaba era a Candy a su Candy.
Los besos pronto fueron correspondidos por la dama, quien se emocionó al ver que aquel joven visiblemente inexperto resultaba ser un ávido aprendiz.
-Candy… - Gimió Anthony en voz alta, delatándose ante la chica que suspiraba por alguien.
-Sí… soy Candy… - Dijo la mujer con sensualidad, una sensualidad que obviamente Anthony jamás había escuchado en los labios de Candy, sin embargo cuando él abrió los ojos para llenarse de ella se encontró con un par de esmeraldas que lo veían dilatadas. Para él en esos momentos era Candy la que estaba encima de él volviéndolo loco.
La joven desnudó el pecho de Anthony y se maravilló con lo suave y terso de su piel, firme y marcado gracias a la juventud y al vigor que emanaba en cada movimiento, en cada poro de su cuerpo. La mirada de la joven se dilató deseosa de poseerlo. Tenía hambre de un hombre y Anthony era el sujeto perfecto para que calmara ese deseo imperante que últimamente la asaltaba por las noches y que nada controlaba.
Ella se desnudó encima de él y Anthony no podía creer lo que estaba pasando, sabía que no era Candy, que no era su pecosa, sin embargo el saberla enamorada de otro le daba el valor para continuar lo que estaba haciendo, después de todo era un hombre libre y aquella joven se le había ofrecido libremente. Volvió a besarla y la ayudó a desvestirse por completo, la lujuria brilló en los ojos de Anthony, su cuerpo comenzaba a transpirar, su respiración era agitada y la temperatura comenzaba a subir en el camarote.
Ella estaba ya desnuda encima de él, Anthony acariciaba su cintura con recato, temiendo ofenderla o que en algún momento volviera a su juicio y huyera del lugar. Ella lo incitaba moviéndose encima de él hasta sentir crecer su erección. Liberó su cuerpo y sin pensarlo mucho se hundió en él. Anthony gimió incómodo al sentir que se abría paso dentro de ella, no era un movimiento que le desagradara, pero tampoco era algo que lo hubiera hecho sentir muy cómodo.
-No te preocupes. – Le dijo ella con voz ronca, una voz que se agravaba cada vez que arremetía su cuerpo contra el de él. – Es normal la primera vez. – Le dijo mirándolo a los ojos, Anthony la miraba sin comprender. – La primera vez para un hombre tampoco es muy cómoda. – Decía buscando su ritmo. Anthony la escuchaba y observaba como se auto complacía con él.
-¿Te he lastimado? – Preguntó con cierta inocencia en su voz. La joven sonrió de lado con diversión.
-No es mi primera vez. – Le dijo con ironía. Anthony se sorprendió por las palabras de la joven, tenía la apariencia de una dama, se movía como alguien de la alta sociedad, vestía como una, pero comenzaba a dudar que su comportamiento fuese el de una verdadera dama. – No te preocupes… - Le dijo comenzando a moverse más rápidamente, necesitaba saciar el calor que tenía su cuerpo. – Piensa en ella… - Le dijo cerrando sus ojos, levantando sus rubios cabellos con rizos artificiales en señal que lo estaba disfrutando. – Piensa que soy Candy, tú Candy… - Le decía de manera sensual, moviéndose encima de él de manera sugestiva. Anthony no podía con lo que le estaba sucediendo, para él era una especie de sueño, una realidad ajena a él porque no se sentía normal lo que estaba acontenciendo.
Continuará…
Hola hermosas! Y se puso candente la cosa!! Mi pobre rubio entrando a la vida adulta de campo y porrazo y más con una completa extraña, ni los jóvenes pueden viajar solos, qué barbaridad!
Espero que les haya gustado el capítulo y me dejes un comentario. La página en mi computadora ha estado fallando y estoy actualizando desde mi celular, espero me disculpen si hay alguna falta de ortografía.
TeamColombia:
Hermosas, como siempre un placer leer sus comentarios, espero no estén muy molestas con la situación que se ha generado, pero son experiencias de la vida que pasan y a veces no controlamos, hasta mi rubio hermoso! Me alegra que estén al pendiente de la actualización. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Usagi de Andromeda:
Hola hermosa, me gusta tu alma intuitiva, es un gusto ver que comienzan las conclusiones, me dices si acertaste, te mando un fuerte abrazo amiga.
Luna Andry:
Hermosa! Bienvenida a la historia! Mil gracias por brindarme unos momentos de tú tiempo sacrificando tu sueño (a veces yo le he hecho con tus historias, es que están buenísimas y no puedo dejar de leer). Creo que el sufrimiento es inminente para todos y esta historia viene fuerte, ojalá no sufras demasiado. Literal me imaginé a Elroy como esas tías solteronas que no tiene vida y se meten en la vida de sus sobrinas queriendo vivir por ellas o deseando que se queden igual de amargadas jijijiji. Yo también digo eso! Por más maduro que se crea Anthony es un chamaco (más a mi lado jajaja) no se fijó que Candy es de su edad, cuando la hormona se alborota jajaja. Amiga mil gracias por seguir la historia yo honradísima de que formes parte de ella. Te mando un fuertísimo abrazo.
Cla1969:
Ciao bella, Vincent sposerà Eleanor Baker? Riesci a immaginare cosa significherebbe per Anthony e Terry? Mi piace lasciare che la tua mente voli nelle possibilità. Grazie mille per aver letto amico, ti mando un grande abbraccio.
Mayely León:
Hola amiga, mil disculpas sé que no puedes con Terry, espero que lo puedas tolerar en esta historia, te prometo que no le daré mucho protagonismo jijiji. Te mando un fuerte abrazo hermosa.
lemh2001:
Hola hermosa! Espero estés bien, poco a poco obtendremos respuestas, esto apenas comienza. Amelia es muy linda!! ¿Cómo que no te cae? Saludos y un fuerte abrazo!
ViriG:
Amiga hermosa!! Gracias por seguir la historia! Me alegra que te guste y que te deje con la sensación de leer más, quiere decir que ahí la llevo, espero no perder piso jajaja. Creo que para muchos las sospechas están rondando sus mentes jijiji ¿Qué pasará? Pronto lo sabremos y me dices ¡Lo sabía! Jajaja te mando un fuertísimo abrazo amiga!!
Julie-Andley-00:
Hola hermosa! Muchas gracias por tu comentario, totalmente de acuerdo contigo hay que pasar de ese amor idílico a uno más real, más terrenal y dejar de idealizar a la persona que se ama, podemos ver que Anthony es un ser humano y que también puede cometer errores, lo mismo que Candy. Gracias por leer amiga como siempre u placer leerte, té ma son un fuerte abrazo.
Rose1404:
Hola hermosa! Sé que amas estar con tu caballerito, es una bendición tener un hijo. Creo que Anthony tiene muchos puntos a su favor, quiere olvidar primero para poder enfrentar a Candy, algo valido y muy necesario para él, los primos uno a favor y otro en contra, pero después de todo apoyando a Anthony. Creo que sé de quién hablas luego me comentas si si pasó. Te mando un fuerte abrazo hermosa!
Silandrew:
Hermosa una pena leer que estuviste mal, pero me da alegría saber que ya está bien. Gracias por leer líneas del tiempo que bueno que te gustó. Cuando puedas lees la otra y la agregas a tus favoritos jijijiji. Gracias por estar aquí acompañándome una vez más, gracias por leer y comentar. No quisiera que sufrieras el drama de la historia, espero que no sea tan fuerte. Te mando un fuerte abrazo amiga hermosa.
Mía Browe Graham de Andrew:
Hola Mía, espero que te haya gustado el capítulo.
Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras anónimas, gracias por darse su tiempo de leer, les mando un fuerte abrazo con mucho cariño.
GeoMtzR
15/03/2024.
