CAPÍTULO CATORCEAVO
Era temprano y las clases no empezarían hasta dentro de un par de horas más, pero Dumbledore le había citado en su despacho aquella mañana para hablar de su situación. Así que nerviosa y procurando hacer el menor ruido posible se preparó para el día, una vez estuvo lista bajó al gran comedor, el cual estaba prácticamente vació, y como no quería desayunar sola se dio la vuelta y ando rumbo al despacho del director. Había llegado antes de hora, pero esperaba que él la recibiera igual. Anduvo hasta la gárgola que custodiaba la entrada al despacho del director, y dijo la contraseña, no pudo reprimir una mueca de repulsión al pronunciarla ¿quién querría comer un cucurucho de cucarachas? Pero así era el mejor mago de todos los tiempos, un genio un tanto estrambótico.
Subió las escaleras con su mente aún pérdida en las rarezas del director, cuando se encontró ante la puerta tocó y pasó a la estancia. Nadie le había dado permiso para entrar, puesto que no había nadie, así que mientras esperaba decidió echar un vistazo a la sala redonda. Desde que había retomado las clases había ido más veces al despacho de Dumbledore que en todos sus años escolares. La estancia estaba decorada como siempre con remates de rojo y dorado, dejando en claro cuál había sido la vieja casa del director, su mesa estaba llena de cachivaches mágicos de los cuales Marlene desconocía la mayoría por lo que no se animó a tocarlos con miedo a desencadenar un desastre. Sus ojos se posaron sobre el ave fénix que dormitaba en una percha, tenía un brillante y hermoso plumaje, y para dormir escondía la cabeza debajo de una de sus alas. Marlene la había conocido cuando era tan solo una cría, aunque realmente era difícil decir cuánto tiempo tendría. Pronto sus ojos abandonaron la figura del animal y siguieron recorriendo la estancia con avidez, a pesar de haber estado allí numerosas veces desde principios de Enero nunca se saciaba de contemplarlo todo.
- Buenos días joven -interrumpió una voz -veo que ha decidido venir antes de la hora acordada.
Noto como un leve rubor inundaba sus mejillas mientras se acercaba a una de las sillas apostadas enfrente de la mesa del director.
- Si lo siento, espero que no le moleste profesor.
- Ni mucho menos señorita Mckinnon -le dedicó una sonrisa.
Los dos se quedaron en silencio un rato, Marlene se retorcía en su silla incapaz de decir palabra a pesar de que ...
- Bueno creo que tiene usted que contarme algo -rompió el silencio el director finalmente -proceda.
- Si señor -pero no añadió nada más, debería hacerlo, debería contarle todo, pero tenía miedo, y la voz racional de su cabeza ravenclaw le decía que no lo hiciera.
Dumbledore no la forzó, simplemente clavó su mirada que parecía atravesar de lado a lado sobre ella, y esperó a que hablase. Marlene incómoda se revolvió sobre su asiento.
- Bueno como me dijo vengo a informarle de mis progresos en las clases -una vez más no tuvo respuesta, solo recibió un asentimiento -bien pues... supongo que tengo que decir que en pociones y herbología no ha habido ningún cambio, sigo teniendo el mismo o un nivel parecido que antes de que ocurriera eso y bien, aunque me costará ponerme al día. Aritmancia y astronomía, más de lo mismo, son clases más teóricas que otra cosa y mi memoria no ha sufrido ningún daño y en lo que se refiere a transformaciones, defensa y encantamientos es más complicado. A veces consigo mantener el control total de mi magia y el hechizo me sale perfecto, otras... bueno pues no.
- Por lo que dice todo avanza favorablemente -comentó Dumbledore -creo que mientras siga así y asista a las revisiones del sanador Apgar todo estará bien.
Con esa declaración Dumbledore dio la conversación por terminada, pero Marlene tenía más dudas y sabía que la única persona capaz de resolverlas era él como le dijo Poppy.
- Señor ¿puedo hacerle una pregunta?
- Es obvio que ya lo ha hecho -el directo la observó por encima de sus gafas de media luna -pero puedes hacerme todas las que quiera, yo intentaré responder de la mejor manera posible.
Marlene asintió y tomó aire, en verdad no sabía si quería oír la respuesta de Dumbledore, una vez este dijera algo esas palabras se convertirían en una sentencia para ella ya fuera a favor o en contra, pero tampoco podía vivir con la incertidumbre así que procedió.
- Sé que me lo explicó en su momento pero sigo sin comprender lo que me ocurrió, ¿usted podría explicármelo?
Dumbledore examinó a su alumna unos segundos antes de embarcarse en la respuesta.
- Es la primera pregunta que me hace y una difícil de contestar, intentaré responder lo mejor posible. La magia es un don que nos hace distintos de los muggles, pero no nos hace superiores ni nos cambia de especie como creen muchas familias puras. Sin embargo, sí se trata de la convivencia de dos naturalezas. Existen en casi todos los seres vivos dos naturalezas, en la del homo sapiens sapiens, encontramos la naturaleza humana que es la que nos lleva a ser capaces de razonar, empatizar y demás. Además también está la naturaleza mágica, y en algunos casos extraordinarios esta se manifiesta. Para que un ser vivo sea capaz de expresar dicha naturaleza, las dos "energías" que existen en su interior deben convivir en armonía, creando un balance por el cual esta pueda ser expresada y controlada. De no ser así las dos naturalezas lucharán entre sí, hasta que una se superponga a la otra. ¿Comprende?
- No del todo señor -algo similar le habían dicho en San Mungo pero para ella no tenía lógica. -Si todos los seres humanos tenemos esas dos naturalezas conviviendo dentro de nosotros ¿cómo puede ser que no todos seamos mágicos o que los muggles no sepan de la existencia de la magia?
- Ah querida, ahí está el quid de la cuestión, saber y aceptar son cosas distintas.-El director hizo una pausa. -Mira a tus compañeros por ejemplo, ¿crees que todos aquellos que provienen de familias mágicas realmente ven diferencias con sus compañeros nacidos de gente no mágica? O ¿crees que los muggles no han visto actos mágicos? -Dejó las preguntas en el aire como esperando a que Marlene le contestará.
- No -afirmó la adolescente.
- Exacto querida -Dumblendore sonrió -no existen diferencias entre unos y otros y los muggles si creen en la magia, algunos lo llaman fe, otros ilusiones, pero saben de su existencia. ¿Ahora entiendes lo que quiero decir?
- No es que no crean o no conozcan, es que se niegan a hacerlo.
- Y no hay más ciego que el que no quiere ver -asintió el anciano. -Ahora, ¿cómo afecta esto en nuestras naturalezas?
- Si he entendido bien, lo que quiere decir es que dentro de los seres vivos hay una naturaleza que les otorga la condición de vivos, además de la primera existe otra naturaleza que les otorga "poderes". Pero esta no es expresada, igual en todas las personas, y a menos que exista un balance entre las dos, esa persona no será capaz de realizar magia. Pero esta naturaleza debe estar en todos los seres vivos, de ahí que no solo existan magos sino también plantas y animales mágicos.
- Exacto -los ojos de Dumbledore brillaban por encima de sus gafas.
- ¿Pero esa segunda naturaleza solo se expresa cuando existe un balance entre las energías?
- Si y no, esa naturaleza siempre está presente y se expresa mediante algunas formas, pero la armonía es la que permite que la controlemos a nuestro antojo y no nos veamos condenados a ser controlados por ella.
- Entonces ¿por qué aprendemos magia?
- La armonía, no se trata de algo que surja sin más, debe educarse y adaptarse para no perder el control, de lo contrario las cosas pueden torcerse.
- ¿Cómo los obscurus?
El director se quedó callado en su sitio, si le había sorprendido esa palabra no lo demostró, pero Marlene si notó su mirada azul más penetrante que nunca. Sin embargo, Mckinnon estaba segura que para el director no podía resultar tan sorprendente que ella tuviera conocimiento de una magia como tal, puesto que pertenecía a una de las familias mágicas más antiguas del país.
- Efectivamente.
- Y ¿cree usted que eso me pueda pasar a mi ahora? Quiero decir, ha dicho que si se pierde el control una se superpone a la otra ¿pero cómo de malo sería eso? -Preguntó con miedo.
- Eso me temo que es algo a lo que no puedo responder.
La rubia meditó intranquila la respuesta que acababa de recibir unos segundos, antes de reformular una pregunta con la esperanza de que esta sí se la contestara.
- ¿Usted cree que yo pudiera perder el control hasta el punto de convertirme en un obscurus?
- No, no lo creo.
- ¿Entonces? No entiendo ¿por qué no soy capaz de controlar mi magia como siempre?
- Porque el miedo es un potente impulsor y los instintos básicos de sus naturalezas se contraponen entre sí. Ahora mismo sus naturalezas están queriendo que usted se decante por una, por eso si no me equivoco, le cuesta controlar brotes de magia como cuando era pequeña, y los hechizos que realiza la agotan excesivamente. Señorita Mckinnon, solo depende de usted que sus naturalezas vuelvan a unirse en armonía.
- ¿Y cómo hago eso? -Demandó ansiosa.
- Me temo señorita Mckinnon que eso será algo que solo usted descubra.
- Pero yo...
- Bien creo que ya puede retirarse o nunca llegará a desayunar.
Marlene no era tonta y sabía que el director no estaba siendo precisamente sutil a la hora de echarla pero no pudo evitar que una gran pesadumbre se apoderará de ella mientras abandonaba el despacho de Dumbledore e iba en dirección al gran comedor.
Una pelirroja y una morena discutían entre susurros sentadas en la mesa de gryffindor, aunque su tono era bajo cualquiera que se fijará sabría que no se trataba de una conversación agradable. La pelirroja tenía las mejillas ligeramente coloreadas, signo del enfado que sentía, además de agitar enérgicamente los brazos y la negra tenía la mandíbula tensa y se notaba que había contención en sus gestos.
- Es que no entiendo por qué se lo tendría que contar, quiero decir, ya no están saliendo.
- Porque salió con tu amiga durante tres años.
- No es mi amiga -refutó Blish -es mi compañera de cuarto y casa.
- Fingir que no te importa Heather no va a hacer que esto desaparezca Angelina -replicó duramente Lily -tienes que hablar con ella, tienes que contárselo y arreglar esto.
¿Arreglar esto? ¿El qué? Ella no había hecho nada malo, se había acostado una noche con un chico en una fiesta borracha, que él fuera el ex novio de su compañera de cuarto no tenía nada que ver, ni tampoco nada malo.
- Lily si te lo conté era porque pensaba que no me ibas a juzgar.
- Basura -replicó ella -si me lo contaste fue por el shock inicial al darte cuenta de ello, sabes perfectamente que te estoy juzgando, te estoy juzgando y mucho.
- ¿Por qué la estás juzgando?
Las dos chicas se quedaron congeladas en su sitio al oír una voz proveniente de enfrente.
- ¿No será por ir a esa fiesta verdad? Porque Lily todos hemos hecho estupideces de ese calibre -dijo tranquilamente Marlene.
- No.
- Si.
Contestaron a la vez ambas chicas, la rubia las miró confusa.
- ¿En qué quedamos? -Preguntó mientras se sentaba con ellas.
- Es que Angelina cogió algo en la fiesta que no era suyo y tiene que sincerarse acerca de ello.
- No, no tengo porque lo que cogí no era de nadie -refutó la cazadora irritada, mientras taladraba a su amiga con los ojos -ya no.
- No entiendo -intento Marlene, pero ninguna le hacía casa.
- Pero fue de alguien -rebatió la prefecta -fue muy importante para ese alguien durante mucho tiempo y tú lo cogiste así que tienes que decírselo.
- Entonces a ver si me he aclarado, ¿lo que sea que Blish cogió en la fiesta de fin de vacaciones de Liam Lyle es algo que una vez fue importante para alguien pero ya no? -Resumió el águila intentando entender a sus amigas.
- Exacto.
- Pero cuando lo cogí estaba borracha, no sabía lo que hacía y si se lo he contado a Lily era para que no me juzgara.
- Basura -volvió a exclamar la pelirroja.
- ¿Y qué puede haber cogido que sea tan importante y por lo que Lily te insista tanto? -Volvió a curiosear la ojiazul.
Las dos gryffindor se miraron alarmadas sin saber qué contestar.
- Quiero decir está claro que el objeto tiene que ser de los Lyle, -Marlene ajena a esto seguía razonando los hechos. -Aunque no entiendo como Lily sabe que es importante pero supongo que si el no te ha dicho nada es porque no se ha dado cuenta o no sabe que lo tienes tú ¿no?
- Es una bola de nieve -declaró Lily alarmada.
- ¿Una bola de nieve? -Preguntaron a la vez las dos chicas, aunque por suerte la ravenclaw no escuchó a Blish.
- Si una bola de nieve.
- ¿Liam Lyle colecciona bolas de nieve? -Preguntó escéptica la rubia, recibiendo una onomatopeya como contestación -¿y tu como sabes eso?
- Porque me lo ha dicho Angelina -señaló a la chica para enfatizar este hecho.
Marlene se volvió a ella aún muy confusa y sorprendida.
- ¿Y tú para qué querías una bola de nieve?
La adolescente se contuvo de rodar los ojos.
- Porque estaba borracha.
- Si y es una bola de nieve muy bonita, dentro está Hogwarts por eso hay que cuidarla y sincerarse -remarcó la pelirroja.
- ¿Tu has visto la bola de nieve? -Aventuró la rubia.
- No -negó Lily -Angelina me la ha descrito.
- No tiene sentido -se rindió finalmente -nada de lo que decís tiene sentido. Estoy demasiado cansada para esto.
En ese momento llegaban a sentarse a la mesa también las dos castañas de gryffindor que rápidamente localizaron a sus amigas. Blish viendo esto se puso de pie con presteza seguida de Lily, a la par que las dos leonas alcanzaban finalmente la mesa y miraban a sus amigas extrañadas.
- Estaba borracha no tiene que tener sentido lo que hice.
- Pero eso no quita que esté mal -casi gritó Lily.
- A mi no me parece para tanto -dijo finalmente Marlene.
- Eso es porque no lo entiendes -la contradijo Lily a la vez que Blish decía "gracias."
Las dos gryffindor que seguían de pie al lado de la mesa se fulminaron un segundo con la mirada.
- ¿Qué pasa aquí? -Preguntó cautelosa Heather.
- No lo sé muy bien -contestó Marlene otra vez perdida -nada de lo que dicen tiene sentido.
- Esa fiesta no tuvo sentido, había una gallina ¿por qué había una gallina en esa fiesta? -Demandó Blish justo antes de irse frustrada con la situación.
Las tres adolescentes que se quedaron atrás vieron asombradas como se marchaba furibunda del comedor, mientras Lily la seguía de cerca a paso rápido, las recién llegadas dejaron el tema y tomaron los dos asientos que acababan de quedar libres. Pero Marlene no pudo evitar pensar que la bola de nieve había sido un eufemismo de algo. Mientras tanto la pelirroja ya había alcanzado a Blish y la conversación se retomó.
- ¿Bola de nieve en serio Lily?
- ¿El ex de tu amiga en serio Angie?
- Así que esto es lo que se hace en este lugar -el propietario de la voz se dejó caer en la silla vacía en frente de la de la pelirroja, sin preocuparse por rebajar el tono -interesante... supongo.
Los ojos verde esmeralda de Lily se separaron del pergamino para posarse en el recién llegado.
- Sirius ¿qué haces aquí? -Preguntó exasperada intentando ocultar su diversión -esto es la biblioteca, no es lugar para ti.
- ¿Por qué no? -Inquirió el desinteresado.
Sirius no llevaba su túnica puesta y tenía el resto del uniforme desarreglado, la camisa sobresalía de los pantalones, sus mangas estaban arrebujadas en sus codos, tenía los primeros botones abiertos haciendo que el nudo de la corbata estuviera más suelto de lo que debía, y su pelo se encontraba despeinado. Además, su postura era la de alguien que está tirado en el salón de su casa, había echado su silla para atrás balanceándose sobre las dos patas traseras y puesto sus pies encima de la mesa, mirando todo con desinterés casual. Tomó uno de los libros del montón que tenía Lily en la mesa y empezó a pasar las hojas. Si la prefecta no le hubiera llegado a conocer un mínimo en el poco tiempo que llevaban siendo amigos se hubiera molestado por su aspecto, pero ahora que sabía que todo en Sirius desde el estado de su uniforme hasta su pose desenfadada no era casual, a ella le daba igual. De hecho, a la pelirroja le hacía gracia que el aspecto de Black se tratara de una estudiada y meticulosa pose frente al resto del mundo, en la que el adolescente proyectaba indiferencia y chulería, en opinión de la hija de muggles esto era una mera forma de resguardarse frente al resto del mundo. Lily tardó en analizar todo esto cinco segundos, y la sombra de una sonrisa se dibujó en sus labios.
- Porque tienes prohibida la entrada -contestó escuetamente.
- Tú también -replicó el chico dejando de nuevo el libro y centrando su interés en ella.
- No, ya no -objetó la prefecta -era hasta Navidad ¿recuerdas?
- Cierto -asintió él, no parecía sorprendido por esa información así que Lily supuso que si que se acordaba -hablando de Navidad...
- Sirius ¿qué haces aquí? -Le cortó ella.
Mirando cohibida alrededor a todos los estudiantes que parecían querer asesinarlos por el ruido que estaba haciendo el merodeador.
- ¿Es que uno no puede venir a la biblioteca? -Fingió ofenderse.
- Uno sí, tú no.
- Uff duro -comentó divertido.
Los ojos de ambos se encontraron, los de ella irritados y los de él burlones, verde y gris.
- No me vas a dejar en paz ¿verdad?
- No hasta que me cuentes qué tal tus vacaciones Pops.
- ¿Otra vez con ese apodo absurdo?
- Nunca he dejado de usarlo -refutó él, para añadir casualmente después -yo no, otros sí.
Lily se sonrojó ligeramente ante la indirecta del chico, pero no dejó que su cara mostrara ningún sentimiento que pudiera ser malinterpretado por su inesperado acompañante y que diera pie a burlas y especulaciones.
- ¿Alguna vez has visto a una morsa comerse un pavo, sentada en una mesa? -Desvió el tema.
- No -contestó el confundido -¿acaso tu si?
- Mmm... -asintió ella mientras añadía cosas a su redacción -esta Navidad, nada espectacular déjame añadir.
El chico soltó una carcajada que hizo que la bibliotecaria le mirara mal, al igual que muchos de sus compañeros, unas chicas que se encontraban una mesa más allá empezaron a cotillear entre ellas frenéticamente mientras miraban a la pareja.
- Una obra digna de Cassius Marcellus Coolidge -comentó casual.
La cabeza pelirroja de Lily se elevó con tanta rapidez del pergamino, que el pelinegro estaba seguro que le había dado un tirón en el cuello, sus ojos verdes estaban bien abiertos por la sorpresa y su boca se había demudado en un ligero gesto de estupefacción.
- ¿Cómo sabes quién es Cassius Marcellus Cooldige? -El tono de la prefecta denotaba perfectamente todo el asombro que sentía.
- Me gustan los perros -contestó encogiéndose de hombros.
- Pero es muggle.
- ¿Y? ¿Acaso no puedo conocer artistas muggles?
- No -la rotundidad en la respuesta de Lily le causó diversión -quiero decir, hace apenas unos meses no sabías lo que era una moto.
- ¿Y? -Repitió Sirius insolente.
- Pues punto número Black -comenzó ella -que me sorprende que si no sabes lo que es un objeto muggle básico como un medio de transporte conozcas obras muggles, y segundo que a ti te guste el arte es... -pensó en la palabra correcta -sobrecogedor.
- Yo soy sobrecogedor de por sí Pops -contestó divertido -que no se te olvide.
- Créeme Black, ni en mis mejores sueños.
- Así que sueñas conmigo -una sonrisa petulante se había dibujado en su cara.
La mueca de asco de Lily, produjo nuevamente que una carcajada perruna saliera de él.
- Eso a Cornamenta no le gustará -la pelirroja se tensó ante la mención de James.
- Creo que ya hemos establecido que lo que le guste o no a Potter me importa poco.
Los ojos grises de él la analizaron unos segundos más, Lily consciente de este hecho se obligó a no demostrar emoción alguna, pero los murmullos de las chicas de antes no contribuían a su intención de guardar la calma.
- Claro -asintió él finalmente.
- ¿Eso es todo lo que querías? -Indagó ella esperanzada de que se fuera de una vez -porque tengo muchos trabajos que hacer.
- Tomamos las mismas clases.
- No que va -objetó ella -yo hago runas y aritmancia, tu haces estudios muggles y cuidado de criaturas mágicas, esta última conmigo. Así que no tenemos las mismas clases.
- Touché y si Pops también hablo francés -añadió antes de que ella dijera nada.
- Nunca lo hubiera dicho.
- Todas las familias mágicas antiguas hablan algún idioma aparte de inglés, es una especie de tradición.
- Eso es interesante -comentó Lily sorprendida -no lo sabía. ¿En que se basan para escoger el idioma?, o ¿habláis casi todas el mismo?
- No lo sé francamente -respondió Sirius sin mucho interés -pero no, no todas o casi todas hablamos lo mismo, en casa de James hablan griego.
- ¿Potter sabe griego? -Se sorprendió ella, el pelinegro asintió -nunca te acostarás sin saber nada nuevo.
- Eso dicen.
Después de eso se quedaron varios segundos en silencio, mirándose el uno al otro, hasta que Lily nuevamente bajo su mirada al pergamino donde estaba escribiendo su redacción.
- Bueno esta charla ha sido interesante -empezó ella -así que adiós Black, te veo luego.
- ¿Me estás echando? -Fingió ofenderse él.
- Si.
- No puedes.
- ¿Por qué no? -Preguntó entrecerrando sus ojos.
- Porque no me has preguntado que tal mis vacaciones.
Lily rodó sus ojos ante las ocurrencias del chico.
- Que desconsiderado por mi parte.
- Bastante -le picó Black.
- Sirius...
- ¿Qué?
- Tengo que seguir estudiando.
- Aburrida... -pero había una sonrisa socarrona en sus labios -pues pregúntame y me iré -aseguró.
- Bien -suspiró ella -¿qué tal tus vacaciones de Navidad?
- Eso no ha sonado muy real, parece que me quieres echar -ante la mirada enfurecida de la pelirroja decidió responder -distintas.
- ¿Distintas cómo? -Sabiendo que no la iba a dejar en paz si no insistía, así que Lily continuó preguntando.
- Pues son las primeras que paso fuera de casa y que no estoy en Hogwarts.
Ante eso la pelirroja volvió a mirar al joven, se le había olvidado que ese verano él finalmente había huido de esa casa de lunáticos donde vivía la familia de él y los Potter le acogieron como si nada.
- Entonces supongo que bien ¿no? -Preguntó cohibida.
- Si, vi a mi prima -ante la mirada confundida y un poco asustada de la chica continuó -mi prima Andy, es la única normal ¿sabes? También se fue de casa, ya hace cinco años, se casó con un hijo de muggles Ted Tonks y ahora tienen una hija Nymphadora tiene 4 años los acaba de cumplir. Es genial.
Lily sonrió ante lo que le estaba contando Sirius, el joven no se había dado cuenta pero su cara se había iluminado al hablar de su prima y su familia, y en especial al mencionar a la pequeña.
- Me alegro por ti.
- Si parece que fueron mejores que las tuyas, yo no comí con ninguna morsa -los dos no pudieron evitar reír quedamente ante la referencia de las navidades de ella, la bibliotecaria les chisto en la distancia.
- Por muy encantadora que haya sido esta charla Sirius - Lily volvía a echarlo de allí -verdaderamente tengo que acabar esto, llevo un retraso de varios días por..., por mil cosas.
- ¿No me las contaras? -Preguntó él poniendo ojos suplicantes, ella negó con la cabeza -somos amigos Pops.
- No te atañen Black -dijo bruscamente ella -ni a mí tampoco, pero siempre acabo metida en esos embrollos.
Él fijó sus ojos grises en ella, pero la expresión determinada y segura de su cara le decía que la chica no soltaría prenda.
- Bien bueno, en verdad he venido aquí porque quería hablar contigo de una cosa importante -cedió finalmente captando el interés de la pelirroja- solo quería decirte que hemos decidido retomar la investigación de la propaganda.
- ¿Y eso? -Preguntó ella intentando que no se notara su interés real.
- Sin más, ya hablaremos tienes mucho trabajo que hacer -se burló él -nos vemos Pops.
Antes de que Lily pudiera añadir nada más, el chico se puso de pie de un salto, les regaló un guiño y una sonrisa a las chicas que estaban en la mesa de al lado, quienes prorrumpieron en risas tontas y salió de la biblioteca tan rápido como había llegado. Dejando atrás a una Lily un tanto, exasperada, confundida y ansiosa.
El entrenamiento de quidditch acababa de terminar hoy le tocaba recoger a Lazy Bones y a Adam Robins así que Blish fue la primera en llegar a los vestuarios, ducharse y cambiarse, una vez lista se despidió de sus compañeros y subió rumbo al castillo. Cuando iba a pasar por el patio del reloj reconoció una melena pelirroja en el porche, y al percatarse que su propietaria no la había visto decidió dar un rodeo para no volver a tener una absurda pelea con ella acerca de Heather. Desde que le contó sus sospechas de lo que había ocurrido en la fiesta la prefecta no había parado de insistir en que se lo contara a Jorkins y la morena se estaba empezando a dejarse convencer, sin embargo no era capaz de ello. Ni siquiera estaba segura que hubiera sido con Edward Turpin, solo sabía que había habido sexo, definitivamente había tenido sexo aquella noche.
Ya estaba cerca de los baños de Myrtle la llorona cuando escucho que alguien le llamaba, tan centrada estaba en sus cosas que ni siquiera se paró a reconocer la voz y cuando se giró se quedó helada, era la última persona que quería ver.
- ¡Blish! Eh Blishwick espera -Edward Turpin se acercaba por el pasillo las suaves luces de la tarde que entraban por las ventanas hacían resaltar sus mechas rubias -he estado buscándote.
Aún le quedaban unos metros para alcanzarla, Angelina podría darse la vuelta, estaba claro que se habían visto pero ella no tenía porqué hablar con él, pero algo la había paralizado y sus pies no se dignaban a acatar las órdenes de su cerebro. La expresión en el rostro del joven denotaba nerviosismo e incomodidad.
- ¿Cómo has estado? -preguntó rompiendo el hielo.
- Corta el rollo Turpin ¿qué quieres?
- Llevo queriendo hablar contigo desde la fiesta de Liam Lyle.
- ¿Esa a la que se supone que no has ido? -Preguntó la cazadora mordaz.
- Esa misma -tragó saliva el chico.
- No quiero hablar de ello -y verdaderamente no quería.
- Vale, vale, pero solo yo... no sé que te dije esa noche, la verdad que bebí mucho, y ese alcohol era, y bueno...
- Cállate Turpin -no podía seguir escuchándolo hablar.
- Por favor no le digas a Heather que estuve allí.
- ¿Que no le diga a Heather qué? ¿Estas loco?
- Bueno sé que tampoco sois muy buenas amigas...
-¿Qué te hace decir eso? -Preguntó a la defensiva.
- Que nunca habéis sido especialmente cercanas y tu siempre has sido un poco... -viendo la mirada asesina en esos ojos dorados de su interlocutora dejó de hablar automáticamente -bueno ese no es el caso, la cosa es que por favor no le digas nada de Toddler y de mí.
- ¿Perdón? -Exclamó Blish parpadeando.
- Ya sabes Emmeline y yo.
- ¿Toddler y tú?
- Si que nos enrollamos.
- ¿Tu y Toddler os liasteis? -Blish volvió a parpadear asombrada.
- Si justo después de eso...
- ¿De eso?
- De eso.
- ¿Qué eso?
- Ya sabes, eso.
- Turpin... -avisó Blish.
- Bueno cuando intenté ligar contigo y tu me dijiste que era un maldito pervertido, pero yo insistí... Pero es que estaba verdaderamente borracho y tú estabas ahí, cuando me amenazaste con la varita por si se me ocurría volver a tocarte fue cuando me di cuenta de que me estaba pasando la línea y yo... Lo siento de veras, y ¡espera! -Sus ojos verdes se abrieron desmesuradamente -¡no lo recuerdas!
No era una pregunta si no una afirmación, pero Blish la ignoró.
- Te enrollaste con Toddler -repitió asimilando lo que esto suponía.
- Joder, joder, joder... No recordabas nada de la fiesta y yo... ¡te lo he dicho todo!
Angelina se recompuso rápidamente y ordenó las ideas de su cabeza.
- Si lo recuerdo -declaró con contundencia, segura en su mentira -y lo que también recuerdo es que estuviste en la fiesta y a pesar de no seguir con Heather se lo has querido ocultar, así que eso quiere decir que puede que tengas más cosas que ocultar y si no se lo dices tu, lo haré yo.
- No tengo porqué darle explicaciones, ya no estamos juntos -contestó a la defensiva.
- No, no lo estáis pero por esa regla de tres no tenías que mentirle y si lo has hecho es por algo, y me temo que Toddler esté envuelta tiene mucho que ver.
- Eres una jodida cabrona.
- Díselo -replicó ella antes de marcharse de ahí.
Se sentía feliz, ella no había sido, ella no se había enrollado con el ex de Jorkins, como siempre había tenido que estar Toddler en medio pero eso le daba igual, sonrió para sus adentros, pero la sonrisa le duró unos segundos antes de caer en la dura realidad. Si no se había acostado con Turpin ¿con quién había sido?, porque estaba segura que esa noche había tenido sexo con alguien y la cosa era que si no era Edward Turpin, no tenía la más mínima idea de quien era, podría ser cualquiera... Incluso podría ser una chica por todo lo que sabía, y el hecho de ni siquiera conocer el sexo de la persona, y que puede que nunca supiera con quien se había acostado la hizo sentirse asqueada consigo misma.
Lily llevaba desde su charla con Sirius aquella mañana todo el rato pensando en los carteles y la supuesta investigación que llevarían a cabo. Si la pelirroja sabía de alguien que pudiera atrapar al responsable y no fueran ni los aurores, ni los profesores, esos eran los merodeadores sin lugar a dudas, aunque jamás lo reconocería en voz alta. Black no le había propuesto unirse a ellos, al menos no de manera directa solamente había ido a informarla, la prefecta suponía que la intención oculta detrás de ello es que se decidiera a ayudarlos, pero estaba convencida de que el joven no quería presionarla y quería que ella lo hiciera por su propio pie. Eso o que Potter no quería ni verla en pintura, y realmente no la habían invitado a formar parte del plan.
Ya había salido de la biblioteca y estaba sentada en uno de los arcos del porche del patio del reloj, había salido a airearse un poco a pesar del frío invernal para pensar más en el tema, cuando reconoció una cabellera azabache completamente desordenada, que solo podía pertenecer a una persona, que atravesaba el patio en ese momento y se decidió.
- Potter -gritó con fuerza, el chico inmediatamente se giró para verla.
Tenía aspecto cansado, su pelo estaba más revuelto que nunca y su nariz un poco sonrojada, había una leve capa de sudor perlando su frente, sus mejillas parecían levemente irritadas, llevaba el uniforme de quidditch y en sus manos portaba su escoba, recordó en ese momento que habían tenido práctica y que por eso Blish no había ido con ella a la biblioteca, por eso y porque ahora casi siempre que podía la esquivaba. Los ojos de Potter brillaban con intensidad pero cuando se posaron en ella cambiaron, ahora había desconcierto e incertidumbre en ellos, y no era para menos, las últimas charlas que habían tenido no fueron nada agradables. Pero eso no amedrentó a la prefecta, Lily corrió hasta pararse frente a él y le miró directo a los ojos, por un segundo se quedó sin respiración pero fue tan efímero que le pareció habérselo imaginado.
- Evans -saludo de manera seca.
- Yo... quería hablar contigo.
- Dime - él se llevó los brazos al pecho cruzándolos, de manera inconsciente.
- Estaba en la biblioteca antes cuando ha venido Sirius.
Potter levantó sus cejas asombrado y no era para menos, Sirius Black no solo tenía vetada la entrada de por vida, si no que además odiaba la biblioteca.
- Si lo sé raro -bufó ella -Sirius en la biblioteca. Pero quería hablar conmigo y decirme que habéis retomado la investigación de la propaganda -ahora los ojos avellana de James la miraban con curiosidad -quisiera unirme a vosotros.
- No creo que sea buena idea -contestó finalmente después de un rato -mira...
- ¡¿Qué?! ¿Por qué no? -Exclamó ella molesta.
- Evans... -Pero ella le volvió a interrumpir.
- Te recuerdo que fuimos tu y yo quienes empezaron todo esto hace meses, no puedes excluirme ahora.
- Ya lo sé -le respondió el tajante, la pelirroja se guardó su réplica sorprendida. -Pero hace meses hicimos una tregua, ahora por circunstancias x -dijo con sarcasmo -ya no tenemos esa misma tregua y no creo que trabajar juntos sea buena idea, siempre nos acabamos peleando cuando estamos juntos y sería poco fructífero objetivamente hablando.
La declaración contundente de James hizo sin saberlo que a Lily le dieran unas ganas tremendas de llorar. La pelirroja sabía que la única responsable de esa ruptura era ella, después de todo, fue ella quién le había declarado la guerra después de hacer un pacto y todo por Snape. Además, aunque no le gustase, Lily reconocía que tenía razón, últimamente solo discutían y ya no era como antes. Ahora no era solo ella quién se enfadaba si no el también, cómo le dejó caer aquel día en el lago se había hartado de ser el saco de boxeo de ella.
- ¿Y por qué tienes que ser tú quién continúe con la investigación? -Le preguntó mordaz, guardando para sí sus verdaderos sentimientos.
- Porque son mis amigos Evans -la pelirroja notó que había hecho un gran esfuerzo para no dejar salir una mueca burlona.
- También son los míos -replicó ella con énfasis, pero algo en la mirada de él le hizo quedarse callada, sus ojos avellanas de habían oscurecido y vuelto casi completamente negros.
- Evans, -comenzó de forma dura -no me jodas ¿quieres? He hecho lo que me pediste durante años, te he dejado en paz, y finjo que no te conozco así que hazme un favor tú, y no te metas con mis amigos.
- Tu te metes con las mías -volvió a replicar sin pensarlo, bajando la mirada al suelo -quiero decir Heather y Marlene, ellas...
Escuchó un bufido enfadado que solo podía venir de su interlocutor.
- Marlene es amiga mía desde que nací, y aún así Evans por sí no lo has notado, he dejado de estar con ella para darte el espacio que tanto querías. Y en lo que respecta a Jorkins, soy su entrenador, y no voy a dejar de serlo si eso te jode hablalo con ella -dicho esto se fue a dar la vuelta para llegar al castillo y ducharse de una vez por todas.
Lily impotente viendo cómo se iba volvió a gritar desesperada, mientras le tomaba por el codo y le obligaba a mirarla.
- ¡Potter, espera! No quería decir eso, en verdad no sé qué me ocurre -se intentó justificar ella -cada vez que hablo contigo lo hago de manera defensiva... y yo -se rindió finalmente -creo que es por todo, hay demasiada historia, demasiados problemas acumulados entre nosotros. Pero creo que si somos lo suficientemente maduros podemos dejarlos a un lado para esto, y una vez que descubramos quién está detrás, podrás volver a odiarme -dijo finalmente abatida, no sabía porqué le dolía tanto que él la odiara, pero lo hacía.
El chico molesto, desesperado y un sin fin de cosas más se llevó la mano a la cabeza revolviendo su pelo más de lo que estaba, y respiró tres veces seguidas muy lento y muy fuerte. James se maldijo mentalmente por su debilidad antes de hablar.
- No te odio Evans -dijo desalentadoramente -simplemente te doy lo que me pediste. Espera déjame terminar -la frenó viendo que ella iba a contestar -pero bien trabajaremos juntos una última vez, cuando todo haya terminado volveremos a como estamos ahora. Al fin y al cabo te necesitamos, eres la bruja más brillante de nuestra generación -declaró con una sonrisa triste que no llegó a sus ojos.
Ella le miró sonriente, su corazón se había acelerado un poco y sus mejillas estaban sonrojadas por el halago, pero lo peor eran sus ojos verdes, los cuales brillaban con gran intensidad.
- Bien bueno si eso es todo, me voy ya -una incomodidad repentina había invadido al adolescente.
- No espera, hay algo más -respondió ella dubitativa.
- ¿Y bien Evans? -Le miró expectante -¿acaso tienes ya alguna teoría?
Ella asintió, el joven azabache lo había preguntado de forma burlesca y un tanto cómica, como queriendo romper el ambiente tenso que se había formado entre ellos, pero su expresión cambió ante el gesto afirmativo de ella.
- No sé, he estado pensando, en realidad caí en la cuenta de ello hace meses en clase pero con todo... -guardó silencio mordiéndose el labio insegura de qué debía decir -lo ocurrido, -continuó finalmente -se me pasó y cuando Sirius me ha contado lo que habíais planeado me he acordado.
James ignorando la punzada en el pecho que le había producido la pelirroja con su sugerencia, e ignorando la forma en que se mordía el labio de manera tentativa, intentó ordenar sus ideas. Aunque cuando volvió a hablar noto que su voz salía mucho más grave y tuvo ganas de pegarse a sí mismo.
- ¿Qué pasa, Evans? -A Lily no se le escapó el tono grave en la voz de James, pero malinterpretando está pensó que se debía a su enfado.
- ¿Bueno que sabemos hasta ahora? -Se decidió a preguntar.
- Nada, esa es la cosa -James rodó los ojos exasperado -estamos intentado averiguar a quién pertenecen.
- No Potter, -la voz de Lily sonaba cansada -me refiero a los carteles en sí.
Él la miró con renovada curiosidad pero respondió.
- Pues que hablan de propaganda anti-muggle -Lily asintió y le miró ansiosa instándole a continuar -y que aparecen en horas y lugares raros sin seguir un patrón fijo.
- ¡Exacto! -Exclamó emocionada -o eso es lo que parece pero ¿y si siguieran un patrón que desconocemos?
- ¿Quieres decir un horario distinto del nuestro? Eso no tiene sentido, los profesores ya lo comprobaron y en algunas de las ocasiones que han aparecido todos los alumnos hemos tenido clases, y no ha faltado la misma persona más de una vez...
- ¿Y tú cómo sabes eso? -Preguntó la chica con una mezcla de desconfianza y asombro.
El azabache sonrió.
- Trucos de merodeadores -Lily rodó los ojos.
- Bien entonces si no se puede conectar al mismo alumno, puede que sean un grupo... - la prefecta se mordió el labio otra vez para tortura de James, pero es que ese gesto siempre lo hacía cuando pensaba.
- No, no creo -rechazó la idea el chico, removiéndose en el sitio incómodo, -es mucho más fácil pillar a un grupo, siempre hay alguien que la acaba cagando.
Lily le miró reprobatoriamente ante el vocabulario empleado pero tuvo que admitir que era cierto.
- Tienes razón era solo una sugerencia -se mordió el labio nuevamente, sin saber lo que esto provocaba en su acompañante -creí que bueno... da igual está claro que no soy tan brillante ¿no? -Preguntó sin querer saber verdaderamente la respuesta del joven -es que no lo entiendo ¿cómo es alguien capaz de hacer aparecer cosas así de la nada, sin dejar rastros, ni pruebas, ni nada y en todo el colegio? Aunque fuera invisible, es imposible que lo haga una persona solo, tardaría horas y la gente vería los carteles moverse y tal, para cuando descubrieran unos aún no debería haber puesto los...
Pero se quedó callada repentinamente y sus ojos esmeralda se abrieron grandes, el chico la miró confuso.
- ¿No debería "qué" Evans?
- James dime ¿cómo es posible estar en más de un piso a la vez sin aparecerse, ser un grupo grande, tener ayuda o duplicarse?
El ignorando el brinco que dio su corazón al escuchar su nombre de los labios de la joven, le contestó.
- Es imposible, nadie puede hacerlo.
- ¡Exacto! Lo que quiere decir que 1) o no está solo... -el la miró dándole a entender que eso ya lo había descartado -ya, ya lo sé o 2) que no pone los carteles en ese momento.
Cuando iba a preguntar ¿cómo entonces aparecían los malditos carteles?, cayó en la cuenta.
- Claro -susurró -nadie le ha visto porque no lo ha hecho en ese momento y tampoco hay nadie que haya podido ser por faltar a clase u otras cosas, todo encaja.
- El no es el invisible, los carteles lo son. Estos deben permanecer imperceptibles hasta una hora señalada, y luego ¡bam! Aparezcan todos a la vez -contestó emocionada ella.
- Y debe hacerlo por las noches, cuando tiene más tiempo y nadie le puede ver porque no hay nadie por los pasillos...
- ¡Hechizos de invisibilidad temporal! -Gritaron los dos a la vez emocionados -entonces si debe existir algún patrón -continuó la pelirroja feliz con su hallazgo.
Desde que había vuelto a Hogwarts, apenas había tenido unos minutos para ella, allí donde iba todo el mundo quería saludarla, preguntarle cómo estaba o decirle lo mucho que la admiraban, pero ella solo quería un poco de tiempo para pensar. Desde aquel regalo de Navidad las cosas habían mejorado mucho, Marlene se apoyó en la caja como si esta tuviera verdaderos poderes mágicos sanadores, y la relación con su familia y su magia mejoraron favorablemente. Pero el volver a Hogwarts fue una cosa que aterraba a la joven, las cosas iban a mejor pero no sabía hasta qué punto y si era conveniente volver a sexto año cuando ahora había hechizos de primero que se le escapaban. Pero el primer día tuvo una charla con su director que apartó sus dudas, al menos temporalmente.
En esos momentos se encontraba en la torre de astronomía tranquilamente, mirando las estrellas y pensando en cómo habían sido las últimas semanas, por lo menos sabía que todo con sus amigas seguía igual. Sonrió ante esta idea, las chicas podían ser un poco cabezotas...
Escuchó un ruido que la alertó y sus ojos viajaron a la puerta por dónde entraba una chica con el uniforme verde perteneciente a slytherin, aunque ella nunca la había recién llegada entonces posó sus ojos en ella y se fijó que la torre ya estaba ocupada, pero no se movió de la puerta, se quedó ahí mirándola a ella.
Tenía el cabello negro brillante y ondulado, caía en perfectos bucles hasta la mitad de su espalda, no como los rizos indomables de Marlene. Su tez era bronceada de un color aceituna, poseía unos grandes y gatunos ojos color chocolate, rasgos típicos del mediterráneo y unos gruesos labios rosados. La rubia no pudo reprimir un escalofrío ante su mirada escrutadora, pero no dejó que lo notara.
- Lo siento -pronunció ella finalmente mientras avanzaba -no sabía que la torre estaba ocupada.
- No pasa nada -contestó Marlene, ninguna de las dos había roto aún el contacto visual.
- ¿Vienes mucho aquí? -Le preguntó ella, aunque su voz sonaba vacía de toda emoción Marlene notó el interés en su mirada -no te he visto nunca.
- No, es la primera vez -respondió un poco tajante.
- Ya veo.
Se quedaron en silencio la slytherin rompió finalmente el contacto visual y se acercó a la barandilla de la torre, inclinándose levemente sin llegar a estar en peligro por encima de esta, cerró sus ojos marrones y estiró los brazos a los lados de su cuerpo como si quisiera abarcar algo. Estuvo así durante mucho tiempo, mientras los ojos azules del águila la observaban con cierta fascinación y curiosidad ¿quién era esa slytherin tan peculiar?
- ¿Sabes? Es como volar -dijo la pelinegra repentinamente -estás elevado a cientos de metros del cielo, con el aire golpeando fría y duramente contra tu cara, y existe la posibilidad de caerte aunque sea mínima.
- ¿Por qué me cuentas esto? -El resentimiento en la voz de Marlene era claro.
- No sé -se encogió de hombros -supongo que porque me miras hacerlo.
La rubia noto como se sonrojaba escandalosamente.
- Es que es raro lo que haces -replicó a la defensiva.
- ¿No lo somos todos?
- No, creo... -añadió confundida.
Se quedó pensando en la frase de ella mientras el silencio volvía a llenar el espacio. En un principio Marlene pensó que se lo había dicho por su caída durante el partido contra Slytherin, pero la chica no parecía haberlo comentado con malicia. Y su siguiente pregunta había dejado a la ravenclaw desconcertada.
- ¿Qué tal tu cabeza? -Preguntó la chica sorprendiendo aún más a Marlene.
- ¿Por qué?
- Curiosidad supongo -replicó ella indiferente ante el tono mordaz.
- Mejor -añadió secamente.
- Me alegro.
- ¿Lo haces? -Había burla e ironía en sus palabras -serías la primera slytherin.
- Eso no es cierto -respondió la chica tranquilamente.
- ¿Ah no?
- No, Regulus Black se preocupa por ti -declaró la desconocida.
A Marlene la invadió la incomodidad.
- ¿Cómo sabes tú eso?
- Le conozco, va a mi curso y se nota -a la rubia el constante encogimiento de hombros e indiferencia de la chica la estaban empezando a molestar.
- ¿Sois amigos? -No recordaba haberla visto nunca con el hermano pequeño de Sirius.
- No - contestó firmemente y sin lugar a dudas - y vosotros ¿sois amigos desde niños?
- Bueno, amigos lo que se dice amigos no -contestó ella un poco insegura -pero nos conocemos de siempre, por nuestras familias aunque la mía se llevaba más con otro tipo...
- Claro los Mckinnon una de las familias sangre puras más influyentes -volvió a decir la slytherin.
- ¿Cómo sabes eso?
Marlene no creía conocer a la chica y por tanto haber hablado con ella antes, en Hogwarts no iban al mismo curso, estaban en distinta casa y ella no jugaba al quidditch estaba segura, además no recordaba conocerla de fuera de Hogwarts, ni siquiera de esos insidiosos y molestos bailes de la alta sociedad. Sin embargo la morena parecía saber de sobra quién era la ravenclaw, y esto no sabía cómo la hacía sentir.
- Mi familia también es sangre pura -declaró ella -aunque no pertenece a la aristocracia inglesa.
Por primera vez en la noche Marlene pudo distinguir una emoción en ella, había pronunciado la palabra aristocracia con un sarcasmo que destilaba enfado y hasta ¿odio?
- No parece gustarte ese término -indagó la rubia.
Los ojos oscuros de su interlocutora se clavaron con intensidad sobre ella.
- ¿A ti te gusta? -Evadió responder.
- No, -negó con la cabeza -además mi familia no cuenta, la única razón por la que nos invitan a los acontecimientos es por el dinero que poseen mis padres, pero somos unos parías entre las familias mágicas, traidores como lo son los Weasley, Bones y demás...
- Cierto, familias sangre pura que no tendrían inconveniente en dejar de serlo.
- Lo dices como si fuera algo malo -saltó a la defensiva la rubia.
Los ojos de la chica volvieron a clavarse sobre los de ella.
- No me juzgues, -dijo la chica -yo no he expuesto mi opinión estas presumiendo algo que no he dicho.
Marlene se quedó en silencio, tenía razón no había dicho nada, simplemente había remarcado un hecho conocido acerca de esas familias y su tono de voz como a lo largo de toda la conversación se había mantenido estático, neutro, solo una vez había desprendido emoción y al hacerlo esta no había apuntado a ningún tipo de desprecio en esa dirección.
- Lo siento, ha sido estúpido por mi parte asumir algo como eso -dijo finalmente.
- Lo ha sido -replicó encogiéndose de hombros la slytherin, enfadando a Marlene.
- Pero no me arrepiento -declaró la rubia molesta -no te conozco de nada, pero tu a mí si, sabes lo de mi accidente, el status de mi familia y parte de mi pasado y mi infancia, a pesar de que yo no te conozco. Además eres slytherin, que no seas amiga de Reg no dice nada de ti, menos cuando sabes cosas de su vida que no deberías saber si no eres su amiga.
Todo eso lo había dicho de manera rápida, directa y brusca, se había molestado tanto que hasta abandonó su sitio en el suelo.
- Pensé que eras diferente -respondió la slytherin sin demostrar ninguna emoción nuevamente.
- Que sepas cosas de mi, no significa que me conozcas -afirmó Marlene.
- No, pero te he visto hablar con las Meadowes, eres amiga de la pequeña y te llevas bien con la mayor a pesar de que esta sea slytherin.
- Es nuestra profesora, hay que tenerle respeto.
- No, tu no hablas con respeto -la rubia iba a cortarla enfurecida claro que ella respetaba a Dorcas -tienes confianza con ella, como si fuerais amigas y probablemente lo seáis, no se puede ser amiga de Pandora Meadowes sin llevarse bien con su hermana.
- Eso no lo sabes -replicó molesta, porque sabía que en el fondo tenía razón.
- Es algo obvio, a pesar de actuar con impasibilidad e indiferencia la profesora Meadowes ni puede controlar las emociones reflejadas en su mirada, nadie puede.
Con esas últimas palabras la slytherin se fue por donde había venido, dejando a Marlene total y completamente desconcertada. La rubia había ido a la torre de astronomía para despejarse y dejar su cabeza libre de todos los conflictos internos que tenía últimamente, pero ahora a sus dudas se había sumado una incógnita más ¿quién era esa slytherin?
Eran las doce y media de la noche y los merodeadores estaban agazapados detrás de una mesa en el aula inmediatamente pegada a la de encantamientos, la razón era que esa noche iban a pillar al culpable de toda la propaganda anti-muggle que había por el colegio. Estaban ya a mediados de mes y los cuatro habían pasado días estudiando como hacerlo hasta que dieron con un patrón, que a simple vista podría pasar desapercibido ya que parecía poco importante.
- ¿Oye estáis seguros de ese patrón del que habláis? -Gruñó Sirius -lo digo porque aquí no aparece nadie y se me está helando el culo desde hace media hora.
- No, -James hizo un serio esfuerzo por no rodar los ojos -ya lo hemos hablado es una posibilidad, pero no hay nada confirmado.
- Entonces no entiendo por qué tenemos que estar aquí.
- Cállate ya Sirius -exclamó Lupin -no haces más que quejarte y aquí todos estamos igual.
- ¡Ey que eso es parte de mi encanto natural Lunático!
- Tu no tienes encanto natural -se rió James.
- ¡Callaos todos! -Los tres se quedaron mudos en el acto -nos van a pillar, nos van a castigar y no habrá merecido la pena porque no hemos conseguido nada, así que cerrad el pico y dejaos de peleas absurdas -rara vez Peter saltaba o expresaba tan claramente su opinión frente a sus amigos.
Así que siempre que lo hacía era un poco sorprendente, lo bastante para mantener a Sirius callado unos segundos.
- Joder Colagusano -volvió a hablar el mayor de los Black -menudo genio.
El chico fulmino a Sirius con sus ojos chocolate, intimidándolo un poco, pero el ojigris no era una de esas personas que conociera la palabra precaución y ya estaba dispuesto a soltar alguna pulla cuando ocurrió.
- ¡Ey, hay movimiento, hay movimiento! -Exclamó feliz James.
Cortando sin saberlo la inminente discusión, pero su expresión de felicidad fue sustituida por una súbita palidez al leer el nombre que indicaba el cartel, Remus que estaba inmediatamente a su lado se percató pero los otros dos no, y se acercó para leer el nombre teniendo la misma reacción.
- ¿Y quién es Cornamenta? No llevamos desde octubre así para que no nos digas su nombre.
El prefecto y el capitán intercambiaron miradas de auxilio sin saber que hacer ¿acaso deberían decírselo? ¿Y qué pasaría entonces? No querían saberlo la verdad, pero tampoco querían no hacer nada. Sirius impaciente como era se levantó y se acercó a los dos para leer por encima de sus hombros el mapa, su rostro transmitió muchas emociones en un segundo, para finalmente empezar a colorearse y contraerse por la rabia al ver el nombre que salía de la sala común de slytherin.
- Regulus Arcturus Black -escupió el nombre de su hermano.
- ¿Qué? -Preguntó Peter asombrado -no, no puede ser tu hermano no haría algo así.
- Pues ya ves que sí.
- Pero es imposible él... -pero Peter no sabía qué decir.
- ¿Él qué? ¿No es como mis padres? -La voz de Sirius desprendía sarcasmo y dolor -después de Navidad pensé que tenía alguna esperanza, pero es como todos ellos un maldito mortífago.
- Estoy de acuerdo con Pete, -la voz de James surgió suave pero firme -no puede ser Regulus.
- James -intentó avisarle Remus ante la mirada del ojigris.
- Sirius, estoy seguro de que no es tu hermano, mira puede que sea un imbécil respecto a muchas cosas -hablaba con sus ojos fijos en su amigo -pero no es tonto, y esta propaganda lo que esta haciendo es estúpido. Piénsalo, no tiene ningún fin, no ayuda a Voldemort, al principio asustaba ahora se ha vuelto un poco ridículo y es un desperdicio, si le echaran por esto tu madre lo mataría. Si lo que dices es cierto y tu hermano de verdad es -hizo una pausa antes de seguir -si de veras es uno de ellos, un mortífago Voldemort no se arriesgaría así. ¿No crees?
- ¿Qué me estás diciendo James? -Pero no era una pregunta de verdad, su voz se había impregnado de tristeza -¿qué es mejor que sí sea mi hermano porque entonces pueda que no esté tan perdido como yo creía? O ¿qué si no lo es, es porque a pesar de pensar así mi madre prefiere que lo demuestre de otra forma? O tal vez te refieres a ¿que no es él quién hace eso porque su amo y señor no lo consentiría? ¿Cuál de todas esas opciones crees que prefiero James?
Los tres chicos se quedaron en silencio sin saber qué decir, ninguna de las posibilidades era alentadora, pero Potter no se iba a rendir.
- No, te estoy diciendo que no puede ser él. Que no lo juzgues tan rápido y guardes esperanza, porque tal vez podamos ayudarle.
El mapa había quedado abandonado en el suelo, y los dos chicos se miraban mitad retándose con la mirada, mitad apoyándose el uno en el otro como siempre.
- Chicos -habló Peter -no es Regulus -quién había tomado el mapa y lo estaba mirando ahora.
- ¿Estás seguro? -Inquirió Remus, no del todo seguro de querer la respuesta después del discurso de Sirius.
- Si, está en las cocinas, no ha salido de las mazmorras.
Sirius suspirando se dejó caer nuevamente en el suelo y James se puso a su lado apoyando una mano en su hombro en señal de hermandad.
- Parece que de lo único que es culpable Regulus es de tener el mismo estómago que tu Canuto -declaró sonriendo.
- Volvamos a vigilar -contestó este.
Media hora más tarde seguían sentados en el aula, pero desde que Regulus había aparecido en el mapa Sirius no había vuelto a abrir la boca ni siquiera cuando su hermano volvió a la sala común. James y él seguían manteniendo la misma postura, pero Peter y Remus habían comenzado un juego silencioso de cartas muggles un poco más allá. Un nuevo movimiento en el mapa hizo que el azabache, quién era el que lo volvía a tener, saliera de su letargo.
- Otra vez movimiento.
- ¿No es...? -preguntó dubitativo Sirius.
- No, es Hunter Wilkes un slytherin de quinto -contestó James.
- Bien entonces ¿qué hacemos?
Una vez supo que no era su hermano Sirius ya estaba más tranquilo y dispuesto a colaborar, todos escucharon atentamente el plan que el azabache había trazado dando sus opiniones y mejorándolo en algunas cosas cinco minutos más tarde ya estaban listos.
- Vale entonces cada uno sabe lo que tiene que hacer ¿no? -Se aseguró el azabache antes de dividirse.
- Si Cornamenta -contestó Remus -nos vemos en la sala común en treinta minutos.
Peter y él partieron rumbo al despacho de McGonagall mientras James y Sirius se dirigían a buscar a Wilkes, el azabache se puso la capa de invisibilidad mientras que Sirius se transformó en Canuto, todo acorde al plan.
Cuando llegaron al tercer piso escucharon el ruido de papeles volando por el aire y posteriormente oyeron una voz que lanzaba dos rápidos hechizos los cuales podrían confirmar o desmentir toda su teoría, el capitán del equipo de gryffindor prestó especial atención a esa parte agudizando el oído y así fue como su idea se confirmó, el uso de hechizos como "iungere laminas " y "arresto ut revelius", calzaban a la perfección con esta.
James bajo la capa se adelantó a Sirius que aún escondido tapado por la esquina esperaba una señal, el azabache vio como Wilkes sonreía satisfecho y una vez comprobó que su tarea estaba bien hecha se giró sobre sí mismo y fue rumbo a las escaleras que subían al cuarto piso, para seguir colocando más carteles en cada piso del colegio. Esa seguramente era la razón por la que había tardado tanto, estaba muy ocupado en el primer y segundo piso. Con la tripa revolviéndose del asco y la rabia reflejándose en cada célula de su piel, James extrajo una mano de la capa indicando a Canuto que lo siguiera, los dos adolescentes siguieron a Wilkes rápida, ágil y silenciosamente con la práctica única que dan años de travesuras, cuando el chico subió el primer tramo de las escaleras que llegaban al piso superior, el plan se puso en marcha.
En ese momento Sirius hizo su aparición en su forma de animago, pegando un salto sobrepasó con facilidad al chico y cayó justo enfrente de él, esto hizo que Wilkes se aterrara rápidamente y deshiciera corriendo los escalones que acababa de subir. Pero antes de poder terminar, de bajar los escalones se chocó contra una masa invisible, que con puntería lo mandó a aterrizar sobre uno de los escalones trucados, su pierna se quedó atascada y su varita había caído más allá haciendo imposible que pudiera utilizarla. El chico sollozaba aterrado mientras veía la masa negra acercarse a él tranquilamente, pero cuando el perro llegó ante él sólo le enseñó los dientes para continuar y después pararse a unos metros donde Welkins había chocado con algo. En el aire de repente apareció una mano de la nada, causando que nuevamente el chico se asustara, la mano sujetaba un trozo de papel que pegó en su frente, una vez la mano se aseguró que el slytherin no pudiera despejarla. Hunter escuchó cómo se alejaban unos pasos y vio al perro marchando contento junto a lo que suponía era la masa invisible.
Así llorando, atascado en un escalón mágico y con un cartel que explicaba todo pegado en su frente, fue como se lo encontró una McGonagall vestida con su pijama, una bata escocesa de cuadros rojos, y unas pantuflas, a la una y media de la madrugada.
James estaba de camino a su entrenamiento diario con Heather Jorkins, podía distinguir la figura de la morena a orillas del lago desde su sitio, cuando vio como otra figura pelirroja se alejaba de un grupo para acercarse a él. Como solo la había visto de refilón era consciente que ella no sabía que él había percibido su presencia, así que con sutileza el chico fijó sus ojos avellana en Heather y a paso acelerado se dirigió hacía ahí, decidido a no mantener otra conversación con esa chica en lo que restaba de año si podía ser.
Pero la gran figura de Hagrid se interpuso en su camino retrasando su empeño de llegar al lago antes de ser alcanzado por la chica. Potter estuvo a punto de esquivar al guardabosques pero la figura menuda, en comparación, que iba a su lado le hizo detenerse y observarlos antes de que estos se percataran de su presencia. Los rizos chocolate de su profesora se encontraban recogidos en un moño que dejaba caer algunos mechones de forma despreocupada, llevaba una túnica gris bastante abrigada que resaltaba contra su piel morena, sus ojos azules brillaban con intensidad mientras estaban fijos en Hagrid y gesticulaba airadamente.
- ¡James! -Exclamó el semi gigante dándose cuenta de su presencia, parecía un poco nervioso -¿qué tal muchacho? ¿No estarás pensando en meterte en líos o ir al bosque prohibido verdad?
- Hola Hagrid, profesora -saludo feliz al primero y asintió en dirección a la segunda -no qué va no te preocupes, he quedado con una amiga cerca del lago.
- ¡¿Amiga eh?! -Se rió el gigante, el azabache dibujó una sonrisa petulante sin querer ante la sugerencia implícita.
- Es raro verla por aquí profesora -cambio de tema el adolescente dirigiendo la conversación donde le interesaba con suspicacia -¿qué hace en los terrenos?
Ella sonrió ladinamente ante las preguntas del joven, pero no contestó al menos no con algo que le interesara.
- Creo que como pase mi tiempo libre no le concierne joven Potter -su sonrisa permanecía igual en su bella cara.
- Desde que empezó el curso Dee viene mucho a verme -dijo feliz el guardabosques, mientras despeinaba cariñosamente a la joven profesora.
Ella le sonrió dulcemente, a la vez que apartaba con delicadeza su gran mano y se acomodaba sus cabellos.
- No sabía que eran amigos... -dejó caer el azabache sorprendido ante la reacción de ella.
- Tenemos juntos un proyecto -replicó Meadowes, mientras Hagrid la miraba con cierto reproche.
Ahora la curiosidad de James Potter respecto a su profesora había aumentado, al igual que las dudas que se formaron en su cabeza a principios de curso, que como tantas otras cosas había aplazado ese año. ¿Qué era ese proyecto que se traían entre manos? Dumbledore tenía plena confianza en Hagrid así que dudaba que fuera nada malo, además el bonachón de Hagrid nunca haría nada malo, al menos no voluntariamente ¿acaso ella podría estar manipulando?
- Espero señor Potter que a pesar de quedar con sus "amigas" -la última palabra la dijo con sarcasmo -haya estado practicando los hechizos no verbales, como le informé a principios de curso pronto organizaré el torneo de duelos que le comenté.
- Por supuesto profesora.
- Dee ¡¿vas a hacer un torneo de duelos?! Que idea tan buena -se animó el semigigante.
A James le pareció que su profesora se sonrojaba levemente ante el cumplido, pero eso le sorprendió no parecía una persona que se dejará llevar fácilmente.
- Bueno señor Potter no le quitamos más de su tiempo.
Dicho eso los dos adultos se despidieron de él pasando por su lado y retomando su rumbo al castillo, si no se hubiera quedado unos segundos más parado analizando toda la situación podría haber evitado que cierta pelirroja que se había quedado a unos metros de él observando toda la interacción se acercara. Pero para cuando quiso moverse ya era tarde, y nuevamente no pudo esquivar una conversación imprevista.
- ¿Qué ha sido eso? -Susurró una voz curiosa a sus espaldas.
James se giró ligeramente para posar sus ojos avellanas en ella, la prefecta tenía sus ojos fijos en las dos figuras adultas que se alejaban.
- Nada -declaró firme.
Intentó retomar su camino al lago, donde Heather llevaba ya un rato esperándolo.
- Espera -reaccionó ella -quería hablar contigo unos segundos, por favor.
Fueron esas últimas palabras las que le hicieron asentir.
- Llevo un par de días intentándolo en verdad -declaró ella fijando su mirada esmeralda en la de él -¿sabes? El otro día no pude evitar escuchar una conversación entre varios de nuestros profesores.
- ¿Ah sí? No pudiste evitarlo, claro... -respondió él burlesco.
- Aha y al parecer todos alababan a nuestra jefa de casa por su impecable actuación a la hora de atrapar a Hunter Wilkens.
- ¿Hunter Wikens? -Demandó James con "inocente" curiosidad.
La pelirroja trató de reprimir una sonrisa.
- En efecto, Hunter Wilkens, el culpable de toda esa propaganda.
- Ah claro, -asintió él de manera convincente -si he oído acerca de esa hazaña, debo decir que me siento muy orgulloso de nuestra jefa de casa.
- Me lo imaginaba todo el colegio lo comenta -remarcó la prefecta -pero ¿sabes ?, yo también he oído varias cosas interesantes -dejó caer ella.
- ¿Cómo qué? -Preguntó el azabache con un brillo travieso en sus ojos.
- Pues por lo que escuché decir a la profesora McGonagall el otro día, lo que ella hizo no tuvo nada de meritorio.
- ¿Ah no? ¿Cómo puede ser eso?
A Lily le estaba costando mantener la compostura, ante la impecable actuación del joven, pero no había forma de que le engañara.
- Al parecer ella estaba durmiendo tranquilamente en su dormitorio cuando escuchó como alguien llamaba a su puerta -a cada frase que ella decía James fingía sorprenderse más -pero cuando abrió esta ya no había nadie, solo una nota en la que le decía que fuera al cuarto piso por el ala oeste. Y cuando llegó a las escaleras de dicho piso se encontró con un Hunter Wilkens atrapado en un escalón, llorando, con carteles de propaganda desparramados a su alrededor y una nota en la frente en la que ponía "culpable". ¿Qué te parece Potter?
- Pues una historia de lo más fascinante, no tenía ni idea de que los acontecimientos se habían desarrollado así.
Ahora la mirada de escepticismo e incredulidad estaba presente en la pelirroja.
- ¿Ah no? -preguntó mientras alzaba una de sus cejas, dándole un aspecto extremadamente provocador según cierto azabache.
- No -tragó saliva para poder centrar sus ideas ante esa mirada y ceja -como todos nosotros pensaba que nuestra amada Minie había llevado a cabo una heroicidad digna del verso.
- Por supuesto.
La prefecta no pudo evitar contener su risa contagiando a su acompañante, tras unos minutos riéndose los dos se quedaron en silencio mirándose, con la alegría brillando en sus pupilas y un sentimiento de comodidad instalado entre los dos, hasta que James se vio obligado a romperlo un poco molesto e incómodo.
- Bueno Evans debería irme -a Lily no le pasó desapercibido el uso de su apellido -Heather lleva un rato esperándome y no quiero darle una excusa para que se salte el entrenamiento.
- Claro -replicó ella, evitando que la pequeña frustración que acababa de sentir se trasluciera.
Vio como el azabache tras llevar una mano al pelo y desordenarlo, se despedía con un ligero gesto de la mano y se daba la vuelta rumbo al lago, pero no le dejó avanzar más de tres pasos cuando volvió a llamarle.
- Potter -el adolescente se giró con la curiosidad brillando en sus ojos avellanas -gracias.
El simplemente asintió antes de retomar su camino.
Hola queridos lectores espero que os haya gustado este capítulo.
Como habréis visto hay bastante interacción entre James y Lily aunque no falta la aparición de algún que otro personaje. Prometí intentar actualizar antes y lo he conseguido así que espero que os guste.
Ya sabéis corregidme, dejadme vuestras opiniones y demás como siempre, pero solo si queréis o veis fallos tochos.
Anyways, gracias a todos los que habéis leído, besos.
B.
