Aquí Ninja Britten 11 reportándose.
Uf, parece que traigo carne de cañón dura y es que este fic será súper diferente a lo que hago, pero como he dicho, a este punto ya no me importa.
La tradición en Japón es que normalmente una mujer no puede heredar cosas por sí sola, ya saben, cosas del machismo que vive Japón, pero no hablaremos de eso ya que me saldría mucho del tema.
Como se sabe según el diario de Umi, su madre heredó sola el dojo debido a que normalmente los hombres se encargaban de esto, pero al nacer casi siempre mujeres, pues esto se vio reflejado en que al final la madre de Umi se hizo cargo del dojo Sonoda, tiempo después conoció a su esposo y con él tuvieron a Umi.
Para esta ocasión, quiero dar una historia en donde a Umi le pasara algo similar, además de que lo más probable es que, como familia japonesa promedio, casen a su hija con alguien que consideren buen heredero.
ADVERTENCIA.Love Live! School Idol Project no me pertenecen, los créditos a Kimino Sakurako. Si no te gustan los fics con OC, te invito a que abandones esta historia y no quiero lloriqueos o amenazas ya que serán ignorados y borrados, ahórrate la humillación.
Sin más, comencemos…
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El papel de la mujer en la sociedad japonesa es diferente a como lo es en el occidente.
Normalmente, en la jerarquía alta japonesa, existe algo que se llamaba ley sálica en donde las mujeres no podían heredar algún puesto alto, siendo el más claro ejemplo, el caso del emperador.
No obstante, había familias que hacían la excepción y esa fue la familia Sonoda. Esta tenía un largo linaje de guerreros, aunque al final, como nacían muchas mujeres, entonces llegó a un punto en donde solo los yernos se hacían cargo.
La última heredera del dojo Sonoda lo heredó por sí sola, sin tener un hombre con ella como lo marcaba la tradición. No obstante, con el tiempo conoció a su marido el cual adoptó el apellido Sonoda y de ahí, tuvieron a sus dos hijas.
La mayor de ellas se mudó al cumplir la mayoría de edad, sin embargo, la menor fue la que tomó el rol de heredera, la cual respondía al nombre de Umi.
La peli azul creció muy fuerte y era una experta en artes marciales, así como danza japonesa y otras actividades del país del Sol Naciente.
Pero como se ha dicho, muchas familias de esta rama normalmente consiguen una persona para que sea pareja de la siguiente heredera.
Aunque no parecía el caso de Umi, la cosa cambiaría.
Un nuevo estudiante llegó al dojo Sonoda, este poseía el cabello rojizo y los ojos del mismo color, siendo este el hijo de un amigo de la familia, más específico, del padre de Umi.
El chico entró como principiante, pero rápidamente se hizo de un lugar como uno de los estudiantes que más progresaban.
Pero tanto él como Umi no habían convivido en nada, pero al final, se dio la oportunidad.
Un fin de semana, el peli rojizo, de nombre Sugata Sanshiro, llegó con el padre de la peli azul para seguir practicando judo, un arte marcial la cual había sido su favorita.
No obstante, el chico se encontraría con la hija de su maestro y el verla, lo dejó cautivado por su belleza.
Su cabello azul ondeando con el viento lo hacía ver como un océano que emanaba belleza.
Sus ojos avellana eran como ver dos pedazos de oro que brillaban muy fuerte.
Los movimientos que hacía Umi daban a entender que era alguien que ya contaba con experiencia en artes marciales. Umi se encontraba practicando con el shinai cuando sintió la mirada del chico.
- ¿Ocurre algo?
- Oh, lamento si interrumpí su entrenamiento, estoy esperando al Sensei para que me siga entrenando.
- Entiendo, perdón si no me presenté, soy Sonoda Umi.
- Sugata Sanshiro, un gusto – ahí fue donde la peli azul lo reconoció.
- Ya di contigo, eres el estudiante que ha sobresalido bastante, he escuchado a papá hablar de ti, realmente has progresado.
- Digamos que algo, solo que ya practicaba un poco las artes marciales, además de que me gustan las series del Japón del Periodo Edo.
- Te entiendo, entonces creo que te irá bien.
- Sugata, ¿estás listo? – el padre de Umi apareció a lo que el chico asintió.
- Sí, estoy listo Sensei.
Los dos hombres fueron hacia el dojo en donde comenzarían a entrenar. El peli rojizo seguía mejorando bastante en varios aspectos del judo, eso lo notaba el señor Sonoda.
En un enfrentamiento, el hombre lo tomó del brazo, pero rápidamente Sanshiro comprendió que iba a hacer, por lo que logró inmovilizar el movimiento que iba a hacer.
Aunque igual, la experiencia de su Sensei lo terminó venciendo por lo que el peli rojizo no hizo otra cosa que solo arrodillarse frente a su maestro.
- He perdido Sensei.
- Ha sido un gran enfrentamiento Sugata, pero has sabido poder hacerte más fuerte y tengo que decir que eres el estudiante que más progresa.
- Le agradezco mucho sus palabras Sensei.
- Una cosa más, ¿Qué dices de mi hija?
- ¿De su hija? – el chico preguntó confundido.
- Sí, ¿a poco no es linda? – el joven se quedó en silencio por eso y analizó un poco. Umi era una belleza de cabello azul que cualquier quisiera tener como pareja, pero él creía que no sería alguien a nivel de Umi.
Ella podría tener otra persona que amar y ser junto a ella la heredera del dojo Sonoda, aun así, si podía tener oportunidad, lo haría.
- Me parece una linda chica, digno de ser su hija, Sensei.
Cabe decir que esta no fue la única vez que tanto Umi como Sanshiro convivirían ya que debido a su forma de ser, ambos con el tiempo se dieron cuenta que poseían más cosas en común.
Un día, Umi lo encontró practicando arquería, no obstante, esta notó como el chico tenía una posición no muy correcta para lanzar.
- Siento que me hace falta práctica – susurró Sanshiro.
- Sugata-san, no estás lanzando de una forma correcta – la peli azul se acercó a él indicándole que tenía que hacer.
Sanshiro se quedó callado y solo siguió las indicaciones de la hija de su maestro, este le hacía caso en todo lo que le decía.
Así fue como el peli rojizo siguió adelante entrenando junto con Umi y su padre, pero sus ratos libres en el dojo, la pasaba con Umi.
La musa peli azul estaba encantada de tener a alguien con quien entrenar y así fue como una amistad se fue formando entre ambos chicos.
Sanshiro recordó las palabras de su maestro las cuales le decía sobre qué opinaba sobre su hija, ahora parecía que eso le daba en la cabeza.
Y eso le afectó bastante.
Para él, el tema de Umi se volvió algo más fuerte para él ya que enseguida dejó de verla como la hija de su maestro o a su amiga, sentimientos comenzaron a nacer dentro de él.
Sentimientos que consideró prohibidos.
¿Cómo iba a decirle a su maestro que se estaba enamorando de su hija?
¿Qué iba a decir Umi de eso?
¿Acaso las cosas iban a cambiar si le decía eso?
- Sagata-san – la peli azul fue hacia él, este dio un pequeño brinco al escuchar su apellido – perdón, ¿te asusté?
- Sonoda-san, no, no fue nada, solo estaba concentrado pensando en algo.
- ¿Puedo saber qué?
- Pues… es mejor que no – susurró este mirando al vacío ya que sentía que no podía decirle que tenía sentimientos por ella.
A pesar de eso, la relación de amistad que tenían ambas no cambió y ese lazo se hizo más fuerte hasta el punto en que Umi también comenzó a desarrollar esos sentimientos por el chico.
Siendo la chica que era, el pensamiento que llegó a ella fue que era algo indecente, que no tenía edad para enamorarse y muchas cosas más, sin embargo, su madre le decía que a su edad pensaba lo mismo y con el tiempo, conoció a su padre y juntos formaron una familia, teniéndola a ella y a su hermana mayor.
Y llegó el 15 de marzo.
Era el cumpleaños de la heredera del dojo Sonoda.
Sanshiro se dio cuenta de esto y desde días antes buscó un regalo para su amiga, encontrando algo que le podría gustar, aunque igual tenía otra cosa que decirle.
La fiesta que tuvo Umi con sus amigas fue bastante buena, sus mejores amigas Honoka y Kotori junto con otras chicas celebraron por lo alto eso. El peli rojizo esperó a que las cosas bajaran un poco porque quería tener un momento a solas con la peli azul.
Y así fue.
- Sonoda-san – el joven le entregó una cajita a la arquera – feliz cumpleaños.
- Gracias – susurró. Al abrir la caja, notó su regalo el cual era un collar con un dije en forma de un arco y flecha, esto en color dorado – esto es…
- Eres una excelente arquera, y bueno, es una forma de decirte que ojalá cumplas más años y que quiero estar más cerca de ti – eso último sorprendió a Umi que la sonrojó.
- ¿Q-Que has dicho?
- Q-Que te quiero, Sonoda-san – Sanshiro se quedó en silencio un momento, posiblemente esto definiría su amistad.
Solo se escuchaba el aire soplando por las campanillas de viento. El peli rojizo sentía que el corazón le iba a estallar por la respuesta que le fuera a dar la arquera.
Luego de unos momentos después de estar así, Umi por fin rompió el silencio dirigiéndose hacia el chico.
- No esperé que llegaría el momento en que podría pasar por esto – la oji avellana susurraba para levantar su mirada – no puedo mentir… pensé que enamorarme era algo indecente.
- ¿Indecente?
- S-Sí, pero mi padre confía en ti, el tiempo que te he conocido me he dado cuenta porque es así y bueno… acepto tus sentimientos.
- Ya veo… gracias – los dos sonrieron, pero lo que no sabían es que el padre de Umi los veía escondido y en su rostro, estaba dibujada una sonrisa.
- Supongo que no será necesario comprometerlos mediante protocolo, ellos solos lo han hecho – el señor Sonoda se fue de ahí, le informaría de esto a su amigo y padre de Sanshiro.
Ni que decir de cuando Honoka y Kotori se enteraron, así como el resto de sus amigas; la peli azul fue molestada debido a eso, aunque no por eso, se encontraba avergonzada de su relación.
