Ni perfil bajo ni puñetas. Yo quería el papel protagonista de la película de Miya, y tenía toda la puñetera intención de pedirlo.

Estaba harto de que todo el mundo me tratara como a una niña pequeña.

Le pedí el teléfono de Miya Atsumu a mi agente y le dije que quería hablar con él de las condiciones que me ofrecía para el papel.

Lejos de dármelo, me concertó una cita con él. Así que aquel miércoles tenía agendado un café con un director guapo al que dejarle claro que yo no aceptaba papeles secundarios.

Miya estaba residiendo en Yokohama, tenía un estudio enorme cerca del Puerto. Cuando llegué estaba moliendo café que el mismo había tostado. Era de esa clase de tipos que prefería tardar más en preparar el café pero que tuviera mejor sabor. Así que para irritarle un poquito le pedí que sirviera mi café con leche de soja.

–Hay gente guapa con mal gusto – Le oí murmurar sin cortarse un pelo.

Ya sabía que era así, por eso no podía dejar que fuera mi agente quien se encargará de aquella conversación. Komi había trabajado con él en una producción documental en Vietnam y me había informado previamente como tratarle. Aunque las instrucciones de Komi no me acaban de agradar y sinceramente me planté la opción seducción mezclada con un poco de mucho menosprecio. Sí, el chico había dicho que yo era guapo y a mi él también me lo parecía.

Todo aquello podía defenderlo yo mejor que mi agente.

Entendámoslo, mi agente era bueno, sí, el mejor si cabe, pero defendía mis intereses económicos y no artísticos. Yo estaba dispuesto a crecer, quería sanar mi autoestima de una vez por todas y destacar por quien yo era. No podía limitarme a hacer dinero, tenía que brillar.

–Entonces ¿quieres negociar el papel de reparto que te ofrecí? – preguntó mientras ponía la cafetera a calentar y preparaba un poco de leche de soja para mí.

– No, quiero un papel de desarrollo – le miré fijamente. Me gustaba su forma natural de ser, iba en chándal y así mismo se presentaba a veces a las galas de premios, era una lástima porque con traje estaría para comérselo.

La cafetera italiana empezó a hacer su ruido infernal y él se giró para controlar que el café estuviera en buen estado.

Las formas de su cuerpo se intuían en aquella ropa de algodón, cuidaba su cuerpo y hacia deporte, se notaba por su complexión atlética. Su mirada era traviesa, pero transmitía seguridad. Seguramente aquel tipo se tomaba la vida como un juego y no tenía miedo a nada. Me daba envida, y es que le deseaba de un modo visceral. Lo sentía de un modo muy vivido y me estaba costando reprimirme. Pero no, no estaba allí por asuntos personales, aunque sí me estaba divirtiendo. Traté de fijarme en otra cosa, si seguía mirándole aquello no se parecería a trabajar.

La planta del estudio era grande, pero en un solo ambiente tenía despacho, cocina, comedor y cama.

–El personaje principal es un tipo feo y con el alma rota, no sé si Oikawa Tooru encajaría en ese papel – se sentó delante de mí y me miró con fijeza.

El 90% de aquella conversación se desarrollaba con miradas y era complicado porque se podía tocar la puñetera tensión sexual entre él y yo. Porque no era solo yo quien se sentía de aquel modo. Se mordió el labio inferior, como si aquel gesto Le ayudará a pensar, pero me pareció más una provocación.

–Oikawa Tooru puede hacer cualquier papel – si tú supieras Miya-San que me han roto el corazón tanto y tan fuerte que ni me acuerdo que mi cara esta esculpida por los mismos dioses hasta que no me miro al espejo y aun así a veces lo dudo.

Estábamos sentados en una mesa de escritorio de metal negro. Había algunos papeles desorganizado sobre esta que él apartó para colocar dos tazas, una pequeña para él y una mediana con leche para mí.

Me sirvió el café y tomé la taza entre mis manos mientras el devolvía la cafetera italiana al fogón. Intenté centrarme en el calor que desprendía, el aroma del café y las sensaciones del presente. Me acaba de lanzar una mirada irresistible. Sus ojos oscuros eran casi hipnotizates. Él sabía que me parecía atractivo y usaba aquello para distraerme. Mi impulso era dejar el café y empujarlo contra la pared más próxima.

Le miré sacar un manojo de folios del debajo de la mesa.

–Tendría que afearte, ponerte gafas y tendrías que leer todo esto para comprender al personaje – dijo acercándome aquellos papeles que debían ser el guión –. Además que no tendría intención de pagarte lo que vale tu caché ahora que ha aumentado con tu último galardón...

Si poníamos en una escala que valoraba más, si mis ganancias o las oportunidades... Económicamente significaban lo mismo. Iban de la mano lo mirase por donde lo mirase. Pensé en el amigo de Komi que había visto mi peli 7 veces. Yo me merecía el dinero y la actuación.

–¿A pesar de saber que recaudarías más en taquilla si yo fuera principal? –la miradita lasciva se la eché yo en aquel momento le hizo reaccionar. Desafortunadamente no como a mí me hubiera gustado.

Lanzó un suspiro y ladeó con la cabeza.

–Mi idea era que no pasara por cines, pensaba que sería una producción de plataforma online...

Arquee las cejas ¿Decía aquello para desanimarme? Él me había reclamado a mí a través de mi agente y ahora trataba de disuadirme ¿Qué era lo que buscaba? Parecía como si se hubiera inventado que yo podía salir en aquella peli únicamente para que fuera a aquel estudio. Pensé "No, Bakakawa, que tonterías tienes".

–Vale, déjame leer el guión y tomo la decisión sobre el papel – pensé aquello fríamente. Me pagarían menos, no tendría las mismas opciones de premios. No era lo que me habían hecho creer pero si el guión merecía la pena y el desarrollo del personaje era bueno, seguía queriéndolo para mí.

Coloqué la mano sobre el guión y lo acerqué hacia mí.

"Ainori story" leí y la mano de Miya se puso encima de la mía. Levante la mirada y la clave sobre la suya.

Esos instantes que parecen años justo antes de que empezara a aproximarse. Y sólo necesite ver ese punto para levantarme de la silla y besarle.

Tan solo aquel gesto había acabado de excitarme para que me importara una mierda toda aquella historia. Película, ser actor, existencia.

Noté su lengua contra mi boca y su mano rodeando mi cintura. Había dado la vuelta a la mesa y me empujó sobre la mesa, tirando su cuerpo encima del mío. Sentí el contacto de la superficie fría sobre mi piel.

Escuche la taza de café caerse al suelo y romperse, pero era algo que ocurría en una realidad alternativa que tocaba con la que yo experimentaba.

Noté sus manos luchando por desabrochar mi cinturón, así que se las aparté y lo desabroché yo mismo. Sus labios se pusieron en mi cuello, besando me despacio mientras yo bajaba sus pantalones. Podía notar su pene duro apoyándose contra mi cuerpo.

Él se apartó por un segundo y se quitó la camiseta quedándose completamente desnudo frente a mí. Me incorporé en la mesa desabrochando los botones de mi camisa lo más rápido que podía, aquel bruto seguro le importaba muy poco romperlos.

Me dio tiempo a mirarle de reojo cuando volvió a invadir mi espacio con su cuerpo. Me gustaba su boca, así que acaricien sus labios a su intento de volver a besarme. Deslizó su boca desde mi mano por mi brazo mientras yo le rodeaba con las piernas y le hacía girarse. No tenía costumbre de ser pasivo, no lo había sido con Bokuto y no lo tenía la intención de serlo con Miya.

Con mi mano libre saqué un preservativo de la cartera, lo abrí y me lo puse.

Miya Atsumu jadeaba, una de sus manos seguía agarrando mi brazo pero se masturbaba con la otra en aquel preámbulo mientras yo me preparaba.

Una de mis piernas se apoyó sobre la silla que teníamos delante, mientras que la otra se sustentaba en el suelo para ayudarme a mantener el equilibrio. En aquel momento le penetre y sentí su jadeo intensificarse.

Dejé llevar mi cuerpo rítmicamente, pasando mi brazo por debajo del suyo y sujetando su cuerpo contra el mío mientras le embestía.

Sentía como mi sangre bombeaba por todo mi cuerpo con fuerza a la par que la sensación de placer se exacerbaba a cada movimiento. Dejé de percibir a Miya como ser independiente a mí, sino más bien como un complemento de mi cuerpo, trataba de aguantar mi orgasmo que poco a poco llamaba a la puerta de mi cerebro.

Un gemido suave salió de su boca y noté como dejaba de ejercer fuerza contra mí. Se había corrido. Dejé de sostener mi propio placer y finalmente me corrí también, sintiendo la relajación de todos mis músculos tas la tensión sostenida.

Llevaba mucho tiempo sin hacer algo así, tan impetuoso, no calculado y me sentía bien.

Me senté sobre la mesa de metal y me quité el preservativo lanzándolo en la basura. Mi respiración aún estaba un poco agitada. Le observé recoger su ropa del suelo, aquel tipo era un regalo para la vista. Quizá su estilo era un poco barriobajero pero me gustaba.

Recogí también mi ropa y me empecé a vestir.

–Voy a ir a la ducha – dijo señalando me el único cuarto que estaba aislado en aquel estudio–. Si quieres puedes empezar a leerte el guión mientras esperas.

Miré el guión, estaba totalmente manchado de café.

–Me hará falta otra copia – se lo enseñé mientras lo levantaba de la mesa. Me reí con la naturalidad de una persona que hacía aquello cada día de su vida.

Se acercó al ordenador y mandó imprimir otro antes de irse al baño.

Las últimas veces que me había acostado con alguien me había sentido mal, casi incómodo o inapropiado ¿Tenía que ver con mis miedos? Probablemente, pero en aquel momento no me sentía asustado.

Cuando salió de la ducha, apenas llevaba un albornoz. Recogió la copia del guión, la puso en una carpeta y me la entregó.

–Piensa bien en si quieres trabajar conmigo – dijo y me guiñó un ojo–. Ya has visto que tiene incentivos.

Me molestó aquel comentario ¿no podía separar el placer del trabajo?

–A no, yo no me prostituyo – Le dije sin cortarme. Si trabaja con él aquello podía volver a pasar, sí, pero no sería una dinámica – ¿Tu si Miya-san?

Su cara se puso roja, ¿de vergüenza o de iría? A quién demonios le importaba.

Me fui de allí con tranquilidad para leer el guión y decidir qué papel quería hacer. Porque me daría el que yo quisiera, y lo sabía.

NA: Sigo de baja laboral, tengo escrito ya hasta el capitulo 20 y continuo... Como no vuelva ya al trabajo voy a saltar por el balcón.