La enorme nave atracó en los muelles escondidos bajo tierra una vez más. Necesitaba reparación y mantenimiento, y no contaban con el equipo necesario para repararla en la atmósfera. Además, así podrían tomarse unos días de descanso. Aunque no para Miraj y los encargados de la administración, pues ahora había una enorme cantidad de refugiados twi'lek que debían ser atendidos y ubicados.
Las enorme compuertas de la Munificent se abrieron mientras se desplegaba la gigantesca rampa de aterrizaje hacia el suelo del hangar. Inmediatamente, cientos de asistentes del Oasis se apresuraron a atender a los heridos y necesitados, pues la nave no tenía un buen hospital en su interior, y muchas de las heridas de combate y problemas de salud de los refugiados no pudieron ser atendidos. Y mientras la peligrosa marea de seres orgánicos iba y venía, sobre la plataforma del hangar, una pequeña neelvaniana esperaba impaciente junto a un droide B2, a un lurmen y una zygerriana, la cual cargaba una pequeña criatura entre sus brazos.
Entonces lo vió, descendiendo por la rampa de la Munificent, Ícaro aún daba órdenes precisas a todos para ayudar a los refugiados. Ya fuese orgánicos o droides, todos obedecía a su mandato sin dudar. La pequeña corrió y corrió hasta su encuentro, evadiendo a los cientos de transeuntes que corrían o caminaban en todas direcciones.
Tova: - ¡Papá! -
Su voz sacudió al droides al instante. Ícaro se dió la vuelta y pudo identificar a la pequeña criatura de piel azul que se acercaba con prisa. Su núcleo ardió con euforia en su interior, y su cuerpo mecánico se agachó para recibirla con los brazos abiertos. Toba saltó hacia su pecho metálico y lo abrazó con fuerza, con una risa tan intensa que aquellos que estaban cerca no pudieron evitar voltear la cabeza para ver la escena con cariñó. Ícaro no decía nada, pero si fuese capaz de reir seguro también reiría con fuerza.
Tova: - Volviste. -
Ícaro: - Dije que volvería. -
Pero su momento de felicidad debía seguir mas tarde, pues aún había mucho que hacer y a muchos refugiados que atender. Curiosamente, Tova saltó de los brazos del droides y se apresuró a ayudar a una familia de twi'lek cercana que parecía algo desorientada. Verla hizo que el núcleo de Ícaro palpitara un poco, llenándolo de una sensación que los orgánicos clasificarían como: orgullo.
Una vez todos los orgánicos habían sido atendidos y los miles de droides de combates comenzaron a desembarcar para darles mantenimiento, Ícaro, junto a Mirana y Bly, se acercaron a la pareja que esperaba por su tiempo.
Wag Too: - Ja ja. Mira lo que trajo el hiperespacio. Amigo que bueno verte. - El lurmen se apresuró y abrazó al droide.
Ícaro: - También me alegro de verte, amigo. -
Bly: - Bueno... parece que no se alegra de vernos a nosotros. ¿No lo crees, Mirana? - Dijo con intensiones de mortificar.
Wag Too: - No seas dramático. Claro que me alegro de verlos. - Pero Mirana estaba más atenta a otra cosa.
Mirana: - Oh no puede ser... ¿Eso es...? - Preguntó estupefacta señalando el bulto envuelto en mantas que tenía Miraj en las manos.
Miraj: - Así es. -
Miraj movió un poco el bulto, revelando una hermosa carita que era el vivo reflejo de su madre, pero con la tonalidad de pelaje de su padre. Un híbrido entre zygerriana y lurmen, pero se notaba que los genes de Miraj eran mas fuertes, al menos en el aspecto físico, pues sus ojos tenían esa clásica coloración negra con iris amarillos, y una mentón no tan redondeado como el de los lurmen. Lo curioso era que tenía cola, algo que los zygerianos habían perdido miles de generaciones atrás.
Miraj: - Di hola... pequeña Sasha. -
Mirana y Bly si no tuvieron miedo en acercarse y verla de cerca, pero por algún motivo la pequeña cachorra se asustó al verlos tan de cerca y comenzó a llorar. Y no era para menos, tanto el clon como la humana eran algo impulsivos, y esto claramente asustó a la pequeña que apenas tenía una semanas de nacida, pero sus ojos ya comenzaban a curiosear por el mundo.
Miraj trató de calmar a su hija lo mejor que pudo, pero no era sencillo. Y no era para menos, pues el ojo protésico de Mirana y el casco clon si daban algo de miedo. Wag Too se acercó de inmediato y comenzó a hacerle monería ara intentar calmarla, pero nada funcionaban. Entonces, como si supiera lo que estaba haciendo, Ícaro dio un paso al frente y se acercó al origen del llanto. Si acercar su arrostro, extendió su mano lentamente hacia la pequeña, estirando uno de sus dos dedos hacia sus pequeñas manos. La infante sorprendentemente agarró el dedo metálico y lo apretó con la fuerza que podía tener alguien de esa edad, y poco a poco se fue calmando hasta quedar profundamente dormida.
Todo miraban atónitos lo sucedido, e incluso les costaba trabajo creer que fuese posible. Menos mal que eran cuatro, sino no creerían la historia si tuviesen que escuchar de boca de alguien más. Ícaro no decía nada, solo miraba con curiosidad a la pequeña criatura que se aferraba de su dedo. Computando en lo maravilloso que era la vida, y a la vez, lo compleja que era.
La escena no se extendió mucho, pues había mucho que hacer y preparar. A pesar de su estado, Miraj estuvo a la cabeza de las operaciones para acomodar a los refugiados twi'lek. Esta vez ya tenían muchas viviendas listas, pues la experiencia de Felucia les enseño mucho, y les mostró el hecho que esta Rebelión apenas estaba comenzado. Pero de todos los altos cargos, había uno que no estaba haciendo lo que debía.
Numa: - Wao... Esto es increíble. -
Boil: - No es mucho. Pero será de ayuda. -
El comandante clon le estaba mostrando personalmente su residencia a Numa, la cual iba a compartir con sus amigos, los twi'lek Lubo y Tronda.
Numa: - Es perfecto. ¿No lo creen chicos? -
Lubo: - Es enorme... Y tenemos nuestras propias habitaciones. -
Boil: - Por supuesto. Algo de privacidad seguro les será de agrado.
Numa: - Mmmm. Ya nos da igual la verdad. Cuando estas en la rebelión no tienes mucho tiempo para ti misma.
Tronda: - Aún así es necesario. Una señorita debe tener su espacio propio. -
Numa: - Si, si. -
Boil: - Bueno. Aquí estarán por un tiempo. Así que pónganse cómodos. -
Numa: - ¿Qué? ¿Ya te ves? -
Boil: - Si. Debo retirarme por ahora. No me he presentado con el general y eso no es... -
Ícaro: - Valla, pensaba que no quería verme. -
Boil: - ¡General Ícaro! - Exclamó sorprendido.
Todos se dieron la vuelta del asombro, observando atónitos al enorme superdroide táctico que estaba parado frente a la puerta de la habitación. Aunque todos por motivos diferente. Boil se cuadró en pose militar sabiendo que había cometido una infracción al no reportarse a su superior, pero estaba tan emocionado con su reencuentro con Numa que lo había pasado por alto.
Los twi'lek jóvenes estaban algo preocupados. Aún tenía ese espantoso recuerdo de cuando el ejército droide de la Alianza Separatista atacó su mundo Ryloth. Día en que Numa perdió a sus dos padres y su hogar. Lubo se mantenía alerta y preocupado, pero no con el terror que emanaban los ojos de su amiga. Tronda en cambio, a pesar de ser ciega, sus ojos apuntaban hacia el droide con algo de curiosidad.
Ícaro: - Comandante Boil, aún estoy esperando su informe de lo sucedido en la ciudad capital de Ryloth. -
Boil: - Si señor. Lo siento, señor. No volverá a ocurrir. -
Ícaro: - Descanse, comandante. Esto no es una corte marcial. - Entonces fue que Boil se permitió volver a respirar tranquilo.
Tronda: - MMMM. Extraño. - Dijo la anciana que hasta ahora se había mantenido en silencio.
Ícaro: - ¿Comandante? -
Boil: - Oh. Mis disculpas, general. Ellos son Numa, Lubo y Tronda. -
Ícaro: - ¿Numa? - Preguntó asombrado mientras miraba a la joven twi'lek.
Boil: - Si, señor. -
Ícaro: - Entiendo... Comandante Boil, cuando termine valla a verme a mi despacho. - (Si es que a ese oscuro lugar donde se conectaba podría llamársele despacho)
Para Ícaro no era secreto el pasado de Boil y su hermano fallecido Waxer y su historia con Numa, la pequeña twi'lek con la que lucharon junto para superara las dificultades en una escaramuza en Ryloth seis años en el pasado. Basto escuchar el nombre para que el droide entendiese lo que sucedía y el porque Boil actuaba tan distraído. Así que simplemente se dió la vuelta y se fue, permitiéndole tener algún tiempo juntos antes de cualquier cosa. Después de todo... Un simple reporte no era tan importante.
Tronda: - Un extraño ser, sin lugar a dudas. -
Boil: - ¿Habla del comandante Ícaro? -
Tronda: - El mismo... Hay algo extraño en él... algo... vivo. -
Lubo: - ¿De qué estas hablando? Es un droide. -
Tronda: - ¿Crees que él sea solo eso? ¿Un simple droide? -
Lubo: - Yo... -
La voz se disipó y con razón. A sus ojos Ícaro no era más que un montón de piezas metálicas y circuitos, pero era más que claro que no era así. Había algo más en ese droide... algo... demasiado orgánico para parecer real.
Boil conocía ese sentimiento. Lo sentía día a día junto a su general. Definitivamente era diferente a su antiguo general Obi-Wan Kenobi, pero podía reconocer que Ícaro era más que simple metal. Él mismo había luchado contra incontables droides, incluso a encarado otros droides con inteligencia propia, pero nunca con algo similar a lo que llamar emociones. Muchos misterios sin lugar a duda.
Y para ser muestra de esto, los planes de Ícaro de analizar todos los datos de la batalla tuvieron que ser postergados cuando fue interseptado por la pequeña Tova y un grupo de niños contemporáneos a ella. Menuda sorpresa se llevaron los nuevos inquilinos twi'lek cuando vieron al superdroide táctico y a un imponente droide B2 jugando con los niños como si fueran los adultos a cargos de un jardín de infantes. Para la mayoría era inconcebible, aunque ya para los residentes del Oasis estas escena era bastante común. Mucho más ver a la pequeña nelvaaniana dormida ser cargada entre los brazos del droides hacia su habitación. ¿Cómo podía algo hecho de metal estar tan... vivo?
La mañana siguiente si fue algo ajetreada. Cientos de informes por ser procesados, así como la cantidad de unidades perdidas en el asalto a Ryloth y los remplazos disponible. Ícaro debía analizar toda esta información en conjunto a la supercomputadora de su despacho. Todo mientras recibía los incontables informes y reportes de todas las zonas del Oasis. Pero su apresurado y arduo trabajo fue interrumpido por el sonido de alguien llamando a la puerta. Y menuda sorpresa se llevó el droide al ver de quien se trataba.
Ícaro: - Señora Tronda. Que sorpresa verla aquí. ¿Está sola? -
El hecho que una invidente hubiese llegado hasta allí sin un acompañante hacía desconfiar bastante al droide, pero cuando se fijó bien en sus ojos, podía notar las pupilas completamente blancas. Además, Tronda no lo miró al rostro cuando escuchó su voz. Ella lo miraba directamente al pecho, exactamente en el lugar donde estaba ubicado su núcleo.
Tronda: - General Ícaro. Si no le es mucha molestia, hay algo que me gustaría hablar con usted. -
