Solamente Amigos
Shouji era el mayor idiota del mundo, pero jamás lo admitiría en voz alta.
.
.
.
Cuando Shouji conoció a Nana, quedó totalmente embobado. No podía quitarle los ojos de encima a la pequeña y frágil chica que había entrado al salón de esa escuela de artes a la que había decidido asistir por mero impulso.
Unos mechones cortos de color castaño claro enmarcaban el fino rostro de su compañera de clases. Brillantes. Recuerda que pensó al notar el brillo en sus preciosos ojos, la curiosidad, la chispa que los llenaban lo cautivo inmediatamente.
¿Cómo alguien podía ser tan perfecta? Se cuestiono mientras miraba su figura.
Casi por inercia, se levantó de su asiento y se dirigió a la muchacha. ¿Qué estoy haciendo? Se pregunto alarmado, pensaría que era un total idiota. No la conocía de nada, y sin embargo ahí iba directo a hablarle. Maldito impulso de idiotez.
Por poco suspira aliviado al darse cuenta de la presencia de la alta muchacha que le hacía compañía a la pequeña chica. ¡Era una vieja amiga de su época de preparatoria! Shouji podría llorar de felicidad, sin duda tenía aliados en el cielo porque se acababa de salvar de una humillación.
– Junko! – La saludo, se aseguró de disimular los nervios en su voz. La linda chica lo miraba con curiosidad. Pero Shouji fingió no darse cuenta de su presencia, sabía que a las chicas les gustaban los hombres relajados.
Quería causar una gran impresión.
Gracias a Junko logro conocerla, nunca podría olvidar lo hermosa que lucía ese día.
– Soy Nana Komatsu – Le saludo mientras le regalaba una brillante sonrisa.
Shouji sonrió. Nana era un lindo nombre. Ella era una linda chica, que con una simple sonrisa le robo su corazón.
…
El reemplazo de Junko. Así lo había bautizado Nana.
Llevaban un tiempo siendo – solamente – amigos, Nana había sido clara de que entre ambos solamente existía una relación de amistad. Incluso en varias ocasiones le había mencionado que para ella Shouji ni siquiera era un hombre.
Y eso sí que había sido un golpe en su ego.
Las vacaciones habían llegado, y todos habían decidido irse de viaje a la playa. Todo iba genial, Shouji amaba el mar. No era el mejor nadando, pero había algo refrescante en la brisa marina.
Todo iba de maravilla, hasta que Nana tuvo la idea de intercambiar habitaciones para que Junko y Kyosuke pasaran tiempo a solas. Sus amigos eran sin duda alguna las personas más centradas que conocía, pero incluso el más distraído se daría cuenta que se morían de amor entre ellos.
Quizás por eso Nana no había dudado en entrar a la habitación con Shouji. Lo había sacado a rastras, con una fuerza sorprendente para alguien de su contextura, de la habitación de su antigua habitación. Y ahora tendrían que pasar toda la noche juntos.
– ¡Tienes que ser más considerado, Shouji! – Le reprendió Nana mientras se recostaba inocentemente en la que hace horas había sido su cama.
Jamás lo admitiría en voz alta, sobre todo porque quedaría como el idiota más grande del universo. Pero le gustaba lo ingenuo que Nana podía llegar a ser. Era gracias a estos arrebatos ingenuos que Shouji podía compartir más con ella. Ahora mismo, podría dormir con ella.
Hay dos camas en esta habitación, idiota. Se reprendió cuando el pensamiento de compartir cama con Nana se cruzó por su mente. Estaría mintiendo si no dijera que la idea lo emocionaba un poco. Pero eso, ni en sus mejores sueños pasaría.
Después de todo Nana ni siquiera lo veía como un hombre. De seguro no estaba interesada en alguien como él, solo había intercambiado de habitación para hacerle un favor a su mejor amiga. No por qué quisiera estar con él.
Shouji sintió como una sensación no tan agradable comenzaba a surgir en su interior. Pero la ignoro.
Mientras miraba de reojo a Nana dormir plácidamente, Shouji se maldijo. Había pasado meses desde que la conoció, pero para él, ella seguía siendo la mujer perfecta. Claro que era más ingenua de lo que había pensado, pero por algún extraño motivo eso solo hacía que su interés por ella aumentara. Lo hacía sentirse importante, como si tuviera todas las respuestas del mundo.
Shouji sabía que eso estaba mal, era su amiga de quien estaba hablando. Pero simplemente decidió ignorar la sensación de culpa. Después de todo, era el mayor idiota del mundo, pero se esforzaba en esconderlo.
…
Esa noche había sido la primera vez que estallo de la frustración frente a Nana. Sin duda la pequeña chica, sabía como sacarlo de sus casillas.
Era sumamente testaruda, y no solo eso, sino que podía llegar a comportarme completamente como una niña malcriada. Y eso lo volvía loco. Así que, en medio de una concurrida calle de Tokio le grito, dejando salir toda la frustración que su amistad con ella le generaba.
¿Cómo no te das cuenta de que no quiero ser tu amigo? Quiso preguntarle, pero no se atrevió. En su lugar, se dio media vuelta y la dejo sola.
Nana era una adulta, si sabía como jugar con su corazón, sabría como regresar sola al hotel.
…
– Si me dices que me amas, dormiré contigo – le había dicho Nana, casi como desafiándolo. Eso lo había puesto de nervios, prácticamente le había pedido una confesión – Solo quiero dormir contigo.
Shouji suspiro nervioso. Había sido un idiota antes con Nana, y ahora aquí estaba. En una habitación de hotel con ella totalmente dispuesta a entregarle su corazón y únicamente pidiéndole a cambio algo de amor.
Mientras la desnudaba y descubría cada rincón de su pequeño cuerpo, se sintió como el chico más afortunado del mundo. Nana era más preciosa de lo que él pudo haber imaginado. Su delgada figura poseía unas exquisitas curvas, la piel de porcelana se sentía suave bajo su tacto.
– Shouji – escucho como Nana gemía tímidamente su nombre mientras el recorría su cuerpo con pequeños besos. El castaño sintió como su corazón se llenaba de felicidad al escucharla.
Nana al fin sería suya, finalmente lo vería como un hombre. Un hombre que podía amarla.
Esa noche, Shouji sintió que podía tocar la felicidad con la yema de sus dedos.
…
Shouji era el hombre más feliz del planeta. Cualquiera que lo viera se podría dar cuenta de eso. ¿Y cual era la causa de tanta felicidad? Pues, ¡Nana Komatsu!
Su novia era la chica más perfecta que había conocido en toda su vida, con esa brillante sonrisa y contagiosa risa. Con aquel cabello sedoso que le hacían cosquillas cuando caía en su cara. El dulce amor que Nana desprendía endulzaba la vida de Shouji.
Y vaya que él necesitaba eso en su vida.
La vida en Tokio si que era estresante, con cada clase sentía como la presión consigo mismo iba aumentando. Y eso solo lo hacía sentirse insignificante.
Esto era algo que Shouji no admitiría con nadie, pero era bastante inseguro y con lo competitivo que eran sus compañeros de la escuela técnica, su autoestima estaba había estado experimentando problemas. No se sentía suficiente, pero era excelente escondiendo esos sentimientos de los demás.
Ya se sentía suficiente avergonzando, como para comentarle a los demás sus problemas. Sus notas en clases eran terribles, no era el mejor en su trabajo y le costaba bastante establecer relaciones con sus compañeros. De hecho, no había podido hacerse amigo de nadie aún. Por suerte, tenía a Junko y Kyosuke.
…Y por suerte, tenía a Nana. Su amorosa novia que siempre lo llamaba por las tardes, la relación a distancia no había sido algo sencillo para ambos. Dios sabe cuanto Shouji necesitaba a su novia. A su dulce y amorosa novia.
¡Tu eres mi mundo, Shouji! – Le decía la castaña cuando se quejaba de su trabajo o de los problemas que tenía con sus hermanas. Nana era bastante sensible, pero Shouji estaba para ella. Para cuidarla, para hacerla sentir mejor y reconfortarle a la distancia. Maldita distancia.
Y aunque Nana no lo supiera, ella también lo reconfortaba. Sobre todo, cuando Nana le decía lo maravilloso que era y lo llenaba de elogios, ella lo salvaba de sus propios pensamientos. De sus propias dudas y cuestionamientos.
Y para Shouji, un chico con problemas de autoestima, eso era el paraíso. Nana jamás le discutía, ni tenían problemas. Podría decirse que su relación era el espacio seguro para el lastimado ego de Shouji.
Eso era lo que él necesitaba, una chica amorosa que cuidara de él.
…
Nana se había mudado a Tokio hace unas semanas.
Shouji estaba feliz, aunque la decisión de su novia había sido un poco impulsiva, ¡pero estaba feliz, eh! Pero esa felicidad no duro tanto como le hubiera gustado, el convivir con su novia no había sido nada sencillo.
Y Shouji, comenzaba a sentirse asfixiado por la presencia de Nana en su departamento. Tan solo en su primer día ya había cambiado todo de lugar, sabía que sería un malagradecido si lo decía en voz alta, pero eso lo había fastidiado.
¿Tan insignificante era que Nana no dudaba en cambiar todo su hogar a su antojo?
Luego de la primera discusión que tuvieron, Nana comenzó a buscar un departamento propio. Shoji pensó que esa sería la solución a la rara dinámica que se estaba formando entre ellos, no le gustaban las peleas ni la mirada con la que Nana lo miraba, como si estuviera esperando algo de él.
Lo hacía sentirse…presionado. Y el odiaba sentirse así.
Por eso cuando su novia le dijo que se mudaría dio un suspiro de alivio.
Eso había sido hace semanas.
Y ahora su novia cada vez pasaba menos tiempo con él, prefería compartir más con su compañera de piso. Otra chica que irónicamente también se llamaba Nana, y que Shouji reconocía que era totalmente ardiente, pero había algo en ella no que le convencía del todo, no le agradaba el cómo le estaba quitando a su novia como si su novia fuera propiedad de ella. ¡Era de él!
Shouji comenzaba a sentirse abandonado y reemplazado. Quizás hubiera sido mejor que Nana nunca se hubiera mudado a Tokio. Así al menos le seguiría prestando atención cada tarde, cuando solía llamarlo.
Cuando solía importarle.
…
.
No sabía en qué momento todo se había ido al diablo.
Shouji jamás en su vida había sido infiel. Odiaba los trucos, los atajos. De hecho, jamás había hecho trampa en ninguna prueba durante sus años como estudiante.
Entonces, ¿por qué? ¿Cómo era posible lo que estaba sucediendo? ¡Él tenía novia, maldición! Pero aquí, estaba, desnudo mientras un cuerpo que no era el de su novia dormía a un lado de él.
Dios mío, Nana ¿Qué he hecho? Pensó con frustración.
Llevaba meses teniendo problemas en su relación con su novia, pero nunca habría pensado en serle infiel. Venga, no negaría que su compañera de trabajo le resultaba sumamente atractiva, incluso era más atractiva que Nana.
¡Por dios, Shoji! Se reprendió. ¿realmente era el tipo de chico que comparaba a su novia con otra mujer? Y no cualquier mujer, ¡si no que la mujer con la que le había sido infiel a su propia novia! Oh dios, se iría al infierno.
Vaya pedazo de estúpido.
Casi podía escuchar la voz de Junko reprenderlo y la mirada decepciona de su mejor amigo. ¿Cómo es que se había dejado enredar tanto por Sachiko?
¡Además! Ese nombre.
Nana había bromeado en ocasiones que la engañaba con una misteriosa mujer llamada Sachiko. ¿Acaso su novia podía ver el futuro? ¡No! Este no es el momento para pensar idioteces.
Lo único que tenia que pensar Shouji, era en como salir de la habitación de Sachiko sin despertarla. Con la mirada comenzó a buscar su ropa, rápidamente la encontró cerca de la entrada del departamento. No habían podido resistirse y ambos se habían desnudado rápidamente, la ropa de ambos yacía abandonada en el frio piso.
Shouji se levanto intentando hacer el menor ruido posible, lo primero que cogió del piso fue su ropa interior. Sonrojándose observo el conjunto de encaje color rosado que estaba en el piso, y no pudo evitar recordar lo que habían hecho horas atrás.
¡Este no es momento para pensar en esas cosas! Se reprendió. Con rapidez volvió a su misión, escucho como la cama crujía y con pánico se volteo a observar si es que su compañera se había despertado.
Por suerte, no. Sachiko solo se había acomodado entre las sábanas, dejándole una visión sugerente de su cuerpo. Vaya que es guapa. Sintiéndose asqueado por su repentino pensamiento, cogió el resto de su ropa y salió por la puerta principal sin mirar atrás. Humillado termino de vestirse en el pasillo, temiendo de que algún vecino de Sachiko lo viera y llamara a la policía por exhibicionismo.
De pronto un ruido lo asusto, su celular sonó fuertemente anunciando la llegada de un mensaje. Era Nana, la culpa de pronto lo invadió.
Su novia, tan tierna e ingenua como solo ella podía ser, le había enviado una foto un poco comprometedora. La verdad es que últimamente no habían tenido la oportunidad de intimidar como les gustaría, por lo que Nana había cogido la costumbre de enviarle fotos atrevidas cada cierto tiempo.
¡De esa forma no perderás el interés en mí! Le había dicho cuando Shouji le preguntó el por qué de su repentino actuar.
Observó la foto de pie en el pasillo, completamente inmóvil, su novia usaba un pequeño conjunto que dejaba poco a la imaginación. Shouji sabía que cualquier hombre cuerdo tomaría un taxi y le haría una visita a su novia, pero él no quería.
Estaba cansado.
Ignorando la foto de Nana y sintiéndose la basura más grande todo el planeta, decidió irse a su propio departamento. Tenía mucho en que pensar.
…
Bueno, ahora si que todo se había ido al diablo.
Nana – o Hachi, como odiaba ese apodo – lo había descubierto abrazando de una manera comprometedora a Sachiko. Nana era ingenua y distraída, pero no era una idiota, había tenido un largo historial de relaciones. La chica reconocía como se veía una infidelidad.
Pero a Shouji ya nada le importaba, claro que lamentaba el hacerle daño a una chica como Nana. Pero hace tiempo que ya no sentía lo mismo por ella, su relación se había ido desmoronando desde que Nana dejo de esforzarse por la relación.
Vamos, que tu tampoco te esforzabas mucho. Escucho una pequeña vocecita reprenderlo en su interior, pero la ignoro. Shouji era orgulloso. Si alguien había arruinado todo entre ellos había sido Nana, lo dejo completamente de lado por ese grupo de punks con los que amaba pasar el rato últimamente.
Por eso, no se esforzó en darle explicaciones o en endulzarle el oído para que lo perdonara. Porque en realidad, le daba igual si lo hacía o no. Ahora, solo le importaba Sachiko, solo quería borrarle las lagrimas a esa pequeña y valiente chica que lo había intentado defender.
La noche terminó como si fuera un trago amargo, su novia – ahora ex novia – se fue de la mano de su compañera de piso. Mientras se alejaban, Shoji podía escuchar el llanto de la castaña.
– ¿Shouji, estás bien? – Escucho la pequeña voz preguntarle con timidez.
Sin duda que habían dado todo un espectáculo, daba gracias a que la calle no era tan transitada. Se habían ahorrado una vergonzosa escena.
Sachiko le acarició la cara mientras le frotaba su delgada mano en la roja mejilla de Shouji, había sido inesperado pero la compañera de su ex novia le había dado un fuerte golpe. El anillo que solía traer le había raspado la mejilla, dejando una pequeña herida que ahora sangraba.
Rápidamente vio como Sachiko rebuscaba entre su bolso, y saco de pronto un parche para colocarle en su lastimada mejilla. Que tierna es. Pensó.
Nana ya no era su novia, así que no había nada que los detuviera.
Ahí mismo beso a Sachiko, sin dudar la beso apasionadamente. Ya no había nada que lo obligara a controlarse. Ahora podía dejar que sus sentimientos fluyeran libremente. Después de todo, su compañera de trabajo lo había conquistado con sus tiernas palabras y con la constante preocupación que le demostraba.
Sachiko si se preocupa de él. No como Nana, quien lo dejaba de lado.
Sachiko si valía la pena.
Esa misma noche convirtió a Sachiko en su novia, a su preocupada compañera de trabajo que siempre tenía una sonrisa para él. Y que le había demostrado que lo protegería de cualquiera que lo quisiera lastimar.
.
.
.
Comencé nuevamente a ver Nana, aprovechando de mi tiempo libre. Y me llego una fuerte ola de inspiración. Shouji es uno de los personajes que menos suelo considerar (porque no es de mi agrado lol), pero entendiendo lo difícil que son las relaciones me tome la libertad de profundizar un poco más en que es lo que pasaba por la mente de este hombrecillo.
Si alguien llega a leer esto, ¡muchas gracias por llegar hasta aquí! Y espero que haya sido de tu agrado lo que llegue a escribir.
Me tome bastante libertad creativa, pero espero que sea un relato coherente con la historia original.
