Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 29
«Solo uno».
Rio al recordar mi respuesta. Nunca hemos podido respetar mi petición, después del beso en el parque, vinieron más y otros más, quizá muchos más.
La confianza y jugueteos empezaron a adquirir otro nivel entre nosotros. Creamos un vínculo; uno donde no se necesita articular palabra para saber lo que pasa con nosotros, por ejemplo, ahora me es fácil reconocer cuando Edward está de mal humor, hambriento o estresado.
No digo que entre nosotros no existan discusiones y que todo esté perfecto, porque estamos lejos de vivir en un cuento de hadas. Simplemente, estamos aprendiendo cada día de nosotros mismos. A reconocernos y aceptarnos, posiblemente también a mejorar para dar una mejor versión.
Por ahora estoy satisfecha porque puedo pagar la factura del Internet mes tras mes, ya que Edward no aceptó renta. Me hace sentir bien al ser proveedora en el penthouse, no soy una persona viviendo de arrimada ni gratuitamente, también aporto y estoy satisfecha.
Resoplo al ver que el día será caluroso.
No puedo ocultar mi vientre por más tiempo.
Las temperaturas en la ciudad han ascendido a los 80°F. Es demasiado incómodo que siga usando suéter y doble blusa.
Tengo dieciséis semanas de embarazo y mi panza luce con una leve hinchazón. Edward dice que parece que tengo estreñimiento.
Debo de indignarme por sus palabras, sin embargo, termino riendo junto a él.
―¿Ya tomaste el ácido fólico?
―Lo acabo de hacer ―agito el bote de pastillas.
Aunque reconozco que Edward es mandón, me causa ternura que siempre está alerta de que no olvide tomar mis pastillas prenatales. Es quien anota las fechas de mis citas médicas y quien me recuerda un día antes.
Con sus dedos atrapa algunos mechones rebeldes que se han soltado de mi coleta baja.
―Bien ―asiente―. Anoche recibí una llamada de un número desconocido, por lo regular no contesto cuando es a mí número privado, pero me causó curiosidad y respondí, era tu madre.
―¿Renée? ―Mi corazón martilla con fuerza en mi pecho mientras la sensación de angustia se expande―. ¿Mi papá…? ―mi voz se apaga.
Sus grandes manos cubren mis hombros, apretando un poco. Me está confortando.
―Él está bien, Bella ―asegura, a la vez que el dolor de estómago sigue sintiéndose más fuerte―. Quiere hablar conmigo y me pidió vernos.
―¿Por qué? ―Pregunto confundida― ¿para qué?
Edward exhala despreocupado. Primero pasa una mano por su pelo, luego me da una sonrisa ladeada. Mira mis manos y las cubre con las suyas.
―No lo sé, por eso quiero averiguarlo.
―¡No! ―aprieto sus manos―. No vayas, no es necesario.
La vergüenza sube a mi cara, puedo sentir mi piel enrojecida y caliente. Mi madre es capaz de pedirle dinero a Edward y no estoy dispuesta a soportarlo. Edward no será el nuevo…
Sacudo la cabeza. Necesito que las dudas despejen mi mente.
―No estoy acostumbrado a huir ―reconoce―. Si me quiere ver, hablaré con ella y ya.
―Iré contigo.
Acerca mis manos a sus labios y deja un beso en cada una. Me está sonriendo.
―No. Renée pidió hablar conmigo, además ella desconoce que vivimos juntos. No voy a exponerte a que te diga una estupidez.
―No quiero que te ofenda.
Sus cejas se enarcan.
―Creo que a estas alturas sabes bien qué no sé quedarme callado, Bella. Te aseguro que tu madre será tratada de la misma forma que ella me trate.
―No aceptes ningún trato, por favor ―pido.
―Si tu madre quiere conocerme, le daré el gusto.
Esboza una cínica sonrisa.
Sé que Edward no se dejará amedrentar por mi madre.
Hola, ya han pasado otro mes juntos y todo sigue mejor entre ellos. ¿Quieren leer el encuentro de Edward y Renée? Les agradezco mucho su entusiasmo, les dejo besos.
Gracias totales por leer ✨
