Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.

Gracias por leer y nos veremos después.

Este cap se desprende de los caps "Parejas disparejas, Pt 2" Tómenlo en cuenta.


Un par de ojos rosas veían y analizaban con atención todos y cada uno de sus movimientos que hacía en su pequeña cocina. Lejos de sentirse incomodo por aquella mirada tan insistente, muy dentro de él despertaba una ternura y un cariño a la criatura que le veía con atención.

-¿Quieres un trozo de bizcocho, Satsuki-chan?- le pregunto el castaño a la menor que le veía con sus ojitos rosas muy abiertos y atentos.

-¿Puedo, Ryou-chan?- el castaño asintió con una sonrisa y corto un pedazo de pan dándoselo a la menor quien con sus manitas pálidas y un poco sucias de tierra se materializaba y tomaba el postre que su amigo le daba -¿puedo tomar leche con chocolate?-

-Claro- respondió el castaño acariciando los cabellos rosas de la niña -no creo que a Daiki le moleste que tomemos un poco de sus cosas- tomo una taza, saco la leche del refrigerador y agarro el chocolate que era del moreno lobo -será nuestro pequeño secreto- le guiñó un ojo a la peli rosa en símbolo de complicidad, la pequeña niña río divertida y se sentó en la mesa del comedor de la cocina.

-Dai-chan ha cambiado desde que llegaste, Ryou-chan- acotó la peli rosa tomando un poco de su leche con chocolate -ya no es tan gruñón conmigo-

-Oye- reclamo el lobo entrando a la cocina de golpe y acercándose hasta donde estaba el castaño, lo abrazo de la cintura y después agregó -yo no soy gruñón, eso ofende Satsuki-

-Claro- se defendió la pequeña levantándose de su lugar mientras se sacudía su vestido pomposo cubierto de tierra y sangre y después vio seriamente a la pareja -no eres gruñón Dai-chan, eres un amargado de primera. Desde que Ryou-chan está aquí solo lo quieres monopolizar para ti-

-Eres una-

-Vale, vale- entro un joven zorro de cabellos negros y lentes de empuñadura delgada viendo a la pequeña fantasma y al lobo -Satsuki ¿qué te dije de molestar a Aomine y a Sakurai? Y Aomine, te ves mal discutiendo con una niña fantasma, creo que te lo dije-

El moreno gruño y después abrazo con fuerza al humano quien soltó una risita divertida por cómo se comportaba su pareja.

-Buuu- bufo la pequeña -aunque ahora que lo dice Imayoshi-san, tengo curiosidad de una cosa-

-¿Y qué es Satsuki-chan?- preguntó el castaño.

-¿Cómo fue que se conocieron ustedes dos?- pregunto con curiosidad.

-Oh- exclamo Imayoshi moviendo su esponjosa cola y orejas al mismo tiempo -Satsuki aún estaba con Kuroko en el limbo y Susa y yo aún no llegábamos al bosque pero ustedes ya estaban juntos, así que... también tengo curiosidad sobre eso- explicó el zorro acomodando sus lentes y yukata.

Ryou vio a Aomine y este le vio a el. Después de eso ambos asintieron de acuerdo.

-Es una larga historia...- empezó el castaño a relatar aun en los brazos del moreno.

Una historia larga y ¿interesante?


Sakurai Ryou era un chico todo menos común y corriente. Desde pequeño -y gracias a su abuela- descubrió que poseía un don.

Un don que para su buena o mal suerte lo han hecho experimentar varias cosas que no son común de vivir para muchas personas.

Ese don era poder ver y hablar con criaturas y seres que no son aun del entendimiento humano. Criaturas que al igual que nosotros buscan encajar en el mundo.

Ryou desde que tiene memoria ha sido capaz de convivir y hablar con toda libertad con todo tipo de criatura de fantasía y mitología japonesa que muchos creen jamás existieron.

No fue hasta que se independizo de sus padres y termino la preparatoria que decidió seguir a sus amigos, amigos que temían al contacto humano.

Menos a Ryou, por supuesto.

Con la ilusión y la curiosidad de saber más sobre ellos es que decidió ir a vivir por un tiempo al bosque cerca de su ciudad. Tardo un poco en adaptarse pero lo logro. Sin dejar, claro, su departamento de soltero.

Es gracias a este don que ha escrito varios libros y novelas de fantasía, horror y suspenso que a la fecha lo han hecho el autor más joven en Tokio además de ser reconocido a nivel nacional por eso.

Fue en una de sus caminatas habituales que conoció a quien en un futuro pasaría a ser la persona más importante en su vida.

Un par de ojos zafiros, intensos e intimidantes podían verse en el manto oscuro de los árboles del bosque. Una dentadura filosa y blanca advertían peligro para la víctima de tan intensa mirada.

Ryou retrocedió un par de pasos hasta llegar a la puerta de la reja de su cabaña pero parecía que el animal estaba a la defensiva pues le gruñía al castaño con cada movimiento que hacía.

-Tranquilo, no te haré nada- expresó el castaño intentando razonar con el animal. Porque... era un animal ¿cierto? Un lobo enorme de pelaje negro e intensos ojos zafiro y por lo que notaba hambriento.

El lobo lentamente se acercó al castaño con un poco de dificultad en sus pasos. Ryou notó que el lobo estaba herido de su pata trasera izquierda además de que en el hocico tenía bastante sangre y carne desgarrada. Esperaba que fuera de algún animalillo del bosque y no humano.

-Yo...- hablo de nuevo Sakurai llamando la atención del animal -...voy a curarte esa herida- el lobo gruño en advertencia, no dejaría que se acercara, Ryou suspiro -te repito, no te haré daño. Confía en mí-

-El ultimo humano que piso estas tierras dijo lo mismo que tú y ahora mismo está muerto al querer lastimar las criaturas que viven en este bosque. Invéntate una excusa mejor, humano- hablo el lobo para impresión del castaño.

Vaya, eso era nuevo.

-Veo que me entiendes- exclamo Ryou extrañamente feliz -entonces solo déjame curar tu pata, esa herida no se ve bien- pidió el castaño de nuevo acercándose al lobo -estoy aquí con buenas intenciones, no te preocupes-

-Grrr- gruño el lobo, su estómago hizo ruido exigiendo comida, aquello lleno de ternura al castaño -haz lo que quieras- se echó en el suelo y dejo que el humano se acercara a él. Ryou sonrió -pero después te vas de aquí, humano-

Ryou soltó una risita divertida -no puedo hacerlo. Yo también vivo aquí-

-Ja- exclamo el lobo -no te creo-

-No creo que importe eso- explicó el castaño bajando la mirada llamando de nueva cuenta la curiosidad del lobo -tengo un departamento en la ciudad pero casi no vivo ahí. Aquí me siento más parte de un todo que un humano. Creo que aquí me comprenden más que los de mi misma especie- explico caminando rumbo a la cabaña -quédate aquí, iré por mi botiquín- luego de eso siguió su camino.

Por su parte el lobo fue tomando la apariencia de un alto hombre, moreno, de cabellos azules e intensos ojos zafiro quien tenía una profunda herida en la pierna izquierda, completamente desnudo y con una marcada curiosidad en el rostro.

Vaya humano más interesante.


-Oh- exclamó la única fantasma de la habitación -eso fue tan... romántico- expreso con un inusual brillo en sus ojos.

Ryou río nerviosamente ¿es romántico casi ser devorado por quien en un futuro seria tu pareja? ¿Qué les estaba enseñando Tetsuya a los niños que iban a parar a su templo?

Debía hablar seriamente con su amigo.

-Vaya- hablo Imayoshi -sabía que Aomine era un salvaje pero nunca creí que lo sería tanto con Sakurai- movió su cola acusadora mente.

-Bueno...- murmuro el castaño -antes de la llegada de Kagami-san, Daiki-san era el protector del bosque y sus alrededores. Luego de la llegada de Kagami-san vigilar el bosque y a los humanos se volvió algo más sencillo de sobrellevar-

-Además- agrego Aomine oliendo los cabellos de Ryou -no hay nada más tranquilizante para un lobo que encontrar a su mate, imprimarse de él y asegurar su descendencia lo más pronto posible-

Vaya, su lobo era muy directo.